Vidas cruzadas: El ciclo. #3...

By AbbyCon2B

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Muchas cosas han sucedido en la vida de los Morgan, pero la aventura no termina. Su historia está por enfrent... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS.

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By AbbyCon2B

ADVERTENCIA: CONTENIDO RELACIONADO A VIOLENCIA SEXUAL.

Olivia entró en el dormitorio de huéspedes con una bandeja cargando algo de comida que sus hijas habían traído de la casa ya preparada por la señora Hooper. Apoyó la bandeja en la mesa junto a la cama y corrió las cortinas para que entrara la luz del sol, era pasado el mediodía y Jian había descansado toda la madrugada y la mañana, lo cual era algo bueno, dormir ayudaría a que su cuerpo sanara más rápido.

Fue hacia ella para ayudarla a sentarse y le acomodó algunas almohadas en la espalda para que le hicieran de soporte en la cabeza. Los golpes se habían oscurecido en comparación con horas antes cuando la había visto por primera vez, también estaban más inflamados y apenas podía mantener los parpados abiertos. Olivia había tratado con victimas de violencia sexual en el pasado, tanto en el siglo diecinueve como cuando solía ser psicóloga en su época. Era diferente para hombres y mujeres, pero la humillación y dificultad para hablar respecto a lo sucedido era la misma. Normalmente era buena manteniendo la distancia respecto al paciente para que sus emociones no obstruyeran el profesionalismo de la entrevista psicológica, pero con su hija, viendo lo lastimada que estaba, imaginando todo lo que esos hombres podían haberle hecho, era difícil no llorar y estaba poniendo todas sus fuerzas en eso.

—¿Descansaste un poco, mi amor?

Jian asintió y tocó sus ojos como si le costara comprender que estaban allí. Ni siquiera los sentía por la inflamación de los parpados rodeándolos.

—Está algo inflamado —le informó—. Tal vez pueda ver si consigo hielo o enviar a tu padre a las montañas.

Miró por la ventana hacia la lejanía, donde la montaña más alta tenía nieve en la cima.

Jian negó y aceptó la bandeja con comida para ver si podía empujar algo entre sus labios inflamados.

—Le tomaría días hacer el viaje y la nieve se derretirá antes de llegar.

—Supongo que tienes razón —. Tomó asiento al borde de la cama y la ayudó a comer—. Te traeré un popote.

Olivia dejó la habitación rápidamente para ir hacia la cocina y revisó en todos los cajones en busca de un popote que estaba hecho con pasto seco y era biodegradable. Le ayudaría a poder tomar el jugo sin tener que presionar el vaso contra sus labios o abrirlos demasiado.

Regresó al dormitorio y volvió a asistirla.

Jian no decía mucho, probablemente porque hablar era incomodo con la inflamación en el rostro y también porque no tenía nada que decir. Lo sucedido todavía parecía una pesadilla surrealista y si no fuera por el dolor en su cuerpo, no creería que realmente había sucedido.

Olivia se quedó a su lado y no supo que hacer o decir.

No era como charlar con un paciente y hacer terapia, era su hija. Su bebé. Y verla de esa forma la llenaba de furia e impotencia. Si hubiera podido evitar que eso le sucediera a Jian lo habría hecho, si hubiera podido ponerse en su lugar, también lo habría hecho, prefería mil veces cargar ella misma con el dolor antes que ver a uno de sus bebés sufrir.

Había preguntas que necesitaba hacerle respecto a lo sucedido para poder iniciar un estudio médico que ahuyentaría la posibilidad de enfermedades de transmisión sexual. Necesitaba hablarle al respecto, pero llevarla a revivir lo sucedido se sentía como algo cruel e injusto para hacerle.

—Debemos curar las heridas, cariño —consiguió decir suavemente y Jian levantó la vista del plato con comida que apenas había tocado y asintió—. Yo puedo hacerlo si quieres, pero...Pero me gustaría que Harvie participara, comprenderé si no lo deseas y no hay problema, pero él tiene más conocimientos que yo ¿comprendes?

Asintió y cuando fue a apartar la bandeja, Olivia se adelantó y la retiró de sus piernas.

—Él puede hacerlo, madre.

Confiaba en Harvie, era el hombre que la había ayudado en cada uno de sus partos y a quién acudía siempre que sentía algún malestar o que sus hijos enfermaban. Él era el doctor de todo el mundo y era muy comprensivo con las mujeres, entendía más sobre sus cuerpos que ellas mismas y siempre les ayudaba. Era la persona indicada para tratarla en esos momentos.

Olivia dejó el dormitorio para llamar por Harvie y él tomó su maletero de médico y la siguió. Cerraron la puerta al entrar, para que tuvieran privacidad y Olivia volvió a sentarse en la cama junto a su hija.

Para Harvie también era difícil tratar a Jian y mantener su mente fría como si fuera solo un paciente más. No era solo un paciente, era básicamente una sobrina, pues, así como Adrian y Eli lo consideraban un tío, todos los hijos de Olivia también le veían de la misma forma y él a ellos.

Tomó su mano en la suya para acariciarla y Jian le apretó suavemente y habría sonreído si su rostro no hubiera estado demasiado tenso por los golpes.

—Cuidaremos de ti —le aseguró y ella asintió, sintiendo como las lágrimas se deslizaban entre sus parpados hinchados—. Empezaremos con las heridas superficiales ¿te parece?

Harvie pasó casi una hora y media atendiendo y diagnosticando las heridas superficiales. La inflamación de los ojos le quitaría cierta capacidad visual por un par de días hasta que disminuyera y pudiera volver a ver, era una reacción de los vasos sanguíneos al romperse después de recibir un duro golpe, eso también provocaba los moretones, que probablemente demorarían un poco más en desaparecer, pero dejarían de dolor cuando fueran de un color más amarillo. La inflamación en el labio parecía ser una respuesta a un corte que tenía en estos, seguramente estarían de su tamaño normal en la mañana y no parecía tener huesos rotos. Ni siquiera la nariz como Harvie había temido, solo se había inflamado por el golpe y la sangre acumulándose debajo del tejido. La filtró con un pequeño corte para que no se coagulara debajo del tejido y continuó curando el resto de las heridas.

Olivia lo ayudó aplicando cremas, limpiando con un poco de agua y jabón y vendando las zonas que podían ser vendadas. Se mantuvieron en las áreas expuestas de su cuerpo sin pedirle que se levantara la camisola, pero eventualmente, Harvie tuvo que pasar a ese punto del examen médico y Jian simplemente apretó los ojos y se acomodó para que la revisara.

Harvie dejó la habitación hora más tarde y regresó al salón donde Jonathan se encontraba de pie junto a la estufa apagada y Derby estaba sentado en el sofá, con la mirada perdida en las cenizas. Jonathan tenía una fotografía en sus manos, era blanco y negro y mostraba el día en el que Jian y Derby se habían casado. No había sido un día del todo feliz para nadie, Derby estaba atravesando una oscura etapa por aquel entonces, Jian enfrentaba la humillación de haber engañado a su anterior marido y Jonathan y Olivia se obligaban a aceptar que Derby y Jian debían casarse. Aun así, en la foto intentaban sonreír y Jian se veía hermosa con el primer vestido de novia que Olivia había usado en mil ochocientos sesenta cuando ellos se habían casado. Viendo la foto se percataba de lo mucho que había envejecido, ya no era un muchacho de unos veinte años, estaba en sus cincuentas y aunque todavía tuviera fuerzas para seguir levantándose cada día, su retiro se encontraba cada vez más y más cerca.

Dejó la fotografía cuando escuchó la puerta del dormitorio al cerrarse y Derby se puso de pie para recibir a Harvie.

—¿Qué tan malo es?

Harvie se limpió las manos con un trapo húmedo y tardó en darles la respuesta.

—Es malo, Derby...Bastante. Todavía sangra entre las piernas y tiene un desgarro que podría quitarle cierta sensibilidad en la zona a futuro. He tenido que darle unas puntadas para intentar repararlo y detener el sangrado. No hay huesos rotos, pero tuve que drenar algunos moretones y le quedarán cicatrices.

Jonathan se apoyó en el borde de la estufa y estrujó el marco con las manos sin mirar hacia otro lado salvo sus pies.

—Olivia se encargará de la parte psicológica, ella tiene experiencia para eso, pero los necesita a ambos, así que sugiero no vayan de cacería y dejen eso en mano de los otros hombres.

Derby asintió y Harvie se excusó para ir al dormitorio de Lucas a revisar sus heridas por cuarta vez en lo que iba del día.

—¿Qué les harás una vez los encuentren? —inquirió Derby.

—Cruza los dedos para que no los encuentren mientras los inspectores estén en el pueblo o no podré hacerles nada.

—¿Nada? ¿Los dejarás impune?

—¿Por quién mierda me tomas? No, no los dejaré impune, pero quiero despedazarlos y si el inspector está presente no podré hacerlo ¿comprendes o tienes mierda en el cerebro?

Derby apretó los labios y desvió la mirada.

—Me culpas por lo que pasó.

Jonathan no respondió, no olvidaba lo que Olivia le había dicho y aunque quería culparlo, ella insistía en que no era correcto. No era culpa de Derby. Era culpa de Hopkins y Ridley. Pero eso no evitaba que su malhumor se dirigiera hacia él y que parte de él lo hiciera responsable por lo que tenían en sus manos.

Tomó su sombrero y dejó el salón para sentarse en el porche y Derby se sentó en el sofá, permaneciendo distanciados. Los hijos de Jonathan y el resto de sus amigos estaban buscando por Hopkins y Ridley, confiando en que aun no debían estar muy lejos. Adrian y Owen se estaban encargando de la compañía dado que Jonathan no asistiría, recibirían al inspector con la ayuda de Sawyer y Sheridan.

Olivia acomodó las mantas para acurrucar a su hija en la cama y le dio un beso en la frente.

—¿Mamá?

—¿Sí, mi amor?

—¿Podrías hablar con los niños? E-ellos...necesitan ayuda —. Olivia asintió, conteniéndose de llorar y entrelazó sus manos con las de ella—. Y Maybelle.

—Ya he hablado con ella, mi amor, tus hermanas la están cuidando y le están enseñando a preparar un pastel para distraerla —. Jian asintió y una lágrima se deslizó por su sien estando acostada.

—Había olvidado lo...lo mucho que duele. Algunos hombres solían ser agresivos cuando estaba en el prostíbulo —. Soltó la mano de su madre para limpiarse las lágrimas y volvió a tomarla—. Había olvidado como duele. Me culpo un poco por lo sucedido, pienso que...que tal vez lo que dicen es cierto y una vez prostituta siempre prostituta.

—No, mi amor, eso no es cierto. Tienes una vida distinta ahora, una familia y un hombre que te ama demasiado, lo que tuviste que hacer en el pasado para sobrevivir no influye en la mujer que eres y serás.

—¿Qué tal si lo hace? ¿Qué tal sí así es como siempre me percibirán? Una prostituta ¿y si eso influye en el futuro de mis hijas?

—No lo hace, cariño, créeme que no lo hace. Eso es lo que ellos han querido meter en tu cabeza, pero no es verdad. Debes ser más fuerte que ellos y confiar en ti, no eres una prostituta, Jian, eres una mujer valiente que ha superado muchos obstáculos en la vida para llegar a tener todo lo que ahora tienes.

—Solo tuve suerte de conocerte —susurró—. Si tu no hubieras llegado a mi vida con papá seguiría en las calles o ya estaría muerta. No luché por esto, ni me lo gané, simplemente me lo dieron.

—Sobreviviste, Jian. Sobreviviste todos esos años mientras eras solo una niña, soportando cientos de injusticias para poder llegar a encontrarte con nosotros. Sobrevivir requiere de fuerza y valentía y no cualquiera puede hacerlo —. Le apartó el cabello del rostro y besó sus nudillos—. Seguirás sobreviviendo por ti, por tus niños, por Derby, por papá y por mi y todos tus hermanos y hermanas que te aman. Sé que tienes la fuerza en ti para volver a tus pies y continuar avanzando, sé que puedes, mi amor.

Jian cerró los ojos al llorar y Olivia sintió que una lágrima le humedecía la mejilla, así que la limpió rápidamente y volvió a entrelazar sus manos.

—¿Crees que él todavía me ame después de esto? No me he visto en el espejo, pero debo verme horrenda y mi cuerpo...Tal vez ya no le guste.

—¿Derby? Mi amor, ese hombre está loco por ti, acuchillo a McFee para defender tu honor —. Le sonrió y apretó suavemente sus manos—. Te aseguro que te ama demasiado y continuara amando todo de ti ahora, mañana y siempre.

—O papá lo mata —susurró y verla reír entre las lágrimas le quitó un peso del pecho.

—Probablemente —bromeó con ella.

—¿Cómo está papá?

—Esta procesando —respondió, intentando minimizar los detalles respecto a la angustia de Jonathan, no quería que Jian se preocupara por eso ahora—. Pero estará bien, tu tranquila.

Se quedaron en silencio durante unos minutos y Olivia no dejó ir las manos de Jian. Mientras ella no la soltara, no la dejaría. Quería poder apoyarla y cuidarla durante un momento difícil, quería poder protegerla de todo mal en el mundo y como madre se sentía que había fracasado en su tarea.

—Vinieron mientras servía la cena ¿sabes? Maybelle todavía pensaba que Derby llegaría e incluso mientras esos hombres...

—No debes hablar al respecto si no quieres —le aseguró, al verla cortarse a mitad de la frase por culpa de las lágrimas.

Pero Jian negó y continuó.

—Incluso mientras esos hombres estaban intentando quitarle la ropa ella insistía en que su padre llegaría y los mataría. Y Lucas...Pobre Lucas, sé que se culpará por todo esto y por no haber podido enfrentarlos, pero es solo un niño y yo no quería que le hicieran daño. ¿Le hicieron daño, mamá?

—No, mi amor, tiene algunas heridas, pero no te preocupes —era otra pequeña mentira, pero con más angustias en su mente, Jian tardaría aun más en sanar—. Cuidaremos de ellos, tu tranquila.

Asintió y se acomodó en la cama para intentar descansar.

—Nunca entendí como lo haces.

—¿Qué cosa?

—Convertir a los hombres en mejores hombres. Lo hiciste con papá y sus amigos, con todos los hombres que han llegado al pueblo...No comprendo.

—Estos hombres no son malos, solo se han acostumbrado a una vida que fue muy cruel con ellos y para sobrevivir tuvieron que recurrir a la violencia y se acostumbraron. Yo simplemente les entregué mi amor.

—Te adoran —susurró—. Prácticamente todos los hombres en White Oak te adoran y siento que a mi me desprecian.

Olivia se acomodó a su lado y le sonrió.

—Pues...Esos hombres que tu crees te desprecian se encuentran empacando para ir en busca de Hopkins y Ridley —. Jian frunció el ceño al escucharla—. De verdad lo digo y mira que tu padre no los obligó, escucharon que intentaron matarte, no saben que sucedió, solo que intentaron hacerte daño y solos tomaron la decisión de partir para buscarlos. No negaré que algunos hombres pueden no quererte, tal como no me quieren a mí y es que no podemos agradarle a todo el mundo, pero tú cuidas de muchos de ellos y les has dado un hogar, eres como una hermana o una madre para muchos y como una hija para otros. Créeme que esas inseguridades que te hacen pensar que te odian, son solo inseguridades, porque tu también has convertido a esos hombres en mejores hombres.

Sonrió con el pensamiento y la idea de que no la juzgaban por su pasado le trajo un sentimiento cálido al pecho. Como su madre decía, debía haber algunos que, si la juzgaran o a quienes no les agradara, pero no eran todos. Tenía aliados en White Oak, una familia y su inseguridad le había impedido notarlo.

—Tu abuela Dalia siempre dice que nosotras las mujeres, tenemos el poder en nuestras manos para convertir a los hombres en mejores hombres, solo debemos enseñarles el camino antes de que sea muy tarde y eso es algo que tu y yo hemos hecho muy bien con los hombres en nuestras vidas.

Jian asintió con una sonrisa y abrazó a su madre con fuerza antes de dejar que se apartara.

—Gracias, mamá. ¿Puedes pedirle a Derby qué venga? No quiero estar sola.

Olivia llamó a Derby al asomar en el salón y él no se lo pensó dos veces al ponerse de pie y acercarse. Le vio marchar hacia el dormitorio para encerrarse con Jian y una vez quedó sola en el salón se permitió llorar.

Tomó asiento en el sofá y se ocultó en una mano mientras sollozaba en silencio. Era difícil entrar al dormitorio para ver a su hija cubierta en golpes y saber que los hombres que la habían lastimado seguían en alguna parte con vida. No le importaba como los mataran, simplemente los quería muerto.

Derby se acostó con Jian en sus brazos y ninguno dijo nada y solo descansaron. Ella durmió, refugiándose contra su pecho y durante unas horas él estuvo despierto, acariciándole el cabello y llorando en silencio, cuando sintió que se quedaba dormido, retiró la prótesis de su brazo y se acomodó para abrazarla y descansar a su lado.

Jonathan vio a un grupo de hombres llegando desde el pueblo y se puso de pie para recibirlos desde el porche. Algunos llevaban unos bolsos grandes pues pensaban recorrer largas distancias y otros tenían un equipaje ligero para moverse más rápido.

—Partiremos, Jona, pero el pueblo queda solo con las mujeres.

—¿Quién está para protegerlas a ellas? —inquirió y algunos hombres ofrecieron a sus hijos para la tarea. Jonathan no se negó y les agradeció, eso era algo que esos hombres elegían hacer libremente y sin que él les hubiera impuesto la orden. Era una gran prueba de aprecio hacia la familia y resultaba conmovedora en un momento tan oscuro—. Tengan cuidado en el viaje.

—¿Su familia necesita algo, señor? ¿Comida? ¿Ropa? Mi señora se ha ofrecido a cuidar de los niños de la señora Apted si es necesario.

—Gracias Davidson, pero de momento estamos servidos, les avisaré si surge algo más. Ten cuidado en el viaje.

—Siempre, señor.

Vio como los hombres se alejaban y regresó a sentarse en el porche de la casa, esperando por sus hijos o algo de información respecto a lo que sucedía.

White Oak había quedado casi vacío con la partida de los hombres, solo sus hijos y esposas permanecían en el lugar y algunos hombres que no deseaban marcharse para buscar a Hopkins y Ridley. También hombres que no podían, como los mayores de setenta que apenas podían mantenerse de pie o los que tenían heridas graves de la guerra y solo morirían allí afuera.

Adrian vio los caballos del inspector cuando llegaron por el camino y los recibió un pueblo desértico. Era un pésimo momento para recibir a esos hombres que querían arruinarle la compañía a su padre y cuando bajo los escalones de porche para recibirles en la calle, lanzó una mirada hacia el hotel donde Babcock estaba y escupió hacia la tierra cuando la vio apoyada en el poste de madera que sostenía el balcón sobre su cabeza.

Owen se apoyó en la barandilla del porche para esperar por su hermano y miró en la misma dirección. Lois estaba cruzando límites y metiéndose con las personas equivocadas, pero dudaba que la mujer supiera realmente lo que hacía o el verdadero peligro que enfrentaba, seguramente creía que como era mujer Jonathan no la lastimaría y probablemente hasta cierto punto era cierto. Pero Jonathan ya le había dado una golpiza que había dejado su rostro con un moretón en la mejilla y otro en el estómago y si la había golpeado una vez, volvería a hacerlo y peor si ella no se detenía pronto.

Adrian esperó de pie en el centro de la calle hasta que los caballos se detuvieron frente a él. Tenía un pantalón de vestir negro con unas botas hasta la rodilla que protegían su ropa de todo el barro que lo rodeaba. Las botas estaban sucias a pesar de que Jazmín se las lustraba todos los días y de andar a caballo también se le había ensuciado un poco el pantalón. No traía la chaqueta que iba con su traje, solo la camisa blanca con cuello alto, chaleco y corbata. Se acomodó el sombrero en la cabeza para bloquear la luz del sol que tenía enfrente y miró hacia el hombre en el caballo.

El inspector Cavan venía con otros dos hombres desde las oficinas en Sant Paul, era un viaje largo solo para confirmar las acusaciones acerca de tráfico que Lois había presentado y Adrian no era estúpido, Cavan debía estar comprado por Matthewson para tomarse tan enserio unas simples acusaciones hechas por una mujer que no tenía evidencia.

—Señor Cavan, espero tuviera un buen viaje.

Cavan bajó de su caballo y le entregó las cuerdas a uno de los niños que por unas monedas podía llevarlo hacia el poste más cercano para atarlo y cuidarlo mientras él se ocupaba en otras cosas.

—Esperaba ver al señor Morgan, no a sus hijos.

—Mi padre se encuentra ocupado con otros asuntos —contestó y forzó una mano—. De todas formas, la compañía es tanto suya como nuestra, así que no debería ser un inconveniente.

Cavan miró hacia los dos hombres que le acompañaban y se relamió los labios con cierto malhumor antes de asentir.

—¿Y la periodista que hizo la denuncia?

Adrian miró sobre su hombro hacia Lois para llamarla, pero su mente quedó en blanco cuando sus ojos enfocaron algo más. Se le estancó el aire en los pulmones y durante un segundo la gravedad se sintió demasiado para su que su cuerpo soportara. Escuchó que llamaban su nombre y le tomó unos segundos regresar en si para comprender que Cavan esperaba por él.

Parpadeó y murmuró una disculpa.

Owen miró hacia donde la atención de Adrian se había congelado momentos antes y durante unos segundos intercambió una mirada confundida con su hermano y llamó por Lois tomando su lugar. Dejó que el inspector y Lois entraran primero y se detuvo junto a Adrian.

—¿Estás bien?

Adrian asintió, aunque sentía la garganta seca y no miró hacia atrás.

—Estoy bien, olvídalo. Terminemos con esto.

Sheridan y Sawyer estrecharon mano con el inspector y Sawyer se encendió un cigarro y recostó su cuerpo en el escritorio.

—Pierden tiempo confiando en esta mujer —les señaló—. Claramente está resentida con nosotros y solo inventa tonterías.

—¿Por qué tendría la señora Babcock motivos para inventar algo como esto, señor Simmons?

Sawyer soltó el humo formando un circulo frente a su rostro y sostuvo la mirada de Cavan con esa arrogancia que le caracterizaba.

—Porque es una mujer intentando hacer el trabajo de un hombre.

—¿Por qué no cierra la boca, señor? —espetó Lois mirándolo con desprecio—. No he mentido, inspector y si baja a ese sótano lo verá.

Sawyer se rio y empujó la puerta para que se abriera.

Esperaba que los Morgan se hubieran desecho de todo como habían prometido o estaban jodido y se aseguró de dejar su preocupación bien clara al mirarlos una vez los inspectores y Lois descendieron.

En el sótano había unas cajas vacías y nada más. No había rastro alguno del cadáver o el olor que había dejado, tampoco de la mercancía ilegal. Adrian se sentó en el escalón mientras los hombres abrían las pocas cajas que habían dejado para que no se viera muy sospechoso tener un sótano vacío y Sawyer le ofreció un puro para que se ocupara mientras esperaban. Lo encendió y fumó con su hermano.

—Como podrán ver, caballeros, no hay nada —señaló Sheridan cruzándose de brazos para apoyarse en la pared.

Lois miró el entorno confundido y movió todas las cajas al borde de un ataque de ira. Gritó furiosa y negó.

—¡Las deben haber movido! ¡Sé que tenían cajas! ¡Yo lo sé!

—¿Ve lo que le digo? —señaló Sawyer—. Las mujeres no sirven para este negocio, son muy...emocionales.

Cavan suspiró, casi como si le decepcionara no haber encontrado nada en el sótano y se acomodó la chaqueta.

—Aun así, tenemos el asunto del papel desapareció que mencionaba la señora Babcock. Supongo eso no era otra mentira.

—No, no lo era, pero me tomé la libertad de visitar el banco y conseguir una copia —expresó Sawyer y sacó el papel de su bolsillo para entregárselo—. Como ven, todos nuestros papeles están en orden y nada ilegal se lleva a cabo en este negocio.

Cavan miró hacia Lois con decepción y ella continuó estudiando el entorno sin poder creerlo.

—Apreciaría la próxima vez confirmara sus acusaciones antes de hacerme perder el tiempo, señorita Babcock.

—Pero...Pero ellos tenían, señor, le juro que no es mentira...

Lois se marchó corriendo detrás de los inspectores y cuando confirmaron que no había nadie, se permitieron unos minutos para celebrar.

—Bueno, señores, no son una gran decepción después de todo —halagó Sawyer y estrechó manos con los tres—. Espero puedan solucionar el resto de sus problemas pronto y mis plegarias estarán con la señora Apted, que Dios la proteja de los hombres que quisieron lastimarla.

—Gracias, señor Simmons.

—Cuídense, señores y cuiden a su hermana —se despidió Sheridan y ambos se marcharon.

Owen esperó hasta que la puerta de la empresa se cerró y entonces se regresó hacia su hermano y tranco el sótano. Adrian empezó a recoger sus cosas para marcharse a la casa con su padre e informarle del resultado de la breve reunión. El inspector seguramente se quedaría unos días para hacer todo el papeleo correspondiente con Kyle que constataba la visita y Jonathan tendría que firmar algunas cosas, pero afortunadamente ya la compañía estaba fuera de peligro. Intentó ignorar que su hermano no dejaba de mirarlo, pero se volvió más y más difícil cuando Owen se paró a su lado.

—Owen...

—¿Debería preocuparme? —. Negó y metió las hojas sobre su escritorio en una carpeta para organizarlo—. ¿Y por qué esta aquí entonces?

—No lo sé y no me importa. Solo...Ve a decirle a papá que ya terminamos ¿sí? Yo intentaré alcanzar a Eli en el bosque.

Owen tomó su abrigo y lo miró no del todo seguro.

Adrian le ignoró para no ponerse más nervioso y cuando escuchó que la puerta se cerraba detrás de su hermano respiró aliviado y se fue hacia la oficina de Jonathan para tomar un poco de su whisky y darse un merecido trago antes de irse. Prefería alejarse del pueblo en esos momentos e ir con Eli sonaba como un buen plan, podía ayudarlo en la búsqueda por Hopkins y Ridley y permitirse tiempo para limpiar su mente de pensamientos que llevaban años muertos.

Regresó hacia su escritorio, pero se detuvo con el vaso en mano.

—Por favor, vete —pidió sin pensárselo dos veces.

—¿Puedo al menos dejar mi curriculum?

—No —espetó y se rehusó a tomar la carpeta que le extendió—. No puedes trabajar aquí. Vete.

—Adrian... —. Contuvo la respiración cuando le escuchó decir su nombre—. No he venido a causar problemas, solo...Por favor.

Miró hacia la carpeta que extendió en su dirección y tardó unos segundos en reunir el coraje para estirarse y tomarla. Rian le agradeció y se quitó el sombrero al tomar asiento en la silla frente al escritorio.

Tuvo que mirarlo durante unos minutos antes de poder sentarse frente a él. La forma como su simple presencia todavía provocaba sensaciones extrañas en su vientre no le gustaba, pero eran sentimientos que no podía controlar y aunque quisiera sacarlos de su pecho seguían regresando para atormentarle. No había visto a Rian en diez años, Rian había respetado sus límites manteniéndose alejado de White Oak o las zonas que él frecuentaba y él se había mantenido alejado de Caledonia, que era el pueblo que Rian frecuentaba. Diez años era un largo tiempo y ninguno de los dos era la misma persona, la última vez que se habían visto eran dos jóvenes enamorados y ahora eran hombres con esposas e hijos y una vida repleta de responsabilidades y obligaciones. Habían seguido rumbos muy distintos a aquellos que habían soñado alguna vez cuando eran adolescentes, pero sus sentimientos permanecían iguales.

Rian había cambiado, traía el cabello corto y engominado, le quedaba bien y se le había oscurecido, tornándose un poco más castaño de lo que recordaba. Tenía más barba y la traía crecida y muy prolija, Adrian se dejaba el candado y era algo nuevo en él, Rian nunca lo había visto con vello facial y ese estilo le quedaba bien. Lo hacía tan guapo y elegante. Era un hombre y su cuerpo firme y musculoso lo confirmaba.

—¿Qué te sucedió en el brazo? —preguntó al notar la venda que perdía algo de sangre.

Adrian se concentró en el curriculum y no le respondió.

Quería poder decir que no tenía suficiente experiencia para la compañía, pero experiencia era lo único que a Rian no le faltaba. Había estudiado en la Universidad de economía y de leyes. Tenía una referencia de dos empresas distintas y eran referencias que impresionarían a su padre y también tenía un honorario por haber salvado la economía de su último trabajo.

—¿Por qué no continúas trabajando en la otra empresa?

—Cerraron como muchas otras empresas desde que empezó la crisis con el dólar —. Miró sus labios mientras leía atentó el curriculum y descendió por su camisa hacia sus manos. Eran las mismas bellas manos, delicadas y seguramente tan suaves como las recordaba—. ¿Dónde está todo el mundo? El pueblo está prácticamente vacío.

—Surgió una emergencia.

—¿Algo en lo que pueda ayudar?

—No, pero le entregaré tu curriculum a mi padre para que decida.

Cuando Adrian se puso de pie, Rian lo imitó.

—Juro que esta ha sido mi última opción, Adrian, pero necesito empleo y dinero, no sabía a que otro lugar acudir y luego vi el anunció que pusieron en el periódico—. Asintió, obligándose a no desviar la atención hacia sus labios y Rian se acomodó el sombrero en la cabeza—. ¿Crees que tenga suerte?

—Tienes un curriculum impresionante así que no me extrañaría que te contraten.

—Gracias y espero podamos al menos ser compañeros.

Asintió y cuando Rian le ofreció una mano pensó si debía estrecharla. No quería tocarlo y confirmar que el malestar en su vientre no era la cena que le había sentado mal.

Cuando sus palmas se apretaron una cosquilla recorrió su piel y su corazón se aceleró. No supo si Rian podría haberlo sentido también o si eran ideas suyas, pero estaba allí, el mismo calor, el mismo sentimiento y las mismas ganas de abrazarlo y que no lo soltara jamás.

Rian se contuvo de girar su mano para besar sus nudillos y tardó en dejar ir su agarre. No quería soltarlo, habían pasado diez años desde la última vez que lo había visto, la última vez que lo había tocado y su alma había extrañado como se sentía.

—¿Puedo...? —. Adrian levantó la vista de sus manos unidas hacia sus ojos y supo que debía negarse, pero simplemente no se movió—. Si no te molesta...

Volvió a quedarse en silencio y Rian giró su mano suavemente sin soltarla y la acercó hacia sus labios. Se le apretó el vientre al sentir como sus labios se apretaban contra sus nudillos y esa suave caricia de su boca le erizó la piel. No quería que se detuviera y dejara de tocarlo, porque provocaba sensaciones en su cuerpo que había extrañado, pero al mismo tiempo no quería que siguiera haciendo y por eso retiró su mano.

—Estoy casado, Rian.

Las palabras lo tomaron por sorpresa y retrocedió cuando murmuró una disculpa.

—No sabía... ¿Te obligaron?

—No. Amo a mi esposa y elegí casarme con ella hace algunos años ya.

—No comprendo —. Por supuesto que no comprendía, Rian era gay y no tenía idea de que era posible sentir atracción hacia ambos sexos por igual—. ¿Eso significa que eres hetero? ¿Nunca...? No comprendo.

—No soy hetero, es difícil de explicar y no espero lo comprendas, solo necesito que respetes que tengo una familia ahora y lo que hubo entre nosotros no puede arruinarlo. Debes tenerlo presente si empezaras a trabajar aquí.

Rian asintió, todavía afectado por lo que había escuchado y durante unos minutos Adrian creyó que lloraría y la simple imagen le destrozó por dentro. Se giró, como si pretendiera abandonar la empresa, pero regresó sobre sus pasos y lo miró.

—¿Nunca me amaste? —lo soltó como si fuera una pregunta que ardía en su pecho y necesitaba dejar salir.

Pero la pregunta golpeó a Adrian con violencia en el corazón.

—¿Lo preguntas en serio?

—S-sí dices que a-amas a esta mujer, entonces nunca me amaste.

La indignación de Adrian creció en su pecho y con su brazo sanó lo empujó.

—¡Te amé tanto que quise morir, imbécil!

—¿Y crees que yo no? —susurró y se acercó a él con dolor en su mirada—. ¿Crees que yo fui corriendo a disfrutar de mi boda? ¿Crees que quería dejarte?

—Te rendiste.

—¡Fui coherente, Adrian! Tu querías un cuento de hadas y nos habrían matado por eso, no había futuro para nosotros si huíamos ¿Qué no lees las noticias? Han linchado a más homosexuales en los últimos diez años que en todo el siglo —. Adrian apartó la mirada—. Pensé en tu seguridad, en que mi padre es un puto enfermo que nos habría denunciado solo para meternos en la cárcel donde te habría violado y torturado...Me partió el alma dejarte ir, Adrian y quise morir muchas veces en los últimos diez años, así que no actúes como si tu fueras el único que terminó con el corazón hecho pedazos.

Adrian sostuvo su mirada y negó a sus palabras, con ganas de escupirle en la cara.

—Yo estaba dispuesto a morir por ti —espetó y apretó un dedo contra su torso—. Y me abandonaste.

—No, quería que siguiéramos juntos, Adrian...

—¡Como tu puto amante!

—¡¿En qué mundo vives?! ¡Es lo único que puedo ofrecer, joder! ¡¿Querías ir a la plaza a besarnos frente a todo el mundo?! ¡Hey, espera! ¡¿Quizás querías que nos casáramos ¿eso querías?! Tal vez tener un par de hijos y pintarnos las uñas mientras vamos a comprarnos vestidos.

—Eres un imbécil, espero lo sepas.

Tomó su abrigó para marcharse, pero Rian le bloqueó el camino con su cuerpo.

—No, tu vives en un cuento de hadas y me culpas a mi por haber tomado la decisión realista. Crees que, porque tuve que dejarte no te amaba lo suficiente, pero te equivocas, Adrian. Te amaba tanto que te dejé ir y pasé los siguiente diez años conservando tu camisa para intentar sentir tu aroma al dormir y viéndote con el maldito de Hayes...—. Apretó el puño con el simple recuerdo de verlo irse a la casa de ese imbécil que trabajaba en los establos—. ¿Y ahora resulta que era todo falso? ¿Amas a una mujer?

—No era falso, Rian.

—Entonces no amas a esta mujer —susurró y Adrian se sobresaltó cuando el cuerpo de Rian lo acorraló contra el escritorio—. No puedes amar a una mujer...

—La amo tal como te amé a ti.

Negó, apretando los ojos para no perderse en su mirada azulada y Adrian se agarró al borde del escritorio esperando que eso le ayudara a mantener la postura. Su aroma le estaba nublando la razón. Su calor.

—¿Amé? ¿Cómo puedes haber superado nuestro amor, Adrian? Yo no he podido, no he podido olvidarte...Y no me digas que esta mujer te complace como yo lo hacía, no me digas que te hace feliz, porque a uno de los dos nos estás mintiendo.

Se echó hacia atrás cuando los labios de Rian se acercaron a los suyos y negó.

—La amo, Rian. Me hace feliz, me dio un hogar, una familia, me complace todas las noches y me encanta complacerla.

—¿Por qué no me apartas entonces? —susurró contra sus labios—. ¿Por qué te aceleras tanto? No eres hetero, Adrian.

—Soy bisexual —. Rian frunció el ceño—. Y no espero comprendas como funciona eso, pero me gustan ambos géneros y amo a Jazmín.

—¿Jazmín? ¿Elmer? —. Asintió y Rian se apartó como si le hubiera golpeado—. Pero mírate, jodido traidor...A la mierda contigo, Adrian.

Lo vio girarse para irse a la puerta y aunque sabía que debía dejarlo, lo detuvo.

—¿Traidor? ¿Por qué mierda sería yo un traidor? No soy quien ocultó una boda y terminó la relación imponiendo la ley del hielo.

—No, pero te casaste con la mujer que yo te presente. ¡Mi amiga de la infancia!

—¡Ni siquiera te agradaba Jazmín!

—¡Por qué sabía que ella se había enamorado de ti, maldita sea! ¡Estaba celoso y no pensé que de todas las mujeres que tienes elegirías casarte con la única que detesto! ¿Alguna otra forma de apuñalarme por la espalda, Morgan?

—Claro, ahora tu eres la víctima.

—Sigues sin verlo ¿ves? ¿Ves por qué lo nuestro nunca habría funcionado? ¡Eres inmaduro!

—Y ahora es mi culpa que no funcionáramos, perfecto.

Rian se agarró la cabeza y dejó su sombrero sobre uno de los escritorios incapaz de hablar con Adrian sin que él diera vuelta todo lo que decía.

—Me casé con Helena porque mi padre me obligó, no la amo y aunque le agradezco los hijos que me ha dado, nuestro matrimonio no es feliz. Quería seguir contigo en secreto, quería que fuéramos amantes y sí, sé que no suena encantador, pero es la única forma en la que podemos estar juntos, Adrian, pregúntale a cualquier homosexual; No es seguro dejarnos ver en público. Tu nunca lo entendiste, siempre tuviste sueños de una vida que no podía darte, Adrian y me culpas a mí por dejarte, pero yo no te dejé, solo quería que siguiéramos juntos en secreto y tu no quisiste aceptarlo.

—Me abandonaste —espetó—. Me abandonaste cuando más te necesitaba.

Rian negó y se acercó a él por segunda vez, acorralándolo contra el escritorio cuando sujetó su rostro con ambas manos y le acarició las mejillas.

—Perdóname si eso te hice sentir, Adrian, juro que solo quería protegerte y verte partir, no estar contigo...—. Apretó su frente contra la suya y acarició su torso por sobre la camisa—. Fue peor que el infierno para mí, he extrañado tu calor todos los malditos días y el sonido de tu voz y tu tacto. Te he extrañado tanto que verte duele.

—Por favor, Rian, aléjate —susurró, pues no tenía las fuerzas para apartarlo—. Lo nuestro se acabó hace mucho y tengo una vida ahora.

Rian apretó los ojos y Adrian apenas contuvo sus ganas de besarlo.

—¿Por qué volviste realmente? ¿Para arruinarme? ¿Arruinar a mi familia?

—No, Adrian, sabes que jamás haría eso —susurró y lo miró a los ojos—. No sabía que te habías casado, no sabía...Pensé...Quería...Joder...Quería.

—¿Qué ¡¿Que mierda quieres, Rian?!

—A ti, joder, a ti...Te amo...

—No...—. Negó y sujetó sus manos cuando le acariciaron las mejillas—. No, no lo digas, por favor, no lo digas.

Rian rozó sus labios con los suyos y Adrian lo empujó bruscamente, usando incluso su brazo lastimado y el dolor de las costuras al tensarse en su piel le llegó hasta el hombro. Retrocedió, con su respiración acelerada y el corazón yéndole demasiado rápido y Rian estuvo a segundos de caer cuando chocó contra una silla.

—¿De verdad la amas? —susurró débilmente, con su corazón haciéndose pedazo—. ¿Ya no sientes nada por mí?

—La amo, Rian —confesó y sus ganas de agregar que lo amaba a él también le formaron un nudo en la garganta—. Es mi esposa y la amo.

Rian le dio la espalda cuando sintió las lágrimas ardiendo en sus ojos y empezó a negar como si no quisiera terminar de aceptarlo. No quería creer que después de esperar todos esos años, soñando con un reencuentro, el momento en el que Adrian tal vez iría a buscarlo o el destino los obligaría a reunirse para continuar con su amor, era toda una fantasía arruinada.

—Entonces esto es todo...Nunca volveremos a estar juntos —. Adrian no respondió, pero esas palabras lo destrozaron por dentro—. ¿Puedo pedirte algo antes de irme? Prometo que me llevaré el curriculum y no causaré problemas.

—¿Qué?

Rian se acercó a él, pero se detuvo antes de invadir su espacio personal. Lo miró y su atención bajo hacia sus labios, Adrian quería mirar en la misma dirección y admirar lo bella que era su boca, pero se contuvo. Aunque le costó, se contuvo.

—Un beso, es todo lo que pido, han pasado diez años desde la última vez y pensar en tus labios me ha dado consuelo todas las noches, si debo vivir el resto de mi vida sin ellos, te pido, por favor, que me permitas besarte una última vez.

—Rian, no puedo hacerle eso a Jazmín.

—No significará nada para ti, por favor, será rápido y todo lo que conservaré de ti. Solo eso, Adrian, me iré y no causaré problemas ni volveré a molestarte.

Era difícil negarse, era más difícil de lo que le gustaba reconocer y por dentro se odiaba con tantas fuerzas y lo odiaba a él por aparecer y a Jazmín por haberlo enamorado. A ambos por haberlo enamorado. Pero más a sí mismo por no rechazarlo. Sabía que tendría que haberse rehusado, haber colocado un muro entre ellos y dejar que se fuera sin que le doliera, pero no podía. Su corazón aun latía por Rian y no podía darle la espalda.

Contuvo la respiración cuando se acercó y siguió sus ojos con atención hasta que estos estuvieron tan cerca que podía ver cada detalle en su iris. Tenía unos hermosos ojos, eran perfectos, como una puerta hacia el paraíso y la calma. Suspiró cuando Rian acarició su mejilla y abrió los labios para recibir su boca. No le respondió el beso porque se sentía enfermo mientras permitía que eso sucediera. ¿Qué clase de hombre era? ¿Qué clase de persona permitía que otra le besara mientras estaba casado? Y Jazmín no lo merecía, era una mujer tan maravillosa y la amaba tanto. Realmente la amaba, verla le producía cosquillas en el vientre y tocarla calentaba todo su cuerpo. Sus ojos celestes le reconfortaban y su cuerpo lo consolaba. Pero Rian despertaba todas las mismas sensaciones y resistirse era imposible.

Se aferró a él cuando no pudo luchar más contra el sentimiento y Rian lo apretó con más fuerza y profundizó el beso al sentir su respuesta. Jadeó en sus labios y la espalda de Adrian impactó contra la pared al fondo de la empresa, ocultos en un rincón y un gemido dejó su boca. Cerró los ojos con el calor trazando un camino hacia su entrepierna y echó la cabeza hacia un lado cuando Rian besó su cuello y descendió hacia su camisa.

—Esto está mal —susurró y tiró de él para apartarlo de su cuello y volver a besarlo—. Ella no lo merece, Rian. Aunque la odies, sabes que no lo merece.

Rian se detuvo y maldijo.

Adrian tenía razón, Jazmín no lo merecía, pero apartarse de él era tan difícil que con un poco más de maldad en su cuerpo habría sido capaz de continuar sin que le importara.

—Si ya no sientes nada por mí, por qué me besas de esta forma, Adrian —susurró contra sus labios y Adrian no respondió inmediatamente y se quedó mirando como su boca se movía—. ¿Me amas? ¿O al menos sientes algo?

Asintió, aprovechando que eran dos preguntas y no debía especificar por cuál asentía.

—¿Y ella? ¿Seguro que la amas?

—Sí, no pongo en duda mi amor hacia ella, pero esto... —. Acarició el torso de Rian y tragó saliva con fuerza—. No sé qué sucede conmigo...Pensé que estaba bien, que ya no estaba tan perdido...

—¿Perdido?

—Con mis sentimientos, me tomó demasiado comprender que era bisexual, pensé que había algo malo conmigo y ahora...No comprendo cómo puedo amar a Jazmín, pero sentir esto por ti.

Rian acarició sus narices y le apartó los rulos de la frente. Dejó que sus mejillas se rozaran y respiró profundo el aroma de su cuerpo. Lo había echado tanto de menos que estar abrazándolo en esos momentos casi se sentía como un sueño.

—Lo siento —dijo finalmente y fue honesto—. No debí venir, fue una mala idea y no lo habría hecho si hubiera sabido que estabas casado.

Volvió a rozar sus labios sin llegar a besarlo y la necesidad los devoró por dentro de forma dolorosa. Querían besarse, lo necesitaban, pero ambos luchaban contra la desesperación para no hacerlo.

—¿Podrías besarme otra vez? Sé que está mal, joder, lo sé y soy una mierda por pedirlo, pero...Pero no puedo evitarlo, Adrian —. Le sujetó el rostro para volver a besarlo y Adrian se odió por no resistirse—. No puedo resistirme a ti, joder. Te extrañé tanto.

Mordió su labio inferior y descendió hacia su cuello, para repartir besos por esa zona que era tan sensible y a Adrian seguía volviéndole loco.

—Oh, mierda...No, no, Rian...Para.

Se detuvo y Adrian se permitió recuperar el aliento y bajó la vista hacia la erección entre sus piernas.

—No puedo...No... —. Se apartó de Rian, temblando de pies a cabeza y negó—. Mierda...Le he sido infiel, le estoy...No puedo... ¿Cómo pude?

—No le digas.

Adrian lo miró como si hubiera perdido la cabeza.

—Sí la amas a ella y sientes algo por mí, podrías vivir una doble vida. Muchos hombres y mujeres hacen eso.

—Y es infidelidad, Rian. Jazmín no merece eso.

—¿Y acaso tu mereces estar sufriendo? Ninguno de nosotros merece lo que le tocó, Adrian, pero te amo y ella te ama ¿Qué más se puede hacer?

Negó, ahuyentando la idea de su mente y le entregó el sombrero.

—Debes irte y fingir que esto no sucedió, pediste un último beso y ya lo obtuviste. Ahora debes irte.

Lo empujó hacia la salida y Rian se giró para mirarlo y ante el dolor que eso le proporcionaba asintió, se disculpó y luego se marchó.

Adrian giró hacia el escritorio y se agarró la cabeza cuando empezó a caminar en círculos. ¿Qué había hecho? Se preguntaba mientras hiperventilaba. ¿Qué había hecho? O peor... ¿Qué haría ahora? ¿Cómo podría volver a casa sabiendo que había besado a Rian? ¿Qué se había excitado con su atención y había pensado en hacer más que solo besarlo?

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