La última tormenta

By yosoyunodos

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Tres años después de la muerte de Ada, el demonio regresó para acabar lo que había dejado inconcluso y Luz er... More

Antes de leer
Capítulo I: Es hora de madurar
Capítulo II: El amigo misterioso
Capítulo III: Norman Mayer está de regreso
Capítulo IV: La desaparición de Mika
Capítulo V: Los demonios no existen
Capítulo VI: Las fotos misteriosas
Capítulo VII: Verdes, igual que los del demonio
Capítulo VIII: Mamá no es confiable
Capítulo X: ¿Lista para sacrificarte?
Capítulo XI: Lo mismo que Mika, pero mejor
Preguntas y respuestas
Capítulo XII: En el bosque
Capítulo XIII: Confirmación
Capítulo XIV: Es solo un truco
Capítulo XV: No entiendo nada
Capítulo XVI: Solo un poco más
Respuestas
Capítulo XVII: Falta poco
Capítulo XVIII: La última tormenta
Capítulo XIX: El plan
Capítulo XX: ¿Por qué?
Capítulo XXI: Mi juego
Capítulo XXII: Perder no es una opción
Capítulo XXIII: Más
Capítulo XXIII: El fin
Epílogo
Extra de Ela

Capítulo IX: No puede ser verdad

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By yosoyunodos

Me quedé paralizada en mi lugar. Incapaz de alzar la cabeza, incapaz de siquiera pensar en una forma de moverme. Porque estaba en frente de mi potencial asesino, independientemente de si se trataba de mi progenitor o no.

—¿Qué pasa, Luz? —cuestionó Carter/Jason con tono divertido—. Parece que viste a un fantasma, aunque ni siquiera te dignaste a mirarme aún —agregó en un susurro.

Por el tono de su voz, supuse que estaba sonriendo. Elevé la vista, efectivamente, en sus labios tenía dibujada una sonrisa perversa. Contuve mis ganas de estremecerme. No debía mostrar temor, eso sería estúpido, sería como gritarle en la cara que ya conocía la verdad.

—Solo estoy preocupada, por Mika —respondí e incliné mi cabeza a un lado para observarlo, incluso en la forma de Carter tenía rasgos que se podían vincular con los míos—. Eres su amigo, debes estar tan desesperado por encontrarla como nosotros, supongo que entenderás —dije y me encogí de hombros como si mis palabras carecieran de importancia, como si esta no fuera más que una simple conversación entre dos desconocidos.

Carter disminuyó el tamaño de su sonrisa y me observó con los ojos entrecerrados. Luego repitió mi gesto de encogerse de hombros y bufó.

—Mika es inteligente, seguro está escondida en algún lugar —mencionó y me observó de arriba abajo antes de volver a sonreír—. Un lugar como el bosque, supongo.

Tuve que contener mi gesto de horror y rogué a todos los dioses en los que no creía para que el pánico no me hiciera palidecer y que tampoco se viera en mis ojos.

Solo para intentar disimular, me observé la ropa e hice una mueca fastidiada con mis labios.

—Ya la busqué allí, yo también creí que podía estar en el bosque, pero no hay rastro de ella, así que tal vez está en otra parte como... —Lo pensé detenidamente, debía decirle un lugar donde estuviera segura de que Mika no podría ocultarse—. Tal vez en la escuela, odia el lugar, pero hay muchos sitios donde puede ocultarse, también puede robar comida y dormir.

Lo miré a los ojos, me obligué a hacerlo.

La diversión brilló en sus ojos mientras asentía.

—Es verdad, sería muy inteligente de su parte ir allí —concedió y casi suspiré de alivio.

—Sí, bueno... yo ya me tengo que ir, no quiero que mi mamá me vea llegar toda sucia —me excusé y lo esquivé.

Cuando ya me había alejado varios metros, escuché como se giró.

—¡Mándale un saludo a Elma de mi parte! —gritó y cualquier rastro de sangre se evaporó de mi rostro.

Mierda, maldición, carajo.

Lo sabía, él sabía que yo sabía.

Mierda.

No me volteé, fingí que no lo oí y aceleré mi paso. Casi corrí las últimas cuadras hasta llegar a casa. Una vez adentro, me aseguré de que todas las puertas estuvieran cerradas con llave y que todas las ventanas estuvieran trabadas. Ya me importaba una mierda si mamá se daba cuenta de que sabía la verdad por culpa de esto; no iba a arriesgarme a que Jason/Carter pudiera entrar...

Tardé más de diez minutos en darme cuenta de que él podría entrar de todas formas y que lo único que había hecho era bloquear todas mis rutas de escape. Pero la verdad ya ni siquiera me parecía lógico perder mi tiempo destrabando todo. No, estaba cansada, asustada y preocupada. Además, si él hubiera querido asesinarme, no habría perdido su tiempo hablando conmigo y luego dejándome ir. No. Aún no iba a matarme, primero debía asesinar a Mika. Lo único que él había querido lograr al gritarme eso era que cayera en su juego, que me asustara. Y muy tontamente lo había hecho, por lo menos por unos cuantos minutos.

Aún estaba a salvo, todavía no tenía por qué preocuparme.

Tuve que repetirme esa frase más de diez veces hasta convencerme. Pero lo logré, un poco al menos.

Las horas pasaron y logré mantener mi temor controlado. Por suerte, mamá regresó después que Ela, así que no se enteró de que básicamente me había encerrado dentro de la casa. Lo que no conseguí mantener tranquila fue a mi mente. No podía parar de pensar en Mika, en que tal vez por mi culpa Jason/Carter podría haberla encontrado, en que ella aún no sabía la verdad, por lo menos no completa. También fui incapaz de dejar de pensar en que mamá estaba ayudando a Jason, es decir, de qué otra manera él podría saber que yo ya conocía la verdad. Mamá le debía haber dicho que había hecho preguntas, que sospechaba algo.

Mientras todos esos pensamientos aún rondaban por mi mente, cayó la noche y se desató una fuerte tormenta. El ruido de los rayos y el sonido de las gotas estrellándose contra mi ventana a causa del viento impidió que me durmiera enseguida. De repente me había entrado la sensación de que mi encuentro con Carter no había sido casual. Sentía que él lo había planificado y que, contrario a lo que yo creía, su jueguito no se había limitado solo a asustarme.

A pesar de todo, aún con la tormenta desarrollándose en el exterior, me dormí.

Estaba corriendo por el bosque, desesperada. Estaba empapada por la lluvia, llena de barro y con las extremidades entumecidas por el aire gélido. Podía sentir cómo el terror corría por mis venas, cómo solo la imperiosa necesidad de huir me permitía seguir de pie. Pero todo era una sensación extraña, como ajena a mi cuerpo, ni muy intensa ni muy real. Es decir, no se sentía como en realidad solía experimentar esas emociones. Era extraño, aunque no menos aterrador.

Estaba corriendo en la oscuridad del bosque, a penas lograba ver algo con la poca luz que aportaban los relámpagos aleatorios. No obstante, conocía el camino, lo había transitado hoy por la mañana. Incluso llegaba a ver algunas de las marcas que había tallado en los troncos.

Quise frenarme, entender qué era lo que estaba sucediendo, pero mi cuerpo no me respondió, siguió en su huida desesperada. Fue entonces cuando noté que la ropa empapada no era mía. Que nada de ese cuerpo era mío. No. Era el cuerpo de Mika, la ropa de Mika, las emociones de Mika. Estaba viendo y sintiendo todo lo que mi gemela.

Pero era tan extraño.

Mika corría y corría. Su respiración era un desastre acelerado, su corazón también. Sin embargo, sus pasos eran precisos, seguros. Su mirada nunca se desviaba, nunca intentaba ver a quien la perseguía, ella ya sabía quién era, lo sabía desde hacía tiempo y por eso había huido de casa. Tampoco volteaba hacia la risa tan ruidosa como los truenos. También parecía consciente de que solo se trataba de una trampa. Y evitaba constantemente el camino a la cabaña, la rodeaba y luego se alejaba justo cuando Jason parecía creer que había logrado llevarla hasta allí.

Parecía que en las semanas que llevaba desaparecida, Mika se había preparado para este preciso momento, como si hubiera presentido que era inevitable.

Sentí temor por mi gemela.

Ella no se detenía, ni un solo segundo, pero eso no bastaba. Jason cada vez se interponía más seguido en su camino, la obligaba a avanzar hacia la cabaña. Y la tormenta no parecía estar próxima a acabar. En realidad, parecía que fuera a ser eterna, como si el mismo demonio la estuviera controlando, provocando.

Y, a pesar de todo lo que estaba viendo, yo no terminaba de estar segura de si lo que estaba viendo era real. No se sentía y no se veía igual a como Ela me lo había descrito. Yo no me sentía parte del sueño, no sentía estar viviéndolo. Ni siquiera terminaba de sentir el frío horrible que se notaba que Mika estaba sufriendo. Tampoco sentía dolor cuando las ramas raspaban o golpeaban los brazos y piernas de mi gemela.

Nada parecía real, nada se sentía así.

Esta podía ser tan solo otra pesadilla más, una influenciada por el terror que había sentido hoy por la tarde, cuando me había cruzado con Carter.

Luego de una persecución que me pareció eterna, Mika tuvo que entrar en la cabaña para evitar que Carter la atrapara. Mi gemela corrió por toda la planta baja, la recorrió completa en busca de una salida alternativa, pero no la halló. Entonces, quedó acorralada contra una pared y Carter le sonrió.

—Imbécil —escupió Mika y elevó la barbilla con orgullo.

Carter rio, tal vez por la imagen que mi hermana estaba transmitiendo, viéndose orgullosa, pero con la ropa hecha un asco y con el cabello empapado pegado a su cara y chorreando agua, o tal vez por la situación en sí, por tenerla en sus garras por fin.

—Me ofendes, Mika, creí que éramos amigos —comentó con gracia.

Sentí como el ceño de Mika se frunció. Mi gemela elevó su mano derecha y le enseñó el dedo medio. Carter solo volvió a reír.

—Se ve que la actitud de tu familia empeora con cada generación —se burló y bajó su vista hacia el abdomen de mi hermana.

Un dolor suave se instaló en mi propio cuerpo. Sentí como el rostro de mi hermana se crispó ante esa misma sensación probablemente diez veces peor en su vientre. Sus ojos verdes bajaron hacia esa zona. Su ropa ya comenzaba a teñirse con su sangre y entre la tela se podía ver muy bien la carne abierta en un tajo limpio. La sangra salía a borbotones de su herida.

No obstante, eso no detuvo a mi gemela, quien literalmente intentó aventarse contra Carter para golpearlo. Pero él fue más rápido y despareció para luego volver a aparecer a unos dos metros de distancia, aún bloqueando la salida. Cartes chasqueó la lengua contra su paladar.

—Ah, de verdad ustedes no aprenden —se quejó.

Pude sentir como el dolor se replicó en los muslos de Mika. Mi gemela ni siquiera se gastó en mirar. No. Solo intentó volver a atacar al demonio. Pero no llegó muy lejos. Su vista se nubló y cayó de rodillas a menos de quince centímetros de Carter.

—Mika, deberías ser más lista, ambos sabemos que no tienes oportunidad contra mí —se burló al mismo tiempo que se inclinaba para verla a los ojos.

Sus iris verdes brillaban con intensidad. Carter le sonrió, jocoso, y Mika gruñó con furia. Entonces, con todo su cuerpo, impulsó su cabeza hacia delante y la estrelló contra la nariz del demonio. Se escuchó un crac, él maldijo mientras trastabillaba y se llevaba una mano a la nariz. Pronto la sangre comenzó a escurrir entre sus dedos.

—Maldita mocosa —masculló sin dejar de presionarse la nariz.

Mika ya no pudo sostenerse sobre sus rodillas y se tumbó de lado. Su vista era cada vez más borrosa. No pasó mucho tiempo para que todo se pusiera negro.

Desperté con el grito de mi mamá. Tardé unos cuantos segundos en lograr entender lo que sucedía a mi alrededor. Y tardé otros tantos más en lograr comprender que mamá estaba llorando y gritando que no era verdad, que era mentira.

Fruncí mi ceño y me levante de la cama. Ni siquiera me molesté en cambiarme. Con una calma extraña acentuándose en mi estómago, salí de mi cuarto y bajé las escaleras para ver qué estaba sucediendo. Mamá estaba en la sala, arrodillada en el suelo, llorando. Ela estaba a su lado, abrazándola, también con lágrimas rodando por sus mejillas. Y frente a ellas había dos oficiales con sus gorras en sus manos, observándolas con semblantes deprimentes.

La realidad no tardó en golpearme, junto con los recuerdos de la pesadilla que había tenido. Negué con la cabeza y retrocedí un paso. Me choqué contra el arco de entrada de la sala. Y ese ruido fue suficiente para que la atención de Ela y los policías se centrara en mí.

—Luz... —mencionó mi prima con voz ronca.

Mamá seguía llorando en sus brazos, murmurando cosas ilegibles.

Negué una vez más. Las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos.

—No —susurré y a penas fui consciente de que mi voz salió fracturada.

—Lo lamento tanto —comentó uno de los oficiales, a sabiendas de que no debía decir más, ya habíamos vivido esta misma situación hacía tan solo tres años atrás.

—No —repetí más alto, casi como un grito, como si eso pudiera cambiar la realidad.

Recosté mi peso sobre el arco.

Mamá no se movió, no me miró, solo siguió sollozando en los brazos de mi prima. Ela me observó con pesar, con empatía y dolor.

Negué, ya con las lágrimas deslizándose libremente por mis mejillas. Un sollozo subió por mi garganta. Me tapé la boca con la mano y volvía negar mientras un dolor agudo estallaba en mi pecho.

—No, no, no, no —sollocé.

Y corrí, corrí hacia mi cuarto, ignorando el llamado de Ela, las preguntas de los oficiales. Corrí hasta que llegué a mi habitación, cerré la puerta con llave y me tiré en la cama de mi gemela. Grité contra su almohada mientras que ese dolor asfixiante se extendía por mi cuerpo, mientras sentía como mi alma se quebraba en miles de pedazos. Mientras que una parte de mi corazón moría de forma lenta y agónica.

Mika estaba muerta.

No.

No podía ser real.

Me negaba a creerlo.

Ella no podía... no podía...

Grité y grité, me removí y pataleé sobre su cama, y lloré hasta que todo lo que quedó en mi interior fue un vació que no tardó en tragarme.

Ok, como lo prometí, aquí está el capítulo.

¿Qué piensan de todo lo que sucedió?

¿Esperaban que Luz reaccionara de esa manera frente a su indeseado progenitor?

Les juró que amé escribir cómo Mika se enfrentó a Carter/Jason. ¿A ustedes qué les pareció?

¿Alguna teoría?

Cambiando de tema, ¡el libro ya llegó a 1k de lecturas y aún no va ni por la mitad! Así que gracias 💚💚💚, de verdad, porque si está creciendo de esa manera es por ustedes y por el recibimiento que le están dando. De verdad ya, se los agradezco muchísimo💚.

Por otro lado, ¿quién quiere que le dedique el capítulo siguiente?

En fin, vamos a lo que a ustedes más les interesa, la próxima actualización va a ser el sábado. Y si todo sale como lo planeo, mañana les voy a subir un adelanto del próximo capítulo en mis historias de Instagram y en mi perfil de Wattpad.

Ah, les dejo el título del capítulo siguiente para ver si adivinan de qué se va a tratar: "¿Lista para sacrificarte?"

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