Vidas cruzadas: El ciclo. #3...

By AbbyCon2B

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Muchas cosas han sucedido en la vida de los Morgan, pero la aventura no termina. Su historia está por enfrent... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS.

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By AbbyCon2B


7 de junio 1896.
White Oak, Minnesota.

Henry dobló la carta que había hecho para Myles y estaba sellándola cuando llamaron a la puerta de su dormitorio y Nolan asomó. No habían hablado mucho en semanas y se habían distanciado demasiado como hermanos, incluso como amigos. Nolan estaba metido en sus asuntos, intentando decidir que hacer respecto a Carlie y Henry pasaba gran parte de sus días con Myles o pensando en Myles, por lo que no tenía tiempo para buscarle.

Le dio la espalda al verlo y Nolan suspiró.

—¿Hasta cuándo seguirás molesto conmigo?

—Hasta que te mudes y no tenga que volver a verte en mi vida.

—Dijiste que aceptarías mi matrimonio, Henry.

—No que me abandonaras para pasar tu tiempo con esa mujer —aclaró y metió la carta en un sobre—. Que, por cierto, no creas no te vi con Célia Roger en el baile todo cariñoso...Vaya amor le tienes a Carlie.

—Cometí serios errores, no lo negaré, pero...Estoy intentando enmendarlos y por eso necesito tu ayuda.

—No la tienes.

—¿Puedes solo escucharme?

Henry suspiró y se echó hacia atrás en la silla, miró por la ventana hacia el campo y después de meditarlo por unos minutos, giró el banco y señaló hacia la cama para que Nolan se sentara. Cuando cerró la puerta, comprendió que era algo privado.

—Tenías razón cuando dijiste que no amaba a Carlie, no sé cómo te diste cuenta, pero es cierto. Mi corazón le sigue perteneciendo a Célia, fue solo verla y comprenderlo.

—Bravo, confirmamos eres un idiota ¿algo más?

—Henry, de verdad necesito el apoyo de mi hermano en esto. Célia me odia ahora porque le confesé sobre mi compromiso y temo perderla otra vez y no sé cómo cancelar todo con Carlie, he intentado hablarle, pero siempre saca el tema de la boda y me remueve la culpa.

—¿Qué quieres que te diga? ¿Oh, no le rompas el corazón, Nolan, pobrecita, te ama tanto? Ambos sabemos que ella no te ama, solo quiere el estilo de vida que tendrá contigo y si no la amas no entiendo que estás esperando para decírselo. ¿O acaso quieres terminar como Jimmie?

Nolan bajó la mirada y negó.

Jimmie vivía en la ciudad, lejos de su esposa y veía a sus hijos los Domingos cuando les visitaba para acompañarlos a la iglesia o llevarlos al parque. Estaría quedándose con sus hijos desde julio hasta diciembre, pero para eso todavía faltaba un mes y sabía que Jimmie sufría lejos de su familia, pues Katherina se los comentaba algunas veces en la cena. Él estaba solo en la casa y despertaba algunas noches pensando en la menor de sus hijas y tenía el impulso de ir a su dormitorio para verla dormir, hasta que recordaba que ya no estaba con él.

El divorcio lo arruinaría también y era algo que Nolan imaginaba debía doler.

—Si te casa con Carlie, nada te garantiza que dentro de diez o veinte años no llegará una mujer a la que de verdad amarás ¿y qué harás entonces? ¿Ser infiel o arruinarte como Jimmie? Si no la amas, déjala, Nolan, honestamente te estarías haciendo un favor.

—¿Y Célia? Se marchó de regreso a Wyoming y no sé dónde vive.

—Después de que hayas dejado a Carlie, puedes enfocarte en Célia. Pídele a papá que te ayude a ubicarla y viaja a verla, no lo sé...Recítale un poema desde la ventana con unos mariachis o algo, a las mujeres le gustan esas cosas, pero mejor que estés seguro de que la amas, Nolan, porque tendrás que asumir muchas responsabilidades si la haces tu esposa y no podrás dejarla si mañana te arrepientes.

Nolan asintió en silencio, pensando respecto a todo eso y decidiendo que su hermano tenía razón. Henry odiaba dar consejos, odiaba que luego le recriminaran si las cosas salían mal, pero cuando se comprometía a ayudar a alguien, realmente podía decir todas las cosas que muchos no se animarían por pena y esa era la verdadera ayuda que Henry entregaba. Su cruda honestidad.

Retorció sus dedos y suspiró.

—¿Y cómo te recupero a ti? —. Los hombros de Henry se relajaron al escucharle y cuando Nolan levantó sus ojos verdes hacia él, vio las lágrimas que contenía—. Mi vida no es lo mismo sin ti, Henry.

—Tú te alejaste.

—Porque fui un idiota al pensar que ser tan unidos como lo eramos me impediría hacer mi propia familia. Me olvidé que tú ya eres mi familia, Henry y lo lamento tanto.

Abandonó la silla y Nolan se puso de pie inmediatamente y rompió en llanto cuando Henry lo abrazó, como si hubiera pasado meses esperando para poder hacerlo. Se abrazaron con fuerza y Nolan volvió a disculparse en su oreja y se rio cuando Henry le aferró el rostro y le dejó un enorme beso en la mejilla.

—Me alegra que estemos de acuerdo en que fuiste un idiota, pero vamos, que soy tu hermano y siempre lo seré, no te desharás de mi tan fácil.

—¿Me perdonas?

—No, pero si me ayudas a colar una bomba apestosa en casa de Derby me lo pensaré.

—¿Por qué quieres colar una bomba apestosa en casa de Derby?

—Jian me prometió que me haría un pastel de pasas y se olvidó. Le llamo karma.

Nolan se rio y volvió a abrazarlo, sintiendo un gran peso fuera de sus hombros al regresar a las viejas costumbre con su hermano. La edad simplemente no ayudaba para que maduraran, hacerles bromas pesadas a otros siempre sería una tradición para ellos más que un tema de madurez.

Nolan le acarició el rostro y unió sus frentes.

—Te ayudaré con esa bomba apestosa, hermano.

—Bien, vamos, tengo algo de mierda que podemos usar en el establo. Quiero que cuando explote, salpique excremento para todos lados y la pondremos adentro de una caja, así cuando Jian la abra... ¡Boom! En su cara... ¿Es muy cruel? Nah.

Se rio y cuando Henry se fue hacia la puerta del dormitorio con su chaqueta en manos para marcharse, lo detuvo llamando su nombre y se rascó la sien.

—Hay algo más que necesito hablar, Henry... —. Asintió sin borrar su sonrisa y esperó junto a la puerta—. ¿Sucede algo entre tú y Myles?

La sonrisa de Henry desapareció y rápidamente negó y quiso huir de la conversación. El gran problema de tener un mellizo, era que no podía mentirle, no realmente, casi parecía como si su mente y la de Nolan fueran una y pudieran leer los pensamientos de otro, con suerte podía guardarle algún secreto, pero jamás mentir y Henry lo sabía.

—Ya vamos, antes de que se haga tarde.

—Henry, está bien si lo hay —le aseguró y consiguió detenerle de dejar el dormitorio—. No te estoy juzgando, solo necesito saber. Te he visto con Myles y no actúas como con otros hombres, eres...vulnerable con él y te sonrojas mucho. Me gusta que sea así, puedo ver que Myles te hace feliz, pero...Necesito saber si eres gay.

—No lo soy —se apresuró a decir—. O bisexual.

Nolan pareció confundido ante eso.

—De acuerdo... ¿entonces ¿algo nuevo que no conocíamos?

—No lo sé —. Se alejó de la puerta y cuando se dejó caer en la cama, Nolan vio lo afligido que estaba—. Me he estado analizando para comprender si alguna vez he sentido interés por algún hombre, pero jamás.

—Sí, es cierto, jamás lo tuviste. Ni siquiera aquel muchacho que era amistoso contigo en la escuela ¿recuerdas? —. Henry negó y le miró torciendo el gesto—. ¿El de zapatos que no coincidían? Ay, vamos, era obvio que le gustabas, se la pasaba mirándote y siempre quería estar al lado tuyo...Bueno, ya, no importa ¿decías?

—Pues que nunca me gustó otro hombre, es solo Myles y fue muy inesperado también... —. Dudó si contarle, era la primera vez que le decía a otra persona que no fuera Harvie y para empeorar se trataba de su propio hermano mellizo. Sabía que no podía ocultarle nada a Nolan, aunque quisiera—. Me besó la noche del baile y...Me tomó por sorpresa, así que hui, pero...No se sintió incorrecto y luego cuando fui a verle yo lo besé y...Fue maravilloso, pero no sentía atracción hacia él, al verle yo no sentía nada. Y luego empezamos a pasar tiempo juntos y él continuó besándome y...otras...cosas...Y empecé a sentir todas estas mariposas en mi vientre y a notar lo verdaderamente hermoso que era.

—¿Entonces ¿el beso lo provocó todo?

—Supongo, pero ni siquiera Harvie sabe qué puede ser. Yo no me siento gay, no me identifico con eso al menos.

—Mmm, en eso sí no puedo ayudarte, la verdad con suerte sé que significa homosexual. Pero...volviendo a Myles ¿ya le dijiste que estás enamorado?

Nolan se encogió cuando Henry lo empujó y no pudo evitar reírse.

—Tomo eso como un no.

—Te odio. ¿Es muy obvio?

—Para mí sí, pero prácticamente compartimos cerebro, así que no es sorpresa. ¿Qué planeas hacer con él? ¿Ya...estuvieron...ya sabes?

—No y no estoy listo todavía, quiero hablar con Adrian primero, pero para eso debo esperar a que vuelva.

—¿Y qué quieres hablar con él? ¿Crees que podría cambiar algo?

—No lo sé ¿tal vez? Harvie me ha ayudado mucho, pero él no tuvo que crecer y descubrirse en esta época, ya sabía qué era cuando llegó, pero Adrian...él pasó por todo esto cuando era joven y siento que podrá entenderme mejor.

—De acuerdo, espera por él entonces, pero de verdad puedo ver que Myles te hace feliz, Henry y eso me alegra. Nunca fuiste muy de la idea de casarte, pero...Tal vez no debas hacerlo, tal vez puedas tener con Myles algo como lo que Harvie y el tío Timmy tienen.

Se detuvo a pensar al respecto y rápidamente negó.

—No somos tan serios.

7 de junio 1896.
White Oak, Minnesota.

Jonathan corrió la cortina del salón para mirar hacia el exterior de la casa y pudo ver el momento exacto en el que Henry montó en su caballo y se aproximó a Myles, quien esperaba por él en otro caballo para ir a pasear un rato aprovechando el sol.

Se bebió el whisky en su vaso y pegó un lado de su rostro contra el vidrio para poder verlos alejarse. Definitivamente aun no superaba lo que había visto el domingo pasado, ya había pasado una semana y ahora se le hacía evidente que Henry pasaba mucho tiempo con Myles, si este no le visitaba, entonces le escribía o llamaba para hablarle y lo notaba demasiado sonriente desde que Myles había llegado a la familia.

Se alejó de la ventana cuando escuchó pasos aproximándose al salón y minutos después Olivia entró sosteniendo una montaña de libros que parecía pesar más que ella. Dejó su copa y se acercó para ayudarla y dejar varios de los tomos sobre la mesa.

Ella empezó a hablar, pero Jonathan realmente no le escuchó, su mente estaba en otro lado, perdido con Henry y Myles y el miedo de que volviera a suceder lo que había sucedido con Adrian o peor...Que esta vez si le mataran a su hijo.

No tenía nada en contra de que Henry fuera gay, era solo miedo y preocupación constante lo que le llevaba a rezar para que no fuera el caso. Prefería que fuera bisexual, como Adrian, tal vez así su etapa con Myles se pasaría y terminaría casándose con una buena mujer y teniendo hijos o al menos se metería en un trío como Adrian, que podía ayudarle a aparentar un poco mejor...No que a Adrian le hubiera ayudado mucho de todas formas.

Y cuando pensaba en eso, era que la idea de que Henry fuera gay le molestaba. No podía proteger a sus hijos de todo y hacía seis años que no tomaba una vida, de tener que hacerlo, Jonathan ya no estaba seguro de poder lograrlo y tampoco estaba seguro de poder salirse con la suya. El sistema estaba cambiando, la civilización lo estaba gobernando todo y ya no se veía bien que un hombre matara a otro a menos que tuviera evidencia para demostrar que había sido defensa personal. Si ese sistema hubiera existido unos quince años antes, Jonathan sabía que la mitad de sus acciones irían injustificadas, consiguiéndole una sentencia de muerte. Y si ahora su hijo se metía en problemas...

Se detuvo antes de seguir alimentando su mente ansiosa y regresó en sí cuando Olivia sacudió la mano frente a su rostro.

—No me estás escuchando —rezongó.

—¿Qué? No, sí...Eh...Decías algo sobre...libros y...no sé qué —. Ella le miró con las manos en la cintura y bufó—. Perdón, no sé dónde tengo mi mente.

—¿Sucedió algo cuando fueron a cazar? Llevas toda la semana ausente.

Parte de él quería contarle a Olivia lo que había visto y desahogarse de esa presión en su pecho que sentía, pero al mismo tiempo sabía que ella iría directo a preguntarle a Henry, pues era mucho más impulsiva en esas cosas y también temía que decírselo le preocupara tanto como le preocupaba a él. No quería darle más motivos para estresarse cuando ya tenía la Universidad.

—Estoy bien, sí, solo tengo muchas cosas de la oficina en mi mente justo ahora. ¿Pero qué decías?

Olivia suspiró y redirigió su atención hacia todos los libros que tenía sobre la mesa.

—Encontré estos en la librería de Rochester, son 12 de tomos para primer año de medicina y únicamente pude conseguir dos tomos para segundo. Pensaba darle uno de estos a Lizzie para que empiece a adelantar sus clases, seguramente debamos abrir la universidad algo tarde juzgando como van avanzando los arreglos.

—Claro, sí. ¿Necesitas algo?

—Sí, debes ir hasta la ciudad y publicar el anunció en el periódico. Iría yo, pero honestamente quiero acostarme a descansar por al menos un par de horas.

—¿Qué pongo en el anuncio?

—Mmm...Algo que suene importante... «El Doctor Harvie Aston y la Doctora Olivia Morgan abrirán su Universidad de Medicina el próximo septiembre para preparar a aquellos estudiantes con ambición, determinación y apetito por el conocimiento. Inscripciones abiertas por correo, enviar a blah, blah, blah»

—¿Con el blah, blah, blah incluido? —. Se burló y ella le dio un suave manotazo en el brazo—. Está bien, iría en la tarde o mañana si tengo tiempo.

—O envía a uno de los muchachos si no puedes, preferiría que quede hecho hoy para que lo publiquen en la impresión de esta semana. ¿Te marchas?

Jonathan asintió y se acercó a ella mientras se colocaba el abrigo.

—Quiero ir hasta la compañía, pero haré lo que me pides, ángel, no te preocupes. Tu ve a acostarte un rato, lee un libro, pinta un poco, toca el piano, no lo sé, pero relájate. Me preocupa lo mucho que te has estresado últimamente.

—Lo sé —. Se abrazó a su cuello cuando él la envolvió desde la cintura y sonrió—. Ya no tengo veinte años para estar soportando tantas cosas.

—Mmm, quizás, pero sigues igual de hermosa.

—Uh, ¿intentas seducirme, osito?

—Todos los días, ángel.

La besó con una sonrisa y se mecieron al suave ritmo de una melodía imaginaria hasta que se apartó y decidió regresar por otro beso.

—Cuídate y no vengas muy tarde. Oh y Adalynn dijo que iría a casa de los Pryor después de clase, así que no olvides pasar a buscarla cuando salgas.

—¿Otra vez a casa de los Pryor? Vive más con ellos que nosotros, ángel.

—Es su mejor amiga, déjala que disfrute su juventud.

Jonathan dejó la casa y esperó en el porche unos minutos hasta que uno de los empleados del establo le trajo su caballo. Todavía tenía a su hermosa Faith, un imponente y majestuoso frisón. Ya estaba algo vieja y Jonathan planeaba continuar viajando con ella por otros dos años antes de dejar que se retirara, la conservaría en los establos, donde la cuidaban y tenía espacio para correr, descansar y hacer su vida. Faith lo había acompañado ya por veinticinco años y al igual que su anterior caballo, Jonathan estaba agradecido por su lealtad.

Le acarició la frente y dejó un beso sobre su pelaje antes de subir sobre la silla de montar y tomar las riendas para ponerse en marcha. Incluso él estaba pensando en retirarse con ella, pues ya podía sentir como subir en el caballo se volvía más y más difícil cada día. Era terco y se negaba a permitir que su cuerpo se rendiera antes que su mente, pero empezaba a mentalizarse con que no podría continuar con la misma vida hasta los setenta, en algún punto dentro de los siguientes once años tendría que poner un alto.

Puso marcha hacia el bosque tomándose su tiempo sin prisas.

Seguía pensando acerca de Henry, preguntándose si acaso Nolan sabía pues normalmente Nolan lo sabía todo y ya no parecían estar tan distanciados.

Cuando llegó al bosque, dejó a Faith pastando junto al caballo de Harvie y se aproximó a la casa. Harvie estaba en el exterior como acostumbraba, cuidando de su huerta y de los animales. En esos momentos estaba volcando los restos de comida en el comedero de un cerdo.

—Veo que consiguieron un cerdo.

Harvie levantó la mirada hacia él y se rio.

—Así es. Timmy quiere que tengamos una buena cena esta navidad —. Le dio una suave palmada al lomo del cerdo mientras este comía y sonrió—. Dudo que el pobre se lo imagine. ¿Liv te envía?

—Uhm, no, quería hablar contigo en realidad. ¿Tienes un momento?

Era inesperado que Jonathan simplemente le visitara para hablar, eran amigos y se llevaban muy bien, pero rara vez surgía un tema en el cual Jonathan le necesitara a menos que tuviera problemas en su matrimonio con Olivia y necesitara de algunos consejos.

Se limpió las manos y recuperó su sombrero que había dejado apoyado en el cerco del recinto y salió de este para dejar al cerdo comiendo y entrar en la casa con Jonathan.

—¿Y Timmy?

—Trabajando como siempre, pero ya he estado persuadiéndole para que se retire. Creo que unos tres años más y me hará caso.

—Me ganó en lo terco —concedió y arrastró la silla junto a la mesa de la cocina para sentarse—. ¿Tú como has estado? ¿Olivia ya te dijo sobre la Universidad?

—Hace días ya, vino a traer algunas mermeladas y me insistió para que diera clases hasta que no tuve más remedio que aceptar.

—Te ofreciste —imaginó y cuando Harvie asintió, se rieron.

—El retiro es bonito y todo, pero sé lo importante que es para Liv tener esta Universidad, así que creo puedo dar clases por unos diez años o hasta que tenga más profesores. ¿De qué querías hablar?

Jonathan se tomó su tiempo antes de hablar, le agradeció cuando Harvie le sirvió un vaso con jugo de naranja y agitó la pierna de forma nerviosa en busca de las palabras.

—¿Henry ha venido a verte?

Harvie intentó disimular su reacción ante una pregunta inesperada bebiendo de su vaso y no respondió inmediatamente.

—¿A qué se debe la pregunta?

—Solo quiero saber si tu sabes algo que yo no. Sé que en determinadas circunstancias mis hijos prefieren acudir a ti por consejo...en temas donde yo...no estoy muy informado...

El único tema por el cual los hijos de Jonathan le buscaban, era la sexualidad y Harvie lo sabía.

Se sentó en la mesa frente a él y negó.

—No, no ha venido a verme.

—No me mientas, Harvie. Necesito saber si Henry es gay.

—¿Por qué lo sería?

Jonathan se enderezó en el banco y frotó su rostro.

—Lo vi...con un hombre hace una semana. Con Myles. Mira, entiendo que quieras guardar el secreto por él, pero soy su padre, Harvie, así que, por favor, dime si mi hijo es gay.

Harvie no se sentía cómodo teniendo que compartir información que era privada de Henry y por lo tanto decisión de él si contarla o no, pero considerando que Jonathan ya lo había visto con un hombre, se veía afligido y además era padre de Henry, se sentía casi en la obligación de decir algo.

—No lo es.

—¿Entonces es esa cosa... ¿Cómo Adrian?

—No, no es bisexual —. Se terminó su jugo y exhaló—. Está bastante confundido, Jonathan y asustado también, por lo tanto, no está listo para hablar al respecto, especialmente no contigo.

—¿Hice algo mal?

—No, no claro que no, has sido un excelente padre y justamente por eso Henry aun no está listo para hablarte del tema. Tus hijos se mueren por tu aprobación, Jonathan, no es coincidencia que casi todos decidieran seguir negocios como tú, te admiran y quieren que los notes y los valores, pero en estos momentos Henry no se siente digno de tu aprobación y teme que todo esto te decepcione.

—Pero no me decepciona, no me molesta ni nada de eso...Yo solo...Después de lo de Adrian me preocupa un poco, nada más.

—Y lo sé, pero Henry necesita tiempo y no le ayudarás si descubre que lo viste con Myles.

—No pensaba decirle —aseguró y arrastró ambas manos por su cabello—. Joder... ¿Alguna vez sientes que lo cagaste todo como padre?

—¿Por qué lo dices?

Jonathan negó y se encogió de hombros.

—Mi padre no era muy afectivo conmigo cuando era niño...De hecho era bastante violento y agresivo y a veces temo haber cometido el mismo error con mis hijos.

—Tu no eres violento y agresivo con ellos, Jona.

—Pero no soy tan afectivo como con sus hermanas —. Se mordió el labio y volvió a sumirse en sus pensamientos—. Tal vez si lo fuera...Ellos serían más seguros en sí mismos y no como yo.

—Aun estás a tiempo de revertir eso, Jona, puede que tus hijos sean grandes ya, pero nunca es tarde para decir te amo.

Tenía razón con eso, como Harvie siempre lo tenía con casi todo. Le agradeció y decidió marcharse para ir a las oficinas, prometió que no diría nada sobre esa conversación y Harvie también le aseguró que no se lo comentaría a Henry. Ambos coincidían en que era mejor esperar hasta que Henry estuviera listo para iniciar él la charla con Jonathan respecto a su sexualidad e intereses.

Cuando llegó a la empresa, ya todo el mundo estaba en el trabajo y el escritorio vacío de Adrian junto al de Rian provocaba demasiado ruido. Su ausencia se sentía en todas partes.

Su asistente tomó su saco y sombrero y le sirvió un café como todas las mañanas. Jonathan estudió el lugar y se detuvo sobre sus hijos. Eli estaba con la cabeza enfrascada en lecturas interminables, tenía una montaña de papales sobre su escritorio y la maquina de escribir enfrente donde reescribía todos los documentos corrigiendo los errores que venían de la persona anterior, para asegurarse de que cumplían con la ley y no tenían trampas. Owen estaba unas tres mesas más lejos y le colocaba azúcar a su café de forma despistada mientras leía los contratos más recientes que habían firmado y corroboraba que se hubieran cumplido al pie de la letra. Oliver estaba de pie junto al archivador y revisaba entre todas las infinitas carpetas por aquella que necesitaba. Tenían más de dos mil archivos en esos infinitos cajones. Hardy estaba hablando con su hermano Aiden sobre los planos que se encontraban revisando para asegurarse de que podían empezar la construcción de una nueva estación de tren hacia las afueras de Minnesota el próximo mes.

Verlos les llenaba de orgullo, no lo negaría. Eran hombres trabajadores, independientes y responsables, como siempre había querido que fueran, se concentraban en su tarea para completarla y no aceptaban distracciones. Tenían determinación y eso era clave importante para el éxito y lo que les permitiría dirigir toda la empresa cuando Jonathan se retirara.

De todos sus hijos, probablemente Eli era el que más difícil la había tenido con él. Jonathan recordaba que no había pasado mucho tiempo con ellos cuando ya había tenido que marcharse a la guerra y al volver, el daño que el trauma había dejado, lo había llevado a ser más duro con él y Adrian de lo que tendría que haber sido. Dudaba alguna vez haberle dicho lo mucho que lo amaba y lo orgulloso que estaba del hombre que era. De hecho...Dudaba alguna vez haberlo hecho con alguno de sus hijos, excepto Adrian cuando este le había confesado que era gay años atrás.

Se fue hacia la jarra con café que la asistente siempre dejaba preparada en la mesada de la pequeña cocina que tenían y llenó cuatro tazas para sus hijos y preparado cinco tostadas con mermelada.

Eli estaba metido en releer la página 654 del documento en sus manos para reescribirla cuando Jonathan apoyó el café y un plato con la tostada a su lado.

Se enderezó algo confundido y frunció el ceño al ver a su padre.

—Descansa un rato —le dijo y Eli se enderezó en la silla aún más confundido—. Has estado trabajando muy duro todos estos años sin un día libre y mereces un descanso.

—¿Sucedió algo? ¿Hice... ¿algo mal?

—No, al contrario, lo has hecho todo bien y estoy orgulloso de ti por eso. No sé si alguna vez lo dije, pero...Quería que lo supieras. Estoy orgulloso de ti.

Eli se quedó sentado en la silla mirando hacia el lugar donde momentos antes había estado su padre y le vio llevar una tostada también a Owen, quien ya tenía su café y estaba leyendo los contratos. Le recorrió un agradable calor en el pecho al repetir en su cabeza aquellas palabras de su padre. Estoy orgulloso de ti. No sabía que lo había llevado a decirlo, pero le dejó sonriendo y se concentró en comer su tostado y tomarse su café, aceptando ese descanso que Jonathan le había ofrecido.

—Oh, gracias —dijo Owen cuando Jonathan le dejó la tostada—. ¿Cuál es la ocasión?

—Nada, solo...Pensé en cuidar un poco de ustedes esta mañana. ¿Por qué no descansas un rato? —. Owen frunció el ceño—. Has trabajado muy duro y mereces un descanso.

—¿Estás bien, papá?

Jonathan negó brevemente, obligándose a contener el sentimiento de culpa en su pecho y cuando Owen se puso de pie para abrazarlo estuvo a segundos de detenerlo, pero no lo hizo. Aceptó el brazo y lo sostuvo con fuerza.

—Creo que estoy entrando en la edad de la melancolía y solo quiero enmendar mis errores contigo y tus hermanos y decirte que estoy orgulloso de ti y de todo lo que has hecho.

Entregó los otros cafés rápidamente con las tostadas y se fue hacia su oficina para cerrar la puerta y bajar la persiana de la ventana por la cual podían verle desde sus escritorios. No pasó mucho hasta que la puerta volvió a abrirse y sus hijos entraron.

—¿De qué errores hablas, papá? —inquirió Owen genuinamente confundido—. ¿Eres consciente de que varios de nosotros ya estaríamos muertos si no fuera por ti y mamá?

—O en la calle, prostituyéndonos quizás —agregó Hardy.

—Fui muy duros con ustedes como mi padre lo fue conmigo y no debí serlo. Debí demostrarles que los amo más seguido.

—Pero ya sabemos que lo haces —aseguró Eli—. Papá, no hiciste nada mal. No pienses que lo hiciste.

Tiró suavemente de él para abrazarlo y Aiden se unió apretándolos a ambos.

—El viejo gruñón se nos ha puesto sentimental —bromeó consiguiendo que Jonathan se riera—. De verdad que no cometiste ningún error, como Owen dijo, muchos de mis hermanos podrían haber muerto o tenido vidas horribles de no ser por ti y mamá, de no ser por tu trabajo duro podríamos estar pasando hambre en estos momentos y sin embargo...Mira, tenemos trabajos, algunos tienen familias que pueden mantener gracias al trabajo que nos diste, tenemos una buena reputación y nos enseñaste todo lo que debíamos saber para mantenerla.

—¿No siempre dices que decir te amo no vale nada, que uno debe demostrarlo? —curioseó Oliver—. Puede que nunca lo dijeras, pero lo has demostrado cada día de nuestras vidas y justamente eso es más importante.

—Sí, nuestro padre biológico solía decirnos te amo todos los días justo después de darnos una golpiza —recordó Hardy y Oliver revivió aquellas memorias con pena—. ¿Ves la diferencia?

Jonathan asintió y suspiró.

—Es la edad —aseguró—. Uno se pone a reconsiderar todo lo que podría haber hecho distinto y...Te jode el cerebro.

—Mmm, a veces me pasa —confesó Eli—. Supongo que es normal, pero no debes lastimarte con eso, papá. Ninguno de nosotros jamás te ha recriminado por nada, nos gusta como nos has educado y te amamos como nuestro padre. Si vamos a ser honestos, nosotros no te decimos que te amamos muy seguido tampoco y aun así... ¿Crees que no lo hacemos?

Jonathan negó.

—¿Ves? Es mejor demostrarlo. ¿Sucedió algo que te puso de esta forma?

Se negó a mencionarles lo de Henry, así que simplemente negó y le restó importancia.

—Solo la edad —. Volvió a abrazarlos y un pequeño juego de manos se formó entre los seis cuando Aiden le golpeó suavemente en el abdomen—. Ya, ya...Suficientes juegos que estamos en el trabajo. Volvamos a lo nuestro y quiero ver los nuevos contratos que llegaron, Owen.

—En eso estoy, pero tenemos un pequeño problema con los números en una de las compras.

—Sí, noté lo mismo mientras revisaba el archivero —agregó Oliver.

Y Jonathan se sentó detrás del escritorio y empezó a hablar de negocios con ellos sintiéndose más tranquilo y con su orgullo hacia sus hijos creciendo mientras los escuchaba.

7 de junio 1896.
White Oak, Minnesota.

Adalynn entró corriendo en la casa dejando a Jonathan atrás y subió rápidamente las escaleras riéndose. Olivia la vio huir hacia el dormitorio y luego miró hacia Jonathan quien llegaba con el sombrero en mano y una sonrisa.

—¿De qué se ríen ustedes dos?

—Me ha robado mis caramelos de menta mientras estaba distraído en el caballo y cree que no me he dado cuenta.

—Oh, ya está practicando para robar bolsillos, que buena niña —dijo burlona y abrazó a Jonathan para recibirlo con un beso—. ¿Cómo estuvo tu día?

—Muy bien, fue tranquilo y ya envíe la publicación que me pediste para el periódico y Darrin dijo que también lo publicará.

Jonathan se quedó en el recibidor con Olivia y Adalynn corrió por el pasillo del segundo piso, llevándose un puñado de caramelos de menta en su mano. Eran sus caramelos favoritos y había sido divertido colar su mano silenciosamente en el bolsillo de su padre mientras montaba detrás de él en el caballo y le hablaba sobre su día de clases.

Dobló por el corredor y cuando chocó contra Floyd, él la sujetó para evitar que cayera y los caramelos se escaparon de sus manos.

—Guau ¿a dónde tan apurada?

Se agacharon al mismo tiempo para recoger los caramelos y Adalynn volvió a reírse.

—Le he quitado estos caramelos a papá cuando no veía, pero no le digas. No tiene ni idea y quiero ver como reaccionará cuando descubra que tiene el bolsillo vacío.

—¿Así que ahora robamos?

—Bueno, no realmente, se los devolveré...La mitad al menos, porque me comeré algunos. ¿Quieres? —. Floyd aceptó el caramelo y Adalynn se guardó los demás en el bolsillo de su vestido—. Hoy fue un muy buen día, Floyd. Muy buen día.

—¿Algún motivo en particular?

—Sí, con Idelle organizamos un baile, nuestro propio baile y nos hicimos unas tiaras con flores y el señor Pryor tocó una hermosa melodía en el piano y bailamos alrededor de la mesa mientras cantábamos una canción y fue maravillo. ¡Me sentí como una verdadera princesa!

Asomó en el dormitorio de Adalynn para escucharla y la vio quitarse sus botas y el bonnet que traía en la cabeza. Desabrochó su sacó apresuradamente y Floyd se rio cuando la vio lanzarlo hacia el sofá.

—Me alegra que tuvieras un buen día, Ada, pero ordena todo lo que has tirado ¿vale? Sabes que a mamá no le gusta que dejen las cosas fuera de lugar.

—Sí, lo siento —. Recogió el saco y las botas y lo guardó todo en el armario—. ¿Tu tuviste un buen día?

—Fue un buen día, pero no distinto de otros. Me iré a descansar ahora, pero nos vemos en la cena.

Floyd se marchó dejándola sola y Adalynn sacó los caramelos del bolsillo de su vestido y se agarró uno para comer.

Estaba quitando los broches de su cabello para desarmar el peinado y poder cepillarlo cuando Jonathan asomó y la miró con los ojos entrecerrados. Ella le miró de regreso y ambos dirigieron la atención hacia los caramelos de menta sobre la cómoda.

—Me los has robado —rezongó y chilló cuando él fue hacia ella—. ¡Tendremos que iré a juicio por esto, pequeña traviesa! ¡Ante la corte de los caramelos!

—¡No si no me atrapas!

Saltó sobre la cama para evadirlo y cruzó hacia el otro lado, para luego volver a cruzar sobre la cama cuando Jonathan la rodeó e irse hacia la puerta para dejar el dormitorio. Bajó las escaleras corriendo y chillando mientras su padre la perseguía y cuando le vio entrar en el salón, le apuntó con el cepillo.

—¡Alto ahí, vaquero! —. Jonathan se detuvo en seco alzando las manos—. Ahora esto es un duelo por los caramelos.

—No le conviene hacer un duelo con un profesional, señorita.

—Oh, ya veremos.

Jonathan fingió desenfundar un arma imaginaria y Adalynn fingió disparar y se rio cuando su padre se fue hacia el suelo llevándose una mano hacia el pecho.

—¡Gané! ¡Gané! —gritó emocionada saltando en el lugar y luego corrió hacia Jonathan quien se había quedado acostado sobre la alfombra y se lanzó sobre él—. ¡He vencido al mejor pistolero de los Estados Unidos!

—Segundo mejor pistolero.

—Eres el mejor para mí, papá.

Jonathan la abrazó, besó su frente y cuando ella se apartó empezó a sentarse.

—Bueno, ha sido una justa pelea así que te dejaré conservar los caramelos, pero la próxima vez mejor pídelos ¿sí? Robar esta mal.

—Está bien, igual era una broma, sí iba a devolvértelos...Algunos al menos.

Jonathan se rio, le picó la punta de la nariz y abandonó el salón para ir a cambiarse para la cena.

Adalynn regresó a cepillarse el cabello con una sonrisa y con la misma emoción saludó a Ethan cuando este entró en el salón.

—Veo que el señor Morgan tiene una imaginación muy activa.

—Oh, sí, es el mejor para los juegos. ¿Su padre no jugaba con usted de niño, señor Jones?

—No realmente —confesó—. Mi padre estaba más enfocado en su trabajo y no consideraba apropiado que yo jugara demasiado, debía enfocarme en estudiar.

—Eso suena muy triste...Pero no se preocupe, puede jugar con nosotros ahora, le invitaremos en nuestro próximo juego si quiere y puede ser el príncipe que rescata a la princesa. ¡Lizzie será la princesa! Papá será el dragón y yo la bruja malvada, siempre me gustó ser la bruja malvada.

Ethan sonrió y se sirvió un trago en el bar.

—Me encantaría participar en sus juegos si al señor Morgan no le molesta.

—Por supuesto que no, le tiene mucho aprecio sin duda alguna o jamás le habría aceptado en la casa, aunque también puede que sea porque es el abuelo de mamá, pero estoy segura de que en realidad es porque le quiere mucho. Bueno, adiós, debo cambiarme para cenar.

La vio marcharse corriendo y se rio.

Adalynn pasaba demasiado tiempo con Elizabeth, de eso no tenía duda pues eran muy parecidas. 

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