Obsesiones

By solayalbion

11.2K 4.9K 6.8K

Dos hermanos que tenían una vida completamente normal como cualquier adolescente, cambiarán el rumbo de sus v... More

Nota
Presentación de los personajes
Prólogo
Capítulo 1: Amores a primera vista.
Capítulo 2: Emma, písame la cara.
Capítulo 3: La célula.
Capítulo 4: Negativos silenciosos.
Capítulo 5: ¡Hola, Latinoamerica!
Capítulo 6: Mentiras compulsivas.
Capítulo 7: Hogar, dulce hogar.
Capítulo 8: Barbie Bunny.
Capítulo 9: El beso de Judas.
Capítulo 10: Acusaciones infundadas.
Capítulo 11: Pelirroja a la luz de la luna.
Capítulo 12: La bola de pelo.
Capítulo 13: Detector asiático.
Capítulo 14: Juicio eterno.
Capítulo 15: ¿Dónde están los hermanos Martínez?
Capítulo 16: No me crees.
Capítulo 18: Dos mujeres y un destino.
Capítulo 19: Perro a la plancha.
Capítulo 20: Cuentas pendientes.
Capítulo 21: La muerte nunca duerme.
Capítulo 22: ¡Hasta la vista, malagueños!
Epílogo

Capítulo 17: Superlolo.

228 107 156
By solayalbion

Sin embargo, poco podía hacer mi hermano, que nunca hacía deporte y solo comía comida chatarra. Rápidamente fue reventado hasta el desmayo por el malagueño.

—¡Sebastián! —grité, al ver a mi hermano inconsciente en el suelo— ¡Para ya, Álvaro!

Pese a mis súplicas, el malagueño procedió a golpearme, rompiendo mi nariz en el acto. Varias jóvenes, tales como Camila o Madelaine, trataron de intervenir, pero nadie tenía la fuerza necesaria para vencer al chico. Al final, fue Lolo, un gran amigo de mi hermano, quien nos pudo separar.

—¡Chicas! —exclamó Lolo, con cierto toque afeminado— ¡Llamar a una ambulancia!

Todas las presentes rápidamente llamaron a la ambulancia ¿Una de las razones? Lolo lo había pedido. Era un chico un tanto popular, deseado por muchas chicas, sin embargo, se sospechaba que él tenía sentimientos por Abel Cortado, un compañero de clase.

—¿Uh? —mi hermano se incorporó tras el desmayo.

Madelaine fue a buscar al director y Camila la acompañó. Solsito, sin embargo, se quedó a mi lado, preocupándose por mi estado.

—¿Te duele mucho, Álvaro? —me preguntó, con cierta preocupación.

—Sí, pero, ¿Cómo está mi hermano? —cuestioné a mi mejor amiga, con intriga por el estado de mi hermano.

—Acaba de despertar —me confirmó.

Sin embargo, justo en ese instante, el otro malagueño, Mario, se acercó hasta donde nos encontrábamos todos.

—¡Mario! ¿Qué haces aquí? —preguntó Pía.

En ese momento, mi hermano se levantó del suelo muy aturdido. Mario se percató rápidamente, por lo que se dirigió hacia el susodicho procediendo a agarrarle del cuello.

—No vuelvas a hablar con mi novia, ¿Me has entendido? —me preguntó, con una mirada diabólica—. No te lo voy a volver a repetir... Si vuelves a hablar con ella, vas a ver la luz al final del túnel...

Tras decirme tal amenaza, me tiró al suelo. Respiré con alivio y salí corriendo pocos segundos después.

—No he sido tan malo como Álvaro, ¿Ves? —le dijo Mario a Pía.

—Igualmente, no deberías hacer esas cosas... —contestó la argentina y, acto seguido, se fue.

Sebastián

Llegué hasta el baño y me puse un paño mojado en agua, por la paliza que había recibido por parte de Álvaro Salazar.

—Creo que lo mejor será alejarnos de ellas, si cada vez que nos acercamos a ellas acabamos así... —hablé solo.

Madelaine

La ambulancia llegó pocos minutos después y llevó a Álvaro Martínez al hospital. Yo me acerqué a mi novio y le pregunté por qué había actuado así.

—¿Era necesario eso? ¿Por qué...?

—¿A ti te tengo que dar explicaciones? —me devolvió la pregunta, con hostilidad—. Imbécil...

—Algún día vendrá el karma a cobrar tu deuda... —murmuré y me fui, sin ganas de seguir con esa conversación.

Sebastián

Mientras estaba aún con el paño en la cabeza, las divinas se me acercaron y empezamos a conversar.

—¿Cómo estás, Sebas? —me preguntó la china.

—Ah, bien, ¿Y vosotras? —pregunté, quitándome el paño en el acto.

—No se te ve muy bien... —comentó Caterina.

—Ah, es que... Me golpeé la cabeza contra un casillero, pero ya estoy mejor —me excusé.

—No nos vengas con excusas, dear —me reclamó Antonella—. Hemos escuchado la pelea, ahora bien, ¿Dónde está tu hermano?

—No lo sé, traté de defenderle y Álvaro Salazar me golpeó sin descanso. Según yo, estará en el hospital ahora...

—Entonces no me interesa seguir hablando contigo, ¡Bye! —me contestó la líder de las divinas, yéndose sola.

—A mí sí, Sebastián —me consoló Luciana—. Espero que estés mejor.

—Muchas gracias —le sonreí—. Aunque en cierto momento Mario me agarró del cuello, dificultándome respirar, pero me soltó al final...

—Debió ser horrible... —la asiática trató de consolarme con un cálido abrazo.

Justo en ese instante, Tamara entró al baño y, al ver la escena, pude ver en su cara un cierto desagrado. Yo, a pesar de tal gesto, decidí saludar a mi amiga.

—Hola, Tamara... —hice un gesto en señal de saludo con mi mano izquierda.

—Hola, Sebas, lamento interrumpir... —se disculpó.

—No, no te preocupes, ¿Qué pasa? —cuestioné.

—Me gustaría hablar a solas —respondió, dirigiendo su mirada hacia Luciana.

—No pasa nada, lo entiendo, vámonos, Caterina —la divina se retiró junto a su amiga, lo cual me sorprendió ya que ni siquiera me había percatado de que esta seguía en la escena.

—No sé por dónde empezar... —comenzó a hablar con cierto tono avergonzado.

—Bueno, pues empieza desde el principio —traté de calmarla soltando un chiste más malo que la comida de mi madre.

—Me quería disculpar por mi actitud —agachó la cabeza en señal de vergüenza—. No debí creer a Barbie, si no a ti, pero dudaba que alguien pudiera mentir sobre un tema tan delicado...

—Bueno... yo... —dudé por unos segundos, pero luego suspiré y terminé aceptando sus disculpas—. Está bien, te perdono, ya que yo no soy rencoroso y quiero que seamos amigos.

—No merezco tu perdón... —varias lágrimas rodaban por sus mejillas—. Fui una estúpida...

—Todos cometemos errores, Tamara, no te preocupes, de hecho, estoy seguro de que yo cometo muchos más que tú —le consolé.

—Entonces... ¿Me perdonas? —esbozó una leve sonrisa.

—¡Claro! —exclamé y le di un abrazo, como una seña amistosa.

—Me alegra que podamos ser amigos —comentó, aceptando mi gesto.

—A mí también, me temía que no volviéramos a hablar... —noté como mis ojos se ponían llorosos, ya que soy una persona muy emocional.

—Yo también lo temía... —apretó su agarre y casi me asfixió.

—Vaya, vaya, ¡Quién os ha visto y quién os ve! —exclamó una voz similar a los sonidos que emite un conejo.

—Vete a cagar, Barbie, ¡Eres una mentirosa! —le remató Tamara, permitiéndome liberarme de su agarre.

—¿A qué has venido? —le pregunté a la recién llegada, con cierto malestar.

—A nada—sacó sus dientes y sonrió mezquinamente—. Solo quiero recordarte que esto no quedará así.

—¿Y qué vas a hacer? Antes deberías llamar la atención de tu padre —cuestioné en tono burlón, imitando su sonrisa similar a la de un conejo.

—Tiempo al tiempo —ignoró mi comentario sobre su padre, el cual la abandonó y la dejó con su madre ya que su hija se asimilaba demasiado a un conejo.

—Nena, vos estás mal de la cabeza —le dijo Tammy, rabiosa— ¿No te enteras? ¡En esta institución no hay lugar para vos!

—Véngate cuanto quieras, ya todos saben que eres una sucia mentirosa —respondí, sin tomarle importancia a sus palabras o amenazas.

—Eso ya lo veremos —se rió como un conejo y, acto seguido, se fue por donde había venido.

—Menuda tarada... —murmuró Tamara, con impotencia.

—Que pesada... —comenté con cara de póker.

Mi gran amiga asintió, haciéndome saber que compartía mi opinión.

Álvaro

Desperté en una camilla de hospital, sintiéndome dolorido. Tras unos segundos, escuché como la puerta de la habitación se abría, dando paso a Camila y Sol.

—El hospital, es un sentimiento —comentó mi mejor amiga con cierto tono musical.

—Disculpad —la doctora, Patty, se acercó hacia ellas— ¿Sois familiares del paciente?

La doctora Patty es una joven que trabaja en el hospital de nuestro pueblo, su pelo tiene un color entre rubio y castaño y sus ojos son marrones. Es conocida por muchos, a pesar de su corta edad, como la mejor de Murcia en su profesión. Aunque muchos dudan de esto, debido a sus orígenes y el sombrío trabajo que tuvo antes de este, ya que su familia apenas tenía para comer.

—Más o menos —contestó Camila, con cierto nerviosismo—. Somos sus amigas, bueno, yo soy su novia, o casi...

—Entiendo, guapa, ¡Claro que podéis quedaros! Pero solo un ratito, ¿Vale?

Las adolescentes se limitaron a asentir y observamos como Patty se alejaba apresuradamente.

—¿Estás bien? —cuestionó la brasileña, con impotencia.

—Menos mal que Lolo te ayudó —comentó Solsito.

—Sí, también intervino tu hermano, pero como es tan débil, no pudo hacer nada —Camila negó con la cabeza.

—Estoy bien, solo que ahora tendré que llevar este vendaje nasal —me empecé a quejar—. Bueno, al menos lo intentó, aunque su derrota estaba clara, ya que nunca hace deporte.

—Debo recordar darle las gracias a Lolo por salvar a mi crush —Sol, al darse cuenta de lo que había dicho, trató de corregirse—. Perdón, a mi amigo...

—Gracias, Sol, eres la mejor amiga del mundo —emití una suave risa.

—Me pregunto dónde estará Lolo ahora  —comentó con curiosidad la jóven de barbilla pronunciada—. Tras ayudarte, se fue corriendo a buscar a alguien llamado Abel.

—Ya le daré las gracias más adelante —dije, mientras me tocaba mi vendaje—. Ahora estoy muy feo...

Las dos chicas a mi lado negaron con la cabeza energéticamente instantáneamente, tratando de hacerme ver que lucía decente.

—Pues yo me veo mal, put* Álvaro Salazar, ¡Está loco! —exclamé ignorando los halagos de las chicas.

—No entiendo como Madelaine lo soporta —comentó la brasileña.

—A saber... —respondí, tras estar varios segundos en silencio.

De repente, Patty volvió a irrumpir en la sala, sudorosa debido a todo el trabajo que tenía que soportar.

—Hola, guapos —nos saludó con una sonrisa forzada—. Ha venido una nueva visita.

Pudimos apreciar como Lolo y el famoso Abel entraban a la sala. De fondo, escuchábamos a varios pacientes y familiares de los mismos llamando a la jóven doctora que, a pesar de lo exhausta que estaba, seguía atendiéndolos con una sonrisa.

—Hola —nos saludó Lolo, sonriente—. Quería venir y, ya que estaba con Abel, hemos venido juntos.

—Hola, Lolo —le devolví el saludo y procedí a darle las gracias—. Me gustaría agradecerte por tu ayuda, sin ti no sé dónde estaría ahora...

—En el cielo sí estarías —comentó Abel, que hablaba de una forma un tanto extraña. Siempre hablaba usando frases que utilizaban el "si soy" o las modificaba para que sonasen similares a tal expresión.

—No es nada, Álvaro, en serio —el afeminado Lolo se sonrojó ante mis palabras de agradecimiento, tanto que, tras los rumores de que era gay, me perturbó un poco.

—Que raro habla este chico... —Camila intercambió miradas con el Cortado.

—Si soy —dijo Abel, antes tales palabras.

—De verdad, te debo un favor, Lolo, cualquier cosa que necesites, lo que sea... —sin embargo, él no me permitió acabar la frase.

—En serio, ¡No es nada! —me calmó y luego miró su reloj—. Bueno, lo nuestro era una visita rápida, creo que deberíamos volver al instituto.

—Las clases si son —Lolo y Abel se dirigieron a la puerta pero, antes de salir, el último comentó—. Le diré a mi hermanastro Lorenzo que se pase.

—Creo que será mejor que Sol y yo también nos vayamos —la joven de barbilla pronunciada y mi mejor amiga se levantaron de sus respectivos asientos.

—Vale, gracias a todos, espero que pronto me den el alta —comenté, con cierta esperanza.

Constanzo

El recreo andaba terminando, así que en cuanto la sirena sonó, todos fueron a sus respectivos salones, incluido yo. Sin embargo, cuando llegué a mi sitio, me esperaba una sorpresa: Sobre mi pupitre se hallaban una caja de bombones y una carta.

—Eu, ¿Qué boludez es esta? —cuestioné, mientras abría la carta esperando que proviniera de Emma.

La carta decía así:

"¿Vos me tomás por idiota, Coni? Me he dado cuenta de tu secreto. Sí, eso de que yo te gusto, y tú me gustas a mí. Te ves tan lindo con tu cabello pelirrojo y tus ojos azules... Por eso, he decidido dejarte una caja de bombones para tu disfrute, y te invito a que nos encontremos a la salida para que empecemos a andar juntos."

La nota no estaba firmada por nadie, era de un anónimo, sin embargo, yo tenía claro que era de Emma. Pasé el resto de mis clases nervioso, esperando el momento de escuchar a mi princesa pidiéndome salir. En cuanto la sirena sonó, guardé mis cosas en mi mochila y salí disparado. Carlos me detuvo en el camino.

—Tío, ¿A dónde vas con tanta prisa? —me cuestionó, sorprendido.

—Eu, Carlitos, mirá la joyita que me dejaron —saqué de mi mochila los bombones junto con la carta y se los enseñé a Carlos.

—¡No lo puedo creer, tío! —exclamó, mientras continuaba leyendo.

—Eu, boludo, la re concha de tu madre, ¡Dame las cosas ya! ¡No puedo hacer esperar a Emma!

Rápidamente, le arranqué las cosas a Carlos y me las llevé en mis manos, sin siquiera tomarme el tiempo de volver a guardarlas. Llegué a la salida desorientado, ya que no se especificaba en qué lugar de la salida nos encontraríamos, así que me desesperé.

—¡La re puta que te parió, Emma! —exclamé, lo que hizo que varios estudiantes que compartían aula con la boluda me miraran.

Cuando estaba a punto de rendirme, escuché a alguien gritar:

—¡Coni, aquí! ¡Detrás tuya!

Mi cabeza se giró instantáneamente y comencé a buscar a Emma con la mirada, aunque sabía que no sería ella, ya que recordaba muy bien la voz de esa linda chica. A la persona que me encontré fue...

Continue Reading

You'll Also Like

94.1K 5.2K 27
El viaje debe continuar. Tras sobrevivir al último enfrentamiento con los sirvientes del Capitán en K-12, acompañada por sus fieles camaradas, Ana se...
67.9K 4.2K 14
Hope Sindaird, una chica tímida que vive en los suburbios, empieza a experimentar cosas extrañar y siente constantemente que alguien la observa. Un...
25.7K 1.1K 25
Laia Gonzalez, una joven de 16 años nacida el 02/07/2007, es la hermana pequeña de Pedro Gonzalez, mas conocido como Pedri, jugador del FC Barcelona...
19.6K 1.4K 32
Tu nacimiento fue uno de los mejores regalos que haya recibido de parte de Dios. Lástima que para ese entonces yo no quisiera nada con él. ¡Esta hist...