Vidas cruzadas: El ciclo. #3...

By AbbyCon2B

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Muchas cosas han sucedido en la vida de los Morgan, pero la aventura no termina. Su historia está por enfrent... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS.

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By AbbyCon2B

ADVERTENCIA CONTENIDO SENSIBLE. 

Lois siguió a Jonathan durante toda una semana antes de descubrir que se trataba de una mentira. Todavía le costaba creerlo, lo había visto tan afectivo con Stacee, susurrándose cosas al oído cuando estaban de pie en el porche y riéndose mientras él le acariciaba el cabello y ella lo abrazaba. Lois no sabía que en realidad todo lo que ellos se susurraban eran cosas del trabajo o sobre sus familias, para conocerse un poco más en un momento tan incomodo, pero desde lejos, parecía que se seducían sin duda alguna. No los había visto besarse, pero los había escuchado en el dormitorio y Jonathan la acompañaba todas las noches al cuarto y se marchaba una hora más tarde. Antes de descubrir que era mentira, le había enviado a Olivia una carta con la evidencia y ahora parecía una perdida de tiempo y se sentía ridícula mientras miraba hacia la compañía de Jonathan, sentada en el porche al otro lado de la calle.

La mente maestra debía ser Olivia, era buena actriz y para serlo se requería de creatividad. Eso cambiaba todos sus planes, todo ese tiempo enfocándose en Jonathan, cuando debía enfocarse en Olivia. Ella era quien dirigía a esos hombres indirectamente a través de su marido, se requería astucia y carácter para llegar tan lejos y eso lo admiraba de la mujer, pero ya no volvería a caer. Si la mujer estaba dispuesta a permitir que su marido tuviera un amorío con otra solo por la seguridad de la compañía, sin duda cruzaría muchos otros límites.

Y lo comprobó esa tarde cuando una gran discusión estalló en la compañía. Olivia y Stacee discutieron respecto al engaño y fue como disfrutar de una obra de teatro desde donde estaba al otro lado de la calle. Ambas mujeres tenían talento para mentir y Stacee había conseguido poner lágrimas en sus ojos para huir de la escena hacia las oficinas, dejando a Jonathan y Olivia con la discusión.

Bajó la atención a su libreta y anotó: El señor y la señora Morgan discutieron sobre una infidelidad en la calle, parece ser que es fingido, aunque les doy crédito por la buena actuación.

Cuando alzó otra vez la mirada Olivia estaba en el suelo, sobre el barro, sujetándose la mejilla enrojecida y Lois se puso de pie confundida. ¿Podría ser un juego? ¿Podrían estar mintiéndole? ¿O esa mujer sería su aliada y su compañero se equivocaba con la información que le había dado?

Para Jonathan ese día fue de los peores de su vida, sintió la mejilla de Olivia contra su mano cuando la golpeó y sus hijos dentro de la empresa, apartaron la mirada, igual de horrorizado con lo que acababa de suceder. Sabían que era mentira, pero dolía. A Jonathan le dolía y cuando vio como la piel de ella enrojecía y su mano quedaba escociendo por el golpe, la culpa le cayó encima como si realmente hubiera sido su intención hacerle daño, pero tuvo que tomar la difícil decisión de tragársela y darle la espalda para entrar otra vez al edificio.

Cuando Olivia se puso de pie, sujetándose el lado que Jonathan había golpeado, sus ojos estudiaron el lugar y encontró a Lois presenciándolo todo con el ceño fruncido, pero solo unos metros al final de la calle sus ojos conectaron con los de Marie. No le habían informado de lo que planeaban, de que habían arreglado un golpe porque no esperaban que ella estuviera en el pueblo.

Marie estaba confundida, creía a su padre capaz de muchas cosas, pero nunca de golpear a su madre o engañarla. No entendía que se había perdido o por qué ellos habían terminado en una situación como esa. Olivia pensó en ir hacia ella para explicarle, pero dos mujeres del pueblo se acercaron para ayudarla, dos mujeres que sabían era todo un acto y la llevaron hacia el hotel donde Lois se hospedaba.

Lois entró detrás de ella y ofreció su ayuda.

—Pueden llevarla a mi dormitorio.

Olivia miró hacia la calle esperando ver a Marie, pero no la encontró.

Dejó que la llevaran al dormitorio y Lois le entregó un paño húmedo para apretar contra el golpe. Dolía y esa no era mentira, la mitad de su rostro estaba entumecida y aunque Jonathan había intentado no golpearla con mucha fuerza, era cierto que él no sabía medirse. Movió la mandíbula, para intentar aliviar los músculos entumecidos y le agradeció a Lois por su ayuda mientras las lágrimas derramaban silenciosas por sus ojos.

Cuando las mujeres se marcharon, Lois cerró la puerta del dormitorio y Olivia empezó a agradecerle.

—Nunca pensé q-que haría algo como eso en publico —susurró y miró el paño húmedo para confirmar que no tenía sangre—. ¿Qué tan feo se ve?

—Es un golpe duro y probablemente deje un moretón.

Asintió y forzó una sonrisa de angustia.

Lois se sentó en la mesilla frente a ella.

—Tiene carácter, señora Morgan, se lo concederé, pero podría empezar cortando con el show —. Olivia la miró confundida—. Sé que miente.

—¿D-disculpe? M-mi marido me ha golpeado ¿y usted se atreve a acusarme de mentirosa? Lo ha visto.

—No sé que he visto, pero sé que una mujer enamorada es capaz de cruzar muchos limites para proteger a su hombre y usted ha cruzado unos cuantos —. Olivia no dejó que sus acusaciones destruyeran su acto, no de momento—. Tengo motivos para creer que su relación con el señor Morgan es más que perfecta, tan perfecta que podría confiárselo a otra mujer sabiendo que él nunca la traicionaría. No de verdad.

—No sé de que habla, pero creo que no merezco este tipo de trato después de lo que he vivido.

Se puso de pie para abandonar el dormitorio, pero Lois le bloqueó el camino con su figura y el corazón de Olivia se detuvo cuando vio el extremo de un revolver apuntándole a la cabeza.

—No, yo no merezco estas mentiras, señora Morgan... ¡Pongo mi vida en riesgo con lo que hago y confiaba en usted! —. Los ojos de Olivia permanecieron enfocados en el revolver y el juego dejó de ser divertido—. Él me ama. Sé que me ama y debo hacer esto para que podamos estar juntos, debo arruinar a Morgan y seremos felices...Pero usted lo hace fuerte y por eso debo matarla.

—Señorita Babcock, le sugiero pensar bien lo que hace, mi marido le hará cosas mucho peores que la muerte si aprieta ese gatillo.

—Matthewson no lo dejará, él me protege.

—Yo no estaría tan segura de eso, pero por favor, baje el arma y hablaremos de forma civilizada.

—Sé lo que ocultan en el sótano, sé lo del cadáver, el tráfico...Lo sé todo, señora Morgan. También sé que han perdido un papel muy importante y aun no lo han encontrado ¿verdad? Tengo todo lo que necesito para arruinarlos y ustedes no podrán detenerme porque seguiré buscando más y más formas de arruinarla a usted y toda su familia. ¡No soy estúpida!

Un disparó resonó en la distancia y Olivia aprovechó la distracción de Lois para quitarle el arma de las manos y golpearle en la cabeza con la parte trasera de estas. La vio caer al suelo inconsciente y pensó en dispararle, pero lo último que necesitaban era lidiar con otro cadáver, por eso simplemente dejó el dormitorio antes de que despertara.

Afuera, el disparó había llegado desde la compañía de Morgan.

Después de haber golpeado a Olivia, Jonathan se había retirado a su oficina para ahogarse en su propia angustia. No lo soportaba, era la peor sensación en el mundo y la culpa le hacía sentirse enfermo de su propio cuerpo. Solo esperaba que valiera la pena y que Olivia consiguiera lo que quería o estaría arruinado. Emocional y físicamente se sentía arruinado.

Estaba en la oficina cuando había escuchado un altercado en la entrada y al asomar sus ojos se habían encontrado con los de Marie.

—¡¿Cómo pudiste?! Te creo capaz de muchas cosas, papá ¿pero lastimar a mamá? ¡¿Engañarla con esta...?! —. El rifle que Marie sostenía apunto hacia Stacee y Owen se atravesó en el camino con sus manos en alto.

—Marie, baja el arma ¿sí? No es lo que parece —pidió Jonathan.

—¡La golpeaste! —gritó con lágrimas en los ojos y apunto hacia su padre.

El rostro de Jonathan se torció de dolor como si lo hubieran golpeado. Su propia hija apuntándole con un arma al rostro era peor que una puñalada por la espalda. Era un sentimiento doloroso y aunque no la culpaba, pues sabía que ella no había sido informada de todo el plan, el dolor igual estuvo presente.

Adrian se atravesó frente al arma y lentamente empezó a apartarla.

—Debes calmarte, Marie y escuchar a papá ¿sí? Pero necesito que me des el arma.

—¡No! ¡La lastimó y la engañó! ¡A nuestra madre!

—Fue actuado, Marie —informó Eli y cuando ella giró el rostro confundida, Adrian intentó quitarle el arma y del susto apretó el gatillo.

El disparó resonó en la habitación y durante unos segundos solo reinó el silencio y Jonathan miró hacia todos los hombres intentando descubrir quien había recibido el disparo. Nadie parecía estar desangrándose y nadie había caído al suelo.

Hasta que escuchó un jadeo de dolor y cuando Adrian dejó caer el rifle, se giró hacia su padre con una mano apretando su brazo y la sangre escapando entre sus dedos. Jonathan lo sujetó por los hombros y echó un vistazo a la herida, la bala había atravesado el musculo limpiamente, pero perdía demasiada sangre y dolía.

Marie retrocedió, cubriéndose el rostro con lágrimas en los ojos y Oliver la sujetó y la giró en sus brazos para abrazarla y ocultarla contra su pecho.

—Lo siento tanto —lloró, aferrándose a él con fuerza.

—Está bien, cualquiera habría reaccionado así de no saber.

Jonathan acercó una silla para que su hijo se sentara y Olivia llegó corriendo desde el hotel con el revolver de Lois en su mano. Se detuvo confundida al ver todo el alborotó y dejó el arma en el escritorio cuando notó la sangre en la camisa de su hijo.

—Adrian, Dios mío ¿Qué ha sucedido?

—Fue un accidente —aseguró sin dejar de presionar su herida—. Un simple malentendido.

—Déjame ver...La bala ya salió, pero debemos limpiar la herida y cerrarla. Stacee tráeme el botiquín de primeros auxilios que hay en el baño, por favor.

Olivia miró hacia su hija y luego hacia el rifle en el suelo y no le costó mucho unir los puntos. Suspiró y maldijo para sus adentros. Tendrían que haberlo hablado con toda la familia, aunque nadie esperaba que algunas de ellas se paseasen por el pueblo, Jonathan normalmente no las dejaba visitar el lugar porque no era agradable o seguro por las fechas.

Adrian apretó los dientes cuando su madre volcó alcohol sobre su herida y luego tomó la botella y bebió una buena parte de su contenido.

—Esto dolerá un poco —avisó Olivia antes de empezar a coser la herida.

—Justo cuando empezaba a acostumbrarme a mis cicatrices...Mierda...

Jonathan miró hacia el exterior por la ventana y notó que un grupo de personas abandonaba el bar en estampida, hombres huyendo aterrados. Al otro lado de la calle vio a Lois, dejando el hotel con una mano en la frente donde sangraba y cuando regresó la atención a Olivia, apreció el moretón formándose en su mejilla.

—¿Funcionó? —preguntó y ella no respondió—. Olivia ¿funcionó?

—No —contestó, evitando mirarle para no ver su decepción—. Sabe que mentíamos, al parecer alguien le ha dicho. Alguien que nos conoce.

Terminó con la herida y Jonathan se alejó de Adrian y se llevó las manos hacia la cabeza, la sangre manchó su frente, pero no le importó, tenía lágrimas en los ojos.

—¿Entonces ¿fue por nada? Oh, joder...¡Joder! —. Apretó los ojos y se pegó a la pared para ocultarse del resto. Olivia no supo que hacer o que decirle para reconfortarlo—. ¿Quién mierda le dijo? ¡Todo el jodido pueblo nos conoce!

—No lo sé...Pero creo que tenemos un soplón entre nosotros, ella dijo que sabía del cadáver, del tráfico e incluso del papel que desapareció.

—¿El papel de Sheridan? —. Olivia asintió y todos los ojos se giraron hacia el hombre en cuestión—. ¡¿Fuiste tú?! ¿Tu abriste la boca?

Sheridan retrocedió cuando Jonathan se acercó para acorralarlo con un revolver contra la frente y alzó las manos a la defensiva, empezando a temblar al sentir el frío del cañón contra su rostro.

—¿P-por qué haría eso, Jonathan? ¡Ayudé a fundar esta compañía!

—¡Fue tu papel el que desapareció!

—¿Qué clase de estúpido robaría su propio papel? Es como si pretendiera incriminarme, joder, Jonathan... ¡He invertido dinero en esto, tanto como tú! —. Jonathan le apretó el revolver con más fuerza y Sheridan apretó los ojos—. Me conoces, Jonathan, por el amor de Dios, no fui yo.

—Tiene sentido —intervino Triggs—. Sería incriminarse a sí mismo si tomará su propio papel, debe ser alguien más.

—Pues sea quien sea deben encontrarlo rápido —informó Terrell al entrar en la compañía y lanzó un periódico sobre una mesa—. Porque la reportera ya ha empezado a hablar, esto se publicó esta mañana.

Darrin tomó el periódico y leyó en voz alta para todos.

Morgan's Company and Co. No es más que una gran estafa diseñada por criminales para continuar corrompiendo las calles de nuestro país. La justicia debe ser servida pronto o cientos de vidas seguirán perdiéndose como la de Leigh Weston. ¿Cómo sabe de Leigh?

—¡Alguien ha abierto la boca! ¡Alguien entre nosotros y lo encontraremos y haremos que pague! —. Jonathan se frotó el rostro y guardó el revolver, dejándolo manchado en sangre. Miró hacia Olivia y tuvo que apartar la mirada por culpa del golpe en su mejilla—. Ve a casa, Olivia.

—No te dejaré solo, Jonathan. Resolveremos esto juntos.

Negó y apretó los ojos por milésima vez conteniendo su angustia.

Marie susurró una disculpa hacia su padre y la puerta de la empresa volvió a abrirse, esta vez para revelar a Kyle.

—Tenemos un problema, Jona, un gran problema.

Era lo que faltaba, como si todo no se hubiera derrumbado en los últimos minutos ahora sumaban un nuevo problema a la lista. Jonathan marchó corriendo detrás de Kyle y el resto le siguió.

La gente que había visto huyendo del bar momentos antes, huía de una pelea. Una violenta pelea que había tomado lugar minutos antes cuando Derby había entrado para almorzar algo en lo que esperaba que Olivia terminara con su plan. Derby iba con Chester y se tomaban un merecido descansado para llenar sus vientres después de todo lo que habían estado trabajando.

Pensaban que iban bien encaminados con el plan de Olivia y podían ver como podía llegar a tener éxito.

Derby se había sentado en la barra para pedirse algo con Chester cuando había empezado a escuchar bufidos desde una mesa cercana. Alguien no estaba feliz con su presencia y los escuchaba reírse y murmurar insultos en su dirección.

—Ignóralos, Derby —pidió Chester y tomó su plato con el almuerzo—. Es más fácil de esa forma.

Le hizo caso y durante un rato ignoró a McFee y todo lo que decía sobre él, Chester o Jonathan. Incluso ignoró cosas que dijo sobre sus hijos para mantener la paz como Chester pedía. McFee hablaba y sus compañeros se reían, pero Derby estrujaba el cuchillo en sus manos e intentaba comer sin darle importancia. Él y McFee no se llevaban bien porque ambos eran irlandeses, pero se encontraban en lados opuestos de las políticas dividiendo a su nación. Derby era republicano y McFee un asqueroso nacionalista que, aunque no tenía donde caer muerto, les lamía el culo a los ricos.

Golpeó su puño contra la mesa y se puso de pie.

—¡¿Qué mierda dijiste de mi mujer?!

McFee se puso de pie escupiendo en el piso y lo enfrentó.

—Es una puta, Apted, una jodida puta...Apuesto a que ninguno de esos niños es tuyo, se debe haber follado a medio pueblo —. Se rio y sus compañeros rieron con él—. Seguro yo también puedo meterme entre sus piernas, colar mi verga en esa...

El silencio reinó en el bar cuando Derby le enterró el cuchillo en la garganta y McFee enmudeció, ahogándose con la sangre. Lo retiró y volvió a enterrárselo una y otra vez y con agresividad. Si alguno hombre planeaba meterse a pelear, se lo pensó dos veces cuando lo vieron acuchillar a McFee tantas veces en el rostro que quedó irreconocible y una estampida de hombres dejó el bar mientras Hopkins y los suyos presenciaban el acto horrorizado.

—¡¿También tienes una opinión sobre mi esposa?! —preguntó, señalando a Hopkins con el cuchillo ensangrentado.

Tenía el rostro salpicado en sangre y una mirada asesina, así que Hopkins negó, apretándose contra la silla.

Chester maldijo.

—Oh no...Jona no estará contento, Derby.

La puerta del bar se abrió bruscamente minutos después y Jonathan se detuvo ante el cadáver de McFee y levantó la vista hacia Derby. Él había vuelto a sentarse frente a la barra para continuar su comida como si no le importara estar cubierto en sangre o que tuviera un cadáver con el rostro desfigurado justo a sus pies. Había cambiado el cuchillo por uno limpió y comía sin importancia.

Jonathan miró el cuerpo de McFee y sus hijos rápidamente bloquearon la puerta para que nadie pudiera entrar.

—¿Qué sucedió?

—¿Qué mierda crees que sucedió? Lo maté —espetó sin importancia—. No dejaba de decir mierda y ahora no dirá nada más jamás.

Jonathan se frotó el rostro con el dorso de su mano que no tenía sangre y exhaló para intentar mantener la calma. No funcionó, giró a Derby en el banco y lo levantó de la camisa.

—Te pedí una cosa, Derby y solo una cosa...—. Le acomodó el cuello de la ropa y le peinó la barba con los vellos pegándose a la sangre seca en sus manos. Jonathan asustaba más cuando estaba tranquilo y cuando le gritó en el rostro, Derby apretó los ojos—. ¡Un trabajo tenías! ¡Un jodido trabajo y lo cagaste todo! ¿Qué vamos a hacer ahora ¿uhm? Otro cadáver.

Lo golpeó en el costado de la cabeza y Derby se sobresaltó, pero no dijo palabra.

—¡¿Qué vamos a hacer ahora, Derby?!

—Lo mismo que hicimos con el otro, Jona, podemos resolverlo —. Jonathan le dio la espalda y se frotó el rostro relamiéndose los labios ante la exasperación. Todos los problemas se le apilaban y era difícil encontrar solución—. Estaba insultando a Jian, Jona...Tu habrías hecho lo mismo y...

—No me importa lo que yo habría hecho —espetó, girándose hacia su rostro—. Te di una orden y no la cumpliste, lo jodiste todo y ahora ¿Qué pasa con la reportera? ¿Qué le diremos a ella? Si te digo que no más peleas, haces lo que te digo ¿comprendes? —. Asintió y apretó los labios cuando Jonathan lo golpeó en el rostro otra vez—. Ahora tengo otro problema en mis manos por tu culpa ¿y solucionó algo? ¡No!

Se alejó y miró hacia McFee.

No diría que el hombre no se lo merecía, pero ese simplemente no era el momento o el lugar, lo habría tolerado si al menos Derby lo hubiera alejado del pueblo y hubiera eliminado las evidencias, pero ahora con un cadáver, testigos y la periodista, era cuestión de horas hasta que tuviera una nueva historia sobre como protegía asesinos. Y no podía arrestar a Derby y colgarlo por el crimen porque era su amigo.

—Kyle, lleva a Derby solo por ahora, déjalo ir en la noche cuando nadie este viendo —. Kyle asintió y colocó las esposas en las manos de Derby para sacarlo del bar—. Ustedes dos llévense el cuerpo —ordenó a Oliver y Eli y luego se inclinó sobre Hopkins, quien seguía apretado en la silla mirando hacia el cuerpo de su amigo y sostuvo su mirada—. Lo que viste hoy no sucedió y no me importa lo que pienses, no dirás una palabra al respecto o acabaras como tu amigo y tu familia jamás podrá darte un entierro ¿comprendiste?

Asintió y Jonathan le dio un suave apretó en el hombro y se marchó.

Todos dejaron el bar y solo Hopkins permaneció en la mesa con la compañía de Ridley, nunca se había llevado bien con ese hombre que trabajaba para Jonathan como un simple mensajero, pero ahora ambos compartían la angustia por la muerte de McFee. Ridley era un grandulón con barba y calvo que resultaba fácilmente influenciable, motivo por el cual Jonathan hacía con él lo que quería. Jonathan hacía con todos lo que quería, excepto sus amiguitos y sus hijos, a ellos los consentía y les cuidaba el culo.

Miró hacia la sangre en el suelo y negó.

—McFee no merecía eso —susurró y apretó el puño—. Tiraran su cuerpo como si fuera un animal...Como si no importara...

—Pobre McFee.

—Nos odian, Ridley —espetó y empezó a negar—. No nos toman en serio, Triggs ya ha recibido una promoción ¿pero tú? Sigues como mensajero.

—Sí, el señor Morgan cree que soy estúpido.

—Pero no lo eres, ellos lo son. Ellos no nos toman enserio, ni siquiera nos han dejado votar cuando decidieron contratar a esta mujer. ¡No tenemos voz y todo porque Morgan solo escucha a sus hijitos! Debemos hacer algo.

Ridley asintió, apoyando sus palabras con un golpe en la mesa y Hopkins apretó los ojos al revivir lo sucedido con su amigo.

—Lo mató sin piedad alguna, lo arruinó...Mi amigo...McFee era mi amigo —. Ridley guardó silencio como muestra de respeto y Hopkins se puso de pie—. Debemos hacerlo pagar, Ridley, esta noche en su casa, su mujer estará sola y le enseñaremos a la puta lo que es.

—¡Sí! Debemos vengarlo con la mujer...La mujer debe pagar esta noche.

Kyle cerró la celda donde metió a Derby y murmuró una disculpa.

—Te dejaré salir en la noche ¿sí?

Asintió y se sentó en el suelo a esperar.

No culpaba a Jonathan por su enojo, solo le había causado más problemas y justo cuando todo parecía empezar a arreglarse. Por supuesto, él no sabía que nada se había arreglado y las cosas solo estaban peor. Se frotó el rostro y maldijo. No sabía porque debía dejar que el enojo tomara control de su cuerpo de esa forma, pero cuando insultaban a su esposa, cuando menospreciaban a Jian por un pasado que ella intentaba ocultar, la furia simplemente lo cegaba y solo quería protegerla. Ayudarla a enterrar ese pasado del cual ella se avergonzaba, pero el pasado parecía regresar todo el tiempo a perseguirla.

Jonathan regresó a las oficinas y se lavó la sangre de las manos con brusquedad. Estaba furioso. Había golpeado a su mujer por nada, tenían otro cadáver, la estúpida periodista les estaba causando más problemas de los pensados y si Olivia tenía razón, pronto tendrían a los inspectores sobre ellos y todavía no habían encontrado el documento faltante y tenían toda la mercancía apilada en el sótano.

Debían actuar rápido.

Humedeció un trapo y se acercó a Olivia para apretarlo contra su mejilla. Ella intentó acariciarlo, pero él rechazó su contacto. La culpa seguía matándole y ver como el golpe se tornaba más y más oscuro y empezaba a hincharse un poco debajo del ojo solo le hacía sentirse peor.

—Habría funcionado, Jona, si nadie hubiera acudido a ella, habría funcionado.

—Pero no lo hizo, Olivia, te golpeé por nada y no funcionó —. Ella apartó el paño húmedo y sujetó su rostro, obligándolo a no alejarse—. Olivia, por favor...

—Te pedí que lo hicieras, Jonathan. Yo insistí ¿de acuerdo? Si quieres culpar a alguien, cúlpame a mí, pero no a ti. No hiciste nada mal.

—No debí aceptar.

Ella lo abrazó en la intimidad de la oficina y buscó sus labios, pero él no respondió a su beso y tampoco la abrazó de regreso. Lloró contra su rostro y le imploró que la besara y la abrazara, que no se distanciara de esa forma, pero para Jonathan era más difícil de lo que podía expresar. La había visto caer al suelo, la había visto empezar a llorar por el golpe y como sujetaba su mejilla y se había sentido demasiado real. El golpe era real incluso aunque lo demás no lo fuerza.

—Te amo, Jona, por favor —. Tomó sus manos y las puso en su cuerpo para que la tocara—. Te amo, bésame...Hazme el amor en tu escritorio, por favor, Jona, por favor, hazlo.

Cedió lentamente a sus labios, dejando que estos se movieran tímidamente y Olivia gimió en su boca y lo abrazó con más fuerza. La sentó al borde del escritorio, apartando todo en el camino y le levantó un poco la falda para poder colar una mano entre sus piernas, complacerla, pero él no se desnudó.

—Jonathan, por favor.

—Te amo tanto —sollozó contra sus labios y ella asintió y movió sus caderas contra sus dedos que la tocaban—. Mi ángel...No quiero hacerte daño.

—No lo haces, no lo haces, mi amor, jamás podrías —. Le desabrochó el pantalón y tiró de él para que se pegara a su cuerpo. Jonathan gimió—. Soy tuya, Jonathan, siempre seré solo tuya.

Él asintió y sus palabras parecieron ayudar a romper con su angustia, pues la atrajo desde las caderas y se enterró con ella para embestirla. Cada penetración los recorrió a ambos con olas de placer y se sintió como el paraíso. Ella lo besó e intentó no gemir demasiado para no alertar a todos en el edificio. Estaban en la seguridad de la oficina con la puerta y persianas cerradas, pero las paredes eran delgadas y debían ser silenciosos.

Jonathan la tocó para que alcanzara el orgasmo con él y acabó en su interior, llorando contra sus labios y abrazándola con más fuerza.

Se atrevió a acariciarle la mejilla donde la había golpeado y Olivia cerró los ojos y besó el interior de su mano.

—Estaremos bien, mi amor, todo va a estar bien.

Quería confiar en ella, pero temía que las cosas solo se salieran de control y que sus intentos por seguir las reglas para resolver ese problema ya no funcionaran. Tal vez estaba atado a ser un criminal y debía seguir siéndolo por el resto de su vida, sin importar cuanto intentara escaparle.

—Debes deshacerte de la mercancía esta noche ¿sí? Véndela o regálala, no importa. Solo quítate eso de encima —. Asintió y volvió a besarla—. Y debemos tener cuidado con Lois, creo que puede la hayamos subestimado un poco, tenía un arma y no ha temido apuntármela en la cabeza.

Jonathan regresó el rostro hacia ella como si algo se hubiera poseído de él.

—¿Qué?

—Planeaba matarme y quiere arruinar a toda la familia, no solo a ti. A nuestras hijas.

Jonathan apoyó los puños contra el escritorio y no dijo nada. Solo pensó. Lois cruzaba limites y él se contenía porque era una mujer y debía respetarla. La mierda. Su paciencia estaba acabándose y en su vida, en sus tiempos con la pandilla, las cosas se resolvían con violencia sin importar el genero de la persona. Relamió sus labios y tomó su revolver para guardárselo en la funda y dejar la oficina.

—Ve a casa y llévate a Marie, necesito que descanses y le pidas a Harvie que te mire el golpe ¿puedes hacer eso y no discutir?

Solo porque notó el cansancio en su voz decidió acceder y se marchó dejándolo solo. Jonathan prefería trabajar de esa forma. Podía hacer cosas que de otra forma no sería capaz de hacer si Olivia estaba presente y quería hacer cosas que lo convertían en un hombre que no acostumbraba ser.

El día se consumió regresando a la normalidad.

Jonathan acomodó todo para que sus hijos se llevaran la mercancía en la noche mientras el mantenía a Lois ocupada y una vez la hubieran sacado de la propiedad, la enterrarían hasta que pudieran volver a buscarla para venderla y conseguir el dinero que Jonathan quería de eso. El papel que faltaba les generaría problemas al día siguiente cuando llegara el inspector, pero Jonathan esperaba poder conseguir unos días para ir al banco y entonces obtendría una copia que solucionaría todo. El cuerpo de McFee lo enterrarían y ya pensaría en una excusa para que Derby escapara a un castigo por su muerte.

A las diez, cuando el sol se ocultó, sus hijos empezaron a acercar todas las cajas hacia la puerta y Stacee acercó un carro para que subieran todo. Ella apenas acababa de descubrir hacía apenas unos días que se había metido en un negocio con criminales y ahora intentaba actuar y decidir en la marcha, esperando que al menos su lealtad le ganara esa promoción y una buena paga para celebrar con sus hermanos. Aunque omitiría la parte de criminales cuando les hablara de su día.

Jonathan fue hacia el hotel donde Lois se hospedaba, llamó a la puerta y cuando esta se abrió, Lois lo vio con los brazos cruzados. Estaba cansada de ese pueblo, de esa familia y de ese hombre. Estaba cansada de todo y si pudiera ponerle un alto rápidamente lo haría, pero no se iría sin la información que había ido a buscar. Matthewson la requería.

—¿Viene con más mentiras, señor Morgan? ¿Ahora usted intentará engañarme?

—Yo no hago eso, Babcock, pero sospecho preferirá los engaños de mi mujer una vez me conozca —. Sacó el revolver que Olivia le había quitado y se lo extendió—. Asumo esto es suyo.

Lois asintió y estiró la mano para tomarlo, pero Jonathan giró el revolver y le apuntó con este, quitándole la traba.

—Entre en la habitación y no haga ruido—advirtió y cuando ella empezó a retroceder con su rostro pálido. Él entró en el cuarto con ella y cerró la puerta a su espalda—. Siéntese en la cama.

Lo hizo en silencio y Jonathan se quitó el sombrero y lo apoyo sobre la cómoda, retiró las balas al revolver para que ella lo viera y las lanzó al suelo, dejando que se esparcieran por el lugar y se perdieran debajo de los muebles. Luego se quitó la chaqueta y empezó a remangar las mangas de su camisa. Aprovechó que ella estaba sentada en la cama para inspeccionar el entorno y los papeles que tenía sobre el escritorio. Cartas que Matthewson le enviaba y no parecían falsas. El hombre la amaba tanto como ella lo amaba a él, pero él era casado y no podían estar juntos hasta que consiguiera terminar con su esposa.

—Aún no he tenido el placer de conocer a Matthewson personalmente, lo cual es gracioso considerando la cantidad de problemas que me ha causado —. Desenfundó su propio revolver y lo vació sobre la mesa antes de dejarlo en esta—. Veo que la ama, aunque no lo suficiente si la envió aquí.

—Él no me envió, yo me ofrecí.

—Aun así, no debió aceptar —. Se detuvo frente a ella y la señaló—. Planeaba matar a mi mujer ¿no es así? La amenazó.

Lois se encogió de hombros y sostuvo su mirada.

—Ella no debió mentirme, inventando toda esa asquerosa historia sobre lo miserable que era...Y por poco me convencieron cuando la golpeó, claramente usted disfrutó golpearla.

Jonathan la levantó cerrándole una mano en el cuello y la estampó contra la pared con fuerza. Su mano era lo suficientemente para envolver toda su garganta y un poco más de presión podía romperle los huesos. Sujetó su muñeca cuando empezó a sentir la falta de aire, pero a Jonathan no le importó.

La estampó contra la pared una vez, la alejó aferrándola del cuello y volvió a golpearla con más fuerza.

—¿Crees que esto es un juego? —. Apretó su rostro contra el de ella y la fuerza en su cuello creció—. Te estás metiendo en terrenos que desconoces, Lois, con hombres que nunca has enfrentado y de formas que nunca te han enfrentado. No seas estúpida y vete.

—Si me matas...M-Matthewson t-te matará.

—Puede intentarlo —. La soltó y la empujó hacia el suelo—. Puede enviar a sus mejores hombres, pero definitivamente no a una muje —. La pateó y ella ahogó un jadeó y se arrastró por el suelo hacia la puerta para intentar dejar la habitación. Jonathan tomó sus tobillos y tiró de ella para arrastrarla de regreso a sus manos—. He intentado ser civilizado, pero se acabaron los juegos, Lois, vuelves a acercarte a mi esposa y te mataré a golpes. Te dolerá tanto el cuerpo que esto que sientes ahora parecerán cosquillas.

Ella tosió, con los pulmones presionándose en su pecho por la dura patada y Jonathan se enderezó y tiró de su cabello para que hiciera lo mismo.

—Debes aprender a no meterte en los problemas de hombres porque solo saldrás herida. Este pueblo, estos hombres, me obedecen y te harán daño si se los pido, no me obligues a hacerlo y márchate ¿sí? —. Ella negó y Jonathan le cruzó el rostro con su mano, haciéndola escupir sangre—. Si te quedas terminarás muerta y si crees que te duele ahora, no te imaginas lo que te haré como vuelvas a acercarte a mi familia, Babcock. No me importa lo que digas, aléjate de mi familia o volveré y no me detendré hasta que tu rostro este aplastado debajo de mi zapato.

La soltó y ella cayó al suelo ahogando un jadeó y tosiendo por la presión en su vientre. Jonathan recuperó su chaqueta y su sombrero, se guardó el revolver con las balas en un bolsillo y abandonó el dormitorio sin mirar atrás.

Ni siquiera había sudado o ensuciado sus manos, por eso nunca consideraba justo agredir a una mujer. Sabía que su fuerza no tenía comparación y ni siquiera tendría que estresarse temiendo que escaparan. Si Lois era inteligente se marcharía y sino se quedaría a molestarles solo hasta que Jonathan tocara fondo u Olivia ideara una forma de alejarla sin problemas.

El sótano ya estaba vacío cuando salió y no había rastro del carro o sus hijos. Ya se habían marchado para buscar un lugar lejos de todo donde enterrar la mercancía hasta que fuera seguro sacarla. Buscarían algún punto en el bosque y lo registrarían para no olvidarse.

Jonathan fue hacia la comisaría y permitió que Kyle dejara que Derby se marchara. Lo miró seriamente durante unos minutos y antes de que Derby se fuera, lo detuvo y lo abrazó.

Había hablado enojado esa tarde, se había dejado llevar por las emociones y había dicho cosas que no eran del todo ciertas. Apoyaba a Derby en su decisión de matar a McFee, así como él le había apoyado cuando había matado a Leigh, no negaría que el momento había sido el incorrecto, pero le tranquilizaba que Derby protegiera a Jian.

—Yo habría hecho lo mismo, Derby y me alegra saber que cuidas de mi hija y nada importa más que ella. Ni siquiera la compañía.

—¿No estás molesto?

—No, pero necesito que mantengas la calma la próxima vez, podemos vengarnos de los hombres que quieras, pero necesita ser a su tiempo —. Asintió y volvió a abrazarlo—. Ve a casa y cuídate, Hopkins podría no estar muy feliz contigo después de esto. Creo que es mejor te quedes en casa durante unos días, para evitar rumores.

Derby se fue a su caballo y tomó las riendas con su mano, dejando que la otra (con la prótesis) se apoyara en su muslo. Cabalgó algo rápido, pues no acostumbraba a llegar tan tarde y nunca se perdía la cena, imaginaba que Jian se estaría preocupando y sus hijos ya se habrían dormido.

Dejó al caballo en el establo y caminó hacia la casa.

Quería ir rápido hacia el baño antes de que le vieran para limpiarse toda la sangre seca en su rostro, no era una buena influencia para sus hijos y ellos no necesitaban aprender a ser como él; un criminal agresivo que resolvía todo con violencia.

Subió el porche hacia la casa, pero se detuvo cuando encontró la puerta entornada y la cerradura rota. Desenfundó su revolver y la empujó suavemente para ingresar sin hacer ruido. El corazón se le había subido a la garganta mientras barría el lugar con la mirada y esperaba encontrar una tragedia. Asomó en la cocina y vio que la mucama estaba escondida debajo de la mesa con Sam y Clara, los dos más pequeños de la familia. Subió las escaleras y vio sangre en las paredes que llevaban hacia su dormitorio, la idea de asomar dentro de esta le paralizó, todo era silencioso y no esperaba encontrar a nadie con vida. Apretó los ojos y asomó con el arma en sus manos.

Maybelle, la mayor de sus hijas estaba desnuda en el rincón, abrazándose a sus piernas. Lucas, el mayor de sus hijos que aun vivía con ellos estaba inconsciente en el suelo y en la cama, completamente desnuda y cubierta de golpes estaba Jian.

Parpadear le dolía, pero lo hizo cuando vio a Derby y se obligó a moverse para que supiera seguía con vida. Derby dejó que el arma cayera al suelo y apoyó una rodilla en la cama para acercarse a ella. Se detuvo de tocarla y no supo que herida atender primero. Su cuerpo estaba cubierto de cortes y golpes, temblaba por la conmoción de lo sucedido y había sangre cubriendo las mantas debajo de ella. Temió tocarla, temió que solo le hiciera más daño, pero con cuidado la enderezó y se quitó la chaqueta para cubrirla.

—E-estoy bien...E-estoy bien —logró decirle, pero todo su cuerpo temblaba y la expresión de shock permanecía en su rostro—. Est-estoy bien.

Casi parecía que intentaba convencerse a sí misma de eso en lugar de confirmarlo.

Derby la alzó en sus brazos y lloró contra su cabeza.

—¿Qué te han hecho, mi amor? Oh, Dios, ¿qué te han hecho?

Jian continuó temblando en sus brazos y ni siquiera lloró, solo miró fijamente hacia el torso de Derby y cada tanto lo apretó con fuerza, como si su cuerpo continuara reviviendo lo sucedido en algún rincón de su cabeza.

Derby sabía quien había sido, no necesitaba confirmaciones y se arrepintió de no haber matado a Hopkins en el momento. Jonathan siempre decía que la mayor debilidad de un hombre era su familia y los hombres lo sabían. Había sido estúpido e intentando protegerla la había empujado hacia el peligro.

Miró hacia su hija y no encontró heridas en su cuerpo, aunque estuviera desnuda apretándose contra un rincón y temblara, con la misma mirada de horror en su rostro.

Sintió algo en sus pies y cuando miró hacia abajo notó que el resto de sus hijos pequeños estaban ocultos debajo de la cama.

Todos habían presenciado lo sucedido y él había fallado en protegerles.

—M-Maybelle —fue lo primero que Jian dijo al reaccionar y se enderezó en las piernas de Derby—. Maybelle...

Derby fue hacia su hija, pero ella se encogió cuando sintió alguien se acercaba, pero el shock le impidió ver quien era. En su mente, seguía atrapada en ese dormitorio con los hombres que violaban a su madre. Seguía siendo obligada a ver mientras juraban que sería la próxima. Y por poco habían matado a Lucas cuando había intentado protegerla, pero solo lo habían golpeado y Jian los había entretenido con su cuerpo para que se olvidaran de él y no les hicieran daño a sus hijos. Se había sometido a sus agresores para proteger a sus niños.

—Belle...Soy yo, papá...

Maybelle parpadeó y regresó en sí al sentir la voz de Derby, se giró hacia él y lanzó su cuerpo hacia sus brazos para llorar en su pecho. Derby la acunó, intentando ignorar que iba desnuda y la alzó con cuidado del suelo para llevarla a la cama con su madre.

Jian sujetó el rostro de su hija y la miró.

—¿T-te hic-hicieron daño? —. Negó y el alivio borró las arrugas en su rostro.

Derby las miró y quiso romper algo, pero se contuvo. Despertó a Lucas, sacudiéndole un par de veces y cuando Lucas regresó en sí, lo hizo a la defensiva y listo para pelear con los agresores de su madre.

—Papá...—. Lo miró y luego desvió la atención hacia su madre—. Madre...Oh, Dios, madre...

Lo detuvo de acercarse a ella y negó.

—Ve a casa de los Morgan y avísale a Olivia y Jonathan. Necesitamos un doctor —. Lucas se marchó corriendo y Derby envío a los niños ocultos debajo de la cama para que se resguardaran en la cocina con la mucama. Debía poner a Jian y Maybelle como una prioridad, ellas eran las que estaban más afectadas. Maybelle emocionalmente y Jian emocional y físicamente—. ¿Fue Hopkins?

—Y Ridley —respondió Jian, encontrando la fuerza para hablar aunque las lágrimas estaban en el fondo de su garganta—. Querían recordarme lo que soy y querían hacerle lo mismo a nuestra hija...

Miró hacia Derby y cuando ella fue a ponerse de pie, la detuvo.

—Necesitas descansar.

—Estos hombres intentaron violar a nuestras hijas, Derby...A Jessica —. Derby miró a su alrededor en busca de Jessica, quién apenas tenía doce años—. Yo puedo soportarlo, pero no ellas...No ellas.

—No debes soportarlo, prometí protegerte y...Y fracasé, joder.

Jian apretó los ojos y cubrió a su hija con su salida de cama, para que no estuviera desnuda frente a su padre.

—¿Puedes ir a tu dormitorio? Mami estará contigo en un momento.

Maybelle asintió y se marchó temblando y abrazándose a sí misma y cuando Derby cerró la puerta, Jian se dejó caer al suelo y ocultó su rostro en la cama para llorar. No sabía que dolía más, si su cuerpo por los maltratos, su corazón por la humillación o su lado maternal que sabía sus hijos lo habían presenciado todo.

Sintió las manos de Derby cuando la sujetaron suavemente de los hombros y se giró hacia su cuerpo para ocultarse en sus brazos. Se sentía pequeña cuando él la abrazaba, pero se sentía a salvo y en esos momentos necesitaba sentirse a salvo. Quería ir con su hija, pero temía que no podía ser de mucha ayuda cuando estaba tan rota.

—No te culpo —susurró y Derby apretó los ojos—. Todos sabíamos que los hombres me odian por mi pasado.

—No, no es tu culpa, amor, no lo es —. Le acarició la mejilla con su mano y ver su rostro tan golpeado lo destrozó—. Maté a un hombre con quien Hopkins se llevaba, debí...debí contenerme.

—¿Por qué lo mataste? —. No le respondió y ella acarició su rostro—. Tu no eres un demente, Derby, si lo mataste fue por algo.

—Dijo cosas sobre nosotros —fue todo lo que dijo—. Debí controlarme, debí pensar...No sé como ayudarte ahora, mi amor, dime qué hacer para ayudarte.

Él sabía como ella se sentía, como era sufrir un abuso, pues lo había vivido en su tiempo en la cárcel. Lo habían violado entre varios hombres más de una vez y la herida había dejado una marca en su corazón, no quería eso para su esposa, no cuando ella estaba bien, cuando era feliz y había dejado su pasado atrás.

—Necesito limpiarme...T-todavía siento el olor de ellos...

Asintió y la llevó en sus brazos hacia el baño del dormitorio.

—¿Q-quieres que te ayude o...o prefieres me retire?

Jian jamás podría huir al tacto de Derby, él era su marido y un hombre con quien había vivido cientos de infiernos y cientos de maravillas. Lo había conocido en su peor momento y ahora él era lo mejor en su vida. Nunca la juzgaba por su pasado y siempre la cuidaba y la complacía. Él era todo lo que necesitaba para borrar sus manos de su cuerpo.

—Ayúdame, por favor... ¿O te molesta? Tal vez te de...te de asco verme así y saber que otros hombr...

—No —interrumpió, antes de que continuara por ese rumbo—. Jamás, Jian ¿me escuchas? Eso jamás. Eres mi esposa y te amo con mi vida y más, eres perfecta para mi y lo que esos hombres te hicieron no cambia lo que siento por ti o lo mucho que te admiro —. Sujetó sus manos y besó sus nudillos al entrar debajo del agua con ella sin desnudarse—. Los encontraré y los haré pagar.

—¿Puedes simplemente quedarte conmigo, por favor? No quiero estar sola.

Se golpeó mentalmente por ser tan estúpido y asintió.

Ella se abrazó a si misma mientras dejaba que el agua escurriera por su cuerpo y cuando abrió los ojos para mirar hacia Derby se acercó con manos temblorosas y le desabrochó el primer botón de la camisa. Lo miró, dubitativa, pero él no se movió. Se la quitó y cuando estuvo desnudo con ella y le hubo quitado también la prótesis, lo abrazó debajo del agua y se ocultó en su pecho.

Derby la abrazó de regresó y peinó su cabello mojado y allí se quedaron durante una hora, mientras Lucas iba y daba la horrible noticia en la mansión, Derby abrazó a su esposa en silencio y ella cerró los ojos y se perdió en su mente con él.

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