Control: un cuerpo, dos almas...

By leisydiaz14

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«¿Cómo deshacerse de un monstruo del que te has enamorado?» *-* "The Bible Killer" pasó a la historia como un... More

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By leisydiaz14

"Un crimen se descubre tarde o temprano, y cuando intervienen dos personas, más bien temprano."

Edward G. Robinson

9 años atrás

Era la noche antes del cumpleaños número catorce de mi hermana. Llevaba días preparándole un álbum de fotos de ambas como regalo. Me había esforzado un montón para reunir el dinero necesario quitándole un poco cada noche a mi mamá y mi papá, solo lo suficiente como para que no se dieran ni cuenta.

Si me descubrían, me iban a regañar. Pero eso no me detuvo.

—Qué descanses, mi niña. —murmuró mi mamá, mientras me acariciaba el cabello y luego de arroparme en la cama.

Fingí que dormía hasta que la escuché abandonar la habitación. Entonces, me puse de pie sin hacer mucho ruido y encendí la lámpara de mi mesita de estudio, sacando el álbum guardado en mi gaveta.

Ya estaba casi terminado, solo me faltaban unas cuantas anotaciones y alguna que otra decoración.

Estuve un buen rato en ello, hasta que el reloj marcó las doce de la noche y me apresuré a darle los últimos toques. Cuando ya estaba terminado, lo envolví con papel de regalo y sonreí emocionada. Abrí la puerta de mi habitación con el regalo en mano y miré a ambos lados del pasillo, vigilando que no hubiera nadie. De puntillas, caminé hacia la habitación de mi hermana que quedaba al final del pasillo en el que me encontraba.

—¿Lu? —murmuré, dándole suaves toques a la puerta. No dejaba de mirar a mi lado por si alguno de mis padres se levantaba— ¿Luana?

Seguí insistiendo, pero mi hermana no salió en ningún momento. Agarré la manija de su puerta y la abrí. La habitación estaba vacía, la cama tendida y las ventanas cerradas. Tampoco se encontraba en su cuarto de baño.

¿Dónde estaba mi hermana?

Un poco desanimada, me dispuse a bajar hacia la cocina por si se había levantado a tomar agua o a comer algo. Levanté mi regalo con ambas manos y me quedé mirándolo mientras caminaba para luego soltar un pesado suspiro. Quería ser la primera en felicitar a mi hermana.

Con ese pensamiento rondando por mi cabeza, comencé a bajar los escalones con pesadez. Cuando ya casi llegaba al primer piso, tuve que levantar la vista en el momento en que algo se movió frente a mí.

El regalo en mis manos cayó al suelo cuando mis dedos perdieron la fuerza con la que lo sostenían. Podía escuchar el latido de mi corazón en mis oídos, y mis ojos abiertos a más no poder. Estaba atónita con la imagen frente a mí. Parpadeé repetidamente, buscando la falla, pero no había ninguna.

Mi padre ladeó la cabeza en mi dirección cuando escuchó el sonido del regalo estampándose contra el suelo. Su rostro perdió el poco color que le quedaba.

—¿Princesa? —murmuró mientras su rodilla chocaba con el martillo ensangrentado que había a su lado.

—¿Qué has hecho, papá? —sollocé al borde de las lágrimas.

—No pasa nada, princesa. —exclamó mi padre, levantando las manos con las palmas en mi dirección. La sangre en ellas, me sobresaltó.

Bajé la mirada hacia la persona que se encontraba tendida a su lado. Mis piernas flaquearon cuando mi mirada se cruzó con la suya. Sus ojos de colores diferentes, se encontraban fijos y vacíos hacia mí. Su frente tenía una grieta por la que salía un ligero hilo de sangre, su blusa estaba manchada de rojo y su cabello marrón estaba hecho una maraña.

—¿Luana? —la llamé. No sé por qué lo había hecho. Solo tenía diez años, pero podía diferenciar a una persona viva de una muerta. Y ella... ella no respiraba.

—Princesa, regresa a tu habitación y luego hablamos de esto. ¿Sí?

Miré a mi padre. Sus ojos estaban rojos e irritados. Parecía dolido, pero el martillo a su lado no daba cabida a una equivocación para suponer lo que había hecho.

—¿Has matado a... mi hermana? —murmuré con un nudo en la garganta.

—Vuelve a tu habitación, Cristel. —repitió, esta vez poniéndose en pie.

—¿Por qué...? —y con esa pregunta me rompí en un llanto incontrolable.

No sé si era masoquista o me gustaba sentir como mi corazón se hacía pedazos, porque en ese preciso momento, me puse a pensar en todo lo que había vivido con Luana, en sus abrazos, en sus peleas conmigo, en sus besos de buenas noches cuando ella creía que yo dormía, en todas las travesuras que hacíamos juntas, en la fascinación que tenía por la sangre, en las historias de terror que me contaba de vez en cuando.

Incluso recuerdo el día que me perdí en el centro comercial y unos chicos me pegaron para quitarme todos los juguetes que mamá me había comprado, y en la noche, mientras yo lloraba debajo de las sábanas de mi cama, Luana se apareció en mi cuarto con un regalo para mí: era un cúter que, según ella, me ayudaría a acabar con todo aquel que tratara de hacerme daño.

Mi hermana era extraña, pero la quería y ella me adoraba a mí.

Y ahora estaba muerta. Papá la había matado.

—Deja de llorar, por favor. —exclamó y levanté la mirada, visualizando, entre lágrimas, como se acercaba a mí con las manos cubiertas de sangre.

Actúe por instinto y corrí escaleras arriba sin detenerme, mientras intentaba, en vano, parar el llanto.

—¡Detente!

—¡Mamá! —chillé con el corazón en la mano mientras me acercaba a su habitación— ¡MAMÁ!

—¿Qué pasa, amor? —cuestionó somnolienta, levantándose de la cama y frotándose los ojos. Cerré la puerta tras de mí y le puse el seguro.

—¡Mamá! ¡Papá se ha vuelto loco! —escupí mis palabras entre lágrimas— ¡Ha matado a...!

—Sal de ahí, princesa. Déjame explicarte. —la voz de mi progenitor al otro lado, provocó a que mis extremidades comenzaran a temblar.

—¡Es un asesino, mamá! —sollocé cayendo de rodillas.

Mi mamá se agachó junto a mí y me abrazó, sobándome la espalda como si pensara que en cualquier momento iba a romperme. Y en efecto, me rompí. ¿Cómo no hacerlo cuando acababa de ver a mi hermana muerta y a mi padre como el culpable?

—Mamá, me crees ¿verdad? —pregunté haciendo un puchero.

Por la forma en que me miró la mujer que me dio la vida, supe que no me creía para nada.

—Lo siento, mi niña. —masculló en un tono bajo.

—¡NO! ¡Mamá, no salgas!

Pero fue imposible evitarlo. Ella abrió la puerta, mi padre la recibió vestido de rojo y yo... yo me desmayé debido al pánico, o al nivel de estrés que había acumulado.

Cuando desperté, estaba en mi cama y mi mamá estaba sentada en el sillón a mi lado.

—¡Mamá! —me sobresalté, mientras los recuerdos de lo que había pasado volvían poco a poco, algunos estaban borrosos en mi cabeza.

—Cris. —habló, sentándose junto a mí en la cama y acariciándome el cabello.

—¿Estás bien? —pregunté con notable preocupación— ¿Y papá? ¿No te hizo nada?

—No te preocupes, amor. Tu padre está dónde debe estar. —inquirió con los ojos rojos.

—¿Dónde está?

—La policía se lo llevó y está siendo procesado. —confesó e, inmediatamente, me puse a llorar— Pero no te preocupes, Cris. Todo estará bien.

Mamá me envolvió en sus brazos mientras yo me deshacía en lágrimas. Era mi padre a pesar de todo.

—¿Y Luana? —pregunté y sus brazos se tensaron. Algo en mi corazón me decía que pasaba algo malo con ella, pero no sabía el qué exactamente.

—¿Luana? Ella está... bien.

Me separé de ella.

—¿A quién asesinó mi padre, mamá? —su mandíbula se tensó y apartó la mirada.

—No tienes por qué saber eso, mi niña. Preocúpate por...

—¿A quién, mamá? —repetí. Ella soltó un largo suspiro y me miró con pesar.

—Tanya, la que fue tu niñera. —exclamó con las comisuras de sus labios inclinadas hacia abajo.

—¿Tanya?

Había algo raro en esa historia. Yo pensaba que...

<No hay nada raro. Todo lo que ella dice es cierto.>

¿Es cierto?

<Claro que lo es. ¿Por qué tu madre te mentiría?>

¿Y lo que yo vi...?

<Estaba muy oscuro. Fue una equivocación.>

Entonces... ¿eso significa que Luana está bien?

<Nunca ha estado mejor.>

—Quiero ver a mi hermana. —expuse, intentando bajarme de la cama.

—Espera. —mamá me detuvo— Hay algo que necesitas saber.

Esa noche me enteré que mi hermana había desaparecido. Nadie sabía de su paradero, ni a dónde podía haber ido. Parecía que se había esfumado en el aire. Mamá durmió junto a mí esa noche, mientras yo lloraba en sus brazos.

Ahora me doy cuenta de lo ingenua que fui, al dejar que la voz de mi cabeza y la de mi madre, me manipularan. Estaba claro lo que había pasado, lo que yo había visto; pero me dejé embelesar por sus palabras. Era preferible creer que mi hermana había huido, a enfrentarme a su muerte a manos de mi padre.

Los días pasaron y llegó el juicio de mi padre: "The Bible Killer" (El asesino de la Biblia). Al parecer, esta no era la primera vez que le quitaba la vida a alguien. Era un asesino serial que llevaban meses buscando por asesinar mujeres y dejar una biblia ensangrentada al lado de los cuerpos.

Verlo de nuevo había sido un duro golpe. Descubrir que había asesinado a tantas chicas, había destrozado el poco amor que me quedaba por él. Al salir del juzgado, los reporteros no paraban de tomarme fotos y de preguntarme cosas como: "¿Cristel Kretschmann, no sabías que tu padre era un asesino?" "¿Cristel Kretschmann cómo encontraste el cuerpo?" "¿Cristel Kretschmann, tu madre era su cómplice?" "¿Cristel Kretschmann, eres como tu papá?"

Mi corazón se detuvo con la última pregunta.

Levanté la vista y todos tenías sus miradas fijas en mí, entre flashes y micrófonos. Sentí como me juzgaban. Intuí como debería estarme viendo a sus ojos y me aterroricé.

En cuanto llegué a casa, le rogué a mi madre que me cambiara el nombre y que me quitara el apellido de mi padre. No quería tener nada que ver con él.

Desde ese día, Cristel Kretschmann, la hija de un asesino serial, dejó de existir. Leah Blake tomó su lugar, como una chica común y corriente.

✘✘✘✘✘✘✘✘✘✘

¡Holiss!

Un capítulo de mucha información.

Vine tarde y me voy bien rápido, casi que no llego a actualizar jjj

Nos vemos el próximo martes.

XOXO Killer Lady

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