blåøyde omega ;; trillizos!po...

By alexanderkirigan

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Draco ha sido entregado a una manada salvaje como oferta de paz. Será mordido y reclamado por los trillizos P... More

Prólogo
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By alexanderkirigan

Cuando era un niño nunca había asistido a fiestas. Su madre dejaba a su hermano y a él con la niñera y sus padres iban a las reuniones que se organizaban con el resto de las manadas.

Cuando le preguntaba a su madre cómo eran las fiestas, su madre siempre le aseguraba que eran muy aburridas y que desearía poder quedarse en casa con Thomas y Draco.

Nunca la creyó, pero ahora sabía a qué se refería su madre.

Había música, pero nadie estaba bailando. El banquete era enorme, y los sucios alfas de otras manadas se dedicaban a devorar el festín que estaba servido. A Draco le daba asco, comían con la boca abierta y en ocasiones escupían de manera muy grosera cuando un hueso se colaba en su boca con la carne.

Sus alfas estaban hablando con otros líderes, estaban demasiado ocupados riéndose y hablando en noruego como para darse cuenta de la incomodidad de Draco.

Se llevó las manos a su vientre, de repente sintiéndose demasiado inquieto. Esperaba una reunión mucho más formal y civilizada, aquello era un desastre. Olía a cerveza y a carne, pero lo peor eran los gritos. Los alfas se reían con sonoras carcajadas y hablaban tan fuerte que ponían a Draco de los nervios.

Entonces lo entendió: sólo disfrutarías de estas fiestas si eras alfa.

El vestido de Draco arrastraba por el suelo y ahora le daba mucha pena ensuciarlo. Pansy le había asegurado que parecía un auténtico monarca vestido de blanco y dorado, pero ahora dudaba que se pareciera a un monarca. Ahora estaba nervioso, asustado y se había acurrucado en sí mismo en una esquina.

Para rematar la noche, le dolían los pies. Los tobillos estaban tan hinchados como un globo y sus hijos se removían en su vientre con nerviosismo, a Draco le preocupó que el ambiente afectara a su camada.

Erika le había dicho que omegas en cinta no debían ir a fiestas. Él estaba en contra de eso, pero ahora empezaba a ver el por qué.

"Nunca he sido fanático de las reuniones familiares." Le confesó Aleksander, y Draco lo miró con rapidez. Un sentimiento de alivio lo invadió. Su omega se regocijó en la esperanza.

El olor de Aleksander era fuerte, pero no imponía tanto como el de los trillizos. Draco no sabía catalogar a qué olía exactamente, pero olía a humo y a algo más que le resultaba bastante agradable. Su capa de oso estaba sobre sus hombros pero no se veía como cualquiera de esos líderes, él parecía mucho más intelectual y calmado.

"Aleksander." Murmuró Draco. Sintió que su instinto se removió, sus hijos dejaron de estar tan inquietos.

El alfa lo miró por primera vez con esos ojos oscuros que podrían devorar el gris de los ojos de Draco en cuestión de segundos. Algo en él se estremeció cuando notó el calor que desprendía Aleksander con sólo tener su cuerpo cerca de Draco, era reconfortante y se sentía seguro.

Aleksander sonrió un poco.

"No estés tan aliviado, podría parecer que me has echado de menos." Le dijo a Draco en voz baja, como un murmullo. Fue lo suficientemente alto para que sólo Draco lo pudiera oír entre tanto ruido.

Draco miró hacia abajo, a sus manos. Sus pequeños dedos se retorcían con nerviosismo.

Aleksander pareció notar su inquietud, y ese aura divertida desapareció rápidamente junto con la pequeña sonrisa que apenas había podido esbozar.

Sus hombros se enderezaron.

"Veo que decidisteis venir."

"Por favor, preferiría que no te dirigieras a mí como alguien importante." Le espetó Draco sin atreverse a mirarlo todavía. "No me siento cómodo."

El alfa vaciló, Draco no lo vio pero casi pudo imaginar cómo había parpadeado desconcertado.

"¿Por qué?"

"Me siento como un farsante ahora mismo." Confesó el omega. Podía sentir la abrasadora mirada de Aleksander recorrer su rostro, quería mirarlo pero no pudo. "Y en vez de halagarme haces todo lo contrario."

"Así que piensas que me estoy burlando de ti."

"No." Titubeó. "No eres tú, es..."

No supo cómo explicarlo, así que se quedó callado. No era fácil explicar qué sentía y describir cómo lo afectaba a él, sabía que por más adjetivos y palabras que soltara nunca podría expresarse correctamente, y Aleksander podría mirarlo como si estuviera loco. Dejaría en vergüenza a sus alfas, le ponía nervioso el simple pensamiento de que cabía una pequeña posibilidad de que en aquella sala lo estuvieran juzgando.

Así que se calló, como siempre hacía y siempre había hecho. Se calló porque no quería estropear las cosas, porque prefería ahorrar todos esos balbuceos insignificantes y mantenerse erguido.

Pero para sorpresa de Draco, Aleksander pareció captar a qué se refería.

No supo cómo, o si de verdad lo había hecho. Tal vez no lo había hecho, tal vez simplemente dejó el tema a un lado y asintió sólo por cortesía. Algo que había observado en el alfa, era que Aleksander jamás perdía los modales y la educación.

Fuera lo que fuera, de todas formas, Aleksander no lo presionó y dejó el tema de las inseguridades a un lado.

"La cerveza tiene un olor de lo más desagradable." Comentó el alfa, sólo para romper el silencio y dejarle claro a Draco que seguiría allí a su lado para hacerle compañía. "La cerveza de por aquí es pésima, en el sur es mejor. ¿Has probado alguna vez la cerveza?"

"No." Admitió Draco. Nunca tuvo el ánimo suficiente para aceptar cuando le ofrecieron, y que los omegas bebieran alguna bebida alcohólica estaba muy mal visto. Les quitaba el encanto, según muchos.

"Tampoco te pierdes nada." Le sonrió Aleksander, su sonrisa era muy bonita. Era amable e incluso agradable, los labios de Draco temblaron y se curvaron en una inevitable pequeña sonrisa. "Preferiría beber agua estancada con barro." Arrugó la cara con desagrado.

"Todos parecen tan felices aquí." El pequeño omega miró a su alrededor. Había dejado de encogerse sobre sí mismo porque la alta y gran figura de Aleksander le daba seguridad, pero sus pequeñas manos seguían sobre su vientre. "No parece desagradarles la cerveza."

"Son capaces de ducharse y beberse esa misma agua. No tengas muy en cuenta su opinión."

La sonrisa de Draco creció, divertida.

"Es extraño."

"¿Ellos? Sí."

"No, me refiero a que estés aquí." Draco lo miró por primera vez, Aleksander también lo hizo. "Deberías estar bebiendo y riéndote con ellos, no acompañando a un omega en cinta al que le duelen demasiado los tobillos."

"Lo dices como si acompañarte fuera algo malo." Aleksander miró a su alrededor. "Yo me lo estoy pasando muy bien."

"Ya, claro."

"¿No me crees?"

Draco lo miró con diversión. No sabía si el alfa lo decía en serio, pero parecía estar hablando bastante en serio. Los ojos de Draco, grises y grandes, se desviaron con un poco de tristeza hasta sus propias manos, que de manera protectora aún estaban sobre su vientre.

Pensó que Erika tenía razón. Harry, Evans y James también tenían razón.

Él no pintaba nada allí.

Aquello era un ambiente de alfas, alfas que brindaban con cerveza, se reían y hablaban a gritos. Draco no podría integrarse en ninguna conversación porque no sabría cómo hacerlo ni tampoco los entendía. Hablaban en noruego, y Draco había dejado de estudiar noruego desde la muerte de Rob.

Sintió la mano de Aleksander apoyarse en la parte baja de su espalda, se sobresaltó y se estremeció un poco. Sus manos no iban con malas intenciones, al contrario, cuando miró a Aleksander el alfa parecía casi preocupado. El tacto del alfa buscaba reconfortarlo, apoyarlo. Probablemente había olido a Draco.

"Puedo llamar a mis primos." Le dijo Aleksander. Un extraño sentimiento recorrió a su instinto, algo parecido al alivio. Aleksander estaba allí consolándolo, haciéndole compañía y además se había ofrecido a ayudarlo a buscar a sus alfas. "Deben de estar por aquí, no te preocupes. Quédate aquí, o si quieres puedes venir a..."

"Están hablando allí." Musitó el omega, Aleksander se calló y buscó con la mirada hasta encontrarlos. "Con un líder del Noreste o algo así. No lo hagas, no pueden... desatender sus obligaciones. Están hablando con gente importante."

Aleksander frunció el ceño.

"Con todo el debido respeto, no creo que esa sea una buena idea."

"Ellos tenían razón." Aleksander no dijo nada, Draco frunció los labios. "No debería de haber venido, esto es cosa de alfas."

"En realidad, es tu fiesta." Dijo. "Más o menos. Bueno, la de tus hijos. Pero tú llevas a tus hijos, así que..."

"No pertenezco aquí, Aleksander." Negó Draco. "Nunca lo hice, no sé por qué pensé que lo haría ahora."

Aparentemente, dejó a Aleksander en silencio por más de un minuto. Draco no tenía muchos ánimos, le dolían las extremidades y en aquel ambiente se sentía diminuto, vulnerable. No podía respaldarse en ninguno de sus tres alfas, no podría hacer algo tan sencillo como sentarse al lado de Evans porque esa no era una fiesta donde Draco debía estar.

Harry se lo había repetido muchas veces, y James lo había mirado con decepción porque Draco se rebeló y no quiso obedecer ninguna sugerencia. Todos se lo dijeron, todos le dijeron que aquella no era su fiesta y no pintaba nada allí.

Y ahora se arrepentía, se arrepentía enormemente porque sus alfas parecían cabreados con él. Harry no lo había mirado, Evans no le había hablado cariñosamente ni una sola vez y James parecía optar por hablar con un jefe del Suroeste antes que con Draco.

Todos lo estaban torturando de esa manera tan lenta y dolorosa, parecía como si quisieran que la experiencia de Draco fuera horrible para que a la próxima se quedase en casa con los niños.

Draco no necesitaba pensárselo más, estaba dispuesto a ceder la próxima vez.

Se preguntó qué habría opinado Rob sobre todo esto, ¿Rob lo habría animado a ir, o le habría dicho lo que todos le dijeron a Draco?

«Deberías pensar más en lo que querrían tus alfas.»

Se le revolvieron las entrañas, y no fue por los cachorros. Los cachorros estaban mucho más tranquilos desde que Aleksander se había acercado y le había hecho compañía.

Quería llorar.

Había intentado adaptarse a cada adversidad durante toda su vida. Cuando sus padres murieron, tuvo que adaptarse; cuando Thomas lo quiso enlazar con los trillizos, Draco cedió y lo aceptó; cuando se quedó embarazado, aun cuando él no se sentía preparado, lo aceptó y se adaptó.

Rob murió, y como cualquier otra adversidad Draco intentó adaptarse a la situación. Le costó aún más que cualquier otra etapa difícil en su vida, pero creyó lograrlo. Creyó que, de nuevo, había salido adelante. Durante todo ese tiempo había tenido una venda en los ojos que lo había hecho creer que todo estaba más que aceptado y que su conciencia se había adaptado otra vez.

Pero no lo había hecho, ¿cómo podría hacerlo?

Rob era su pilar, y cuando ese pilar se desmoronó toda la presión salió.

Esta vez no iba a poder adaptarse. Esta vez no podría haber aceptación. Ni siquiera lo aceptaban en esa fiesta sus propios alfas.

¿Cómo iba a superar la pérdida de la única persona que había estado a su lado en cualquier momento?

"Draco." La voz de Aleksander le hizo plantar los pies en la Tierra, seguían en la dichosa reunión. No supo por qué la voz de Aleksander, áspera y viril, sonaba tan alarmada y preocupada.

Cuando una de las fuertes manos de Aleksander acarició su mejilla, fue entonces que Draco sintió la humedad en sus ojos.

No sabía en qué momento había empezado a llorar, o si aquello era realmente llorar. Era lagrimear, más bien. La tristeza, el llanto, el dolor, todo aquello lo había vaciado en la tumba de Rob. No quedaba nada en aquel pequeño cuerpo, sólo pedazos rotos. Estaba hecho añicos, estaba destrozado.

"Draco, ¿qué te pasa?" La voz de Aleksander retumbó en sus oídos otra vez. Draco no supo qué decir, las palabras no le salían.

Draco, Draco, Draco. Su nombre sonaba tan bien en la boca de Aleksander. El alfa tenía el mismo acento que los trillizos, si tan solo su Harry fuera tan gentil y divertido como su primo.

El omega entreabrió los labios, titubeante.

"Necesito salir de aquí." Tembló, y la otra mano de Aleksander lo agarró. "Necesito, necesito..." Balbuceó. Sabía que necesitaba algo, su instinto se lo estaba gritando pero Draco no era capaz de transmitirlo.

¿Qué era lo que necesitaba? Muchas cosas. La principal de ellas no podía expresarla con palabras, pero una de las cosas que también necesitaba era que alguno de sus alfas lo sostuviera como Aleksander lo estaba sujetando.

El tacto de Aleksander era gentil y cuidadoso, algo que se salía de la burbuja de ideas que tenía del alfa. Aleksander parecía frío, parecía una persona reacia al tacto. No parecía de la clase de alfas que sujetaban a omegas y les acariciaban la mejilla, pero allí estaba él, sujetando a Draco para darle apoyo y otra de sus manos le había secado las lágrimas.

"Te sacaré de aquí." Le prometió Aleksander, y Draco sólo pudo asentir torpemente. El alfa estaba ahí, lo iba a sacar de allí. "Draco, Draco. Oye, ven, no te separes de mí."

Draco, Draco, Draco.

¿Por qué hacía tanto tiempo que ninguno de sus alfas lo llamaban de esa forma?

Aleksander lo dejó sentado un momento para acercarse a los trillizos. El corazón de Draco latió fuertemente cuando lo vio inclinarse hacia Harry y murmurarle algo.

Harry miró hacia Draco, su rostro parecía tenso. Era como si tuviera un duelo interno, entre dejar la fiesta para llevar a Draco a casa o quedarse allí. El omega miró fijamente los ojos de su alfa, y se llevó una mano a su vientre.

Por un momento creyó que se levantaría y caminaría hacia él, pero le dijo algo a Aleksander y asintió.

Draco no pudo creer lo que vio, Harry se había girado para seguir hablando con el líder con el que tan entusiasmadamente había estado conversando. El propio Aleksander parecía sorprendido. Se había quedado ahí de pie, frente a su primo, demasiado desconcertado como para moverse inmediatamente. Parecía esperar a que Harry cambiase de opinión.

Pero nunca lo hizo, y Aleksander se giró para ir en busca de Draco.

"Draco."

"Se ha quedado ahí." Murmuró Draco, aun mirando a Harry. "Ha preferido quedarse."

"Estoy seguro de que en otras circunstancias no habrían dudado en venir." Lo consoló el alfa, y Draco apreció que Aleksander estuviera allí con él. Sin él, Draco probablemente se habría quedado allí, o habría ido a casa solo. "Vamos, tengo que sacarte de aquí."

"No."

"¿No?" Pestañeó el alfa, y frunció el ceño.

"Deberías quedarte aquí." La voz de Draco sonó baja, en un murmullo. "Deberías... beber cerveza y reírte con ellos. Iré a casa, Erika debe estar allí tejiendo."

El ceño de Aleksander se arrugó aún más, estaba inclinado hacia Draco.

"¿Por qué insistes en que te deje solo?" Le preguntó. "Si lo que no quieres es que te acompañe..."

"No quiero que nadie más se enfade conmigo esta noche." Draco se apresuró para interrumpirlo, y Aleksander lo miró fijamente. "No eres tú. No es por ti."

"¿Por qué me enfadaría por algo así? Me he ofrecido, Draco."

El omega se encogió de hombros, miraba hacia su regazo con timidez. Sus pequeñas manos jugueteaban entre ellas con nerviosismo e inquietud.

"La gente suele hacer eso." Murmuró el omega, tan bajo que Aleksander apenas lo entendió. "Te dicen cosas y al final..."

Se quedaron callados.

"Al final no es nada."

Draco miró a Aleksander, los ojos del alfa brillaban con tristeza. El omega quiso preguntar qué había hecho que sus ojos oscuros se vieran tan nostálgicos en tan poco tiempo, quiso preguntarle muchas cosas.

Pero no dijo nada, porque Rob solía decirle que las personas que derribaban sus muros y dejaban verse tan frágiles no debían ser presionadas. Ellas solas se desenvolvían, se abrían y hablaban. No debía de presionar, debía tantear un terreno y esperar.

No supo cómo, pero de nuevo Aleksander lo había vuelto a entender.

El alfa pestañeó, y clavó sus ojos en los de Draco.

"Será mejor que te saque de aquí cuanto antes." Murmuró, bajo. "Te llevaré a casa con..."

"Con Erika."

"Sí, sí." Asintió Aleksander, pero Draco dudaba que lo hubiera escuchado. Parecía aún bastante perdido en algún recuerdo pasado. "Con... con ella."

Draco y Aleksander se pusieron en marcha con el objetivo de salir allí cuanto antes, aparentemente ninguno de los dos quería seguir en aquella fiesta por mucho más tiempo. Draco se dedicaba a seguir al alfa, que a veces saludaba a algún que otro líder y sonreía cuando debía de sonreír, pero era más una mueca tensa que una sonrisa.

Se chocaron con un hombre barbudo y gordo que parecía estar bastante borracho. Aleksander no había alejado a Draco ni un sólo centímetro, así que Draco no se puso tan nervioso cuando el rechoncho alfa lo miró fijamente.

El ceño del desconocido se frunció, sus cejas se arrugaron y se juntaron.

"Aleksander." Respiró el desconocido, y miró al alfa después. "Et øyeblikk trodde jeg det var Greta. Han er så lik, han har blå øyne som henne. [Por un momento pensé que era Greta. Es tan parecido, tiene los ojos azules como ella.]"

El rechoncho alfa terminó riéndose risueño, efecto del alcohol. Pero Aleksander no parecía estar ni de lejos divertido. Draco notó que su cuerpo se contraía, que se tensaba y se endurecía.

Había jurado ver que la mandíbula se Aleksander se había apretado.

No pudo preguntar, ni siquiera tuvo tiempo para acercarse un poco más a Aleksander y llamarlo. El alfa rodeó los estrechos hombros de Draco con su brazo y los arrastró a los dos afuera, esquivó al borracho.

"No te alejes de mí." Le advirtió Aleksander, sombrío. Miraba a su alrededor como un depredador que estudiaba el terreno de caza. "La gran mayoría están borrachos, y los que no se están acostando con los omegas de otros jefes."

Draco se estremeció, le dio asco pensar en eso.

"¿Delante de ellos?"

"En algunas tribus las parejas abiertas son normales." Gruñó y cambió de rumbo cuando un alfa borracho se tambaleaba cerca de ellos. "Aquí no es lo común, no nos va mucho."

Draco estaba agradecido de que no fuera así, no le gustaría tener que compartir a sus alfas.

Lograron salir de allí. La gente del pueblo dormía, los únicos que pisaban las calles eran Draco y Aleksander.

Aleksander se quitó la capa y se la puso en los hombros a Draco. El omega se sobresaltó.

"Es tu capa."

"No me hace falta." Le juró Aleksander. "Sería mucho más efectiva en ti que en mí."

"Siempre has llevado la capa." Draco se acurrucó en la capa de oso. Olía a Aleksander. "Creía que era porque tenías frío."

"No me gusta exponerme al público. Llevar esa capa es una especie de defensa."

La prenda era verdaderamente cálida y acogedora. El instinto de Draco se regocijó, los cachorros se removieron cuando se encontraron más cómodos. Era pesada pero no de manera molesta, y era tan suave que sería perfecta para hacer un nido.

Durante un segundo, se le pasó por la cabeza la pequeña posibilidad de añadir la capa de Aleksander a su nido, a su lugar seguro.

Pero no lo haría, no podría hacerlo de todas formar. Y era la capa de Aleksander, seguía siendo del alfa, no era un regalo.

"¿Por qué parece que prefieres hablar conmigo antes que con cualquier otro?" Le preguntó Draco.

Aleksander seguía andando a paso lento al lado de Draco, no lo miraba. El omega se cansaba bastante andando, así que debían ir despacio.

"Cuando era un niño prefería ir a clases de baile con mi madre antes que ir a cazar con mi padre." Aleksander respondió algo totalmente ajeno a la pregunta de Draco. El omega lo miró fijamente, desconcertado.

Parecía como si estuviera intentando esquivar la pregunta.

"Aleksander..."

"Menudo agujero hay aquí." De nuevo, Aleksander lo interrumpió por un inofensivo agujero en la grava del suelo. "Los niños podrían caerse si van jugando por ahí y no miran por dónde van."

"Aleks—."

"Debería consultárselo a Harry." Pensó el alfa en voz alta. "Podría—."

"Aleksander, deja de evitarme." Exclamó Draco con exasperación, y Aleksander se calló. "Haces lo mismo siempre que te pregunto algo y no quieres responderme."

"No es que no quiera responder." Argumentó. "Lo que no quiero es que no te guste la respuesta y te enfades conmigo."

"¿Por qué me iba a enfadar? Yo te he preguntado, quiero saber la verdad."

"La verdad es algo muy abstracto, Draco. Nunca sabes hasta qué punto algo es verdad, o si lo que tú ves es una mentira pero te engañas a ti mismo porque quieres creer que es la verdad."

Draco frunció sus labios.

"Quiero la verdad."

"Claro, ¿pero la verdad a medias o la verdad entera?"

"Aleksander."

El alfa se relamió los labios con nerviosismo, parecía buscar las palabras correctas.

"Me gusta hablar contigo." Confesó. "Me gustan nuestras conversaciones, son profundas."

"Podrías hablar con cualquier otra persona." Señaló el omega. "Con personas que sepan de botánica, o de baile, o..."

"No." Sacudió la cabeza. "No, me gustan las nuestras porque son profundas. Son sinceras, normalmente la sinceridad y lo profundo van de la mano. Sé que cuando te pregunto algo me vas a decir la verdad, lo que piensas."

"¿Y el resto no?"

"No, parece que hacen todo lo posible por complacerme. Me dicen lo que quiero oír."

"...No la verdad." Comprendió Draco.

Aleksander hizo un ruidito de afirmación.

Se quedaron callados un segundo, las botas de Aleksander crujían sobre la nieve. Era el único sonido que llenaba el vacío entre ellos.

"Es extraño."

"¿El qué?"

"Que estés aquí."

"Draco, ya hemos pasado por esto."

"Me odias, Aleksander." Draco lo miró, inquieto. Sus ojos, grandes y grises, parecían angustiados. No era capaz de conectar el comportamiento de Aleksander los primeros días que estuvo en la manada con lo que estaban viviendo ahora. "O me odiabas, al menos. Y ahora me hablas como si te cayera bien, y dices que te gustan nuestras conversaciones, y..."

Aleksander lo miró fijamente con unos ojos diferentes a como lo había estado mirando esta noche. Por un segundo, Draco pensó que parecía como si Aleksander estuviera mirando un rostro pero fuera otro. Estaba tenso, estaba rígido. Esos ojos oscuros recorrieron cada una de sus facciones: sus ojos grandes y de color gris, su pequeña nariz de botón, sus pómulos afilados, la curvatura afilada de su barbilla...

Pero, por un momento, parecía no estar viendo a Draco. Pestañeó.

"Cometí un error." Murmuró Aleksander finalmente, bajo y áspero. Se habían detenido, Draco lo miraba a los ojos. "Un error muy grande. No debí..., no debí de haber...." Sus labios temblaron, y se fruncieron un momento. De repente, parecía tan cansado. "Yo no te odio, Draco."

Draco frunció el ceño un poco.

"Pero tú..."

"Descargué la ira que tenía por alguien con la persona equivocada, contigo." Le dijo Aleksander. "Te pareces a mi antigua omega, tienes los mismos ojos que ella, y tu color de pelo es..." Respiró hondo, incapaz de terminar la frase sin que su voz se crispara con furia. "Y cuando te vi allí, no pude contenerlo. Hice cosas, dije cosas que no debía. Y lo siento tanto, Draco."

"No sabía que tenías omega." Balbuceó Draco.

"Ya no la tengo."

Se quedaron en silencio durante un segundo.

"Me enlacé muy joven." Finalmente, la voz de Aleksander volvió a sonar. "Tenía veinte años cuando me enlacé, Greta tenía diecinueve. Fue un acuerdo, sabía que ella no se estaba casando conmigo por amor. Yo no la amaba, jamás la amé. Pero sentía cariño por ella, hice todo lo que pude para que ella fuera lo más feliz posible."

Draco reconoció el nombre, era el nombre que había pronunciado ese borracho cuando miró a Draco.

"Tuvimos un bebé al año siguiente. Creía que ella era feliz, que me había preocupado lo suficiente por ella. Pasé todos los meses a su lado, la ayudé en todo lo que pude. Pero cuando nació Lukas, parecía que todo lo que había hecho fue en vano."

»"Me dijo que no había sido un buen alfa, que le daba demasiado espacio. Quería que estuviera todo el tiempo encima suya, vigilando cada paso que daba. Greta estaba furiosa conmigo, lo estuvo desde que Lukas nació. Y yo me estaba volviendo loco, ella no era feliz y parecía no querer a mi hijo."

»"Me dejó dos años después. Se fue, se enlazó con otro alfa y me dejó con Lukas."

"Dios mío, Aleksander..." Murmuró Draco.

"No fui yo el que sufrió, Lukas sufrió aún más." Sacudió la cabeza. "Su madre lo había dejado y su padre era un desastre, imagínatelo."

"Hiciste todo cuanto pudiste." El corazón de Draco se estrujó.

"Pero no fue suficiente." Sus labios temblaron, respiró de forma irregular. "Lukas murió de congestión pulmonar. Era muy frágil, según los médicos."

Draco no supo qué decir, no supo qué hacer. Aleksander no parecía querer ningún abrazo ni tenía ganas de oír ni un solo pésame miserable, ¿de qué serviría?

Así que se quedó a su lado, y sólo tomó la mano de Aleksander. El alfa no hizo nada, no dijo nada, no lo miraba.

"Tenía cinco años cuando murió. Mi momento favorito del día era cuando lo llevaba a la cama y le daba la mano hasta que se durmiera. Durante ese momento, sólo en aquel instante, podía respirar tranquilo. Porque sabía que estaba a salvo, que nada le pasaría porque yo iba a estar ahí con él. Le cantaba la misma canción que me cantaba mi madre a mí, su manita era tan pequeña que sólo ocupaba la palma de mi mano." La mirada de Aleksander parecía perdida en antiguos y dolorosos recuerdos. "Y Greta ni siquiera se inmutó, ni siquiera tuvo el valor de responder a la carta que le mandé."

"Lo siento." Draco había intentado morderse la lengua, había intentado desesperadamente no utilizar el mismo pésame que todos usaban. Pero el dolor de Aleksander era palpable, Draco era capaz de sentir ese dolor y las hormonas del embarazo le habían hecho trizas el corazón. "Lo siento de veras."

"Yo también." Confesó Aleksander.

"No sé cómo hay padres capaces de hacer algo así." Las lágrimas se habían asentado en sus párpados, a punto de desbordarse y deslizarse por las mejillas de Draco.

"Bueno, no todos los adultos pueden ser padres." Aleksander lo miró, la mano de Draco se apretaba fuerte a la de él. "No llores, Draco."

"Nunca podría hacerle algo así a mis hijos." La voz de Draco sonó llorosa. "Pero todo es tan difícil."

"Lo sé. Por eso estás aguantando todo esto."

"Lo siento." No podía evitar decirlo. Si no lo decía, le quemaría la garganta. "Evans fue tan insensible cuando..."

"No pasa nada, Draco." Le dijo. "Pero quiero que sepas que cuando creí ver el fantasma de mi exmujer, no me sentí precisamente feliz. Te veía a ti, pero a la vez no. Te traté de esa manera porque Greta quería que estuviera pendiente a ella durante todo el día, y fue mi error pensar que querrías lo mismo. Intenté limpiar mi conciencia contigo. De alguna manera, no podía evitar pensar que, tal vez, si hubiera sido más atento a ella, mi hijo ahora estaría vivo."

"Oh, Aleksander..." Le murmuró Draco. "Yo..."

No sabía qué añadir, qué decir para que Aleksander se sintiera reconfortado. Le parecía injusto que Aleksander lo hiciera sentir seguro y él no pudiera consolarlo, le invadía un gran sentimiento de impotencia.

«Sé que piensas que soy tu enemigo. Pero te aseguro que jamás podría resultar una amenaza para ti.»

Había estado luchando contra Aleksander con garras y dientes cuando realmente el alfa estaba en su bando.

"Te pido perdón, Draco." Aleksander lo miraba con arrepentimiento y cansancio. "Entiendo si no quieres..."

"Te perdono, Aleksander." El alfa pareció aliviado de eso, pero sus ojos no cambiaron mucho. "Yo también te debo una disculpa."

"Tú eres la última persona que me debe algo, Draco." Sacudió la cabeza. "Vamos, hace frío y será mi culpa si te resfrías."

"No me va a pasar nada por un pequeño resfriado."

"Lo sé, pero me sentiré increíblemente culpable si eso pasa." Aleksander tironeó con suavidad de su mano. "Vamos."

Reanudaron su camino. Draco solía sentirse cómodo con los silencios porque él tampoco era una persona que sacara muchos temas de conversación, pero empezaba a detestar el silencio innecesario que se había creado entre ellos. Aleksander no lo miraba, así que Draco pensó que mirarlo podría resultarle invasivo al alfa.

No quería preguntar porque temía estallar la burbuja que había entre ellos. Aleksander se había abierto a él, se preguntaba si lo correcto era hablar.

"Aleksander."

"Mmh."

"¿De qué conocías a Ragnar?"

El alfa lo miró por unos instantes. Aleksander era tan alto como los trillizos, pero no era tan fornido como Harry o Evans, tenía una complexión más parecida a la de James.

"Harry, Evans y James vinieron al entierro de Lukas. Yo estaba fatal, y somos los únicos que quedamos de los Potter. Quisieron dejarme un tiempo en su tribu para que me sintiera más acompañado, pero lo único que hacía era salir a cazar. Una vez me hice daño, y no sé si lo conocías, pero había un médico aquí. Se llamaba Rob, me curó. Fue muy amable."

"Claro que lo conocía." Murmuró Draco. "Era como un hermano para mí. Murió."

Aleksander asintió un poco.

"Lo siento mucho." Le dijo al omega. "Cuando me enteré ya habían pasado casi dos meses."

"No te preocupes."

"Era un buen hombre."

"Sí."

"En ese caso imagino que también habrás conocido a Ragnar. Ese alfa tenía un fuerte enamoramiento por Rob, se puso terriblemente celoso cuando me vio descansar en su cama." Sonrió un poco. "Incluso Rob lo tuvo que echar. Fue gracioso que me enseñara los colmillos y me gruñera, como si yo hubiera querido quitarle su pareja."

"¿Ragnar creía que Rob estaba interesado en ti?" El simple pensamiento le hizo sonreír divertido, pero también sintió la inconfundible tristeza al recordar a su mejor amigo.

"Mmh, un minuto más allí y me habría retado. Yo estaba demasiado cansado y fatigado como para ser consciente de lo que estaba pasando. Incluso llegué a vomitar. No lo puedo culpar, estaba enamorado de ese médico."

"No era un simple enamoramiento." Le reprochó Draco, y Aleksander lo miró. "Nunca lo fue. Ragnar lo había escogido como su pareja, y yo sé que Rob en el fondo también lo había hecho."

"Yo no he dicho lo contrario en ningún momento." Se justificó el alfa. "Sé lo que es amar a alguien, Draco. Sé qué es enamorarse."

"¿Alguna vez te has enamorado de alguien?"

El alfa asintió.

"Pensaba que nunca habías amado a tu mujer." Murmuró Draco.

"Y nunca lo hice."

Aleksander seguía mirándolo con esos ojos, algo en Draco se removió.

"Nunca me enamoré de ella. Jamás la quise, no de esa manera." Sus ojos se desviaron de los de Draco para mirar hacia delante. "¿Por dónde era para ir a tu casa? Nunca se me ha dado muy bien eso de orientarme."

Pero Draco no quería hablar de direcciones ahora mismo. Su instinto palpitaba contra sus costillas.

"¿Te enlazaste con una mujer a la que no amabas cuando estabas enamorado de otra persona?" Cuestionó Draco. Aleksander no parecía muy cómodo hablando de eso. "¿Te enamoraste antes de enlazarte?"

"No." Admitió.

"¿Fue después de lo de...?" No pudo terminar la pregunta, no quería terminarla. Aleksander tampoco quería que lo hiciera.

Aleksander vaciló antes de responder. Terminó asintiendo, haciendo un ruidito de afirmación que sonó un poco más cortante que el primero.

"Podría ser una oportunidad." Balbuceó Draco. "Para seguir adelante."

Aleksander negó.

"No se puede."

"¿Por qué?"

"Me temo, Draco, que esta vez no puedo decirte la verdad a medias ni la verdad entera."

No sabía cuánto habían caminado, había perdido la noción del tiempo hablando con Aleksander y no había prestado atención a su entorno. Pero allí estaban, en el porche de la cabaña. Había empezado a nevar, y Aleksander ayudó a Draco a subir el escalón.

"Draco." Erika se apresuró a ayudarlo, pero Aleksander la detuvo.

"Gå til hvile. [Ve a descansar.]" Le ofreció el alfa. "Kom hjem til barna dine. De må savne deg, jeg skal hjelpe Draco. [Vuelve a casa con tus hijos. Deben de estar echándote de menos, yo ayudaré a Draco.]"

Erika dudó. Parecía querer quedarse con Draco para asegurarse de que iba a la cama bien abrigado y en perfectas condiciones, pero por otra parte Draco había podido vislumbrar esa mirada de anhelo por sus hijos.

El omega le sonrió a ella.

"Ve a casa, Erika." La mujer lo miró. "Debes de estar agotada."

Ella terminó asintiendo y le dio las gracias a Draco. Aleksander ayudó a Draco a quitarse las botas y lo sujetó cuando subieron las escaleras.

"No." Le dijo Draco, y Aleksander se quedó quieto. Iba a llevarlo a la habitación de los trillizos. "Esta noche prefiero dormir en mi nido."

Aleksander abrió la boca para decir algo, pero prefirió no decir nada y la cerró. Asintió torpemente.

Lo acompañó hasta la habitación, y Aleksander se quedó en el marco de la puerta. Se sentían extraños, la situación era diferente.

Por primera vez, Draco no se sentía amenazado con la presencia de alguien desde que Rob murió.

"Gracias." Le dijo Draco. "Por todo lo que has hecho por mí esta noche."

Aleksander asintió.

"De nada."

Draco tenía entre sus pequeñas manos la pesada capa de piel de oso.

Sabía que tenía que dársela a Aleksander, pero una parte de él no quería. Sus alfas estaban enfadados con él, y su nido olía a ellos. Mezclar un nuevo olor allí podría funcionar por esta noche hasta que arreglaran las cosas.

Antes el olor de Rob también había estado en su nido, pero el jazmín desapareció. Tarde o temprano sabía que ese olor dejaría de existir sobre la faz de la Tierra, Rob había muerto y su olor lo haría también. Había llorado durante horas cuando descubrió que no quedaba ni una sola pizca de jazmín en su nido, que no quedaba nada.

Se removió inquieto.

"Puedes quedártela por hoy si quieres." Le dijo Aleksander, Draco lo miró con cierta timidez. "Aunque no estoy muy seguro de que a mis primos les guste que huelas a otra persona."

"En ese caso, Harry debería de habérselo pensado dos veces antes de preferir quedarse en la fiesta."

Para su sorpresa, Aleksander sonrió divertido.

"Descansa, Draco."

"¿Podrás dormir bien?"

El alfa se encogió de hombros.

"Probaremos a ver qué pasa."

Draco se relamió los labios con nerviosismo.

"Podrías pasar." Lo invitó, meneando la cabeza. Aleksander se sorprendió tanto que no pudo disimularlo.

El alfa tragó saliva, enderezó los hombros.

"Pero ahí es donde está tu nido." Murmuró.

"La verdad es que ya no cuenta como nido." Ante la mirada curiosa de Aleksander, Draco siguió. "Tuve un, umh, pequeño ataque. Quité varias prendas, está destrozado."

Aleksander alzó las cejas.

"Quieres que te ayude a reconstruirlo." Sonaba sin aliento.

"No tienes por qué hacerlo si no quieres. Podríamos simplemente hablar mientras yo lo hago." Le dijo Draco. "No habría ruido, ni el desagradable olor de la cerveza. Estaríamos solo nosotros, podemos... hablar de la vida."

"Hablar de la vida." Repitió Aleksander.

Draco hizo un ruidito de afirmación.

"¿Y si quisiera ayudarte a construir el nido?" El alfa entrecerró los ojos.

Su instinto latía, vivo y desesperado.

"No haría nada para detenerte." Confesó el omega.

Aleksander estaba cerca de él, inclinado hacia Draco. Parecía que se cernía sobre el omega mientras que estaba apoyado en el marco de la puerta. Draco podía sentir el calor que irradiaba Aleksander, palpitante y abrasador.

Al principio de la fiesta había pensado que terminaría solo en casa, llorando como muchas noches, agotado de todas las patadas que sus cachorros le daban. Pero ahí estaba en casa, con Aleksander, con sus cachorros calmados en su vientre, con un eufórico y caliente sentimiento en la garganta.

Se miraban a los ojos, y Aleksander se relamió los labios. Draco no sabía por qué su instinto se sentía tan emocionado, tan bien. ¿Sería la soledad que lo había desesperado, sería el simple hecho de que Aleksander había sido la única persona que lo había tratado como si no fuese una incubadora con patas?

Por un momento creyó que Aleksander aceptaría, que le diría que sí y que los arrastraría dentro de la habitación. Su omega se regocijó en la esperanza, en la probabilidad de que ese alfa le hiciera un nido en condiciones y se quedase allí con él. No quería estar solo, no quería que cuando sus alfas se acercaran a él fuera para discutir, frustrarse o prohibirle cosas.

Era más feliz cuando no estaba cargando una camada.

Pero Aleksander apretó la mano que estaba sobre el marco de madera, y se alejó de Draco. Su pequeño cuerpo se sintió frío.

"Lo siento, pero no creo que sea lo más acertado." Le dijo Aleksander. "Porque si entro, dudo que vayamos a reconstruir ese nido."

"No tienes por qué ayudarme, ya te lo he dicho."

"No, Draco. Lo que pasa es que si entro no voy a hablar contigo."

"¿Y qué harías si no?" Frunció el ceño. "Si no quieres hablar, está bien. Tengo acuarelas, podemos..."

Aleksander sacudió la cabeza, y una de sus manos agarró las dos pequeñas manos de Draco. Le sonrió con tristeza.

"Buenas noches, Draco." No le besó las manos como hizo la primera vez que se conocieron, solo las mantuvo allí, entre sus fuertes manos. Las manos de Aleksander eran fuertes y grandes, no tan callosas como la de los trillizos. "Que descanses."

Las manos de Aleksander lo dejaron ir, y el alfa dio media vuelta para caminar escaleras hacia bajo, hacia la habitación de invitados donde se hospedaba. Draco se tragó la humillación de haber sido rechazado, normalmente los alfas no solían rechazar las ofertas de los omegas.

Pero Aleksander lo había hecho.

Se llevó una mano a su vientre, uno de sus cachorros había pateado. Draco quiso llorar. Él no debería de haberle pedido algo tan íntimo al primo de sus alfas, sus alfas deberían de estar allí con él.

Procuró llorar lo más bajo que pudo para que nadie lo escuchara, ni Aleksander ni los trillizos cuando llegaron. Nadie sabía cuándo lloraba, sólo la vieja cabaña. 

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