EL NOVIAZGO_EDITADA

By MargySilva

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Esta es una versión depurada, detallista, extendida y editada de mi historia alterna o continuación de Yo soy... More

Dedicatoria
Unas palabras de mí para ustedes, lectores...
Prefacio
Un milagro
Somos novios

Lo que pasó en Venezuela.

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By MargySilva

Hace unos minutos estaba dispuesta a irme de ECOMODA sin esperar a que culminara el embargo (que estaba muy cerca de suceder) y a dejar mi historia con él atrás. Era consciente que una parte de mi corazón, que estaba apegado a los recuerdos vividos junto a él en estas cuatro paredes, se quedaría aquí para siempre.

Creí que aceptar la presidencia que a regañadientes me habían ofrecido, sería una forma de enmendar mis errores pasados, ponerle punto final a mi historia en ECOMODA y poder así marcharme en paz y con la cabeza en alto. Cada día era más difícil resistirme a él y a sus convincentes miradas y discursos sobre su amor por mí. Le demostraba que odiaba sus asedios, le aseguraba que no creía nada de lo que decía, pero por dentro me estaba matando la duda. ¿Y si fuese verdad que se enamoró de mí? , me preguntaba, ¡No, qué va enamorarse de mí! ¡Oh, claro, le gusta esta nueva versión, más bonita y más presentable! ¿Soy tan fácil de engañar o él es muy bueno fingiendo? ¡No te engañes, Betty, es por tu cambio de apariencia que ahora le atraes, y porque tienes en tus manos su empresa! ¿Por qué te alegras, corazón necio y traidor, de escuchar esas palabras que ya antes te dijo y que fueron mentiras? ¿No te bastó esa maldita carta para entender quién es él y qué significaste en su vida?... así se la pasaba mi cabeza todos los días: en un debate interno tortuoso y desgastante de nunca acabar. Ni siquiera ser el blanco constante de los que me consideraban su enemiga, me preocupaba tanto como esa placentera debilidad que experimentaba mi cuerpo al estar cerca de él, siendo objeto de su atención y sus palabras de aliento.

Por una parte quería que me dejara en paz, que no mostrara tanta condescendencia conmigo, ni que tomara esa extraña postura mesurada y calmada, que nunca tuvo y que tanto me confundía ahora. Empero, por otra parte, no quería que se alejara de la que es su empresa, ni que se alejara de mí en estos momentos. Su presencia y sus palabras me infundían valor, como en otros tiempos, y mi corazón como un tonto se aceleraba cuando decía que me amaba, como si hubiese olvidado todo el dolor pasado.

Cuando don Armando estuvo en el exterior, trabajando en las franquicias, creí por un momento que era lo mejor, que recuperaría el dominio sobre mis sentimientos y lograría así, la tranquilidad y el sosiego que necesitaba para cumplir mi misión en ECOMODA. Sin embargo, no me esperaba el mutismo que sucedió ese mes completo, en el que no recibí llamadas o correos suyos, sino tan solo reportes o informes sobre su gestión, que además, no recibía directamente yo, sino Sandra.

A través de Sandra me enteré de las citas con empresarios que tenía previstas, los nombres de los ejecutivos, los destinos que iba recorriendo y los frutos que iba dando su trabajo. Todo apuntaba a que estaba solo, y que en ningún momento se había encontrado con doña Marcela. Aquello me afectó, me puso inquieta, tanto que varias noches me costó conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en que esta vez él estaba libre para hacer lo que quisiera, para conocer mujeres bellas y tal vez, para enamorarse. ¿Por qué no preguntaba por mí? ¿Por qué no me llamaba al directo, aunque sea para hablar de negocios? ¿Por qué presentía que a su regreso alguna sorpresa me traería?

Creí que mi infierno era este: estar rodeada de gente que de verdad me odiaba y a la cual me veía forzada en ayudar. Pero no, mi infierno es y sería por no sé cuánto tiempo más, estar enamorada de un hombre que nunca lo estuvo ni lo estaría.

**************************************************************************************

He estado viajando por dos semanas consecutivas a varios países de Latinoamérica por el asunto de las franquicias. Hasta el momento mi propuesta de negocio ha sido escuchada con interés, causando eco en los empresarios que me concedieron entrevista. La mayoría de ellos me ha asegurado una visita a la brevedad posible para conocer las instalaciones de ECOMODA y, sobre todo, para conocer a nuestra presidente, cuyo nombre y cualidades no he perdido oportunidad de resaltar y darle los debidos créditos.

Por primera vez en mucho tiempo me siento útil. A pesar de estar lejos de lo que más amo en la vida (que no puedo tener o no merezco tener), me siento entusiasmado y lleno de perspectivas nuevas que hacen cada día más ligero y entretenido.

Estos días he estado durmiendo solo en diferentes hoteles, a horas tempranas nunca antes vistas, entre las 9 y las 10 de la noche, totalmente sobrio; He conocido mujeres bellísimas e inteligentes, mujeres con experiencia y que saben lo que quieren en la vida, a las cuales en otro tiempo hubiera galanteado a lo poco, pero que ahora no me producen nada. El recuerdo de Beatriz no lo ha matado la distancia ni el tiempo, más bien parece que se fortalece, que tiene más efecto en mi anatomía que la cercanía de todas esas mujeres con las que he compartido una cena y una charla sin importancia.

Marcela no me ha llamado ni una sola vez y eso es extrañísimo. Cuando anuncié mi viaje se sorprendió, lo mismo que Beatriz. Sin embargo, al poco tiempo bajó la guardia por si sola y se puso contenta. Me imagino que reconsideró la idea y le pareció beneficiosa para nuestra relación. Lo que no alcanza a sospechar es que mi intención de terminar lo que sea que tenemos, es definitiva, y en realidad, lo único que me retiene hacer lo inevitable es la certeza de que eso desataría un conflicto insuperable entre ella y Beatriz, que en estos delicados momentos no puede suceder por el bien de ECOMODA. Lo sé, estoy siendo egoísta, un cretino, un mentiroso, pero por primera vez no es por mi propio beneficio, sino por el de todos.

A través de este viaje no busco alejarme de los problemas, sino más bien enfrentarlos y poner mis pensamientos en orden. No vine aquí para renunciar a Beatriz. ¿Cómo podría renunciar al amor de mi vida cuando me ha demostrado que es más virtuosa y buena de lo que yo pensaba? Sé que no soy merecedor de ella, pero al menos estoy luchando por algún día serlo.

Armando Mendoza cerró con broche de oro su agitada agenda de negocios en Caracas, Venezuela. El país vecino de su natal Colombia se podía jactar de tener una industria textil y de confección muy sólida y destacada que muy bien podía competir con cualquier país del hemisferio.

Armando había escuchado hablar maravillas de MODA INC VENEZUELA. De hecho, conocía su tienda ubicada en Miami, Florida, la cual, por haberse atrevido a decirle adiós a la exclusividad antes que todas las empresas de su misma naturaleza, se había ganado el repudio de Hugo Lombardi y de otros diseñadores puristas que preferían ser enterrados vivos con su dignidad, antes que ver sus diseños copiados mil veces.

Armando llegó a Caracas un jueves por la tarde. El clima estaba tan frío como en Bogotá durante el invierno. La gente se paseaba por las avenidas como hormigas. El aire navideño ya estaba presente en cada rincón de la ciudad.

Un taxi lo llevó hasta el edificio de MODA INC VENEZUELA, cuya fachada cubierta de cristales era más lujosa y moderna que la de ECOMODA. En ese edificio de cuatro pisos solo estaban ubicadas sus oficinas administrativas, mas no su planta de producción, así que era relativamente pequeño por eso. Antes de presentarse y de solicitar audiencia, Armando ya había investigado sobre la compañía en cuestión, y esto es lo que sabía:

Era una empresa relativamente nueva (20 años en el mercado), y que estaba en auge.

Se creó con capital nacional.

Arturo Medina era el hombre al frente de la compañía, y uno de los socios, al igual que sus dos hermanos.

Era la empresa de moda venezolana más versátil y la única con presencia en Estados Unidos.

Por estas características Armando la eligió, por encima de un par de empresas que le hacían competencia en el mercado nacional venezolano. MODA INC VENEZUELA representaba los intereses y nuevos lineamientos de ECOMODA, los cuales se salían del molde y lo tradicional lo necesario para abrirse al mercado internacional. Dichos lineamientos, sin embargo, para algunos habían sido vistos como una transgresión hacia los pilares de la moda, mientras que para otros (la mayoría) simplemente eran inteligentes y atrevidos. Justo lo que necesitaba una empresa que estaba saliendo del atolladero comercial y el caos financiero.

Esa misma mañana Armando había tomado un avión desde Panamá rumbo a Venezuela. Ahí había estado tres días tratando con gente de una empresa textil que, a pesar de ser pequeña, estaba apuntalando a lo alto. El clima húmedo y caluroso de la capital de Panamá, tan distinto al que estaba acostumbrado, le hizo recordar sus vacaciones familiares en Santa Marta y Cartagena, cuando todavía su hermana Camila no se había ido a Suiza. Después de tanto tiempo veía esos recuerdos como si fueran sueños.

Una mujer alta, de cabello negro y largo, de ojos profundos y negros, impecablemente maquillada y vestida acorde a sus funciones, llevó a Armando hasta la sala de juntas de MODA INC VENEZUELA, donde el propio Arturo Medina le recibiría. El lugar era espacioso, muy bien iluminado, acondicionado y olía a pintura fresca. La mujer portaba en la solapa de su blazer azul oscuro un carnet que la identificaba como Beatriz Medina, asistente de presidencia. Armando no pudo evitar quedarse viendo el carnet, con expresión de intriga y sorpresa. Rápidamente la mujer se dio cuenta de su insistente mirada y, suponiendo que estaba mostrando un poco de más, se acomodó el blazer.

--¿Es usted pariente del señor Arturo Medina? –Preguntó Armando, finalmente. –

La mujer se estaba empezando a hacer ideas equivocadas con la prestante figura masculina que estaba de visita esa tarde. Al principio quiso ser modesta y recatada, porque es la reacción instintiva de una mujer que se siente observada por un extraño. Sin embargo, al reparar en lo atractivo que era el hombre que la miraba, cambió de actitud.

La mujer se echó a reír ante la pregunta de Armando. Se puso seria de repente y negó con la cabeza.

--No, claro que no. ¡Solo tengo la fortuna de llevar su apellido, pero no somos familia, no! ¡Ya quisiera! –Dijo la mujer, torciendo los ojos. –

--Claro, el apellido Medina es bastante común...--Dijo Armando, sintiéndose un poco tonto por fijarse tanto en el detalle del apellido de la joven, por no mencionar el nombre. –

--Sí, lo es... Ya he ahondado en mi árbol genealógico para ver si tengo alguna conexión con don Arturo, pero no, no es así; Pertenecemos a distinto linaje. –Dijo la mujer, poniéndose apesarada—El señor Arturo es muy buena persona, relajado, muy buen jefe. Cuando me contrataron, el señor de recursos humanos me echó en cara que había sido gracias a mi apellido. Pero más tarde, ese mismo día, el señor Medina se sorprendió por la coincidencia y se mostró contento de tenerme como su asistente. ¡Imagine usted, el apenas se estaba dando cuenta de ese detalle! –Dijo la mujer, ya entrada en confianzas. –

--Si yo no me hubiera involucrado en la escogencia de mi asistente, muchas cosas serían diferentes en mi vida... –Dijo Armando, más para sí mismo que para la mujer que ya se hallaba cómoda conversando con él. —

En ese momento hizo entrada una mujer de belleza sobresaliente. Llevaba puesto un maxi vestido negro ceñido al cuerpo y un cinturón dorado, que le hacía ver la cintura tan pequeña que a Armando le pareció podía caber en la palma de su mano. Su cabello negro y suelto caía como una cortina pesada sobre su espalda. Tenía toda la pinta de ser una súper modelo o una reina de belleza.

La asistente del señor Medina la presentó antes que ella lo hiciera.

--¡Ah, Miss Alejandra, aquí está el señor que estaba esperando, el empresario de Colombia! –Dijo la mujer llamada Beatriz. –

--Hola, buenas tardes, Señor Mendoza. ¿Cómo le va? ¿Cómo le ha tratado el país? –-Dijo Alejandra, extendiendo su delgado brazo hacia Armando y ensanchando una sonrisa que dejaba sus muelas. –

Armando estrechó su mano con la de ella y replicó: Muy bien, con grandes expectativas de esta reunión. No he tenido oportunidad de conocer la ciudad, apenas estoy bajando del avión ¿Cómo está usted? –-

A Alejandra le agradó el tacto delicado y suave de Armando, pero lo que más le gustó, es que la vio sin demasiado interés, como si su físico no despertara en él lo que siempre despierta la belleza femenina en todos los hombres: el deseo.

--¡Muy bien, hoy ha sido un día productivo! No hay nada que me alegre más que sentir que he hecho cosas importantes. ¿Ya le ofrecieron algo de tomar? –Dijo Alejandra. –-

--Un café bien cargado y con una cucharada de azúcar, por favor. –Replicó Armando. –

--Estaba acomodando al señor Mendoza cuando usted apareció Miss Alejandra. ¿Pido algo de tomar para usted y para el señor Medina? –Inquirió Beatriz. —

--El señor Medina no vendrá. Lamentablemente tuvo que salir a resolver un asunto que solicitaba su presencia inmediata... Puedes pedir a cafetería un vaso con agua para mí, por favor. Gracias, Beth. –Dijo Alejandra, haciendo un ademán para invitar a Armando a que tomara asiento. –

Alejandra entró en materia prontamente. Invitó a Armando a que expusiera su propuesta de negocios, pues ya sabía el motivo de su presencia y ciertos detalles de la empresa que representaba.

Armando llevaba consigo un maletín con varias copias de su plan de negocio-franquicia, debidamente explicado en números. Todo estaba muy bien definido, proyectado e ilustrado. Sin embargo, Alejandra puso especial atención y valoró más el dominio y entusiasmo que Armando mostraba al defender su proyecto.

--Me imagino que usted conoce el giro de negocio de nuestra empresa. Nosotros somos más flexibles y abiertos que muchas otras empresas de confección y textiles. Hemos conseguido mucho en poco tiempo, y eso ha sido gracias a que estamos en la carrera de crear tendencias a costos accesibles. —Dijo Alejandra. – Venezuela no es París, ni es Milán. Aquí la gente entiende por moda todo aquello que es tendencia, que todos quieren vestir y que, sobre todo, está al alcance de su bolsillo. Lo sofisticado y diferente no es lo más importante para las grandes mayorías. Creo que esa misma realidad se vive en toda Latinoamérica. –Dijo Alejandra, una vez Armando explicó su idea de negocio. --

--Así es, es una constante en toda la región. Precisamente esa estrategia de negocios ha hecho grande a ECOMODA, y por supuesto, no la rechazamos, sino que la queremos ajustar a la realidad. Queremos conquistar nuevos mercados, y sabemos que para eso tenemos que diversificarnos. ¿Sabe cuántas empresas de confección hay actualmente en Colombia? ¡15, y la mayoría surgieron hace poco más de 20 años! Sin embargo, modestia aparte, ninguna acapara la atención de los medios internacionales y nacionales como nosotros. Hasta hace poco eso era lo importante, pero hoy no es suficiente. Hay tan buena competencia, que no podemos perdernos la oportunidad crecer al ritmo que la gente demanda. –Dijo Armando—

– Por lo que he escuchado, ECOMODA es una de las empresas más antiguas de confección y de moda de Colombia. Ustedes venden exclusividad, nosotros no estamos interesados en eso. Eso ya no funciona en un mercado competitivo. ¿Por qué cambiaron tan drásticamente su concepto y sus estrategias de negocios? –Inquirió Alejandra, curiosa. –

Armando hubiera querido tener a Beatriz a su lado para que ella respondiera a esa pregunta con la ferocidad y elocuencia que solía hacerlo.

--Yo empecé cambiando ECOMODA mediante la ampliación de su área de producción. Invertimos casi 2 millones de dólares para modernizarla. Así que esto ha sido un proceso que ha tomado tiempo, no ha sido de la noche a la mañana. De hecho, mi osada propuesta de negocio con que gané la presidencia consideraba duplicar las ventas... --Armando se echó una risa triste al recordar su malogrado plan de negocios. –Pero usted sabe que eso es imposible de lograr sin modificar costos y sin abrirnos a nuevos mercados. Peor si nos aqueja una recesión económica. –Dijo Armando—

--Tengo entendido que usted ya no es el presidente de ECOMODA. Lo digo porque sus correos fueron en calidad de accionista y ejecutivo del área comercial. –Dijo Alejandra. —

--Sí, así es, ya no soy el presidente de ECOMODA, pero le aseguro que eso no es ningún problema. Esta propuesta que le acabo de presentar no es mía, si no de la nueva presidente. –Dijo Armando, sin poder evitar sonreír y sentirse orgulloso de decirlo. –

--Usted la ha defendido muy bien. ¿Quién ideó esta propuesta tan distinta a lo que ustedes han hecho toda la vida? –Inquirió Alejandra. –

--La ideó una economista muy brillante, su nombre es Beatriz Pinzón Solano—replicó Armando. –

Armando extendió su estadía en Venezuela por dos días más. Alejandra le convenció de que se quedara un poco más para mostrarle la planta de producción de MODA INC VENEZUELA y, por supuesto, para que pudiera tener una entrevista personalmente con el señor Medina, que pudo atenderlo hasta tres días después de haber él llegado a Venezuela.

Alejandra Zing le resumió al señor Medina todo lo tratado en la reunión. Quiso ser lo más objetiva posible, pero los sentimientos de simpatía y atracción que Armando le había generado la traicionaban de vez en cuando. Arturo Medina se dio cuenta de que Alejandra, su ejecutiva estrella, estaba muy entusiasmada con la idea de hacer negocios en Colombia.

--Bueno, chica, ya estoy entusiasmado por conocer al tal Armando Mendoza. Lo que necesito es que me asegures que estás viendo esto con cabeza fría, la que siempre has tenido para los negocios. ¿Vale? –Dijo Arturo Medina, manteniendo sobre Alejandra una mirada suspicaz. –

--Por supuesto que todo esto se trata de una relación comercial ventajosa. Lo único que hace falta es que usted se reúna con el señor Armando Mendoza y se haga su propio juicio de lo que nos propone. –Dijo Alejandra. --

--Cítalo el lunes temprano, a las 9 de la mañana, por favor. Así evitamos que otro imprevisto como el del otro día me obligue a perder semejante encuentro. –Dijo Arturo Medina. –

Arturo Medina conocía a Alejandra desde que era modelo profesional y aspirante a reina de belleza. Él vio en ella lo que casi nadie ve en una mujer nacida con la bendición de ser bella, y eso era su inteligencia, su astucia para los negocios y su innata forma de liderar. Había cierta cercanía entre ellos dos. Él no la veía solo como una empleada más, si no que la apreciaba como parte de su familia y le tenía mucha confianza. Ella también se sentía de la misma manera con respecto a él.

Cuando se reunió con Armando Mendoza, Arturo pudo comprobar que era un sujeto agradable y muy apasionado por su empresa. Distinguió en él atributos que Alejandra también tenía. De esos que son más productivos que la belleza, y que hicieron de Alejandra algo más que un molde donde mostrar ropa.

--Bien, Alejandra, me parece que sigues teniendo muy buen juicio para los negocios. Quiero que viajes a Colombia a final de mes y te cerciores de todo lo que Mendoza nos dijo. Me interesa que estés para la próxima colección de ECOMODA. – Determinó Arturo Medina. –

*******************************************************************************************

"No puedo negarlo, estoy empezando a ver objetivamente mi incapacidad de acostarme con otras mujeres. Calderón se ha encargado, con sus burlas todo el tiempo, de que empiece a preocuparme y a alejarme de la visión romántica que tengo del asunto. Me llama todos los días para saber si amanecí con alguna mujer en mi habitación de hotel y, como yo le respondo la verdad, no pierde oportunidad de restregarme en la cara y con detalles sus aventuras y todo lo que me estoy perdiendo", reflexionaba Armando.

--Armando, hermano, usted no puede seguir así. Usted nunca tuvo tanta libertad como ahora, y vea cómo lo desperdicia. En cualquier momento le cae Marcela por allá o, peor, usted se acuesta con cualquiera por ahí que le recuerde a Betty... ¿Qué tal que se enrede con una parecida a su antigua versión? –Calderón se carcajeó-- ¿Es posible que haya más mujeres orugas? El otro día estaba pensando en eso, en que Betty era una mujer oruga, hasta que se convirtió en una bella mariposa. –De nuevo rompió en risas. -- Todavía me parece increíble que hables con tristeza del cambio de Betty, como si descubrir ese potencial oculto no fuera maravilloso... ¿Aló, Armando? ¿Sigue ahí? Bueno, hermano, le recuerdo que no puede apelar por mucho más tiempo al auto placer, porque entonces usted se va volver gay o una bomba a punto de explotar, que en cualquier momento le va saltar a la yugular a cualquiera por ahí. –-

--Sí, a usted le voy a caer en la yugular con algo filoso que lo haga callar de una vez. –Replicó Armando, fastidiado. —

Mario se echó a reír estruendosamente y Armando tuvo que apartar el auricular de su oreja para no quedar sordo.

-- No se le vaya a ocurrir contar su drama, su dificultad viril con ninguna otra persona. El resto no va entender que usted está embrujado, digo, enamorado – Dijo Mario. —

La noche anterior Armando había aceptado salir a cenar con Alejandra Zing. Fue una cena a modo de despedida, ya que al día siguiente Armando regresaba a Colombia. Los días anteriores Alejandra se había tomado el tiempo de llevarlo a conocer lugares turísticos de Caracas, como la Catedral y el Museo de Arte Colonial.

Armando se sintió muy cómodo en su compañía, especialmente atendido y, por supuesto, aunque sutiles fueron las señales, se dio cuenta del interés que Alejandra tenía en él. Armando fue amable con ella, conversador, pero para nada fue lo que Alejandra se esperaba.

A pesar de estar acostumbrada a las miradas de deseo de los hombres, a sus galanteos, incluso su morbosidad, Alejandra casi siempre terminaba odiando ser objeto de ellas. Sin embargo, durante cinco días, se estuvo preguntando por qué Armando no intentaba seducirla, tomarle la mano, elogiarle la ropa, su físico o simplemente mirarla con deseo. "¿Hay más hombres como él? Me parece extraño que nunca hable de su novia. De hecho, hasta tengo la impresión de que no le gusta hablar de ella, pensó Alejandra Zing. Sin embargo, habla con tanto entusiasmo de la mujer que dirige su empresa, como si la conociera muy bien. "

--Me parece admirable que hayas dejado la presidencia de tu empresa para cedérsela a otra persona, según tú, más capacitada. –Dijo Alejandra. – No cualquier persona hace eso, mucho menos si tiene el poder y derecho de ocupar ese puesto. –

--No se la cedí a nadie. Ojalá hubiera sido tan humilde para reconocer que estaba incapacitado para dirigir mi propia empresa. No estaba en mis planes contarte esto, pero después de la confianza que me has brindado, no puedo mentirte. Yo fui destituido de ECOMODA. –Dijo Armando, rogando porque ella no preguntara las razones. --

Alejandra se sorprendió por la nube que se instaló en la mirada de Armando después de confesar lo que seguramente le causaba vergüenza.

--Beatriz debe ser una mujer muy inteligente y preparada, como para tener la aprobación de toda la junta directiva. ¡Me encantaría conocerla! –Dijo Alejandra. –

--¡Honestamente, es lo mejor que le pudo pasar a ECOMODA...! –- Armando quiso agregar a esa oración a su propia persona, pero prefirió omitirlo, para así evitar que Alejandra se diera cuenta de sus sentimientos por Beatriz y de todo lo demás.-

Alejandra no tenía dudas de que Armando estaba profundamente enamorado, pero tenía la impresión de que ese amor le ponía triste, en vez de feliz. Además, cuando ella le preguntaba por Marcela y su matrimonio con ella, el evadía la pregunta y parecía incómodo.

--Disculpa que me meta, pero hablas tan poco de tu prometida, que me pareces el novio menos entusiasmado que he visto en mi vida. –Dijo Alejandra. –

Armando sonrió de lado.

--Mañana que llegue a Colombia me haré cargo de mi vida sentimental. Solo te puedo decir que hay otra mujer en mi corazón, y no es Marcela Valencia. Disculpa que te cambie la historia, pero como te dije antes, no quiero mentirte. –

Alejandra se conmovió al escuchar la pasión con la Armando aceptó estar enamorado de una mujer que, además, parecía no corresponderle. Sintió un poco de celos de esa desconocida.

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