Así coincidimos || Terminada

De MsMistery19

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¿Existe el amor de una vida pasada en otra vida? Nadie lo sabe. Sus caminos se cruzarán después de que al par... Mais

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capitulo 45
Capítulo 46
Final/Epílogo

Capítulo 10

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De MsMistery19

Pov Calle.

Jamás en mi vida hubiera creído que la enana esta me hubiera traído un enorme peluche que inventé solo en mi cabeza.

¡En mi cabeza! ¡Para mí no existía!

¿Cómo mierda consiguió un oso gigante bailarín con gorro de santa?

Puede que la haya subestimado y iba muy en serio con lo de la cita. Pensé que era joda.

Tipo, la gente no me quiere para algo serio. Traigan mi disfraz de payaso por favor antes de que me ponga a llorar.

— ¿Me explicas cómo conseguiste ese peluche enorme?— Cuestioné a la peliazul.

Me acerqué al peluche dejando el iPad en las manos de Poché, por obvias razones paramos el live, cabe mencionar que la gente quedó cómo loca al ver el peluche y no sé por qué razón a mí se me bajó la presión.

Ajá, tuve que comerme un dulce. Era una anciana.

— Lo conseguí por ahí. — Respondió Poché divertida.

— Gracias por dar créditos, Garzón. — Se escuchó una tercera voz.

Fruncí mis cejas y detrás del peluche salió una chica castaña.

— ¿Tú eres...?— Cuestioné confusa.

— Soy Rose Chester, tú cuñada. — Saludó la chica chupando una paleta.— ¿Me dices tú signo zodiacal?

— Así que tú eres Rose. — Murmuré reflexiva, ella sonrió con los labios rojos por la paleta.— Y soy sagitario.

Rose chupó su paleta con cara pensativa.

— Signo de fuego con agua, interesante.— Comentó con media sonrisa, alcé una ceja.

— ¿Eh?— Arrojé.

— Poché es escorpio. — Replicó, llevé una mano a mi boca soltando un jadeo.

No...

¡Exterminen a esa escorpio ahora mismo!

Poché aparecía en mi campo de visión otra vez, arrugué la nariz.

— ¿Eres escorpio?— Le pregunté.

Poché me miró raro y luego vió a Rose, la chica se encogió de hombros.

— Emmm, ¿si?— Vaciló sin comprender.

— Largo de mi casa.— Dije seria, señalé la puerta con mi dedo índice indignada.

¿Escorpio? Ay no, tengo traumas con ellos. Recuerdos de Vietnam...

— Pero-

— Odio los escorpio. — La interrumpí.

Poché arrugaba su rostro sin entender, mientras yo no dejaba de señalar la puerta.

— Pues a mí me vas amar. — Aseguró, reí irónica.

— ¿Por qué tan segura?— Cuestioné, cruzandome de brazos.

Poché dió dos pasos al frente, me quedé quieta en mi puesto al ver su mirada penetrante.

— Porque me gusta dominar.— Susurró despacio, tragué grueso. — Y seré la excepción en tu vida. — Añadió a centímetros de mi cuerpo.

Me alejé de Poché sin nada que responder ante sus palabras, pasé una mano por mi cabello viendo una sonrisa divertida en su cara.

Me dispuse a ver la pared, ya que si seguía viendo a la peliazul iba a tener un breve colapso ante su sensualidad.

Los guitarristas eran mi debilidad, ay no.

— Oye Rose, ¿y Caleb?

Salí de mis pensamientos al escuchar la voz de Poché, carraspeé mi garganta y mi pie comenzó a zapatear el suelo repetidas veces.

— No lo sé, está mañana no estaba. — Respondía la chica con la paleta en su boca.

— Ha de estar de prosti en alguna esquina. — Poché rodó los ojos.

La escorpio se volteó y me vió, alcé una ceja.

— ¿Qué?— Pregunté.

— No me has dicho que te parece el peluche. — Comentó con media sonrisa. — Y cuándo será nuestra cita.

— Ah...— Solté desinteresada. — Sencillo, se consigue en cualquier lado.

¡¿Qué estupidez dije?! ¡Es mentira no me creas! Bueno, es que tampoco soy tan fácil. O sea si pero a la vez no.

— Y sobre la cita, tendría que ver mi agenda. — Miré mis uñas fingiendo desinterés.

— Uuuh. — Murmuró Rose cizañosa.

— No sabes en te metiste, castaña. — Replicó Poché divertida.

Iba abrir mi boca para protestar, pero no sé porqué razón mi casa se empezó a llenar de gente. Verónica, Lila, Cameron y un chico de cabellos blancos y negros entraban a mi casa cómo perro por su casa.

— ¿Hola?— Saludé confusa. — ¿Qué se creen para entrar así a mi casa?

— Hey, Cal. — Saludó Verónica con los ojos en su teléfono. — ¿Qué tal el live?

Iba a responder pero Lila se interpuso en mi camino, me dió dos sonoros besos en las mejillas.

— Hola, mi amor. — Saludó sonriente. — ¿Por qué hay un oso enorme en tu puerta?

De nuevo iba a responder, pero las palabras se quedaron a medio camino.

— Cal, mira, él es Caleb. — Cameron me presentaba a su acompañante, asentí con mi cabeza algo aturdida.

— Mucho gusto. — El chico tomó mi mano con una sonrisa ladeada.— Caleb Mondragón para los desconocidos amor de tu vida para ti. — Añadió, alcé mis cejas.

— ¿Tú qué haces acá, emo culón?— Arrojó Poché quitando la mano de Caleb de la mía.

— Me trajo Cameron. — Respondía el chico.

— Hola. ¿Tú eres...?— Verónica se dirigía a Rose, mientras Lila alzaba una ceja

— Rose Chester, pero para ti mi amor, belleza.

Cansada del revoltijo que se creó de repente, llevé mis dedos a mi boca para dar un fuerte silbido y captar la atención de todos.

Bufé quitando un mechón de pelo que se cruzaba por mi cara.

— ¿Por qué carajos están todos aquí?— Inquirí viendo la cara de todos.

Cameron se acercó a mi y me tomó de los hombros.

— Hay que relacionarse.

Cameron entrelazaba sus dedos dando una demostración de “relacionarse” cerca de mi cara.

— Ya que todos vivimos en los mismos apartamentos y tú andas de novia con ella. — Acotó mi mejor amigo, señalando a María José.

— No somos novias reales. — Recordé a Cameron, él se encogió de hombros.

— ¿Ya tan rápido somos ex's?— Soltaba Poché con indignación.

— Poché, ya. — Pedí, viendo sus ojos, ella sonrió.

— Cómo órdenes, preciosa.— Contestó con un guiño.

¡No me digas así mujer del diablo!

Sacudí mi cabeza y cerré mis ojos en fracción de segundos para centrarme en todos.

— Volviendo al tema, no pueden entrar así por así. — Regañé. — Es mi casa. — Puntualicé con voz evidente.

— Cal, hay que relacionarse. — Cameron volvía a hacer el mismo gesto con sus manos, rodé los ojos.

— Si, además hay que conocernos todos... Mejor. — Añadió Rose viendo a Verónica.

Algo anda mal...

Dejé de ver a Verónica quien le sonreía a Rose, cuando Cameron llenaba mi visión otra vez.

—Exacto, relacionarse. — Dijo, volviendo a entrelazar sus dedos.

— ¡Ya para, Cameron!— Exclamé resoplando.

— ¿Quién tiene hambre?— Soltaba Verónica.

— ¡Yooo!— Dijeron todos a unisono.

— Genial, vamos a comer todos.— Celebró mi prima, suspiré.

Cada una de las personas que estaban en mi sala fueron saliendo por la puerta entre risas. Me pareció muy raro ver a Verónica tan a gusto con Rose, esa mujer no se reía ni conmigo, bueno a veces.

Lila iba detrás de las chicas con mala cara.

— ¿Vienes?— Escuché a María José. — ¿O prefieres que nos quedemos aquí?

No lo niego, es tentadora la oferta, pero no soy de esas.

— Yo contigo no me quedo ni en un bote en medio del mar. — Espeté yendo a buscar mis pertenencias.

— ¿Por qué?— Cuestionó Poché a mis espaldas.

Apreté los labios tomando mi teléfono de la mesita de la sala y las llaves.

Porque puede que termine comiéndote la boca a besos.

Quería responderle, pero no, en vez de eso dije...

— Porque eres un escorpio traidor. — Repliqué, viéndola de frente.

— ¿Quién te hizo tanto daño?— Preguntó la chica frente a mí.

Suspiré y negué con mi cabeza rápidamente.

Ella no tenía que saberlo.

— Cállate y camina. — Pedí a paso apresurado.

Salimos de mi departamento para alcanzar a los demás en silencio, subiendo al ascensor.

• ────── ♪ ────── •

Recién habíamos llegado al restaurante que había escogido Verónica después de un corto viaje en la camioneta con Hades. Por suerte la camioneta era lo suficientemente grande para que todos fuéramos cómodos.

En todo el camino Cameron parecía chicle con Caleb y parecían llevarse muy bien. Por otro lado Rose y Verónica no habían dejado de charlar todo el camino hasta el restaurante, Lila no estaba contenta.

Genial, peleas de triángulos amorosos. Mis favoritos en los libros que leo.

Y Poché y yo íbamos calladas, bueno ella no, ella iba hablando de cosas muy random con Hades. Se me hacía adorable que le sacará conversación al chófer.

Ahora todos esperábamos que un mesero nos atendiera, sentados en una gran mesa con vista a la ciudad. Si, a mi manager le gustaban los lujos.

— Bueno, no los traje aquí de gusto. — Arrojó Verónica con media sonrisa, alcé una ceja.

— Sabía que ibas a pedirme que me casará contigo. — Decía Lila tomando la mano de Verónica, ella le sonrió.

— ¿Eh?— Dijo Rose.

— Ya eres mi esposa, mi vida. — Le respondía Verónica a mi mejor amiga.

— ¿Eh?— Solté yo está vez sin entender.

— Volviendo al tema. — Evadió la conversación sin soltar la mano de Lila.— Los traje aquí porque cómo saben tengo un trato con las señoritas aquí presente.

Verónica nos señaló a Poché y a mí. La peliazul a mi lado me dió una sonrisa pequeña.

— Por lo cual trajé a la banda y a las noviecitas para ponernos de acuerdo con lo que vendría siendo su próxima publicidad. — Añadió dejando a la mesa en silencio.

— ¿Si seré famoso?— Caleb rompía el silencio. — Si no dilo, así voy abriendo el only fans.

— Detalles y precio, por favor. — Soltaba Cameron, rodé los ojos.

— Silencio, zorro. — Decía Poché, solté una risita por lo bajo.

— En segundos aparecerá mi perrita. — Comentó Verónica serena.

Un mesero hizo acto de presencia y empezó a apuntar lo que ordenaríamos, yo ni siquiera tenía hambre estaba muy pendiente a mi celular. Damon y mamá llamarían pronto.

— ¿Daniela, que ordenas?— Me decía Verónica, torcí los labios.

— No tengo hambre.— Contesté con simpleza.

— Come algo ligero. — Murmuraba Poché a mi lado, la observé. — ¿Te apetece una ensalada con pollo?— Acotó mirando la cartilla del menú.

Abrí y cerré mi boca al ver la preocupación de María José cuándo mi teléfono comenzó a sonar.

— Está bien.— Acepté, ella me dió media sonrisa.— Ya vuelvo.

Me levanté de la mesa y caminé lejos de todos yendo al baño mientras respondía la llamada, la voz de Damon hizo que mi corazón sintiera calidez.

— ¡Mamá, hoy aprendí a andar en bicicleta!— Exclamó con emoción, reí entredientes.

— ¿Ah sí?— Respondí alegre. — Espero hayas tenido casco, eh.

— Si, abu me lo puso y me grabó un video con abue Germán. — Explicó mi hijo, sonreí.

— Que increíble, mi cielo, cada día creces más. — Contesté.

— ¿Cuándo vuelva a casa podemos ir en bicicleta a mi escuela?— Cuestionó con tono de voz suplicante, suspiré.

— Queda un poco lejos. — Mi lado flojo salió a la luz. — Pero que te parece si vamos al parque, eh.

— ¡Si!— Exclamó Damon alegre. — ¿Me comprarás un perrito, mamá?

Puse cara de terror, Damon con un perro en casa sería un huracán 24/7. Debía evadir el tema.

— Hablaremos luego de eso, pequeño torbellino. — Mencioné rascando mi ceja.

Damon rió con malicia y yo solo podía sonreír al oírlo, amaba a ese pequeño más que a mí misma.

— Dime, ¿has comido? ¿Te lavaste las manos? ¿No le has hecho travesuras a tus abuelos?— Cuestioné, tamborileando los dedos en el lavabo.

— No, mamá, yo no soy travieso. — Escuché su risita la cual me contagió. — Y hice todo lo que dijiste, así cómo tú me has enseñado, mamá.

— Muy bien, mi cielo. — Felicité orgullosa. — Prometo hacer videollamada contigo hoy, ¿si?

— ¡Genial, señor dinosaurio estará feliz!— Mencionó eufórico.

— Pronto nos veremos, mi cielo. — Mencioné. — Cuídate mucho, te amo.

— Te amo, mamá, hasta pronto.— Dijo Damon lanzandome un beso a través del teléfono, sonreí.

Escuché movimiento en la línea y la voz de mi madre en reproche se hizo presente.

— ¿Cómo es eso de que eres bisexual?— Fue lo primero que escuché de su boca.

— Hola, ma, estoy bien por cierto gracias por preguntar. — Ironicé pasando una mano por mi rostro.

— No seas sarcástica, Daniela. — Reprochó, suspiré. — Tú vida es un desastre, cómo siempre.

— Mamá, hago esto por trabajo y darle un futuro a Damon. — Expliqué llenandome de paciencia.

— Trabajo, trabajo, trabajo. — Repitió con voz despreciativa. — No le pones la suficiente atención al niño por hacer poses todo el día y vivir en escándalos viviendo una vida de soltera y no cómo la madre que eres.

Llené de aire mis pulmones y miré a mi costado, una mujer se lavaba las manos y comenzaba a maquillarse, con el teléfono en la oreja me dirigí a un cubículo para encerrarme allí.

— No minimices mi trabajo porque tú no sabes lo difícil que es ser alguien del ojo público, mamá. — Susurré con enojo, no podía hablar en voz alta en un baño de restaurante. — La crianza de Damon es asunto mío y si finjo ante las redes es por protegerlo de la maldita mente podrida de la sociedad.

— Excusas, Daniela. — Habló mordaz. — En vez de tener ese trabajo y huir de casa a los 18 dejando tu carrera de contabilidad, hubieras buscado un esposo y padre decente para Damon ya que el primer idiota que se te puso al frente se burló de ti.

Tragué duro sintiendo cómo el nudo se formaba en mi garganta. Ella siempre iba a reprocharme el cómo huí de casa tras perseguir mis sueños.

— ¿Y luego que, mamá?— Inquirí dolida. — ¿Iba a vivir tu miserable vida de ama de casa estancada y con el sueño frustrado de ser contadora?

— Respétame, Daniela. — Exigió.

— Yo no soy tú. — Murmuré con ojos aguados. — Y ya sé que por más que haga siempre me vas a reprochar lo mismo.

— Tú vida es un desastre siempre, ¿qué esperas?— Preguntó con frialdad.

Espero que estés orgullosa de mí, que me apoyes y perdones mis errores del pasado cómo yo lo he hecho contigo. Eso esperaba, pero nunca se lo diría.

— Iré por Damon antes de lo acordado.— Repliqué.— Adiós.

Colgué la llamada y me recargue en la pared del cubículo llenando de aire mis pulmones, salí de ahí y me dirigí al lavabo, abrí la llave y mojé mi cara para evitar soltar lágrimas.

Mamá nunca me había perdonado el haber huído de casa a los 18 años y tres años después salir embarazada de Damon. No fue fácil salir embarazada a los 21 años en la mitad de mi carrera universitaria, con un trabajo que a penas y alcanzaba para pagar los viles y cosas personales.

Mamá siempre espero un brillante futuro para mí que era el mundo de contabilidad, de alguna forma quería que cumpliera su sueño frustrado de ser contadora.

Pero yo no quería eso, siempre quise caminar en una pasarela, ser una modelo de alta categoría, pero en el transcurso me enamoré, me enamoré ciegamente y de ese enamoramiento nació Damon.

El padre no respondió y negó a Damon, estaba comenzando mitad de estudios de artes escénicas, pensaba que él iba a ponerse contento con la noticia, pero él simplemente se desligó de toda responsabilidad.

Cuándo mis padres se enteraron de mi embarazo fue una catástrofe, con el tiempo me terminaron apoyando, pero mamá desde ese día cambió y nunca me perdonó y tampoco ha estado de acuerdo con las decisiones que tomo.

— ¿Daniela?— Escuché una voz, sacándome de mis pensamientos.

Guardé mi teléfono en mi bolsillo y miré a Poché adentrarse a los baños, suspiré.

— ¿Ocurre algo?— Cuestioné con voz apagada.

— No, nada. — Murmuró escuadriñando mi rostro. — Solo quería saber si estabas bien, la comida ya está en la mesa.

— Oh, claro, vamos. — Respondí fingiendo una sonrisa.

Intenté olvidar el problema de mi madre y con Poché salimos del baño, pero antes de salir sentí que ella tomaba mi muñeca deteniendome.

— ¿Estás bien?— Cuestionó con voz preocupada. — No sé, te veo un poco distraída, apagada.

— Estoy bien, Poché.— Le aseguré.

— Puedes contar conmigo en lo que desees.— Mencionó con certeza.

Su mano se entrelazó con mis dedos haciéndome pasar saliva, bajé la vista a nuestros dedos y apreté los labios quitando su mano de la mía rápidamente.

No, no caería en ese juego otra vez.

— Todos esperan.— Titubeé.

Poché me vió confusa y asintió con su cabeza lentamente, comencé a caminar apresuradamente hasta que llegué a la mesa sentándome en mi silla.

— Hasta que aparecen. — Comentaba Caleb riendo.

— Hacían cochinadas en el baño seguramente. — Mencionó Cameron, suspiré de mal humor.

— ¿Por qué no te callas antes de que te tire de un puente?— Ataqué sin paciencia.

— Que agresiva, me encanta. — Soltaba Rose llevando el tenedor a su boca y masticar.

Verónica me dió una mirada interrogativa, la vi y con ver su cara supe que ya sabía que tenía un problema.

— Buenas tardes a todos.

Un hombre castaño, de ligera barba y un arete en la oreja con una sonrisa, se acercaba a nuestra mesa.

— Hasta que llegas. — Verónica se puso de pie. — Chicos, este idiota se llama Adam Lewis y se unirá a nosotros cómo sus representante. — Señaló a Poché y a sus amigos.

— Tenía el gusto de conocer a la banda, me di el tiempo de escucharlos y lo hacen muy bien. — Expresó con una sonrisa. — A los otros un placer conocerlos.

— Muy bien, hablemos de negocios. — Decía mi manager.

No tenía cabeza para hablar de negocios y contratos.

— Verónica y yo hemos hablado y para empezar, ustedes deben grabar un sencillo, ver cómo los recibe el público y dependiendo de eso sacar un álbum luego. — Escuchamos a Adam.

Miré a Poché y ella sonreía sin poder creer lo que estaba escuchando junto con sus amigos.

— Me va a dar algo, Majo. — Escuché decir a Caleb.

— Si el álbum es un éxito, hablaremos de giras. — Añadía Adam sonriente.

— ¿Y yo que vela tengo en ese entierro?— Me atreví a preguntar.

— Darás promoción cómo la linda y buena novia que eres cuando saquen el sencillo. — Me respondió Verónica, alcé una ceja. — Si hay giras acompañarás a Majo por un tiempo.

Me limité a asentir con mi cabeza sin muchos ánimos de discutir sobre eso.

— Por mientras deben dar pistas, llamar la atención de la gente en sus redes sociales y seguir haciendo lo que les diga. — Acotó mi manager, suspiré. — Hacer cena con todos, cómo ahora. Salir, fingir ser una amistad inseparable.

— De acuerdo. — Mencionó Poché a mi lado.

— ¿Dudas?— Preguntó Adam a la mesa.

— Ninguna, todo claro. — Dije con seguimiento de todos los presentes afirmando mi respuesta.

— Estupendo, ¿pueden ir al estudio mañana? — Adam se dirigía a María José.

— Si bueno, el baterista de la banda nos dejó y debemos buscar un remplazo. — Explicó la peliazul.

— No te preocupes, nos encargamos. — Dijo Verónica.

Me dediqué a pinchar la ensalada de pollo sin tener una pizca de hambre, ni sabía porque le había dicho a Poché que comería esto.

— Nos gustaría hacerlo nosotros, cada uno tiene su escencia y por eso la banda es lo que es, así que no queremos cualquier persona para el puesto. — Miré a Poché y ella me observó, aparté la vista rápidamente.

— Estoy de acuerdo, busquen el remplazo y vayan dando sugerencias de la letra de la canción. — Habló Adam.

— ¿Todo claro?— Preguntó Verónica de nuevo.

Todos en la mesa asentimos con la cabeza.

— Que comience la diversión.

Me quedé un poco pensativa con toda la situación, hasta que mi teléfono en la mesa comenzó a vibrar, dejé de pinchar la ensalada y respondí la llamada.

— Daniela Calle. — Contesté con seriedad.

— Dani...— Murmuraron al otro lado de la línea.

El aire se me fue de los pulmones y sentí los colores de mi cara ir y venir en segundos.

No, no después de tanto tiempo.




































• ────── Flow llegando ────── •

“Calle pidiéndole a Diosito que no aparezca ese alguien”

Dios en corto:

Meta: 170 votos.

¿QUIÉN OSÁ A INTERRUMPIR LA VIDA DE LA DIOSA CALLE?

¿Qué les parece Damon?

¿La mamá de Calle?

Se medio contó la historia de Calle, ¿habrá pasado algo más?

¿Chisme?

¿Tomaron awita?

Usen bloqueador solar o los deja el rimel.

Dato irrelevante: Está prohibido morirse en algunos países del mundo.

Ya ni morir a gusto dejan.

* C va escuchando amor de cine de Humbe*

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