Prejuicios // Adaptación Emil...

By AlbertXioW

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Emilio es un buen chico, buen amigo, buena persona, lo único diferente que tiene es que ama el color negro y... More

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By AlbertXioW


Eduardo y Nikolás salieron de la habitación y luego de la casa, el pelinegro le puso el casco a su novio cómo era su costumbre, subieron a la moto, el rubio se apegó a la espalda del ojiazul con fuerza. Eduardo condujo por varios minutos, hasta que llegaron a la casa del pelinegro, el plan había salido con las palabras del ojiazul, "¿Quieres ir a mi casa hoy?, para pasar el rato juntos, los chicos son demasiado bullosos", Niko había respondido con un nervioso, "Claro". Niko tenía muchos nervios, mucho miedo, está de más decir que jamás había hecho el amor con nadie, y el porno le parecía realmente asqueroso, así que no sabía nada, nada del tema. Bueno, lo que sabía era por las escenas eróticas y semi eróticas de sus libros. Le daba miedo que a Eduardo se le diera por querer dar el siguiente paso y él quedara completamente perdido, además, sabía que el pelinegro seguramente ya lo había hecho infinitas veces con muchas personas, era demasiado sexy cómo para desaprovecharlo, así que ya tendría experiencia, mucha gente ya lo había complacido y él no sabría cómo hacerlo, no podría hacer que el pelinegro se sintiera... bien.

- ¿Niko? ¡Nik! Oye.

Nikolás movió su cabeza saliendo de sus pesimistas pensamientos, Eduardo lo miraba con esa sonrisa ladeada, sexy y encantadora.

- ¿Qué sucede? ¿En qué tanto piensas, mi amor?

Eduardo retiró el casco de la cabeza de Niko y caminaron hacía la casa.

- Uh, nada, ya sabes lo distraído que soy.

- Yo no te considero distraído.

Entraron a la pequeña casa, que era cómo el tamaño de la habitación de Niko.

- Traté de ponerla más ó menos presentable, sé que no es tan linda cómo la tuya, pero... bueno... aquí vivo.

- Es pequeña, pero bonita.

Eduardo sonrió.

- Ven, tengo postre de limón en la nevera.

- ¿Te gusta el postre de limón?

- Es mi tercera adicción.

- ¿Cuáles son las otras?

Eduardo sacó un bol de la nevera y lo llevó hasta la mesa para luego coger un cuchillo para cortarlo.

- La primera eres tú y la segunda las motos.

Niko sonrió, Eduardo sirvió el postre en un plato y se lo dió al rubio y luego se sirvió él.

- Delicioso, ¿Lo compraste?

- No, yo lo hice.

- ¿De verdad? ¿Cocinas?

- Vivo sólo bebé, tuve que aprender.

- Es tierno imaginarte cocinando, chico malo.

- Ven, vamos a mi habitación.

Eduardo cogió de la mano a Niko y lo guió hasta su habitación, era muy pequeña, apenas cabía su cama y el tocador con espacio para moverse.

- Es del tamaño de tu armario.

Nikolás rió.

- Es verdad, pero es calentita.

Niko se sentó en la cama, Eduardo prendió el televisor que por supuesto no era un plasma cómo el del rubio.

- ¿Y el dinero que ganas en las carreras, Eduardo?

- Lo estoy ahorrando para cuándo vivamos juntos, te compraré una casa tan, tan, tan bonita y grande cómo en la que vives ahora. Y te compraré un auto y te daré muchos regalos.

Nikolás sonrió.

- No es necesario, Edu, aunque me gusta que pienses en grande.

- Nos casaremos en la playa, será la boda de tus sueños y nuestra luna de miel será en... Milán ó Indonesia. ¿Te gustaría?

Nikolás rió bajito y asintió.

- Me encantaría.

- Y cuándo tengamos hijos serán los más consentidos del mundo, tendrán los mejores juguetes, irán a la mejor escuela y a la mejor universidad.

- Apenas llevamos 1 semana de novios, chico malo.

Eduardo se encogió de hombros, dejó los platos vacíos sobre el tocador, se quitaron los zapatos y se acostaron en la cama bajo las cobijas, Niko con su cabeza en el hombro del pelinegro.

- Mis papás llegan en 1 semana.

- Eso es... ¿Malo?

- Demasiado, ellos son demasiado... conservadores, que sus 3 hijos estén de novios con 3 chicos que visten siempre de negro, andan en moto, están llenos de tatuajes, fuman, beben, corren en carreras clandestinas, los vá a poner al borde del pánico, Eduardo, nos van a querer alejar.

Eduardo besó la cabeza de Niko.

- Podríamos fingir ser cómo ustedes, compraríamos ropa que tapen nuestros tatuajes y eso.

- Averiguarían por todas partes a que familia millonaria pertenecen.

- Todo vá a estar bien, nene, nada podrá separarnos. Ya verás.

- ¿Y si lo intentan?

- Te robo y te llevo a vivir conmigo a Afganistán.

- ¿A dónde? ¡¡No!!

Nikolás rió con fuerza.

- Nadie te vá a alejar de mi lado, hermoso, te lo prometo.

Niko alzó su cabeza y besó la mandíbula rasposa por la barba de Eduardo.

- Me alegra que hayas sido tú quién se fijó en mí.

- ¿A qué te refieres?

- A que, primero, los de mi universidad son de mi estatus social, ¿Sí? Pero son prejuiciosos, prepotentes, se creen superiores a todos y Emilio y Diego están hechos para estar con mis hermanos, son distintos, pero se complementan, si Emilio se hubiera fijado en mí, yo no hubiera podido, él es más atrevido, aventurero, cómo Joaquín y Diego me dá un poco de miedo.

Eduardo rió.

- ¿Y yo?

Niko puso su codo sobre la almohada y su rostro sobre su mano observando a Eduardo.

- Tú me respetas, me aceptas por cómo soy, me has hecho feliz éstos días, eres sexy, piensas mucho para hablar y actuar, lo que impide que me lastimes sin querer a pesar de que tus amigos se ríen de mí, siempre me defiendes y no te avergüenza.

Eduardo sonrió.

- Más que respetarte, te quiero mucho, Niko y aunque no llevamos meses ó años de novios, he aprendido a amarte también, porque eres diferente, eres dulce, tierno y cuándo noto que alguien se burla de tí sale mi mayor instinto asesino. Tú eres un chico con un alma pura, Niko, que adora a sus hermanos y daría su vida por ellos.

Eduardo acarició la mejilla de Nikolás y luego su labio inferior.

- Tienes muchos miedos, muchas inseguridades, tu autoestima está por los suelos, piensas que por ser cómo eres no vales la pena y no es así, Nik, tú vales más que cualquiera que conozco.

Nikolás bajó su rostro uniendo sus labios con los de Eduardo, tímido cómo siempre, entre abrió su boca y mordió suavemente el labio ajeno, puso su otra mano en la mejilla del pelinegro y movió su boca mientras el ojiazul le correspondía al dulce beso, éste último puso las manos en la cintura del rubio y lo acostó sobre él, el ojiverde puso sus piernas a los lados de las del ojiazul quedando sentado sobre él. Ambos tenían nervios, pero por distintas razones, las de Nikolás ya las expuso, las de Eduardo era por temor a asustar al rubio, a intimidarlo, a dar un paso en falso y que éste se alejara, a lastimarlo, a hacerlo sentir más inseguro de lo que ya era. Así que ambos eran cuidadosos, no querían apresurarse y errar en el proceso, la persona que tenían cerca era la más importante en ese momento y debería ser tratada cómo tal.

Nikolás mantenía sus manos en las mejillas de Eduardo, mientras que éste mantenía las suyas en la cintura baja del ojiverde, picando por bajar más.

Pero aún no.

La lengua de Eduardo delineó suavemente el labio inferior ajeno, Nikolás abrió más su boca dándole acceso, se detuvo un poco al sentir los tirones en su abdomen bajo, gimió bajito y volvió a besar al pelinegro, ésta vez con más propiedad, con más posesividad, con más ansias.

Eduardo metió sus manos debajo de la playera de Niko acariciando su espalda con la yema de sus dedos, el rubio se alejó y abrió sus ojos al igual que el pelinegro, una mirada que quería decir de todo, una mirada que gritaba en silencio cuánto se deseaban mutuamente, una mirada llena de amor, de pasión, de ternura.

- ¿Me deseas así cómo me quieres?

- De la misma forma, pero no tienes que hacerlo si no quieres.

- Sí quiero, pero no sé que hacer, cómo, nunca he... ni siquiera pensado, nunca pensé que alguien llegaría a querer hacer ésto conmigo.

- Eres hermoso, Nik y cualquiera podría desearte. Pero eres mío. No te preocupes, si me dices que quieres continuar yo me encargo de enseñarte, de guiarte, de hacerte sentir bien.

- Es que seguramente has estado con muchas personas, debes haber vivido muchas cosas, yo nunca podría igualarlos.

Eduardo tuvo la intención de rodar los ojos, pero no lo hizo por miedo a que Niko pensara que sus pensamientos eran idiotas y no, no lo eran.

- Te amo, nene y el sexo es sólo algo físico, quiero que sepas que eres el único que ha logrado hacerme sentir algo diferente.

- ¿Me prometes una cosa?

- Claro.

- Si no logro complacerte cómo debería... me lo dirás.

- Niko.

- Por favor.

- Está bien, mi niño inseguro, te lo diré, pero tendría que ser algo completamente absurdo, ya estoy excitado y sólo nos besamos.

Niko se sonrojó.

- Me guías.

- Sólo siente, ¿Vale, bebé?

Eduardo giró dejando a Niko debajo de él, el rubio no opuso resistencia alguna, el pelinegro besó dulcemente los labios de su novio para luego bajar y comenzar a besar su cuello. Tímidamente Niko deslizó sus manos dentro de la camiseta de Eduardo, la subió y retiró la prenda dejando desnudo de la parte de arriba al pelinegro, deleitándose por tan sexy vista.

- Voy a desnudarte, ¿Está bien?

- O-Ok.

Eduardo puso sus manos al inicio de los botones del suéter de Niko y fué abriéndolos uno a uno, luego el rubio se enderezó para que éste pudiera ser retirado junto a su camisa blanca. El cuerpo de Niko era el secreto mejor guardado por éste, tenía una tableta de abdominales marcada, ya que todas las tardes él iba al gimnasio de la mansión y hacía una larga y extenuante rutina, su V se marcaba de una sensual manera, guiando el camino hacía abajo, tentando su suerte, la boca de Eduardo se hizo agua.

- Nikolás.

- Bueno, hago gimnasio seguido.

- Oh, joder.

Eduardo bajó para besar y morder el torso de Niko que gemía al sentir los dientes del pelinegro deslizarse por su piel, su húmeda lengua explorar a su antojo.

- E-Eduardo.

Eduardo desabrochó el pantalón de Niko y lo bajó hasta quitarlo, lo que su novio escondía tras su holgada ropa era sagrado.

- Tú me quieres volver loco hoy, ¿Verdad?

- Tal vez.

Eduardo deslizó el bóxer azul de Niko sin dejar de mirarlo a los ojos, vió la inseguridad y no entendió porqué ¿Porqué demonios un adonis cómo Niko se sentía inseguro con su cuerpo?

Era completamente absurdo.

- Eres hermoso, Nik.

- Quítatelo.

- Quítamelo.

Niko sonrió y puso su mano en el botón del jeans de Eduardo y lo abrió y con sus pies lo deslizó hacía abajo, el pelinegro terminó de quitárselo, luego el rubio prosiguió con su bóxer. Se besaron mientras que con sus manos acariciaban el cuerpo ajeno, conociéndose, apropiándose. Eduardo bajó su boca hasta el cuello de Niko, en dónde besó, mordió y chupó dejando una marca posesiva, siguió bajando por su torso concentrándose en marcarlo cómo suyo, con su mano cogió la erección del rubio y movió su mano, el ojiverde mordía su labio evitando los gemidos que amenazan con salir, pero cuándo sintió la calidez de la boca del pelinegro, no pudo evitarlo y gimió roncamente, él sabía lo que hacía, sentía la lengua del ojiazul haciendo maravillas allí abajo.

- Edu.

No supo cuántos minutos pasaron hasta que se sintió a punto de llegar al orgasmo, los gemidos salieron sin control y sus manos fueron a dar al cabello de Eduardo.

- Por favor.

Eduardo movió su mano más rápido hasta que Niko se corrió, llevó la mano a su boca probándolo.

- Mhm, delicioso.

Eduardo limpió su mano con la camisa que antes tenía puesta y sacó un tarro de lubricante sin usar y un condón del cajón.

- ¿Traes a muchas personas aquí?

- Niko - Reprendió.

- Sólo pregunto.

- No. Es mi casa, es mi cama. No me gusta que nadie entre aquí, a menos de que sea especial. Y eres el primero.

Eduardo le guiñó un ojo a Niko que sonrió.

- Haré que no duela, ¿Vale? Por lo menos no tanto.

Eduardo se enderezó un poco más y dobló las piernas de Niko dejando libre su entrada, el ojiverde suspiró con vergüenza y nervios, el pelinegro necesitaba distraerlo, así que volvió a bajar y volvió a meter el miembro del rubio a su boca, se encargó de volverlo a dejar erecto, luego fué metiendo uno de sus dedos bañado en lubricante.

- ¿Estás bien?

Niko asintió en silencio, Eduardo trató de darle mucho placer con su boca mientras lograba dilatar al rubio y encontrar su punto dulce.

- ¡¡Ah!!

Y no tardó mucho.

- Justo ahí, oh Dios.

- ¿Se siente bien, amor?

- Muy-Muy bien.

- Hay algo mejor.

- Mételo ya.

Eduardo abrió sus ojos cómo plato.

- Boca sucia, Nikolás.

Eduardo se acomodó entre las piernas de Niko y alineó su erección con la entrada del rubio luego de ponerse el condón.

- Me dices si quieres que me detenga ó vaya más lento, ¿Vale?

Nikolás asintió, Eduardo entró lentamente en el rubio para no lastimarlo, el ojiverde frunció sus labios, dolía, pero el pelinegro había hecho un buen trabajo con sus dedos, así que pudo terminar de entrar sin detenerse ni ir más lento.

- ¿Todo bien?

- Todo... perfecto, dame un segundo.

Luego de algunos segundos, Niko le indicó a Eduardo que podía moverse y éste así lo hizo, suave y lento al principio, hasta que el rubio dió un erótico gemido que le indicó al pelinegro que debía dedicarse a golpear justo allí, se movió con más seguridad mientras se agachaba para unir su boca con la del rubio.

- Te amo, Eddy.

- También te amo.

Pasaron varios minutos, hasta que Eduardo sintió que Niko enterraba sus uñas en su espalda y su entrada lo apretaba más.

- Jodeeer.

Niko fué el primero en correrse manchando sus abdómenes, luego Eduardo se corrió en el condón gimiendo en el oído del rubio.


Emilio, Joaquín, Polo y Diego llegaron a la mansión, estacionaron sus motos frente a la entrada de ésta, los Bondoni bajaron y se quitaron el casco al igual que sus novios.

- Nos vemos mañana entonces - Dijo Joaquín poniendo sus manos en las mejillas de Emilio.

- Gracias por acompañarme.

- Y tú gracias por ganar.

- Fué suerte, Osorio - Dijo Diego.

- Claro, cómo siempre.

Emilio puso sus manos en la cintura de Joaquín y lo apegó a él para besarlo, el castaño correspondió al beso y enredó sus dedos en el cabello de su chico, Diego sólo cogió las manos de Polo y las pasó por su cuello para luego poner las suyas en la cintura del castaño.

- Me llamas ó me envías un mensaje cuándo llegues a tu casa - Dijo Polo.

- Lo haré, come algo antes de dormir.

Polo rodó los ojos sonriendo.

- Ok.

- Te quiero.

- Te quiero más.

Unieron sus labios en un tierno y dulce beso, no húmedo, apasionado y caliente cómo el que estaban presenciando a su lado.

- Joaquín, es tarde, tenemos que entrar.

Joaquín le indicó con su mano que esperara.

- Un minuto.

Polo rodó los ojos, Emilio bajó sus manos hasta el trasero de Joaquín y Diego rió.

- Interesante que Eduardo no haya ido a la carrera.

- Vá a ser raro mirar a mi hermano a los ojos ahora, ¡JOAQUÍN! - Dijo Polo.

Joaquín se quejó en medio del beso.

- Nos vemos mañana, ¿Vale?

- Mhm.

Polo le dió un corto beso en los labios a Diego para luego coger de la mano a Joaquín, alejarlo de Emilio y llevarlo a rastras a la casa.

- ¡¡Me llamas cuándo llegues!!

- ¡¡Ok!!

Joaquín y Polo entraron a la casa, encontrándose con una grata - no grata – sorpresa, sus padres estaban sentados en la sala mirándolos acusadoramente.

Holaaaaa aquí les dejo un nuevo capítulo.

Prepárense que empezará el drama a partir del próximo capítulo 🥺🥺🥺🥺🥺

Hasta el próximo capítulo AlbertXioW.

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