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By barbituricos

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Hollywood's Bleending
๐ŸŽฌPlaylist๐ŸŽฌ
๐ŸŽDisclaimer๐ŸŽ
Everybody comes to Hollywood
Him
Climb Up The H Of The Hollywood Sign
Gentlemen Prefer Blondes
Young & Beautiful
Primadonna
The World's Secret
But I'm A Good Girl
Take A Pill
HOLLYWOOD
Godness
Interview With The Vampire
Black Dahlia
I'm An Albatraoz
I Sing The Body Electric
Dark Horse
Chanel Nยฐ5
Woman In Black
My oh My
Diamods Are A Girl's Best Friends
Dance On The H
Devil Is A Woman
Pain
My Heaven, My Hell
Good Girls Going To Hell
The Devil's Rejects
Mirror, Mirror On The Wall...
Fall of an Empire
Bon Appรฉtit
Sins
Sacrilege
I'm Wade Awake
Bad Romance
Flesh Without Blood
...Are You Ready For It?
Judas
Let The Flames Begin
HOLY
Love, Lust, Fame
Chemtrails Over The Country Club
The Evil Queen
Blasphemy
Pandora's Box
Mistress of the Dark
Bloody Mary
Toxic
If U Seek Amy
I Burned L.A. Down
Crown
Scarlet Witch
Lost Dinasty
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Savior
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Beautiful Traitor
Antagonista
Fools Rush In
True Lies
There's No Business Like Show Business
Sweet Sacrifice
I Wanna Be Love By You
Who's in control?
The Power Of Three
Demon Slayer
The Last Dance
Don't Call Me By My Name
The Queen Of The Damed
The Trial
Once Upon A Dream
Paint The Town Red
๐ŸŽNOTA๐ŸŽ

Santeria

151 19 18
By barbituricos

Cielo Drive, Los Angeles, California. 1953

Fallen Angels Capítulo 13:

❝No tuviste compasión con mi agonía

Tú sabiendo que mi alma se moría

La ambición y el delirio de grandeza hizo en mi un ser martirizado

Porque estaba locamente enamorada de ti

Amor, yo no merecía esa bajeza...

Lilith

―Al fin soy digna de tu belleza―susurré concentrada en el conjuro que estaba practicando  mientras levitaba en medio de la habitación.

Ese asqueroso aroma a gardenias lo acompañaba, me repugnaba a tal punto que sentía la bilis en la garganta.

―Desde aquí puedo olerla...―su perfume estaba demasiado impregnado en él.

Abrí los ojos contemplando su altar frente a mi. 

Las velas seguían encendidas pero amenazaban con apagarse en cualquier instante.

Descendí lentamente hasta que mis pies tocaron el suelo y me giré para verlo, encontrándome con su bello rostro. 

El olor que emanaba de él no era solo el perfume de ella, olía a fuego.

Aun habían restos de cenizas en su ropa y me acerqué para limpiarle el hombro.

Algo en él se sentía diferente, pude percibirlo cuando lo toqué.

Sujeté su cara con una mano y levanté un poco su barbilla para analizarlo. Me mordí el labio inferior mientras lo admiraba sintiéndome privilegiada por tener el honor de apreciar tan perfectas facciones.

Ninguna criatura se comparaba con él.

Besé su cuello al mismo tiempo que sacaba los botones de su camisa descubriendo su pecho y metí mis manos por debajo de la tela para acariciar su piel tan suave como la seda. 

Quité su chaqueta y deslicé su camisa por sus hombros despojándola de ella también. Acaricié con mis uñas todo su torso desnudo y pasé mi lengua por su pectoral lamiendo todo a mi paso hasta llegar a su cuello.

Estaba muy hambrienta y el hecho de que nada lograba satisfacerme me estaba enloqueciendo.

Lo necesitaba a toda hora. Mi cuerpo había creado una dependencia dañina hacia él, más dañino que el veneno y más adictivo que la droga.  

Blandí mis colmillos en su cuello y comencé a succionar su sangre desesperada por más.

Su sangre era tan pura que tan solo una gota era suficiente para satisfacerte por días, mi piel se regeneraba y mi cabellera se volvía más larga y frondosa. Era un elixir único que solo él podía proporcionarme.

Pero su vinculo conmigo ya estaba roto, su amor y devoción hacia mi ya no existía...por eso su sangre no me llenaba.

Hundí una mano en su cabello sujetando su nuca, la otra la llevé hasta su entrepierna y apreté su miembro por encima de la tela de sus pantalones, estimulándolo al mismo tiempo que me alimentaba de él.

Lo necesitaba dentro de mi para que el conjuro de amarre se completara.

Tomó ventaja de que estaba desnuda y apretó uno de mis senos con excesiva fuerza haciéndome jadear. 

Esa era su forma de hacerme saber que el control lo tenía él.

Me empujó sobre la cama, separó mis piernas todo lo que pudo apretando mis rodillas y se bajó los pantalones para penetrarme haciéndome gemir. Su brusquedad me tenía fascinada, sus ojos se volvieron oscuros y sonreí disfrutando de cada embestida.

Ya no sabía de donde sostenerme, había rasgado las sabanas y hasta la cabecera de la cama se hizo pedazos.

Mis gemidos eran cada vez más fuertes y sus penetraciones se volvieron más rápidas y profundas. Clavé mis uñas en su espalda baja para sujetarme de algo y empujarlo para que no se detuviera.

Miré hacia su altar por un momento y sonreí al ver las llamas de las velas más vibrantes que nunca.

El conjuro estaba a punto de completarse.

Lo atraje hasta mi boca para fundir nuestros labios es un beso apasionado, mis gemidos quedaron ahogados en su boca. Me sujetó de las muñecas impidiendo que lo tocara y las dejó a cada lado de mi cara mientras sus besos descendían por mi cuello, mis senos y se quedó en mi costilla.

No sabía que estaba haciendo. 

Él nunca se comportaba de esa manera tan cariñosa conmigo, su delicadeza repentina me estaba confundiendo y sólo lo observé esperando a que diera el siguiente paso.

Soltó mis muñecas para poder sujetar mis senos y masajearlos mientras besaba mi abdomen. Me miró a los ojos y acerqué mi mano hasta su mejilla acariciándola sutilmente, rocé mi pulgar en sus labios y él lo besó.

Besó cada uno de mis dedos mientras su mirada estaba fija en mi y se acercó a mi seno izquierdo, rozó mi pezón con la punta de su nariz y cerró los ojos cuando comenzó a succionarlo, hizo lo mismo con el otro y un jadeo se escapó de repente.

Lo hacia con tanta delicadeza que me costaba creer que era él.

Él no hablaba conmigo, hace tiempo que dejó de dirigirme la palabra y nuestro encuentros esporádicos eran solo para satisfacer nuestros deseos más primitivos.

Ya lo había notado raro desde que llegó, el brillo en sus ojos era distinto, al principio lo asocié con que había estado con ella, pero me di cuenta de que esa no era la razón principal...la forma en como me poseía no era la misma de siempre y entendí que no hacia el amor conmigo si no lo hacia pensando que era ella.

Y aunque sabía lo que estaba pasando no pude resistirme y mi cuerpo se rindió por completo antes sus encantos, como si solo le respondiera a él.

Sus penetraciones se volvieron lentas y placenteras, se estaba tomando su tiempo.  Con sus dedos comenzó a estimular esa zona tan sensible de mi vulva haciéndome perder el control de mis extremidades que temblaban con el simple roce de su lengua en mi piel.

Lo único que se escuchaba en la habitación eran mis jadeos y el sonido húmedo de mi sexo con cada penetración suya.

Era presa de mis bajos instintos que solo él sabía satisfacer.

Pude darme la vuelta para quedar sobre él y comencé a montarlo llevando esta vez el control.

Volví a blandir mis colmillos en su cuello liberando todo placer en el que estaba sumergida llegando al orgasmo más placentero mientras me alimentaba de él.

Su exquisito semen me llenó por completo y dejé de moverme por un momento solo para disfrutar de aquel elixir sagrado dentro mi.

Mi trabajo aquí estaba hecho.

Bebí de su sangre hasta sentirme llena y quité con mi lengua las pequeñas gotas que se derramaron por su cuello, no me gustaba desperdiciar nada.

Me quise quedar un rato más en esa posición porque me gustaba sentirlo dentro de mi, todo el rato que pudiera retenerlo conmigo. Mordí su labio inferior jugueteando con él y sonreí mirándolo a los ojos.

―Sé que lo disfrutaste...―asentí rozando su nariz―Aunque estuvieras pensando en tu musa―besé su barbilla―El sexo siempre ha sido la más exquisitas de las artes y tú mi amado, siempre has sabido como destacarte...aun no entiendo como pude construir y liderar civilizaciones con una distracción como tú.

Besé sus labios una ultima vez antes de levantarme y fui a prepararme un trago. Este paso era fundamental para el conjuro de amarre, debía agregarle dos gotas de su sangre a la poción que había preparado con antelación y luego agregarla a mi bebida.

También tenía que agregarle unas gotas a la bebida de él, pero con mi sangre, eso completaría  el amarre.    

Mientras preparaba el brebaje lo miré a él por el reflejo del espejo, su mirada también estaba puesta sobre mi, le sonreí en respuesta y terminé de preparar ambos tragos dándole el primer sorbo al mío.

―Hoy fui a ver una película al cine―dije mientras me acercaba a la cama―Drácula, según es la adaptación de una obra literaria...su autor es Bram Stoker―le entregué su copa de vino, que curiosamente no me la despreció, estaba acostumbrada a que lo hiciera―¿Lo conoces?―negó bebiendo de su copa sin apartar la mirada de mi―¿No te parece ofensivo?—Lo miré fijamente—La errónea caracterización de los vampiros en el mundo humano. Los ridiculizan, los hacen ver como monstruos―se estaba bebiendo toda la copa sin detenerse ni por un momento, oculté una sonrisa mientras bebía de mi trago también―Nosferatu, se supone que te representa a ti...―reí―¿Por qué dejas que te ridiculicen de esa manera? 

Él simplemente negó sin darle demasiada importancia a lo que le había dicho.Seguro ni siquiera estaba escuchándome.

—Son las criaturas más majestuosas y bellas que se hayan creado alguna vez—continué—Los humanos deberían adorarte...

—Me iré. La próxima semana.

Eran las primeras palabras que cruzaba conmigo en mucho tiempo. Me tomó por sorpresa, tanto que apenas y logré asimilar lo que me había dicho.

Me quedé petrificada observando como se terminaba su copa de vino, me devolvió la copa y luego comenzó a vestirse.

—¿A donde te irás?—pregunté en medio de una risa burlona—Nunca has tenido a donde ir...demasiado bueno para ser un demonio y demasiado malvado para ser un ángel—dije mientras lo seguía con la mirada—Tuviste que construir Hollywood...para poder sentirte como en casa y ni así has logrado ser parte de algo. Los humanos ridiculizan nuestra raza, nos temen en vez de adorarnos...eres nefasto no sirves ni para defender tu propia imagen.

—Te equivocas—habló de nuevo luego de abotonarse la camisa—Construí Hollywood para ti, para que hicieras de el lo que quisieras, pero nunca tuve las intenciones de pertenecer...quizás no tener a donde ir es mi verdadera identidad y me siento bien con eso—asintió abrochándose los puños de la camisa y tomó su chaqueta—Ya no tengo más nada que hacer aquí, ya todo está dicho y hecho...me siento cansado ya no puedo seguir aquí 

—Tú no irás a ninguna parte, Lucas...tú me perteneces—sonrió y se acercó hasta mi mientras se colocaba la chaqueta

—Cuando te conocí, fue agradable saber que no era el único que no tenía un propósito—sujetó mi barbilla—Por fin alguien sabría entender lo difícil que era no tener identidad propia, de no pertenecer a nada—se acercó a mis labios—Yo sí pertenecía a ti, a la idea de volver a estar contigo y crear un mundo perfecto solo para los dos—me besó castamente—Supe que ella no volvería cuando te vi a los ojos el día que despertaste y entendí que volvería a estar solo―alejé mi cara de él por completo―Cumplí con mi promesa, no te debo nada

—No puedes abandonarme...—sujeté su muñeca antes de que se fuera—No ahora cuando estamos a punto de lograr lo que siempre soñamos, amor mío―sujeté sus mejillas―Mírame...soy yo...amor, no me dejes.

Me miró profundamente a los ojos por un instante, mi hechizo de amarre tenía que funcionar porque estaba perdida sin él. Jugar con su mente era más difícil de lo que pensé y mis trucos no lograban retenerlo del todo.

Acarició mi cara con el dorso de su mano y cerré los ojos disfrutando de sus caricias, lo escuché suspirar y volví a mirarlo.

—Tus trucos nunca han surtido efecto en mi, siempre lo supiste —besó mi frente—Ahora puedes hacer y deshacer lo que se te antoje. Provocar el apocalipsis, dominar el mundo, destruir a Lucifer...ya no me necesitas. Nunca lo has hecho, reina mía .

—Juro que voy a entregarte su corazón en una caja si te marchas—apreté con fuerza su muñeca clavándole mis uñas en la piel.

—Ya no puedes manipularme con hacerle daño a Cordelia—negó con una sonrisa—Y si yo fuera tú, ni me le acercaría—frunció los labios—Despertaste algo en ella que no había visto nunca, ni en todo los años que llevo vagando por el mundo,  algo muy poderoso creció dentro de ella,  y me gusta...solo puedo desearte suerte. A ti y quien se le cruce en el camino, estoy ansioso por ver que nos hará—sonrió de nuevo—Me muero por descubrirlo...literal 

Lo había dicho de manera sarcástica, nunca entendí su sentido del humor y tampoco entendí que se le hacia tan divertido para que sonriera de esa forma.

Se desvaneció ante mis ojos, dirigí mi furia asesina hacia su altar tirando todo al suelo y le encendí fuego

Comencé a arrojar cualquier objeto que estuviera a mi paso. Prendiéndole fuego a todo lo que se atravesara en mi camino y ni así logré liberar toda la ira que me consumía desde adentro.

Me dejé caer en la alfombra agotada, un circulo de fuego me rodeó sintiéndome derrotada en mi propio juego .

Mis amigas serpientes llegaron a mi para consolarme. Una de ellas se subió por mi brazo y levanté la mano dejando que su cabeza reposara en ella.

La observé por un momento.  

—Acabaremos con este mundo de hipócritas de una vez por todas—fije la mirada en el techo—Y comenzaré deshaciéndome de ella solo para que él sienta todo lo que yo sentí...no tendré compasión con nadie.

Le prendí fuego a la serpiente que tenía en mi mano y el restó de ellas huyeron despavoridas.

Cordelia

Forest Lawn, Memorial park, Hollywood Hills, CA. 1953

Cordelia Winter, hija y esposa 1920-1951

—En tu honor—alcé la copa de martini frente a mi lapida—Fuiste demasiado grandiosa y adelantada a tu época...merecías algo mejor.

Creí que me haría sentir mejor venir a mi tumba. Pero para lo único que me sirvió fue para lastimarme más.

Era pleno medio día y yo estaba contemplando el lugar donde la mujer más increíble de nuestros tiempos estaba siendo olvidada.

Se notaba que nadie había venido en mucho tiempo, las flores estaban marchitas y una capa de suciedad apenas y dejaban leer mi nombre.

Me encargué de ponerle flores frescas yde limpiar la placa hasta sacarle brillo. Quizás mi cuerpo no reposaba en ese lugar, pero sin duda, una parte de mi estaba aquí enterrada.

La misma mujer vestida de negro con un velo que la cubría entera, pasó a mi lado y se detuvo junto a mi.

No dijo nada, solo dejó una rosa roja y se alejó para ver mi lapida una vez más.

—¿Por qué le traes flores?—pregunté mirando mi lápida también

—Me gustaban sus películas, aunque de donde vengo la gente pareció olvidarla...

Me impresionó que me respondiera, no esperaba que lo hiciera. 

Su voz me pareció familiar.

—Al menos halló en la muerte, la fama que persiguió en vida—dije intentado verla através de la tela que la cubría, pero me fue imposible, la tela era muy tupida. 

—Es irónico y muy bello a la vez—se volvió para verme—La muerte es solo el principio...solemos tenerle miedo cuando deberíamos aceptarla y recibirla con cariño, después de todo es lo único seguro en la vida—sonreí—Tu cuerpo se queda aquí pero tu alma se libera...como cuando una oruga se convierte en mariposa.

Una mariposa monarca se posó por un momento en las flores que decoraban mi tumba para alimentarse de su néctar, como si fuera una extraña coincidencia.

La extraña mujer siguió con su camino dejándome sola de nuevo y me dediqué a observar el lugar donde se suponía estaba sepultada.

Todo habría sido más sencillo si estuviera dentro de ese cajón. Me habría evitado mucho sufrimiento.

El amor no correspondido podría ser más doloroso que ser desollada viva. Al menos cuando te están despellejando en algún punto te desmayabas por el shock y morías.

Con el amor, no pasaba lo mismo. Te dolía hasta el alma y nunca dejaba de hacerlo.

Cordelia Winter no solo representaba mi ingenuidad si no también mi fé y amor propio.

Todo eso había quedado enterrado tres metros bajo tierra.

Ya no era la misma chiquilla ingenua de Pasadena que vino a Hollywood hipnotizada por su hermoso letrero, enamorada de su glamour y de un sueño imposible y a la que le habían arebatado todo a cambio de nada.

Estaba decidida a honrar mi memoria.

—Eres grande, Cordelia—me bebí toda mi copa de martini y dejé la copa junto a las flores

Volví a colocarme mis gafas de sol y miré por ultima vez mi tumba antes de largarme.

Siguiente parada, Hotel Cecil.

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