Finalmente un día tranquilo en el cual no pasaba gran cosa más que torneos de sudoku, con Popee siendo el mejor en aquel juego. —“finalmente algo en lo que puedo participar”—. Estaba entusiasmada y una vez perdió una de las chicas contra Popee, tome el asiento de ella mire al rubio y le dije:
—dejame participar.
—¿sabes jugarlo? —pregunto.
—se que los números no deben repetirse en las filas verticales y horizontales, tampoco dentro del cuadro, no es tan difícil —exprese confiada.
Kedamono dió en marcha el cronómetro y el enfrentamiento dió inicio. La teoría era simple, aplicarla fue complicado. —“mierda es más difícil de lo que pensaba”—. Tan solo llevaba un cuadro y unas cuantas filas armadas pero ya comenzaba a complicarme.
—listo —dijo el rubio alzando la mano.
—¡¿cómo?!, ¿ya terminaste? —exclame atónita.
El cronómetro se detuvo. El de máscaras reviso el cronómetro y dijo:
—dos minutos con cuarenta segundos, nuevo récord Popee —aplaudió con admiración.
Aquel rubio se cruzó de brazos mientras sonreía engreído.
—eso fue muy rápido, que increíble —exprese asombrada.
—claro que si, soy el mejor en todo lo que hago —se enalteció.
Sonreí. Me parecía adorable cuando actuaba de esa manera.
—el duelo termino —declaro la azabache interrumpiendo el momento—, no más torneos de sudoku.
—lo dices solo porque perdiste verdad —expreso el aprendiz de payaso.
—¿a caso eres un anciano?, solo los ancianos juegan sudoku.
—¡¿qué dijiste?!.
Logro molestarlo fácilmente. —“yo quería que fuera un día pacífico”— me deprimí.
—cambiaremos el juego pero seguirán los retos, está vez… ¡el reto del pocky!. —decía entusiasmada.
¿Pockys?, ¿de dónde obtuvieron esos dulces?. La azabache me miró de reojo, me dedico una sonrisa y guiño el ojo, tarde unos segundos en atar cables fue entonces que todo se conecto y supe de inmediato sus verdaderas intenciones.
—las reglas son sencillas, competirán dos personas, cada una comerá de un extremo, no pueden separarse o detenerse, el primero que se acobarde pierde —explico la chica.
Estaba conciente de lo que se avecinaba, más no sabía si estaba dispuesta ni mucho menos preparada para afrontarlo, no porque no quisiera si no más bien por el hecho de la situación misma.
Las rondas comenzaron, excluyendonos por supuesto a mi y al chico rubio quien en su inocencia lo único que pasaba por su cabeza era ganar su único objetivo, igual que siempre. —“¿cómo puede no darse cuenta?”—, me parecía complicado de asimilar, todo era tan repentino.
—los siguientes a participar son —hizo una pausa para agregar drama— Popee y T/N —nos señaló entusiasmada
Nuestro turno había llegado, mi sentencia. Nos sentamos frente a frente con la mesa dónde anteriormente jugábamos sudoku de por medio, nos mirábamos fijamente. Popee me veía desafiante, había una enorme determinación en su expresión, cosa que me ponía nerviosa, sentí mi rostro arder y mi pulso incrementar su velocidad, tragué saliva, tenía tantas ganas de apartar la mirada más yo misma me lo impedía.
—¿están listos?.
—si —respondimos a la par.
Mentí, no me sentía segura de lo que estaba por hacer. El palito de pocky fue colocado y sosteniendo por nosotros dos, ahora aquel chico se encontraba a centímetros de mi.
—¡comienzen!.
Dió inicio el desafío.
Estaba en una guerra interna, por un lado quería besarlo, pero por otro lado, no deseaba que las cosas se dieran de esta manera, ni siquiera había sido decisión nuestra, fue todo conspiración de las chicas pues sabían perfectamente que Popee haría lo que fuera por ganar, no se acobardaría tan fácilmente.
Al mirarle detalladamente podía darme cuenta que no tenía presente la idea de besarnos, simplemente se concentraba en ganar, no se acobardaría.
A pocos centímetros de que nuestros labios chocarán termine partiendo aquel dulce al parecer a propósito, separándome de inmediato.
—rayos, perdí —fingí tristeza y enfado.
Las chicas no tardaron en abuchearme por haberme acobardado. Me levanté de la mesa agachando la cabeza.
—creo que iré a…
No pude siquiera terminar la excusa. Quería alejarme del sitio tan rápido como pudiera, sentía que mi cabeza explotaría y mi corazón saldría por mi boca.
Me escondí detrás de la cerca, me deje caer sobre la arena sentándome en posición fetal escondiendo mi cara entre mis brazos, necesitaba tranquilizarme.
—carajo —maldecí por lo bajo.
No estaba segura de si había hecho lo correcto o no, sobre todo, no sabía si terminaría arrepintiendome por mi decisión. No pensé solo actúe.
—lo hiciste a propósito.
Esa voz tan característica me hizo saltar del susto.
—¿qué cosa? —pregunte fingiendo demencia.
—lo que paso allá, el reto del pocky.
—y que si así fue, ganaste, ¿no es así? —aparte la mirada.
—¡no es justo! —golpeo la cerca—, ¡esa victoria no cuenta!.
Estaba tan molesto, a pesar de no gustarle perder en nada, tampoco le agradaba cuando los demás lo dejaban ganar.
—no tienes idea —comenzaba a enfadarme también—, eso solo fue una trampa de las chicas para hacer que nos besaramos —revele las intenciones detrás del juego.
—¿estás diciendo que no quieres besarme?.
—exacto.
¿Que estaba sucediendo?, No logro comprender. Aquel chico ya arto de la situación se agachó a mi altura y coloco ambos brazos a mis alrededores. —“¡me acorralo!”—. Me obligó a mirarle de frente, tenía el ceño fruncido, estaba por hacer una locura.
—¿no es eso lo que querías? —cuestiono o más bien incitó—, porque te niegas ahora.
—¿por qué insistes tanto en hacerlo?.
Mi cabeza no pensaba con claridad. Tal parece que el se encontraba en la misma situación.
—no te acobardes está vez —advitió.
Sin pedir permiso, sin contexto alguno, se acercó peligrosamente a mi, cerro sus ojos, enrojeció, comenzó a tiritar, estaba nervioso, no; —“esta inseguro”—, supe al instante. Justo antes de que nuestros labios chocarán, le detuve, cubriendo su boca con mi mano, abrió los ojos al instante.
—me niego —declare—, si vamos a besarnos no será de esta manera, no quiero que sea por presión ni por un tonto reto, quiero que sea de verdad, además no quiero arruinar tu primer beso de esta manera.
Se le notó más aliviado pero aún molesto. Retiró mi mano de inmediato.
—que considerada —hablo con sarcasmo—, no es el primero —hablo por lo bajo.
—si tanto insistes, entonces… —me gire solo un poco para besar su mejilla, se sorprendió por aquel acto—, conformate con eso —titube al hablar.
Cuando me alejé de el note su rostro tan rojo como el de un tomate acompañado de una expresión frustrada, impactada y confundida a la vez.
De inmediato me invadieron los nervios y con ellos la inseguridad. —“¡¿me equivoqué?!, ¡¿no debí hacer eso?!”—, estaba por arrepentirme, quería disculparme pero las palabras no salían de mi boca.
Retiró sus brazos de mis alrededores, tomando distancia al mismo tiempo que desviaba la mirada viendo hacia el suelo con inquietud, permaneciendo ambos en silencio, caímos en el abismo de la incomodidad y un poco el arrepentimiento e inseguridad.
—¿que tal si mejor me enseñas a jugar sudoku? —desvié el tema de conversación.
—buena idea —tembló su voz.
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Dos capítulos en un día, o algo así (⌐■-■)