Vidas cruzadas: El ciclo. #3...

נכתב על ידי AbbyCon2B

192K 23.1K 99.7K

Muchas cosas han sucedido en la vida de los Morgan, pero la aventura no termina. Su historia está por enfrent... עוד

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
239
240
241
242
243
244
245
246
247
248
249
250
251
252
253
254
256
257
258
259
260
261
262
263
264
265
266
267
268
269
270
271
272
273
274
275
276
277
278
279
280
281
282
283
284
285
286
287
288
289
290
291
292
293
294
295
296
297
298
299
300
301
302
303
304
305
306
307
308
309
310
311
312
313
314
315
316
317
318
319
320
321
322
323
324
325
326
AGRADECIMIENTOS.

255

1.6K 172 82
נכתב על ידי AbbyCon2B

1 de mayo 1890.
White Oak, Minnesota.

Olivia tomó una de las bandejas del desayuno que se guardaban en el armario de la cocina y regresó por el pasillo hacia su propia cocina donde en la mesada estaba todo lo que había preparado esa madrugada. Se había despertado temprano para hacer un pastel de moras para el desayuno y había batido los huevos para formar un merengue hasta que su hombro se había cansado.

Todavía tenía la costumbre de preparar el café en casa, pues no confiaba mucho en los frascos ya tostados que vendían en el mercado. Le gustaba tener más control sobre cuanto tiempo tostar los granos para que no tuvieran un sabor a quemado y cuanto tiempo hervirlos para que el café no fuera muy amargo. Las pocas veces que había usado los granos ya tostados que se vendían muy bien en la ciudad, el café le quedaba intomable. Seguro era algo anticuado de su parte (y ridículo) no adaptarse a la modernidad siendo ella una mujer del futuro, pero habiendo vivido más años en el pasado que en el futuro, la modernidad sonaba como algo difícil de volver a adquirir cuando su cuerpo ya estaba acostumbrado a otros métodos. Si para ella era difícil, solo podía sentarse e imaginar que tan complejo sería para toda su familia, quien habían nacido en esa época y no conocían nada más.

Sirvió el café en dos tazas y les agregó azúcar.

Bajó al gato de Katherina de la mesada y lo escuchó chillar cuando el perro de Jonathan le mordió la cola. Katherina había nombrado a su gato Pepper Ebony Morgan (con nombre y apellido), Jonathan había llamado a su perro, Toby. Solo Toby.

Pepper se marchó ofendido hacia su cama en el dormitorio de Katherina y Toby regresó corriendo a la cocina con la lengua colgando de su boca y lo que parecía ser una sonrisa en su rostro. Era un perro alegre y juguetona que solo pasaba su día corriendo y ensuciándose. Se ensuciaba tanto que casi era un ritual tener que bañarlo todas las semanas. Y Toby disfrutaba los baños tanto como tirarse al lodo con los cerdos.

—Alguien esta animado esta mañana —le dijo y le lanzó una de las galletas que había preparado para convidarle—. Como te gustan las cosas dulces como a papá, desafortunadamente tu no puedes comer mucha harina, así que esa será la única galleta que tendrás.

Le acarició la cabeza y continuó sirviendo el desayuno en la bandeja mientras Toby daba vueltas a su alrededor o intentaba pararse en dos patas para ver sobre la mesa y quizás robarse algo de comida.

—¿Papá ya despertó? —curioseó Elizabeth al entrar a la cocina—. Mira, le hice un dibujo...No se me da muy bien dibujar, pero se supone que debía ser una rosa.

Olivia sonrió y ver el dibujo que Elizabeth le había hecho a su padre la conmovió. Había escrito en perfecta caligrafía; Padre, te amo tanto como las abejas aman el polen y como la naturaleza ama a las abejas. Sin ti, el equilibrio en nuestra familia se rompería, como la naturaleza sin abejas. Tu pequeña por siempre, Lizzie.

Le acarició la mejilla y sonrió.

—Le va a encantar, mi amor. A tu padre siempre le gustaba cuando le hacías dibujos de pequeña.

—Lo sé, por eso decidí volver a hacerlo...Tengo un montón más —. Buscó en el bolsillo de su vestido y sacó unas hojas dobladas—. ¿Ves? ¿Puedo ir a dárselos? Dibujé a Toby también...Adrian dijo que parece una rata.

Se rio y tomó la bandeja para ir hacia el dormitorio.

—Estoy segura de que se parece a Toby —. Elizabeth le enseñó el dibujo y Olivia se mordió el labio—. Oh...Bueno, si usamos la imaginación segura se parece.

Rodó los ojos mientras se reía y la siguió hacia las escaleras.

—¿Puedo verlo? Ya pasaron días desde que despertó ¿por qué no puedo verlo? ¿Él no quiere vernos?

Olivia suspiró y se detuvo a mitad de la escalera.

—Está triste, Lizzie, dale tiempo ¿sí? Esto es tan difícil para él como para nosotros.

—Pero lo extraño —. Olivia dejó la bandeja sobre la mesilla en el corredor y se regresó hacia su hija para abrazarla—. Quiero que sepa lo amo mucho.

—Él lo sabe, amor y te aseguro que lamenta mucho la decisión que tomó, estaba en un lugar muy oscuro y no pensó claramente, por eso le apena tanto salir del dormitorio y debemos respetar eso y darle tiempo. Porque no le haces más dibujos mientras tanto ¿qué dices?

Asintió, ocultándose en el hombro de su madre y cuando se apartó se limpió las lágrimas y se guardó los dibujos.

—Le diré a Ada para pintar juntas y tal vez Marie pueda enseñarnos.

—Eso es, cariño, me parece una gran idea.

Elizabeth se marchó hacia su dormitorio sin poder evitar mirar hacia la puerta de su padre como si esperara verle salir y una vez se encerró en su dormitorio, Olivia fue con el desayuno para despertar a Jonathan.

El dormitorio todavía estaba sumido en oscuridad, así que lo primero que hizo fue dejar la bandeja en la mesa y correr las cortinas. Jonathan se removió en la cama, acostado sobre su vientre con la mejilla apretada contra la almohada de Olivia, la cual abrazaba pues todavía tenía su aroma. Enterró el rostro en la almohada para cubrirse de la luz y Olivia se acercó a él desde la espalda y repartió besos por su cuello y sus bíceps desnudos.

—Hoy rompiste el récord, dormiste casi veinte horas.

—Mmm ¿tanto?

—Sí, ya estabas dormido anoche cuando te traje la cena —. Le acomodó las mantas cuando él giró en la cama para sentarse y fue en busca de la bandeja—. ¿Descansaste bien?

—Sí y ahora me duele todo el cuerpo y tengo mucho más sueño.

—Cuanto más duermes más sueño te da. Aquí, tomate el café que ayudará —. Le dejó la bandeja sobre las piernas y rodeó la cama para ir a sentarse al otro lado—. ¿Quieres salir del cuarto hoy?

Negó mientras iba directo al pastel de moras y Olivia le peinó el cabello mientras él comía.

—Tus hijos están esperando por ti, amor, no están enojados, te aseguro que solo están preocupados y te extrañan mucho.

—Me avergüenza —confesó y cerró los ojos ante sus caricias—. No se como compensarles por lo que hice.

—Hablar con ellos es más que suficiente, nadie te está culpando, osito, solo tu. Nosotros entendemos que no te sentías bien y queremos cuidarte.

La miró de reojo y no agregó nada.

Simplemente no tenía nada que decir, el sentimiento de culpa por lo que había hecho seguía presente mezclándose con el arrepentimiento. No quería que su familia lo viera como débil y ahora todos sabían que lo eran, no quería que creyeran que no los amaba cuando todo lo que hacía era amarlos con tantas fuerzas...Que haría lo que fuera por ellos, para protegerlos.

—Iremos a la iglesia el domingo para misa, podrías venir con nosotros y el Reverendo podría bautizarte —. Jonathan frunció el ceño ante esa extraña idea—. Como un nuevo hombre, Jona, limpió de culpas o arrepentimientos pasados y así restaurar la paz en tu corazón.

—¿Crees que Dios lo permita?

—Creo que solo podemos saberlo si lo intentamos ¿Qué dices?

Asintió y le acercó una cuchara con pastel de moras a los labios. Ella sonrió cuando comió con él y se tomaron sus cafés mientras disfrutaban del silencio.

La puerta se abrió y Toby entró con una pelota en la boca para sentarse junto a la cama del lado de Jonathan y masticarla. Toby había aprendido a abrir la puerta del dormitorio, lo cual a veces era una pesadilla, cuando entraba en las noches mientras ellos intentaban hacer el amor o mientras dormían y Jonathan despertaba sobresaltado.

Jonathan movió sus piernas del camino y palmeó el colchón para que Toby trepara en la cama. Le obedeció y dio un par de vueltas antes de acomodarse con la pelota en su boca y mirarlos a ambos como si les suplicara por un poco de juego.

—Creo que tu hijo quiere jugar —. Jonathan se rio—. Tendrás que sacarlo al jardín.

—Supongo que tendré qué. ¿Cómo está Jian?

—Físicamente mucho mejor, solo le queda un pequeño moretón debajo del ojo. Emocionalmente creo que todavía lo esta asimilando, pero Derby la cuida muy bien y le estoy muy agradecida por eso. La ha acompañado en todo el trayecto y siempre que voy por la casa él está abrazándola y diciéndole que es hermosa. Eso realmente la ayuda.

Jonathan asintió y forzó una sonrisa tragándose las lágrimas.

—Es un buen hombre.

—No me sorprende, eres bueno eligiendo a tus amigos, Jona. Todos han estado pendientes de tu recuperación y se nota a kilómetros que te aman.

—Después de treinta años y morir juntos un par de veces creo que no es sorpresa seamos unidos. ¿Chester vino también?

—Todos los días, él y Oliver han estado dirigiendo la compañía mientras descansas y continuarán dirigiéndola el resto del mes.

—Respecto a eso —. La sonrisa de Olivia desapareció y lo miró lista para rezongarlo. Jonathan revolvió su café distraído—. Estaba pensando que...técnicamente como dormí un mes ya...Ya pasaron esas vacaciones ¿no? Ya podría volver al trabajo, tengo mucho por hacer y desenterrar la mercancía que ocultamos para poder venderla.

—No lo permito, debes descansar y relajarte, tus hijos pueden encargarse de eso —. Abrió la boca para protestar, pero Olivia le chitó—. Vacaciones, Jona.

—¿Pero que voy a hacer yo con vacaciones? Nada, aburrirme todo el día.

—Te buscaremos un pasatiempo, debe haber algo que te guste.

—Trabajar me gusta.

—Jona, por favor —suspiró—. No te hará bien volver al trabajo, es demasiado estrés y tu apenas te estás recuperando. Ayúdame a ayudarte ¿sí?

Asintió, obligándose a dejar el tema y murmuró una disculpa.

Tal vez era momento de dejar el dormitorio, ya habían pasado tres días desde que había despertado y estar encerrado en el cuarto no era definición de divertido, además de que Olivia se encerraba con él para no dejarle sólo y Jonathan no quería ser esa clase de carga, impidiéndole continuar con sus actividades por cuidarlo.

Limpió el plato recogiendo el exceso de merengue y relleno de moras con la cuchara y con una de las galletas terminó de limpiarlo y se la comió. Olivia sonrió al verlo y Jonathan continuó comiendo algunas de las galletas con ella antes de que alguno volviera a hablar.

—¿Me cortarías el pelo?

Asintió con una sonrisa y que le pidiera ese cambio la emocionó. Era un paso nuevo para salir de la depresión y de estar en la cama todo el día. Cortarle el cabello le ayudaría a verse distinto y afeitarle también podría ayudar. Dejó la cama para ir hacia su boudoir en busca de las tijeras y una toalla. Cuando regresó, Jonathan estaba sentado al borde del colchón y la bandeja estaba a su lado con Toby olfateando en busca de sobras. Si no fuera un perro activo, ya tendría sobrepeso por todo lo que comía.

—Vamos al baño así te lo mojo un poco.

Jonathan la siguió descalzo y todavía en pijamas y se sentó en la silla que ella trajo, inclinó la cabeza hacia el lavado para que le mojara el cabello y se lo lavara y luego se quedó quieto, viéndose en el espejo mientras Olivia lo cortaba.

Jonathan nunca llevaba el cabello corto del todo, en esos momentos lo traía por debajo de los hombros y Olivia se lo cortó hasta debajo de las orejas, marcando la forma de su rostro y despejando un poco su mandíbula, para que sobresaliera más. Era demasiado guapo con el cabello corto o largo, aunque a Olivia le gustaba más cuando lo llevaba por sobre los hombros a cualquier altura entre medio.

—¿Quieres que te afeite también?

Asintió sacudiéndose los pelos de la ropa y Olivia abrió el botiquín del espejo y tomó la crema de afeitar y la brocha. Frotó la brocha contra la crema hasta que hiciera espuma y luego le cubrió las mejillas, el cuello y la boca. Le limpió los labios para que no le molestara el sabor y tomó la navaja que limpió primero en su vestido antes de empezar a cortar el vello.

Recordaba la primera vez que lo había afeitado, treinta años atrás cuando se habían casado y ella se encontraba demasiado nerviosa de usar una navaja. Solía practicar con Jonathan confiando ciegamente en ella y más de una vez le había hecho un pequeño corte en la mejilla. Nunca tocaba el cuello por aquel entonces y dejaba que él lo hiciera porque temía lastimarle, pero después de treinta años afeitándolo y cortándole el cabello, ya se consideraba una experta. Jonathan no se afeitaba a sí mismo desde que se había casado con Olivia.

—Nuevo corte, afeitado y pronto bautizado, serás un nuevo hombre, cariño. Guapo hombre —. Él reprimió una sonrisa y aprovechó que la tenía justo enfrente para admirarla—. Mmm, hacía tiempo no te veía sin barba.

—¿Te gusta?

—Me encanta, aunque con barba te ves muy sexy también. Lo que sí, reconozco me gusta más como te queda el cabello así —. Él se miró al espejo y lo peinó con sus dedos—. Te marca la mandíbula y es mi debilidad.

—Joder, como me sube el ego escucharte.

Se rieron y Olivia continuó afeitándole.

—Eres muy hermoso —. Le limpió con la toalla y agregó algo de espuma en las zonas que le habían quedado incompletas—. Ahí, listo...Deja busco la loción.

Tomó el aceite para después de afeitarse, se cubrió las manos y le masajeó el rostro y el cuello para que los vellos no le irritarán la piel. Jonathan le cerró una mano en la nuca y tiró de ella hacia sus labios, obligándola en el proceso a caer sobre él.

—Gracias —susurró contra sus labios—. Te amo.

—También te amo —. Acarició su mejilla que ahora estaba suave como la cola de un bebé y sonrió—. Guapo. Muy guapo. Te prepararé un baño para que te puedas quitar todo el pelo que te cayó encima.

Él se llevó la silla del baño y Olivia abrió las canillas para llenar la bañera. Jonathan se agarró algo de ropa para después de bañarse, usaría un traje como de costumbre y bajaría a encontrarse con sus hijos, aunque fuera una decisión difícil. Se bañó con Olivia sentada a su lado y ayudándole como en los viejos tiempos.

Hacía tiempo que no se acompañaban mutuamente mientras uno se bañaba como cuando recién se habían casado y ella solía sentarse junto a la bañera para hablar de sus días. Eran pequeñas cosas que ambos habían echado de menos y ahora que sus hijos estaban más grandes, eran pequeñas cosas que podían volver a hacer. Sus hijos se marcharían a hacer sus vidas, pero ellos dos seguirían juntos hasta el último de sus días. Serían su único apoyo y consuelo en cada escalón de la vida y por eso Jonathan quería enamorarla cada día mientras él caía enamorado una y otra vez. Olivia era su compañera de vida y quería tener la mejor vida con ella.

—¿Saldrás? —le preguntó mientras le anudaba la corbata y Jonathan asintió—. Estaré a tu lado en todo momento ¿sí?

En el salón estaban los hijos que aun vivían con ellos reunidos en el sofá. Elizabeth pintaba con Marie en el suelo. Gwendoline estaba tejiendo unos guantes para el invierno, Owen leía un libro a su lado y Hardy terminaba de resolver un rompecabezas que Harvie había comprado en la ciudad y no había logrado armar. Zenia estaba completando un crucigrama en el periódico y los mellizos bailaban el vals al ritmo de la melodía que Ada tocaba en el piano. Katherina y Kathleen estaban haciéndole otro regalo a su padre y Aiden, Geordie y Grayson solo charlaban mientras Floyd admiraba el paisaje desde la ventana, sumido en sus pensamientos.

Cuando escucharon a Toby llegar corriendo, Owen le hizo un lugar en el sofá como de costumbre, pero Toby no se sentó. En su lugar se quedó de pie en la puerta, mirando hacia el corredor mientras se sacudía de la emoción. Dejaron lo que hacían y miraron hacia donde Toby solo para ver a su padre entrar en el salón. La música de Ada finalizó y todo el mundo se puso de pie para correr hacia él. Lo rodearon en cuestión de minutos y el alboroto fue demasiado, entre sus hijas llorando de la emoción y sus hijos preguntando cómo se sentía y agradeciéndole por todo.

—¡Papá! Te extrañé tanto —. Jonathan apretó los ojos al sentir los brazos de Ada entorno a su cadera y le acarició la cabeza.

A ella no le habían dicho la verdad, solo que Jonathan no se encontraba bien y necesitaba descansar. Era demasiado chica para entender que su padre había caído en gran angustia y se había intentado hacer daño y Olivia no quería causarle un trauma a tan temprana edad.

—Yo a ustedes y...y l-lamento lo que hice...—susurró hacia sus hijos e hijas más grandes—. No estaba pensando claramente, pero deben s-saber que los amo con todas mis fuerzas y ustedes s-son t-todo para mí.

Todos sus hijos asintieron, las mujeres llorando y los hombres conteniéndose de hacerlo y se fundieron en un gran abrazo familia.

—No, no, no te disculpes —pidió Elizabeth—. Nosotros te entendemos y queremos cuidarte.

Jonathan besó la frente de Elizabeth y ella se aferró a él con más fuerza, estrujando a Ada entre sus cuerpos. Olivia les permitió su momento para que pudieran reconfortarse y consolarse mutuamente y luego cuando todos se fueron a sentar en el sofá, ella se sentó junto a Jonathan, recostándose en su pecho y Ada se acomodó al otro lado, trepando sobre las piernas de su padre.

—Te hice estos dibujos —informó Elizabeth y le entregó las hojas dobladas—. No se me da muy bien dibujar, pero Marie me estaba enseñando.

Jonathan sonrió al ver los corazones que Elizabeth le había hecho o la carta donde le decía lo mucho que la amaba y la cual había decorado con corazones y recortes de periódico. Le hizo un lugar a su lado para que se sentara y ella se apretó entre su cuerpo y el de su madre para abrazarlo.

—Son preciosos, Lizzie, los agregaré a mi colección. Estoy haciendo un libro con todos los dibujos que me hicieron —. Pasó hacia el siguiente dibujo y sonrió—. Que linda rata.

—Es Toby —dijo conteniendo la risa y Jonathan se encogió un poco.

—Claro, Toby, sí, ya lo sabía...Obvio, yo solo bromeaba.

Se rieron y Elizabeth se abrazó a él con más fuerza.

—Te amamos mucho, papá.

Jonathan la abrazó y besó su cabeza, quedándose allí mientras ella se ocultaba en su torso. Abrazó también a Ada y le sonrió.

—Yo los amo a todos ustedes.

Olivia dejó a Jonathan para que estuviera con sus hijos y regresó al dormitorio para tomar la bandeja con los platos sucios del desayuno y regresarla a la cocina.

—Veo que Jona salió del dormitorio —comentó Harvie al entrar en la cocina ya vestido y con un bolso al hombro para marcharse—. ¿Está mejor?

—Lo estará y sé que pasar tiempo con sus hijos le ayudará. ¿Te marchas?

—Iré con Timmy durante el día para ver si le ayudo a limpiar el bosque —. Agarró unas manzanas para guardar en su bolso y se quedó mirando la fuente con pasteles de durazno—. ¿Puedo llevarme unos pasteles?

—Esta es tu casa, Harvie, no debes pedir permiso y lleva todo lo que necesites. Mira, creo que sobró algo de carne de la cena ¿no quieres que te preparé unos emparedados para el almuerzo? —. Asintió y mientras el envolvía los pasteles en un trapo, Olivia tomó unos panes para cortarlos al medio y empezó a preparar la comida—. ¿Cómo van con lo del bosque?

—Nos atrasamos un poco con todo lo que sucedió, pero no es como que a él le importa. Va a su propio ritmo, lento y tranquilo. Había olvidado lo estresante que es.

—¿Qué vaya lento y tranquilo?

—Que se niegue a pedir ayuda —corrigió—. Avanzaríamos más rápido con más hombres, pero es demasiado terco como para ceder.

—Le gusta el merito de hacer las cosas él mismo, no hay nada de malo en eso. ¿Le pongo aceitunas al emparedado de Timmy?

—No, no le gustan, pero ponle bastante tomate eso sí le gusta.

Olivia agregó otras dos rodajas y untó una de las tapas de pan con mayonesa y kétchup.

—Me alegra que volviera, te ha hecho muy bien —. Le dio un beso en la mejilla al pasar por su lado para ir a buscar un trapo para envolver la comida y regresó sonriendo—. Me gusta verte alegre.

—Me alegra estar con él, extraño demasiado a Darion, pero...Siento que Timmy podría ser mi futuro ¿crees que este mal?

—Claro que no, mereces amar y ser amado y mereces tener una vida feliz —. Le entregó la comida envuelta y Harvie la guardó en su bolso—. ¿Acamparas con él? ¿Quieres que te de algo para la cena también?

—No, conociéndolo, seguramente ya haya puesto trampas para cazar algo. Muchas gracias, Liv y no dudes enviar a buscarme si me necesitas, no estamos lejos —. Tomó la botella con agua que ella le entregó para agregar al bolso y después de un abrazo, se despidió y se marchó.

Cargó el bolso a su caballo para llegar más rápido y fue andando por el camino hasta salirse en dirección al bosque donde Timmy planeaba construir su casa. A unos metros de distancia ya podía escuchar el golpe del hacha contra el tronco y cuando estaba desmontando y atando a su caballo a una de las ramas, escuchó el sonido de un árbol al caer.

—Veo que has avanzado.

Timmy le sonrió con el hacha sobre el hombro y asintió.

—Quería aprovechar el frío de la mañana antes de que levante mucha temperatura. ¿Tienes agua? —. Le entregó la botella y él bebió con ganas—. Primer árbol del día. Creo que podemos hacer dos árboles al día y adivina qué.

—¿Qué?

—Hay una serrería cerca de Sheldon y si les llevo los troncos me hacen los tablones a la mitad del precio.

—¿Entonces no los harás tu?

—Quería hacerlos yo, pero la maquina que ellos tienen me los dejará más lisos y esa es una oferta que no puedo rechazar —. Cerró la botella y se la regresó—. Ellos vendrán a llevarse los troncos cuando estén listos y conseguí esto en la ciudad.

Harvie tomó el panfleto que Timmy le extendió y mientras lo leía dejó la botella de agua con sus cosas. Era un panfleto la compañía Pure House Colors y ofrecía combinaciones de colores que se veían bien para pintar la casa.

—¿Qué colores te gustarían?

Sonrió al sentir a Timmy de pie a su espalda y se concentró en la hoja.

—¿Para afuera? —. Timmy asintió y besó su cuello—. Este verde y bordo no están nada mal.

—Tienes buen gusto —. Lo besó y se alejó para empezar a limpiar el tronco—. Verde y bordo será. Debo ir a comprar algunas cosas a la ciudad, pero primero vender algunas de las mías para conseguir dinero.

—Yo puedo pagar —ofreció y antes de que Timmy se negara agregó—. Técnicamente somos una pareja ¿no? El dinero en las parejas es de todos.

Timmy trepó sobre el tronco que había tirado y lo miró con los ojos entrecerrados.

—Juegas sucio, Aston y no me gusta.

—¿Somos pareja o no?

Lo siguió con la mirada cuando Harvie se acercó al tronco y le ofreció una mano para ayudarle a subir.

—Lo somos.

—Entonces usaremos nuestro dinero para pagar lo que debas comprar en la ciudad —. Le atrajo hacia sí desde la camisa y sonrió—. Te daré una llave para que puedas acceder a la cuenta en el banco. Ahora dame el hacha que yo continuó y ve a comer los pasteles de durazno que traje.

Estuvieron todo el día talando los seis árboles en el camino y cuando los hombres de la serrería vinieron a buscarlos, les ayudaron para que pudieran engancharlos a la base de transporte y los vieron alejarse con ellos. Unos días más y tendrían tablones, mientras tanto Timmy quería conseguir todos los clavos y demás que necesitaría para armar la casa. También pensaba hacer la base de material para que tuviera más soporte, por lo que iría a comprarse algunos ladrillos. Quería ir haciendo los cimientos mientras esperaba por los tablones, trabajar las bases de la casa.

Cuando empezó a caer la noche, se dieron un baño en el río, Harvie armó la carpa donde dormirían y como había imaginado, Timmy cazó dos conejos y los cocinó en la fogata. Era la forma de vida que a él le gustaba, algo sencillo y sin frustraciones, donde trabajaban por la comida de cada día y la disfrutaban antes de irse a la cama. Vivir con Timmy tenía sus lujos; paz y comodidad. A su lado todo se sentía tranquilo y aunque los días podían ser agotadores, las noches eran cariñosa y románticas.

Miró hacia el entorno oscuro que los rodeaba y escuchó grillos y vio algunas luciérnagas. Timmy sostuvo un trozo de carne frente a sus labios y la aceptó con una sonrisa antes de sentarse más cerca de él.

—Realmente estamos solos aquí.

—Elegí un buen lugar ¿viste? No tenemos que ocultarnos.

Sonrió y se inclinó hacia sus labios en busca de un beso. Timmy lo besó sin pensárselo y le ahuecó el rostro con ambas manos para tirar de él hacia su cuerpo. Harvie no se lo pensó dos veces, se sentó sobre él, abrazándose a su cuello y profundizó el beso mientras le acariciaba el cabello.

Sintió las manos de Timmy tirando de su camisa para sacarla del interior del pantalón y empezó a desabrocharse los botones para acelerar el proceso. Timmy besó su cuello y su torso una vez quedó desnudo, le acarició los pezones y regresó a sus labios gimiendo. Terminaron en la carpa, acostados sobre las mantas, completamente desnudos y dejando que sus caderas se chocaran y el roce de sus intimidades les excitara. Durante un rato solo se besaron y se tocaron, Timmy le acarició los glúteos, lo apretó contra su cuerpo, gimió contra sus labios y descendió con besos por todo su torso antes de regresar a su boca. Harvie se abrazó a él, encerrándolo con sus piernas y brazos, no se contuvo de gemir o jadear su nombre, no se contuvo de demostrarle lo mucho que le gustaba su forma de tocarlo.

—Hazlo tu esta noche —pidió Timmy y bajó la vista hacia sus miembros para masajear sus glandes juntos—. Quiero sentirte.

—¿Seguro?

—Sí, además ya has dejado de beber...No me vas a pudrir el trasero con tu semen rancio —. Se rieron, pero Harvie no pudo relajarse del todo—. ¿Qué sucede?

Lo apartó contra su voluntad y suspiró.

—No dejé de beber —confesó—. No del todo...Yo...He estado buscando pequeños tragos de tanto en tanto, pero pequeños.

—¿No has dejado de beber entonces? —. Negó y murmuró una disculpa, quería dejarlo, solo no era tan fácil—. Está bien, supongo que tendremos que ser más pacientes, pero has hecho un gran avance y eso es importante. ¿Me follaras?

—¿Aun así quieres que lo haga?

—Uhm-mmm, te deseo en mi interior desde hace años, ya no quiero imaginar como se sentiría, amor, quiero sentirte —. Se besaron y sin romper el beso, Harvie tomó el lubricante de su bolso—. Quiero ser tuyo, Harvie.

—Sí, por favor...Sí... —. Acarició sus labios con la punta de su lengua y deslizó sus dedos con lubricante entre sus nalgas para prepararlo, continuó besándolo y gimió en su boca—. Te amo.

—Yo a ti...Oh, mierda, esa cosa está fría.

—Se calentará con el roce y te gustará, dime si no te gusta —. Asintió y se giró para darle la espalda y que Harvie pudiera pegarse a su espalda—. Eres tan hermoso...Tan perfecto, joder, como te amo, Timmy...Y te extrañé tanto.

Llevó una mano hacia atrás para acariciarle la nuca y cuando lo sintió en su entrada apretó los ojos y se mordió el labio. Era difícil no revivir todos sus años en la cárcel cuando lo sentía empujándose en su interior, pero, aunque recordara todas esas veces encadenado al suelo mientras los oficiales se tomaban turnos con él, se percataba de que Harvie era suave con él, amoroso. Lo besaba y le susurraba al oído lo mucho que lo amaba y tenerlo en su interior, que se abriera para recibirlo, se sentía bien. Mejor que bien.

Gimió y llevó una mano para apretarle el muslo y empujarlo hacia su interior más fuerte.

—Oh, joder...Harvie...Joder...

Estrujó las mantas debajo de su cuerpo y enterró el rostro en la almohada cuando Harvie empezó a adentrarse en él más rápido.

—¿Se siente bien?

—Mejor que bien, maldita sea...N-no pares —. Se masturbó mientras él se empujaba en su interior cada vez más rápido y ambos gimieron—. E-estoy...estoy cerca...

—Yo también...E-espera...espera —. No se detuvo con las embestidas, pero acomodó su camisa sobre las mantas para que no se ensuciara la manta sobre la que dormirían—. Quiero escucharte cuando acabes, Timmy, me pone demasiado cuando gimes.

Y a él le excitaba demasiado que le dijera eso, por lo cual ni siquiera pudo contenerse de gemir grave y fuertemente al alcanzar le orgasmo y sentirlo llegar en su interior.

Se quedaron quietos unos minutos después de que el orgasmo pasara y Harvie besó su hombro y sonrió. Le peinó el cabello y asomó por sobre su cuerpo para intentar ver su expresión.

—¿Estás bien? —. Timmy asintió en silencio y se giró para enfrentarlo y abrazarse a su cuerpo, oculto en su pecho—. No estás solo, amor, estoy contigo y te amo.

—Me haces sentir tan completo y limpió —susurró contra su piel—. Me gusta, pero me asusta volver a perderte.

—No sucederá, Timmy, estaremos juntos hasta el final porque no pienso permitir que vuelvan a separarnos —. Le peinó el cabello y sonrió al sentir como besaba su pezón—. Te amo.

—También te amo, Harvie. Lo eres todo para mí, siempre lo has sido.

Se quedaron abrazados y Harvie tiró de la colcha para cubrirlos a ambos y le acarició la espalda hasta que se quedaron dormidos juntos en esa posición que les traía demasiada paz a sus vidas.

03 de mayo 1890.

White Oak, Minnesota.

Elizabeth estaba en casa de Jian con una carta de Ethan en sus manos. La carta había llegado al correo esa mañana, aunque ya tenía dos semanas de antigüedad, Derby había sido muy amable al ir a recoger el correo por ella, mientras ella se concentraba en cuidar de Sam y ayudar a limpiar un poco. Miró el sobre, con cierta indecisión al abrirlo y regresó en sí cuando sintió olor a quemado.

—Lizzie, hay olor a quemado —comentó Jian desde las escaleras.

—Sí, sí, es mi culpa...Olvide el pastel en el horno —. Lo sacó cuidando no quemarse y maldijo para sus adentros cuando lo soltó bruscamente sobre la mesa al sentir los trapos calentándose. Jian asomó en la cocina—. Estoy bien, perdón...Olvide el pastel.

—Seguro se puede salvar.

Se acercó para ayudarla y le sonrió.

—No, tranquila, vuelve a descansar y ya improvisaré algo.

—Puedo ayudarte, tu nos has estado ayudando mucho este mes.

—Es lo menos que puedo hacer —. Agarró un cuchillo para intentar remover la masa quemada del pastel y lo volcó en una de las fuentes—. Todos están tan ocupados.

—Ha sido un mes alocado. Aquí, usa esto para raspar lo quemado, igual Derby come tierra si se lo sirves, así que no le importará —. Se rieron y Elizabeth la abrazó y suspiró—. Estoy bien, Lizzie.

—Te admiro tanto —confesó con lágrimas en los ojos—. Tu y mamá...Son extraordinarias.

Jian se apartó un poco para verla y le limpió las lágrimas de las mejillas con una sonrisa y los ojos húmedos.

—Solo debemos seguir luchando y tú, pequeña Morgan, eres extraordinaria también y harás grandes cosas.

—¿Mamá te ha dado adelantos de mi vida? Porqué a mí no me dice nada.

—Me ha dicho una cosa o dos, pero mis labios están sellados —aseguró y lanzó una llave invisible a los aires—. A veces es mejor que la vida te sorprenda, tanto las cosas buenas como las malas siempre nos dejan un aprendizaje y crecemos más fuertes de ellas.

Realmente la admiraba, Jian se mantenía tan fuerte por toda la familia después de lo horrible que había sido el ataque y Elizabeth no sabía de donde sacaba la fortaleza. Jian decía que era el poder de una madre, se negaba a dejar que sus hijos la vieran caer en depresión, que se culparan o se lamentaran y cuando había descubierto que Lucas estaba mucho más herido de lo que Olivia había reconocido, sus días de estar acostada en la cama lamentándose se habían acabado. No podía cambiar lo sucedido, lamentarlo no lo arreglaría, ahora solo le quedaba poner su vista en el futuro y continuar avanzando y Derby la ayudaba demasiado a lograrlo. Que él la tratara como siempre, sin cambiar su forma de tocarla, besarla o coquetearle, le hacía sentir que a sus ojos era la misma mujer, a pesar de haber sido insultada de tantas formas. Y sentirse la misma mujer a ojos de su marido, le devolvía ese honor que Hopkins y Ridley le habían quitado.

—Veo que Ethan te escribió.

—Sí, tengo miedo de leerla —. Jian sujetó el sobre y esperó una explicación—. En mi última carta me puse...un poco...demasiado romántica y tal vez excedí los límites. Aun no sé en que punto está nuestra relación, él sí dijo que me besaría la próxima vez que nos viéramos ¿pero ¿y si conoció a otra mujer en Nueva York? Hay muchas mujeres lindas allá imagino.

—No tan lindas como tu —. Rompió el sobre con una sonrisa y tomó la hoja—. Vamos a ver que dice.

—Ay, no, que vergüenza.

—Soy tu hermana, por favor, guarda la vergüenza para papá —. Desdobló la hoja y alzó las cejas con una sonrisa—. Interesante...

—¿Qué dice? Jian dime que dice...Ay, dame, dame, déjame ver.

—Oh, vaya...Mira esto...Conoció a otra chica.

—¡¿Qué?! —. Le arrancó la carta de las manos y empezó a leer con ojos veloces—. ¡Agg! ¡Mentirosa!

—Pero ya conseguí que leyeras la carta ¿ves?

Le pellizcó una mejilla y continuó raspando la masa quemada del pastel mientras Elizabeth leía.

Querida Lizzie, me preocupa enormemente la salud de tu padre y más aún como tu has llevado todo el dolor, imagino que no debe haber sido nada fácil para ti y pronto estaré a tu lado para apoyarte en este momento tan difícil. Mi intención era partir inmediatamente con tus hermanos cuando recibieron la noticia, pero tu madre no me lo ha permitido e insiste en que finalice mis estudios. También te extraño demasiado, Lizzie y desearía que mis inseguridades no me hubieran hecho dudar tanto al momento de confesarte mis sentimientos, me gustas demasiados y desde hace años, tu belleza solo se multiplica cada vez que vuelvo a verte y si no hubiera sido un cobarde podría decir ahora que eres mi mujer. Sueño con algún día poder decirlo y poder sostener tu mano mientras caminamos por la ciudad, envejecer a tu lado. Muero por besarte, por descubrir lo que se siente estar en tus brazos y sentir tus labios en los míos y tus palabras tienen el poder de hechizar mi corazón. No soy capaz de expresar lo que produces en mí, la mezcla de cosquillas, alegría, amor y felicidad que me generas y no puedo esperar el momento de finalmente verte y quedarme contigo durante este verano. Regresaré a casa el primer sábado de mayo, hasta entonces, te tengo presente en todos mis sueños y continuaré imaginando como será finalmente tenerte. Con mucho cariño y afecto, Ethan Jones.

Brincó en el lugar sin poder contenerse de chillar como una loca enamorada y dio vueltas por la cocina con Jian alejándola del horno hirviendo cada vez que ella pasaba torpemente por su lado.

—¡Con mucho cariño y afecto, Jian! ¡¿Escuchaste?! Y dice que sueña con poder decir que soy su mujer...Oh, Dios... ¿Eso implica matrimonio ¿verdad? No, no, no quiero casarme... ¿Qué voy a hacer? Tendré que fingir mi muerte y desaparecer...

Jian soltó una carcajada cuando Elizabeth se dejó caer preocupada sobre una silla y empezó a negar.

—Dios mío, eres igualita a papá con todo el drama y la exageración.

—Debo hablar con mamá y despedirme, huir a las montañas y cambiarme el nombre a Petunia de los Morales —. Se puso de pie decidida y Jian tiró de ella para que volviera a sentarse cuando quiso ir hacia la salida—. Esto es serio, Jian...Ethan no sabe que seré la abuela de mamá, nunca se lo dije y, por lo tanto, jamás podremos estar juntos.

—Lizzie, si algo he aprendido viendo a mamá con papá es que no se puede cambiar el destino y si Ethan está aquí ahora es porque debe estarlo, tal vez no vaya a ser todo tu futuro, pero es tu presente y no hay motivos para rechazar eso pensando en algo que todavía está a años de suceder.

—¿Entonces crees que debería casarme con él?

—Creo que no deberías adelantarte, él no te está pidiendo matrimonio, solo quiere que sean una pareja, mantener la amistad y ver a donde los lleva.

Jian tenía razón, seguro solo se estaba adelantando demasiado y al final quizás las cosas con Ethan ni siquiera funcionarían. Definitivamente con los celos de su padre veía difícil que algún día funcionaran y si de Jonathan dependiera ella se quedaría soltera y virgen hasta los noventa.

Ayudó a poner la mesa y le enseñó la carta a Maybelle para que se animara un poco y charla con ellas. Maybelle se había encerrado en sí misma después de lo que sucedía y estaba asustada del mundo y todo lo que la rodeaba, detestaba quedarse en la casa si su padre no estaba presente y por eso, Oliver había puesto a algunos de los hombres más confiables a resguardar el lugar como guardaespaldas. Pero al menos hablar con Elizabeth y su madre le animaba y definitivamente se emocionó cuando empezó a leer la carta.

—Hay olor a quemado —comentó Derby después de entrar en la casa y quitarse el abrigo en la puerta—. ¿Debo llamar a los bomberos o todavía no estamos en ese nivel de caos?

Jian se rio y lo abrazó, relajándose en el momento que sus brazos la estrujaron con fuerza alzándola unos centímetros del suelo.

—Todavía no hemos llegado a ese nivel, se nos quemó un poco el pastel.

—Seguro igual está rico, muero de hambre —. Tomó asiento en la mesa y frotó sus manos entre si mirando hacia su hijo pequeño con una sonrisa—. ¿También tienes hambre, gordinflón?

—Mucha hambre y cuando la tía Lizzie cocina queda riquísimo.

—Hoy no estaría tan segura —comentó Elizabeth y dejó la fuente con el pastel en el centro de la mesa—. Se quemó un poco...Mejor dicho, se quemó bastante.

Derby se puso de pie cuando vio a su hijo Lucas salir del dormitorio y se acercó para ayudarle a alcanzar su silla. Lo asistió con cuidado de no apretarle la costilla y Lucas exhaló de alivio al sentarse.

—¿Cómo está ese ojo?

—Pues sé que está ahí, pero casi no veo nada. Harvie dice que tiene mucha sangre bloqueándolo.

—¿Y no se puede resolver? —. Jian negó y Derby suspiró y fue a sentarse—. Bueno, no hay problema, a las muchachas les gustan los hombres con cicatrices de guerras, nos hace ver más rudos.

Lucas sonrió y eso le levantó el ánimo, su principal miedo había sido que con un ojo menos se viera feo o deforme.

—¿Ya se puede empezar?

Jian asintió y Derby atacó el pastel para servirse una porción y empezó a comer gustoso sin queja alguna respecto al sabor de la comida. La realidad era que los hombres como Derby estaban acostumbrados a no tener nada y una vez conseguían algo, por más pequeño que fuera, lo agradecían y lo atesoraban. Derby había tenido sus años oscuros, el alcoholismo, la guerra, la pandilla y su infancia con un padre abusivo, pero una vez todo eso había quedado atrás, se había concentrado en valorar la familia que tenía y la hermosa esposa que había conseguido. A veces miraba a Jian y se percataba de la suerte que tenía, ella era una hermosa mujer y le había dado unos hermosos hijos.

Empezaron a comer y charlaron un rato incluso una vez sus platos quedaron vacíos. Cuando todos se levantaron, Derby les ayudó a llevar los platos a la cocina y Elizabeth empezó a lavarlos.

—Ve a dormir un rato —susurró Jian acercándose para abrazarlo y él la besó—. Es hora de la siesta y yo estaré aquí con Lizzie charlando.

—¿Irás a dormir conmigo?

—Cuando Lizzie se vaya a casa voy. Te amo.

—También te amo —. Gruñó contra su boca y le pellizco las nalgas—. Guapa mi mujer, muy guapa.

Jian sonrió, con sus mejillas sonrojándose y lo abrazó con más fuerzas.

Eso le gustaba, él no la trataba diferente, seguía coqueteándole y pellizcándole el trasero como de costumbre y eso le regresaba la confianza en sí misma. Hopkins y Ridley podrían haber intentado destruirla, podrían haberla insultado y humillado de muchas formas, pero Derby la unía otra vez y le regresaba la seguridad y confianza en si misma.

—Me acostaré un rato, manda saludo a tu padre, Lizzie.

Derby se marchó y Jian secó los platos y vasos que Elizabeth lavaba.

Tenían cocinera, pero después de lo sucedido, le habían dado un tiempo libre para que fuera a casa con su familia y se recuperara también de todo el trauma.

Elizabeth no se quedó mucho rato, sabía que Jian quería ir a la cama con su marido y ella no quería seguir molestando. Terminó de limpiar para que Jian no tuviera que hacerlo sola, recogió sus cosas en la cesta que había traído y se guardó un frasco de la mermelada que había preparado, dejándole a Jian otros dos.

—Vendré en la noche para preparar la cena ¿sí?

—Muchas gracias, Lizzie. Te amo.

—También te amo, descansen.

Dejó la casa por la puerta de la cocina y empezó a caminar hacia la mansión disfrutando del paisaje. Necesitaba acostumbrarse a usar su caballo, sabía que sería mucho más rápido si lo hiciera, pero toda su vida se había acostumbrado a caminar y le gustaba siempre y cuando no hubiera peligros a la vuelta.

Llegó a su casa al mismo tiempo que un carro de la ciudad y detuvo sus pasos antes de llegar a la puerta, dejó la canasta lentamente en el suelo y cuando reconoció los zapatos de Ethan y sus largas piernas descendiendo con elegancia del carro, soltó un gritó y corrió para abrazarle.

Ethan fue lanzado de regreso hacia el interior del carro cuando Elizabeth se tiró sobre él tomándolo por sorpresa y no pudo evitar reírse con sus manos envolviéndola por la cintura.

—¡Volviste!

—¿No recibiste mi carta? Te dije que vendría, Lizzie.

—El primer sábado de mayo —recordó y él alzó una ceja—. Oh, hoy es el primer sábado de mayo... ¡Que tonta soy!

Se apartó rápidamente al percatarse que seguía aplastándole con su cuerpo y le permitió terminar de dejar el carro.

—Estás hermosa —dijo él con una sonrisa—. Tienes harina en la cara, pero estás hermosa.

Se sacudió inmediatamente y maldijo.

—Estaba...estuve limpiando la cocina. Tu te ves muy bien...Elegante —. Quiso golpearse la mejilla con un ladrillo. ¿Elegante? ¿Eso era todo lo que podía decirle? —. ¿Te quedarás? Podemos prepararte un dormitorio.

—Aunque me encantaría, mi madre me matará si sigo pasando más tiempo en tu casa que en la mía, así que estoy en la obligación de ir a mi casa esta noche, pero quería ver como estaba tu padre y saludarte.

Dejó su maleta en el carro y la siguió hacia la puerta.

Elizabeth quería que la besara y se sentía culpable por estar ansiándolo con tantas fuerzas, pero él no lo hizo y aquello la angustió. No sabía si Ethan no la besaba porque ya no quería hacerlo o por qué esperaba a otro momento, pero le ponía nerviosa y estaba conteniéndose las ganas de preguntarle. Se contuvo con todas sus fuerzas mientras caminaban en silencio hacia el recibidor.

—¿No me besarás?

Ethan apretó los labios al reír y se detuvo para mirarla. Desvió los ojos entretenidos y sacudió la cabeza a sus pensamientos. Ni siquiera le sorprendía lo ansiosa que era Elizabeth o que era demasiado atropellada para algunas cosas y lanzaba todo sin pensar en las consecuencias.

Le sonrió y ella no supo que interpretar de esa sonrisa. Parecía una promesa, pero no puso palabras a esa promesa pues Jonathan entró en el salón e Ethan fue a saludarle.

—Ugh, volviste.

—Veo que se encuentra perfectamente, señor.

—Estaba mejor antes de verte.

—Me alegra estar aportando a su miseria, esperaba poder celebrar un funeral en mi regreso y tal vez aun este a tiempo —. Estrecharon manos y Jonathan le estrujó los dedos con fuerza.

—¿Cuándo te largaras otra vez?

—Cuando haya terminado de seducir a su hija y expresarle lo hermosa que se ve cada día —. Miró hacia Elizabeth con una sonrisa y el semblante de Jonathan se endureció—. Justo estaba comentándole que es muy hermosa, siempre que la veo resulta más perfecta que la última vez.

Elizabeth enrojeció y Jonathan también, aunque los motivos eran muy distintos.

—Realmente tienes un deseo de muerte, muchacho.

Ethan le sonrió y le dio una palmada en el brazo.

—Me alegra ver que está mejor, señor Morgan. Me gustaría saludar a su mujer también, si no es molestia, luego me temo debo retirarme a visitar a mis padres.

—Por favor, no te retrases más y vete, seguro Olivia entenderá la prisa.

Ethan forzó una risa y le ignoró al ir en busca de Olivia.

—¡Ethan! Cariño, has vuelto. Pero mírate, nada más, cada vez más guapo —. Olivia lo abrazó como una madre emocionada y le planto dos enormes besos en las mejillas—. ¿Cómo te fue en tus exámenes? ¿Salvaste todo?

—Así es, señora, ya he terminado el año y estaré libre hasta mediados de agosto.

—Me alegra mucho, necesitabas un descanso de todo ese estudio. ¿Irás con Lizzie al cuarto?

—No, debo ir a casa aun no he avisado a mis padres que estoy de regreso —. Se despidió con otros dos besos y saludó a Jonathan inclinando su sombrero—. Es un gusto verlos bien a ambos.

—Ya, ya, vete. Elizabeth, deja que vaya solo.

Elizabeth miró a su padre con una disculpa en la mirada cuando decidió desobedecerle y siguió a Ethan hacia la puerta. Olivia acarició los hombros de Jonathan para relajarle y le dio un beso en la mejilla.

—Ethan se preocupa por ti.

—¿Preocuparse? Estoy seguro de que regresó solo para darme un infarto.

Una vez en la puerta, Ethan bajó los escalones del porche y se regresó hacia Elizabeth con las palabras en su boca. Ella tuvo que mirar hacia abajo, pues donde estaba, quedaba más alta que él.

—Deseo besarte, Elizabeth —aseguró con honestidad mientras la miraba a los ojos—. No he pensado en otra cosa desde que me marché, deseo tus labios y la sensación de tus manos en mi cuerpo y deseo demasiado poder sostenerte y que te apoyes en mí y me abraces, pero...aunque mis deseos sean intensos y puros, no quiero apresurar lo nuestro y correr el riesgo de que tu padre me aleje de ti para siempre, por eso no planeo besarte en presencia de él. Veme en el bosque esta tarde ¿sí? Nuestro lugar de siempre junto al río ¿puedes?

Asintió con el corazón latiendo velozmente en su pecho y cuando él subió los escalones para llegar a ella y dejó un beso en su mejilla todo su cuerpo se erizó.

—Prometo besarte hasta que mis labios queden grabados en los tuyos por siempre.

La miró a los ojos fugazmente sellando la promesa y luego se marchó de regreso hacia el carro que le esperaba para llevarle a su casa no muy lejos de allí.

Elizabeth estrujó una mano en su pecho y sonrió de oreja a oreja.

Ethan estaba dispuesto a romper todas las reglas que Jonathan le había impuesto para poder estar con ella y sería como un amor prohibido y secreto. Una aventura emocionante para ambos, apasionada y entretenida. Realmente quería a Ethan y sentía que podía amarlo si se conocían un poco más como pareja y no como amigos.

Deseaba tanto ser besada por él que no pudo dejar de contar las horas hasta la tarde para ir a su encuentro.

המשך קריאה

You'll Also Like

147K 7.6K 40
BORRADOR. 2015-2016. Abby es una chica tranquila con tendencia a ser ermitaña. Vive con su familia en Nueva York y, lamentablemente, es la vecina de...
relatos+18 נכתב על ידי woonyoung

היסטורי בדיוני

100K 303 53
solo entra y disfruta. Primero que nada, los relatos no son mios son sacado de páginas de Internet. No se olviden darle a la estrellita.
41.4K 2.6K 42
Segunda parte de Dos metros lejos. Ellos se conocieron de pequeños. Se volvieron a reencontrar en su adolescencia. Teo, que había olvidado ese recu...
48.1K 6.3K 103
original de corea: 몰락한 영주님의 사정 nombres alternativos: circumstances of a fallen lord, el duque caído y el caballero que lo odiaba. Luisen era un señor...