Inked Knockout

By SandyDayDreamer

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Una noche con amigas, un desvío, un callejón solitario. Un plan genial, ¿no? Por si fuera poco con la desastr... More

1.- Cavernícolas y Soju.
2.- Reina de corazones
3.- Adivinanzas
4.- Un pasito atrás
5.- X
6.- Abierto hasta... ¿el amanecer?
7.- Switch Stance
8.- Tíos malos; encuentros peores
9.- De boca en boca y tiro porque me toca
10.- Proposiciones (in)decentes.
11.- Sparring
12.- Juicio y Sentencia
13.- El poder de Rosita
14.- Promesas de tinta roja.
15.- Side Control.
16.- Ley de Gravitación Universal.
17.- Creciente menguante.
18.- Ensoñaciones.
20.- Encuentros en la tercera clase.
21.- De treinta a cuatro mil ochenta.
22.- Rendición.
23.- Takedown.
24.- Dos a dos.
25.- Muros, paredes y grietas.
26.- Déjame entrar.
27.- Half guard.
28.- ¿Pasado o presente?

19.- Jab

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By SandyDayDreamer

Esta noche ha sido un infierno.

Tal y como también le pasa a mi hyung, me cuesta pegar ojo en un sitio extraño; más aún teniendo a alguien a mi lado en la cama. Dormir con Jimin es lo más incómodo por lo que haya pasado nunca en la vida; no se está quieto, da mil vueltas, respira muy fuerte y encima me pega los pies helados. Por no decir eso de que cuando se desvela te obliga a despertarte a ti también para que le des palique.

Tengo la espalda hecha polvo, y las secuelas de no haber descansado todo lo que debería empiezan a aparecer bien pronto cuando saco a Gom en su paseo matutino. A cada tirón que da de la correa se me monta un músculo distinto en la espalda. Parece estar encantado con esta nueva vida que tenemos, eso sí, porque en cuento le dejo completamente libre en el jardín, sale corriendo como un loco para irse a su zona favorita de la casa: la que da a la ventana de Sonje.

No sé qué le ha dado con ella, pero espero que se le pase pronto, porque la mira como si se la quisiera merendar.

Al volver sobre mis pasos, me encuentro que Gom se ha equivocado de ventana por la que mirar, porque en la entrada veo que Sonje ya ha llegado. Me extraña verla por aquí a estas horas; Namjoon me dijo que por las mañanas no solemos tener mucha clientela, por eso mismo la usamos para las prácticas. Que yo sepa, hoy no tenemos ninguna clase, pero Sonje está aquí igualmente, y creo que con la misma ropa que llevaba ayer. ¿Se habrá pasado la noche de fiesta? No es difícil reconocer que el conjunto es el mismo cuando veo la falda minúscula y la camiseta a rayas blancas y negras que se recogió para que la tatuase.

Aunque la veo solo de espaldas, su gesto perezoso al apoyarse sobre el escritorio de Jimin parece darme una pista de que esta noche no habrá sido la mejor de su vida, porque es como si estuviera aprovechando para descansar la parte superior de su cuerpo mientras se sujeta la cabeza con ambas manos.

—Buenos días. Hoy has llegado muy pronto, ¿no? —la saludo en cuanto cruzo las puertas de la casa. Sigue de espaldas a mí, un poco alzada sobre el escritorio mientras Jimin le enseña el documento de las citas. Creo que no me ha oído, así que me acerco más, hasta quedarme casi pegado a ella—. ¿Qué tal tienes el tatuaje?

Te ha tenido que oír por narices, Jungkook.

El caso parece ser que le da igual haberlo hecho. Se gira sin decir nada, sin separar los ojos del frente y... desaparece por el pasillo sin lanzarme ni una mirada por compromiso.

—¿Qué le pasa ahora? —murmuro para mí al momento que dejo de verla cuando se mete en su estudio, aunque Jimin se lo toma como una pregunta directa.

—No sé. No parece que tenga un buen día —comenta despreocupado—. A lo mejor tú la puedes ayudar con eso, Jungookie.

—Deja ya de decir esas cosas —me quejo, totalmente confuso. No tengo ni idea de por qué está así de seca conmigo, si ayer estaba de lo más simpática mientras la tatuaba. Esta chica debe ser bipolar, le dan unos cambios de humor muy raros.

¿Esto va a ser siempre así o qué?

¿Un día vamos a besarnos, al siguiente nos vamos a hablar como amigos de toda la vida y al otro no existo para ella?

Esto no ayuda a que mi día mejore después de la mierda de noche que he pasado.

—No mires a la puerta de tu princesa con tanta amargura, Jungookie, que seguro que se le pasa. Le habrá dado un día raro de estos que tienen las tías —comenta Jimin, tecleando algo en el ordenador.

—Sí, supongo... Pero es que ni me ha mirado, ¿lo has visto?

—Hazme caso: mejor que no te mire. A mí casi me clava las tijeras en el ojo cuando le he dicho las citas de hoy —confiesa muy serio.

—¿Sí? —pregunto esperanzado. Mi hyung asiente profundamente sin mirarme. Eso está bien, ¿no? Quiere decir que está enfadada con el mundo, no conmigo específicamente...

¿Y a mí qué más me da? Que esté cabreada con quien le dé la gana.

—¿No se suponía que tu princesa no existía para ti? —inquiere mi amigo, entornando los párpados cuando paso los ojos de la puerta de Sonje a él—. Mirarla es como mirar al yeso de la pared, ¿no?

—¿Puedes parar de llamarla princesa? Qué cosa más cursi —me quejo incómodo.

—¿Cómo quieres que la llame, entonces?

—No sé... ¿por su nombre? Que para algo se lo pusieron sus padres, digo yo —masco (un poco rallado) a la que me pongo delante del escritorio, ocupando el espacio en el que antes estaba Sonje—. Estaría bien que dejaras de decirle cosas como preciosa, ricura, cariño y ese tipo de mierdas también.

—¿Por? —cuestiona con una sonrisa maligna—. ¿Te molesta?

—¿Qué me va a molestar? Es que suenas como un pervertido cuando llamas a la gente de esa manera, te lo aconsejo por tu propia reputación.

—Pfff, con lo que me preocupa a mí mi reputación —suelta sarcástico—. Esos motes me han ayudado a ligar más de lo que tú vas a hacerlo en la vida, Jungookie; antes me corto un dedo que dejar de usarlos...

—¿Los usas para ligar? —repongo molesto—. ¿Eso que se supone que quiere decir, entonces? Si los usas con Sonje...

—A ver... dejando ese temita de lado... —me corta con voz rutinaria—. Tienes prácticas toooda la tarde con pieles sintéticas, Jungookie; hoy no vas a tener la potra de hacerle tatuajes a ninguna tía buena semidesnuda.

—¿Toda la tarde? —pregunto preocupado. Tenía la intención de insistir con eso de los motes, pero el tema de llegar tarde me perturba más de lo que lo hace que mi hyung sea un pervertido—. ¿Pero a qué hora salgo? Esta noche tengo lo de la presentación y no puedo faltar.

—Tranquilo, tienes tiempo de sobra. Namjoon te ha puesto cuatro horas de práctica y dos de acompañar a otro tatuador; hoy te toca con el de las preguntas: Taehyung. Oye, ¿sigo sin estar invitado a la fiestecita? —insiste otra vez.

Qué pesado es... Como si yo tuviera que ver algo en eso.

Hyung, yo solo cumplo lo que Yoongi me dijo —me excuso sinceramente—; no te creas que a mí me apetece mucho estar ahí encerrado para que me paseen como a un mono de feria.

—Por lo menos tú tienes sponsor, no tengas los cojones de quejarte encima —murmura sin casi separar los labios—. Yo no he perdido ni una vez y todavía estoy sin patrocinador...

—Lo conseguirás dentro de nada, estoy seguro.

Mi hyung no parece tan convencido como yo en ese aspecto. Pero lo digo muy seriamente: Jimin tiene todo lo que hace falta para llegar a ser de los mejores... Incluso para llegar a ser profesional. Soy incapaz de entender cómo yo he conseguido un sponsor tan pronto cuando él es mil veces mejor que yo en eso de dar espectáculo, en ganarse a la gente y en hacer que apuesten por él. Supongo que he tenido suerte, sin más.

Jimin está un poco más atado que yo en el tema de los horarios, porque, mientras que puedo aprovechar varias horas de la mañana para ejercitarme, a él le toca quedarse hasta la tarde en la recepción. Lo bueno es que sale antes... No sé cómo vamos a hacer para dar clase con Hobi con este horario tan raro, pero ya nos buscaremos la manera. No sería la primera vez que entreno por la noche porque es el único hueco de mi entrenador después del trabajo.

Como hacer ejercicio me ayuda muchísimo a concentrarme solo en lo que hago —y no en ningún otro aspecto de mi vida que no tenga nada que ver con el sufrimiento que pasa cada músculo de mi cuerpo—, la mañana se va casi sin que me dé cuenta. Lo bueno de haberme pasado tantas horas con el entrenamiento es que ya ni noto el dolor de la espalda, porque ahora tengo el cuerpo entero en llamas. No es lo que se dice una mejora pero me vale.

Después de darme una merecida ducha, vuelvo a la recepción. Me encantaría decir que no lo hago, pero, inconscientemente, sé que estoy mirando en todas las direcciones posibles justamente para encontrarme con Sonje. Estaría bien saber si ya se le ha pasado el mal humor y me habla otra vez, pero creo que no va a haber suerte.

¿O sí que la va a haber?

En cuanto me dirijo a la habitación que me ha asignado Namjoon para practicar, la veo saliendo del cuarto del chico que hace muchas preguntas. Sin querer, voy hacia ella para abordarla un poco más brusco de lo que me gustaría ser, y me pongo justo en frente para que no pueda ignorarme como antes.

—¿Muy ocupada hoy? —pregunto, sintiéndome como un imbécil porque eso haya sido lo único que se me ha ocurrido decir—. Y-yo voy a practicar toda la tarde... ¿Te apetece echarme una mano si no estás muy liada?

Solo me había acercado para ver si me hablaba, ¿no? ¿Qué hago preguntándole si quiere acompañarme?

—No, muchas gracias —murmura, completamente inexpresiva, y empieza a rodearme para seguir por el pasillo.

—Sonje, espera... ¿te pasa algo? Te noto un poco... —empiezo a decir, sin saber cómo acabar la frase. ¿Te noto seca? ¿Te noto enfadada? ¿Te noto ignorarme? ¿Te noto como si quisieras no volver a mirarme en la vida?

La chica me apremia a seguir con mi frase alzando las cejas, pero con los ojos entornados. Sí, está cabreada. O eso, o está muy cansada, porque tiene muchas ojeras. Su pelo oscuro está recogido en un moño que se deshace por todas partes y sus hombros están muy caídos. Parece que le cuesta estar de pie y todo.

—¿Estás bien? —vuelvo a preguntar, empezando a dudar eso mismo al notar el desdén con el que me observa.

No quiero estar a malas con ella; esto de que me ignore no me gusta un pelo. Es una compañera de trabajo, y lo mínimo es que podamos cruzar un par de palabras; sería lo suyo. Nada de cruzar lenguas, pero palabras sí. Palabras podemos.

—Déjame tranquila, ¿lo pillas? —espeta al tiempo que rueda los ojos—. Entras en la misma clasificación que el resto: ya no existes. En mi mente ya ni estás aquí. Estoy sola en el pasillo, básicamente. Y como estoy sola, pues me piro.

Me quedo mirándola mientras se aleja hasta meterse en su cuarto, y escucho perfectamente cómo echa el cerrojo antes de que la música a todo volumen sea lo único que me acompaña en el pasillo.

¿Y... ya está?

¿No existo?

¿Pero de qué va esto?

Piénsalo por el lado bueno: si pasa de ti no van a haber problemas. Se cumple lo de no estar cerca el uno del otro, tal y como le dijiste.

Eso me facilita mucho las cosas, sí.

Mucho.

Todo es mejor así. Yo puedo trabajar aquí, ir tirando con el dinero que he ahorrado en el último combate hasta que Namjoon me empiece a dejar clientes, y no voy a tener que estar escapando de Sonje a cada rato porque la misma Sonje pasa de mi cara... Perfecto, ¿no? Maravilloso, ¿verdad?

Puta mierda.



He llegado, pero he llegado un solo minuto antes de lo que Yoongi me pidió. Parece un tío al que no conviene decepcionar en ningún aspecto, y por culpa de Jimin casi lo hago. Me ha tenido cerca de hora y media eligiendo lo que ponerme para la fiesta de presentación; preguntándome si era un evento formal, que si no sé qué de la etiqueta, que si cómo pensaba llevar una camiseta sin más. Cosas que no entiendo y que no me interesa entender, en general.

No me había parado a pensar en lo que debería llevar, así que supongo que le debo una a mi hyung, aunque casi me haya hecho retrasarme; tengo que agradecer que Jimin sea un experto en estas cosas, porque me fundo a la perfección con los desconocidos que abarrotan esta casa, lo que supongo que es bueno. La chaqueta me aprieta cosa mala, eso sí, porque es de Jimin, y por más que coja poco aire al respirar no consigo dejar de sentir que la costura va a reventar en el momento que menos me lo espere. Debajo solo llevo una camisa blanca, que Jimin se ha empeñado en que lleve desabrochada hasta la mitad del pecho para darme un aire más "fresco" —Otra cosa no, pero fresco seguro que parezco—, y en la parte de abajo llevo unos pantalones negros muy entallados. "Sencillo pero elegante", aseguró mi hyung. Espero que no se equivoque.

—¿Cuándo has llegado, rookie? No te he visto entrar. —La voz de Yoongi me pilla por sorpresa, pero lo que lo hace todavía más es ver la sonrisa que me lanza. Juraría que no he visto a este tío sonriendo nunca antes.

—Hace un par de minutos... T-te estaba buscando, pero como está todo tan lleno... —Me atrevo a hablarle de manera informal porque él mismo me lo pidió en la primera reunión que tuvimos, si no ni de coña lo haría.

—Tranquilo, relájate, hombre, que no te voy a colgar de los huevos por llegar justito de tiempo —explica como si hubiera podido oír mis pensamientos—. ¿Una copa?

—No bebo, gracias —rechazo, y me arrepiento al momento de haberlo hecho. ¿Debería haber aceptado? ¿Es tarde para aceptar?

—No bebes... vaya. Eso es bueno —asegura, asintiendo muy convencido—. Los luchadores no deberíais meteros en vicios, para eso ya estamos los patrocinadores. —¿Está de broma? ¿Debería reírme?

Como no estoy muy seguro, solo me fuerzo a soltar una pequeña sonrisa que trata de decir que si es una broma me hace gracia, y que si no lo es, no le juzgo... Esta noche va a ser difícil, me lo veo venir. Estoy ilusionado por pertenecer de forma oficial al equipo de estos patrocinadores, pero, por otra parte, la presión de tener que relacionarme con gente que no conozco de nada y que van a poner pasta para que yo luche, me tiene cagado de miedo.

Cada persona que pisa este pedazo de apartamento de lujo está forrada, es que casi puedo olerlo. Y los interminables números de sus cuentas corrientes (y de las de Suiza) son lo que van a permitir que yo haga lo que más deseo en el mundo; por más que me sienta incómodo, tengo que aparentar que estoy pasando el mejor rato de mi vida.

—Pensándolo mejor... ¿puedo tomarme una copa? —pregunto, sintiéndome muy pequeñito a causa de los nervios.

—Claro que puedes, rookie; esta es tu noche. —La forma en que me mira no me hace mucha gracia, aunque creo que es su manera de mirar en sí y no es porque me tenga a mí delante. Me da escalofríos. Parece que el tío te analiza al milímetro, porque tiene los ojos más fríos que haya visto en la vida—. ¿Champán? ¿Vino?

Fiesta pija es igual a nada de vodka. Mejor.

—Champán, gracias —musito nervioso. Yoongi chasquea los dedos sin dejar de sonreír y me da la ya mencionada copa, que recoge de la bandeja que un camarero pasea de un lado a otro.

—No vas a ser el único rookie al que vamos a presentar esta noche, así que no estés tan atacado.

—¿Se me nota mucho? —pregunto avergonzado. Yoongi me sonríe de forma condescendiente, dándome a entender que es perfectamente visible—. L-lo siento es que no estoy acostumbrado a estar sin mis amigos en una cosa así...

Me doy mucha vergüenza ahora mismo. Hablo como un niño de teta, sin la confianza que Jimin me ha dicho que tengo que fingir todo el rato; sin embargo, aún dando la impresión de que soy gilipollas, a Yoongi parece encantarle el ridículo que estoy haciendo. La sonrisa del tío se vuelve más grande y, aunque es más bajito que yo, pasa un brazo por encima de mis hombros sin mucha dificultad. Me recuerda a Jimin, y creo que inconscientemente estoy más tranquilo cuando hace eso.

—Mira, chavalín, te explico algo: tómate esto como una feria de ganado, ¿vale? —Me mira como esperando una respuesta, y no sé qué coño decir ante eso. Menos mal que se adelanta antes de que me dé por soltar alguna tontería—. Todos los aquí presentes os echan vistacitos de vez en cuando para saber qué semental les parece mejor a la hora de gastar pasta, pero ¿a que tú no irías a hablarle al caballo que quieres comprar? En una feria de ganado, no le preguntas a un potrillo: "¿oye, te apetece venirte a casa conmigo?", no; se lo preguntas al dueño. Y yo soy el dueño de todos vosotros, rookie.

La sonrisa de este tío me inquieta un huevo, parece como si pudiera pegarme una puñalada en pleno pulmón si le llevo la contraria; no pienso hacerlo ni de coña, aunque la parte de que sea "mi dueño" no me haya hecho lo que se dice ilusión.

—Supongo que... lo pillo —murmuro, entonando una voz más oscura de la que pretendía.

—No me malinterpretes —repone rápidamente, dando un apretón a mi brazo—, solo te lo digo para que entiendas que puedes estar completamente relajado esta noche. Nadie va a ir a tocarte los cojones con preguntas incómodas, ¿vale? Eso me toca a mí, desgraciadamente —espeta, señalando a su alrededor con desdén—. Mi casa es tu casa, rookie; haz lo que te salga de las narices, pero no toquetees mis cosas, ¿estamos? Soy un poquito maniático con eso... y no creo que quieras cabrear a tu patrocinador nada más empezar esta relación, ¿no?

—N-no... para nada —aseguro con convicción.

—Esa es la actitud; ya sabía yo que tú no eras como ese amigo tuyo... —murmura satisfecho, plantándose delante y dejándome ir de su agarre—. Aprovecha que eres uno de los protagonistas de la noche para algo bueno —sugiere con sorna—. Mientras yo estoy consiguiendo pasta para todos, alguien tiene que pasárselo bien... Y aquí hay muchísima gente con la que echar un buen rato; despéjate un poco de tanto octágono, ya verás que me lo agradeces.

—Vale, claro...

Yoongi se despide con una pequeña sonrisa y va andando tranquilamente por el salón hasta subir los tres escalones que separan la parte baja donde yo estoy, de la tarima de madera sobre la que se encuentra la barra de la cocina. Y me quedo mirándole, en parte, porque me ha dejado a cuadros con todo lo que me ha dicho.

Si no ando muy desencaminado, ha pasado de compararme con un caballo (semental y potrillo respectivamente) a decirme que me tire a alguien en su fiesta... Y tan ricamente.

Al final, lo que tiene que importarme es que este tío va a pagar mis facturas. No me voy a tener que preocupar en apuntarme a una liga menor nunca más; no voy a tener que mendigar equipamiento a los otros luchadores y, lo más importante: voy a poder luchar contra los mejores. Comparando todo lo que gano con eso de aguantar que me llamen semental, pues...

Suspiro un poco más tranquilo tras valorar la situación (más bien tras aceptarla), y miro a mi alrededor mientras doy sorbos a la copa de champán, que, por cierto, sabe a pis. No me gusta el sabor ni me gustan las burbujas, hacen que me pique la nariz. Lo que sí que me gusta es este pedazo de apartamento... Es gigante, todo tiene un rollo muy industrial y moderno; tiene columnas de ladrillo, encimeras de acero, mesas de mármol. ¿Podré yo tener una casa así algún día? No es lo que me interesa de competir, pero estaría bien poder permitirme un sitio así si mi trabajo da sus frutos más adelante.

Yoongi parece haberse ganado esto a pulso; no me da la sensación de que sea un tío que viene de buena familia, me parece más bien un currante que ha sabido llegar a donde está ahora a base de esfuerzo... y estar bajo los mandos de alguien así me conviene. Me siento mucho más tranquilo tras pensarlo, y como ya no voy tan encogido, me tengo que quitar la chaqueta de Jimin, porque creo que ya la he escuchado crujir un par de veces. Un segundo después aparece un tío vestido un poco más elegante que los camareros para preguntarme si la deja en el armario. Qué atención al detalle... Joder.

Bien, estoy cómodo, sí... Estoy tranquilo, el champán ya no me sabe tan mal ahora que bebo la segunda copa. Esto puede estar bien y todo.

Más relajado, miro a mi alrededor, encontrándome con que Yoongi tenía razón: hay... gente interesante por aquí. Una chica en particular me sonríe desde la barra; tiene una pinta muy de barbie, cosa que no me molesta precisamente, y ya pensaba acabarme la copa de un trago (para darme algo de valor y acercarme a ella), cuando me fijo en Yoongi, que pasa justo delante hasta quedarse frente a una estantería petada de libros, y se pone a un lado de... alguien.

Coño.

Mis pensamientos se pierden en la nada; el hilo de lo que pretendía hacer se ha fundido de repente con unas piernas a las que mis ojos se pegan sin querer. Unas piernas largas, kilométricas, que recorro desde el tendón que asoma justo sobre los tacones de charol negros hasta el borde del vestido de lentejuelas que viste la chica que lo lleva.

Joder.

El pelo liso que cubre su espalda se menea junto con su cuerpo mientras ríe cuando Yoongi le habla, y hace una especie de ondas que brillan mucho y me hipnotizan por unos segundos. Y entre los mechones casi negros, creo ver su espalda al descubierto; ese vestido es minúsculo, lo juro.

Dios santo.

Los ojos se me van solos, y mis piernas quieren acompañarlos hacia ella. ¿Qué pretendo hacer? No quiero acercarme a una extraña con la que mi patrocinador parece hablar con tanta confianza. ¿Qué podría decirle de todas formas? "Hola, soy Jeon Jungkook, lucho para tu amigo y me acabo de enamorar al verte...". Qué gilipollas.

Desde luego que esos dos parecen conocerse muy bien, ya es tener mala suerte. Era de esperar que la tía más espectacular fuera la que está con Yoongi, pero yo necesito más que él estar con alguien así... Por lo menos si no quiero seguir pensando en su ex. A lo mejor estoy exagerando; con suerte esa tía será solo una amiga, cosa que me dejaría acercarme a ella para hacer el ridículo más espantoso de mi vida al intentar ligármela. Sin embargo, el primer pensamiento de que tiene algo con ella cobra fuerza cuando el tío alarga la mano para echar el pelo de la chica hacia atrás, dejando al descubierto un hombro desnudo en el que me perdería de por vida... Y no solo eso, porque creo ver (cuando ella se atusa la melena) un tatuaje bastante grande en su nuca; ha sido solo un segundo, pero... ¿eso era una rosa?

¿Qué más da lo que sea, Jungkook? No lo vas a ver de cerca en toda tu miserable vida.

El caso es que creo que veo algo más cuando deja la mano ahí por un segundo: un corazón... tatuado... en un dedo. No, no; no puede ser. Estoy obsesionado. O eso quiero pensar, porque me parece más sensato convencerme de que esa chica, enfundada en un vestido de tirantes finísimos —ese vestido corto, negro, de lentejuelas—, que deja su espalda peligrosamente al descubierto en conjunto con sus piernas... no es Sonje.

Que no lo sea, por favor, que no lo sea.

Desgraciadamente, ahora pillo a lo que Yoongi se refería con... lo de cabrear a mi patrocinador tocando lo que no debo, porque esa chica a la que coge de la mano antes de darse cuenta de que les miro, se da la vuelta cuando los ojos de Yoongi dejan de dirigirse solo a ella. Y ya no dudo ni un poquito cuando veo su cara, su escote, sus brazos... y la diminuta luna a un lado de su pecho.

Jungkook... Joder, Jungkook; mira que hay gente, mira que hay tías.

Creo que los huevos se me acaban de esconder para lo que me queda de vida al ver cómo mi patrocinador me invita a acercarme a ellos, pero intento caminar como si no me pasara nada... como si Sonje no acabase de joderme la existencia entera sin querer.

—No os presento porque ya os conocéis, ¿no? —inquiere Yoongi una vez estoy lo suficientemente cerca. Tengo la boca demasiado seca como para decir nada, y estoy demasiado aturdido como para hacer ningún gesto que lo afirme; menos mal que Sonje habla por los dos.

—Seh, bueno... —murmura, rodando los ojos antes de apartar la mirada de mí.

No le ha dado importancia alguna a que nos conozcamos, y eso me viene muy bien, porque mi patrocinador sonríe más tranquilo cuando me mira. Todo debería estar perfecto, pero... ¿la estoy flipando o me ha jodido que lo diga así? Si hubiera podido hablar, habría dicho lo mismo que ella, o por lo menos habría dejado claro que la conozco, pero que no hay nada de lo que él tenga que preocuparse entre nosotros. Pues va Sonje, lo dice, me hace el favor de dejarlo claro... y voy yo y me... ¿cabreo?

Creo que lo que me molesta es que finja; joder, que nos hemos comido la boca dos veces, que trabajamos juntos, ¿cómo puede hacer como que no sabe que existo?

Una pareja de mediana edad nos aborda de repente, y Yoongi me presenta, pasando por completo de Sonje para hacerlo. Parece molesta, y lo sé porque no dejo de mirarla. Vale, pillo que no debería, sí, sí... pero es que es imposible no hacerlo. Yoongi debe estar hecho de piedra para poder alejar los ojos aunque sea un segundo de encima suya.

Mi patrocinador me aleja del lado de la chica para presentarme a más gente (menos mal); aunque me haya mentido diciéndome que yo no tendría que sufrir lo de estar parloteando con inversores que no me importan, lo que más me molesta es que me haya alejado de Sonje, porque, una vez se queda hablando de negocios y me deja irme, me la encuentro tonteando con un gilipollas que babea de forma más que evidente al mirarla. Y lo peor no es que el tío se la coma con los ojos, no, lo peor es que ella le sonríe. Mientras me acerco, Sonje le da una palmadita y todo en el pecho.

Vale, esto se tiene que acabar aquí y ahora.

—Eh, hola, ¿qué tal? —interrumpo lo que sea que hablaban, metiéndome como quien no quiere la cosa en medio de sus dos cuerpos. Este tío me suena de haberlo visto en algún combate, así que supongo que será otro rookie que el jefe de Yoongi ha decidido patrocinar—. Soy Jeon Jungkook, ¿y tú?

—Mira, tío... perdona que te lo diga, pero me importa una mierda quién coño seas tú; estaba hablando con la chica, así que... —deja caer, haciéndome un aspaviento con la mano para que me pire. La lleva claro el capullo este.

—Ah, ¿con esta chica? —pregunto inocentemente, haciéndome a un lado para mirar a Sonje. Está cabreada, lo veo perfectamente porque abre las aletas de la nariz muchísimo; está igual de guapa aún con ese gesto—. Es simpática, ¿no?

—Mucho —asegura el chimpancé calenturiento.

—Ya ves... Yoongi tiene muy buen gusto para sus novias —dejo caer como quien no quiere la cosa.

Claro, al tío este se le cambia la cara en una milésima de segundo. Me deja tan satisfecho ver lo pálido que se pone que sonrío hasta que me duele la mandíbula.

—J-joder... se me ha acabado la... Ahora mismo... A-ahora vuelvo —musita antes de irse casi corriendo. Pobrecillo, no ha soportado la presión

—¿Me explicas con qué derecho te crees para meterte en lo que yo hago? —pregunta Sonje en cuanto el payaso se pira.

—No es que me crea con ningún derecho —repongo cohibido por los ojos con los que me mira—, es que... ese tío quería...

—Ya sé lo que quería, pedazo de imbécil... Déjame tranquila. No te me acerques más —me advierte, señalándome con un dedo antes de dar la vuelta sobre sus talones y caminar en dirección a la barra.

El caso es que, cuando se empieza a ir, yo la sigo... Esto me va a salir caro, porque sé que no quiere ni verme la cara y me va a gritar o qué sé yo, pero me molesta que esté todo el rato diciéndome que la deje tranquila así de repente. ¿Hace tres días me besa y ahora no existo?

Sonje parece darse cuenta de que camino tras ella, porque aprieta el paso y cambia de rumbo en el último momento, yendo hacia un pasillo escondido tras las estanterías. Casi la pierdo un par de veces, porque la puta gente que abarrota el salón no entiende que es muy importante dejarme pasar entre ellos ahora mismo. Pero acabo por pillarla justo antes de que se escabulla tras una puerta que acaba de abrir.

—¿Qué te pasa? —pregunto sin rodeos—. ¿Por qué estás ahora con lo de que te deje tranquila? ¿Me explicas qué he hecho yo? —Sonje se ríe, y lo consideraría algo bueno de no ser por el sarcasmo que entona al hacerlo mientras se lleva una mano a la cara. Me lo tomo más a pecho de lo que quería, y, sin pensar, me desquito de la manera más desastrosa posible—. ¿Qué pretendías hacer ligando con ese desgraciado? ¿Quieres buscarle problemas a los que se te acerquen? ¿Es eso?

—¿Buscarle problemas? —repite con voz mecánica.

—Exacto; ¿o es que no te acuerdas de quién es tu ex?

—¡¿Cómo?! —espeta en un grito muy agudo—. ¡Yo puedo hacer lo que me salga del coño! ¡No tienes ni puta idea de nada de lo que hay o no entre Yoongi y yo! ¡Y ni tú, ni él, ni nadie puede reclamarme una mierda!

—¡No te estoy reclamando nada! —niego nervioso. No pretendía saltar de la misma forma que ella; no quería gritar, y mucho menos cabrearla más. Sin embargo, me sale solo al verla tan a la defensiva. Voy a cagarla, lo sé—. ¿No te das cuenta de que es justamente lo que vas a conseguir haciendo eso? ¿No te acuerdas de lo que le pasó a Jimin? ¿Quieres que le pase a cualquier otro?

Sonje se relame los labios, soltando un bufido antes de acercarse a mí con una mirada que me acojona. Acabo reculando hasta dar con la espalda contra la pared, intentando escapar sin poder hacerlo de la que me va a caer ahora... Pero cuando vuelve a hablar, lo hace con un tono más bajo del que esperaba.

—Solo porque a ti te falten cojones para hacerlo, no creas que todos van a pensar como tú, Jungkook.

—¿Que me faltan... cojones? —repito interrogante, sin pillar por dónde van los tiros.

—Es justo lo que he dicho, sí —admite satisfecha—. ¿Te crees que no noto que te gusto? ¿De verdad crees que estoy tan ciega como para no saber que no tienes huevos de acercarte a mí solo por quién es mi ex?

A medida que habla, se me acerca más y más; me tiene completamente acorralado contra la pared, y no me quejaría de eso en otras circunstancias; aunque ahora, estando en la casa del ex del que habla, con gente a escasos metros de este mismo pasillo, me tiene de los nervios que lo haga.

—Estás viendo cosas donde no las hay —respondo por inercia—. No me acerco a ti porque no quiero... no por... eso que dices.

—Ya... claro —murmura confiada. Se alza un poco sobre la punta de sus tacones y me observa muy de cerca... Y cuando lo hace, la música se escucha muy lejana, las voces de los extraños me llegan desde el otro puto confín de la tierra.

Todavía me separan unos centímetros de ella, por lo que la miro desde arriba; a la sonrisa irritante que me lanza; a sus labios pintados de rojo, que brillan mucho; a las raquíticas tirantas de ese vestido que cubre lo esencial. Veo la pequeña luna que yo mismo le hice asomando por el hueco en el que la redondeada silueta de su pecho se deja entrever. Sé que haya mentido lo mucho que lo haya hecho, Sonje debe saberlo ahora, al darse cuenta de cómo la miro. Porque sí: me pone. Joder, me encanta. Me enciende más de lo que lo he estado en toda mi vida, y no sé cuánto de esto puedo soportar sin dejarme llevar...

—¿Ves? —susurra, alzando una ceja. Sus labios se mueven ligeramente con la pregunta, y lo hacen demasiado cerca de los míos; tanto como para hacerme sentir más impotente de lo que lo haya estado jamás—. No tienes cojones.

Tal y como me ha guiado aquí empieza a marcharse; sus tacones repiquetean unas pocas veces en su camino por internarse en esa habitación que ha abierto cuando la he abordado. Lo que Sonje no parece entender, al menos durante el segundo que sus ojos conectan con los míos, es por qué ahora, de repente, es ella la que está acorralada contra la pared. Por qué no ha podido perderse tras la puerta, por qué le he quitado el aliento al pegarla aquí antes de lanzarme a su boca. No creo que le importe mucho no entenderlo. No cuando me clava las uñas en los hombros, por encima de la camisa, antes de enredarlas en mi pelo.

Sus labios se han separado un poco, solo unos milímetros... lo suficiente como para que mi lengua se interne entre ellos; para que recojan el sabor a frambuesa de su pintalabios, para que entienda que estoy hasta los huevos de pensar y de contenerme.

Qué le den a Min Yoongi, qué le den a la liga y qué le den a todo lo que no sea ella.

La aprieto más contra la pared, y, a pesar de que no lo hago queriendo, Sonie parece encantada cuando sonríe en medio del beso. Se me ha ido la cabeza; mi conciencia se ha perdido en algún punto de su boca, de sus ojos, de su piel... y no sé si la recuperaré algún día, pero hasta que eso pase pienso seguir enterrándome en Sonje todo lo que pueda, todo lo que me deje... Con la boca empapada de su brillo de labios y su saliva, siento cómo absorbe mi labio inferior antes de pegarle un mordisco que me deja empezar a notar la erección apretada en estos putos pantalones tan ajustados. Creo que lleva ahí un buen rato, pero ni la notaba...

¿Era esto lo que necesitaba para tenerme arrodillado delante de ella? ¿Un pequeño reto?

Que no tengo cojones, ¿no, Sonie?

Me gustaría saber qué piensa ahora, cuando saco la lengua de su boca para morder su mandíbula mientras mis manos se van a sus muslos, levantando su falda. Mi palma derecha recorre la piel de su pierna, que voy subiendo lentamente hasta que se queda completamente escondida bajo el forro de su vestido. Por primera vez... la escucho gemir, y lo hace directamente contra mi oído, y no puedo pensar, y la polla ya no me cabe bajo los pantalones... Y lo peor es que no quiero parar, al contrario: invito a que Sonje levante la pierna que acaricio hasta dejarla enroscada tras mi cadera, y ahí le doy la primera pista de lo que quiero y necesito ahora mismo, embistiendo contra el perfecto hueco que me deja entre sus piernas.

Jungkook... Esto te va a salir carísimo.

—Jung... kook... Sigue —susurra contra mi oído.

Las dos voces (la de mi propia cabeza y la de Sonje), quieren llevarme por caminos opuestos. Así que, mientras que la de mi cerebro se va apagando, la de Sonje suena cada vez más entrecortada, más débil y mucho más caliente cuando exhala contra mi oreja. Quiere que siga, y eso pienso hacer. Por eso, haciendo uso de toda la musculatura de mis piernas, doy una fuerte estocada hacia arriba, dejándole entender (si es que no lo hacía a estas alturas) que puedo darle lo que sea que quiere ahora mismo; que estoy más que listo para que nos dejemos de juegos y de perder el tiempo.

Estás completamente loco. Vas a palmarla. Vas a perder todo lo que tienes, pedazo de gilipollas.

—Ahhhh, q-qué... gusto, joder. Hazlo... hazlo otra vez, vuelve a... —Antes de que me lo pida, vuelvo a pegarme contra ella; mis caderas dan un solo empuje más, pero mis piernas se niegan a parar, y empiezo a repetirlo sin descanso, penetrándola en falso. Está bien, porque noto que le gusta, pero no es lo que necesito ahora mismo...—. ¿D-dónde vas con... esa... mano? —inquiere con tono juguetón cuando siente mis dedos reptando por el interior de su muslo.

—¿Dónde crees que voy, Sonie? —exhalo, separándome lo justo para poder mirarla. Joder, y qué buena idea ha sido; al momento que mi índice echa a un lado la tela que cubría su entrepierna, abre la boca para coger aire de forma entrecortada y rodar los ojos cuando empiezo a palpar su clítoris lentamente. Presiono los dedos contra ese puntito, encontrándome con el calor abrasador que se me pega a la piel, y sería perfecto de no ser por la punzada que siento directamente en mi punta.

Me va a reventar la polla, y no en el buen sentido.

Intento ir lento y con buena letra; solo llevamos unos minutos con todo esto y no quiero pecar de ansioso y meterle los dedos sin que esté tan mojada como debe... El gemido convertido en gruñido que suelta Sonje obliga a que mi polla palpite, y es otro pinchazo que me llevo; no puedo más con esto, o me la saco, o me cargo la costura del pantalón. Una de dos.

—C-coloso, Dios... Vas... muy bien, p-pero... —¿Pero? ¿Estoy haciendo algo mal? La miro a la espera de que siga con la frase, que se ve interrumpida por un laaargo y quejumbroso gemido que me pone la piel de gallina; espero que lo que sea que fuera a decir pueda esperar unos segundos más, porque he tenido el impulso de volver a enterrar la lengua en su boca al verla así—. Mételos ya... —me pide en cuanto le doy algo de tregua.

Haciendo caso a su petición, entierro el dedo corazón más y más entre sus piernas, hasta que siento el pequeño hueco empapado justo en la yema; no me hace falta más que empujar un poco para que la mitad se entierre dentro de ella. A Sonje debería gustarle esto más que a mí, pero no lo parece cuando suelto un gruñido que deja saber lo desesperado que estoy...

Justo cuando pretendía morderle la boca (sí, la boca entera; lo que sea, joder, me da igual), Sonje echa la cara a un lado; no lo hace porque esté rechazando el beso —o eso espero—, parece que lo que intenta es mirar a la abertura del pasillo. Me quedo completamente quieto, y entiendo al momento que miraba hacia su izquierda porque unas voces se acercan más y más a nuestra posición.

Es hora de parar con todo esto. Ya te has dejado llevar más de lo que deberías. Agradece que os hayan cortado el rollo.

Sí... y una mierda.

—¿Qué haces? —pregunta impactada cuando me separo y la engancho del brazo para meterla tras la misma puerta que había dejado abierta. Creo que esta es la habitación de su ex; me vale—. Jungkook, estás... zumbado —se burla sonriente—, ¿qué se supone que hacemos ahora?

—Ahora... Sonie —susurro, volviendo a pegármela tal y como antes. Su pierna enroscada a mi espalda baja, su tanga a un lado y mi dedo metiéndose lo más hondo que puede—, v-voy a hacer que te corras como no lo has hecho en tu vida...

Mi advertencia la hace gemir aún con la sonrisilla de superioridad decorando sus labios; la misma que pierde fuerza mientras otro dedo se entierra en ella, y de la que no queda ni rastro cuando, guiado por el palpitar frenético de mi corazón y el calor agobiante que siento por todas partes, desabrocho el botón de mi pantalón para bajarme la cremallera y dejar que mi polla respire un poco por fin. Los ojos de Sonie van directos a mi punta, que asoma desde el borde del bóxer; siento cómo se cierra alrededor de mis dedos, y como noto su vagina más apretada de lo que me gustaría, saco mis dígitos para llevármelos a la boca sin pensar y chuparlos con la única intención de lubricarlos lo necesario. El caso es que parece que eso hace que Sonie pase de arder a, simplemente, estallar por completo en un milisegundo, porque se me pega para comerme la boca mientras sus manos bajan por mi estómago hasta enroscarse en mi polla... Bendita seas, Song Sonje.

Mis dedos vuelven a ser devorados por su asfixiante interior; me da una puta envidia de muerte que solo mis falanges sientan el resbalar perfecto y firme de las paredes internas de Sonie, y creo que ella lo entiende, porque mientras me como sus gemidos, sus manos bajan mi pantalón y sus palmas rozan mi erección por encima de los calzoncillos. Ardiendo, me tiene abrasado.

—Q-qué buena... te gastas... J-joder —exhala sobre mi boca, que no le da un segundo de descanso para que hable con claridad.

Sonje se me derrite encima. Siento cómo sus fluidos son cada vez más abundantes, y pararía de masturbarla para meterme los dedos en la boca y comprobar bien su sabor si no fuera porque noto los espasmos que empieza a tener cada vez con más frecuencia; es hora de ponerme serio, su cuerpo me lo pide... Y con eso en mente, llevo mi pulgar al puntito que va a acabar por matarla del todo.

Se te va, Jungkook, se te ha ido hace tiempo.

Mi conciencia no se equivoca para nada, porque la puerta tras la espalda de Sonje se abre unos milímetros, y en vez de parar y alejarme de ella antes de que alguien entre aquí, separo la mano que no la masturba de sus caderas y hago fuerza a la altura de su cabeza para que no puedan abrirla. Me la suda.

—¿Hola? ¿Está ocupado? —pregunta una voz femenina al otro lado.

Debe creerse que este es el baño o qué coño sé yo; la verdad es que no me importa una mierda. No va a poder abrir, y yo no pienso parar.

—S-sonie...

—El baño está... en la otra p-puerta —gimotea lo más estable que ha podido, que gracias a la velocidad a la que la masturbo no ha sido mucho.

Como buen inconsciente que soy, me encuentro con que estoy sonriendo al verla tan desesperada, mordiéndose los labios, mirándome como si quisiera comerme entero (ojalá lo haga), y con todo el pintalabios corrido... ¿Cómo de bonita quedaría una marca de su pintalabios en mi polla?

Me emociono de más con ese pensamiento, y precisamente por culpa de eso, me paso un poco al meterle los dedos; la escucho siseando, y me caga haber jodido el momento haciéndole daño. Sin embargo, Sonie parece querer decirme que hago un buen trabajo y me recompensa de la forma más maravillosa que podría ocurrírsele. La mano que mantenía hundida tras mi cuello va hacia la tiranta de su vestido, dejándola... caer... Y a pesar de que solo veo la mitad del precioso contorno de sus pechos, me dan ganas de llorar de alegría.

Dejo de hacer fuerza con la mano para que la puerta no se abra (que entre quien quiera; no pienso parar) y llevo la mano hasta donde la de Sonje me espera: justo encima de su pecho derecho; ahí guía mi palma abierta para que se interne en su escote...

Más, y un poco más...

Y unos milímetros más abajo...

Solo un poco; sigue solo un poquito...

¡Puta madre, aleluya!

—¿T-tienes...?

—Tengo piercings, sí... ¿Por? —pregunta socarrona—. ¿No te gustan?

—Joder, Sonie... —murmuro más agradecido de lo que he estado en mi vida. No pienso desaprovechar este regalo ni de puta coña; y cuando bajo la boca y pego mis labios a uno de sus pezones empitonados, siento que me voy a correr en cuanto le dé por bombearme una sola vez la polla.

Succiono sus pezones, sintiendo que deja caer la cabeza sobre la mía mientras endurezco cada vez más la frecuencia a la que la masturbo. Noto cómo está más y más cerrada. Sus gemidos ni siquiera pueden salir del todo entre las bocanadas que da para coger algo de aire. No creo que pueda aguantar más; deberían darme un premio por haber conseguido llegar hasta aquí sin estallar...

—Necesito meterme en ti, S-sonie... Estoy que... r-reviento —proclamo junto a su pezón hinchado, que mi saliva hace resplandecer mientras resbala por la curvatura.

—Hazlo ya... V-venga, ya, ya, ya —pide acelerada, pero no sé si de verdad tiene la intención de dejarme hacerlo, porque sus manos bajan del todo la tela que cubre mi erección, comenzando a masturbarme con fuerza.

No quiero despegarme de aquí, y casi ni puedo pensar al sentir sus suaves manos siendo tan violentas mientras baja y sube mi piel bruscamente. Esto se convierte en una competición sin que me dé cuenta, porque yo también la masturbo con mucha más ansia de la que he tenido hasta la fecha. Acelero, y Sonie gime, la beso y se cierra más; le muerdo el labio superior y sisea con los ojos entrecerrados. Me voy a correr; se acabó, ya no puedo más con esto...

Su pecho descubierto bota al ritmo que me masturba, y lo siento por todo el cuerpo: voy a explotar sin poder habérsela metido... Y me da igual, joder, esto es increíble así. No quiero nada más... No cambiaría nada de lo que hemos hecho, ni de lo que hacemos ahora.

—Estoy a p-puntito, S-sonie. Me corro... Me corro ya... —la aviso entre las exhalaciones más temblorosas que he dado en la vida. El corazón se me va a parar en cualquier momento.

No consigo coger aire ni de coña... Me muerdo los labios, siseando con fuerza, cuando los muslos de Sonje se cierran mucho, dejando mi mano atrapada entre ellos. Y justo entonces, cuando mis ojos entrecerrados van a los suyos, entiendo que me llevaba mucha ventaja...

Deja caer la cabeza contra la puerta, soltando un alarido agudo y acelerado al tiempo que noto las palpitaciones de su interior pegándose a mis dedos; se acaba de correr, y viéndola, noto que en un segundo a más tardar me va a pasar lo mismo. Aunque espero pacientemente (lo más paciente que puedo, por lo menos) a que Sonje se recupere un poco y vuelva a masturbarme, así que, mientras coge aire y sigue soltando pequeños gemidos, voy besando su cuello... No dejo de mover las caderas un poco para pedirle que siga con el trabajo en mi polla, claro, que tampoco es que pueda evitarlo.

—Joder, coloso... H-ha sido mejor todavía de lo que pensaba que sería —suspira satisfecha. Me encanta oírlo; me gusta que suene tan tranquila, que me diga que se ha corrido justo como yo quería que lo hiciera, pero tengo problemas muy graves ahora mismo y no puedo concentrarme mucho en nada.

—S-sonie, por favor... —le pido, bajando la mirada al empalme doloroso que se me pega a la tripa. Tengo la punta más roja que en mi vida, y las venas parece que me van a estallar. Necesito correrme ya o me muero.

—¿Quieres que siga? —inquiere sonriente, subiéndose la tiranta del vestido (cosa que deja sus pechos tapados otra vez), separando mi mano de su entrepierna y colocándose el tanga en el lugar que corresponde.

—Sí... sigue, por favor; no me queda nada... Voy a...

—¿Seguro que quieres eso? —pregunta muy confusa. No entiendo, ¿qué parte le cuesta entender?

¡¿No ve que estoy más desesperado que en mi puta vida?!

—C-claro que... S-sonie, claro que quiero...

—Pero, Jungkook... yo estoy terminantemente prohibida, ¿te acuerdas? —inquiere, y es entonces cuando entiendo que solo finge estar confusa, pero no hay ni una pizca de la inocencia que destila; que sus ojos están cargados del mismo enfado que antes, pero no había podido verlo por culpa del calentón; que su tono está lleno de sorna, pero yo creía que era por lo excitante de la situación—. No vas a malgastar todo lo que tienes por un polvo que, aunque va a estar bien seguro, puedes conseguir con cualquier otra tía, ¿verdad?

¿Qué?

Espera... espera un momentito... ¡¿QUÉ?!

—¿S-sonie? No... ¿qué intentas...?

—Intento decirte que si quieres terminar, te lo vas a hacer tú solito, coloso —susurra, pegándose a mi oído antes de dar un beso en mi mejilla y abrir la puerta... dejándome aquí: empalmado, moribundo y sintiéndome muy muy... gilipollas.



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Hellouuuuusss

Bueno, parece ser que Sonjecita se ha cobrado a base de bien el mal trago que la hizo pasar Jk en el anterior capítulo... ¿Qué opináis de lo que ha hecho? ¿Estáis de acuerdo, en desacuerdo...? Contadme XD

Me voy despidiendo, que el capítulo ya es lo bastante largo como para añadirle más palabritas por aquí.

Py!!

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