[ 𝐌𝐈𝐍𝐃 ]
𝐂𝐑𝐎𝐖𝐍
VINCENTT TCHAIKOVSKY VERSCIAVA
No esperaba volver a mi país tan pronto, sin embargo tampoco me molestaba, de todas maneras tenías que volver a visitarlos. Mi padre había llamado a Toji para que le de un reporte de la situación y nos mandó inmediatamente un vehículo aéreo capacitado para retener a los agresores, de esa manera pudimos llegar a Alcia rápidamente.
Zattoru había revisado mi herida apenas salimos de la academia, gracias a mi habilidad pude retener la sangre y mantenerla en su lugar, pero no podía acelerar el proceso de curación, por lo que en el avión me esperó un sanador para ayudarme con ello. Me sentía un tanto ansioso, no tenía idea de por qué. ¿Quizá porque todos en la Yuuei estarían preocupados por mí?
No debía ser necesario, soy un príncipe capacitado para situaciones de riesgo. Jugué con mis manos mientras tomaba un profundo respiro.
— Estoy completamente bien, supe controlar la situación y los agresores revelaron su identidad. — hablé con la voz un poco insegura, debía de afirmarla. No sabía porque me sentía tan dudoso para decir lo que seguía.
¿Era porque en Japón no eran así de severos? ¿Nosotros estábamos mal? ¿Era muy cruel? Muchas ideas inundaron mi cabeza y me sentí inseguro, no quería cuestionarme mucho, eso significaría dudar del país que me crió. Eso es. Alcia podía tener una justicia diferente pero así habíamos vivido por años y el pueblo agradecía tales leyes, vivíamos en perfectas condiciones y todos los ciudadanos nunca se quejaron, todos estuvieron de acuerdo con los mandatos del gobierno.
Dudar a estas alturas sería una falta de respeto. Sin penarlo me di un fuerte golpe en la mejilla con la palma de mi mano ladeando mi cabeza. Las ideologías en mi cabeza dejaron de combinarse y mi mente se concentró en Alcia.
— ¡Vinnie! —exclamó mi papá entre sorprendido y preocupado. El consejo frente mío susurró.
Me aclaré la garganta y levanté la mirada con determinación. Está bien, cuestionarse es parte de aprender y he aprendido que Alcia no se cuestiona.
— El castigo será impuesto sobre los que traicionaron Alcia como la ley lo dicta. —vociferé con una posición recta.— La ejecución será realizada en el calabozo principal a las dieciocho horas, los cadáveres serán enterrados en su tumba familiar como acto de compasión a sus almas.
Todo el lugar se encontraba en silencio y los miembros del consejo se vieron entre sí, firmaron algunos papeles y luego Kayross d' Alcia me sonrió.
— Así será, príncipe.
Pude detectar un ápice de orgullo en su voz. Mis hombros se relajaron pero no dejaron de estar rectos. La mirada del anciano Kayross me reconfortaba mucho, su cabello blanco y sus pequeños ojos brillantes me habían seguido desde la infancia, lo consideraba como parte de mi familia, me había cuidado en tiempos de soledad y había enseñado a mi conciencia.
La reunión terminó y esta vez si pude relajarme por completo.
Las situaciones de alto grado siempre se manejaban directamente con el consejo, especialmente si se trataban de un ataque hacia mí. Lo había estado haciendo desde la primera vez que me atacaron. Nunca olvidaré ese día, antes era una trauma.
Era tan solo un niño, me había defendido exitosamente del ataque, pero todo había sido sentido de supervivencia, ya que luego no pude dejar de temblar por una hora, estaba tan asustado y toda la adrenalina había desaparecido en un santiamén, no obstante, esa no fue la peor parte. Tuve mi primer ataque de ansiedad cuando me obligaron a dictar la ejecución, mis uñas se encarnaron en la piel de mi mano mientras con la voz temblorosa ordenaba mi primera condena de muerte. Fue un suceso que contribuyó a mi maduración temprana.
Desde ese entonces me enseñaron a suprimir la empatía, solo en esos casos.
Mi rostro se arrugó al sentir un olor característico, un rastro de humo gris me llevó hacia el tercer living del palacio. Conocía ese olor, rayos, sí que lo hacía. No podía decir que lo extrañaba, pero de alguna manera me hacía sentir mejor.
Astaroth Kyovdany, el querido Duque. O como yo le decía, fumón.
A ver, que su habilidad está totalmente relacionada con el humo y siempre andaba con una pipa en la boca.
Apenas entré al living pude verlo, su cabello celeste caía por sus ojos mientras su cuerpo se acomodaba en el largo sofá, su cabeza estaba apoyada sobre su brazo izquierdo en una almohada y su diestra introducía y retiraba la pipa de su boca. Se veía hermoso, siempre lo fue.
Tosí falsamente haciendo notar mi presencia. Rápidamente puso sus pies descalzos sobre el piso alfombrado y corrió hacia mí, se puso la mano en el pecho.
— Saludos a la bendición de Alcia, es un placer estar frente a su presencia. —El respeto no le quedaba para nada. — ¡Vinnie!
No faltó más de un segundo para que se tirara sobre mis brazos enrollando sus piernas en mis caderas y encajara su rostro en mi cuello dando un respiro exagerado sobre mi piel. Nunca había entendido cual era su obsesión conmigo, pero me encantaba recibir de su atención, después de todo era un halago que el Duque pusiera sus ojos sobre mí. Lástima que no era el tipo de hombre que quería conmigo y ya se lo había dicho, no soy tan tonto para ilusionarlo, después de eso pensé que su actitud cambiaría, pero siguió con su obsesión hacia mí.
— Duque, es un...¿placer? recibir su visita. — respondí con una sonrisa en mi rostro mientras sostenía sus muslos para evitar su caída, me moví hasta el sofá y me senté en él para que mis piernas no me fallaran.
Astaroth se acomodó encima de mí en busca de causar alguna reacción sexual en mi organismo, cosa que no funcionó porque mi cuerpo estaba sumamente acostumbrado a su presencia. Lo tomé por el mentó y con una dulce sonrisa negué con la cabeza.
— Ow, Vincentt... eres jodidamente candente cuando sonríes con inocencia — se quejó con un puchero, solté una suave carcajada.
— Tú más que nadie sabe que lo último que me queda es inocencia. — susurré sobre sus labios con pesar.
La inocencia era principalmente estar libre de culpa o pecado, pero yo estaba empapado de esos dos. El trabajo de príncipe nunca fue tan doloroso hasta pensar en todas las vidas que mis manos se llevaron.
La única manera de evitar la culpa, era refugiarme en la felicidad póstuma del pueblo.
☬
Me quedaba un día entero en Alcia hasta regresar a Japón. Aprovecharía el tiempo para reflexionar, leer un poco y dormir. Aunque estaba haciendo de todo menos eso, mi mente solo sentía una culpa por haber dudado de mi ideología.
Entendía que era normal, mi padre me había advertido acerca del cambio de aires que iba a tener, pero no creí que me afectaría demasiado tal punto de sentir el temblor de la ansiedad por unos segundos.
—Nanami... — susurré mientras apoyaba mi cabeza sobre mis manos, mis codos estaban sobre mis muslos y yo me encontraba sentado al borde de mi cama. Era una posición algo lamentable para un príncipe si lo veías desde el exterior.
Sentía que no debía de verme lamentable, era un príncipe...pero también era un humano. Crecer constantemente con todo el mundo repitiéndome que soy un príncipe había calado hasta lo más profundo de mis huesos y a veces olvidaba que tengo la autonomía de una persona. ¿Por qué me privaba de humanidad?
Quizá porque había hecho cosas inhumanas en el puesto de príncipe, pero también había hecho muchas cosas buenas, muchas más que malas ¿No?
No había notado el momento en el que las lágrimas de mis ojos goteaban por mis ojos sin voluntad alguna.
— ¿Príncipe? — llamó Nanami. Levanté la cabeza y lo encontré parado en la puerta de mi habitación, le sonreí cálidamente, pero él no me devolvió la sonrisa, en cambio caminó preocupado hasta llegar a mí. — ¿Sucede algo? Puede contar conmigo, príncipe.
Otra vez, príncipe.
Mi corazón dolió un poco, pero lo ignoré.
— No te preocupes, Nanami. ¿Puedes llamar al terapeuta real? Tengo algunas dudas que conversar con él, hehe — reí aligerando el ambiente. El rubio asintió y salió de la habitación en busca del terapeuta.
Mis labios se acomodaron en una línea recta y observé el espejo en una esquina de la habitación. Mi reflejo parecía brillar, pero lo que más llamaba la atención era mis ojos galácticos, aquellos que significaban que era un héroe. Era eso, un héroe, había nacido específicamente para eso, se me había consagrado tal responsabilidad y no me podía permitir fallar.
Entonces ¿Por qué a pesar de sonreír mi reflejo parecía llorar desesperadamente? Hago constantemente lo mejor que mi cuerpo permite.
No quería sufrir sabiendo que algo está mal en mí, porque a estas alturas mi dolor es el dolor de las personas que les importo y si era necesario ocultarlo para no verlos sufrir por mí, entonces lo haría.
Haría hasta lo imposible para que todos sean felices aunque eso signifique sacrificarme a mí mismo.
Eso es lo que hace un príncipe.
hola ^^(
Siempre vemos a Vincentt feliz y todo, pero esta es la primera vez que podemos ver como los pensamientos negativos lo atormentan. Todos creemos que vincentt es una persona, solo le falta a él creérselo primero ):
Te queremos vinnie, fuerzas
btw me dicen qué les pareció el cap. <