Obsesiones

By solayalbion

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Dos hermanos que tenían una vida completamente normal como cualquier adolescente, cambiarán el rumbo de sus v... More

Nota
Presentación de los personajes
Prólogo
Capítulo 1: Amores a primera vista.
Capítulo 2: Emma, písame la cara.
Capítulo 3: La célula.
Capítulo 4: Negativos silenciosos.
Capítulo 5: ¡Hola, Latinoamerica!
Capítulo 6: Mentiras compulsivas.
Capítulo 7: Hogar, dulce hogar.
Capítulo 8: Barbie Bunny.
Capítulo 9: El beso de Judas.
Capítulo 10: Acusaciones infundadas.
Capítulo 11: Pelirroja a la luz de la luna.
Capítulo 12: La bola de pelo.
Capítulo 13: Detector asiático.
Capítulo 14: Juicio eterno.
Capítulo 15: ¿Dónde están los hermanos Martínez?
Capítulo 16: No me crees.
Capítulo 17: Superlolo.
Capítulo 19: Perro a la plancha.
Capítulo 20: Cuentas pendientes.
Capítulo 21: La muerte nunca duerme.
Capítulo 22: ¡Hasta la vista, malagueños!
Epílogo

Capítulo 18: Dos mujeres y un destino.

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By solayalbion

Tras descubrir a la persona que se ocultaba tras la carta y los bombones, me acerqué a ella algo decepcionado.

—¿Vos me tomás por idiota? —me preguntó Jose— ¿Crees que no se que vos me querés, Coni?

—Eu, ¡Boluda! ¿Y Emma? —le cuestioné a Josefina, que parecía ciega ya que estaba mirando a Dios sabe dónde.

—¿Qué Emma ni qué boludeces? —me devolvió la pregunta— ¡Te estoy diciendo que me gustas y sé que tú me quieres!

—¿Qué? ¡Andate, nena, si eso te lo estás inventando! Yo solo quiero a Emma Watson, ¿Entendiste?

De lo que no me había dado cuenta es que Emma estaba justo saliendo del instituto y, por ende, escuchó todo. Nos miró abriendo sus ojos como platos como el maestro de biología y se fue corriendo. Segundos después, la boluda de Jose también salió corriendo entre lágrimas. Me fui, solamente pensando en Emma y si en alguna vez me pediría salir. Al día siguiente, yo esperaba que nadie se hubiera enterado, sin embargo, me encontré con que el chisme ya se había esparcido por todo el instituto. Entre risas y susurros, la tierna estadounidense se acercó a mí.

—Gracias —me miró fijamente con sus bellos ojos.

—Eu, ¿Emma? ¿Por qué? —pregunté, nervioso.

Emitió una leve risa y su amiga Benedetta, que era italiana, continuó con el diálogo de Emma.

—Mi amiga quiere que vayáis esta tarde al cine, ¡Mamma mia! —me explicó, con un acento italiano un tanto icónico.

Miré a la chica que tanto me gustaba y caí en que la gente había escuchado mi conversación con Jose y ahora todo el instituto sabía que tenía un crush en Emma. Me sonrojé al llegar a esta conclusión.

—¿Estás bien? —cuestionó Emma, con cierta preocupación.

—Claro, boluda, dale, decime a qué hora y me tenés ahí —respondí, entusiasmado.

Acordamos una fecha y una hora, y ella y Benedetta se despidieron de mí. Creo que fue el día más feliz de mi vida, pero... ¿Y si Emma solo estaba jugando con mis sentimientos? Esa era una pregunta que me hacía, pero que trataba de ignorar ya que era una boludez.

Álvaro Salazar

—¡No los aguanto más! Te juro que, si pudiera, ¡Mataría a Álvaro! —exclamé, pegándole una patada a una papelera en el acto.

—Si me hubiera percatado antes de la pelea, le habría reventado la cabeza a Sebas contra los casilleros —comentó Mario, golpeando una pared con sus puños.

—Sin embargo... —me calmé a mí mismo, mirando mi pierna que acababa de patear la papelera—. No nos podemos exceder de esa forma, o nos llevarán al centro de menores...

—¡Me da igual, si mi familia es una put* mierd* y nunca dejará de serlo! —exclamó mi amigo, entre lágrimas–. Volvería al pasado solo para morir en lugar de mis padres... ¡Pero me voy a vengar de ese capull*!

—¿Y qué piensas hacer? —cuestioné, con cierta curiosidad al ver a Mario tan enfadado.

—¡Voy a hacer que Sebas y Tamara se peleen! —me explicó, muy seguro de sí—. Cuando ella deje de hablarle, él pensará que nadie lo quiere, se suicidará y... ¡Por fin nos habremos librado de uno!

—¿Y cómo vas a hacer eso? —volví a hacerle una pregunta—. Realmente no es difícil deshacerse de Sebas, sin embargo, Álvaro es popular y siempre está rodeado de gente, además de que es muy cercano a Madelaine.

—Le voy a contar a Tamara que él habló muy mal de ella y, respecto a lo demás, es verdad, al menos Sebas no se escapó con Pía... De momento, supongo —sonrió forzadamente, como si eso fuera a pasar dentro de poco.

—Pero, ¿No tendrás que tener alguna prueba? ¿O crees que va a confiar en tus palabras porque sí? —pregunté, intentando hacerle obvio que ella no confiaría en él de primeras.

—Tranquilo, he editado un audio para que se asemeje a la voz de Sebas, ¡Y parece él de verdad! —trató de calmarme, alabando sus propias habilidades para editar—. Y no deberías dejar a Madelaine salir de casa, que se joda.

—Tienes razón, es una zorr*, se le acabó lo de salir con sus amigas u otras personas —me reí malvadamente ante la sugerencia de mi amigo—. Y, si ese es el caso, ¡Adelante, hazlo!

En ese mismo instante, un amigo nuestro, de nombre Cecilio, hermano de Lolo, se nos acercó, con curiosidad respecto a nuestras risas y comportamiento en general.

—¿Se puede saber qué estáis haciendo? —nos preguntó, susurrando.

—Me voy a vengar de Sebas, pero no te chives, Ceci, ¿Eh? —le amenazó Mario—. Ah, y Álvaro va a dejar a Mad sin vida social.

—¿No creéis que os estáis pasando? —cuestionó nuestro amigo, casi ineludiblemente.

El corpulento negó con la cabeza, y agregó:

—Se lo merecen.

—Bueno... —Ceci suspiró y continuó hablando—. He de decir que me sorprendió lo de Madelaine y Álvaro Martínez, pero... ¿Qué ha hecho Pía, Mario?

—Se ha creado una cuenta falsa solo para hablar con Sebas —le explicó Mario.

—Madre mía... —él se llevó las manos a la cabeza—. Menos mal que estoy soltero, porque yo no quiero problemas, solo amargan...

—En fin, que les jodan... —murmuré, tratando de acabar esta conversación.

Mario

Me di cuenta de que Álvaro estaba agobiado y no quería hablar más del tema, así que caminé junto a Cecilio por el edificio y ahí fue cuando vi a Tamara saliendo del servicio.

—¡Es mi oportunidad! —le comenté a Ceci, poniendo un brazo sobre su hombro para mostrarle mi determinación.

—¿A qué estás esperando? —murmuró mientras apartaba mi brazo de su hombro—. Y no pongas tus manos sudorosas sobre mí...

Le ignoré y procedí a acercarme hacia la chica, que aún seguía secando sus manos en el secador que nos proporcionaban en los servicios.

—Buenos días, Tamara —la saludé, lo más amablemente posible, aunque la verdad es que me caía mal ya que se asemejaba a una rata—. Me gustaría hablar contigo sobre algo, es urgente.

—Ah, hola, Mario... —ella se mostró confusa por mi petición, pero tras unos segundos, asintió—. Claro, ¿Qué querés?

—No puedes estar con Sebastián —comencé a comerle el coco con mi mentira—. Él te está usando, ¡Hasta me mandó un audio insultándote!

—¿Vos me estás cargando? ¿Crees que te voy a creer así, sin más? —se negó a caer en mi trampa y se mostró enfadada, ya que pensaba que le estaba haciendo perder el tiempo.

—Tengo pruebas, te puedo dejar escuchar el audio —le guiñé un ojo, a modo de hacerla ver que podía confiar en mí.

—A ver, déjame escucharlo —me pidió Tamara, aún con algo de desconfianza.

Me metí a un Instagram falso, en el cual podía crear cuentas que realmente no existían, así que había creado una cuenta igual a la de Sebas y me había mandado ese audio. Tras escucharlo, Tamara se mostró un tanto furiosa.

—No lo puedo creer... —comentó, en shock—. Ese desgraciado... ¡Voy a matar a ese tarado!

Yo, al ver como se alejaba en busca de aquel otaku, me limité a sonreír, al pensar en la infelicidad que le estaba causando a Sebas.

Sebastián

—¡Sebastián! —exclamó Tammy desde la distancia.

—¡Dime, Ta-!

Antes de poder acabar mi frase, recibí una cachetada de parte de la argentina.

—No me vuelvas a hablar en tu vida... —me dijo, exageradamente cabreada.

—¡Muy bien, bro! —Álvaro Salazar y Mario chocaron palmas, algo de lo que no me percaté en ese momento.

Tras ese disgusto y varios más, como mi cuatro en matemáticas debido a que no estudié por escuchar música, volví a mi casa. Mi madre, que tenía complejo de león, me preguntó:

—¿Dónde está Álvaro? ¿Ya está con sus amigas? —en su mirada pude ver ciertas similitudes con el susodicho animal.

—No lo sé... —suspiré, ya que había tenido un muy mal día.

—¿Cómo que no sabes? ¿Qué ha pasado ya? —cuestionó, comenzando un interrogatorio maternal.

—Le han pegado en el instituto —le expliqué a mi madre la leona—. Y Tamara me ha golpeado y me ha pedido que no le vuelva a hablar, pero no he hecho nada...

—¿No ves? —comentó mi padre, carraspeando—. Ya no se puede confíar en nadie, ¿No ves que te hacen algo por ahí y te matan?

—¿Qué? ¿Pero dónde está? —mi mamá se comenzó a cabrear y sacó su faceta de león—. ¡Os pego una hostia y se os acaban las tonterías a todos!

—En el hospital —respondí, asustado—. Pero no sé si le darán el alta...

—¿Y no me dices nada? ¡Vamos para allá ahora mismo!

Nos subimos nosotros tres en el coche y nos dirigimos hacia el hospital. De camino a este, mi madre comenzó a comentar como solo le traíamos problemas, mientras mi padre escuchaba la chica de ayer y solo se sabía el estribillo y yo iba con mis auriculares escuchando a La Oreja de Van Gogh. Cuando llegamos, Patty muy amablemente nos indicó cuál era la habitación de mi hermano y entramos.

—Hola —nos saludó mi hermano—. Me han pegado...

—Nah, pero poco... —murmuró mi padre, acariciando su calva.

—Fue un español que es medio gitano —nos explicó—. Pero bueno, ya ha pasado todo...

—¿Y no puedes tener más cuidado? —cuestionó mi madre, girándose para verme—. Le pegan a tu hermano y no haces nada... Los profesores no nos paran de llamar porque no estudias, ¡Y con tu hermano no nos han llamado la atención ni una sola vez!

—Mamá, pero, ¡Él sí me intentó ayudar! —me defendió Álvaro—. Sin embargo, se desmayó porque se dio un golpe en la cabeza.

—Bof, je, je, escucha, a estos les pegan un navajazo por ahí y... —comentó mi padre, riéndose falso y guiñándole el ojo a mi madre.

—Bueno, preguntar si me puedo ir ya a casa, que a mi no me hacen caso —les suplicó mi hermano a mis padres.

Mis padres cuestionaron a Patty sobre el tema la cual les informó de que mi hermano podía dejar el hospital. Álvaro se encargó de recoger todas sus pertenencias que había en la sala y, tras que mi madre comprobara que no quedaba nada, nos fuimos de vuelta a casa.

Constanzo

Había llegado la hora en la cual me encontraría con Emma en el cine. Llegué al centro comercial y comencé a subir las escaleras hasta la segunda planta y, justo enfrente de la entrada, pude observar a Emma, que iba vestida como si de una gala se tratase. Me acerqué a ella y la saludé con mucha timidez.

—Eu, Emma... Hola...

—¡Hola, Coni! —me saludó con una agradable sonrisa— ¿Listo?

Me limité a asentir y, de la nada, mi mano comenzó a ser agarrada por la de la estadounidense, la cual me guió hasta la taquilla.

—Buenas tardes —la empleada nos dio la bienvenida con una voz un tanto seca— ¿Qué película queréis ver?

—Che, boluda, ¡Veamos esa! ¡La que se llama "Baby"!

—Ah, sí, tiene buena pinta —ella me sonrió y volvió a dirigirse a la empleada—. Dos entradas para "Baby", por favor.

Ella se limitó a dárnoslas y a decirnos el precio. Acto seguido, en un puesto diferente compramos las palomitas y las bebidas, las cuales nos costaron un ojo de la cara. Al fin, tomamos asiento y comenzamos a disfrutar de la película, agarrados de la mano.

—Eu, Emma —comencé a mover nuestras manos para que se diera cuenta de que la llamaba.

—Dime —me miró fijamente, sin esperarse lo que le iba a preguntar.

—¿Por qué quisiste que tuviéramos una cita? —le pregunté, con curiosidad.

—Te escuché decirle a Jose que tú gustas de mí —me explicó, mientras sus mejillas se sonrojaban—. Así que decidí darte una oportunidad y conocerte.

—Pero... ¿Te gusto de verdad? —cuestioné, nervioso por saber cuál sería su respuesta.

Emma emitió una cálida risa acompañada de un gesto indicando que sí. Pasamos el resto de la película riendo, charlando y tomados de la mano. Tras una hora y media, la peli llegó a su fin y salimos, también de la mano.

—Eu, ¿Qué opinás de la película, boluda? —le pregunté—. A mí me ha encantado, aunque me hubiera gustado que fueran novias...

—¡Opino lo mismo! Creo que la protagonista se parecía un poco a Benedetta —ella y yo nos reímos al recordar su gran parecido con su mejor amiga.

—Sí, bueno, pelotuda, creo que la cita ya se ha terminado... —comenté, un poco tristón.

—¡Espera! No hemos intercambiado números de teléfono —Emma agarró mi brazo y me entregó un papel con su número—. Escríbeme para quedar otra vez.

Tras eso, me dio un beso en la mejilla y se fue. Boludo, yo me quedé en shock, no pude reaccionar por unos minutos... ¡Emma me quería!

Sebastián

Cuando ya nos habíamos acomodado y todo había vuelto a la normalidad, sonó el timbre. Fue mi madre la que bajó para abrir.

—¿Quién es? —cuestionó, descolgando el telefonillo.

Hi, I'm Antonella the best —saludó la divina.

Mi madre, al pensar que sería una de nuestras amigas, abrió la puerta y le permitió pasar. Ella, al ver cómo era recibida, se dirigió rápidamente a la habitación de mi hermano.

Hi, Álvaro, ¿Cómo estás? —le preguntó Anto, abriendo la puerta de su cuarto.

—Pues un poco mal, la verdad... —contestó, un poco deprimido.

—Me parece muy bad lo que te hizo Álvaro Salazar —le comentó la divina, tratando de seguir la conversación.

En ese preciso instante, yo entré en la habitación de mi hermano para hablar con él, y me encontré con la desagradable noticia de que Antonella estaba en la casa. En cuanto abrí la puerta, ella me gritó:

—¡Tú, fuera de aquí, homeless!

Como soy tan sensible, lo único que pude hacer fue ponerme a llorar e irme corriendo.

Álvaro

—¿Por dónde íbamos, my love? —me preguntó Antonella, tras echar a mi hermano de la habitación.

—Por donde decías que te parece mal lo que me ha hecho Álvaro Salazar —le recordé.

—Oh, yes, osea, ¿Cómo se atreve a pegarle a mi boyfriend? —cuestionó, con rabia.

—Bueno, por suerte ya pasó todo —comenté, tratando de calmarla y, acto seguido, decidí agradecerle por su preocupación—. Gracias por preocuparte, Antonella.

—No es nothing —contestó, esbozando una sonrisa—. Yo siempre me preocupo por vos.

—Lo sé, Antonella —le devolví la sonrisa y decidí preguntarle el por qué— ¿Y por qué siempre te preocupas por mí?

—Porque I love you, Álvaro, eso es obvio —me aclaró.

—¿Y por qué me quieres tanto, si casi ni hablamos? —volví a cuestionar, confundido.

When you fall in love, no necesitas hablar con alguien para amarlo... —Antonella se acercó para besarme.

En ese preciso instante, sonó el timbre y mi padre abrió en calzoncillos. Al ver a Sol y Camila en la puerta, no les hizo preguntas y las dejó pasar. En cuanto ellas abrieron la puerta para entrar a mi habitación, Antonella me robó un beso.

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