UNA ESTRELLA ENAMORADA |1ra p...

Oleh SankButterfly

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Una noche Esteban conoce a un extraño muchacho en la playa quien dice estar enamorado de él a pesar de no co... Lebih Banyak

1 Una Estrella Bajó por mí
2 Dos opciones
3 Su nombre es Destello
4 Destello ha nacido
5 Es imposible evitar su amor
6 El vientre
7 Dos pequeños espíritus
9 Para estar a su lado
10 Secuestro
11 Momento de cumplir la decisión
12 Torpes sentimientos de piedad
13 Despedida
14 Déjalo en mis manos
15 Resplandor
16 Siguiente paso
17 Presencia de un demonio
18 Ritual de reencarnación
19 La nueva candidata
20 Tatuajes
21 Fantasmas para espantarlas
22 Entretenimiento mundano
23 Ritual de visibilidad
24 Ritual de Protección
25 Extravagancia
26 Encuentro con el demonio
27 Alpha
28 Espíritus destinados
29 No es mi culpa
30 Caminos Separados

8 Una extraña visita

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Oleh SankButterfly

Mi vida estaba siendo complicada por un pequeño bebe que vivía en mi casa y quien era criado con mucho cariño por mi esposa a pesar de no ser nuestro hijo. Aquel niño era la reencarnación de una estrella que había bajado del cielo por el deseo de un romántico joven universitario que solo quiso conocer el verdadero amor.

Realmente lamenté pedir ese deseo, porque, de no haberlo hecho, no hubiese conocido a su pequeño amiguito fantasma que penaba en mi casa, ni tampoco a ese joven rubio de cabello enmarañado, ni mucho menos a esas dos criaturas que tenían cara de hambrientos. Mi vida era una locura en medio de aquellas presencias perturbadoras.

Durante las noches solo daba vueltas en mi cama pensando en la decisión que tenía que tomar. Mi mente estaba como loca sin saber qué hacer. Mis horas de sueño se estaban arruinando, aun así, a la mañana siguiente desperté con ánimos de tener un excelente día. No iba a permitir que lo sucedido en mi vida distrajera mis deberes.

Dejé mi habitación impulsado por el delicioso olor que venía de la cocina. Cuando bajé, la mesa lucía un desayuno poco frecuente, uno muy delicioso, de esos que Cielo solía preparar cuando teníamos visitas.

—Es una hermosa mesa —dije amable.

Mi esposa Cielo me sonrió muy feliz, sin dejar de canturrear una musiquita mientras dejaba unos panecillos recién horneados en la mesa.

—Ayer me llamó tu primo —me dijo de repente.

— ¿Sí? —hablé sin tomar mucho interés.

—Sí. Vendrá hoy, por eso preparé un desayuno especial para recibirlo —dijo orgullosa—. Estoy tan emocionada por su llegada. En verdad es toda una sorpresa que tu primo francés haya realizado un largo viaje tan solo para conocer a su querido sobrino. Pero claro, es lo justo, ya que después de todo ese hombre es familiar de nuestro pequeño Destello.

Casi me atraganto con el pan que estaba saboreando de lo más relajado. Yo no tenía ningún familiar francés, así que pensé que el pequeño fantasma tenía que ver con respecto a aquello. No se me ocurrió nada más.

Pero después pensé...No podía ser, era una locura.

—Cómo se llama —pregunté tratando de sonar emocionado—. Digo, después de todo tengo una gran cantidad de familiares en Francia que aún no conozco. Tengo tantos repartidos por todo el mundo.

—Me dijo que es tu primo lejano.

—Por supuesto, sino yo tendría aspecto de extranjero.

—Pero...no me dijo su nombre. Supongo que quiere darte una sorpresa.

—Espero que no —dije bajito.

Era una total locura. Yo no tenía familiares franceses, pero tenía que fingir muy bien para que Cielo no se diera cuenta de mi gran mentira. Nuestro niño era blanquito y rubio como lo eran aquellos niñitos que salían en los programas de pañales. Realmente no era mi hijo ni de Cielo, pero nació de su vientre... y de grande sería un acosador de padres.

Mi estado mental estaba en juego, por eso traté de concentrarme en el delicioso sabor de mi pan dulce, con el cual me volví a atragantar cuando el timbre de la puerta sonó.

— ¡Debe ser él! —Cielo gritó emocionada mirando el reloj—. Realmente es un europeo muy puntual. Que emoción. Iré a abrir la puerta —salió quitándose el mandil.

La seguí de inmediato. Cielo estaba emocionada, a diferencia de mí, ya que me encontraba alerta y un poco nervioso. Tenía que estar seguro de que aquel hombre no era un roba bebes bonitos con el fin de ofertarlos en el extranjero.

Casi me desmayo de la impresión cuando lo vi. Quise gritar por la mala suerte de poseer una extraña atracción por desagradables seres celestiales... o demonios come almas.

Aquel joven francés era nada más y nada menos que el muchacho de cabello rubio enmarañado que había conocido en la playa. Sentí que mi cara se había vuelto blanca por el susto, a diferencia de Cielo, quien se veía encantada de tener frente a ella a un joven apuesto.

Cielo se quedó callada. De inmediato me di cuenta que ella estaba esperando que yo se lo presente. Pero cómo se lo podía presentar si ni siquiera lo conocía. Que le debía decir a Cielo: Mira, te presento a este joven de quien no sé su nombre, pero no me importa con tal de que creas que tengo familiares europeos. No, no había forma alguna. Cielo me miraba y lo miraba a él una y otra vez sin decir nada, pero con una gran sonrisa en los labios.

—Es un gusto conocerla, señora —el intruso pronunció amable con un tono un tanto seductor.

—Qué son esas formalidades. Llámame prima, con confianza —Cielo propuso emocionada.

Yo continuaba helado por aquella presencia en mi casa. Que rayos buscaba diciendo que era mi familiar y, por supuesto, el familiar de la estrella. En ese momento algo me hincó el pecho. Ese joven no venía para nada bueno.

—Pero que joven tan guapo —dijo Cielo—. Mi destello también lo será cuando sea un jovencito. Pero pasa, no te quedes en la puerta.

—Me siento mal que una señora tan joven me trate como si fuera un niño. Seguro debemos tener casi la misma edad.

—Hay, como crees. Eres tan adorable —le dijo aplastándole las mejillas sin que aquel extraño pudiera hacer nada.

Aquel bochornoso acto calmó mis nervios. Tenía que hacer algo para echar de mi casa a ese espíritu invasor.

—Mejor sentémonos para desayunar, así nos cuentas sobre el clima en Francia —dije seriamente mientras trataba de inventarme una mentira para echarlo.

—Esa es una excelente idea —dijo Cielo —, pero espérenme un rato. Voy a bajar al bebe.

Cielo salió apresurada. Su ausencia provocó una tensión en la sala. Era el momento para indagar sobre las intenciones que aquel joven tenía al presentarse en mi casa. Lo miré serio, estresado, muy casado por la situación, pero él no mostró interés en mí.

El joven de cabello rubio enmarañado sonrió mirando un punto en el sillón. Me dio curiosidad su mirada fija en aquel punto, por eso volteé para ver qué era lo interesante en ese sillón. El intruso me había parecido el más cuerdo de entre todos aquellos seres espirituales que había conocido, pero su interés por aquel punto fijo que miraba me hizo creer lo contrario. De pronto, el periódico que estaba sobre la mesa de centro, salió volando con violencia en dirección a la cara de joven.

—Olvidé decirle que en esta casa penan —le dije tratando de que se asustara.

—No lo creo —me respondió acomodándose el cabello—. Solo tiene plagas que necesita eliminar. Ahora mismo veo que tiene un pequeño ratoncito dando vueltas en la sala.

¿Ratón?, pensé. Debía referirse a aquel mocoso que se las daba de fantasma en pena. Su desaparición había aminorado mi incomodidad, pero nunca esperé que se manifestara como un fantasma tira periódicos.

—Solo vine a verlo, nada más —dijo sentándose en el sillón— ¿Acaso no se me permite apreciar la materialización de un espíritu celestial? Eres tan berrinchudo como siempre.

Tenía pensado decirle a aquel joven, desde el momento que nos quedamos solos, que no deseaba su presencia, pero antes de que lo hiciera, él empezó a hablar como un esquizofrénico sin darle importancia a mi presencia.

—Puedes hacer todo el berrinche que quieras, porque igual voy a ver a tu amado Destello. — supuse que se lo decía al falso fantasma de mi casa.

—Quiero que se retire­ —interrumpí exasperado cuando escuché el nombre de la estrella—. No sé quién es usted ni porqué llamó a mi esposa para decirle que es el familiar de la estrella.

Él me miró incómodo, pero luego sonrió. Me dio la impresión de que no le había gustado que interrumpiera su extraña conversación con el mocoso que se las daba de fantasma.

—Sólo te quise ayudar para que tu esposa se convenciera de que tu mentira no es una mentira. Deberías agradecerme de haberlo hecho. De todas maneras, no me apetece quedarme, pero voy a regresar para ver a mi querido sobrino. Me gustó conocer a tu bonita familia.

Cielo entró a la sala muy conmovida. Ella había escuchado las últimas palabras de mi supuesto primo francés. Para mala suerte mía, porque no quería que el intruso viera a la Estrella, ella tenía en sus brazos a la pequeña estrella que dormía plácidamente.

—También eres parte de esta familia —dijo Cielo con alegría.

Él sonrió complacido mirando un punto vacío. Supuse que el mocoso se encontraba haciendo berrinches en aquel punto.

Durante el desayuno el joven no dejaba de hablar sobre Francia mientras Cielo lo escuchaba maravillada. Fue un desayuno muy tenso, ya que no sabía cómo continuar la conversación cuando él intentaba que le siguiera la corriente. En varias ocasiones, cuando Cielo ponía su atención en la estrella, El mocoso le lanzaba trozos de pan al joven. Fue el desayuno más lamentable de mi vida.

Cielo recogió la mesa luego de terminar de desayunar. Los tres nos sentamos en la sala para continuar nuestra conversación llena mentiras. En ocasiones Cielo se sentía aludida cuando el visitante miraba a un lado y decía palabras sueltas sin sentido, ya que no tenía nada que ver con nuestra conversación.

—Tiene un bebe muy hermoso —dijo aquel joven luego de que Cielo lo cargara en sus brazos.

—Gracias.

—Debe estar muy ocupada con los deberes de la casa y con el cuidado de Destello.

—No, para nada, cómo cree. Mi Destello es un bebe muy tranquilo.

No me sentía nada cómodo cruzar palabras con él, por eso sólo los miraba conversar. Cielo y el joven se llevaron muy bien. Sus palabras me dieron la impresión de que la despedida se estaba acercando. Sentí un gran alivio. La mañana se hizo lenta gracias a él, pero afortunadamente aquel joven decidió irse diciendo que tenía deberes pendientes.

—Fue genial conocer a tu primo —dijo Cielo recostándose en la puerta luego de que el joven se fuera—. Espero que nos vuelva a visitar.

Casi de inmediato alguien tocó la puerta. Me dieron unos escalofríos imaginar que ese joven había regresado. Cielo abrió la puerta aún con la sonrisa en sus labios.

La vecina, la señora Rio, entró a la casa con una sonrisa en sus labios. Las dos mujeres eran tal para cual.

— ¿Y ese jovencito tan guapo que acaba de salir de tu casa? —preguntó curiosa.

— ¡Te tengo que contar! Ese chiquillo es nada más y nada menos que el tío de mi Destello. ¿Has visto lo guapo que es? Mi destello también lo va a ser. Será un jovencito muy guapo como su tío.

— ¡De eso no hay duda! El prometido de mi niña será todo un príncipe —dijo agarrándose el vientre.

— ¡Ya estas embarazada!

—No, aún no, pero pronto.

Decidí dejarlas para que continuaran conversando sobre sus hijos. Era tiempo de irme a la oficina para realizar mi propuesta de diseño. El servicio que ofrecía como diseñador independiente estaba siendo muy demandado.

Entré a mi oficina suspirando del cansancio mental. Era un apacible domingo, pero yo me encontraba en aquella oficina para atender el trabajo de se me había acumulado. En esos días traté de mantener mi mente ocupada con un cerro de trabajos, por eso había decidido aceptar más de la cuenta. Hasta mis domingos estaban siendo sacrificados.

Me quedé en esa habitación hasta que los rallos del sol se ocultaron y en su lugar la luna se hizo visible en mi ventana. Suspiré cansado.

—Debería morir —dije recostándome en mi escritorio. Estaba muerto del cansancio.

—Entonces muere —escuché.

Me incorporé con el presentimiento de encontrar al mocoso caminando en mi oficina, y sí, sí lo estaba. Sus delgadas manos intentaban alcanzar graciosamente un pequeño libro de cuentos que Cielo había dejado en la parte alta del librero.

—Deberías levitar —recomendé tranquilo.

No me escandalicé cuando lo vi. Pensé que quizá él podría darme respuestas sobre aquel joven que había invadido mi hogar.

—No puedo levitar —refunfuñó.

—Pensé que podías —dije volviéndole a prestar atención al plano que estaba trazando en mi portátil.

Una briza revoloteó mis cabellos. El mocoso se desintegró en partículas de colores y se materializó en mi escritorio. Se sentó desganado a un lado del escritorio.

— Qué tanto haces. Sólo paras sentado frente a esta máquina. Que aburrido —él se bajó dando un saltito—. Solo trabajas y trabajas todos los días. Qué vida tan miserable.

Me dieron ganas de reprocharle, pero no lo hice. Continué realizando líneas para terminar los cortes de mi plano.

—Las personas debemos trabajar para poder solventar nuestros gastos. Si quieres que la estrella tenga una buena vida, entonces debo esforzarme para darle de todo.

—Aaah, que horrible —volvió a refunfuñar. El humor del mocoso siempre se mostraba exasperado—. Pero yo te puedo ayudar con eso —se recostó en el mueble de cuero donde solía cerrar tratos con mis clientes —. Si quieres tener una buena vida, entonces solo debo complacerte introduciéndote en el vientre de una señora heredera de una gran fortuna ¿Quieres eso? Una que viva cerca, claro, para que Destello y tú se encuentren y se vuelvan a enamorar.

Suspiré apagando mi equipo.

—Pequeño mocoso... —dije un poco indeciso.

—Qué —respondió mirándome muy atento—. ¿Aceptas lo de la señora rica?

Ya lo había decidido. Le iba a confiar mi espíritu, tenía miedo, pero se lo iba a confiar. La decisión de dejar mi cuerpo ya estaba tomada, pero mi temor a la muerte no me ayudaba en nada. Mi trabajo también retrasó informarle mi decisión...aunque era una excusa, ya que el miedo era más fuerte que todo. Aún no se lo diría. Suspiré por enésima vez.

—Quién es ese hombre —pregunté para disimular lo que verdaderamente le quise decir.

—Ah —se sentó desganado en el mueble de cuero—. Él no es nadie que te importe.

—Entonces debo suponer que es alguien de quien no debo tener cuidado.

—El problema no es contigo, así que no te preocupes por algo innecesario.

—Ya veo.

—Solo apúrate con entregarme un espíritu.

—Lo haré —dije poniéndome de pie.

El mocoso me miró con sus grandes ojos negros. "¿Los harás?", me preguntó con insistencia, pero a pesar de sus intentos por sacarme una respuesta, no le dije nada sobre mi decisión ya tomada.

Bajé a la sala al medio día para almorzar. Mientras almorzaba, la estrella miraba los colgadores de colores que Cielo había amarrado en su coche. Sus ojitos no dejaban de ver como esos pequeños adornos tintinaban entre ellos. El mocoso se encontraba a su lado como siempre, mirando cada movimiento de la pequeña estrella.

—Mañana es feriado, un día perfecto para salir, aunque también lo son los domingos, pero en estos días has estado muy ocupado como para dejar la computadora.

Ella hablaba sin dejar de cortar su carne en trocitos.

— ¿Quieres salir? En estos días me he sobre exigido, además, también he te descuidado a ti y al bebe. No estaría mal dejar el trabajo por un día.

—Sí quiero salir —dijo emocionada—. Hoy mi amiga me dijo que ella y su esposo saldrán al Parque de las Leyendas. Me dijo que estarían encantados de ir con nosotros, pero no le di la respuesta por tu trabajo.

—No es una mala idea ir con ellos al parque. Allí podremos tomarnos muchas fotos y hacer recuerdos.

—Claro que sí, tomémonos fotos —ella se puso de pie luego de comerse el último trozo de carne—. Tengo que avisarles ahora mismo. La llamaré.

Cielo se retiró de la mesa con su celular en la mano. Se veía muy animada. Sonreí para mí mismo con ironía, pues sabía que esa salida iba a ser la última.

—Al fin algo de diversión para ustedes —escuché decir cerca del coche del bebe—. ¿Quieres venir? —propuse sin pensarlo.

Él me miró radiante, pero su sonrisa se desvaneció.

—No quiero... —dijo moviendo los colgadores de la estrella—. Si voy lo más seguro es que te estorbe.

—No me vas a estorbar.

— ¡Dije que no quiero! —refunfuñó.

Su estado de ánimo era voluble. Su radiante sonrisa se marcaba cuando estaba alrededor de la estrella, pero se arqueaba colérico cuando menos lo esperaba. Decidí no insistir.

Empecé a juguetear con mi último gran trozo de carne. No podía dejar de pensar en ese joven extraño que había venido a casa. El pequeño mocoso no quiso darme detalles de aquel hombre a pesar de mi interés. Sus cortantes palabras, después de mis preguntas, no me dejaron satisfecho. Había mucho que no sabía.

—Qué tal si aparece—dije impulsivo.

—Quién.

—Tu amigo...

—Qué amigo.

Bufé divertido. En esos días solo había estado trazando planos frente a esa computadora, elaborando mis proyectos y mis propuestas de materiales. Molestarlo un poco me iba a distraer un rato, además, el mocoso necesitaba reírse también. Su humor no era nada bueno.

—Tu amigo, ese joven francés que vino a verme —dije divertido —. Se nota que está muy interesado en ti, porque solo te prestaba atención.

El mocoso me acuchilló con la mirada. Le hacía mucha falta tener correa ancha para poder sobrellevar las bromas.

—No digas tonterías —dijo tirándome la sonaja de la estrella.

—No eres nada divertido —reclamé esquivando el juguete.

—No lo soy, no me gusta serlo contigo. Ya sabes cuál es la única razón de mi presencia aquí.

El mocoso desapareció de la sala y no volvió a aparecer durante toda la noche. Algo me estaba ocultando, por eso se fue, para que no le volviera a preguntar.

Mis dudas con respecto a ese joven rubio de cabello enmarañado no fueronaclaradas, así que solo me quedaba confiar en las palabras del mocoso. Durante la visita al Parque de las Leyendas iba a estar más alerta que nunca para que nada malo sucediera.

Sería mi último día en familia.

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