Un Príncipe De Cuento ©

Af yong7ho

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Zean está obsesionado con el príncipe de su nación, lo adula desde que es un niño y desea poder ser su novio... Mere

Sinopsis.
Capítulo dos: Fiesta secreta no tan secreta.
Capítulo tres: El gay sin final feliz.
Capítulo cuatro: Afeminado.
Capítulo cinco: Visita real.
Capítulo seis: Beso.
Capítulo siete: ¿Qué somos?
Capítulo ocho: Revelaciones.
Capítulo nueve: Un 17 de sep traumático.
Capítulo díez: La verdadera cara del Príncipe.
Capítulo once: Un beso que dice "te extrañé".
Capítulo doce: Graduación y un alfa en celo.
Final

Capítulo uno: Príncipe sexy.

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Af yong7ho


Peino mi cabello rubio, viendo cómo los rayos que entran a la habitación en la que hábito hace tres años, hacen que mis mechones se vean dorados, hoy me siento más lindo de lo normal, y es porque anoche dormí escuchando un audio subliminal, ¿Soy el único al que esos audios lo motivan? Amo el universo, y atraer más guapura a mi vida, aunque no es como si necesitara mucha.

El día que mi mamá me trajo al mundo seguramente llegaron hadas madrinas como en "La bella durmiente" y me dieron el don de la belleza, es que joder, no puedo entender como soy tan hermoso.

También estoy de buen humor y es porque hoy es un día especial. Habrá una bienvenida para el príncipe Arthur de Portland. O como yo le llamo: Mi futuro esposo.

Una prueba viviente de que él universo me da lo que le pido.

¿Saben ese crush famoso que tienen de pequeños, imaginan miles de historias románticas con ellos antes de dormir, y pegan sus fotos en sus paredes? Bueno, Arthur de Julié, es eso para mí.

Desde pequeño, la monarquía siempre reinó en mi vida, en la de todos a decir verdad, siempre veía las noticias o los periódicos. Mientras iba creciendo veía a Arthur, el segundo hijo de la familia real quien sería rey después de su hermano mayor, cada vez se veía más lindo, aunque en las portadas de los periódicos no salieran cosas muy agradables sobre él. A mí nunca me importó lo que dijeran de él, aunque todos siempre hablaban mal. Lo típico que siempre oía en los pasillos sobre él, era: "No se toma en serio su papel, es un mujeriego, irresponsable".

La última vez que leí un periódico con su perfecto rostro en él fue hace unos días: "La familia real informó mediante un comunicado que el príncipe rebelde de Portland, será llevado al instituto para hombres «Goldenberg» en Eugene, Oregon. Pocos kilómetros de su hogar, cerca pero lejos". Sí, fue hace una semana, me había memorizado la portada y aún estaba gritando en mi almohada.

¡El padre de mis futuros hijos inexistentes vendrá a vivir en el mismo techo que yo! Es como si Louis Tomlinson viniera a tomar té en mi habitación, admito que también tengo un crush con él, pero no le digan a Arthur, menos a Harry.

—¡Zean!— Iván grita del otro lado de la puerta, es mi vecino de al lado, y también uno de mis mejores amigos —¡7:10!

—¡Gracias!— respondo como rutina diaria, falta aún media hora. Como si no estuviera despierto desde antes de que saliera el amanecer.

Planche con mucho más cuidado de lo habitual mi uniforme de diario anoche, la camisa blanca está sin una arruga y el chaleco negro igual, la corbata que llevo hoy es azul oscura al igual que mis pantalones formales y mis zapatos de vestir. Tengo nervios, no pueden culparme, mi crush de toda la vida estará frente a mi en pocos minutos y es obvio que se enamorará de mí, la pregunta es, ¿Quién no lo haría?

Siempre he sido de esos chicos a los que no puedes decirle "no", siempre he tenido a todos los chicos que me han gustado, es más, incluso un profesor me dijo que le gustaba, pero no se preocupen, ya no está en la institución y tampoco está casado.

Ahora que lo pienso, pobre tipo, cayó en mis encantos y la está pasando mal. Pero Meh. Volviendo a mi...

Mis ojos hoy están sin ojeras, mi cutis perfecto, mis dientes blancos, parece que mis labios se han puesto de acuerdo para verse más rosas, mi cabello está ondulado casi por mis hombros, no estoy gordo, he cuidado mucho lo que como toda mi vida, y esta semana aún más.

Nada puede salir mal, me visto rápidamente cuidando de no arrugar nada y me veo en el espejo, sonriendo satisfecho luego de peinar mi cabello y ponerme un poco de perfume, estoy seguro de algo, y es que hoy, conquistaré a mi futuro esposo, el príncipe sexy.

Me siento muy feliz, tanto que un desorden mínimo en mi habitación no puede dañarlo. Me detengo a mirar con mis ojos azules el cuarto con detenimiento, el piso de madera está impecable, las paredes blancas se ven limpias y sin rayones, las fotos de Arthur están perfectamente pegadas, mi cama tendida por sábanas blancas, al igual que mis cortinas del mismo color. Camino al baño y lo veo con detenimiento, todo en orden, el gran espejo está incluso sin manchas, las cerámicas blancas limpias y el suelo seco. Alejo todo pensamiento de intranquilidad y tomo mi mochila azul celeste colgándola en mi hombro para salir de mi habitación.

Los chicos a mi al rededor me saludan en cuanto voy pasando, les respondo sonriente, siempre he sido alguien amigable.

Pronto, Elliot, Iván y Victorio se detienen a mi lado, los tres somos mejores amigos desde que llegamos aquí, somos el grupo más popular del instituto, tanto por codiciados, como por inteligentes. Hablamos de cosas al azar mientras vamos al gran salón, pero estoy tan emocionado que apenas puedo oírlos.

—¿Qué le pasa?— pregunta Elliot, él es blanco, su cabello es castaño muy oscuro, lo lleva corto en un copete leve, y sus ojos son grises. Iván al contrario es moreno, cabello marrón oscuro, ruloso, y ojos marrones muy claros.

—¿Es por el príncipe?— pregunta Victorio, su tez es palida, su cabello es negro a los lados y sus ojos muy oscuros. Parece un poco asiático aunque no lo sea.

Victorio es francés, a veces habla en su idioma sin darse cuenta, Iván es estadounidense, nacido en California, y Elliot es italiano. Yo por otro lado, soy de aquí, Toronto. Ambos tenemos familias millonarias, los padres de Elliot son grandes empresarios de autos, los de Iván son políticos, Victorio tiene padres deportistas y los míos son magnates de la moda. Somos amigos únicos, aunque a decir verdad todos aquí tienen padres importantes, estudiar en este instituto es como estudiar en Harvard o algo así, tanto que incluso el príncipe ahora estudiaría aquí.

—¿No es obvio?— dice Iván rodando los ojos —Tiene su habitación llena de fotos de Arthur de Julié...

Sonrío levemente, parezco un obsesionado, o quizá si lo sea un poco.

—¿Tratarás de enamorarlo, o algo así?— pregunta Elliot.

—No trataré— Guiño un ojo —Él se enamorará de mí — aseguro.

—No creo que el joven sea bisexual— se apresura a decir Victorio —Siempre está rodeado de muchas chicas agradables.

Sí, Victorio es un poco, o demasiado formal.

—¡Ma andiamo! [T:¡Pero vamos, Victorio!]— exclama Elliot —¡Zean siempre tiene comentarios de chicas en su Instagram, es codiciado, y es gay!

Todos en el instituto saben que soy abiertamente gay desde que llegué aquí, nadie me juzga ni nada parecido a pesar de ser un internado de sólo chicos, los de aquí no son prejuiciosos y eso es lo que más me gusta de este instituto, cabe destacar que pocos aquí son heteros a decir verdad, de nuestro grupo sólo Iván lo es, Elliot es bisexual, y Victorio gay.

—Ok, ponte recto romeo— murmura Elliot apenas entramos al salón —¿Vieron?— pregunta —¡Rimó!

Las rimas de Elliot y su sentido del humor son iguales a comer arroz con mango: una mierda.

Pero bueno, así lo quiero.

—Cállate Elliot— dice Iván.

Río mirando sobre todos, buscando el mejor asiento para estar cerca del principe, definitivamente detrás de él, la silla suya está vacía, debería haber llegado hace más de diez minutos según los profesores. Camino junto a mis amigos llegando a la silla llena de chicos tras la del principe y sonrío ampliamente a ellos.

—Hola queridos, ¿Serían tan amables de prestarnos este asiento?— los chicos en él sólo asienten igual de sonrientes y se apartan, dejando que los chicos y yo, nos sentemos. Victorio a mi derecha, Elliot a mi izquierda e Iván a su lado.

Amo que siempre hacen lo que pido, es satisfactorio y definitivamente hermoso.

—Dios, que emoción por tí— réplica Iván, bajando el cierre de su suéter para enseñar su uniforme.

Tengo nervios, nunca había tenido tantos en mi vida, mis manos tiemblan levemente al igual que mis piernas, quiero vomitar.

Me siento como si estuviese en uno de los sueños que tengo de Arthur.

—¿Se imaginan que ni lo vea? Come è divertente [T: que risa]— murmura Elliot tratando de dañar mi momento, y le lanzó una mirada asesina.

—Puedo escucharte, Elliot Doherty— gruñí en su dirección.

—No le prestes atención al idiota, el fijador de cabello le asienta mal— se ríe Iván y lo acompaño.

—Lo siento, pero la cantidad de mujeres que ese tipo ha tenido es...

—Mira Doherty, más te vale que te calles antes de que...

Todos se ponen de pie y sé lo que está pasando, mi amor, mi crush, mi futuro esposo, mi hombre, mi vida, mi toro, mi cónyuge, mi razón de ser ha llegado.

Me pongo de pie de inmediato, volteo como el exorcista y miro hacía él, dios, si nadie era perfecto él es la excepción. Sus cabellos negros cortos están despeinados, sus ojos verdes se ven brillantes, su piel palida, sus mejillas rosas y llenas de pecas, sus labios rojos por naturaleza, su nariz perfilada, perfecta. Su estatura quizá metro ochenta, diez centímetros más que yo, el uniforme le queda fenomenal, apretado, demostrando sus músculos, un collar de espinas plateadas está al rededor de su cuello, su manera de caminar lo hace ver autoritario, seguro de sí mismo, y es que quién no estaría seguro si se ve como una mezcla de Timothee Chalamet y Zayn Malik.

—Se parece a Timothee Chalamet— murmura Elliot acertando mis pensamientos —O a no sé, a un ángel... Dio qualcuno chiami i vigili del fuoco. [T: dios, alguien llame a los bomberos]

—Un ángel sexy— dije sin pensar, aún viéndolo, imaginándolo sin toda esa ropa.

Tuve Apodyopsis.

Apodyopsis por el príncipe.

—Pero miren quien lo acompaña— siguió Iván.

Entonces salgo de mi burbuja llamada Arthur y veo a la chica que lo está acompañando, colgada de él como si fuese una sucia y mal maquillada garrapata de monte.

-—Me dueles Arthur— susurro.

—¿Será su novia?— pregunta Elliot.

—Creo que es Verónica Malte— murmura Iván —Es la última novia con la que salió en el periódico. Es tenista profesional.

—Maldición, me lleva la que me trajo— bufé cruzándome de brazos, claramente ya sabía quién era esa igualada.

Blanca, castaña, con una cara extremadamente perfecta y sonrisa Colgate, de seguro califica para modelo de victoria Secret porque tiene un cuerpo de puta madre. Pero yo tengo algo que ella no... Un pito.

Y carisma, y belleza, y... Dios, necesito convencerme que soy mejor que ella para seguir respirando.

—No te preocupes, mon amour— dice Victorio dándome una palmada en el hombro, acostumbra a llamarme así (mi amor)—Eres el más lindo de aquí, mucho más lindo que la dama que lo acompaña.

—Gracias— dije sonriente. Victorio es un gran amigo, desde siempre me ha tratado más lindo que los demás, lo quiero mucho.

Ya más tranquilo, activo de nuevo mi modo cazador.

Vuelvo a mirar a Arthur, quien ya está apunto de sentarse delante de mi, me mira una milésima de segundo, haciendo que mi interior estalle en millones de emociones, iba a saludarlo, pero ya no me miraba para cuándo reaccioné.

Pero me vió.

Sus lindos ojos dignos de un príncipe me miraron.

¡Me vió!

Cielo nuestro que estás en los padres.

—Bueno— murmura Elliot —Fue casi un segundo... — dice casi quitándome la emoción aunque a ese punto es imposible.

—Me debes quinientos, Doherty— dice Iván a Elliot, y niego por su tonta apuesta, sentándome al igual que todos cuando el príncipe tomó asiento.

—Te lo cobro con los quinientos que me debías, Benson— le dice.

—¿¡Qué!?— exclama enojado —¿De cuándo?— pregunta Iván.

—La vez que apostamos en peppa si aparecerían cocodrilos de mascotas o personas. Y tú votaste mascotas.

—Tienes razón— bufa y los veo como si fueran dos imbéciles, la verdad es que lo son.

Veo a la intrusa que se acuesta en el hombro de Arthur y sé que no he fracasado, esa chica se irá apenas esto termine, así que podré lanzarme a él cuando ya no esté ella, igual me miró. Todo marcha bien, no me vió mucho, pero me verá más luego. Estoy seguro.

Sé que no debería quitarle el novio a nadie pero ella me lo quitó a mí, ella es la tercera en esta relación.

¿Ustedes se rendirían tan rápido con su crush? Yo, Zean Danés, no pienso hacerlo hasta verlo sin ropa. Hasta que se case conmigo y seamos felices en su castillo junto a miles de gatos y gallinas que se llamarán Camila y Armanda, si, les puse los nombres cuando tenía 13. También a los gatos, pero es una lista larga.

Sino, obtaria por el plan dos que sería, raptarlo, y llevarlo a mi casa, ocultarlo en el sótano hasta que ya no lo extrañen más para que pueda empezar una vida más libre con otra identidad y casados.

Las dos opciones son completamente válidas.

—Buenos días a todos— dice el director Wess frente a un podio, es canoso, de ojos claros —Como todos saben, el príncipe Arthur será parte de esta institución a partir de ahora, espero que lo reciban muy bien, ya que estará con nosotros todo un año, demostremos que somos dignos de tener a la realeza entre nosotros— tomó aire —Príncipe Arthur, es bienvenido a hablar...

Arthur se pone de pie caminando con lentitud hasta el podio, mi corazón late desenfrenado en mi pecho, ni siquiera me doy cuenta cuando empecé a morder mi labio. El director se mueve a un lado y Arthur se detiene frente al podio sin ninguna expresión en el rostro, seguidamente se aclara la garganta.

—Estoy aquí— comienza, su voz es ronca y leve, nunca imaginé oírla en persona —Por obligación, no necesito de sus sonrisas falsas ni demostraciones de interés, este collar que llevo— señaló su cuello —Significa opresión— seguido de eso no se despide, sino que baja del podio, los chicos aplauden poco y la mayoría no lo hace, sin embargo yo aplaudo como si mi vida dependiera de eso y me miran como preguntándose: ¿Y este random?

—Dios, ya para Zean de los montes— murmura Elliot y me doy cuenta que ninguno de los tres está aplaudiendo.

—Sin más que decir— dice el director incómodo —Que empiece está calurosa bienvenida— finalizó y veo como murmuran cosas malas acerca de Arthur.

«No durará mucho aquí»

«Es lindo pero hueco»

«Debería estar avergonzado»

»Deshonra a la familia real»

Un vídeo sobre el reino de Portland comienza a reproducirse en pantalla grande, es una serie de diapositivas para Arthur, noto como en cada foto del vídeo su rostro es igual de serio y enojado como el que tiene ahora. Sé que debe seguir con el mismo rostro a pesar de que sólo puedo ver su nuca delante de mí. Hasta yo estaría enojado si dijeran tantas cosas de mí.

Respecto a lo de "Opresión" es obvio que Arthur no desea ser principe, y también que se siente obligado al estar aquí, así que lo entiendo completamente.

—¿Podrías dejar de mirarlo?— pregunta Elliot en voz baja, aprovechando el sonido del vídeo para que sólo yo lo escuche —Romperás el corazón de Victorio— bromea.

—Mejor espero que me compres un helado de motivación luego de esto— dije en el mismo tono de voz.

—Hablando en serio, Victorio debe estar con las bolas que no tiene en la garganta asustado, debe tener miedo de que le quiten a su Mon Amour.

Elliot siempre bromea con que Victorio está enamorado de mí, así que ya no le tomo tanta importancia. Cuando él dice que no tiene bolas es porque Victorio es transgénero, aún así, nunca lo supimos hasta hace un año que nos dijo, pero a decir verdad nunca nos habríamos dado cuenta, es incluso más fortachón que los tres juntos, y la vez que lo vimos sin camiseta no tenía cicatrices, luego me enteré que existían operaciones que no dejaban marcas.

—¿Por qué no molestas a tu novio?— digo refiriéndome a Iván.

—Oh, eso haré querido— dice imitando el acento francés de Victorio, rodeo los ojos.

Apenas la bienvenida termina, el príncipe es el primero que sale, está vez sin mirar a nadie, ni siquiera a la víbora que trata de llamar su atención. Lo miro hasta que ya no hay señales de su cabellera oscura y luego me pongo de pie al igual que mis amigos.

—Tenemos natación en veinte minutos— recuerda Victorio, asiento caminando junto a ellos a la salida del salón, recibiendo saludos de chicos.

Salimos hacía el pasillo y veo a Arthur cerca, despidiéndose de la chica, me detengo. Listo para ponerme modo principe encantador de Shrek. Me acomodo el cabello y me doy palmadas en los cachetes.

—¿Irás a él, ahora?— pregunta Victorio.

—¡Sí, querido, ¿Irás a él?!— bromea Elliot alzando la voz.

—Elliot cállate, no soporto tu voz a veces— dice Iván, pero yo estoy sumido en la pareja pronto dispareja al final —Sabes que odio cuando la gente grita.

Ella se acerca a besarlo y Arthur la aparta, pero a ella parece no importarle, pues se va con una sonrisa. Dos hombres como guardaespaldas de la realeza se acercan para decirle algo y se marchan.

—Perdón amor, ¡Es que a veces me olvidó que tú también te la pasas gritando, Iván de los santos!

—¡No me digas amor!— grita Iván —¡Ya te dije que soy hetero, no me gustan los tipos y menos los idiotas! ¡Además, mi apellido es Benson, no ese!— exclama malhumorado —¡Nunca grito!— grita.

—Silencio, por favor— pide Victorio, sin embargo, yo ya me encuentro alejándome de ellos.

A pocos pasos del príncipe, mi corazón palpita desbocado, me siento bien, nunca me sentí mejor, tantos años deseando poder estar acercándome a él, teniéndolo cerca de mí, fuera de un teléfono, de fotos, es como si mi relación a distancia de años estuviese frente a mi. Imaginen, el famoso que más adoran, cerca de ustedes, muy cerca, con la posibilidad de iniciar una conversación, y que además de eso hable su mismo idioma. Mi sueño, al fin cumpliéndose.

Entonces toco su hombro y voltea serio, alzó el rostro para verle y las palabras se quedan atascadas en mi boca, mis ojos se cristalizan inevitablemente y me siento inmóvil, él no dice nada, sólo me ve con indiferencia y me pasa por un lado dejándome, ni siquiera tengo el valor de voltear porque he quedado en un shock que no me permite pensar con claridad. Lo siguiente que siento es el agua fría en mi rostro y seguido de eso mis mejores amigos riéndose de mí a excepción de Victorio.

—Bueno— dice Iván a Elliot —Ahora si me debes quinientos.

Fortsæt med at læse

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