El Corazón Que No Late - Phoe...

Per GMIvan

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Iris saldrá de prisión luego de 5 años, ahora Phoenix deberá reconstruir su vida y su relación con ella; sien... Més

1. Los dos Phoenix
2. Todos los días
3. La parábola etílica
4. Malos mentirosos
5. El regreso de la fiscal
Aviso
6. Truco y lógica
7. Nueva mudanza
8. Latidos
9. La debilidad de Phoenix
10. Una sola palabra
11. Primera noche
12. El colmo de los domingos
13. Bésame más
14. Frustraciones
15. El lobo-hombre
16. Cita doble
17. Ironías
18. Un desayuno
19. El fantasma rosa [Parte 1]
21. Haberte conocido antes
22. Intervención
23. Responsabilidades
24. El gran plan
25. Una Luz/Un flash
26. Las ansias
27. Nueva nueva primera cita
28. Profesor Wright
29. Santa Wright
30. La despedida
31. Una llamada
32. La boda [Parte 1]
33. La boda [Parte 2]
34. Hasta el fin del mundo [Final]
Epílogo
Extra #1 Referencias y música

20. El fantasma rosa [Parte 2]

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Per GMIvan

(31 de octubre, 6:40 PM, fuera del bar subterráneo.)

-Hola, Maya... -dijo Phoenix con la voz temblorosa.

Phoenix sentía que sus piernas flaqueaban, en cualquier momento podría caer al suelo de rodillas, no creía lo que veía. Ahí estaba ella, le era imposible olvidar la forma de su rostro, sus profundos ojos de color opaco, su fleco cayendo grácilmente en su frente, su cabello agarrado, sus labios, su boca, su nariz, su cuello; Phoenix no dejaba de verla, de rememorar cada detalle que creía olvidado de Maya.

Ahora se veía más alta, y llevaba un disfraz de fantasma con capucha, todo en un color rosa fosforescente.

-Nick... ¡Qué gusto verte! -dijo felizmente para luego ir frente a él y darle un caluroso abrazo. -Y estás más robusto, ¿has hecho ejercicio?

Mientras le daba el sorpresivo abrazo, Phoenix seguía boquiabierto, le costó un buen momento corresponder al abrazo, aunque igual, Maya se separó de él casi al instante.

(...)

La mente de Phoenix estaba en blanco, simplemente no parecía funcionar; y no ayudaba mucho su cara de bobo.

-Te vi caminando por la calle y quería estar segura de que eras tú. -le dijo aún algo contenta.

Era inútil, Phoenix seguía estático. Estaba demasiado abrumado como para funcionar correctamente. Cosa que fue obvia para Maya, la cual cambió un poco su expresión luego de un momento.

-Mmm... ¿Hola? ¡Tierra llamando a Nick! -bromeó ella chasqueando los dedos frente a él.

-¡¡Ah!! ¡Yo...! Hola... -dijo Phoenix inútilmente a la vez que salía de su trance.

Ante esa respuesta, Maya arqueó un poco una ceja; estaba claro para ella el que Phoenix le estaba costando un poco.

-Te ves algo ido... ¡Ya sé! ¿Me acompañas a pedir dulces? -le preguntó mostrándole su gran calabaza de plástico medio llena de dulces.

Phoenix medio comenzó a digerir la situación, hasta sacudió un poco su cabeza.

(¿Pedir dulces...?)

-Ah... ¿dulces? ¿Dan... dulces también a los adultos? -preguntó Phoenix extrañado.

-Claro. Llevamos disfraz, ¿no es cierto? -preguntó retóricamente mientras meneaba su capucha de fantasma, a la vez que hacía una pequeña mueca infantil, como si fuera una obviedad.

-Ah... Pues, claro. Está bien... -le dijo ya un poco más calmado.

-¡Genial! Así te despejas un poco. ¡Toma! -le entregó su calabaza a Phoenix.

-¡¡Ufff!! -exclamó Phoenix al sujetarla.

Estaba bastante pesada, casi llena en su totalidad.

(¡¿Qué rayos?! ¡¿Por qué pesa tanto?!)

-¿La cargarías por mí, Nick? ¿Al menos un ratito? -le preguntó sonriéndole un poco.

Nick no pudo evitar sonreír por esa pequeña jugada de Maya, era como volver a los viejos tiempos. Pero de pronto, sintió un pequeño tirón en su estómago, pues era como volver, precisamente a los viejos tiempos.

-Sí... Sí, yo la llevo. -dijo con una leve sonrisa.

-Ahora trae ese profesor Layton acá. -dijo contenta.

...

(Esa misma noche, 7:10 PM, calles del centro.)

Ambos andaban caminando por las calles, con Maya acercándose tranquilamente a los locales para pedir dulces junto con los demás niños. Claro que para los empleados era extraño ver a una mujer de veinticuatro años entre ese pequeño tumulto, ellos pensaron que se trataba de algún familiar. Mientras que Maya regresaba felizmente con Phoenix para guardar sus nuevos dulces en su calabaza. Todo esto con Phoenix aún digiriendo la situación.

-¡Bien, está casi llena! -dijo acomodando sus dulces.

-Es lo que siento... -se quejó Phoenix con su brazo algo adolorido.

-¡Sigamos aún hay muchas tiendas! -anunció Maya con iniciativa.

-Ah... Claro. -dijo Phoenix algo extrañado.

Mientras caminaban, Maya seguía adelante casi dando pequeños brinquitos. Phoenix, sin dejar de verla, poco a poco iba digiriendo mejor la situación; con más calma.

(Está bien... Tranquilo, Nick, ella está ahí, acéptalo. Está bien...)

Es entonces cuando Phoenix reunió algo de valor para articular bien unas palabras.

-S-Sí que ha pasado mucho tiempo, ¿no? -dijo por fin.

Maya se volteó algo sorprendida de que su compañero hablara; tanto que disminuyó un poco su paso para estar hombro con hombro.

-Sí. Bastante. ¿Cuándo fue la última vez que te mandé una carta? -dijo pensativa. -¿Enero? ¿Abril?

-Fue en julio. -dijo sonriendo. -Hace como tres meses.

-¡Cierto! Fue cuando me contaste la locura que pasó el día de la independencia jajaja -rió Maya llevándose una mano a la boca.

-Sí jeje. Y tú me contaste sobre aquel restaurante temático del Samurái de Acero. -le dijo con un pequeño ademán.

-El Samurái de Acero y otras franquicias. -le corrigió Maya. -Es un lugar hermoso. -dijo muy contenta. -Hablando de, ¿si has seguido viendo la serie?

Phoenix no pudo evitar soltar una pequeña risa. Se veía más relajado.

-Por supuesto que sí. El final de temporada fue un cliffhanger, pero muy bueno. -dijo inspirado. -Lo tuve que ver con Trucy para poder verlo con más paz.

-Sabía que le gustaría. -dijo con satisfacción. -¿Y qué tal está ella?

-Bien... -dijo algo pensativo.

Phoenix se le quedó mirando al suelo un momento, muy pensativo. Por supuesto que Maya sabía todo sobre lo ocurrido con Trucy, era imposible no haberlo comentado en las cartas que mantenían; incluso lo de su despido. Pero esa pequeña pregunta que le hizo, de cierta forma, lo devolvió a la realidad.

-¿Pasa algo, Nick? -preguntó Maya al ver que Phoenix se quedaba de pie en medio de la acera.

Él levanta la mirada y le hace contacto visual.

-¿Qué está pasando, Maya? -preguntó Phoenix extrañado.

-¿A qué te refieres?

-Bueno... Nos nos hemos visto por como cinco años. Apareces de la nada. Te ves cambiada, muy hermosa de hecho, a diferencia de mí. Y solo... ¿hablamos como si nada? -preguntó algo afectado.

Maya podía ver en los ojos de Phoenix toda su inquietud, o más bien su cansancio. Aunque de cierta forma, le había tocado un punto algo sensible; se tomó un momento, se cruzó de brazos y miró a su alrededor; vio que había un restaurante sin mucha gente con mesas en el exterior.

-Amm... ¿Qué tal si bebemos algo? -preguntó con las cejas algo fruncidas.

Phoenix notó ese gesto en ella.

(Se puso algo seria...)

-Claro. Vamos.

...

(Esa misma noche, 7:40 PM, restaurante Isma.)

Un pequeño rato pasó para que los dos ex compañeros y ex novios se sentaran cara a cara, en las mesas exteriores. Era un restaurante bastante bonito, paredes de ladrillo rojo, pisos losados color beige, mesas elegantes de color negro, y ventanales enormes de vidrio. Aunque claro, esa noche su decoración exterior estaba llena de telarañas, calabazas, papel decorativo y luces violetas y naranjas, todo con motivo de Halloween. Encajando bien, con las personas que pasaban caminando y con la música que venía de otros locales.

Claro, nada de esto importaba mucho para la pareja. En ese momento, ambos tenían ya algo de beber en su mesa, Maya un chocolate con café para llevar, y Phoenix una botella de cerveza fría. Según él porque la necesitaba para la situación.

Aunque de cierta forma, las luces del local enceguecían un poco a Phoenix.

(Ay... Estás luces.)

Estaba clara la tensión que había. Maya, con las piernas cruzadas, veía hacia la calle, a la gente disfrazada pasando; mientras que Phoenix veía su botella ya condensada, mientras tenía las manos sobre su regazo.

-¿Y qué te trajo de nuevo de aquí? -preguntó Phoenix nervioso.

(Eso... rompe el hielo.)

-Bueno, recuerdo que en la última carta dijiste que Edgeworth le iba proponer matrimonio a Rhoda, así que aproveché unos asuntos aquí para ver cómo avanzó aquello. -dijo con sencillez.

-¡Oh! Pues de hecho ella aceptó. -dijo Phoenix contento.

-¡No puede ser! -dijo igual de emocionada. -Wow... Es difícil imaginar a Edgeworth casado.

-Créeme, tiene las aptitudes.

(Demasiado quizá, aunque con lo que sé de Rhoda... no lo sé.)

-Le diré luego que te mandé una invitación a la boda, será en unos meses. -dijo sonriendo.

-Pide dos, la otra para Pearly. -dijo mientras sacaba una pequeña libreta y hacía unos apuntes.

De nuevo, Phoenix sintió ese extraño tirón desde su estómago hacia la realidad. Cosa que le hizo cambiar su expresión levemente.

-¿Y cómo está Pearls? -preguntó Phoenix valientemente.

Maya levantó la mirada, aunque con una media sonrisa por la pregunta. Tan solo guardó su libreta antes de responder.

-Ella está bien. Muy centrada en sus estudios... -dijo Maya para luego beber de su chocolate.

-¿Aún está enojada conmigo? -preguntó Phoenix inocentemente.

Maya se le quedó viendo un momento mientras bebía, se mostró algo sorprendida.

-Amm... Un poco. -dijo algo incómoda.

-¿Solo "un poco"?

-Sí, solo un poco. Ha estado algo ocupada últimamente como para pensar en otras cosas. -dijo viendo a su chocolate.

(Ya veo... Lo siento, Pearls, no quería hacerte esto...)

-Pregunto porque recuerdo que se lo mencionaste un año después de lo que ocurrió entre... tú y yo. -aclaró Phoenix algo nervioso.

Su aclaración solo provocó una expresión de cansancio en Maya.

-Sí, es por eso que también estuvo enojada conmigo... -dijo poniendo una mano en su propia mejilla un momento.

Hubo un pequeño silencio luego de eso, Phoenix de nuevo miró a su botella, buscando algo qué decir.

-Pero lo entiendo, fue algo complicado. Y ha pasado mucho desde aquella vez...

-Nick, ¿de verdad quieres hablar de eso? -le interrumpió Maya seriamente.

Phoenix se le quedó viendo de la sorpresa.

-Solo quiero saber si... si todo está bien con respecto a aquello. -dijo Phoenix algo nervioso.

-Ay, Nick... ¿Para qué quieres saber eso? -preguntó cansada.

-Bueno, es un punto de inflexión muy grande en nuestras vidas... -dijo algo pasmado.

-Sí... lo sé... -dijo aún incómoda.

-Y nunca hemos tocado el tema en nuestras cartas. -recalcó Phoenix.

-No, no lo hicimos... -dijo algo cansada y desviando la mirada.

Otro pequeño silencio.

-¿Por qué nunca lo mencionaste ni nada? -incidió Phoenix.

-¡Porque no creí que hiciera falta! -dijo por fin Maya algo enfadada.

Phoenix se quedó pasmado.

-Pensé que podía ser una buena oportunidad para dejarlo atrás y ya está. -siguió Maya diciendo cada palabra con cuidado para no elevar su voz.

-¿Dejarlo atrás?

-Sí, dejarlo atrás.

-Ah, claro. Puedo dejarlo atrás. -dijo Phoenix rápidamente. -Sin problemas.

-Genial, entonces ya quedó. -dijo por fin.

-Totalmente. -dijo gesticulando un poco.

-Perfecto.

De nuevo otro silencio incómodo. Cada uno le dio un trago a sus bebidas. Y después hubo cierta tensión en el aire, en donde no podían ni hacer contacto visual. Pero Phoenix sentía cierto impulso.

-Entonces... ¿Todo está perdonado con respecto a eso? -preguntó Phoenix.

-¡Ay, por dios, Phoenix! -dijo mientras se llevaba sus manos a su cara y se apoyaba en la mesa.

-¡L-Lo siento! Lo siento. Solo para aclararlo definitivamente. -dijo elevando sus manos como para protegerse.

-Lo acabamos de aclarar... -dijo aún con las manos en su rostro y apretando sus dientes.

-Lo siento... En serio lo siento, solo quiero que me perdones...

-¡Te perdoné hace años! Y te lo dije de frente, ¿que no te acuerdas? -dijo bajando una mano y manteniendo otra sobre ella.

-P-Pero es que sé que no fue totalmente cierto. -dijo rápido.

La paciencia de Maya se estaba acabando. Bajó su otra mano, abrió por completo los ojos y miró a la calle por un momento para ver si había mucha gente, y miró de nuevo a Phoenix con algo de enojo.

-¡¿Quieres hablar de eso?! ¡Está bien! ¡Hablemos de eso! ¡¿Por qué lo hiciste?! -exclamó ya enojada.

Phoenix se quedó hecho piedra, trató de gesticular, pero estaba algo paralizado.

-¿Que por qué lo hice? -preguntó nervioso.

-¡Sí! Dímelo. -le dijo mirándolo con cierta ira.

Phoenix abrió la boca para intentar decir algo, pero de nuevo, nada salía. Él sabía perfectamente a lo que se refería. Pocas veces había visto a Maya así de enojada.

(Oh, dios... Metí la pata de nuevo...)

-Yo... No lo sé...

-¿Que no lo sabes? -preguntó ofendida. -Nick, estuve ahí para ti siempre. Te apoyé cuando estabas deprimido, cuando pasó lo de Iris, lo de mamá, en cada caso estuve ahí para ti. ¿Y en serio me dirás que no lo sabes? -siguió con los ojos algo vidriosos.

Phoenix miró hacia la mesa por la vergüenza.

-Lo siento... Es como dijiste, hay que dejarlo atrás...

-¡Pues parece que tú no quieres dejarlo atrás! -le interrumpió Maya. -Por dios, Nick. Me dijiste que pronto saldría Iris de la cárcel, y pensé que habías seguido adelante, pero solo me das motivos para pensar que no les está yendo bien.

-Oye, ella y yo estamos muy bien. -objetó Phoenix rápidamente.

Ese comentario sí le llegó a lo más bajo. Pues una parte de él sabía que era cierta.

-¿Ah, sí? -preguntó incrédula.

-Sí. -reafirmó.

-¿Y cuáles son sus planes a futuro? -preguntó cruzándose de brazos.

Phoenix se sorprendió un poco.

-¿Perdón?

-Sí, ¿cuáles son sus planes?

Se quedó pensando un momento ante la pregunta.

(Piensa, Phoenix...)

-Amm... Una casa. Planeamos comprar una casa. -dijo rápidamente.

-¿Una casa?

-Sí.

-¿Y de qué tipo? ¿Cuándo y en dónde?

-Aún no vemos eso...

-Oh, ya veo... O sea que tampoco han presupuestado nada...

-Maya, por favor, ¿cuál es tu problema? Estamos yendo a nuestro paso. Sin prisas. -dijo Phoenix alzando un poco la voz.

Él tardó un poco en darse cuenta, pero Maya no reaccionó de la manera que esperaba, ella se le quedó mirando, frunciendo cada vez más la cara, y poniéndose más roja.

(Ay, no...)

-¿"Mí problema"? -preguntó Maya enfadada.

-Discúlpame, perdón.

-¿Quieres sabes cuál es "mi" problema? -dijo señalándose a sí misma algo roja.

-Lo siento, en serio. -dijo con un pequeño ademán.

-Mi psicóloga me aconsejó hace mucho tiempo que dejara todo esto atrás y siguiera con mi vida. ¡Pero en lugar de eso estoy discutiendo contigo! -dijo muy enojada.

-Maya yo...

-¡¿Quieres saber cuál es TU problema?! Le tienes miedo al compromiso. -le dijo de forma contundente.

Phoenix se quedó callado, no esperaba ese último comentario. Le había llegado muy profundo.

-¡Justo antes de que iniciáramos nuestros planes a largo plazo tenías que ponerme los cuernos con Franziska! -objetó con su cara totalmente roja y los ojos cristalinos.

Y nuevo un leve silencio. Ella incluso miró en otra dirección para evitar llorar frente a Phoenix. Mientras que él estaba algo atónito por todo lo que le estaba diciendo.

-Maya... -dijo Phoenix casi como un suspiro.

Ella no le contestó, tan solo se colgó su calabaza en su hombro, y tomó su chocolate.

-Sinceramente espero que Iris no tenga que pasar por esto... -para luego ponerse de pie y caminar.

-¡Maya, espera!

-¡No! No me sigas, ni se te ocurra. -dijo ya de pie y a unos metros de él. -Fue mala idea acercarme a hablarte... Nos vemos, Phoenix.

Dicho esto, Maya tan solo siguió caminando hasta la salida del restaurante sin mirar atrás. Dejando a Phoenix ahí pasmado, con una expresión de desgracia absoluta. De pronto, él sintió como si le estuviera quemando el estómago, y su cabeza la estaba comenzando a doler desde la frente a la nuca.

Lo único que sacó a Phoenix del trance fueron las luces del local, pues desde ese ángulo en el que quedó, la luz volvía a enceguecerlo. Aunque tardó un pequeño rato en levantar la mano para taparse.

(Estás luces... Me parece... como si estuviera dentro de un sueño... Maya... Perdóname.)

De pronto llegó el mesero, tocándole el hombro a Phoenix, y haciendo que se sobresaltara un poco.

-Señor, disculpe, ¿va a querer ordenar algo de comer? -le preguntó amablemente.

Phoenix se le quedó viendo un momento y después a la puerta de salida, como esperando a que Maya volviera a cruzar esa puerta. Le era extraño, hace unas horas no quería que volviera, pero ahora deseaba que lo hiciera, esta contradicción le estaba resultando tan grande, que su cabeza no dejaba de darle vueltas.

-Ah... no, gracias. -dijo simplemente.

-Entendido. Señor.

-¡No! Espere... Sabe qué, tráigame... lo más fuerte que tenga de alcohol. -dijo casi sin parpadear.

-Entendido, señor.

Continuará...

...

Ufff, esto aún no acaba, amigos.

Díganme qué opinan y/o dejen sus comentarios ;)

Síganme para estar enterados de actualizaciones o el estado de esta u otra historia.

¡Hasta la próxima semana!

-GMI-

Continua llegint

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