Juego De Peones

By KatherinneGarcia756

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Desde pequeño, el ajedrez fue en lo único que era bueno y le servía de distracción de su mundo; ahora después... More

Prefacio
Capítulo #1
Capítulo #2
Capítulo #3
Capítulo #5
Capítulo #6
Capítulo #7
Capítulo #8
Capítulo #9
Capítulo #10
Capítulo #11
Capítulo #12

Capítulo #4

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By KatherinneGarcia756

Me despierto con fuertes dolores en las partes donde me han golpeado, antes de abrir los ojos siquiera llevo mi mano a mi mejilla recordando el impacto, y recordando que... ¡Se ha llevado a los niños! Sin acostumbrarme a la luz de aquel lugar intento abrir los ojos y levantarme rápido de donde estoy, pero al instante de mis pies tocar el suelo mi cabeza da vueltas, me obliga a sentarme otra vez. La sensación de que los ojos se me hunden es desagradable.

Pasado el mareo intentó analizar en donde me encuentro, estoy sobre una cama muy delgada con almohada y sabana azul igual que la bata que llevo. Estoy en un hospital, pero ¿Cómo he llegado? Llamo a una enfermera o cualquier persona que esté cerca que pueda ayudarme.

Por la puerta entra una enfermera, me pide que me tranquilice en primera instancia y luego me explica que una señora fue la que me trajo aquí, que tuvo que irse, pero dijo que volvería. Me volví a recostar, no podía salir de ahí aun. Pasaron las horas, se volvió de noche y tuve que volver a dormir, en todo ese tiempo no deje nunca de pensar como ganar el juicio por mis hijos, esa mujer no los ama, y no quiero que un hombre como él se les acerque, porque si lo hace ella no los va a defender.

A la mañana siguiente después del desayuno, eran como las 11 am cuando la señora Clare vino a visitarme, era una señora de 45 años que vivía a unas pocas cuadras de mi casa y que siempre se mostró comprensiva al ver que Helen y yo éramos una pareja muy joven para tener a nuestro primer hijo, pero nunca juzgo e incluso ella fue la que se ofreció a cuidar a Lucían cuando Helen tenía que trabajar y yo trabajar. Sin mencionar que es madre del mejor amigo de Oliver.

‒ Buenos días, señora Clare ‒la saludo de inmediato‒ me dijeron que alguien me ha traído hasta aquí ¿Fue usted?

‒ Si, junto con otras madres después de ver tan horrorosa escena ‒bajo la cabeza al recordarlo‒ y ahora ¿Qué va a hacer?

‒ Recuperar a mis hijos, no puedo dejar que esa bruja me los quite, son lo más preciado para mí.

‒ Eso es admirable, siempre he sabido que fueron padres muy rápido, pero no pensé que esa mujer pensara así, que incluso pusiera a un hombre por encima del bienestar de sus hijos, una mujer no puede permitirse eso, por eso no cualquiera puedo llamarse madre.

‒Sí tiene razón, pero ahora lo que me preocupa es que la ley la ampara, y ese hombre con su dinero no dudo que hago trampa.

‒ Eso es injusto, a pesar de todo yo lo he visto todos estos años y usted es un buen padre ‒sus palabras me reconfortan, pero solo por un segundo‒ lástima que no puedo ayudar en nada.

‒ No se preocupe ya ha hecho demasiado todos estos años ‒le sonrió con ternura, le debo mucho, quiere a mis hijos como si fueran sus nietos. Pero sus palabras me dejan pensando, y se me ocurre una idea‒ de hecho señora Clare si hay algo que puede hacer para ayudarme.

‒ ¿Y qué será eso? Haré lo posible para ayudarlo a usted y a los niños.

‒ ¿Cuántas madres vieron la escena en el evento?

‒ La mayoría de los representantes, los gritos se escuchaban desde lejos, es imposible que alguien haya estado ahí y no se haya dado cuenta ¿Por qué?

‒ Por qué podrían servirme de testigos ante los tribunales, la ley dejará de amparar a Helen si ven el mal ejemplo que les está dando, lo mal que los trata por ese tipo, y lo que realmente piensa de ellos ‒la imagen desagradable de ella gritándole a Lucían que era un error, hace que me hierva la sangre de solo recordarlo‒ no los ama, solo quiere hacerme sufrir, y sabe que la única manera de lograrlo es a través de ellos.

‒ Si todas escuchamos, jamás pensé que podría decirle eso a un niño tan dulce. Reuniré a las madres y preguntaré quién se ofrece para ser testigos.

‒ Gracias, se lo agradecería mucho.

‒ Será un placer, bueno si me disculpas ya tengo que irme, recuperase y estaremos en contacto.

‒ De acuerdo, y gracias nuevamente.

Ella se fue y yo me quede recuperándome, ese mismo día en la tarde me dieron de alta, de inmediato al llegar a casa me puse a buscar entre mis contactos un abogado, contrato una abogada de protección, niños, niñas y adolescente de un departamento muy confiable. Le explico la situación y me dio una cita pata verla el miércoles. Toda la noche no dormí bien por la preocupación.

A la mañana siguiente fui como de costumbre al trabajo, pero todo el día me la pase muy distraído, trabaje casi en automático porque no prestaba atención a nada, el jefe se presentó ante nosotros reclamando e insultando a diestra y siniestra. Su puesto no está en peligro así que fue a trabajarle bien a su secretaria. Al terminar en la noche estaba cansado pero con mi mente aun maquinando para el día del juicio.

Llego a casa y no puedo evitar sentirme mal por el silencio y él vació que había en la casa, como comida recalentada mientras hago una investigación cuantas posibilidades tengo de recuperar a mis hijos, y de que puedo usar en contra de Helen para que no fallen a su favor. Horas después ya casi caía rendido del sueño cuando recibo una llamada, tomo el teléfono sin ver de quién se trata y contesto, del otro lado de la línea reconozco la voz de la señora Clare.

‒ Hola, señora Clare buenas noches ¿A qué se debe su llamada?

‒ Buenas noches, Patrick, llamo para informarte que encontré a 5 madres conmigo que están dispuestas a declarar a tu favor en el juicio.

‒ ¿En serio? Eso es maravilloso, gracias ‒esto me hace pensar que quizás tenga una oportunidad.

‒ No agradezcas y ¿Qué has sabido de los niños? ‒desde que se los llevaron no los he visto, sus cosas no están en sus cuartos y aunque llame dudo que me contesten, no me dejaran verlos a no ser que gane esto.

‒ Aun nada, pero el miércoles me reuniré con la abogada que llevara el caso.

‒ Esperemos que todo salga bien.

‒ Sí, yo también espero que todo salga bien.

‒ Bueno, te dejo para que descanse, buenas noches.

‒ Buenas noches, señora Clare.

Me recosté intentando dormir, me ayudo el cansancio porque si fuera por mí me quedaría en vela toda la noche, sentía que me faltaba hacer algo; y era el darles las buenas noches a mis hijos, me pregunto si ellos también tendrán problemas para dormir sin mí.

El miércoles por la mañana, pedí permiso en el trabajo para asistir a la cita con la abogada. Llego a las oficinas de la firma de abogado y entro a su oficina donde ella me estaba esperando. Discutimos mis posibilidades y me dio aunque pocas, esperanzas de ganar el juicio. Con la declaración de los testigos y la negligencia de la madre que cometió un error al decir esas palabras en voz alta, tenemos ventaja. Solo falta esperar el día del juicio, que por la carta que me llego está mañana y que le he traído a la abogada, es la semana que viene.

Toda la semana me la pase fatal, a pesar de que sabía que era inútil, trate de comunicarme con los niños, nunca contestaron y cuando lo hicieron fue otra persona diciéndome que no volviera a llamar. Antes del día de juicio solo pude verlo una vez.

Era jueves, mañana sería el día y esto me producía ansiedad esto se notaba en mis horas de trabajo. Ya en la tarde estaba a punto de ir a casa cuando alguien puso en mi escritorio una carpeta, un hombre joven se paró en el centro de las oficinas y con voz calmada que todos los que había recibido una carpeta estaban despedidos, que dentro de ellos estaban las actas que debemos firmar para hoy. Nadie se quejó, vimos como los primeros hacían reclamos y quejas, no hay nada que podamos decir para que ellos reviertan la decisión. Para hoy mismo teníamos que recoger y desalojar todo.

Estaba desesperado, sudando frío, necesitaba dinero ahora más que nunca para el juicio. No le darán la custodia a alguien que no los puede mantener, esto era malo. En el camino a casa llené en varios establecimientos para preguntar por empleos, no era el momento de exigir. Pero no conseguí nada, termine por irme a casa, pase por la escuela donde estudiaban mis hijos, o estudian.

Pasando por la entrada veo a mis hijos jugando esperando a que los vengan a buscar, era arriesgado, pero tenía que verlos. Me estacione algo alejado de la entrada, y me acerque a donde los chicos jugaban. Les llamé y ellos con lágrimas de emoción saltaron a abrazarme, le dije que los extrañaba mucho y que pronto estaríamos juntos de nuevo, y también que no dijeran nada de esto. Hablando con ellos supe que ese tipo no se les acerca porque todo el día está trabajando, eso era bueno, pero por otro lado desde que se fueron no han visto muy seguido de su madre. Sale de fiestas o de compras, o simplemente se queda a que sus amigas como ella les dice a los niños. Y solo llega de noche, saluda sin ganas y no les da las buenas noches como ya estaban acostumbrados.

Tienen muchas cosas, pero ninguna les divierte, algo que me enfureció fue que su madre los está obligando a abandonar los sueños de corredor y buzo, y los quiere criar para que sean los sucesores de Carl. Así que les ha quitado las cosas que les gustan y las ha reemplazado con clases aparte de las de la escuela sobre negocios y demás. Esto me dio más motivos para sacarlos de allí, no sirve que les den más cosas de las que yo podre darles si no son felices.

Quería quedarme con ellos un poco más, pero en eso se escucha desde la calle la bocina de un auto, desde donde yo estaba se podía ver que era un hombre de traje negro, ya canoso y con un gorro que le hacía sombra a su rostro, aun así los niños lo reconocieron y me explicaron que es el chofer encargado de llevarlos ida y vuelta de la casa a la escuela.

Me despido de ellos de inmediato y les recuerdo que no digan nada de esto, ambos asintieron y yo rápidamente me escabullo de manera que no me vean, y antes de que ellos salieran a la calle acompañados del señor de edad yo ya estaba en mi carro acelerando, un poco aliviado ese día por haberlos visto y poner haber hablado con ellos.

Al llegar a casa no tengo mucho que hacer, pero como mañana era el juicio después de comer una comida rápida que encontré en la alacena, me puse a leer y repasar todos los puntos clave del caso. Cada prueba a mi favor, mis posibilidades de ganar, incluso con los nervios me puse a practicar mi comportamiento y lenguaje corporal por la paranoia de que eso pueda cambiar algo.

Ese viernes por la mañana me levante con mucho ánimo, y con mucha energía con el presentimiento de que todo iba a salir bien. Después de terminar mi a café, voy en el auto a la casa de la señora Clare para recogerla a ella y a las otras madres que serán testigos a mi favor. Al llegar me estaciono no muy lejos de los tribunales, ya que si había espacio. Barro con la mirada el estacionamiento para ver si la abogada ha llegado, pero ni su auto logro visualizar así que supongo que no.

De todas maneras entramos, habíamos llegado un poco ante así que pacientemente esperamos en la sala del juicio. Las mujeres empezaron a hablar entre sí, pero yo estaba hecho un manojo de nervios, no quedaba pista de la confianza y buena actitud de hace unos minutos en la mañana, entrar a la sala e imaginarme el juicio me altero un poco. Siento que alguien se sienta a mi lado y veo a la señora Clare sentarse donde corresponde sentarse a la abogada antes de que llegue.

‒ No lo pienses tanto, todo va a salir bien, eres un buen padre ‒ella intenta consolarme.

‒ ¿En serio creé que lo soy? ‒sentía remordimiento conmigo mismo por pensar que yo había fallado en algo para que Helen me fuera infiel y se los llevara.

‒ Tus hijos son unos ángeles, les brindas una buena educación a pesar de no tener tanto lujo, no es tu culpa que a hombres como tú les toquen mujeres sinvergüenzas como ella.

‒ Aun así siento que falle en algo.

‒ Quizás fue en adelantarte ‒la señora Clare por ayudarnos con los niños cuando Helen y yo estábamos en la universidad estaba al tanto de todo lo que pasaba en nuestra relación desde que empezamos‒ se casaron muy rápido, el amor de juventud es muy hermoso, pero no es sólido para una relación seria, ni menos para una responsabilidad de padres.

‒ Yo no me arrepiento de tener a Lucían y a Oliver en mi vida ‒salgo a la defensiva, porque eso siempre me paso a mí, que mis padres me culpaban de sus desgracias.

‒ No se trata de eso, es elemental amar a tus hijos, pero también es necesario poder darles todo lo que necesiten. Tú ibas por buen camino, pero Helen no lo tomo muy bien, acumulo odio por mucho tiempo, y ahora actúa con base en eso sin detenerse a pensar en nada y en nadie, más que de cierta forma reclamarte por esos años que cree haber perdido.

‒ Ella me culpa por no darle todos los lujos que le gustan, y más de una vez ha deseado que los niños no existieran para así no haberse quedado conmigo.

‒ Tiene el pensamiento muy errado, ambos se adelantaron como ya dije, pero a pesar de que un hijo es una gran responsabilidad, no es excusas para no realizar sueños ‒el tono de su voz cambia de el de una madre que aconseja a uno con más júbilo‒ cuando yo tuve a primer bebé, pensé que no podía cumplir mi sueño de ir a las montañas. Y así pensé por un tiempo, pero entonces me decidí a administrar mejor; empecé a ahorrar lo que me sobraba después de darle prioridad al bebé, y cuando menos lo espere tenía suficiente para ir. Y eso no me hizo una mala madre, el que quiere puede, y es un error muy común de madres primerizas culpar a sus hijos por cosas como esas; se hace un cambio brutal en su estilo de vida al cual se tienen que adaptar. Pero ya en el nivel de Helen, eso demuestra que no hubo amor desde el principio.

‒ Si lo sé, antes ella me gustaba por hermosa y divertida, pero después... todos los tratos cambiaron, yo me rendí poco a poco así que solo me centre en los niños, era lo único que me daba alegría, y ahora corro el riesgo de perderlos.

‒ Eso no ‒me da ánimos‒ para eso estamos aquí, por el bien de esos niños es mejor que tú los tengas, Helen actúa por odio, lo que en algún momento será perjudicial para ellos, porque hace las cosas sin pensar en el bien de ellos primero ‒las palabras de la señora Clare no me reconfortan, pero me regresan los ánimos de pelear por mis hijos.

Al fin de un rato llega Helen con Carl y su abogado, no nos miramos, ella huía de mi mirada, pero yo si la vi a ella y note exceso de confianza de que iba a ganar el juicio, como si no le preocupase en lo absoluto. La sala empieza a llenarse de personas y el sonido de muchas voces mezcladas, estaba a punto de volver a ponerme nervioso por no haber señales de la abogada, pero en el último momento llega pidiendo disculpas por la tardanza señalando el tráfico.

Repasamos todos los argumentos del juicio antes de que llegara la juez, al cabo de unos minutos llega, todos nos levantamos para recibirla y desde de sentarnos se da inicio a la sesión.

‒ Se da inicio a este juicio por la demanda de parte de la Sra. Helen Morton por la patria potestad absoluta de sus dos hijos contra el Sr. Patrick Mills ‒anuncio la juez, para proseguir‒ sedo la palabra a la parte demandante.

El abogado de Helen se levanta y empieza a hablar‒ muchas gracias su señoría, mi cliente viene aquí exigiendo la patria potestad absoluta de sus hijos, velando por su seguridad y defendiendo su integridad física y psicológica, que puede peligrar si siguen teniendo contacto con su padre el Sr. Mills ‒las declaraciones más allá de ofenderme me sorprenden ¿De dónde ha sacado todos esos desvaríos?

‒ ¿A qué se refiere con eso abogado? Explíquese ‒exige la juez.

‒ Mi cliente ya ha sufrido agresión verbal por parte de su exesposo, no sabe manejar sus impulsos de ira, y eso puede afectar al crecimiento de los menores, además sirve como prevención para asegurar el bienestar de mi cliente en un futuro.

‒ Bien, tiene la palabra la parte de defensa ‒nos concede la palabra, a lo que mi abogada se levanta.

‒ Su señoría, no hay pruebas de que mi cliente allá agredido en ningún momento a la Sra. Morton, las discusiones que la Sra. Morton afirma tener con mi cliente no son probatoria de agresión más allá de la tensión que se genera en una discusión normal de una pareja, estas acusaciones sin un video, un mensaje o un testigo no pasan a ser más que una simple difamación, que aunque es una infamia ya no se considera un delito ‒las palabras de la abogada surten efecto.

‒ ¿Tiene alguna prueba de que el Sr. Mills haya sido un peligro para la estabilidad psicológica y emocional de su cliente? ‒interroga la juez.

No quisiera adelantarme a los hechos, pero Helen en verdad no puede poseer evidencia alguna de que yo la haya violentado, si bien tuvimos discusiones en ningún momento pensé en golpearla. No se puede encarcelar a un hombre por hablar en contra del punto de vista de una mujer, no lucho por vanidad y mis acciones jamás han mostrado querer algo más que la felicidad de mis chicos. Así que mis hijos de una infancia sin amor, con todo siendo impulsado por el interés, y siendo tutorados por una pareja disfuncional.

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