Saving Contract

By BrineedsChocolate

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Capítulo a capítulo, Mingyu conocía vagamente los hechos dentro de aquella novela gracias a su mejor amigo. E... More

I
II.
IV
V

III.

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By BrineedsChocolate

La vida escolar dentro de una novela no distaba mucho de la vida escolar que llevaba en su mundo. Entre tediosas clases de teoría, práctica con objetos encantados y sesiones de estudio, se podría decir que se estaba acoplando  bastante bien. Si no fuera por las bromas pesadas que forzosamente tenía que jugarle al protagonista, y el molesto detalle de su familia… el Mingyu original tenía una vida que él podría disfrutar.

Uno de esos instantes que le gustaban era, sin dudas, las clases de educación física. La academia contaba con maestros especializados en combate y resistencia física. En tanto entró por primera vez al gimnasio, encontrándose con el entrenador Walton; quien prometía hacerlo “lamentar los días que faltó”, Mingyu había decidido tomarlo como un reto. Después de todo, la primera prueba no era ni más ni menos que una carrera de obstáculos.

Subir y bajar cuerdas, saltar entre llantas, escalar y burlar maniquíes encantados… sus nuevas piernas tenían una resistencia que le venía de maravilla. De no ser por el dolor de espalda y brazos, el movimiento le habría sentado bien para destensarse aunque fuera un segundo del lío dentro de su cabeza. Esa era otra de las cosas que adoraba del deporte y el ejercicio en general; la monotonía que le permitía poner en orden sus pensamientos, o que le obligaba a concentrarse en el ahora.

Corrió en dirección a un fuerte que tenían que escalar, haciendo acopio de sus propios pensamientos. Recordaba haber hecho un trato, y recordaba que había sido con un demonio, pero… ¿de qué se trataba? ¿Qué era lo que buscaba a cambio?
Un escalofrío recorrió su espina dorsal en tanto un vago recuerdo apareció en su mente.

Agua.
Un lago.
Gritos.
Muchos gritos. Todos venían desde su garganta que raspaba por la fuerza de su voz.

-¡¿Qué estás haciendo?!- Aquella pregunta lo sacó de su ensimismamiento. Se había quedado quieto, obstruyendo el paso en el fuerte a varios de sus compañeros, quienes trataban de continuar. No notó lo mucho que estaba aferrándose a las manijas del fuerte sino hasta ese momento, en que los dedos le temblaban y sudaban por el esfuerzo.

-Perdón - Atinó a decir, siguió con la prueba haciendo uso de toda la concentración posible. El resto de actividades no suponían problema, o al menos eso le dio por pensar cuando escuchó de nueva cuenta esa voz chillona colándose entre sus pensamientos.

<<Esto déjamelo a mí>>
Ocurría algo muy curioso cuando su cuerpo era controlado por Eris,era como un mudo espectador, pero viviendo todo a flor de piel. Resultaba fascinante, como flotar en un sueño. Y también jodidamente aterrador.
No comprendió el por qué de la repentina intromisión sino hasta que su mano tomó una de las espadas de madera que estaban puestas ahí para la última etapa de la carrera; algunos de sus compañeros ya estaban ahí, y en tanto tomó la espada, un grupo de maniquíes lo rodearon.
Él era bueno jugando Hockey, también sabía algo de natación y fútbol. Sólo que eso distaba mucho de lo que era un verdadero combate de lucha. Las disciplinas eran muy diferentes, por no hablar de las técnicas. De modo que ahí estaba, siendo controlado por Eris; su cuerpo se movía en ataques implacables y pasos agraciados. Se deshizo de uno, dos, tres maniquíes bajo la mirada atenta de algunos estudiantes. En tanto un cuarto y quinto le cerraron el paso, de un salto los derribó.

<<Toma nota>> Tardó un par de segundos recuperar el aire en tanto se liberó volvió a controlar su cuerpo. Prestando especial atención a la voz de su cabeza mientras algunos de sus compañeros lo vitoreaban. <<No siempre voy a estar para salvarte, si quieres mantener esta reputación, vas a tener que aprender tú>>.

Asintió involuntariamente, teniendo que fingir secarse el sudor con la camisa para disimular el gesto. El cuerpo tiene memoria, era lo que siempre pensaba cuando se trataba del ejercicio. Pero Mingyu pensaba en aquellos movimientos, la manera de saltar, de golpear, de nivelar su propia fuerza.
¿Cómo se suponía que fuera a aprender eso sin delatarse en frente de alguien más?

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el brusco golpe de alguien en el hombro. Alzó la vista, encontrándose con el entrenador. - Tienes potencial, muchacho - Hizo por sonreír ante el comentario. Entonces el adulto continuó - No lo desperdicies de la manera en que lo hace tu padre.

Se tensó en tanto comprendió la mención. El entrenador Walton se limitó a seguir dando órdenes  a los que aún no terminaban la carrera. Supuso que el docente confundiría su reacción con estar simplemente a la defensiva. Esperaba que así fuera, ya que él era ajeno a “su padre” si es que se le podía llamar así.

La señora Kim tuvo a Mingyu producto de una infidelidad. Era por ello que no tenía los poderes de la familia, era por ello que el señor Kim lo odiaba. Y, suponía, también era la razón por la que el Mingyu de la novela se esforzaba tanto por seguir todas sus órdenes.

Si el entrenador se refería a su padrastro, lo más probable era que Mingyu ya estuviera metido en lo que fuera que ese hombre le pidiera. Y si no se refería a él… ¿tendría un padre peor?

Un segundo golpe en el hombro interrumpió de nuevo su hilo de pensamientos. ¿Acaso no conocían otra manera de saludar? Pensaba, mientras Minghao le lanzaba una botella de agua. - “Qué potencial, muchacho” - Mingyu torció los ojos al reconocer el tono de burla en la voz del otro, suponiendo que esa era la expresión que se esperaría. se disponía a abrir la botella de agua, escuchándolo continuar. - Oye, mira lo que tengo.

-Me pregunto qué será - Ironizó. Ambos iban ya camino a recoger sus cosas. Minghao volteó a sus alrededores, por su gesto, parecía que iba a contarle un secreto de estado.
Claramente no podría ser nada bueno.

Por toda contestación, al llegar a los casilleros, Minghao sacó de entre sus cosas un collar. Mingyu parpadeó perplejo. Conocía ese objeto, lo había estudiado en clases. “El collar mimetizador”, quien lo portara tendría el poder de replicar la apariencia de una persona siempre y cuando hayas cruzado palabra con ella en las últimas 24 horas. En la novela original, Wonwoo había utilizado el collar para infiltrarse y recolectar información, pero ahora, era sostenido, no por el protagonista, sino por el inexpresivo secuaz del villano, quien le miraba con un atisbo de sonrisa en los labios, satisfecho con la cara que estaba poniendo su interlocutor. Volvió a ocultar el objeto en tanto las voces de los demás estudiantes se hicieron escuchar. Se encogió de hombros. - Como soy el primero en clase de instrumentos oscuros me dejaron las llaves para cerrar. Lo tomé prestado.

-¿Para qué? - Supo que la pregunta estaba de más en tanto le extendió un papel, que tampoco necesitaba ver demasiado para ver que se trataba de un citatorio.

-Es idea de SeungCheol. Le daremos esto a ese perdedor, para que saliendo de clases venga aquí en “nombre del entrenador Walton”. Y lo esperaremos aquí, para divertirnos un rato - Cayó en cuenta que su expresión no era la ideal en tanto sintió que ésta se quedaba congelada en una mueca de diversión gracias a Eris, de otra manera, no podría explicar por qué si se trataba del bully principal de Wonwoo, el horror y el hartazgo estaban dibujados en su cara.

Tragó saliva, sólo para verificar que podía controlar el resto de sus acciones. -¿No puede ser otro día? Tengo cosas que hacer hoy en la tarde.

-¿Qué? Entonces puede ser durante la última clase. - E interpretando el silencio de su amigo como que lo estaba considerando, Minghao añadió - Nadie dirá que el perfecto tú se saltó una clase, Gyu. Será divertido - “Será divertido” Parecía que estaba hablando de un pasatiempo cualquiera o algo que hacías para desestresarte. Cosa que él discrepaba. Pero claro, independientemente de si era Mingyu quien lideraba o no, ellos ya tenían el plan y  las intenciones. Lo harían con o sin él. Al no decir nada, el otro se quejó - Como quieras, le daremos el citatorio y si cambias de opinión me avisas, pero que sea antes de…

-No - Lo interrumpió, ignorando de paso la voz de Eris al escucharlo, añadió - Tú ganas, lo entregaré yo. - Arrebató de sus manos el citatorio, inspeccionándolo.  - Fui yo el último que habló con el entrenador, ¿no?

Salieron de los vestidores hasta que los demás se fueron, una vez que no había nadie más, Mingyu extendió la mano para que le entregara el collar. Lo guardó con el citatorio entre sus cosas.
La risa de Eris retumbaba en sus oídos. <<¿Qué es lo que estás planeando hacer?>> No respondió, ni siquiera en sus pensamientos, porque, a final de cuentas, realmente no lo sabía.

El timbre que anunciaba el término de la clase sonó, e inconscientemente dio un suspiro cansino antes de ir recogiendo sus cosas.
Vaya día de mierda, pensaba, ¿la mejor parte? no era como si el resto de los días desde que había ingresado a la academia fueran distintos… sólo otra mancha gris y difusa en una escala de grises que Wonwoo esperaba poder borrar de su memoria una vez que todo pasara.

Porque todo tenía un fin, ¿verdad? El infierno que vivía día con día no era eterno, ¿verdad? Un empujón le hizo tirar sus cosas, ahogó un gruñido de frustración cuando, en medio de risas, uno de sus compañeros pisó con toda la intención sus cuadernos. “Perdón, ¿rompí algo?”. Hizo lo posible por hacer como que no escuchaba, por suerte el otro no se quedó para hacer algo más.

¿Por qué no podían dejarlo tranquilo ni una sola clase? No lo admitiría, pero la pregunta cada vez se hacía más lastimera en su cabeza.
Iba recogiendo sus cosas, cuando un papel en el suelo llamó su atención.

Una nota.

Volteó en busca de alguno de sus compañeros, pero ahora era el último que quedaba en el salón. Solo los estudiantes que esperaban la siguiente clase iban acercándose desde afuera. Vertió todo a la mochila, suponiendo que, de ser parte de una broma, posiblemente quienes estaban detrás estarían ahí, esperando su reacción.

Esta vez no se los permitiría. Al menos durante su camino por los pasillos, no dejaría que ese grupo de imbéciles notara la versión paranoica y asustadiza en la que tanto tiempo de intimidación lo había convertido.

-¿Jeon Wonwoo? - El llamado lo sacó de sus pensamientos, alzó la vista, curioso por la repentina presencia del entrenador Walton. Asintió, viendo al adulto extenderle un citatorio. - Nos vemos a la última clase. No quiero faltas.

La curiosidad no hizo más que aumentar una vez que el profesor se alejó ni bien entregó el papel. Leyó entonces el citatorio, viendo la ilegible letra del mayor justificando la inasistencia de la última clase por una “prueba física”. De su boca salió un gruñido, ¿tan mal había salido como para que tuviera que volver a presentar?
Ingresó de mala gana al salón, buscando el asiento más apartado de las personas, fue sacando sus apuntes sólo para tener algo qué hacer en caso que se metieran con él, llevando lo que acababa de pasar al fondo de su mente.

De entre sus cosas volvió a sobresalir la nota que encontró la clase anterior. Pensó en cómo tirarla sin que alguien lo viera, no obstante, por mucho que se quiso resistir a ver el contenido, como cada vez que recibía algún mensaje o amenaza de los demás, la inquietud terminaba ganando.

No quería abrirla, pero fue desdoblando el pedazo de papel, viendo de reojo a sus compañeros que iban entrando, en caso que lo estuvieran observando. La única oración escrita le hizo sentir que la piel de su cuello se erizaba.

Sin importar qué, no vayas al gimnasio.

La paranoia invadió cada parte de su mente. Tragó saliva, buscando con nerviosismo cualquier gesto por muy imperceptible que fue en el semblante de los estudiantes que iban entrando. Todos parecían estar metidos en sus propios asuntos.

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