blåøyde omega ;; trillizos!po...

By alexanderkirigan

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Draco ha sido entregado a una manada salvaje como oferta de paz. Será mordido y reclamado por los trillizos P... More

Prólogo
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By alexanderkirigan

Sus nudillos llamaron suavemente en la dura y pesada puerta de roble. Draco se removió, y se acurrucó más la manta alrededor de sus hombros. Hacía mucho frío, el invierno estaba llegando con rapidez y en su estado se sentía más sensible al frío que nunca.

El ruido del pueblo era algo a lo que Draco se había acostumbrado: los omegas cuidaban a sus cachorros, los alfas iban de allí para allá y los jóvenes ayudaban a sus padres. Había mucho ruido, pero a Draco no le molestaba demasiado. Le mantenía distraído y despierto. El frío estaba llegando demasiado pronto y todos se tenían que preparar.

La puerta se abrió, y a Draco le sacudió el calor que provenía del interior de la casa del alfa. Entrecerró sus grandes ojos, y después miró hacia arriba para poder mirarlo.

Ragnar pareció desconcertado y sorprendido al verlo allí. Titubeó durante unos segundos, pero finalmente reaccionó y se inclinó en forma de respeto.

"Mor omega. [Madre omega.]" Murmuró.

Draco frunció los labios. No le gustó ese trato tan formal.

"No has venido a verme en días, semanas." Lo acusó Draco, con voz dura y firme. "Me has preocupado."

Ragnar terminó con su reverencia y miró a Draco a los ojos. Compartieron una silenciosa mirada durante unos segundos, los ojos oscuros de Ragnar lo miraban de una forma tan vacía que hizo temblar a Draco. Ya no había ni diversión ni gentileza en esos ojos que antes brillaban cuando Rob flotaba cerca de él. Ragnar burbujeaba un aire más coqueto y divertido, y en cambio ahora parecía frío y vacío como un tempano de hielo.

Notó que los ojos de Ragnar no eran lo único que había cambiado.

El alfa era muy alto, era alto y muy robusto. Sus manos siempre habían sido más grandes que las de Rob y mucho más ásperas por el trabajo, las de Rob también tenían callos pero eran mucho más suaves. Aparentemente Ragnar no había cambiado mucho, pero Draco sí se percató de esos cambios.

Se había cortado más la barba y eso le daba un aspecto más duro. Sus ojos, oscuros y carentes de vida, parecían más hundidos. Al contrario que Rob, que tenía unos ojos fríos pero a la vez llenos de expresiones, sus ojos no dejaban traspasar ningún sentimiento. Parecía mucho más delgado, y sus hombros estaban encorvados como los de un viejo que está muy cansado y al cuál le duele todo el cuerpo.

"Lo siento." Dijo Ragnar, pero para Draco no sonó como una disculpa. A Ragnar ni siquiera parecía importarle la preocupación de Draco, parecía ausente y aburrido. "El tiempo se me ha pasado volando. Ni siquiera sé en qué mes estamos, el otro día estaba mirando el cielo. Estaba tan nublado que..."

"Evans me ha dicho que no vas a cazar." Draco no sonó ni amenazante ni furioso. Su voz, aunque se mantuvo muy calmada y suave, fue cortante y punzante. Ragnar ni siquiera parpadeó, se dedicó a mirar a Draco a los ojos. "Desde hace días."

El alfa se frotó los ojos con una de sus manos.

"Ya." Dijo, y su fuerte acento vibraba en su voz.

"¿No vas a decir nada más?"

"¿Quieres que te diga que estoy bien, que sólo necesito un poco de descanso y que volveré a mi vida, o nos ahorramos todo este puñado de falsas promesas y mentiras?" Cuestionó Ragnar muy seriamente y con calma.

Draco respiró hondo. Quiso apretar los dientes y decir lo primero que se le pasase por la cabeza, pero contuvo su impulsividad, se llevó una de sus manos a su vientre y decidió calmarse.

Podía entender a Ragnar.

"Te entiendo." Le murmuró Draco. "Sé por lo que estás pasando, Ragnar, te comprendo mejor que nadie."

"No." Gruñó, y Draco no tuvo tiempo para contradecir eso. "Tú no lo entiendes, nadie lo entiende. Él está muerto."

Sabía que todo se trataba de Rob.

"Lo sé." Draco no quiso alzar la voz, aunque se desesperó. "Lo sé, Ragnar. Yo estuve allí, en su entierro."

"Yo lo encontré muerto." Escupió el alfa. "No lo entiendes, yo debería de haber estado allí con él."

"No es tu culpa." Dijo Draco.

"No te atrevas a hablar de culpa cuando tú te estás culpando."

Se miraron a los ojos en silencio, Draco se preguntó si la culpa en sus ojos era tan obvia.

El silencio pareció impacientar a Ragnar, quien se pasó una mano por la cara y resopló. Draco no quería que Ragnar se encerrara en sí mismo como él lo hizo, porque si estaba sobrellevándolo todo como Draco lo estaba haciendo, se estaba destruyendo a sí mismo.

"Ni siquiera deberías de estar aquí." Admitió Ragnar con cierta irritación. Draco frunció el ceño. "Estás embarazado. Deberías volver a tu casa y esperar a tus alfas."

"Estoy perfectamente." Protestó el omega, porque odiaba que lo trataran así. Que estuviera embarazado no significaba que tuviera que quedarse en su casa todo el tiempo. En la cabaña solo lo esperaban el aburrimiento y la soledad hasta que sus alfas volvieran de la cacería o de sus deberes.

"Llevas a una camada." Insistió Ragnar. "Y déjame recordarte que en esa camada llevas al que procederá al líder."

"Sé cuidar de mí mismo y de mis cachorros."

"Deberías pensar más en lo que querrían tus alfas." El alfa se cruzó de brazos. "Yo habría querido proteger a Rob de todo si él estuviera esperando a mi camada. ¿Pero qué sabré yo? Sólo soy un cazador."

Draco sintió una ola de indignación, quiso empujar a Ragnar o abofetearlo, pero sólo apretó sus manos y contó hasta diez mientras miraba a Ragnar con una dura y firme mirada. Odiaba que le dijeran qué debía hacer, cómo debía actuar. Sabía qué estaba a su cargo y qué no, y a veces las personas lo hacían sentirse mal, como si él no fuera consciente de la carga importante que llevaba.

Y muchas veces pensaba que las personas no lo miraban a él, que sólo miraban su gran vientre. Que al mirar a Draco no veían a Draco Malfoy, veían al vientre que cargaba con la primera camada de los Potter.

"Habrías preferido que fuera otro, ¿verdad?" Inquirió. "Que otro muriera."

Ragnar lo miró fijamente.

"Sin duda." Ni siquiera vaciló cuando respondió.

A Draco se le hizo un nudo en la garganta, y quiso llorar. Todo había cambiado demasiado desde que Rob se fue. No reconocía a Ragnar, cuando lo miraba a los ojos no podía ver que era él con claridad.

Pensó fugazmente en Rob. A Rob no le hubiera gustado ver en qué se había convertido Ragnar después de su partida, estaba seguro de que le decepcionaría demasiado. Pensó en su hermano y en cómo él también había deseado que otra persona hubiera muerto, y no Rob. Pensó que no era justo que Rob estuviera muerto, él debería haber muerto y no Rob.

Se rascó las heridas alrededor de las uñas, las que habían sangrado alguna vez víctima de los dientes de Draco en un ataque de ansiedad.

Draco daría lo que fuera por volver a tener a Rob.

"Habría aceptado tomar su puesto." La voz de Draco sonó baja, y su voz temblorosa. Ragnar ni siquiera lo miró de forma gentil, tampoco alzó sus brazos para abrazar y consolar al omega en estado. Se mantuvo quieto, con los ojos vacíos mirando el rostro de Draco. "Lo habría hecho si pudiera. De verdad."

"Él confiaba en nosotros." Ragnar bajó los ojos. "Y murió sin nosotros."

Su uña presionó en su herida, pero no quiso llorar por el dolor físico.

Ragnar tomó su puerta, dispuesto a cerrar y terminar la conversación. Draco cerró los ojos y las pequeñas lágrimas silenciosas le empaparon las mejillas, frunció sus labios y reprimió un sollozo.

"No vuelvas a venir aquí si no es para traérmelo de vuelta." Ordenó Ragnar secamente.

La puerta se cerró, y Draco se apretó más la herida que ya estaba cicatrizada. Volvió a salir sangre, pero esta vez fue poca y en un solo dedo. Se permitió llorar un poco más con el viento enfriándole la piel.

(...)

Draco estaba cosiendo con Erika. La mujer apenas hablaba, pero Draco había descubierto que disfrutaba bastante con la compañía de ella. Estaba seguro de que Erika no lo entendía, pero siempre escuchaba atentamente a Draco cuando el omega hablaba y eso era suficiente para él. Había perdido a todos los amigos que tenía, sólo le quedaba disfrutar de la compañía de la mujer que limpiaba en su casa.

Erika le había enseñado a hacer punto de cruz, Draco estaba bastante encantado con el resultado y ella parecía bastante feliz con el progreso. Le frustraba no poder entenderla completamente, pero se las apañaban. Apenas tenía tiempo para hablar con sus alfas, ellos siempre salían de casa muy ocupados y volvían muy tarde.

Pero él no se sentía completo haciendo punto de cruz, tejiendo y sentado en una mecedora frente al fuego. Se sentía inquieto, él quería hacer cosas. Quería leer algo que no fueran esos libros sobre los dioses nórdicos o todos esos libros que ya había leído. Quería leer tratados, quería ayudar a la manada y quería firmar cosas.

Pero no podía, y él odiaba eso. Erika le dijo, de las pocas cosas que pudo decirle (porque no podían comunicarse bien debido a que no hablaban el mismo idioma), que estaba demostrado que un omega no podía liderar una manada con o sin alfa. Según ella, porque se estresaban, y tomar decisiones no era su naturaleza.

Draco estuvo demasiado cansado como para enumerarle a Erika unas ocho razones que contradecían eso. Se ahorró el tiempo y la saliva, porque ni ella lo entendería ni cambiarían las cosas. El embarazo lo irritaba, lo cansaba y lo molestaba.

Se removió incómodo en la mecedora, sentía calambres. Su vientre había crecido todo lo que había podido. Draco sentía que iba a explotar, se sentía como si fuera una calabaza a punto de estallar.

Dejó la aguja y el hilo, y empezó a llorar porque se sentía agobiado. No podía sentarse correctamente, ya no podía sentarse en el escritorio de Harry sin sentir molestias. Antes su alfa lo dejaba sentarse en su regazo y ambos leían tratados, pero ahora pesaba demasiado para sentarse en el regazo de su alfa.

Snow estaba acurrucado en su pequeño nido cerca del fuego. Draco le había pedido a James un pequeño nido para su conejito, y su alfa le hizo un nido a Snow como Draco quiso. Draco amó ese nido, le dijo a su alfa que era perfecto para su pequeño Snow. El conejito parecía encantado y feliz con su nido, solía hacerse una bolita y dormir allí siempre. Era más cómodo que la jaula que Harry le había puesto.

El conejito se despertó y se puso nervioso al escuchar al omega llorar. Su naricita se movió y Snow salió del nido para ponerse sobre sus pequeñas patitas traseras para pedirle a Draco que lo cargara en brazos. Acariciar a Snow solía tranquilizar a Draco, al conejito le gustaba olisquear el dulce aroma de Draco. Pero ahora no podía cargar a su conejito, y eso sólo lo hizo sollozar más.

"No puedo, mi amor." Le dijo Draco a su mascota, y Snow simplemente siguió insistiendo, porque no entendía qué impedía a Draco acurrucarlo contra su pecho. "Ni siquiera me puedo sentar sin sentir dolor, no me puedo agachar para darte besitos. Lo siento mucho, mi amor."

Snow se frustró. Viendo que Draco no lo tomaría en brazos, rebotó hasta la silla de al lado. Saltó y se sentó en la silla que había al lado de Draco, en la que antes había estado Erika. La mujer se había ido a limpiar, y también tenía que cocinar.

Draco sonrió entre las lágrimas, sollozó y se rio. Estiró el brazo como pudo y rascó las orejitas de Snow. El conejito cerró los ojos con satisfacción.

"Sólo quiero que esto se acabe." Draco sorbió su nariz, y volvió a llorar. Llevó una de sus pequeñas manos hacia su abultado vientre. "No lo aguanto más. Quiero que esto se acabe."

(...)

James había sentado a Draco en su regazo. Su omega parecía distraído, estaba con él y a la vez estaba en otro lugar. Los hermanos habían llegado más tarde de lo habitual, Harry y Evans se habían ido a dormir directamente. James fue el único que se quedó con Draco a pesar de que el cansancio le pedía que se fuese a dormir directamente.

"Cariño." El pulgar de James acarició la mejilla de Draco. El omega parecía desanimado. "¿Qué te pasa?"

Draco lo miró a los ojos. A James le encantaban los ojos de Draco, lo que no le gustaba era la tristeza en ellos.

"¿Has ido a ver a Ragnar a pesar de que Evans te dijo que sería una muy mala idea?" El atractivo acento de James marcaba mucho las erres. Su alfa no fue ni duro ni cruel con él, fue comprensivo y gentil y eso hizo llorar a Draco aún más. "Lo has hecho, ¿verdad?"

El omega asintió, y sollozó sin poder contenerlo más.

James le besó la frente y lo abrazó lo mejor que pudo.

"Está fatal." Hipó Draco.

"Es normal." James le besó en su sien derecha. "Ha perdido a un ser querido."

"Rob no era un simple ser querido." Draco cerró los ojos y apoyó su cabeza en el pecho de su alfa. Sorbió su nariz. "No quiere volver a verme."

"Estoy muy seguro de que no lo dijo en serio."

"Sí que lo hizo, deberías haberlo visto. Me lo dijo mirándome a los ojos, me dijo que no volviera a pisar su casa si no volvía con Rob."

James no dijo nada. Dejó que su omega llorara y se desahogara. Él estuvo ahí con él, lo consoló y lamió las lágrimas de sus mejillas. Perfumó a Draco con su olor para que su cerebro se relajase de alguna manera, para que sus pensamientos se volvieran borrosos gracias al olor de James. Y pareció funcionar, Draco fue dejando de llorar poco a poco.

"Es normal." Le repitió James con calma. "Es normal que Ragnar esté así, Draco."

"¿Cómo va a ser normal, por qué sigues diciendo eso?"

"Porque si yo estuviera en su lugar también perdería la cabeza." Confesó James. "Si tú murieras me volvería loco. Me perdería, no volvería a encontrar el rumbo de mi vida."

Draco miró a sus alfas a los ojos, y James tomó las pequeñas manos de Draco y las besó.

"Cuando me miras, ¿qué ves?" Le preguntó Draco.

"A mi omega." Respondió James. "A la persona de la que estoy enamorada."

Draco bajó la mirada.

"Ahora estoy gordo y ni siquiera me puedo mover libremente." Se lamentó. "¿Cómo puedes amar a una persona así?"

"Porque eres tú." Le respondió a su omega. "Porque me enamoré de ti. Me da igual si estás embarazado, o si no. Te voy a querer siempre."

Amaba a su alfa, tanto como James lo quería a él. Sabía que James hablaba en serio y que todo lo que le decía era de corazón. James era el más transparente de los tres hermanos, era tan gentil que casi no había maldad en él. No era tan frío como Evans en muchas ocasiones, ni tan cortante como Harry.

James era comprensivo, y siempre había sido muy paciente con Draco.

"Yo también te voy a querer siempre." Le aseguró Draco, y sonrió a pesar de que su cara estaba roja por el llanto y sus pestañas empapadas. "Ante cualquier cosa. No me importa."

(...)

Una mañana un alfa a lomos de un caballo se presentó en la manada. Draco no había vuelto a saber nada de Ragnar, tuvo que aceptar que Ragnar ya no lo consideraba su amigo.

Draco se asustó al escuchar al animal relinchar, Evans fue quien lo tomó del brazo y lo apegó a su lado. El omega llevaba el abrigo de James, los guantes de lana de Harry y el gorro de Evans. El caballo bufó y se puso sobre sus dos patas traseras cuando su jinete tiró de sus cuerdas para que se detuviera.

El alfa que lo montaba era joven, aunque tenía unos más años que los trillizos Potter. Era sumamente atractivo y su pelo era tan oscuro como el de los alfas de Draco, pero sus ojos eran oscuros. Compartían ciertos rasgos pero a la vez eran completamente diferentes. Los labios de James eran mucho más rosados que los de ese hombre, pero la forma de los ojos era muy parecida a la de Harry. Tenía barba como Ragnar pero mucho más recortada y cuidada.

No creyó que se tratara de peligro porque ni Harry ni James se alarmaron. Evans por naturaleza siempre era el más prudente y el que se alarmaba por todo. El alfa rio con encanto y alegría, y Draco notó que el cuerpo de Evans se relajó notablemente.

"Harry, Evans, James." El atractivo alfa los saludó a cada uno con una gran sonrisa orgullosa. No tenía las alegres arruguitas alrededor de los ojos como ellos. "For en glede å se dere alle tre. [Qué placer veros a los tres]."

Pero sí que hablaba noruego, y tenía el mismo acento marcado.

Otros dos alfas sujetaron al caballo que se había calmado, y el alfa pudo bajarse él solo del animal. Se sacudió la ropa y su capa de piel de oso parecía muy pesada sobre sus hombros. El risueño alfa se volvió a reír, abrió sus brazos hacia Harry y habló.

"Fetter. [Primo]" Y los dos se abrazaron. Harry también se rio y palmeó la espalda del alfa justo como el hombre hizo con él. Cuando se separaron el alfa palmeó el hombro de Harry con su mano enguantada en un grueso guante de cuero marrón gastado.

Harry parecía feliz, Draco nunca lo había visto sonreír así con otra persona. Solo sonreía así cuando estaba con Draco, eso envió una punzada al estómago de Draco. Se acurrucó más cerca de Evans.

"James, din lille dritt! [¡James, pequeña mierda!]" James también abrazó con entusiasmo al alfa. Se abrazaron como hizo Harry. Draco se pegó más a Evans, si es que era posible. No entendía quién era ese hombre, quería explicaciones y todos parecían demasiado ocupados con el nuevo integrante de la manada.

"Aleksander." James parecía feliz, pero aquel nombre revolvió las tripas de Draco. Recordó a Rob, y al árbol genealógico. A Charlotta. Al alfa de ella. A los hijos de ella. El legado.

Draco no quiso que Evans fuera a saludarlo, pero no pudo decir nada. No pareció suficiente el hecho de que se pegó a su alfa lo máximo que pudo, Evans lo dejó ir muy fácilmente y su entusiasmo lo había cegado. Ni siquiera había notado la incomodidad de Draco.

Todos se abrazaron y todos tuvieron sus efusivas palmadas en el hombro.

Aleksander miró a Draco después de hablar con sus primos sobre algo en noruego que el único omega presente no entendió. Draco se llevó las manos a su vientre cuando los ojos de Aleksander fueron directamente allí, se sintió inseguro bajo su mirada. Pero no se dejó intimidar, alzó bien la barbilla y se dedicó a mirarle directamente a los ojos.

"Aleksander." Lo llamó Harry aun con una sonrisa en sus labios. El alfa lo miró. "Este es nuestro omega, Draco."

El alfa no era como los hermanos. Aleksander parecía mucho más elegante y culto, aunque desprendía un aura coqueta y divertida. Le recordó fugazmente a Ragnar cuando Rob estaba vivo.

"Ah." Se acercó a Draco, sus pesadas botas se hundían en la nieve y su capa arrastraba. "Es un verdadero placer conocerte por fin, Draco."

Le tendió una mano a la espera de que Draco le diera la suya. Al omega le sorprendió ese gesto tan cortés, en su manada lo hacían pero los hermanos jamás habían hecho algo así. Había llegado a la conclusión de que todas las manadas que hablaban noruego eran más primitivas e incultas, y el comportamiento de Aleksander le sorprendió gratamente.

Draco le tendió su pequeña mano, y Aleksander se inclinó y presionó sus fríos labios sobre los nudillos de Draco. No hubo beso, ni siquiera movió los labios. Fue un saludo correcto, simple y formal.

Retrocedió cuando terminó y dejó ir a la mano de Draco, ni siquiera la había agarrado, la había sostenido. Draco lo miró fijamente, y entrecerró los ojos con genuina curiosidad.

"Debo informarte de que eres el tema de conversación en todo el norte." Confesó Aleksander. "Me habían dicho que tu belleza se podía igualar a la de nuestra diosa. La verdad es que no me lo creía, supongo que ahora me trago mis propias palabras."

"Me halaga." Draco le respondió suavemente por cortesía.

El alfa se rio de nuevo.

"Por favor, nada de formalidades." Tenía un acento muy marcado. Se parecía al alemán, pero también estaba mezclado con el noruego. "Ahora somos familia, ¿verdad? Por tu cara deduzco que estos tres no te han hablado de mí." Se burló.

Draco negó, y estuvo bastante agradecido de que él se dignara a presentarse.

"Soy Aleksander de Nettrak." Le sonrió a Draco. "Hijo mayor de Loke, lo que me convierte en primo de esos tres animales a los que llamas 'cariño'. Estoy seguro de que nos llevaremos de maravilla."

El omega no pudo decir nada, sus alfas rápidamente atraparon a Aleksander a otra conversación. Draco tomó la fuerte mano de James cuando los cinco fueron a la cabaña.

Le informaron a Erika de la inesperada visita y le pidieron a la mujer que hiciera más comida. Ella parecía bastante ocupada, Draco sintió compasión por ella. No le parecía justo que ella tuviera que hacer todo el trabajo.

Draco se ofreció para ayudar a Erika, se levantó y ni siquiera esperó la opinión de sus alfas.

"Draco." Lo llamó Evans, su voz llevaba atrás un tono de advertencia.

"Voy a ayudarla." Le dijo Draco firmemente. "Que esté embarazado no quiere decir que no pueda ayudarla. Seré más útil en la cocina que en esta mesa sin hacer nada. Ella no puede sola."

Harry frunció el ceño. Pareció pensar una respuesta antes de soltar lo que fuera que tenía pensado. Estaba aprendiendo a controlar lo que decía, Draco lo apreció.

"Un omega ayuda en la cocina." Aleksander dejó la jarra de cerveza cuando terminó de dar un sorbo. "Pero tú no eres un omega cualquiera. Eres la Madre omega." Sus ojos marrones miraron a Draco fijamente. "Siéntate y hazle caso a mis primos. Ella se las apañará."

El omega tembló un poco. Quiso decir algo, quiso protestar y marcharse a la cocina para ayudar a Erika. Pero sus palabras no salieron de su boca, lo único que pudo hacer fue permanecer ahí quieto y callado. Vaciló antes de obedecer, y Aleksander lo estuvo mirando muy fijamente a los ojos hasta que Draco hizo lo que Aleksander le ordenó. Se volvió a sentar, y se quedó callado.

Le dio una sonrisita a Draco, volvió a tomar su jarra de cerveza y se giró hacia James.

"Por vuestra futura y primera camada." Brindó.

Los alfas bebieron menos Draco. Erika sirvió la comida ella sola, y Aleksander pareció prever que Draco protestaría y ayudaría a la mujer. El alfa lo miró muy seriamente y alzó las cejas, le dedicó una mirada que gritaba "No hagas eso.".

Y Draco no lo hizo. Se quedó quieto y sentado, y una parte de él quería gritar.

"Ikke gi Draco juice, Erika. [No le des zumo a Draco, Erika.]" Espetó Aleksander, pero lo hizo de una manera tan tranquila y suave que sonó más como una petición. Erika se quedó congelada, estaba a punto de darle a Draco el zumo que al omega tanto le gustaba. Draco miró a Aleksander con unos ojos que mezclaban la impotencia y la ira. Pero no pudo decir nada, y no supo bien por qué. "Sólo los cachorros beben zumo. Dale agua."

Draco comió su arroz con trocitos de carne y bebió agua. Tampoco comió pan, porque Aleksander le dijo a Erika que le diera el pan de Draco a él. Aleksander lo repartió entre él y sus primos. James le dijo a Draco que era por su bien.

(...)

Draco había estado jugando con Snow en su nido hasta que apareció uno de sus alfas. Evans y James estaban cazando juntos porque habían decidido juntar a rastreadores y cazadores para expandir terreno. Harry le había pedido a Draco paciencia, porque Draco le había dicho que no soportaba a Aleksander.

"Me trata como si fuera una cría y a la vez como un objeto." Le dijo Draco a su alfa. "¿Es que no lo ves?"

"Aleksander sólo quiere lo mejor para nuestra manada." Harry lo había rodeado con los brazos y le había besado en los labios. Pero Draco estaba demasiado furioso como para aceptar cualquier afecto de su pareja. "Mi luna, por favor. Mi primo tiene experiencia. Él fue padre."

"No me mira a los ojos cuando me habla." Draco estaba indignado. "Mira mi vientre, como si yo no existiera. ¿Eso es lo que soy, eso es lo que te parezco yo a ti, sólo un horno que calienta a los niños?" Draco lo empujó y se desplazó fuera de los brazos de Harry.

Harry pareció sorprendido y desconcertado, tanto que se quedó paralizado.

"Por supuesto que no." Le dijo Harry. "¿Cómo puedes pensar eso? Eres mi omega, Draco. Te quiero, te queremos los tres. Eres muy inteligente y sabes muchísimas cosas. Que cargues a nuestros hijos no te hace menos que nada."

"Pues en ese caso haz lo que te digo." Pidió Draco. "Dile que se vaya, no lo quiero en la manada. No lo necesitamos, estábamos perfectamente. ¿Por qué ha tenido que venir?"

"Es tradición que la familia venga a la manada cuando la pareja del líder está a punto de dar a luz." Harry se acercó a Draco, y para su alivio el omega no se movió. Dejó que su alfa tocara su vientre, la yema de los dedos de Harry acariciaron la curvatura. "Y los tres estamos tan felices de eso. Ya vamos a ver a nuestros cachorros, mi luna. ¿No te hace feliz eso?"

"Claro que me hace feliz." Respondió Draco, y miró a su alfa a los ojos. "Pero yo no soy una yegua que cría y pare, Harry. Quiero que se me respete y que me traten igual. Soy omega enlazado y seré madre." Su alfa lo miraba a él. "Y también debo ser Madre omega. Pero parece que tu primo y yo tenemos diferentes conceptos."

"Draco." Suplicó Harry con cansancio.

"¿Recuerdas el día que me marcaste?" Le preguntó Draco. "Fue en esta misma habitación, ¿te acuerdas? Encendiste la chimenea y me dijiste que tu manada merecía una buena Madre omega, y que creías que yo podría serlo."

"Claro que lo recuerdo." Murmuró con cariño ante el recuerdo. "Eres una gran Madre omega, mi luna."

"A mí nadie me ha explicado lo que debe o no debe de hacer una Madre omega." Espetó Draco con seriedad, y su alfa lo miraba atentamente. "Pero siempre he tenido un buen uso de razón. Mi instinto me dice cuándo hago las cosas bien y cuándo lo estoy haciendo mal. La verdad es que todo este tiempo he creído que he estado haciendo lo mejor para esta manada. ¿Por qué ahora todo el mundo me dice que no?"

"Draco, yo..."

"¿Me quieres, Harry?"

Su alfa pareció confundido y sorprendido por la pregunta. Estructuró el rostro de Draco, que se mantenía serio e impasible.

"Claro que te quiero." Le dijo.

"Si alguien viene mañana y te dice que en realidad lo que sientes por mí no es amor, ¿dejarías de quererme?"

Draco sintió que las manos de su alfa se tensaban alrededor de su cintura. Harry frunció su ceño y miró fijamente a Draco.

"No." Contestó. Y Draco supo que aquello lo decía en serio.

"Pues yo no pienso cambiar mi conducta." El omega sintió que las manos de Harry acariciaban su cintura, el agarre se volvió más suave. "Ningún alfa vendrá a cuestionar mi manera de actuar. No pienso permitir que ni me traten ni me comparen con una yegua, Harry, porque no lo soy."

Draco se zafó de los brazos de su alfa. Salió de su habitación echando fuego por las orejas pero con su rostro suave y calmado. Alzó bien el mentón y cruzó la cocina donde se encontró con Erika. La mujer pareció sorprendida por el aura que emanaba Draco, una mezcla de ira y calma. Draco le sonrió a ella y entonces la omega también le sonrió.

El omega la ayudó a limpiar el resto de la cocina aunque ella le pidió que no lo hiciera y le repitió que no era necesario. Terminaron antes y ella no terminó tan cansada. Draco se dedicó a leer frente a la chimenea mientras ella cosía los pantalones de uno de sus hijos.

Alrededor de las siete de la noche, cuando el cielo nublado estaba oscureciendo con gran rapidez y Erika se había marchado para comprar especias en el mercado, Draco se sentó en su nido con su cómodo camisón blanco de encaje. Tenía tirantas y dejaba expuestas sus clavículas, sus pequeños pechos hinchados quedaban tapados por un bonito escote de punta. Él mismo se había tejido un cárdigan gris con las mangas tan anchas como a él le gustaban, y lo llevaba sobre los hombros para no congelarse.

No se lo había comentado a sus alfas, pero había estado realizando apuntes en algunas hojas de papel. Con la pluma terminó de dibujar una pierna que sufría una quemadura, a un lado tenía los pasos y los remedios aconsejables. A Draco le hacía ilusión tener su propio cuaderno, algún día montaría un cuaderno con todos esos apuntes y en un futuro se lo daría a alguien para que siguiera sus pasos.

Tener su propio legado. Sonaba tan bien.

Rob le había pasado conocimientos a él, y ahora él precedía a Rob. Se preguntó si alguno de sus hijos se interesaría por la medicina y la ciencia.

Snow se removió y Draco miró a su pequeña bolita de energía blanca. Draco se removió y acomodó las almohadas detrás de su espada, se llevó una mano al vientre y resopló por el esfuerzo de tener que echarse a un lado para encontrar una mejor postura.

"A mamá le duele la espalda." Gimió Draco, y se rio. Snow movió su naricita. "Los cachorros son muy nerviosos."

Miró el cuaderno sobre el mueble que había al lado de la cama, donde su nido estaba construido. Era el cuaderno de Rob, el que Rob siempre le había prohibido mirar. Nunca pudo saber qué clase de cosas escribía ahí.

Hasta ahora.

Dejó la pluma y las notas a un lado fuera del alcance de Snow, no era la primera vez que su bebé intentaba roer sus apuntes. Tomó el pequeño cuaderno de cuero con las manos y acarició los bordes con los pulgares.

No había sido capaz de abrirlo desde su muerte. Siempre había querido saber qué había, y ahora no.

Habían pasado semanas desde que Ragnar se lo había dado.

No supo si estaba listo para abrirlo.

Le dio la vuelta al cuaderno y leyó, grabado en tinta seca, las iniciales R. J. C.

Tomó la decisión y le dio de nuevo la vuelta al cuaderno para leer la primera hoja.

"Ragnar,
Si encuentras esto, por favor, dáselo a Draco.
Las cuatro siguientes páginas son para ti."

Rob siempre había escrito de manera muy elegante y limpia, Draco admiró las letras de su amigo y un sentimiento de nostalgia lo sacudió. Sus dedos tocaron un par de hojas que habían sido arrancadas y habían dejado su raíz ahí.

La siguiente página tenía una nota doblada varias veces, la nota había estado ahí en esa libreta durante mucho tiempo y tenía el elegante nombre de Draco escrito con la letra de Rob.

Tomó la carta, y la desdobló. El olor a jazmín le llenó los pulmones de golpe, y los ojos de Draco se encontraron llorosos al olerlo a él.

"Draco,
si estás leyendo esto es porque ya no estoy aquí contigo, o porque has cogido el cuaderno a pesar de que te dije que no lo hicieras. Por favor, si es porque lo has cogido sin permiso no vuelvas a rebuscar entre mis cosas.

Te debo muchas explicaciones y te debo de contar muchas cosas, lo sé. Crees que me conoces y que yo te conozco a ti, pero nunca se conoce a una persona a fondo. Todos tenemos secretos, y está bien tenerlos. Todos merecemos tener secretos.

Lo primero que debo de hacer es pedirte perdón. No tienes por qué perdonarme, y no sabes lo muy culpable que me siento. Si ni la vejez ni ninguna gripe me ha matado, es porque he muerto por un problema en el corazón. ¿Te acuerdas de que te hablé de John, el hombre que me enseñó lo que sé? Siempre intentó encontrar algo efectivo para mi problema, pero algo con lo que se nace no se puede reparar siempre.

Soy débil, pero eso no lo sabes. Tú crees que estoy bien y la verdad es que no lo estoy. Dios me salve de tu ira si te enteras de esto antes de que me haya muerto. Debes de estar tan furioso ahora mismo. Lo entiendo, y tienes todo el derecho.

No quería que te enteraras, quería que pasaras lo que me quedaba de vida mirándome como Rob, tu hermano de no-sangre. No como Rob, tu hermano de no-sangre que está enfermo y se está muriendo. Perdóname. Soy un idiota. Pero he sido muy feliz contigo, y la verdad es que si Dios me diera la oportunidad de hacerlo lo volvería hacer. Todo de nuevo. Una y otra vez. Y no me arrepentiría.

Siempre elegiría volver contigo, porque en ti he encontrado muchas cosas que he estado buscando. Tengo un hermano, un mejor amigo, un confidente y voy a ser padrino. Todo de una misma persona. ¿No es maravilloso? Vas a pensar que creo que es maravilloso pero que en realidad no lo es, que en realidad todo es triste y deprimente porque yo me estoy muriendo y todo me parece genial sólo porque no tengo muchas opciones.

La verdad es, hermano, que me considero alguien muy afortunado. Porque podrías haber preferido a cualquier persona antes que a mí, y sin embargo me has elegido la gran mayoría de las veces.

Confiaste en mí desde el principio, y eso me hace muy feliz. Todo lo he hecho porque te quiero.

No estoy seguro de cuándo vayas a leer esto, o si has dejado de leer esto desde el primer párrafo. Hay muchas cosas que no sabes, Draco, pero que estoy seguro de que las has descubierto por tu cuenta. Como qué pasó con Ragnar (aunque creo que eso lo has sabido desde un principio).

Aquel día, cuando brindamos con pan y tú diste un discurso, yo no pude decirte el mío. Este es mi discurso, y siempre va a vivir escrito en papel para ti. Para que cuando te sientas mal o una de esas inseguridades tuyas te ataque, cojas este papel y lo leas. Léelo tantas veces lo necesites, léelo en el orden que quieras. Es tuyo, Draco, son mis últimas palabras para ti. Son las palabras que diría en tu funeral, aunque desgraciadamente creo que esta vez vas a ser tú el que asista al mío.

No sé cuánto más vaya a durar esta guerra. Mi cuerpo ya está fallando, creo que gana terreno. Llevo en guerra contra mi cuerpo desde hace mucho, pero hace un mes me ha estado avisando de que esta guerra no la voy a ganar yo.

Te quiero Draco Malfoy; como hermano, como amigo, como confidente y como la madre de mi ahijado. Me has enseñado de las ciencias más bonitas de esta vida, el amor. Durante mucho tiempo creí que este amor lo pintaban las madres en los cuentos que le cuentan a sus hijos, y una vez más me has enseñado que me equivoco.

La primera cosa en la que me demostraste que me equivocaba, era en la que Harry jamás me iba a perdonar.

La vida es demasiado corta como para quererte solo en una, Draco. Nos vamos a volver a ver. Te lo prometo, y esta vez lo voy a cumplir.

Robert J. C."

Apartó la carta cuando sus lágrimas comenzaron a empapar el papel. Sollozó, y se pasó las manos por la cara. Respiraba agitado, y no pudo hacer más que llorar. Rob, su hermano. No lo culpaba.

En medio de las lágrimas se rio. Rob siempre había sido así, solía decirle que odiaba que se preocuparan tanto por él. Se enfurecía cuando Ragnar lo sobreprotegía y le repetía mil veces a Draco que no estaba cansado cuando claramente lo estaba.

Sorbió su nariz, y como pudo tomó el libro. Habían algunas páginas escritas, pero el resto estaba en blanco. En la siguiente página en la que Rob no había escrito nada importante estaba grabado, en tinta y en letra mayúscula con exclamaciones, "Aquí empiezas TÚ".

Sonrió y sollozó. Miró las primeras páginas, y eran anotaciones suyas sobre los cadáveres que había abierto. Sólo había anotaciones para atender el parto y la cura para la enfermedad del costado.

Sintió que Snow empujaba su naricita contra su muslo. Miró y acarició a su mascota, y volvió su atención al cuaderno.

Por primera vez en mucho tiempo, desde que había empezado las prácticas con Rob y desde su muerte, Draco volvió a estudiar. Fue a por más velas y las encendió para una mejor iluminación. Repasó y leyó cada advertencia y anotación de Rob. 

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