Control: un cuerpo, dos almas...

By leisydiaz14

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«¿Cómo deshacerse de un monstruo del que te has enamorado?» *-* "The Bible Killer" pasó a la historia como un... More

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By leisydiaz14

"He conocido gente que irradia vulnerabilidad. Sus expresiones faciales dicen 'tengo miedo de ti'. Estas personas invitan al abuso. Esperando a ser heridos, ¿lo animan sutilmente?"

Ted Bundy

LUANA

Me remuevo en la cama, sintiendo como una mano me acaricia la mejilla con delicadeza. Sus dedos son ásperos y dejan una corriente en mi piel con su tacto.

—¿Leah? —reconocería la voz de Kyan de aquí a mil millas— ¿Estás despierta?

Sonrío mentalmente. Me llevo las manos al rostro, fingiendo somnolencia y dejo que un mechón de mi cabello oculte mi ojo color café. Abro los ojos poco a poco y nuestras miradas chocan.

—¿Qué ha pasado? —murmuro.

—Te desmayaste. —declara, mientras me mira con ternura.

Recuerdo eso y no sé si eso debería preocuparme. Leah protagonizó un gran espectáculo. Descubrió el engaño de Max con su mejor amiga y lo afrontó de la mejor forma posible: haciendo un beso de tres con su vecino y su compañero de clases en frente de su "novio".

Noten lo orgullosa que estoy de ella.

No obstante, conozco a Leah y, a pesar de todo lo que sucedió, sé que es lo que primero preguntaría al despertar.

—¿Y Camila? ¿Ella está bien? —frunzo el ceño con fingida preocupación hacia Kyan, sosteniéndolo con mis manos.

—Ella está bien. Solo fue una herida superficial en la frente. Ya está en su casa.

Fuck. Yo quería que muriera...

—Que bueno... —suspiro "aliviada".

—¿Cómo te sientes?

Me acomodo sobre la cama, quedando sentada mientras me sobo la cabeza.

—Estoy bien, solo... —me encanta hacer esto— Un momento. ¿Luana salió?

—No. ¿A qué te refieres? —Kyan niega con la cabeza.

—Yo vi sangre... Ella tuvo que haber salido. Ese es su detonante.

—Pues no lo hizo.

Pongo una mirada esperanzadora y sonrío ligeramente.

—Es la primera vez... —mascullo— ¿Te das cuenta de lo que esto puede significar? Ella puede estar desapareciendo, Kyan. Puedo ganar esta batalla.

Me impulso hacia él y lo abrazo, envolviendo mis brazos en su cuello. Sus manos se asientan en mi cintura con indecisión. Este es un rasgo que he ido descubriendo en Kyan desde que lo conozco: es muy tímido. Veo lo mucho que evita el contacto físico y lo desconfiado que se pone cuando alguien se le acerca.

No obstante, con Leah se comporta de forma diferente. O al menos lo intenta.

Separo nuestros cuerpos, lo suficiente para que nuestras frentes choquen. Kyan suspira y yo me detengo muy cerca de sus labios. Esperando el beso que nunca llega, sus dedos envuelven mi cuello y me estampa contra la cama. Aleja el mechón de cabello de mi rostro con su dedo y bufa.

—Luana. —dibujo una sonrisa burlona en mi rostro con la mención de mi nombre.

—Touché. ¿Qué me ha delatado? —pregunto con ironía.

—Leah nunca espera que yo la bese primero. —confiesa— Ella siempre toma la iniciativa.

—Patético. —lo echo a un lado y me pongo de pie.

—¿Qué pretendías haciéndote pasar por Leah? —pregunta, siguiendo mis pasos.

—No lo sé. ¿Joderte? —me encojo de hombros. Encuentro mi bolso sobre el sofá y lo alcanzo. Saco mi móvil y comienzo a teclear.

—¿Qué haces?

—Nada que te incumba. —lo guardo de nuevo luego de haber recibido la respuesta a mi mensaje.

Me encierro en el baño, dónde me aseo y me pongo presentable, quitándome los rastros de maquillaje corrido. Arreglo mi cabello y me baño en la colonia de Kyan. Pellizco mis mejillas y sonrío satisfecha mientras miro mi reflejo.

No siento a Leah dentro de mí y sus recuerdos están apareciendo en mi mente. Eso solo puede significar una cosa. El velo que escondía su recuerdo más dolorosos ha caído, hasta el punto de qué es incapaz de soportarlo, por lo que debe estar escondida en algún lugar de nuestra mente, en el cual no soy capaz de encontrarla. Mi hermana es débil. Por algo existo yo. Ella no puede vivir sabiendo lo que realmente sucedió. Pronto volverá a estar en la ignorancia y aquí nada habrá pasado.

Mi mirada a través del espejo descubre algo fuera de lugar a mis espaldas. Una de las lámparas que iluminan el cuarto de baño se encuentra algo torcida. Me doy la vuelta y la coloco a su posición inicial. El sonido como de un mecanismo llega a mis oídos, pero no sucede nada.

Toco la pared con mis dedos y luego la golpeo levemente con el puño, notando que está hueca por el otro lado.

Alcanzo la lámpara de nuevo y la giro hacia abajo, provocando que la pared se mueva hacia adentro, dejándome notablemente sorprendida.

Es una habitación pequeña, lo suficiente para que quepa una camilla, una mesa y una persona. La luz que cuelga en el techo, ilumina cada rincón del lugar. Sonrío embelesada por las herramientas en perfecto orden que se encuentran sobre la mesa: sierra eléctrica, hacha, cuchillos de todos los tamaños, cinta adhesiva, guantes, agujas, tijeras, soga y varios pomos con la etiqueta de "cloroformo" en ellos.

Abro uno de los cajones en el que hallo plástico y bolsas de basura dobladas. El siguiente que abro contiene una pistola y varias cajas con balas.

Lo que encuentro en la pared continua no hace más que sorprenderme aún más. Bufo sin poder creérmelo.

—Así que no eres un asesino del montón. —murmuro recorriendo el mural en la pared con la vista. —Kyan me mintió. —sonrío incrédula— No mata solo a criminales.

¿Por qué me miente? ¿Será que intenta ocultar la culpa de sus verdaderos deseos con otros asesinatos "justificados"?

—Por eso es mejor no sentir una mierda. —mascullo luego de devolver mis pasos hacia la salida.

Al verme salir del cuarto de baño, Kyan se levanta del respaldar del sofá dónde estaba sentado y camina hacia mí con unas esposas en la mano.

—Oh, no. —inquiero para luego levantar la pistola que tomé "prestada" hace unos segundos. ¿Por qué siempre termino apuntándolo con sus propias pistolas?— Ni se te ocurra.

Se detiene al instante. Su rostro se trasforma a la par que se va dando cuenta de la situación.

—¿De dónde sacaste eso? —pregunta.

—Tienes una habitación oculta, preciosa. —ironizo con una de mis comisuras elevadas.

—Baja el arma, Luana.

Hago una mueca y niego con la cabeza.

—Nop. —lo rodeó sin dejar de apuntarlo y agarro mi bolso del sofá, me lo cuelgo en el hombro para luego devolver mis pasos hacia dónde tiene su casco y las llaves de su moto.

—No te atrevas. —masculla entre dientes y bajo su atenta mirada, me hago con ambas cosas.

—No piensas que voy a ir caminando, ¿cierto?

Su mirada enfurece.

—Debí haberte matado cuando tuve la oportunidad.

—Pero no lo hiciste. —exclamo— Tu amor por Leah te impide herir este precioso cuerpo. Oh no, disculpa. Me refería a "herir de muerte". Porque herirla sí que lo hiciste mientras te la follabas. Pensaba que eso era solo cosa nuestra K. Me has herido los sentimientos. —finjo un puchero en mis labios.

—¿Qué sentimientos?

Sonrío.

—Cierto. Yo no tengo de esos. —camino de espaldas hacia la puerta— No me sigas, o no dudaré en deshacerme de Leah.

—No puedes hacer eso. —bufa.

—No puedo sacarla de mi cabeza. Eso es cierto. Pero si puedo matarla.

—Te matarías a ti misma.

—Yo ya estoy muerta, Kyan. —al decir eso, una lágrima sin sentido se desliza por mi mejilla. La hago desaparecer con mi mano y dejo el apartamento atrás.

Llego al aparcamiento y localizo la moto de Kyan. Me coloco el casco, introduzco la llave encendiéndola y emprendo camino a través de las calles de Berlín.

✘⛓✘

Me quito los zapatos para caminar dentro del apartamento sin ser descubierta. Abro la puerta del cuarto y la cierro cuando ya estoy dentro. Sonrío al ver a la persona que duerme placenteramente sobre la cama. Dejo el bolso en el suelo y me deshago de mi ropa, quedándome solo con el sujetador y las bragas.

Coloco una rodilla sobre el colchón y me pongo a horcajadas sobre el chico. Se remueve debajo de mí cuando comienza a abrir los ojos.

—Hola, amor. —murmuro.

—¿Leah? —inquiere Max, completamente sorprendido.

—¿Me extrañaste? —acerco mi rostro al suyo, chocando nuestras narices.

—Pensé que estabas molestas por lo que pasó con Cam...

—No la menciones. —ordeno con rapidez— Ella es una perra, pero tú no. Lo nuestro aún tiene salvación.

Max frunce el ceño, confundido.

—Tú me perdonaste aquel beso con un desconocido en el callejón. Es justo que yo haga lo mismo.

—¿Verdad qué sí? —sonríe llevando sus manos a mi rostro. Me inclino para juntar nuestros labios, pero él me detiene— ¿Y quiénes eran esos chicos con los que te besaste?

—No son nadie. Solo estaba molesta. —me desespero— Bésame ya.

Él asiente y atrapa mis labios en un beso profundo. No entiendo como a Leah le pudo haber gustado un chico que besa como este. Qué asco, dios mío.

—Amor... —murmuro entre besos— ¿Me dejas jugar contigo?

Me muevo encima de él, provocando que el bulto entre sus piernas se haga más y más notorio. Puedo notar lo caliente que está.

—Hazme lo que quieras. —sonrío. Me bajo de la cama y saco unas esposas de la mochila.

—Pues juguemos. —inquiero, mostrándoselas.

—No sabía que te gustaba el control, amor.

—No te imaginas cuanto. —levanto las cejas con ironía.

Vuelvo a mi posición sobre él, y junto sus manos encima de su cabeza, atándolas con las esposas al cabezal de la cama. Coloco los pies en el suelo de nuevo y camino hacia su armario, saco dos cintos de él y los uso para cautivar sus tobillos a los tubos de la cama también.

—Creo que deberías dejarme usar los pies aunque sea.

No le digo nada y me quedo a su lado de pie, observando mi obra de arte. Sonrío con la malicia reflejada en cada expresión de mi rostro. ¿Cómo pudo ser tan ingenuo?

—Te ves tan adorable así. Inmóvil... —me muerdo el labio inferior— Que creo que sería un desperdicio verlo yo sola.

Salgo de la habitación y camino hacia dónde dejé a Camila en el suelo. Atada y con una mordaza en la boca, no ha dejado de llorar en ningún momento.

Cuando desperté en casa de Kyan, le envíe un mensaje para que nos encontráramos en el edificio de Max, con la excusa de que necesitábamos hablar para aclararlo todo. La verdad, es que solo era una trampa y la muy estúpida cayó en ella.

—Ya es tu turno de entrar. —inquiero, agarrándola del cabello y llevándola conmigo.

Aunque me hubiera gustado la forma en que Leah puso a Max en su lugar, no había sido suficiente. Yo no estaba nada satisfecha. Ellos debían pagar por lo que le hicieron a Leah. Le vieron la cara de estúpida, se burlaron de ella y nadie, pero nadie... le hace eso a mi hermana. Por esa razón es que yo existo. Para protegerla de escorias como estas.

La cara de Max es un poema cuando ve entrando con Camila.

—¡¿Qué demonios has hecho, Leah?! —intenta levantarse pero, como era de esperarse, no puede.

—¿Qué pasa? ¿Ya no te apetece follarme? —cuestiono con malicia.

Lanzo a Camila al suelo y me dirijo a mi mochila, sacando el cúter que le regalé a mi hermana hace años y que aún conserva.

—Mmm... ¿A quién debería torturar primero? —pregunto pasando el cúter desde Max hacia Camila— ¿A la perra de mi mejor amiga —me acerco a la rubia teñida, dejando que el objeto filoso se clave en su mejilla— qué tuvo la delicadeza de seducir mi novio?

Me muevo hacia Max y dejo el cúter en su garganta.

—¿O al estúpido de mi novio, que me engañó con la última persona con la que debería haberlo hecho?

—¿Qué quieres de nosotros? —murmura y yo sonrío. Bajo el cúter hacia su abdomen y comienzo a rajar la piel como si estuviera cortando plastilina. Su grito resuena por toda la habitación, a la par que la sangre se desborda sobre las sábanas. —¿Por qué, Leah...? —inquiere en un hilo de voz.

—¿Leah? —hablo y comienzo a lamer la sangre en el cúter— Yo no soy Leah.

—¿De qué hablas?

—Qué mala educación la mía. —me levanto de la cama y les hago una reverencia— Me llamo Luana y esta noche la voy a convertir en vuestra peor pesadilla. A menos... —me enderezo de nuevo y siento una gota de sangre descender por la comisura de mis labios— que no vivan para contarlo.

✘✘✘✘✘✘✘✘✘✘

¡Holiss!

Estamos de vuelta en #MartesDeControl

Sé que el final los dejó con ganas, así que espero ver vuestras reacciones por acá para traerles el siguiente lo antes posible.

Os amo un montón.

XOXO Killer Lady

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