Con solo mirarlo provocó una falla en el equinoccio,
Mi cuerpo inmóvil se sentía como un sediento en el desierto,
El jardín se marchita, y por cuidarlo tanto, la última rosa ha muerto,
La lluvia no tardo en convertirse en fuego.
El problema, pues un desfribilador no rescata el alma,
Solo salva al corazón que se desmaya,
Porque quizás ahora llego mi turno de volar entre las hadas.
El destructor de todos mis huesos,
Existira la inconsciente manera de borrar todos mis recuerdos,
El amor siempre estará sediento,
Mis ojos se apagaron,
Y mi alma con rumbo al cielo se encuentra volando.
Las sobrias mentiras del imperfecto homicida,
Confiesa que fue causante de mis suturas,
Porque en muerte siguen cosiendo viejas heridas,
Porque siempre regalan a los asesinos glorificar sus vidas.
-Trate de mantenerme fuerte, en aquella tarde de muerte.