Heterocromía

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No había poderle contarle a nadie como esos ojos me atraparon en menos de lo qu esperaba, durante mucho tiempo no pude quitarle la mirada de encima

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No había poderle contarle a nadie como esos ojos me atraparon en menos de lo qu esperaba, durante mucho tiempo no pude quitarle la mirada de encima.

Durmstrang se terminó sentando con Slytherin y solamente logré mirarlo a la lejanía, bajo ese gorro de un potente rojo, guardaba un cabello rubio brillante, sus facciones eran delicadas y frías igual que su expresión, note como se limitó a hablar con pocos y no fue una charla larga, quizá no hablaba inglés o simplemente no quería convivir.

Aguante mis ganas de callar a Elphias quien no paraba de parlotear acerca de los nuevos visitantes y sus peculiares uniformes o rasgos, era alguien muy curioso y por eso solía llevarme bien con el, más no creía poder hablarle del bonito chico del que no quitaba la mirada.

Sabía que me gustaban los chicos, lo supe desde hace mucho tiempo. Al estar en una escuela llena de adolescentes comienzas a presenciar ciertos romances y todos estos eran heterosexuales, no pude ignorar lo extraño que esto me pareció. A mi nunca me había gustado una chica, eran bonitas y todo, pero nunca encontré algo que me atrajera en particular, no causaba nada en mi. Hasta que me permití observar en otra dirección, los chicos sí eran atractivos, sólo algunos, todos eran lindos a su manera pero pocos llegaron a llamar un poco más su atención y no había encontrado algún patrón.

Tampoco había tenido nada más allá con alguno, jamás había escuchado acerca del amor entre dos hombres y gracias a su investigación, descubrió que no era algo muy visto. Claro que habían parejas del mismo género tanto en el mundo muggle como mágico, no era un "problema" en el mundo mágico. Se tenía la creencia que te unías con alguien compatible y digno de ti, con alguien con quien sus magias pudieran llevarse bien y se agradarán siendo una sola, así que sí había parejas de dos magos y dos brujas, más no era algo que pasara mucho.

Se tranquilizó ante esto, entendía que no era un raro sólo tenía gustos peculiares y listo. También se preguntó si su magia terminaría encajando con la de una bruja, qué haría si ella claramente no le gustaba, pero después entendió que tenía que ser así para casarse y llegar a formar una familia, aunque la familia nunca fue algo que llamó mucho su atención, de hecho no era tan apegado a la suya. Ya el tiempo diría.

Más aunque supiera todo esto no ayudo a que consiguiera tener una pareja, por ahora quería mantenerlo oculto. Era algo privado de el y ya vería cuando sea más grande si conocía a alguien, no se lanzaría a un chico aunque este le pareciera muy atractivo y le gustará, no podía. El no sabía si este también tenía sus gustos y no se arriesgaría a ganarse una maldición.

Solo estaba bien, por ahora.

Así que la sensación de atracción inminente que aquellas orbes bicolor le generaban no era algo normal en su sistema, como un desconocido genero tanta intriga con su caminata elegante, mirada sin expresión y rostro imperturbable, incluso la forma en la que movía sus manos cuando comía le fue atractiva. Poseía modales marcados y se notaba que tenía una buena educación, hasta la forma al limpiar sus comisuras lo denotaban.
No podía ser que le gustara alguien tan pulcro y estoico. No es que el tuviera los mejores modales de la sociedad mágica, pero le gustaba lucir decente, aunque su familia se burlara.

Una pareja 𝒑𝒆𝒄𝒖𝒍𝒊𝒂𝒓 en el baile de Navidad. ~ Grindeldore Where stories live. Discover now