Una pareja 𝒑𝒆𝒄𝒖𝒍𝒊𝒂𝒓 e...

By BananaLivie

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"¿Estás invitándome al baile de navidad, Gellert? ¿¡A mi!?" - ¿A quien más sino, Albus? - ... ¿Acaso ese es... More

Escuelas Mágicas
Heterocromía

¿Sólo cortesía?

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By BananaLivie

— ¿De verdad? — carcajeo sin remedio cuando el joven cobrizo asintió sonrojado

— No le soltaba de la pierna, pensé que en cualquier momento lo lanzaría por el aire o lo estamparía contra el pasto. Quise ir a buscar a un profesor, pero Elphias me gritó que no le dejara solo. — aguanto la risa que quería escapar de su garganta, ese día su amigo se asusto demasiado.

— ¿Al final cómo hiciste? No dices que el arbol es muy peligroso.— señaló con la cabeza al arbol cerca de ellos. Después de un par de días de recorrido, Albus comenzó a contarle sus aventuras en el castillo y sus alrededores.

— Tuve que hablarle y acariciar sus ramas en disculpa antes de lanzar un hechizo a la rama que le soltaba. Por suerte conjuramos el hechizo paralizante y Elphias no cayó de bruses al suelo. Desde ese día no intentamos entrar. — confesó apenado, el no era mucho de romper las reglas pero le gustaba explorar.

— ¿Quieres volver a intentar? — preguntó analizando los movimientos del imponente sauce.

— ¡Que dices! No vamos a arriesgarnos, puede pasar de nuevo. — negó sorprendido mientras veía a Gellert levantarse del pasto.

— Oh, vamos. No tengo miedo, podemos intentarlo. — ánimo tomando al pelirrojo de los brazos para levantarlo.

— Gellert, no. No quiero que te pase nada, es peligroso. — insistió mirando los ojos bicolores intentando hacerlo desistir.

— Yo estoy contigo, Albus. Nada pasara, anda. Te veías muy ilusionado por saber quería hay allá abajo, sabremos arreglarnoslas. — sonrió ante el forcejeo causado entre ambos por la negación del mayor. — Anda, ¿no eres un gryffindor? —

— Sólo... sólo un poco. Si vemos que se pone muy riesgoso, regresamos. — aceptó por fin, realmente le interesaba qué había allá abajo entre las raíces del arbol tan antiguo. — ¿Cuál es el plan? —

— He estado observando un poco sus movimientos, debemos despistarlo desde otro lado para que podamos entrar. Pensé en algún hechizo con un animal. ¿Hay ciervos o algo parecido por aquí? — preguntó mirando alrededor.

— No hechizaras a un animal para que sea la carnada, ¿cierto? Eso es malévolo. — regañó mirando a los ojos del más alto.

— ¿Cómo crees? Era un broma. — viró los ojos desviando la mirada, al parecer Albus era demasiado bueno.

— Menos mal. ¿Qué haremos? Podemos despistarlo, pero no creo que un hechizo de ilusión funcione. —

— Debemos intentar con algo más práctico... déjamelo a mi. — tomó la mano del pecoso para avanzar hacia la imponente planta mágica  quizá era algo tonto pero en ocasiones era lo más efectivo.

En el suelo había una roca medianamente grande y por allá unos arbustos, quizá si...
Lanzó esta solamente para ver como las ramas se dirigían al arbusto, fue cuando corrió con el chico de su mano.

Sin darse cuenta, el sauce se percato de lo ocurrido y les empujó, dejándolos caer en el hueco que se formaba entre sus raíces. Abrazo al mayor intentando protegerlo de las ramas que se encontraban en el conducto, tarde cayeron en golpe en el suelo entierrado. El encima del pelirrojo.

Apretó la espalda del rubio entre sus piernas aún en el suelo, eso había sido doloroso. Incluso sintió la cabeza como si le hubieran lanzado un confundus. Abrió los ojos de a poco topándose con la mirada bicolor, esto le hizo soltarte.

— Perdón. — se disculpó removiendose.

— Está bien, eso fue intenso. — admitió mirando hacia atrás, levantándose de encima del mayor. — ¿No te lastimaste? — preguntó ayudándolo a parar.

Tomó las manos pálidas algo sucias de tierra, fue cuando observaron sorprendidos a su alrededor. Estaba oscuro, solamente un poco de los rayos de luz exterior entraba, olía intensamente a Petricor y hacía frío.
Gellert sacó su varita primero para iluminar el ambiente, ambos se quedaron estupefactos ante la vista.

Un lugar amplío como una sala de estar, pero hecho completamente de tierra y raíces. No había nada en especial, pero era curioso el espacio, era como una habitación debajo de la tierra. ¿Quién podría hacer esto?

Sintió sacudirse cuando el rubio les aplicó un hechizo limpiador a ambos, quitando la tierra de sus ropas.

— ¿Sabías que había esto aquí? — preguntó sorprendido.

— Leí en algún libro que el sauce era el acceso a algo misterioso, sólo eso. ¿Este lugar ocultara algo? — camino hasta llegar a una de las paredes y tocarla, parecía tierra comprimida. Sentía mucha energía pero era obvio, estaban debajo de la tierra.

Intento percibir algún rastro de magia que no fuese la del Sauce en cuestión, sólo logró sentir un ligero hilo.
Miró que Gellert observaba a la nada, intentando descifrar algo mentalmente. Cerró los ojos y caminó a ciegas hasta que se detuvo a su lado y abrió, mostrando sus orbes.

— Este lugar es muy antiguo. Solamente puedo sentir eso. — confesó volteando a ver los pedazos de cielo que el cobrizo poseía. Le gustaban mucho sus ojos.

— Yo sólo sentí un ápice de magia. — extrañamente ambos se sonrieron al otro, como si guardasen un secreto entre ellos. Quizá este sería su secreto.

— Yo sólo sentí la tuya. — dijo con honestidad mientras volvía a acercarse al pelirrojo. Tomó los hombros con delicadeza desde atrás y masajeo.

— Ah... — intentó no temblar ante la cercanía del búlgaro, y es que este lograba ponerle los nervios de punta, causaba aquel cosquilleo en su estómago que le era desconocido.

— ¿Qué hacemos? — preguntó en un susurro sin dejar de tocar los hombros ajenos.

— Anochecera pronto, deberíamos regresar... — respondió igual por los nervios.

— ¿Seguro? — se atrevió a abrazar a Albus por los hombros, recargando su rostro en en uno de estos. Le gustaba incluso como se sentía. El pelirrojo era delgado y cálido.

— Sí... — no entendía qué ocurría en ese momento, ¿por qué Gellert se le acercaba tanto al rostro? ¿por qué le abrazaba tan calidamente? No es que no le gustase, pero era muy nuevo para el.

Con nadie se había sentido de esa forma.

— Bien, vamos. —

Y como si nada le sonrió soltandole, no entendía a Gellert. ¿Así eran en Bulgaria? Nunca había conocido a alguien así.

— Con cuidado, podríamos caer de nuevo. — indicó poniéndose detrás de Albus, ayudándolo a subir por el estrecho pasillo.

Le tomó por las caderas para dar el primero impulso y emprender la subida. Cuidaba que el pelirrojo pisara en un buen lugar mientras sostenía con una mano su varita y apoyaba los brazos en los laterales. Evitó mirar el trasero del mayor, no era tan descarado para hacer aquello. Lo habían educado bien en casa.

Aunque no podía evitar erizarse ante la magia que el ojiazul desprendía, tenía mucho potencial, podía sentirlo.
Su magia se acoplaba a la ajena como si de conocerse se tratase, era extraño y atrayente.

Deseo comerse a besos al chico cuando estaban abajo solos, más temió lanzarsele como si nada y salir hechizado, no estaba seguro de que Albus tuviese los mismos gustos y sólo avanzaría si notaba que el sentimiento era mutuo.

— Cuidado, ¿cómo saldremos? — preguntó antes de chocar el rubio. — Lo lamento. — que no viera lo sonrojado que estaba, por favor, Merlín.

— Tendremos que hacer lo mismo, pero más rápido. ¿Listo para correr? — abrazo por la cintura, de nuevo ayudando para salir del pequeño hueco.

— Listo. — asintió tomando con nerviosismo la mano en su estómago.

Cuando Gellert lanzó otra piedra corrieron sin mirar atrás, la adrenalina subió a su cabeza, sintió sus músculos al 100% y su corazón acelerarse mientras el rubio tomaba su mano y corría a su lado. Todo fue como en cámara lenta, derrepente el menor se lanzó sobre el haciéndolos rodar por el pasto.

Sólo recobro una vista clara cuando quedó acostado en la hierva, el chico de ojos bicolor le abrazaba y reía con la piel de las mejillas comenzando a enrojecerse.
Estaban llenos de pasto y flores, habían rodado por el suelo al caer.

— Casi nos lanza al otro lado del castillo, tuve que aventarnos. — explicó entre risas.

Carcajeo junto al rubio, había sido realmente divertido. Estaba tirados en el pasto con el uniforme hecho un desastre, su pantalón estaba embarrado de verde y las botas de Gellert tenían lodo. Los cabellos de ambos tenían flores y hojas.

— Gracias, entonces. — contestó risueño.

— Eres realmente precioso, Albus... — confesó embelesado en la imágen delante de el que la vida le regalaba.

Y es que Albus Dumbledore era la persona más bella que habían mirado sus ojos, nadie se comparaba a su impoluta belleza que cada fibra de su ser poseía.
Entendió lo que su visión intentó mostrarle, era al amor de su vida, muy en el fondo esperaba que ese amor fuese correspondido y no sólo unilateral.

Por primera vez sentía que podría hacer lo que sea para enamorarle, si tenía que sacar a relucir cada punto de su galantería, lo haría.

— Debemos regresar, no quiero que te regañen por llegar fuera de hora. — comentó levantándose rápido. Ahora menos entendía al búlgaro, derrepente le halagaba de esas formas dejándolo sin más palabras que cambiar de tema.

— ¿Estás libre, precioso? — preguntó al mayor, alcanzandole fuera del castillo.

— Me asustas, Gellert. — rió ante el susto que el extranjero le provocaba cada vez que llegaba por sus espaldas, aún no se acostumbraba. — Sí, la profesora de astronomía se sentía un poco indispuesta y fue a la enfermería. — explicó con preocupación.

— Y seguramente el bondadoso Albus Dumbledore la acompañó hasta la enfermería y se aseguro de que estuviese bien. — completo mirando las brillantes orbes.

— ¡Oye! ¿cómo lo sabes? — reclamó empujando ligeramente al rubio. Tenían apenas menos una semana de conocerse y este ya predecía sus movimientos.

— Porque eres un amor de persona, Albus. Tienes un alma buena y pura, no puedes evitar preocuparte por todo el mundo. — aseguró sonriendo.

— Sólo me gusta ser amable... —

— Oh, mira. Esto es para ti. — extendió una pequeña caja con dulces de limón y chocolates. — Fuimos al pueblo esta mañana y pensé en ti. — comentó cuando el cobrizo tomó la caja.

— ¿Cómo-? — miro estupefacto la caja, esos dulces eran costosos, siempre quise probarlos más no contaba con tanto dinero.

— Siempre hueles a limón y te he visto comer dulces de ese sabor. Supuse que te gustaban demasiado. — completo de nuevo con suficiencia.

— Gracias... sí, me gusta mucho el sabor a limón. Es un gran detalle. — comentó aguantando las ganas de tomar uno y meterselo a la boca en ese momento.

— No es nada, me encanta verte feliz. De hecho quería hablarte de algo... —

— ¡Hola! — un grupo de chicas yacían delante de su camino, tapando el pasó a ambos. Una de ellas dió un paso hacia ellos, era castaña y de ojos verdes, de Slytherin. — Ammm, disculpen por interferir, sólo será un momento. — comentó mirando al rubio.

— Adelante... — asintió reconociendo a las chicas, iba a irse, más la mano del más alto le detuvo.

— Está bien, ¿ocurre algo, señorita? — preguntó amable.

— Mucho gusto, Amanda Lestrange. Me preguntaba si ya cuentas con pareja para el baile, te he visto y luces agradable. — comentó sonriente, ignorandolo completamente.

Ahora sí quiso irse, un dolor en el fondo de su pecho emergió, el no tendría que sentirse así, estaba mal. No tenía nada porque sentirse así.
Ella era una chica hermosa sangre pura, Grindelwald también, hacían buena pareja. Intentó mantener su rostro inexpresivo cuando unas inmensas ganas de llorar se instalaron en su pecho. Era tan ridículo...

— Lo lamento, señorita Lestrange... sí, ya cuento con pareja. — contestó asintiendo.

— Oh... bueno, me retiro. — la chica dió la vuelta a sus amigas y se marchó sin más.

— Vaya, que cosas pasan. — dijo divertido. — ¿Albus? ¡Albus! — el pelirrojo ya no estaba.

Corrió en cuanto pudo, su rostro lleno de lágrimas podría notarse en cualquier momento, no sabía que Gellert se estaba viendo con otra persona. Debió ser obvio, si era tan sociable y agradable seguro hizo más amigos que el. Fue un tonto egoísta cuando se sintió punto de interés para el rubio.
Esos comentarios respecto a su apariencia, el obsequio de hace un rato, que lo buscase tanto... sólo era cortesía.

Sólo necesitaba huir a un lugar apartado, se adentraría al bosque hacia el lago negro, allí siempre estaba solo. Sí, eso haría.

Esooo, dije que actualizaría y lo hice.
*Orgullo en persona depresiva*

Espero les esté gustando, este fic no será muy extenso, por eso los capítulos cortos.
Quizá unos 7 capítulos con un epílogo y un par de extras. Jsjsjs.

Necesitaba algo soft después de tanto llanto.

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