Mi ambedo, tu litost (#PGP202...

By HeOrdinisEtChaos

4.6K 1.2K 1.3K

Blake Graham y Kerrick Mills, dos chicos que lo tienen todo, sin necesidad de envidiar a otros porque a ambos... More

Epígrafe
Prefacio
Capítulo 1: La agridulce ironía de la vida (Blake)
Capítulo 2: Un desastroso inicio lleno de expectativas (Kerrick)
Capítulo 3: Adulaciones y reconocimientos incapaces de consolar (Blake)
Capítulo 4: Pasos firmes para alcanzar grandes metas (Kerrick)
Capítulo 5: Caprichos ajenos sobre mi espalda que no pedí (Blake)
Capítulo 6: Avances constantes a pesar de las dificultades (Kerrick)
Capítulo 7: Discusiones constantes con un rostro amargado (Blake)
Capítulo 8: Tregua de un día para no terminar arrastrándonos (Kerrick)
Capítulo 9: Una dulce victoria y una propuesta (Blake)
Capítulo 10: Una derrota que significó grandes progresos (Kerrick)
Capítulo 11: El extenuante sentimiento de no recordar pero sentir (Blake)
Capítulo 12: Comportamientos extraños y Acercamientos inesperados (Kerrick)
Capítulo 14: Iniciando una nueva etapa con pie derecho, o quizá ¿izquierdo? (K.)
Capítulo 15: El mar de mentiras que inunda tus ojos y amenaza con ahogarnos (B.)
Capítulo 16: Los días vuelan en tiempos de paz y las relaciones afloran (K.)
Capítulo 17: La paz que anticipa una caída inevitable. Parte 1 (Blake)
Capítulo 17: La paz que anticipa una caída inevitable. Parte 2 (Blake)
Capítulo 18: Una colisión de orgullos capaz de detener el tiempo. Parte 1 (K.)
Capítulo 18: Una colisión de orgullos capaz de detener el tiempo. Parte 2 (K.)

Capítulo 13: La calma después de la tormenta siempre tiene repercusiones (Blake)

91 22 44
By HeOrdinisEtChaos

Blake

Se siente tan bien volver a dormir sin ninguna preocupación o molestia en mente, solo tenderte en todo lo ancho de la cama, cerrar los ojos y caer en un profundo sueño, sin sueños ni pesadillas, únicamente oscuridad que tranquiliza.

Lo único que recuerdo es haber llegado el viernes con el mismo dolor de cabeza que estuvo fastidiándome durante la semana, así que, por primera vez, decidí optar por una idea demasiado descabellada pero lógica (al menos en ese momento, pues no lograba llegar a otra respuesta).

Me escabullí con mucho cuidado por los pasillos de la casa para evitar que cualquier trabajador me viera, pues lo menos que quería era que al final terminaran avisándoles a mis padres acerca de mis acciones. ¿Qué hice? Entré al despacho privado de mi padre en busca de una botella de trago, y muy a mi pesar, lo único viable a coger sin que hubiera sospechas de mi robo era una botella pequeña de vodka.

Salí con cuidado de allí y la escondí debajo de mis almohadas, luego volví a bajar a la cocina para devolver la llave, que tomé prestada sin avisar, a mi nana. Además, aproveché la oportunidad para decirle que me encontraba agotado y me acostaría temprano.

Esa fue mi lamentable forma de intentar evitar que mis padres quieran llamarme o entrar a mi cuarto para fastidiarme, pero a pesar de ser una idea tan mala, terminó funcionando sin ningún problema.

Consideré mezclar el alcohol con algún jugo para bajar su intensidad, pero decliné de inmediato porque eso me alejaría de mi cometido, pues hubiera acabado queriendo tomar más o quizá saliendo de mi cuarto con mi habilidad de razonar en el piso.

Abrí las ventanas a pesar de la brisa helada que me hizo temblar, ya que este era el mejor truco que tenía para lograr un efecto más rápido y contundente por parte de la bebida.

Comencé a ingerir directo de la botella, tragos largos y rápidos para que actúe lo más pronto posible. No pude evitar arrugar mi cara con fuerza y disgusto, ese líquido era muy asqueroso y la sensación de calor en la garganta era asfixiante, pero incluso así, seguí en ello sin detenerme.

No sé cuánto tiempo pasó con exactitud, aunque fue el suficiente para escuchar la llegada del auto en el que venían mis padres. Me reí al imaginar sus expresiones de aberración si me vieran en este estado, me levanté y mi entorno empezó a moverse de un lado a otro, o quizá era yo.

Tiré a un lado el recipiente vacío, con ayuda de la cama, el escritorio y la puerta de cristal, pude llegar al balcón, donde el frío invadió mi cuerpo por completo, aumentando mi mal estado el doble o triple.

Y hasta ese preciso momento llega mi lucidez.

Desperté casi a las cuatro de la tarde, sin ninguna molestia, me sentía renovado por haber dormido casi veinte horas, una cifra que ni siquiera me sorprendió porque no se acercaba ni un poco a mi gran récord de hace un año.

Tomé una ducha larga, tanto así que mis dedos se habían arrugado, pero luego me recriminé por desperdiciar el agua de esa forma; salí y busqué la ropa más cómoda que haya podido encontrar, un chándal rojo abrigado y una camiseta negra dos tallas más grandes de lo habitual; ambienté el cuarto con prisa y lo mejor que pude, pues mi nana llamó a la puerta preocupada porque no había aparecido durante toda la mañana y tarde; bajé en busca de algo ligero para comer, ya que no tenía mucho apetito, pero en la mesa me esperaba un plato inmenso de comida para mí (según las palabras de aquella amable mujer que me sonreía, debía recuperar todo lo que no ingerí en el día de ayer y hoy).

Me sentí lleno luego de la sexta cucharada y estaba listo para agradecer e irme, mas me fue imposible, una mirada preocupada con una sonrisa de satisfacción al verme comer me lo impidieron. No dejé ninguna sobra sobre el plato, pero no fue por mí, sino por ella.

Luego de darle un abrazo que duró algunos segundos, regresé para encerrarme en mi cuarto, quería terminar las únicas tres tareas que mandaron, pues el mal del puerco ya estaba afectándome, es decir, mi vista volvía a sentirse pesada y los bostezos no paraban; quería dormir.

Alrededor de las once di por finalizados mis deberes. Me lancé y me envolví entre las sábanas, disfrutando de la magnífica sensación de calor contra el frío de mi piel, agarré uno de los peluches grandes que descansaban a un lado y lo abracé con fuerza.

Los segundos se convirtieron en minutos, no conseguía dormir a pesar de que mi cuerpo se sentía cansado, así que decidí revisar un rato el celular para quemar tiempo. Sin embargo, de inmediato me arrepentí, sin entrar en los chats miré los mensajes que envió Ethan preguntando si al final no iría, los de algunas personas intentando convencerme para que aceptara salir, los de Amy sobre algo de salir mañana.

Ignoré a todos. Por el momento no tenía ganas de salir o pasar un momento de calidad con alguien, me causaba estrés imaginar que quizá luego busquen reclamarme o exigirme algo que nunca prometí.

Ethan se está dejando llevar por sentimientos tan tontos, aunque le haya dejado claro mi pensar.

Las otras personas, si bien no podía asegurar nada, siempre había quienes buscaban aprovecharse de mi apellido o, si no era así, no comprendían cuando les decía que ya no se volvería a repetir.

Por último, Amy, quien me escribía todo el día sin parar, que si bien no me molestaba del todo, a veces se volvía sofocante. También estaba su intento de quedar conmigo, lo que no me molestaría, pues sería para pasar el rato y llegar hasta donde ella quiera; pero no creo que sea de las chicas que aceptarían un desplante después, así que no me gustaría arruinar la dinámica de la lista. De seguro todos se me echarían encima si lastimo a su amiga.

Pero antes de bloquear el celular, un mensaje llegó.

Kerrick: Hola, pelinegro. Te escribía para saber si mañana tienes el día libre, ya que decidimos hacer una salida con los demás miembros de la lista, por si te gustaría ir. Aunque, bueno, no tienes más opción que aceptar

De inmediato solté una risa al terminar de leerlo.

Seguimos escribiéndonos un poco más, pero siendo sincero, era yo molestándolo y él respondiéndome.

Entendí entonces el mensaje que no leí de Amy, me estaban invitando a que me reúna con ellos mañana para convivir mucho más entre los que pertenecemos a la lista.

Al final terminé aceptando. No era un plan del todo malo, podría pasar un domingo interesante fuera de casa.

Volví a reír cuando recordé su último mensaje. Luego de ello, me quedé dormido de inmediato.

Había pasado una considerable cantidad de tiempo desde la última vez que me sentí bien viendo mi reflejo en el espejo, pero justo ahora estaba sucediendo, pues me gustaba mucho lo que tenía frente a mí. 

Las marcas de las ojeras habían desaparecido casi por completo, apenas se podían notar en una distancia muy cercana; las bolsas negras bajo mis ojos, que me acompañaron durante toda la semana, recuperaron su color natural; e incluso mi mirada lucía un poco más viva.

Lo único que no supe cómo tomar, si de buena o mala forma, fue que ahora mis clavículas sobresalían un poco más que antes.

Lo medité por un rato, pasé con delicadeza las yemas de mis dedos por aquellas curvaturas, de un extremo a otro. Retrocedí un par de pasos y me miré de nuevo al espejo, esta vez tenía una visión mucho más amplia de mí, pudiendo incluso ver la mancha negra a mi costado bajo izquierdo.

No estaba nada mal. De hecho, me agradaba de esa manera.

Me fascinaba lo bien que ahora lucían mis clavículas, se me hacía una de las partes más sexis de una persona. Me fascinaba que no tenía ni un solo pliegue de piel expuesto de más, todo se encontraba donde debía estar. Me fascinaba saber que no haber comido como se debe en los últimos días, aunque me haya sentido un poco mal en algunos momentos, al final tuvo una grandiosa recompensa.

Una sensación extraña de júbilo no me dejaba, parecía un mocoso al que le acababan de regalar el juguete que estuvo pidiendo por días, o, inclusive, alguien que se metió una pastilla que lo hacía sentir volar o pensar que era el jodido rey de todo.

Abrí la llave para que la tina se siguiera llenando mientras iba en busca del paquete que se encontraba oculto en el cofre bajo mi cama. Agarré rápidamente la cajita redonda, una varita, un pequeño frasco y el encendedor, regresé a la tina y comencé a preparar todo para tomar el baño que tanto me merecía.

Cerré la llave cuando el agua había cruzado un poco más de la mitad, luego destapé la botellita de cristal y vertí un poco del contenido para comenzar a remover con mi mano y que se esparciera. Retiré la parte superior del estuche metálico, lo coloqué con cuidado a un lado para evitar que se mojara y con ayuda del encendedor lo prendí, después hice lo mismo con el incienso. 

La mayor parte estaba preparada, solo me faltaba ambientar el espacio con luces rojizas y poner una playlist para el momento; y eso hice.

Me desvestí por completo y entré en la tina, me acomodé, cerré los ojos y permití que mi cuerpo se relajara, de tal manera que los segundos pasaron y se convirtieron en minutos, sin embargo, seguí en esa posición por un buen rato.

Pero entonces surtió efecto.

El calor me comenzó a invadir, además que el agua tibia no ayudaba mucho; mi piel parecía arder, mi cuerpo entero se calentó; sentí cómo los latidos de mi corazón se iban acelerando, bombeando mucha más sangre, llegando a lugares que estaban empezando a despertar.

Con los ojos aún cerrados, me aventuré con ayuda de mis manos a recorrer mi cuerpo, comenzando desde el pecho y bajando con lentitud por mi abdomen. Mis suspiros se volvían entrecortados y salían de mis labios con prisa, mis dedos habían llegado a la parte central de la ingle y envolvieron mi miembro, bajando y subiendo cada vez con más rapidez, mientras que la otra mano jugaba y apretaba por mi pecho.

Cuando sentí que ya no podría aguantar mucho más, incrementé la velocidad mientras alguno que otro gemido lograba escapar de mi boca, y estando a punto de acabar, solo pude morder mi labio y apretar los dedos de mis pies mientras me corría.

Joder.

En serio que lo necesitaba.

Me sentía demasiado liviano luego de salir de la ducha, pero todo se convirtió en un caos cuando me percaté de que nada más quedaban treinta minutos para la hora acordada en la que nos encontraríamos. Había dos problemas:

Yo seguía como mi madre me trajo al mundo.

Llegar al centro comercial me tomaría media hora.

Comencé a correr por todo el cuarto en busca de ropa porque no encontraba nada que me convenciera, mas terminé decidiéndome por un pantalón de tela gris con rayas negras, una camiseta negra al igual que un cárdigan, medias blancas altas y unos zapatos deportivos blancos.

No lucía nada mal, aunque me preocupaba ir vestido así, pues quizá los demás optarían por conjuntos más casuales o de calle.

Bah, al menos sobresaldré si sucede eso.

Mientras bajo a la sala para esperar a que llegue el chófer, reviso mis redes por si hay alguna noticia interesante o, por lo menos, alguna publicación o vídeo que me entretenga mientras tanto.

Y entonces un sonido invade el ambiente por un microsegundo, dando paso a la aparición de una burbuja de chat en mi pantalla; me había llegado un mensaje.

Amy: Hola, Blake. Te quería avisar que te estaremos esperando en el segundo piso, el puesto en donde compramos esos helados la última vez.

¿Acaso ya están todos por allá? ¿Cómo es eso siquiera posible? Yo apenas y estoy esperando por el carro para recién ir.

Odio que me hagan esperar, pero, al parecer, esta vez seré yo quien quedará mal por no llegar al tiempo que acordamos. ¡Qué vergüenza!

Y una nueva burbuja de chat aparece.

Kerrick: Oye, supongo que ya te lo dijo Amy, pero todos acabamos de llegar. ¿Ya estás en camino?

Alzo la mirada hacia el reloj que cuelga en la pared, solo quedan veinte minutos, pero segundos después me doy cuenta de mi estupidez porque en mis manos tengo un celular y en mi muñeca un reloj.

Al parecer mis neuronas se fueron de viaje luego de lo sucedido en el baño, o quizá siguen embobadas con la última imagen en mi cabeza.

Blake: Pero miren nada más, mi rubio favorito acaba de escribirme; me derrito.

Kerrick: Olvídalo, es mi culpa por escribirte aun sabiendo lo tonto que eres. Adiós.

Blake: Ni porque me porto cariñoso e intento que nos llevemos bien.

Kerrick: Sí, sí, lo que digas. Ni tú mismo te lo crees, charlatán.

No me percaté de mi propia risa hasta que escuché el ruido de la bocina proveniente de afuera. De inmediato me levanté y salí corriendo hasta subir al auto, le dije a dónde me dirigía y, una vez ya acomodado, puse mi completa atención a la conversación con aquel chico amargado.

Kerrick: Te atreves a dejarme en visto, qué dramático.

Kerrick: ¿Ya estás viniendo?

No pude evitar reír por su primer mensaje, pues él era quien actuaba como todo un rey del drama, pero cuando llegó el siguiente, mi sonrisa desapareció.

Blake: No te alteres, no podría ignorarte aunque quisiera.

Blake: Pronto llegaré, creo que estoy a unas cuantas calles del centro comercial, solo que hay un poco de tráfico.

Bueno, quizá no le dije la verdad por completo y exageré un poco, pero tampoco es como si le hubiera dicho que a penas e iba saliendo de caso. Luego pensaré en qué decir para excusarme.

Kerrick: Esto es para ti con mucho cariño.

Suelto una gran carcajada al ver la imagen que adjuntó con su último mensaje, donde es una toma amplia (seguro fue tomada por alguno de los chicos) de él mostrándome ambos dedos del medio con una sonrisa burlona en su rostro.

Para seguirle el juego y molestarlo un rato más, pues tampoco es como si tuviera otra cosa que hacer mientras llego al centro, decido grabar un GIF en el que le mando un beso volado y termino con un guiño rápido. Reviso que haya quedado bien mientras río de mi propia tontería, una vez satisfecho, lo envío.

Cambio mi expresión por una seria cuando me percato que el chófer no para de mirarme, curioso por saber cuál es el motivo de mi actitud tan poco habitual que tengo justo ahora. Además, estoy seguro de que me miró grabar aquel vídeo, el cual, pensándolo bien, es muy patético.

Vaya, al parecer tengo una habilidad estupenda para perder mi dignidad.

Pero de nada me sirve intentar borrarlo porque, justo ahora, el rubio ya lo estaba viendo, así que me resigno y bloqueo el celular, cierro los ojos y espero hasta que lleguemos a mi destino.

El lugar se encuentra repleto de gente, personas que van de un lado a otro, entrando a las tiendas, saliendo de ellas con una gran cantidad de fundas, niños corriendo mientras sus padres los persiguen o gritan para que no se alejen; todo es un caos que me comienza a estresar.

Por eso es que odio tanto los sitios con multitudes, pues mi ansiedad se eleva hasta las nubes.

Intento ignorar mi alrededor y apuro el paso para llegar a las escaleras eléctricas que me llevarán al piso donde están los demás, aunque mi cabeza también me dice que lo mejor sería darme la vuelta e irme, podría decir que surgió un inconveniente.

Ya me he tardado por casi veinticinco minutos, a pesar de que el auto parecía volar.

Exhalo con fuerza cuando los consigo divisar en una de las mesas conversando, siento cómo mi cara comienza a arder del bochorno por ser el último, el calor aumenta a medida que me acerco.

Amy se encuentra junto a Nhoa en un mismo sillón dándome las espaldas, Sam está en el lado izquierdo en uno individual y, por último, Kerrick ocupa el de doble espacio que tiene toda la vista hacia donde estoy.

Todo empeora cuando una señora se acerca para decirles algo, con un asentimiento regresa a su mesa sin antes llevarse el sillón individual que sobraba.

Ahora mismo maldigo a la señora y al niño que con tanta felicidad está sentándose en el que debía haber sido mi puesto.

Y entonces siento una mirada sobre mí, dejo mis maldiciones de lado y vuelvo a centrarme en el grupo de chicos a unos cuantos metros de donde estoy. Pero hay alguien que tiene sus ojos fijos en mí.

Mierda.

De manera involuntaria surge una sonrisa apenada y alzo mi mano hasta la altura de mi pecho para saludar, mientras que por su parte, él arruga levemente el entrecejo, sus comisuras se alzan un poco y luego hace señas para que me acerque.

Pero el muy maldito exagera tanto que todo mundo allí, incluso las otras mesas, ponen su completa atención en mí, y va de mal en peor porque Amy se gira y grita mi nombre para que vaya.

Tierra trágame y escúpeme al otro lado del planeta, por favor.

—Hola —saludo a cada uno de ellos, pero ignoro al rubio—, lo lamento mucho por la tardanza, no esperé que hubiera tanto tráfico.

—No te preocupes, es algo que no se puede controlar —la rubia frente a mí sonríe y mueve la mano para restarle importancia a la situación—. Lo bueno es que ya estás aquí.

—Ahora que estamos todos, deberías ir a ordenar antes de que la chica venga a sacarnos —Nhoa interviene mientras revisa el menú con gran detenimiento, como si el pedido se tratara de la decisión más importante en su vida—.

—Como una forma de disculparme debido a hacerlos esperar tanto, en esta ocasión yo invito —capto la atención de los chicos, quienes lucen felices por comer gratis—, y no se preocupen por nada, pidan lo que quieran.

—¿Estás hablando en serio? —a Sam le brillan los ojos mientras espera por mi respuesta, a lo que asiento y le ofrezco una sonrisa—. Eres tan genial.

No tardan en aceptar mi propuesta y se dirigen casi corriendo hacia la chica.

Me lanzo en aquel sofá tan suave y cómodo, cierro los ojos y coloco mis manos tras mi cabeza; quiero descansar por unos segundos mientras ellos compran.

No sé cuánto tiempo transcurre, pero siento que a mi izquierda se hunde debido al peso de alguien, así que echo a la basura cualquier esperanza de relajarme.

—No sabía que mentir cansara tanto, señor ya estoy llegando.

Sonrío luego de haber lanzado una breve risa debido a su comentario.

—¿Tan pronto me extrañaste que ya estás aquí? —abro los ojos y me giro hacia él—. En serio me sorprende lo rápido que caíste por mí.

—¿No serás tú quien cayó por mí y por eso siempre lo estás mencionando? —me encara y sonríe de lado, parece esperar por mi respuesta.

—Déjame ver —lo recorro con mi mirada de forma veloz mientras sostengo mi barbilla como si estuviera pensándolo—. Nah, no eres mi tipo — chasqueo la lengua y le sonrío.

—Lo mismo digo —suspira—. En fin, venía a preguntar qué sabor de helado quieres o si te apetece otra cosa.

—No, gracias —me acomodo y saco mi celular para distraerme—, no tengo mucho apetito.

—Supuse que dirías eso.

Me mareo un poco al regresar a verlo tan de repente, pero eso no quita mi expresión de no entender lo que acaba de decir.

—En pocas palabras, ya pedí por ti —dio dos palmadas sobre mi hombro y también sacó su celular—. No hay de qué.

—No era necesario que...

—Comemos todos o no come nadie —me interrumpió ladeando la cabeza hacia un lado—, así es cómo funcionan las cosas con nosotros, pelinegro, por lo que deberías ir acostumbrándote.

Solo asentí y regresé mi atención a la pantalla donde se abría un juego que instalé hace algunos días.

Vaya gesto tan bonito.

Los siguientes minutos los pasamos conversando, aunque más bien, ellos lo hicieron y yo únicamente escuchaba sus anécdotas, asentía para participar de alguna manera y, de vez en cuando, aportaba una que otra monosílaba cuando esperaban alguna opinión de mi parte.

El helado que me habían traído captó toda mi atención, tenía un sabor de otro mundo, demasiado delicioso. Y por lo que pude notar, no era el único que se encontraba ausente de la plática, pues el rubio a mi lado también parecía darle mayor importancia al cono que sostenía, el cual era de los mismos sabores que el mío.

Ambos nos lanzamos una mirada retadora al fijarnos que habíamos comido casi la misma cantidad, así que un segundo después, empezamos a devorar con premura nuestros helados.

—Perdedor —solté en forma de murmullo para que solo él me escuchara.

Al final, gané.

Fue una pelea muy reñida, sin embargo, de un instante a otro, sus tosidos se escucharon con fuerza y sus manos sobre su sien indicaban algo que me hizo reír por algunos minutos.

Su cerebro se congeló.

—Estoy rifando unos buenos golpes y tú tienes todos los boletos —se acercó mucho más para que lo escuchara y, para no desperdiciar la situación, sus dedos pincharon mi costado derecho haciéndome soltar una risa y removerme.

Ya que estamos en esto, podría decirle algo que quizá le cueste entender y, si es que lo logra en algún momento, le molestará.

—Aceptaría sin problema el premio —reduje un poco más nuestra distancia, sin antes asegurarme de que nadie nos prestara atención, luego me acerqué a su oído para proseguir—, pero solo si son entre caderas.

Me alejé para apreciar en todo su esplendor el cambio continuo que fue sufriendo su expresión después de mis palabras.

En un principio, como lo había esperado, la incomprensión lo invadió, sus cejas casi se unían por completo, demostrando que no me entendió. Pero entonces llegó la segunda fase, cuando su cerebro decidió trabajar y darles sentido a mis palabras que, para mi sorpresa y poca confianza, logró entender, o al menos eso decía su nueva expresión.

Su boca formaba una pequeña abertura y su mirada se posó en mí con un intento controlado de no mostrar alteración, sus orejas al igual que sus mejillas y algunas zonas de su cuello se enrojecieron por completo.

Era una vista única de apreciar.

Aunque mi risa se descontroló al verlo bajar su mirada hacia mí y luego sacudir su cabeza como si intentara alejar cualquier pensamiento. La primera en percatarse de que algo sucedía fue Amy, quién nos preguntó, luego se les unieron los otros dos chicos que lucían curiosos.

La respuesta de Kerrick fue: No sean sapos, vamos rápido al cine.

Se levantó de allí y comenzó a alejarse, de inmediato todos lo seguimos hasta alcanzarlo; pero yo era el único que sabía el porqué de su actitud.

No desaproveché esa gran oportunidad para seguir molestándolo un poco más a lo largo del día, donde la mayoría de veces volvía a convertirse en un tomate andante, mas pasadas las horas, logró dejar aquello de lado y también responderme con otras tontadas.

Dimos por terminada nuestra salida cuando faltaba cuarto de hora para las nueve. Los tres amigos avisaron que se irían juntos porque el hermano de Amy pasaría a recogerlos, por lo tanto, ofrecí a Sam llevarlo hasta tu casa, pero él negó porque no quería molestar, así que solo pude convencerlo para, por lo menos, llevarlo a una parada cercana.

Casi una hora después, llegaba a casa. Subí luego de haber respondido al interrogatorio de mis padres para saber mi paradero, el cual no hicieron porque les preocupara, sino porque sí o sí debían tener el control de todo, saberlo todo.

Me puse el pijama y repasé algunos temas que podrían aparecer en la prueba de Gestión de esta semana, me aseguré de tener todo lo necesario para mañana y, ya cansado, cepillé mis dientes y lavé mi cara. Estaba listo para acostarme a dormir.

Una idea surcó por mis pensamientos, así que la medité algunos minutos porque no estaba seguro, pero decidí hacerlo.

Agarré el celular que descansaba sobre la mesita de noche, lo desbloqueé y busqué entre los chats, aunque no me tomó nada de tiempo porque estaba de primero. Entonces empecé a teclear y envié una vez escrito el mensaje.

Blake: Gracias por este día tan divertido, y te recuerdo que sigo esperando mi premio. Nos vemos mañana, Kerrick.

Kerrick: Los chicos dijeron que se divirtieron mucho hoy, fue una buena salida. Mañana comenzamos con las propuestas, te veo al final de clases, Blake.

Ya había perdido la cuenta de las veces que reí durante el día, pero debía sumarle una más porque mi risa apareció de nuevo cuando comprendí que ambos nos habíamos enviado un mensaje al mismo tiempo.

Realmente fue un buen día, lo disfruté bastante.

Continue Reading

You'll Also Like

36.1K 5.2K 60
AUTOR: 五月初 (1 DE MAYO?) NOMBRE ORIGINAL: 漂亮小夫郎 TOTAL DE CAPITULOS: 275 Shen Yuntang es un chico guapo, pero se cayó al río con el hombre perezoso de...
5.2M 453K 83
Nunca debí caer por él. Sin embargo, tampoco detuve mi descenso. Nada logró apaciguar las maliciosas llamas de deseo que se prendieron dentro de mí. ...
479K 56.9K 73
Meredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla bien marcada en su vida: NO ACERCARSE A...
63.7K 1.9K 50
"me gustaría ser más cercana los chicos del club, pero supongo que todo seguirá siendo igual, no?"