Estúpidas Decisiones #MEN4

Od blue_woods

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SECUELA DE MI ESTÚPIDO NIÑERO -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- Con la llegada de su abuela paterna a la ciudad, l... Více

Estúpidas decisiones.
IMPORTANTE
Fecha de inicio - Trailer
Capítulo 1: Con amor, SH. [S]
Capítulo 2: La perfecta familia imperfecta. [S]
Capítulo 3: El apellido maldito. [B]
Capítulo 4: Sigue tu intuición. [S]
Capítulo 5: Encuentros desagradables [S]
Capítulo 6: Personas rotas [B;S]
Capítulo 7: ¿Y si no pudieran estar juntos? [S]
Capítulo 8: A una vida de distancia. [B]
Capítulo 9: ¿Quieres que el mundo sea aburrido? [S]
Capítulo 10: Lo que sea por ti. [S]
Capítulo 12: El mensajero perfecto. [S]
Capítulo 13: No somos familia. [B]
Capítulo 14: El chivo expiatorio de la abuela. [S]
Capítulo 15: Idiotheo. [S]
Capítulo 16: Momentos de caos.
Capítulo 17: El pasillo de los problemas.
Capítulo 18: Quiero luchar por nosotros.
Capítulo 19: Alejar a los demás no va a solucionar tus problemas.
Capítulo 20: Super amigos.
Capítulo 21: Ya no formas parte de mi vida.
Capítulo 22: La guerra de Skyler y Sophie.
Capítulo 23: Escribiendo nuestra historia.
Capítulo 24: Amienemigos y amigos que quieren ser más que amigos.
Capítulo 25: Con un par de copas de más todo parece posible.
Capítulo 26: Bandera blanca.

Capítulo 11: Debajo de los escombros. [B]

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Od blue_woods

BROOKE

Me quedo parada frente al local de color negro que dice 24/7 con luces led rojas. Tiene ventanas polarizadas, así que por más que acerque mi rostro no puedo ver que hay dentro, tampoco tengo la valentía de entrar sola. No sé si van a pedirme identificación o que. Traje la mía por las dudas, una falsa, por supuesto, pero si me descubren podrían llamar a la policía o si son buena gente, solo echarme.

Se preguntarán; ¿Qué hago aquí? Pues, tal vez tomando una estúpida decisión.

Resulta que el desconocido de la fiesta de Sarah y yo intercambiamos números, pero aún sin revelar nuestra identidad. En ese momento estaba ebria y triste, y me pareció genial hacer un nuevo amigo. Pero ahora, viéndolo desde otra perspectiva y parada frente al lugar donde sugirió que nos viéramos, me pregunto si es realmente una buena idea estar aquí.

¿Y si en realidad no era un adolescente? ¿Y si estaba lo suficientemente ebria para confundirlo con un adulto?

Cuando voy a girar sobre mis talones, escucho su voz.

— Hola chismosa.

El desconocido viene caminando hacia mí con las manos metidas en los bolsillos de su sudadera roja. Viéndolo a plena luz del día no parece tener más de veinte años, gracias al cielo. Por unos instantes creí que me encontraría con alguien de treinta y sería bastante incómodo, además de perturbador.

— Hola... —alargo algo aliviada—... ¿De verdad crees que nos dejaran entrar? —le pregunto dándole otra mirada al bar.

El desconocido sonríe.

— Lo harán. Confía en mí —me guiña un ojo.

Se adentra al lugar sin decir más y lo sigo, al principio camino insegura y espero que cualquier adulto me tome por el brazo para sacarme de aquí, pero con cada paso que doy me doy cuenta de que las personas ni siquiera se fijan en nosotros. Hay mucha gente, algunos adultos jóvenes y otros no tanto, pero todos concentrados en sus conversaciones o en la ronda de billar que juegan al fondo.

Nos sentamos en la barra, un poco más alejados de los demás, donde hay otro letrero led con el nombre del bar, solo que este es de color azul. Me gusta no tener que sentarme junto a otras personas, mucho menos ebrios.

— Lamento haber llegado tarde —me dice— Tuve otro compromiso.

— ¿Vienes aquí a menudo? —le pregunto mirando a nuestro alrededor.

Hay una pareja que está besándose en una esquina aún más oscura que esta.

— Solo cuando debo ser apoyo moral.

— ¿Apoyo moral? —repito, arqueando una ceja.

De reojo puedo ver que alguien se acerca para preguntarnos qué vamos a beber.

Su apoyo moral —se gira, señalando a la chica del otro lado de la barra.

Frunzo el ceño al verla.

— ¿Mi apoyo moral? —le contesta ella con una sonrisa divertida— Debes estar bromeando.

— No, tú debes estar bromeando —replica el desconocido levantando su dedo índice— Te escucho siempre que lloriqueas por alguien.

La chica ladea la cabeza.

— Bueno, eso es verdad —contesta haciendo que el desconocido chasquee los dedos— Pero tu tiempo me cuestan bebidas gratis, tacaño.

— Está mintiendo otra vez. Siempre dejo buena propina —se gira para decirme.

Mientras ellos conversaban, me dedique a analizar a la chica y hacer memoria de donde me suena su rostro. Pronto lo descubro; de la fiesta de Sarah.

Ella es la barista que no nos dejó beber. Me costó reconocerla porque aquel día llevaba un esmoquin y tenía el cabello atado en un rodete bastante prolijo. Ahora lleva su cabellera negra suelta, un delineado perfecto, una camiseta de Kiss y una falda de jean corta.

— Alex, ella es... —me mira sin saber que decir—... mi desconocida amiga de la que te hablé.

— Te conozco —le digo haciendo que frunza el ceño— Eres la chica de la fiesta, quién no nos dejó a mi... —pienso en cómo llamar a Skyler—... amiga y a mí beber —finalizo con una sonrisa divertida.

Su ceño fruncido desaparece.

— Me llamaron de peores formas —dice comenzando a sonreír— Lo lamento, pero estaba haciendo mi trabajo.

— Sin rencores —levantando ambas manos, divertida.

El desconocido nos mira con una sonrisa.

— Tráeme un poco de whisky, por favor Alex —le dice apoyando uno de sus codos sobre la barra— ¿Y para mi amiga...?

— Solo cerveza —contesto.

Alex va por nuestras bebidas, no sin antes darle una mirada al desconocido.

— ¿Seguiste mi consejo? —me pregunta cuando nos quedamos solos.

— ¿Qué consejo? —arqueo una de mis cejas.

— Sobre no sobre-cargarte de emociones.

Lo intenté.

— No —contesto— Creo que estoy en desacuerdo con tu técnica.

El desconocido aprieta los labios en una sonrisa.

— ¿Qué sucede cuando inflas demasiado un globo? —me pregunta sosteniendo un escarbadientes con sus pulgares e índices.

Trago duramente antes de contestar.

— Estalla.

El desconocido rompe el escarbadientes. Alex viene en ese momento con nuestras bebidas y nos deja para atender a otros clientes.

— Porque no estalles, chismosa —me dice levantando su vaso con whisky.

Tomo una respiración profunda.

— Mi nombre es Brooke —decido confesar.

Él me mira sorprendido, bajando su vaso.

— Soy Nash —dice volviendo a sonreír— Admito que comenzaba a molestarme la discreción.

Nash vuelve a levantar su vaso.

— Porque no estalles, Brooke.

Suelto una risa seca y levanto mi botella de cerveza.

— Porque no estalle, Nash.

Ambos sonreímos antes de beber.

(...)

Levanto la vista y veo que Sophie está mirando por la ventana. Le saludo con una sonrisa, lo cual parece desconcertarla porque me saluda algo extrañada. Me río por ello mientras me adentro a la casa y voy directamente a la cocina porque en el camino comencé a sentir hambre. Aunque mi buen humor cesa en el momento que pongo un pie adentro.

Hay música en la cocina, corrieron los muebles para hacer más espacio para la pista de baile que ocupan Emily y mi padre. Pronto entiendo que Melanie está enseñándoles una coreografía. Ella los guía y mi padre se equivoca apropósito para hacer reír a mi hermana menor.

Hay un olor exquisito, posiblemente sea lasaña. Mi comida favorita y la de Melanie.

Mamá solía hacerla para nosotras cada domingo, ya que eran sus días libres del trabajo. Papá y yo nos encargábamos del postre, y casi siempre hacíamos brownies porque lo demás se nos quemaba o tenía un sabor espantoso.

Mientras nosotros nos encargábamos de los preparativos comestibles, mi hermana planeaba el espectáculo. Ella se enfocaba en sorprendernos con una coreografía diferente todos los domingos.

No he vuelto a comer lasaña desde el último domingo que pasamos con Mamá. Lo que fue hace unos largos meses, pero se siente como toda una vida. También evité los brownies. Sentía que era incorrecto comer esas cosas en otros días que no fueran domingo y también que no fueran con familia.

Me estaba por dar la vuelta, pero Melanie la dio primero y una sonrisa aún más grande se plasmó en su rostro cuando me vio.

— ¡Broo! ¡No creerás que está cocinando Emily para nosotras! —me dice emocionada, acercándose y dándome las manos. Me da medio segundo para responder y luego sigue hablando— ¡Lasaña! ¿Puedes creerlo?

Emily y papá, quienes ya abandonaron la pista improvisada, se acercan para saludar.

— Pensé que la cocina y tú eran enemigas —digo incomoda, forzando una sonrisa.

En lo que llevamos viviendo aquí, las veces que la he visto en la cocina fue para enseñarle al chef el menú de la semana.

Decido evitar mencionar esa observación, obviamente.

Emily sonríe llevando sus manos a su cintura.

— Nos estamos conociendo.

— Genial... —alargo intentando demostrar interés— Bueno, los dejo. Que disfruten la cena.

— ¿No vas a cenar? —mi padre me detiene antes de que pueda escapar.

— Ya cené en casa de Heather —miento con falsa pena, encogiéndome de hombros.

— ¿Y postre? —insiste, jugando con sus dedos.

— Creo que estoy llena —llevo una de mis manos a mi estómago.

Él sonríe, pero la sonrisa no llega a sus ojos.

— Necesito hablar contigo —suelta con voz dura, pero todo su cuerpo demuestra su nerviosismo.

— Estoy cansada. ¿Podemos hablar mañana?

Tengo curiosidad en lo que va a decirme, pero no tengo ganas de hablar con él. Creo que no hemos hablado en meses.

Hablamos, pero fueron conversaciones vacías, respuestas automáticas, aquellas que no necesitas pensar demasiado y que tampoco tienen gran significado.

Desde que vinimos a vivir aquí, intento estar lo menos que pueda en la casa y cuando sí estoy, me encierro en mi habitación y espero que nadie venga a molestarme.

Papá respira hondo.

— Mel, cariño, ¿Puedes ayudarme a buscar los platos? —Emily intenta distraer a mi hermana.

— ¡Claro!

Ambas desaparecen en dirección opuesta a la nuestra, dejándonos solos. Con la ausencia de mi hermana, puedo dejar de fingir felicidad y conformidad con nuestra nueva vida, así que borro mi sonrisa.

No quiero que Melanie se entere de cuánto desprecio todo esto porque entonces verá las cosas como yo lo hago y honestamente, quiero que siga con su visión de niña.

Papá se relaja visiblemente, la tensión de sus hombros desaparece, aunque sus ojos me advierten que aún sigue perturbado. Lo cual me hace preguntarme si el motivo de su conversación no tiene que ver con mi madre, después de todo, asumo que en algún momento debe enterarse que ella ya no está en el psiquiátrico.

Obviamente no va a ser por mí.

— Quiero que hablemos —vuelve a decir.

Y parece que no tengo otra opción.

— Te escucho —digo cruzándome de hombros.

Remoja sus labios y piensa en sus palabras, mirando al piso.

— Quiero que sepas que estuve pensando en esto mucho tiempo, demasiado, quizá. En esto, en ti, en cómo ibas a tomarlo y si de verdad era necesario...

Sus palabras me asustan y que no esté yendo al punto, me asusta aún más.

— Papá, solo dilo —espeto, impaciente.

Él toma una respiración profunda y suelta:

— Voy a vender nuestra antigua casa.

Sus palabras con como un balde de agua helada, sorprendiéndome, despertándome. Mi audición se aclara, mi visión se desanubla, mi presencia... al fin me siento presente. Es como si, durante mucho tiempo, hubiera estado siendo una espectadora en mi propia vida.

Escuché el globo estallar.

— ¿Brooke?

Mi padre me llama al verme voltear y caminar por donde vine. Lo escucho, sí, pero su voz suena tan lejana que no me molesto en voltear a confrontarlo. Subo las escaleras sintiendo que las manos me tiemblan y hay una presión horrible en mi pecho que me impide respirar.

Tan pronto como subo a mi habitación, aun escuchando el eco de la voz de papá diciendo mi nombre, miro hacía todos lados buscando algo que no sé muy bien que es y entonces siento una mano posarse con delicadeza sobre mi hombro.

Volteo, asustada.

— Brooke.

Y entonces su voz no es un eco y está parado frente a mí, examinando mi rostro con preocupación.

— ¡Suéltame! —le grito, dando dos pasos hacia atrás.

— Brooke, sé que la casa es importante para ti, pero...

— ¡Entonces, ¿Por qué quieres venderla?! —le interrumpo, escuchando los latidos en mis oídos.

Algo en él parece romperse también. Su expresión se endurece.

— ¡Porque no puedes seguir estancada en el pasado, Brooke! —me grita de vuelta— ¡Debes avanzar!

Me río con lágrimas en los ojos.

No sé qué estaba esperando, pero definitivamente no esa respuesta.

Sin embargo, me ayuda a verlo como se ha vuelto, como realmente es.

Durante los últimos dieciocho años de mi vida he visto a Luke a través de un cristal. Ahora todo se ha roto. Puedo verlo, verlo de verdad.

— ¿Avanzar como tú? —pregunto divertida— Que ignoras nuestra vida anterior, viniendo a vivir a esta enorme casa e intentando reemplazar a mamá con tu esposa modelo —me rio— ¡Quién, por cierto, fue la maldita mejor amiga de mamá!

Parpadea desconcertado.

— ¿De qué estás hablando? —su voz nuevamente se suaviza.

Esto es el colmo. No puede ignorar todo lo que ha hecho en mi propia cara. Es como si rompieras un plato frente a mil personas y luego negaras que lo has hecho.

No puedes negarlo cuando tienes testigos.

— Vete al diablo —espeto entre dientes, chocando su hombro al pasar junto a él.

Aprovecho que no está viéndome para limpiar las lágrimas que quieren escapar de mis ojos y estiro mis manos, esperando que así dejen de temblar. No funciona. Las cierro en puños.

— ¿A dónde vas? —me pregunta siguiéndome mientras bajo las escaleras.

— Me voy de tu maldita casa de muñecas —contesto cerrando la cremallera de mi chaqueta— No soporto vivir aquí, cerca de ti, siendo más específica.

— No puedes vivir sola —me lo dice como si fuera una niña pequeña que no entiende nada— Y soy tu padre. Te guste o no, debes hacer lo que yo diga.

Bajo de un salto el último escalón.

— Tengo dieciocho años y por si lo has olvidado, tú no eres mi padre —le recuerdo caminando hacía la entrada, rogando porque mi voz no tiemble en ningún momento. Afortunadamente no lo hace.

Luke de a saltos los escalones que le falta y me sigue.

— Brooke, no estás bien.

Volteo viéndole con enojo, mucho enojo.

— ¡Obviamente no estoy bien, maldición! —mi voz retumba en las paredes— ¡Mamá y tú básicamente destruyeron mi vida con sus acciones! ¡Solo tiraron la maldita bomba y huyeron para seguir felices con sus vidas! ¡¿Pero sabes qué?! ¡Yo quedé debajo de los escombros! ¡Yo! ¡Así que no! ¡No estoy bien! ¡¿Cómo diablos iba a estar bien si ni quiera puedo respirar?!

Luke se queda en silencio, su pecho sube y baja con rapidez. Sus ojos se ven brillosos, mientras los míos se desbordan como dos cascadas y mis mejillas arden.

Él no puede creer que acabo de decir todo eso y siendo honesta, yo tampoco. Lo tenía escondido en las profundidades de mi ser, tan en el fondo, que al haberlo soltado no solo siento que me quité un peso de encima, sino que también duele, como si lo hubiera arrancado violentamente.

— Brooke, yo... —se reincorpora de mi golpe verbal con la voz temblorosa, pero las palabras no le salen. El labio superior le tiembla.

Niego con la cabeza.

— No quiero volver a verte —susurro limpiando mis lágrimas.

Algo en mí —además de todo— se sintió mal por decir esas palabras. Por más que mi cerebro esté de acuerdo con ellas, mi corazón se cuestiona si es lo que realmente quiero.

Sea cual sea la respuesta, ya no hay vuelta atrás.

Las palabras abandonaron mis labios.

Luke no me detiene cuando salgo por la puerta principal. El viento frio de la noche me golpea después de la acalorada discusión que tuve. Los reclamos de mi corazón se hacen más fuertes una vez que voy sola en mi auto, pero decido no escucharlos y callándolos con el volumen de la radio.

No funciona.

Una vez que llego a mi destino un nuevo sentimiento se apodera de mí; la melancolía. Al estacionar mi auto frente a la que era mi casa siento que todo se retuerce dentro de mí.

Gracias al cielo, nunca saqué mi juego de llaves del auto, así que puedo entrar sin problema. Al abrir la puerta, la casa que una vez era colorida y llena de vida, ahora es oscura y está abandonada. Las mantas blancas sobre los muebles le dan una vibra aún más fantasmal. Puedo ver gracias a la poca luz que entra por las ventanas, de lo contrario ya me hubiera chocado con algo.

Mi habitación vacía no es un lugar para dormir y tampoco llegaría ahí sin chocarme con algo, así que prefiero acostarme en el sofá de la sala.

Le quito la manta haciendo volar el polvillo que me hace toser. Tan pronto como me recupero me acuesto ahí, haciéndome una bolita y enfrentándome nuevamente a la voz de mi corazón. 

Y Brooke finalmente estalló :( 

Puse As It Was porque la escuché y pensé en Brooke

¿Qué pensamos del capítulo?

En otras noticias, al fin sabemos quién es el desconocido: Nash vino para quedarse y va a ser un gran aliado para Brooke a lo largo de la historia 💘💘

Gracias por leer, comentar y votar 🤍🤍

Nos leemos!

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