Hate you, love me [l.s]

By TheSunLouehh

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«Arrogante, narcisista, insoportable, soberbio, hipócrita y un condenado hijo de puta.» Son algunos los térmi... More

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Dedicatoria
Epígrafe
Prefacio
Primer acto
Segundo acto
Tercer acto
Cuarto acto
Quinto acto
Sexto acto
Séptimo acto
Octavo acto
Noveno acto
Décimo acto
Décimo primer acto
Décimo segundo acto
Décimo cuarto acto
Décimo quinto acto
Décimo sexto acto
Décimo séptimo acto
Décimo octavo acto
Décimo noveno acto
Vigésimo acto
Vigésimo primer acto

Décimo tercer acto

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By TheSunLouehh


O solo un poco de incertidumbre por lo que sucederá...

1/?

—¡Harry! ¡Harry!

—¡Ey, Harry! ¿Es cierto que Kevin Bornes envió amenazas para que huyeras del país?

—¿El equipo Corton eliminará la demanda en tu contra?

—¡Harry!

—¿Por qué no informaste antes que Bornes era el verdadero amante de Jessie?

—¡Harry! ¡Una foto! ¡Harry!

—¿Es esto una jugada de su representante para librarlo del escándalo?

—¡Sr. Styles! ¿Habrá un juicio formal?

—¿La relación con Jessie fue falsa o te ha sido infiel?

—¡Harry, te amo!

—¿Pondrás una denuncia por difamación de tu nombre?

—Hay rumores de que te fuiste de Los Ángeles con tu asistente en unas vacaciones románticas. ¿Qué tienes por decir?

—¿Louis Tomlinson es tu nueva pareja o solo es una tapadera para lo de Jessie?

—¡Louis! ¿Qué se siente ser la nueva jodida del aclamado hijo dorado de Hollywood?

La última pregunta, gritada por uno de los paparazzi más cercanos, con una sonrisa cínica y burlona, hizo tropezar ligeramente a Harry; el actor se tensó y su asistente – conociendo hasta lo más mínimo de su lenguaje corporal – estuvo seguro de que se giraría y le daría un puñetazo a aquel imbécil.

Louis se apresuró a alcanzarlo y posó una mano delicada en la espalda del más alto, confiando en que aquello no llamaría la atención de la multitud debido a que era un gesto común en ellos desde sus inicios. Tal como sucedía desde entonces – pese a lo volátil de su eterna relación – la estrella se relajó bajo su toque, sus hombros perdieron tensión y su rostro volvió a su natural y arrogante neutralidad.

Sin embargo, el hecho de que el gesto imperturbable del actor se rompió ante el insulto directo al ojiazul que siempre lo acompañaba no pasó desapercibido para los demás reporteros, por lo que estos se lanzaron hacia ellos aún con más ahínco, tratando de pasar por la barrera humana que el equipo de seguridad casi al completo de Harry Styles se empreñaba en mantener.

—¡Louis! ¡Louis! ¡Aquí!

—¿Entonces es verdad que están juntos?

—¡Harry! ¡Una entrevista para Too High!

—¡Louis! ¡Harry! ¡Un momento por favor!

Los flashes los deslumbraban a pesar de las gafas oscuras y las preguntas se entremezclaban, aturdiéndolos, mientras la masa de fanáticos, periodistas, paparazzis y simples curiosos – que se habían aglomerado y los esperaban a su salida del Aeropuerto de los Ángeles – insistía en acercarse, dejándoles un mínimo espacio para movilizarse solo gracias a los esfuerzos de sus guardias, que ponían sus cuerpos como escudo.

Finalmente, con un poco de esfuerzo y algunos empujones más, llegaron hasta la SUV de lunas tintadas en la que Xander esperaba alerta y listo para dejar el lugar en cuanto recibiera la primera orden. Yavok y Hunter –que como sus guardias de confianza se mantenían cerca de ellos – ayudaron a subir a Harry en la camioneta; pero en el momento en el que Louis iba a subir, un súbito jalón de su sudadera lo hizo trastabillar, siendo sostenido a tiempo por el ruso, mientras los otros guardias reaccionaban y se apresuraban a empujar al hombre que había conseguido aferrarse al asistente y que sostenía una cámara demasiado cerca de su rostro.

—¡Louis, unas palabras! —exclamó triunfante, claramente contento de haber conseguido detenerlo — ¿Es verdad que...?

—Suéltame. —la voz del castaño, gélida y arrogante cortó lo que fuese a decir, y con un último tirón, se zafó de su agarre para subir al vehículo.

Ni bien las puertas se cerraron tras suyo, Harry estuvo prácticamente encima de Louis, palpándole el torso y murmurando un torrente preocupado de palabras inentendibles, sin prestar atención al ingreso de Yavok, las órdenes ladradas por lo bajo o cómo se ponían en movimiento para salir de aquel caos, demasiado centrado en asegurarse del bienestar de aquel hombre que podía condenarlo o llevarlo a la eternidad con un beso.

—Ey, ey, Styles. —Louis lo llamó, tomó las manos más grandes entre las suyas y lo obligó a detenerse —Cálmate, no sucedió nada. Solo me jaloneó un poco, estoy bien.

El actor todavía lo sujetó del rostro para estudiarlo con la mirada, pero pareció aceptar sus palabras y finalmente soltó una respiración que no recordaba haber retenido.

—Esos jodidos imbéciles simplemente se lanzaron sobre ti. —la voz del rizado salió baja y peligrosa, como una amenaza furiosa — Empezaron a hablar mierda y ¡maldición! ¿Por qué carajo Gerard no nos informó de esto?

El ojiazul frunció el ceño, se llevó una mano a las sienes y masajeó con frustración.

Desde el momento en el que el comunicado de Jessie plagó el internet y quedó claro que Harry Styles no había tenido nada que ver con aquel escándalo – a pesar de la falta de disculpas por parte de la cantante, para gran irritación de Louis – su trabajo parecía haberse multiplicado a una velocidad alarmante.

Entre llamadas, reuniones y planes inmediatos, no había podido estar al lado del actor ni siquiera un instante, pues al momento en el que finalmente se desocupó (alrededor de las cuatro de la mañana), Harry había caído hacía mucho dormido y para cuando se puso de pie tan solo una hora después, este no había despertado aún. Lo siguiente fue un torbellino de aeropuerto en aeropuerto, cuidar que nadie los reconociera y conversaciones por Skype en las que furioso, irritable y cansado, no se había contenido con sus gritos y siseos para movilizar todo a tiempo.

La mano del hijo dorado de Hollywood, pesada y firme sujetando la suya había sido un gran atenuante para su estrés al límite, pero cuando en su último vuelo se les unió un grupo extra de seguridad por temor a la multitud que los esperaba en LA, tuvieron que limitar su contacto y Louis se encontró anhelando uno más de los besos fruncidos del mayor. A pesar de su nueva – y finalmente muy necesaria – compañía, durante todo el trayecto el asistente sintió los orbes verdes atentos a sus gestos y necesidades, tratando de brindarle apoyo y compañía.

Justo antes de bajar del avión, Harry lo detuvo de la mano con un agarre suave como una pluma y acariciando delicadamente el colgante que no se había quitado desde que fue puesto por el más alto, besó sus labios codicioso, dulce y arrebatador. Una sonrisa cariñosa pintó sus labios justo segundos antes de alejarse y arreglando sus anillos en la mano, adoptar la pose inalcanzable propia de su fama para hacerle frente a la multitud.

—Probablemente estaba ocupado en los demás trámites. —Louis defendió al representante, de mala gana y con un chasquido de lengua.

Harry, imposiblemente, pareció oscurecerse más y con un bufido poco discreto, negó.

—Su principal responsabilidad soy yo y mi comodidad. —señaló con naturalidad — Y tu bienestar, por defecto, está incluido en este último desde hace tiempo.

Una ceja marrón se arqueó con sorpresa.

—No creo que...

—Debió estar más preparado. —zanjó — Y ahora, por su inutilidad, miles de cámaras captaron mi desliz cuando te insultaron, acabamos de salir de un escándalo como para entrar a otro y...

Louis rodó los ojos y a sabiendas de que solo Xander y Yavok estaban presentes y en medio de su profesionalismo no podrían comentar nada, se estiró en su lugar y atrajo al más alto por la nuca.

—Cállate, bebé. —pidió en un susurro, cepillando sus labios ligeramente agrietados contra los mordisqueados del otro — Los medios tienen cosas más importantes en las que centrarse que en si follamos o no.

Harry abrió la boca dispuesto a refutar, pero el castaño fue más rápido y lo calló con un beso lento, mientras con dedos suaves, desenredaba cuidadosamente los rizos enmarañados del actor.

Al separarse, por instinto Louis buscó en el espejo la expresión en el rostro del chófer, pero este lucía perfectamente sereno, como si la revelación de algo sucediendo entre verde y azul no fuese algo sorprendente, sino más bien, esperado. La única señal de que no era ignorante al beso que ambos compartieron, era la chispa divertida brillando en sus ojos marrones, chispa que pugnaba por salir en los orbes del guardia, pero que este hábilmente ignoró por seguir coordinando la llegada segura a la mansión de Harry.

—¿Qué crees que pase ahora? —preguntó el ojiverde con voz seria, apoyando sus manos sobre la curva de la cintura de su asistente.

Louis, todavía acariciando los mechones largos y rizados con cariño se tomó un momento para pensarlo, a pesar de que durante el corto día que duró su regreso a la vida real no hizo más que darle vueltas a la infinidad de escenarios posibles que los habrían de esperar. Su más grande incertidumbre, a pesar de lo mucho que lo negaría, fue el estado de su incipiente relación con el actor cuando los reflectores estuvieran sobre él nuevamente y tuviese que ocupar su lugar como heredero privilegiado para la corte de Hollywood.

Y es que en ese punto, el rizado era una estrella brillante y cálida que atraía miradas y sonrisas, que podía hacer rogar hasta al más necio y hacer reír hasta al más serio, arrogancia y amabilidad envueltos en una sonrisa de hoyuelos que le abría todas las puertas.

Los reflectores lo perseguían, los entrevistadores peleaban por meses por el privilegio de una palabra y las multitudes se arremolinaban a su alrededor, como polillas alrededor de la luz.

Eso era: Luz, belleza, talento.

Harry Styles era una fuerza de la naturaleza imposible de parar, fuego que abrigaba y quemaba con la misma pasión.

Y Louis no podía retenerlo.

Una onza de miedo lo sacudió, la incertidumbre mezclada con nostalgia por perder las sonrisas al despertar, los besos robados y las palabras cínicamente cariñosas.

—No lo sé, Hazz. —respondió suave y con toda la sinceridad de su alma — No lo sé.

Harry aceptó su respuesta con aparente indiferencia, ni un solo músculo moviéndose en su bonito rostro o una mirada que delatara su sentir, pero sus manos apretaron su agarre, en un ruego mudo por no perderlo.

Louis le sonrió con calma, acariciando delicadamente su rostro y delineando el leve rastro de su barba con el índice. El actor le besó la palma de la mano cuando se posó sobre sus labios húmedos y su corazón se saltó un latido cuando los orbes azules orgullosos en su gelidez, se derritieron y le mostraron las maravillas prometidas por algún loco que se permitió soñar con el paraíso.

Un sonido sordo, seguido de una maldición en ruso los sacó de su burbuja e hizo fruncir el ceño con fastidio al asistente; con agilidad y confianza, se estiró sobre el regazo del más alto para ver mejor por la ventana qué era lo que sucedía. No demoró mucho en notar que estaban a tan solo un par de metros de la entrada a la mansión del actor y que había una pequeña multitud que iba desde fans hasta paparazzis esperándolos y gritando para llamar su atención.

—¿No se cansan? —bufó el ojiazul, regresando a su sitio con un suspiro pesado.

—Parece que no. —Xander comentó, atento a las indicaciones de Yavok.

El guardia ruso, pendiente a su auricular, le hizo un gesto al chófer y mientras avanzaba, un grupo de guardias salió de la propiedad y rápidamente despejaron un espacio para el ingreso de la camioneta. Mientras atravesaban las altas puertas y dejaban atrás a la ruidosa muchedumbre, algunos de sus gritos se alzaron y llegaron hasta oídos del actor y su asistente.

—¡Louis! ¡Louis! ¡Louis! — coreaban.

Harry arqueó una ceja y miró al ojiazul que parecía inmune a la ovación dada en su honor.

—¿Tu plan malvado es adueñarte del amor de todos mis fans? — preguntó, aliviado cuando las rejas se cerraron detrás de ellos.

—¿Qué te hizo pensar eso? —le respondió velozmente, en un tono de obviedad — ¿Lo rápido que me aceptan como su nuevo rey o mis maravillosas habilidades de seducción para distraerte?

El actor ladeó una sonrisa ruin.

—Lo hijo de puta que sé que eres, pequeño bribón. —dijo antes de cerrar sus bocas en un beso furioso y veloz, cual ataque de serpiente, que terminó con una fuerte mordida en el preciso instante en el que el vehículo se detenía en el garaje.

Se separaron con similares sonrisas de burla y diversión oculta en sus ojos.

Cuando la puerta se abrió y Yavok asintió, ambos hombres bajaron de la camioneta, apreciando rápidamente el garaje en reconocimiento y tras un agradecimiento a Xander, caminaron rumbo a la puerta que les daba acceso al bonito salón de recepción.

—Hogar, hogar...—el actor canturreó, toqueteando distraído la cintura de su asistente mientras observaba con infantil curiosidad los adornos de la estancia, como si no hubiera sido él quien los había escogido. Aunque para ser sinceros, gran parte de la decoración de la mansión había sido hecha por Louis, bajo las preferencias de la insoportable estrella.

—Aquí vamos de nuevo. —Louis se lamentó con fingido pesar.

Pero su lamento quedó a la mitad cuando de un amplio movimiento, el más alto lo sujetó y estampó contra una pared – las estatuillas de cristal haciendo un leve tintineo – y presionando sus caderas, respiró sobre sus labios.

—Lo que pasa en Grecia no se queda en Grecia, Louis. —dijo bajo y ronco, con pesadez en la voz y seriedad en los ojos — Así que si no quieres esto, es un buen momento para negarte.

El asistente rodó los ojos.

—No es una de tus películas para recitar tan baratas líneas, Styles. —le palmeó el pecho con irritación, pero la sonrisa traviesa estirando sus labios traicionó su postura.

Harry dejó salir un bufido y presionó con más fuerza.

—Louis...—advirtió.

—Harry. —respondió de la misma forma, erizándose.

Un carraspeo interrumpió su guerra de miradas, y como tirado por un hilo, Harry retrocedió de un limpio movimiento y Louis se incorporó con una mirada suavemente burlona.

La Nana arqueó una ceja.

—Por mucho que haya esperado este nada previsible giro de los acontecimientos, ahora mismo tengo ganas de darles un abrazo de bienvenida, un poco de comida decente y estoy bastante segura de que el teléfono que no ha dejado de sonar es tuyo, Louis querido.

El asistente soltó una risita amable y pasando por un costado de Harry, atrajo a la mujer mayor a un fuerte y cariñoso abrazo.

—Dios, sí, puede despertar a un regimiento, ¿verdad? Supongo que ya terminó el modo silencioso y debo volver a mi relación tóxica con los teléfonos. —hizo un puchero de forma teatral, besó la mejilla de la risueña mujer y tras una última mirada al rizado, salió rápidamente de la habitación en búsqueda del aparatito que no dejaba de sonar.

—Vaya, luce horrible pero en control de todo, así que o todo está más calmado de lo que creí o de verdad ayudas a bajarle el ritmo a ese hombre. — comentó la Nana.

Harry se limitó a caminar hasta su ama de llaves, y dándole un abrazo, susurrar con voz suave: —Hola, Helen. —replicó el beso en la mejilla de su asistente y le sonrió — Te extrañé.

—Oh, niño, seguro que sí. —se rio, pero le apartó un mechón de la cara con una caricia y lo miró contenta — Yo también... ¿Cómo estás?

El actor mordió una de sus mejillas pero asintió sereno, haciendo más amplia la sonrisa en el rostro de la mujer que quería como si fuera de la familia.

Se giró en el preciso momento en el que Louis regresaba, tecleando rápidamente en el teléfono que traía en las manos mientras sostenía el otro entre el hombro y la oreja y escuchaba irritado lo que la persona al otro lado de la línea estuviera diciendo.

—Ajá, sí, claro. —rodó los ojos —Sí, bien.

Un gato pardo y de ojos verdes venía siguiéndolo con un paso arrogante pero la mirada fija en su dueño, como si no quisiera que se le fuese a perder; cuando el ojiazul terminó la llamada y de enviar los mensajes pendientes, guardó los teléfonos rápidamente y se inclinó para alzar en sus brazos a su mascota.

—Hola, bebé...—lo arrulló con una voz ridícula, uniendo su frente con la del felino y permitiendo que el gato se restregara un poco en él — ¿Cómo te has comportado, Sr. Hyde? ¿Me extrañaste? Si estás un poco molesto, recuerda que fue el hombre malo y peludo el que me apartó de tu lado, una buena venganza sería ese traje de encaje borgoña que tanto le gusta.

—Ja, ja, ja... Si tu mimado engendro se acerca a mi traje, yo casualmente no le compraré un suéter para invierno y se congelará las bolas.

—Está castrado.

—El fantasma de sus bolas estará helado.

—Ni tú eres tan cruel.

—Sin suéter, Tomlinson. —mordió—Así que no dejes que se acerque a mi armario.

Louis hizo un puchero y miró a su gato.

—No le hagas caso al hombre malo, bebé.

Harry rodó los ojos pero se acercó al felino en brazos de su dueño y acarició dulcemente detrás de sus orejas.

—Hola, bola del mal. —lo saludó con mimo.

El Sr. Hyde le dio una mirada retadora que sostuvo por unos segundos, antes de responder con un maullido suave.

Una sonrisa triunfante fue dirigida a su fastidiado asistente.

—No lo digas. —advirtió el castaño.

—Me ama. — a pesar de todo, lo repitió.

Louis se mostró frustrado por ello, pero no negó lo dicho; en cambio, se inclinó y dejó ir a su pequeña – y ligeramente subida de peso – bolita de pelos, con una mirada triste suavizando su gesto. Se giró hacia la Nana que había observado el intercambio con una sonrisa conocedora y le sonrió casi avergonzado.

—¿Sería mucha molestia si el Sr. Hyde se queda aquí un par de días más? —se rascó la nuca — No creo estar mucho en mi departamento con todo el trabajo que hay por hacer y no tendré tiempo para cuidarlo, así que...

—No pasa nada, cariño. —ella asintió rápidamente — Está bien que se quede cuanto necesites.

—Gracias. —le sonrió — Él realmente no...— el timbre de su teléfono lo interrumpió e inhalando profundamente, como llamando a todas sus fuerzas, lo silenció — Yo debo irme ahora, pero probablemente estemos de regreso para la cena.

—¿Qué? —Harry, que había estado sonriendo hasta entonces, enserió de pronto.

—Y tú...—Louis le puso un dedo en el pecho, con una expresión que no admitía réplica — Vas a comer, ducharte y dormir un poco, pero a las cuatro te quiero en las oficinas, tendremos reunión. Ni un minuto más tarde, Styles.

Si era posible, el ceño del hijo dorado de Hollywood pareció fruncirse aún más.

—¿Y tú?

— Iré a reunirme con el equipo, por supuesto, debemos revisar lo de...

—Louis, acabamos de llegar, has tenido una noche de mierda y un viaje agotador. Lo que tú necesitas es descansar tanto y más que yo.

El asistente lo miró con curiosidad.

—Tengo mucho trabajo pendiente. —le aclaró con suavidad, notando de reojo cómo la Nana se retiraba discretamente dándoles privacidad.

—Llamaré a Gerard, él puede ocuparse. —gruñó el actor, sacando su teléfono.

Louis lo detuvo con un veloz movimiento.

—Harry...—habló pacientemente —Independientemente de lo nuestro, tengo responsabilidades que cumplir, mucha gente a la que gritar hasta el infierno, juntas que coordinar y soluciones que buscar para salvar tu culo, cariño.

El rizado apretó la mandíbula.

—No has dormido más de dos horas en el puto día y seguro como el carajo que no te he visto comer nada más que esas molestas barras energéticas...

—Barras que tú amas.

—Y agua cada cierto tiempo demasiado largo. —continuó ignorándolo —No irás a ningún lado, debo cuidarte y...

—Y puedes tratar de detenerme, tener una pelea que agotará mi reserva de energías y quedarte sin besos y sexo por una semana...—hizo una pausa significativa — O dejarme ir, hacer lo que te dije y permitirme hacer mi trabajo, para volver temprano y poder tener una noche medianamente descansada.

El hijo dorado de Hollywood se arrugó como si hubiera probado algo muy amargo y tras un tenso silencio, le dio un seco asentimiento poco convencido.

—Lleva a Hunter y si necesitas algo, le dices.

El asistente apretó las manos en puños y se mordió la respuesta enojada que pugnaba por salir, no solía manejar bien cuando Harry se volvía el arrogante mandón que creía que su palabra era la ley y no dejaba espacio a discusión.

—No es...

—Y si ya no quieres, Gerard se va a la mierda y regresas inmediatamente, Louis. Es mi última palabra.

—¿Sabes en dónde me meto tu última palabra? —Louis replicó con voz falsa y exageradamente dulce.

—Desobedéceme y te juro que para la noche serás parte del grupo de desempleados, mi amor. —Harry respondió igual de viciosamente cruel.

La boca de Louis se abrió en indignación y un sonrojo de furia cubrió su gesto.

—Eres un hijo de puta.

El actor soltó una risa cínica. —No es algo que no me hayas dicho antes.

—¿Cómo te atreves a...?

—Alguien tiene que ser el adulto que se preocupe por tu salud en esta relación, cariño. — le ofreció un beso volado y se cruzó de brazos.

El castaño alzó la barbilla y negó, con el enojo brillando en el índigo de sus orbes, resaltando el más mínimo indicio de cariño y ternura que pugnaba por escaparse.

—Vete a la mierda. —siseó.

—¿Juntos?

—¡Uuugh!

Se giró inmediatamente y como un torbellino, salió del lugar – azotando un poco las puertas a su paso – y subiendo a la camioneta más pequeña sin mediar ni una palabra; contento de que Xander, conociendo el temperamento de sus jefes, subió en el asiento del piloto y encendió el auto sin mediar palabra. La puerta del costado de Louis se abrió y Hunter entró rápidamente con una mirada divertida para gran indignación del asistente.

—¿Qué haces aquí? —le ladró.

—Mi trabajo, por supuesto.

—Tu trabajo es cuidar a ese arrogante, mentiroso e insoportable cabrón. —dijo fríamente.

La carcajada fuerte y escandalosa del americano estalló.

—Oh, sí, todos sabemos que soy más guardia tuyo que de Harry. —se encogió de hombros — En realidad mi contrato lleva tu nombre en mis obligaciones hace ya un tiempo.

Louis parpadeó lentamente ante esa información, aturdido por lo poco sorprendente que eso le parecía y lo obvio que era si recapitulaba los hechos.

—Lo odio. —dijo bajito al cabo de un rato, mientras a toda velocidad, salían de la mansión del actor adorado por América.

Hunter asintió conciliador, a pesar de la sonrisa burlona que no despegaba de su gesto.

—Por supuesto.

—Lo odio mucho, no sé cómo no lo he asfixiado con la almohada a estas alturas. —repitió sin gran convicción tras sus palabras, recostándose en el asiento y cerrando los ojos.

El guardia hizo un ruidito sin comprometerse y se limitó a mantenerse alerta, mientras miraba por la ventana y se aseguraba de que el viaje transcurriera sin mayores complicaciones. Sin embargo, una maldición dicha a media voz escapó de sus labios cuando encontraron un pequeño grupo de paparazzis esperando frente al estudio principal y las oficinas del management; volteó hacia Louis, dispuesto a consultar sus siguientes movimientos, pero la boca ligeramente entreabierta del asistente así como su respiración pausada y ojos cerrados, le indicaron el sueño en el que el pobre joven había caído, por lo que simplemente indicó a Xander que diera una vuelta y luego se estacionara en la puerta trasera del edificio para pasar desapercibidos.

Diez minutos después, ya completamente estacionados, Hunter sacudió con delicadeza a Louis, que solo respingó al despertar y con una mirada levemente confundida, parpadeó a su alrededor.

—Oh. —dijo, cuando pareció reconocer el lugar y qué hacía ahí.

Se incorporó rápidamente y tras unas indicaciones precisas al personal, ingresó al edificio con Hunter siguiéndolo a pocos pasos de distancia; no pareció particularmente sorprendido por los rumores que se levantaron a su paso o por las miradas descaradamente curiosas que analizaban su ropa arrugada y su gesto cansado. Siguió su camino sin detenerse a saludar a nadie, demasiado ensimismado en la Tablet que había sacado y en la que coordinaba las reuniones del día con rapidez.

—Así que estás de vuelta. —Connor, uno de los abogados, fue el primero en hablar ni bien salió del ascensor en el piso especialmente acomodado para ellos — No creí que llegarías al trabajo tan pronto, Louis.

El castaño le dio una sonrisa de labios cerrados y una palmada amistosa en el hombro, antes de pasarlo de largo hacia la oficina de Gerard. Tocó la puerta y tras recibir el permiso, ingresó a la amplia y bien iluminada estancia.

El moreno lucía terriblemente cansado e irritable, con los labios apretados en una mueca fastidiada y oscuros círculos alrededor de sus ojos cansados; a pesar de ello, todavía parecía tener el ánimo suficiente para arquear una ceja hacia el asistente y cuestionar:

—¿Y Harry?

—Se quedó descansando, lo necesita. —respondió indiferente, sentándose en la silla frente al escritorio y todavía con la mirada fija en la pantalla — Lo cité para las reuniones a partir de las cuatro de la tarde, así que lo mejor sería tener lista la estrategia y los planes a seguir ordenados solo para su aprobación.

Gerard frunció el ceño, pero asintió tras unos segundos y alzando la voz, llamó al primer grupo de involucrados con los que se ocuparían.

Mientras todos parecían movilizarse a la sala de juntas, algo aturdidos por la urgencia en la voz del jefe y conscientes de que Louis Tomlinson estaba ahí, Gerard le pidió a su secretaria dos tazas de café, suponiendo (acertadamente) que lo necesitarían para el pesado día que se avecinaba.

El ojiazul recibió con una sonrisa amable el vaso que le era ofrecido y tras el primer trago amargo, pareció despabilar.

—Mierda, siento que me pasó un camión encima. —se quejó, sobando el nudo que se le había hecho en el cuello.

Gerard asintió a sus palabras.

—Exactamente lo mismo, hombre. —apoyó su cabeza en el escritorio.

Louis se permitió darle una sonrisa comprensiva, sonrisa que se borró paulatinamente con la mirada cargada de preocupación que el moreno le dio.

—¿Qué pasa? —le preguntó con el ceño fruncido.

El representante sonrió de lado sin humor y negando con la cabeza, tragó saliva y conectó sus miradas.

—No sé qué es lo que vaya a suceder, ni qué tan pronto saldremos de esto, pero estoy preocupado por los rumores que te involucran con Harry. — acarició su barba descuidada con gesto pensativo — No tengo ningún problema con lo que sea que hagan juntos, es su vida y ustedes sabrán qué hacen, pero me niego a perder a la única otra persona competente en este equipo porque decidieron que sus pollas combinaban bien.

Louis le mantuvo la mirada con toda la indiferencia que pudo plasmar en sus ojos, incapaz de confesarle al hombre frente a él que tenía exactamente el mismo temor y que una parte de su corazón, gritaba consciente de que algo más que sexo se estaba desarrollando.

—Lo sé. —fue todo lo que dijo.

No pudo prometer nada más.

Gerard pareció entenderlo pues la resignación brilló suavemente en su mirada y con un último asentimiento, se puso de pie, tronó sus nudillos, se ajustó la corbata y con un gesto compartido, representante y asistente se pusieron en marcha.

Cuando muchas horas después Harry llegó – tarde, como siempre –, el moreno se permitió pensar que quizás no todo saldría mal y la mirada tonta en verde y azul no sería un desastre potencial por resolver.


Dos días después, todo se fue al carajo.

Upsie, no se alarmen, se pone peor sjjsjs

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