Esclavo del Placer ║ Kookmin...

Galing kay neremet_001

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||Si vas a compartir tu cuerpo con alguien, que sea con tu alfa.|| La vida del omega Park Jimin da un giro tr... Higit pa

Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22

Capítulo 1

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Galing kay neremet_001

Era de madrugada y las calles estaban frías en la zona roja de la ciudad.

Park Jimin, un joven con el cabello rosado, posaba con habilidad su helado cuerpo semidesnudo, haciendo lo posible por destacarse entre los demás omegas del montón. Parado en esa esquina, mostraba sus atributos lo mejor que podía a todo aquel que quisiera ofrecerle un par de billetes por una agradable noche de placer. Estaba desesperado por encontrar el calor de un alfa que lo reconfortara, y percibía cómo a cada minuto la temperatura bajaba.

Bufó con molestia.

No era un buen lugar para estar con poca ropa. Podría adquirir un grave resfriado vistiendo unos diminutos shorts de lentejuelas, sólo porque le gustaba que resaltaran la curvatura de su culo y sus muslos torneados. Los usaba junto a una camisa translúcida con el cuello demasiado abierto por el cual se vislumbraban las clavículas marcadas por la falta de comida.

Tiró para atrás su sedoso cabello mientras se removía con incomodidad. Los tacones le estaban matando y no consiguió ningún cliente esa noche. Las deudas de su destartalada vivienda no se pagarían solas, así que haría un gran esfuerzo por ganarse al próximo alfa que apareciera.

Sacó un caramelo del bolsillo trasero de sus pantaloncillos y se distrajo saboreándolo. El dulce de cereza le ayudó a calmar sus nervios hasta que la golosina se disolvió en su boca.

Apenas diez minutos después, una limosina negra dio vuelta en la calle anterior. Se deslizó con sigilo, como una pantera, hasta llegar al área donde los omegas de una noche ofrecían sus servicios. Quienes no estaban al tanto de a quién pertenecía el vehículo, se afanaban en menear sus caderas e inclinarse para resaltar sus pechos, exhibiéndose lo mejor que podían para un posible cliente. Las feromonas de excitación que liberaban hicieron que el pelirrosa gruñera con fastidio.

Pobres ingenuos.

La ventana del copiloto bajó hasta la mitad, lo suficiente como para revelar al conductor. Claro que Jimin ya lo conocía. Llevaba un año viéndolo manejar aquella limosina. El tiempo suficiente como para memorizar las letras y números de la patente.

Al ver cómo las últimas omegas rezagadas se alejaban de la ventanilla al ser notificadas de su rechazo, el joven de shorts se acercó con una sonrisa falsa. Se apoyó contra la puerta y observó dentro. El aroma del alfa al volante lo azotó.

–Es una noche muy bonita, ¿no crees Namjoon? –susurró Jimin, usando su tono coqueto para molestarlo.

–No busque pelea, señorito Park. Ya sabe lo que tiene que hacer –le habló el contrario.

Namjoon era un alfa de mediana edad, corpulento bajo el traje de marca que usaba reglamentariamente. Su cabello era tan oscuro como los lentes de sol redondos que llevaba, a pesar de que no le hacían falta en plena oscuridad. El omega sabía que el sujeto no se los quitaba, de modo que no había tenido nunca la oportunidad de ver su rostro por completo.

–Estoy trabajando, Nammie...

Los lloriqueos del pelirrosa eran en vano. Ambos sabían que no había otra opción más que obedecer. Caso contrario, alguien se enfadaría con ambos.

–No me obligue a usar la voz de alfa con usted –gruñó Namjoon, posando la vista al frente a través del parabrisas y aferrando con fuerza el volante con sus manos enguantadas en cuero.

A veces le enervaba la actitud desinteresada y temeraria del omega. Estar allí parado con tremendas temperaturas esperando por ir a follar con un desconocido del cual no sabía absolutamente nada, era una tontería.

–Suba, que él lo está esperando y no tuvo un buen día.

–¡A mí que me importa! ¡Quién no está teniendo un buen día soy yo! –el tono de fastidio de Jimin se elevó en un tono agudo, llamando la atención de los prostitutos sobre la vereda. Le fruncieron el ceño por ser tan agresivo–. ¿Y ustedes qué miran? ¡Vuelvan a lo suyo! –les gritó.

Los tacones repiquetearon contra el suelo de cemento mientras el delicado omega llegaba a la puerta trasera, abriéndola de par en par para subirse.

Su lobo interno se removió inquieto en su pecho, mientras se acomodaba sobre uno de los mullidos asientos forrados en cuero. Cerró de un portazo y se enfocó en tratar de ignorar la espesa esencia proveniente de la figura frente a él. Le ponía de malas, así que ni siquiera lo miró, tal era el temor de encontrarse con su humor de perros.

La limosina arrancó y se desvió del arcén, incorporándose a la calle. El rumbo estaba fijado.

–No hace falta que hagas tus escenitas cada vez que vengo a recogerte –la voz profunda retumbó en el interior de la cabina. Era tan grave y varonil que lograba que las entrañas del omega se lubricaran al instante.

–Y tú no tienes por qué interrumpir mi turno de trabajo.

–Intento cuidarte y no me lo permites, Park. ¿Qué otra opción me dejas? –razonó el alfa. Sus palabras fueron aterciopeladas y amables. Su tono buscó relajar al omega.

El pelirrosa alzó sus ojos grises y se encontró con unos oscuros llenos de lástima, resaltados por una melena rubia crecida hasta la nuca.

El sujeto iba vestido de forma elegante, usando uno de sus trajes oscuros de negocios. El saco lo tenía desprendido y dejaba a la vista una camisa blanca demasiado apretada contra sus pectorales de acero. Incluso sus abdominales se notaban contra la tela. El pantalón apenas contenía unas piernas abiertas, fuertes y musculosas y qué decir del notable bulto en la entrepierna. Su tamaño de seguro superaba con creces al miembro más grande que el omega había tenido entre sus piernas alguna vez.

Para Jimin, Jeon Jungkook constituía todo lo que podía estar mal en su vida.

El hombre en el asiento de enfrente era uno de los pocos alfas dominantes que lideraban la pirámide social. Su físico imponente y formado provenía de sus notables genes, de los cuales no hacía ningún tipo de alarde. Era sumamente discreto y cortés, además de ser un conocido treintañero millonario que lo acosaba desde hacía un largo año. Parecía obsesionado con él, cosa que al omega le irritaba muchísimo. Más aún si se tenía en cuenta que sus intenciones de cuidarlo y protegerlo conllevaban intentar mitigar la carga de gastos e impuestos de los que debía hacerse cargo al vivir en una casa pequeña a las afueras de la ciudad.

Cada mes, un cheque con una cifra cargada de ceros era depositado de parte del señor Jeon en su buzón de cartas. El mismo no llegaba a ser cobrado porque el pelirrosa lo hacía trizas hasta que no quedaba manera de reconocer su contenido.

Uno de los mayores defectos del más pequeño era ser un terco empedernido que no aceptaba ayuda de nadie. Con sus padres ya fallecidos, le correspondía tomar responsabilidad de sus propios actos y de su destino.

Su único soporte, su hermano Yoongi, pereció de un infarto al corazón una mañana mientras se preparaba para ir a trabajar a la empresa de comunicaciones de Jungkook, de quién era asesor y mejor amigo. El suceso tomó por sorpresa al omega, que por entonces tenía unos escasos veintiún años.

La historia entre ambos comenzó con la promesa de Jeon realizada a Yoongi, la que hablaba de encargarse de Jimin económicamente si algo llegaba a sucederle.

Así fue que alfa dominante y omega se encontraron por primera vez en el funeral de Yoongi. Desde entonces, sus lobos conectaron de inmediato. Eran destinados.

El instinto de Jungkook le llevó a presentarse a la casa de Jimin un prudencial tiempo más adelante. Quiso explicarle quién era y por qué le estaba ofreciendo un resarcimiento económico. La respuesta del pelirrosa fue cerrarle la puerta en la cara. Lo hizo en incontables ocasiones, negándose a cada una de las solicitudes.

A partir de entonces, el joven Park se mostró reacio a recibir parte de la generosidad del magnate, argumentando que no necesitaba caridad y que no le debían nada. También rechazó el vínculo romántico que se le fue ofrecido, consiguiendo el descontento de su lobo. Su parte racional humana no quería tener nada que ver con él.

Sin embargo, más pronto que temprano, se vio acorralado por mantener en pie la diminuta residencia de su familia. Cargando deudas a cuestas, el omega pasó por cientos de trabajos, tomando hasta tres turnos en un día para conseguir su sustento. De más estaba decir que tuvo que abandonar su educación universitaria, siendo incapaz de cumplimentar con el pago de las cuotas.

Al ver que ni siquiera los tres trabajos que tenía eran suficientes, recurrió a un viejo oficio que brindaba buen dinero: la prostitución. Seis meses ejerciéndola le otorgó ingresos rápidos, siendo suficientes para tener al día el pago de los impuestos.

El alfa lo descubrió y se disgustó con él. Jimin insultaba el cariño de su destinado al hacer aquellas cosas indecentes con alfas desconocidos. Estaba dispuesto a intervenir cuantas veces fueran necesarias para mantener a salvo a Jimin del cruel destino que podían sufrir los omegas en esa situación.

–Yoongi me mataría si me viera permitiéndote esto –Jungkook intentó razonar desde su posición.

Era cierto. Incluso Jimin ni en sus más recónditos pensamientos hubiera imaginado que terminaría ofreciendo su cuerpo como si no le importara. Le importaba, y mucho, sólo que las cosas se habían complicado demasiado cuando su hermano se fue de ese mundo junto con la notable contribución de su sueldo.

El prostituto se abrazó el cuerpo de forma inconsciente, evaluando lo dicho por el alfa.

Jungkook resopló al verlo tan desprotegido y pequeño. Su lobo aulló entristecido. Quería consolarlo y él no se lo permitía. Estaba enfadado con el omega por ser tan arisco y orgulloso.

Se dio por vencido y se quitó el saco para ofrecérselo al pelirrosa, que se lo colocó sobre los hombros frunciendo el ceño.

Jimin se sintió abrigado por el calor que emanaba la prenda y se tranquilizó al olfatear las notas de café sobre ella. Había algo que le encantaba de ese aroma. Lo hacía sentirse en casa.

–¿Por qué no aceptas el dinero que te ofrezco y te olvidas de ese mundo? –continuó el rubio, luchando con sus emociones.

–No soy un vividor, Jungkook.

–Se lo prometí –negó el alfa, con el semblante dolido–. Le prometí a tu hermano que cuidaría de ti. Y adivina qué: hace tres semanas un bastardo de porquería te golpeó mientras te violaba y tú vuelves a ese sitio como si no te importara en qué dilema te colocas.

El alfa estaba desesperado. Quería brindar su ayuda debido a la promesa... y a otros extraños sentimientos que latían en su corazón cada vez que lo tenía cerca.

–Son gajes del oficio –se encogió de hombros el más pequeño, restándole importancia. Aun así, le lastimaba que tuviera razón–. No hace falta que cargues con la responsabilidad a causa de un muerto. Te puedes desligar de mí porque tú y yo no somos nada.

–Lo estoy haciendo porque quiero. Te quiero, Jimin. Eres mi omega y mi intención es cuidar de ti.

El estupor se adueñó de Park. Su lobo movió la cola, satisfecho por las declaraciones del contrario. Reguló la emoción lo suficiente como para tomar partido de la situación. Se deshizo del saco ajeno y con una sonrisa ladeada se aproximó a su alfa.

Lo vio tensarse cuando se sentó con descaro sobre su regazo. El omega era uno de los mejores a la hora de complacer, por lo que utilizaría su don a su favor.

Agradeció que el cristal que separaba la cabina trasera de la del conductor estuviese subido, así Namjoon no vería lo que planeaba hacerle a su jefe.

Acarició el pecho de Jungkook por sobre la camisa y se restregó contra la polla monstruosa bajo su culo. Soltó un leve gemido al notar cómo se engrosaba a causa de la estimulación.

–Jimin –le gruñó la voz grave, a lo que el nombrado ni siquiera prestó atención.

–Me dijiste que me querías –jadeó el omega, liberando sus feromonas afrutilladas para seducirlo. Su entrada no tardó en segregar lubricante debido al roce que generaba el movimiento de sus caderas y sonrió al ver cómo las pupilas del contrario se dilataban al olfatear aquella secreción.

Se preguntó qué se sentiría ser perforado por la polla descomunal de un alfa dominante. Pensó en el nudo metiéndose bien profundo en su carne e inflándose para sellar una unión. Imaginó las descargas de semen que le seguirían, derramándose en su interior y calentándole el vientre. Se relamió los belfos abultados con necesidad, frotándose con más ganas.

–Te quiero, pero no así –respondió el alfa.

La mandíbula bien formada de Jungkook estaba tan endurecida que debía dolerle el maxilar. Jimin pasó suavemente los dedos por el hueso que le daba forma a su mentón, sintiendo la aspereza de una barba incipiente.

–¿Por qué no? –cuestionó, besando la zona con suavidad. Las feromonas del alfa se estaban descontrolando, así como su fuerza de voluntad parecía flaquear. Su lobo luchaba por tomar el control, pero no podía dejarlo salir. Su parte animal era mucho más salvaje que la de un alfa convencional y podría lastimar al omega.

El pelirrosa tenía conocimiento de los sentimientos que albergaba el joven Jeon por él, y acostumbraba a tentarlo a propósito. Conocía su naturaleza apacible y educada. Era demasiado noble como para aprovecharse de alguien, aunque se le estuviese regalando en bandeja.

Continuó regando besos por la zona de su cuello, paladeando el sabor de las feromonas con gusto a café directo de la glándula de olor. Su boca se hizo agua y su lobo amenazó con salir, entre medio de lloriqueos necesitados. Quería que el alfa le correspondiera, que le siguiera el juego, que lo tomara.

La garganta contraria vibró contra sus labios. Un débil gruñido animal escapó de la boca de Jungkook, lo que motivó que la lubricación del omega manchara su short de lentejuelas hasta expandirse sobre la costosa tela del pantalón del mayor, que también ya se humedecía con el presemen de su propia polla.

–Si tanto dices que me quieres, ¿por qué no me tomas, alfa? –lo desafió Jimin, acariciando el torso musculoso y besando las comisuras de la boca ajena. Jungkook no podía hacer otra cosa que mantener los ojos cerrados, aguantando las ráfagas de placer que le inundaban–. Si te desabrocho el pantalón, tu polla podría deslizarse con tanta facilidad en mi interior. Resbalará bien profundo con lo mucho que me haces lubricar. Podrás llenarme y marcarme tan dentro... ¡Ah! Podría venirme con sólo imaginar tu nudo, alfa.

El rubio mordió sus labios y sujetó la cinturita estrecha del omega. Jimin pensó que lo haría a un lado, como había pasado en innumerables ocasiones. Fue enorme su sorpresa cuando las manos robustas lo presionaron hacia abajo, aumentando el contacto entre sus partes íntimas.

El omega se espantó y ahogó un gemido al ver ojos dorados brillando con decisión.

–¿Lo vas a hacer? –se estremeció, con la respiración entrecortada.

Estás así de ansioso porque te tome, omega, así que ¿por qué no?

–Eres un maldito pervertido –se quejó el pelirrosa en medio de una risita dulce, escondiendo el rostro sobre la glándula de olor que desprendía esa esencia que lo reconfortaba tanto.

Abandonó sus intenciones al ver que el otro intentaba usar la psicología a la inversa con él.

Ese eres tú, pequeño omega. Pero aun así me vuelves loco –sonrió el lado alfa, estrechando a Jimin para contagiarle su calor y obsequiarle un beso cariñoso en la cabellera. Supo que el más joven se sentía a gusto cuando escuchó a su lobito ronronear junto a una leve esencia a frutillas concentradas–. De verdad te quiero, Jimin.

–Yo también te quiero, alfa. Aunque seas un grano en el culo a veces –refunfuñó el pelirrosa, escondiendo una sonrisa y estrechando con más fuerza al sujeto que simulaba odiar, pero que su lobo muy en el fondo adoraba.

Hola, mis bebés! Sean bienvenidxs a una nueva historia! 💖💖

Sé que tengo mucho por actualizar pero, en mi defensa, quería darles un regalito por haberme aguantado durante tanto tiempo y por los casi 400 seguidores. Disfrútenla y espero le den todo su amor como a las otras historias 🙈

Tengan un bonito fin de semana. Les amo muchi muchi! 😍💕

-Neremet-

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