Los miré fijamente.
Landom, Lorena y mamá estaban en la sala, mientras los primeros estaban nerviosos. Creo que no se esperaban que estuviera tan seria al tocar este tema con más profundidad que la otra mañana, que solo me dijeron como tres palabras para tranquilizarme, pero no habíamos tenido una buena conversación hecha y derecha.
—Bien, ¿Por qué no me dijeron? — cuestioné, mirándolos a los tres.
Lorena miró nerviosa a su ¿novio?, si creo que novio. En fin, a mi querido hermano. Este la miró a ella abriendo los ojos con desesperación hablando entre miradas para después ambos mirarme nerviosos.
—Dove, tú sabes que te amo, ¿verdad? — dijo Lorena ganándose una mirada asesina de mi parte.
Mi mamá nos vio riendo.
—Yo les dije que no decírtelo les iba a traer problemas a ambos— les recordó mi madre a ellos.
—¡Mamá! ¡Tú también estas involucrada! — reclamó Landom, quién la miraba completamente serio.
Ella se sonrojó y me miró inocente.
—¿Sabes que eres mi hija favorita, ¿verdad linda? — me dijo ella acercándose a mi riéndose.
—Soy la única hija que tienes a parte del descarado de mi hermano— les reclamé, enojada mirando a mi hermano quién se hizo bolita.
—Cariño, por favor, no te lo quisieron contar por que aún no estaban claros, nunca estuve de acuerdo con que te lo ocultarán— me dijo abrazándome.
—¡No seas mentirosa mamá! — protestó mi hermano.
—¿Llamas mentirosa a tu madre? — contestó ella, indiganda y yo rode los ojos.
—¡Fuiste la que nos dijo que se lo ocultáramos! — se cruzó de brazos y negué con la cabeza.
Suspiré cansada y separé a mi madre de mi para acercarme a Lorena y Landom y regalarles una sonrisa. Tomé sus manos juntas y los abracé.
—Les voy a decir algo, y espero que se les quedé en su pequeña y diminuta neurona. —Ellos se echaron hacia atrás cuando se sintieron más amenazado con mis manos en las caderas— Como vuelvan a ocultarme algo así, de esa manera, les juro que les dejo de hablar por más de un mes, esas cosas no se hacen. Se supone que soy tu mejor amiga, Lorena —ella me sonríe apenada —, y se supone que soy tu hermana, Landom —este baja la cabeza —, se las voy a dejar pasar, pero no crean que eso siempre será así. Y Landom, —tome su barbilla para que me mirará —, como la hagas llorar te juro que te saco del linaje de la familia, sabes de lo que puedo llegar a ser capaz.
Él asintió rápidamente y Lorena carcajeo igual que mamá.
—Bien, felicidades— les dije dando un paso atrás—. Los quiero y quiero verlos feliz.
Mamá me abrazó por atrás y la miré extrañada.
—Yo igual les tengo que contar algo— nos dijo y encarné una ceja.
¡Oh no!
¡Oh sí, sí, sí!
Mi madre estaba nerviosa, tenía los labios temblorosos y su mirada estaba nerviosa. Sus manos estaban temblando y su mirada estaba en sus zapatos. Esto tenía nombre y apellido y no sé si estaba preparada para esto.
Fue la primera en la que miró, apenada y luego a la pareja detrás de mí.
—Conocí a alguien— nos dijo nerviosa.
Silencio, mis ojos se abrieron como platos. Hace siete años ella no conocía nadie después de... papá o si así se le podía llamar. Ella siempre nos dedicó tiempo a nosotros y no a ella. Se lo merecía, más que a nadie, ella merecía ser feliz por ser una madre y un padre a la vez.
Merecía conocer a alguien después de todo lo que sufrimos.
La abracé y fue algo que no se esperó por lo visto, se puso tiesa y luego me respondió el abrazo como si solo eso fuera lo que necesitaba.
—¡Muchas felicidades, mamá! — le dije besando su mejilla.
—Sí mamá, muchas felicidades — Landom la abrazó.
Ella tenía los ojos llenos de lágrimas y nos miró atenta.
—Creí que no se lo tomarían bien luego de... —ella me miró y supo que no tenía que mencionarlo—, bueno, lo importante es que mañana vendrá a cenar y quería presentárselos.
La observé ponerse nerviosa.
—Es una grandiosa idea, mamá— le dije y Landom asintió.
De pronto el timbre sonó y Lorena se levantó del sofá para caminar hacia la puerta. Siempre hacia lo mismo, ella abría cuando venía de visita —mamá siempre le dice que no es necesario—, es un lindo gesto de parte de ella.
Cuando abrió la puerta, frunció el ceño y caminé hacia ella.
—¿Qué pasa? ¿Quién es? — le pregunté.
Dirigí mi mirada con una sonrisa, pero desapareció al ver quién era. Lorena me sostuvo cuando casi me caigo de la impresión y di pasos atrás tratando de calmarme. Me empezó a latir el corazón con mucha fuerza cuando vi esos mismos ojos que me miraron por última vez con desilusión. Tragué saliva y miré a mamá y a Landom cuando se acercaron extrañados a la puerta, lo miré otra vez sin poder creermelo y cuando iba a articular una palabra, mamá se adelantó.
—¿Arthur? — Mi madre lo miro asombrada.
—¿Papá? — dijo de la misma manera, Landom.
Luego sentí como mis piernas y mi cuerpo desvanecían. Y fue ahí donde me di cuenta de que me había desmayado. La voz aterrada de mi madre fue lo último que pude escuchar cuándo perdí la conciencia en los brazos de Lorena.
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Me sentía débil, como si cada parte de mi cuerpo me reclamara por no haber descansado lo suficiente o haber hecho ejercicio en exceso, cosa que ninguna de las dos opciones era la realidad. Abrí mis ojos acostumbrándome a la luz de lo que parecía ser mi habitación y gruñí al darme cuenta de que tenía dolor de cabeza. A mi lado pude ver claramente que estaba mamá y Lorena, pasándome alcohol por la nariz.
—Hija, que susto nos diste. —Pasa una mano por mi cabello, y sonrió a medias.
¿Habrá sido un sueño?
No lo creo, mamá estaba demasiado sería para poder ser un sueño.
—Estoy bien, mamá— sonreí separándola cuando me dio un abrazo—, solo fue un desmayo, nada más.
Mamá me ayudo a sentarme.
—¿Dove, estas bien? ¿Segura? — me preguntó preocupada.
—¡Que sí, mamá! —bromee ganándome una risa de parte de Lorena y una mirada asesina de mamá.
—Te la voy a dejar pasar por que me asustaste— me dijo mamá.
Pero no pude contestar por que se escuchaban voces detrás de la puerta y sabía muy bien de quienes venían. Me levanté de la cama recobrando más fuerzas y caminé hasta la puerta. Mamá intentó detenerme, pero la miré y le dije que me dejará hacerlo, ella asintió preocupada. Aun así, me siguió cuando abrí la puerta y los enfrenté.
Landom me miró enseguida y abrió los ojos como platos. Se quedó parado sin decir nada, estaba rojo y supuse que estuvo discutiendo.
—Hija, ¿Cómo es...? — fue interrumpido por mí.
Mi mano se estampo en su mejilla mientras unas lágrimas recorrían mi rostro. Le había dado la bofetada más fuerte que había dado en mi vida. ¿Cómo se atrevía a venir luego de lo que hizo? Lo miré decepcionada y reí triste. ¿No le daba vergüenza?
—¿Cómo te atreves a venir aquí luego de lo que hiciste? ¿Ah? — le alce la voz, él iba a protestar, pero me adelante—. ¡Me vale que seas quién me engendró por qué para mí no eres mi padre, para mí no eres nadie, así que te habló como me dé la gana! ¿Entiendes? —Me miró sorprendido.
—Hija...
—¿Hija? ¿Hija? ¡¿Acabas de llamarme, hija?!— le espeté furiosa dando pasos hacia atrás—. ¿Quién te crees que eres como para llamarme así? — dije con los ojos llorosos.
Mi mamá se había colocado a mi lado al igual que Landom y Lorena. Ni siquiera dijeron nada cuando abofetee a mi... ¿Qué importa?
—Arthur, es mejor que te vayas— Mi mamá estaba realmente molesta.
—Esta también es mi casa, Maritza— le dijo, mirándola.
—¿Su casa? — susurre enojada— ¿Tú casa, Arthur? — ¡Oh vaya lo llame por su nombre!
Así se va a quedar.
Él me miró dolido. ¡Me valía si le dolía, él mismo se lo busco! Yo no paraba de lagrimar porque me dolía demasiado verlo, verlo ahí parado como si nada hubiese pasado.
De verdad era un idiota.
Es que, ¿Cómo se atrevía?
—Dove, cari... —se calló cuando lo miré inexpresiva y con ganas de golpearlo de nuevo—, entiendo que en estos momentos no te caiga tan bien, pero créeme que estoy arrepentido. Y más contigo— me dijo apenado.
Solté una risa burlona.
—Te odio— le apunté con el dedo y di un paso hacia él—, como no tienes idea, y quiero que este preciso instante, ¡Te largues! — le grité señalando la puerta—. No es que no me caigas bien, es que te odio con todo mi ser, Arthur Brigge— le aclaré.
Mis ojos estaban aguados, los sentía arder de ira.
—Creo que ya sabes dónde está la puerta, ¿no? — le dijo Landom mirándolo fijamente.
Y también enojado.
—Pero...— lo interrumpió mamá.
—¡Pero nada! ¡Largo! — cuestionó mi madre claramente harta.
Él asintió con la cabeza y dio pasos hacia atrás para luego bajar las escaleras sin antes verme por última vez. Miré hacia otro lado cuando lo hizo, no quería tener ningún contacto con él como tampoco quería saber de él. Cuando cruzo la puerta, fue inevitable que me volteará y abrazará a mi madre como hace nueve años.
Él lo había destruido todo, mi infancia entera.
Autora: Especial 3/4 33
Dlb/am!!
La canción con el cap. de verdad la hace!!