"Tengo que contarle a Taehyung" pensó Jimin con una sonrisa. Estaba muy feliz pues la propuesta había salido muy bien y la habían aceptado sin mucho problema. Recibiendo halagos de muchos compañeros de trabajo suyos. Y compartir la situación con Taehyung era algo muy importante para el.
Cuando llego a su restaurante se sorprendió al ver las luces encendidas, como si hubieran clientes, pero aún así su sonrisa no desapareció de su rostro hasta que vio algo que desfiguró su rostro por completo.
Era Tae junto con Hari, dándose un gran beso luego de jugar con el vino que al parecer la omega tenía a mano.
Hari era la novia de Taehyung. Oh bueno, ex novia. Ambos parecían tener una relación de ida y vuelta, y lo último que había sabido de ellos es que habían terminado, pero al parecer... las cosas ya no seguían así.
Inevitablemente sus ojos se humedecieron y sin esperar ser visto, se dio media vuelta pues no quería ver el rostro de Hari mirándolo con superioridad.
Taehyung siempre había tenido ojos solo para Hari, siempre.
Siempre se sentía inferior teniendo enfrente a la omega. Era todo lo que un alfa desearía en la vida, guapa, con dinero y lo más importante, era una mujer omega que seguía todos los estereotipos de la sociedad coreana.
Jimin nunca se despreciaba como omega hombre, pero siempre supo que a Tae le gustaban las mujeres y eso dolía.
Porque aunque sabia aquello, siempre quiso quedarse al lado del alfa como amigo y con la esperanza de que algún día esté le mirara con otros ojos y pudiera corresponderle de la misma manera en que el se sentía.
Pero nunca pasó, y al parecer.... nunca pasaría.
Por lo que cuando su autobús llegó a la parada y alguien le empujó logrando que el cayera al suelo, no pudo evitar poner de excusa la caída que tuvo como motivo de su llanto.
Una chica que pasaba le ayudó a recoger los documentos que se habían esparcido, pero tampoco quiso preguntar que le había pasado, pues en la sociedad coreana no estaba bien visto aquello. Era normal ignorar la existencia de los demás y concentrarse solo en uno mismo.
— Ten, espero que no te duela mucho la caída.— Dijo la chica antes de irse.
"Pues si duele... y duele mucho" pensó rompiendo en más llantos pues ya no había nadie más en la parada. Ese había sido el último autobús del día y lo había perdido.
Estaba tan concentrado en su dolor que no se fijó en su teléfono y el como había respondido una llamada que al parecer no había escuchado.
Aún así, se mantuvo un buen rato soltando su dolor, tal vez se sentía de lo peor, pero el día de mañana estaría bien.
Siempre lo estaba.