RESPUESTAS SIN SALIDA [NUEVA...

By honeysoulmeli

958K 57.7K 6.5K

Loren se enamoró de un desconocido que le llenó la mente de mentiras y supo ocultar su verdadero ser, pero es... More

𝗔𝗡𝗧𝗘𝗦 𝗗𝗘 𝗟𝗘𝗘𝗥
𝗣𝗥𝗘𝗚𝗨𝗡𝗧𝗔𝗦 𝗬 𝗖𝗢𝗠𝗨𝗡𝗜𝗖𝗔𝗗𝗢𝗦
𝗚𝗥𝗨𝗣𝗢 𝗗𝗘 𝗟𝗘𝗖𝗧𝗢𝗥𝗘𝗦
𝗗𝗘𝗗𝗜𝗖𝗔𝗧𝗢𝗥𝗜𝗔
𝗦𝗜𝗡𝗢𝗣𝗦𝗜𝗦
𝗜𝗡𝗧𝗥𝗢
𝗖𝗔𝗣. 𝗨𝗡𝗢
𝗖𝗔𝗣. 𝗗𝗢𝗦
𝗖𝗔𝗣. 𝗧𝗥𝗘𝗦
𝗖𝗔𝗣. 𝗖𝗨𝗔𝗧𝗥𝗢
𝗖𝗔𝗣. 𝗖𝗜𝗡𝗖𝗢
𝗖𝗔𝗣. 𝗦𝗘𝗜𝗦
𝗖𝗔𝗣. 𝗦𝗜𝗘𝗧𝗘
𝗖𝗔𝗣. 𝗢𝗖𝗛𝗢
𝗖𝗔𝗣. 𝗡𝗨𝗘𝗩𝗘
𝗖𝗔𝗣. 𝗗𝗜𝗘𝗭
𝗖𝗔𝗣. 𝗢𝗡𝗖𝗘
𝗖𝗔𝗣. 𝗗𝗢𝗖𝗘
𝗖𝗔𝗣. 𝗧𝗥𝗘𝗖𝗘
𝗖𝗔𝗣. 𝗖𝗔𝗧𝗢𝗥𝗖𝗘
𝗖𝗔𝗣. 𝗤𝗨𝗜𝗡𝗖𝗘
𝗖𝗔𝗣. 𝗗𝗜𝗘𝗖𝗜𝗦𝗘̂𝗜𝗦
𝗖𝗔𝗣. 𝗗𝗜𝗘𝗖𝗜𝗦𝗜𝗘𝗧𝗘
𝗖𝗔𝗣. 𝗗𝗜𝗘𝗖𝗜𝗢𝗖𝗛𝗢
𝗖𝗔𝗣. 𝗗𝗜𝗘𝗖𝗜𝗡𝗨𝗘𝗩𝗘
𝗖𝗔𝗣. 𝗩𝗘𝗜𝗡𝗧𝗜𝗨𝗡𝗢
𝗖𝗔𝗣. 𝗩𝗘𝗜𝗡𝗧𝗜𝗗𝗢́𝗦
𝗖𝗔𝗣. 𝗩𝗘𝗜𝗡𝗧𝗜𝗧𝗥É𝗦
𝗖𝗔𝗣. 𝗩𝗘𝗜𝗡𝗧𝗜𝗖𝗨𝗔𝗧𝗥𝗢
𝗖𝗔𝗣. 𝗩𝗘𝗜𝗡𝗧𝗜𝗖𝗜𝗡𝗖𝗢
𝗖𝗔𝗣. 𝗩𝗘𝗜𝗡𝗧𝗜𝗦É𝗜𝗦
𝗖𝗔𝗣. 𝗩𝗘𝗜𝗡𝗧𝗜𝗦𝗜𝗘𝗧𝗘
𝗖𝗔𝗣. 𝗩𝗘𝗜𝗡𝗧𝗜𝗢𝗖𝗛𝗢
𝗖𝗔𝗣. 𝗩𝗘𝗜𝗡𝗧𝗜𝗡𝗨𝗘𝗩𝗘
𝗖𝗔𝗣. 𝗧𝗥𝗘𝗜𝗡𝗧𝗔
𝗖𝗔𝗣. 𝗧𝗥𝗘𝗜𝗡𝗧𝗔 𝗬 𝗨𝗡𝗢
𝗖𝗔𝗣. 𝗧𝗥𝗘𝗜𝗡𝗧𝗔 𝗬 𝗗𝗢𝗦
𝗖𝗔𝗣. 𝗧𝗥𝗘𝗜𝗡𝗧𝗔 𝗬 𝗧𝗥𝗘𝗦
𝗖𝗔𝗣. 𝗧𝗥𝗘𝗜𝗡𝗧𝗔 𝗬 𝗖𝗨𝗔𝗧𝗥𝗢
𝗖𝗔𝗣. 𝗧𝗥𝗘𝗜𝗡𝗧𝗔 𝗬 𝗖𝗜𝗡𝗖𝗢
CAP. TREINTA Y SEIS
CAP. TREINTA Y SIETE
CAP. TREINTA Y OCHO
CAP. TREINTA Y NUEVE
CAP. CUARENTA
CAP. CUARENTA Y UNO

𝗖𝗔𝗣. 𝗩𝗘𝗜𝗡𝗧𝗘

14K 1K 151
By honeysoulmeli

Adrian Maxwell.

Un llanto tras otro resonaba en mis oídos, recordándome que nunca anhelé tener hijos. Mis experiencias con bebés, especialmente tras lo sucedido con Loren y su depresión, dejaron cicatrices profundas. Ahora, lidiaba con el constante llanto de ese pequeño por cualquier motivo, y la cercanía me generaba un estrés abrumador.

—¡Por favor, Giovanna, haz algo para que deje de llorar! —le rogué a la niñera con desesperación.

Faltaba menos de una hora para la llegada de Loren con su abogado, y los nervios me carcomían; necesitaba que todo saliera según mi plan, o me vería tentado a tomar medidas drásticas. Mi arma reposaba en el cajón del escritorio, lista para cualquier altercado.

—Señor —dijo Giovanna al abrir la puerta de mi oficina.

—¿Qué pasa?

—El bebé tiene fiebre, debería llevarlo al médico —informó.

—No tengo tiempo ahora; vendrá mi esposa —le expliqué.

—¿La señora Andrea?

Hice un gesto de desagrado y negué.

—Ella no es mi esposa, solo es la madre de Kaleb y ya no vendrá, se fue de la ciudad.

—Sí, señor, pero ya le dije que no le hace bien la fórmula. Es muy pronto para estar lejos de su madre.

Solté un suspiro de fastidio y me cubrí la cara con ambas manos.

—Está bien, tal vez necesite cariño paterno —dije mientras me levantaba de mi silla.

Giovanna me siguió y avanzamos hacia el segundo piso de la casa, llegando a la recámara acondicionada para Kaleb.

—¿Le llevo al bebé? —preguntó al llegar a la puerta.

—Tranquila, yo lo cargaré. Tú sigue estudiando mientras tanto —respondí con calma.

Giovanna había aceptado el trabajo de niñera para financiar sus estudios universitarios; ambos nos beneficiábamos mutuamente. No era la primera vez que me veía cuidando de un pequeño; desde temprana edad, me hice responsable de mis hermanos menores cuando… pasó todo.

Los recuerdos del pasado asomaron, pero como siempre, los aparté para no cuestionar mis decisiones.

—Hola, mi pequeño —murmuré con una sonrisa al acercarme a la cuna de Kaleb, quien continuaba llorando.

Con cuidado, lo sostuve entre mis brazos y confirmé que tenía fiebre, notándolo al instante. Tomé su manita y le planté un beso, reviviendo el primer acto de cariño que compartí cuando lo sostuve por primera vez en mis brazos.

Lo abracé un poco más, procurando no lastimarlo. Amaba su dulce aroma y sus manitas rosadas, pero detestaba escuchar sus llantos cada día.

Este era el sueño de Loren, el mismo que le arrebaté sin piedad una mañana al envenenar su café. No sentía remordimiento alguno por haberlo hecho; lo repetiría cuantas veces fuera necesario para evitar que gestara un hijo nuestro.

—Te amo, Kaleb…

Ese era uno de mis tantos secretos oscuros, resguardados para evitar que mi Loren descubriera la verdad. Había planeado cada detalle con meticulosidad, desde la manipulación de resultados en la clínica de fertilidad hasta el sutil envenenamiento de su bebida en el desayuno que le preparé.

Las noches en vela me perseguían, recordándome el engaño que había tejido con tanto cinismo. Aunque mi corazón se cargaba con el peso de la traición, mi determinación no flaqueaba. Mi visión de una vida sin ataduras se alimentaba de la oscuridad de mis acciones.

Quizás algún día el destino me cobraría por mis pecados, pero por ahora, el manto de la mentira me resguardaba de las consecuencias.

El eco de mis propias palabras resonaba, recordándome que aún quedaba rastro del antiguo Adrián que nunca habría cometido tales acciones deplorables.

—Señor, acaba de llegar una mujer —informó Giovanna al entrar con varios libros en las manos.

—Deja los libros y ven a cuidarlo, voy a tardar un poco —le ordené ansioso.

Ella obedeció y cuidadosamente le entregué a Kaleb. Por suerte, la fiebre había disminuido un poco, lo que me dejó más tranquilo.

«Es hora…».

Salí de la recámara algo nervioso y descendí lentamente cada peldaño hasta llegar al último. Acomodé mi saco y me dirigí hacia la sala de estar, donde Loren estaba de pie junto a los sofás. Al dar la media vuelta, no pude evitar sorprenderme por lo hermosa que lucía.

—Buenas tardes, Adrián, ¿llegué a tiempo?

—Tu abogado aún no llega, pero estás a tiempo para no firmar —insinué con una sonrisa coqueta.

Me devolvió una sonrisa llena de ironía y negó—. No creo que eso sea posible, ¿dónde está tu abogado?

—¿Estás consciente de que no te daré divorcio, verdad?—cuestioné, cruzándome de brazos.

—Está bien, entonces me largo de aquí, solo me haces perder el tiempo —Tomó su bolsa que había dejado en uno de los sofás, pero al instante la agarré del brazo.

—Vamos a mi oficina, hay cosas de las que necesitamos hablar.

Ella intentó, como siempre, liberarse de mi agarre, algo absurdo dada mi fuerza, aunque era bastante hábil soltando puñetazos en la nariz. La llevé en contra de su voluntad hasta la oficina, donde la obligué a sentarse en una de las sillas frente al escritorio.

—¿Qué quieres? ¿Ahora, qué carajos buscas?

—Quisiera que conocieras a nuestro hijo y que regresaras a casa, eso es lo que quiero —mencioné apoyando los brazos sobre el escritorio.

—¿Dónde está tu abogado? ¿Qué pretendes?

—Mi abogado estuvo aquí hace unas horas y, tras exponerle toda la evidencia…

—¡¿Qué le mostraste?! —interrumpió alterada.

—Tranquila, cielo, entiendo que estás pasando por un momento difícil, pero...

—¡¿A qué te refieres, Adrián?!

Sonreí con descaro.

—Quizás quieras echar un vistazo a algo que tengo guardado desde hace unas semanas.

Inquieta, ella me observaba mientras revisaba los documentos esparcidos sobre el escritorio. Hasta que, finalmente, localicé el folder específico que contenía todos los detalles acerca de sus tratamientos psiquiátricos, modificados a mi conveniencia.

—Léelo tú misma, cielo.

Antes de que pronunciara cualquier otra palabra, me arrebató el expediente y comenzó a leer con excesiva rapidez cada línea de las hojas que resguardaban el folder, su rostro cada vez más afectado.

—Sabes, te supliqué en numerosas ocasiones que reconsideraras volver de manera pacífica, pero te negaste.

—¡¿Qué carajos hiciste con mi expediente, imbécil?!

—Yo no hice nada, cielo —aseguré con serenidad.

—Aquí se menciona que soy una persona propensa a la violencia y que me autoadministro otras sustancias farmacéuticas… —dijo con asombro por el contenido del documento.

—Si tu director llegara a ver lo que acabas de leer, tu empleo podría estar en duda para mañana, e incluso… tu licencia profesional —expliqué con calma—. ¿Entiendes ahora por qué te advertí que no debías meterte conmigo?

—Eres repugnante… no te reconozco, ya no eres el hombre con el que me casé, ni siquiera una sombra de él. No me importan tus amenazas, no volveré contigo —afirmó molesta, levantándose de su asiento.

—¿Estás segura, cielo? —inquirí con un tono amenazante.

—Estoy más que segura, no te amo, ni siquiera quiero verte la cara, así que firma el divorcio antes de que te denuncie por falsificación y manipulación de documentos privados.

Solté una risa, sabiendo que ella desconocía que ya había sobornado al juez y a su propio abogado.

—¿Realmente ya no sientes nada por mí, o lo dices por el beso que te diste con el desequilibrado mental?

—David trató su depresión a tiempo para recuperarse, no fastidia a las personas por placer, ¡como tú! —espetó señalándome con el dedo.

—Qué fiera, debo admitir que siento ciertos celos al verte defenderlo así. Gracias por confirmarme que te besaste con uno de tus leales pacientes —Sonreí de nuevo—. Eres demasiado… ingenua; deberías preguntarle a tu paciente quién es en realidad.

—¿Qué estás insinuando?

—No, no voy a responder tus preguntas. Ahora, te concedo una semana para que reconsideres tu decisión conmigo, ya que está en juego la vida de un pequeño —informé con tranquilidad.

—¿Le harás daño a tu hijo si no regreso contigo?

—¿Quién dijo que le haría daño a nuestro hijo? —Negué con la cabeza—. Hablo del hijo de la mexicana, ¿Madison, cierto?

—¡Ni te atrevas!—gritó desesperada y elevó uno de sus puños, pero volví a sujetarle el brazo para evitar que lo intentara.

—No, cielo, tú no te atrevas a darme otro puñetazo en la nariz o saldrás más perjudicada por tu agresión. No quiero que hables de esto con nadie más, o de lo contrario me encargaré de que la amenaza se cumpla —aseguré mientras la miraba fijamente, sus ojos algo llorosos reflejaban la tensión que sentía por mis palabras.

—Eres una maldita plaga, no sabes cuánto te odio… —murmuró.

—No pensabas así cuando gemías mi nombre encima de mí, cielo —mencioné antes de robarle un beso.

Pero al instante, mordió mi lengua con tanta fuerza que tuve que retroceder.

—¡Joder, Loren!

—Si regreso contigo, prometo hacerte la vida tan miserable hasta que no quieras volver a saber de mí.

—He estado con personas más peligrosas que todos tus pacientes psiquiátricos; no eres una amenaza, cariño.

—Tal vez no sea una amenaza para ti, pero, ¿qué pasa si empiezo a serlo para mí? —cuestionó con un tono sombrío.

Guardé silencio, contemplando su mirada intensa. A pesar de todo, no deseaba que pusiera en riesgo su propia vida solo para evitar estar cerca de mí, sabiendo que mi conducta había ganado su desprecio.

—No creo que quieras estar encerrada en el psiquiátrico con tu noviecito —respondí burlón.

—Ponme a prueba.

—No tienes idea de lo que estás pidiendo —murmuré, dejando escapar un suspiro.

Se acercó, rompiendo la poca distancia entre nosotros y, sin pensarlo, me escupió en la cara.

—Siempre tan infantil —comenté, intentando mantener mi compostura, aunque la sorpresa aún se reflejaba en mis ojos.

Me miró fijamente, sin retroceder ni mostrar señales de arrepentimiento.

—Si eso es todo, me voy.

Observé su figura alejándose, las palabras no dichas resonando en el silencio incómodo que quedaba entre nosotros.

—No te vas a deshacer tan fácilmente de mí, Loren —murmuré para mí mismo, aunque sabía que ella aún podía escucharme.

El sabor amargo del escupitajo persistía en mis labios, recordándome la crudeza de nuestras interacciones.

Mientras la veía alejarse, una mezcla de emociones  se apoderó de mí, preguntándome si era lo correcto.

Continue Reading

You'll Also Like

377K 24.2K 37
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...
27.2K 3K 20
¿Alguna vez imaginaste a estos icónicos streamers siendo padres? La vida de los chicos cambia cuando una bebé de aproximadamente seis meses es abando...
Ironía By Gin

Fanfiction

88.5K 8.1K 52
¿No sería una ironía que el maestro del autocontrol encontrara una neófita descontrolada como compañera?
1M 18.6K 22
♡imágenes♡ ♡cómics♡ ♡las imágenes no me pertenecen, por lo tanto créditos a sus respectivos artistas♡ ♡En búsqueda de los artistas originales xdd♡