Ávido

By _Thelin

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Cuando las calles están en la profundidad del silencio. Cuando todo se oscurece. Cuando todo parece estar mue... More

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By _Thelin

«Un USB Perdido»

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A la mañana siguiente, me costó muchísimo más de lo normal levantarme de la cama. El sueño no se terminaba de ir por más café que tomaba, así que decidí darme por vencida e ir con cara de Zombie a la Uni.

Cuando llegué, justo antes de bajarme del auto, me enredé con el cinturón de seguridad y mi bolso cayó a la parte trasera del auto. Irritada, me asomé allí para agarrarlo, y entonces...

Lo ví.

Algo pequeño, mitad plateado, mitad azul marino. Un USB.

Escuché el click de mi cinturón de seguridad cuando me lo quité para poder alcanzar el drive. Me quedé mirándolo por un segundo.

«Debe ser de Preston... O de Lillie» Pensé.

Lo guardé en mi bolso y cerré la cremallera. Se lo daría a Preston apenas lo viera, y en caso de que fuera de Lillie, él se lo hará llegar. No creo que a ella le guste mucho la idea de que yo haya tenido algún objeto suyo en mi poder.

Pasaron las horas, y en mi tercera clase llegué tarde por haberme distraído hablando con unos nuevos amigos. La verdad era que la universidad era muy grande, se me hacía difícil encontrar a las pocas personas que conocía.

Entré disculpándome con el profesor, que muy amablemente me dejó pasar sin reprocharme, y me senté en las últimas filas. Él explicó unos ejercicios y nos dejó unos minutos para resolverlos.

Sentí que me tocaron el hombro con un dedo.

-Oye, ¿Me prestas tu sacapuntas? -su voz masculina se me hizo conocida.

-Claro -respondí sin pensar y lo tomé entre mis manos para dárselo. Cuando me volteé, no pude ocultar la expresión de sorpresa.

Me quedé con el objeto en la mano, solo mirándolo.

Él chasqueó sus dedos morenos delante de mis ojos, divertido.

-Guau, nunca había dejado a alguien mudo con mi belleza.

Yo no pude evitar reír.

-¿Tú eres...?

-Oakley, un gusto -me extendió su mano y yo le correspondí.

-Eres el bajista de la banda que tocó anoche en el bar -dije algo impresionada-. Estudias aquí.

-Pues sí, los músicos también estudiamos -luego agregó ofendido-. No somos los vagos que todo el mundo cree.

-Me lo imaginé. Son estereotipos estúpidos.

-Bastante -acomodó los brazos en su mesa para inclinarse y hablar mejor- ¿Sabes lo cansado que es la gente se sorprenda cada vez que digo que estudio ingeniería? Dicen que es imposible que te gusten los números y la música al mismo tiempo.

Hice una mueca.

-Tengo que admitir que fue lo primero que pensé.

-Al menos no lo dijiste -indicó como consuelo.

-Al menos -coincidí- ¿Y los demás de la banda también estudian aquí?

-Sí, sólo que Bogdan y Khai están en su penúltimo año y yo en primero. Oh, y Shinoda; el vocalista de la banda, está en segundo. No sé si lo recuerdas.

-Creo que sí, no estoy segura -me hice la tonta.

-¿Y cómo te va? ¿Te está gustando la universidad?

-Sí -respondí-. Es sólo que aveces siento que la gente me mira mucho, pero supongo que es normal en una ciudad tan pequeña, en donde todos se conocen.

Él sacudió la cabeza.

-Yo no diría que es por eso. Te sorprendería la cantidad de personas que se mudan aquí para estudiar, por el prestigio que tiene la universidad, claro está. Pero creo que tu caso se debe al hecho de que te mudaste aquí incluso después de lo que sucedió. Digo, después de eso muchos se arrepintieron de venir aquí, y se regresaron a donde venían.

-¿Después de lo que sucedió? ¿Qué sucedió?

Él pareció sorprendido.

-¿En serio no lo sabes?

Yo negué con la cabeza, curiosa.

-Hace unos meses hubo una desaparición, fue de una chica que estudiaba en esta universidad. Ella era una de las pocas becadas que había. Su caso es muy conocido en la ciudad, pero policía no le tomó mucha importancia porque ella no venía de una familia de clase alta. Sus padres vinieron a pedirle apoyo a la universidad, pero ellos tampoco les hicieron caso, más aún al saber que había desaparecido una noche en la que andaba de fiesta, entonces el rector les negó la ayuda. Por obvias razones, los padres de la chica no pudieron quedarse aquí para presionar a las autoridades en la búsqueda de su hija, era muy costoso, así que desde el pueblo en donde se dice que viven se la pasan llamando para averiguar cómo va la investigación, pero nunca les contestan las llamadas.

-Es hilarante, ¿No? Qué en una pequeña ciudad de riquillos haya una autoridad tan deficiente.

-En realidad, es así porque nunca pasan cosas realmente malas aquí. Somos una ciudad segura, o al menos lo éramos. Nunca roban, nunca matan y nunca secuestran porque la mayoría de la población no tiene la necesidad de hacerlo, la policía sólo se ocupa de cosas simples, como niños mimados que causan peleas callejeras o cuando alguien altera el orden público. Y en cuanto a la menoría de la población, son todas personas que le trabajan a las personas que sí tienen dinero.

-Es como un equilibrio.

-Exacto. Ya vas entendiendo.

-¿Y qué pasó con ella? ¿La encontraron... Muerta?

-No -dijo con algo de pesar-. La policía cerró el caso la semana pasada por falta de pruebas. Dijeron que no había indicios de que hubiera sido secuestrada, y si a eso le sumamos el hecho de que estaba en un pub... Bueno, ellos dicen que probablemente se escapó con un chico.

¿Un pub? ¿Habría desaparecido en Night Sky?

-Pero no tendría sentido ¿O sí? ¿De verdad iba a dejar al aire toda una beca que seguramente le costó tanto ganar para después al final escaparse con alguien?

-No, no tiene sentido -me dió la razón-. Pero a ellos lo que les interesa es el dinero. Te aseguro de que si hubiera sido la hija de un riquillo la que se hubiera perdido, ya nos habrían investigado hasta el culo.

-¿Tú la conocías?

Él no respondió al instante.

-Sólo de vista. Como te digo, iba de vez en cuando al pub con sus amigos -. Entonces sí sucedió en Night Sky-. Le gustaba la música de mi banda.

Y me dió la ligera impresión de que mentía. No sé decir exactamente en qué, pero sentía que estaba cuidando sus palabras para que yo no supiera algo.

Yo iba a preguntarle otra cosa, pero en eso me dí cuenta de que el profesor nos estaba mirando fijamente. Oakley siguió la dirección de mi mirada y al verlo, me dijo en un susurro:

-Será mejor que terminemos estos ejercicios si no queremos ser degollados por el profesor Doorman.

Luego de esa clase, nos despedimos en la hora libre porque yo tenía unas cosas que hacer en la biblioteca. Lamentablemente me había olvidado la laptop en casa y tendría que usar una de sus computadoras para una tarea que me habían dejado el anterior, y que por obvias razones no había podido realizar.

Como era de esperarse, la biblioteca estaba casi en silencio total. Duré un buen rato buscando y descargando lo que tenía pendiente para mi próxima clase. Saqué unas copias, y cuando abrí el bolso para meterlas, ví el USB de nuevo.

No había visto a Preston ni a Lillie en todo el día. Mucho menos a Charlie o a Saggie, por lo que no había podido devolverlo.

Me debatí un momento entre si hacer lo correcto y respetar la privacidad del propietario o seguir mi curiosidad y revisar qué contenía la memoria.

La computadora se veía tan vacía sin un pendrive.

Seguramente a papá no le parecería bien que echara un vistazo. Ya podría imaginármelo diciendo: "Eva, ¿En dónde quedaron los modales y la educación que te he enseñado?

Pero por otro lado podía imaginarme a mí respondiendo: "Una miradita no hará daño".

Además, nadie lo sabría y no le haría daño a nadie.

Así que lo conecté al sistema del ordenador y lo abrí. El dispositivo se llamaba "B", a secas. Me aparecieron muy pocas carpetas y cuando hice click en la que decía "imágenes", sólo encontré una foto. Era una chica que no había visto jamás, con el cabello castaño claro y rizado. Sus facciones eran delicadas y tenía unos ojos muy bonitos.

Leí la descripción de la fotografía, pero solo decía: "15/04".

¿Era una fecha?

Miré bien el fondo de la imagen, y dí un respingo al darme cuenta de que fue tomada en la entrada de la universidad, cerca de unos arbustos con formas geométricas que habían allí.

Así que ella estudiaba aquí.

Por lo grande que eran las instalaciones y por la cantidad de estudiantes que habían no me sorprendía que no la hubiese visto aún.

Tal vez y hasta el USB era de ella.

Luego entre en las demás carpetas, y todas estaban vacías, no había absolutamente nada. Entré en una que decía «Videos de Seguridad" pero se necesitaba una maldita contraseña pata acceder a ella. Luego entré en la última, "Documentos".

La abrí, y al igual que en imágenes había sólo un archivo llamado «C.H.: S.N°1»

¿Qué significaba eso? ¿Estaría en código?

Maldije por los bajo cuando tras darle click me dijo que también tenía que ingresar una contraseña para poder acceder a su contenido.

Sopesé la idea de meter unas cuántas contraseñas a ver si funcionaban pero decidí que ya había husmeado demasiado.

Además, no había más nada que ver.

Salí de la biblioteca, y de camino a la cafetería me encontré a Saggie hablando acaloradamente con un muy nervioso Preston.

-Saggie, de verdad necesito que me lo des. Si ellos se llegan a enterar de que...

-¡Te dije que no lo tengo! -dijo Sagge exasperado, como si se lo hubiera repetido unas cuantas veces ya-. Quién sabe dónde lo habrás dejado anoche. Estabas muy borracho.

¿Estaban hablando del... USB?

Me escondí detrás de una planta que estaba a mi lado, en el pasillo, para poder escuchar todo sin que me vieran.

-Lo sé, mierda, ¡Lo sé! No hace falta que me digas lo obvio -soltó con sarcasmo.

-Lo tuviste que haber cuidado mejor, eres un irresponsable. ¿Emborracharte después de que al fin habíamos podido conseguir...?

-¿Cómo me dijiste? -preguntó el rubio molesto-. "¿Habíamos podido?" Te recuerdo que he sido yo quien ha conseguido la poca información que tenemos hasta ahora, además de Charlie, claro. Si no fuera por mí, no tendríamos esos videos de las cámaras de seguridad que, afortunadamente, pude conseguir anoche. Ahora bien, ¿Qué has hecho tú?

¿Videos de seguridad? Debían ser los que estaban en una de las carpetas bloqueadas.

De repente, el recuerdo de Preston persuadiendo al bartender para que lo dejara pasar llegó a mí. Pese a que Anthony había dicho algo referente a que Preston sólo quería pasar dentro de la barra para hablar con una chica, bien podría haber sido una excusa por parte del rubio...

Ahora bien, ¿Para qué demonios querrían ellos los vídeos de las cámaras de seguridad del pub?

-Sa-sabes perfectamente que m-mi parte aún no me toca -dijo intentando levantar el mentón, pero se veía que estaba intimidado por Preston.

Él iba a decirle algo, pero entonces levantó su mirada y su expresión cambió a una confusa.

-¿Practicando botánica, Eva? -me preguntó.

Pegué un salto. Al parecer las hojas de la planta no sólo me dejaban verlos, sino que también los dejaba a ellos verme a mí.

Agradecí porque solo se dieron cuenta hasta ahora.

-H-hola, chicos -dije acercándome, como si no me hubieran visto espiándolos.

Aunque por sus expresiones, podría asegurar de que ni siquiera habían caído en cuenta de ello, estaban demasiado tensos aún.

Preston dejó de ver con molestia a Saggie y me dió una sonrisa, pero no le llegó a los ojos.

-¿Qué hay? -me saludó con un entusiasmo muy bien fingido. Por su expresión, se podía notar que su mente estaba en un lugar muy diferente al que estaba su cuerpo.

-Iba a camino a la cafetería -respondí-. Y me caíste como anillo al dedo porque te estaba buscando.

Me miró confuso.

-¿A mí?

-Sí. Verás, encontré algo esta mañana en mi auto -metí la mano en mi bolso, saqué el drive y se lo enseñé-. ¿Acaso es esto tuyo o... de Lillie?

A Preston se le iluminó la mirada y suspiró aliviado mientras miraba con anhelo el aparatito que tenía en la mano. Podría jurar que hasta se le cristalizaron un poco los ojos.

Me lo arrebató de la manos y lo besó repetidas veces.

-¡Gracias al cielo! No te imaginas lo preocupado que estaba por él -exclamó.

-Creo que me hago una idea -sonreí.

-¿Preocupado por quién? -escuché que una voz grave decía a mis espaldas.

Era Charlie.

Preston escondió rápidamente el USB en uno de sus bolsillos.

Y muy torpemente, si se me permite agregar.

-Por... Saggie.

-¿Eh? -preguntó el aludido y Preston le pisó el pie con fuerza. No fue un gesto muy disimulado que digamos y que obviamente Charlie notó.

Sagge hizo una mueca de dolor muy pronunciada.

-Sí, ya sabes, estaba preocupado de que Saggie hubiera chocado anoche, con mi coche -mintió nervioso.

Charlie lo miró sin parpadear por unos segundos.

-¿Sí sabes que no te creí una mierda, no?

Preston suspiró.

-No soy buen mentiroso bajo presión.

-Eres terrible -concluí.

-El dolor de mi pié es terrible -dijo el de lentes mientras se lo sobaba-. No hacía falta que me lo pasaras tan fuerte. Con un pellizco hubiese bastado.

-En fin -dijo Charlie ignorándolo-. ¿Qué demonios escondiste en tus bolsillos cuando llegué?

Preston dudó visiblemente, y luego de pensar unos segundos cuál era la mejor opción, decidió sacar el USB.

-Se me cayó en el auto de Eva, y ella me lo devolvió hoy.

Charlie se quedó callado unos momentos, hasta que respondió tranquilamente.

-¿Tienes alguna idea de las atrocidades que te haría Lillie si se enterara de que casi lo pierdes?

-¿De que casi pierde qué?

Una muy espabilada Lillie apareció súbitamente detrás de Preston. Todos saltamos al verla.

Nadie la había escuchado llegar.

A Preston el color le huyó del rostro, mientras ponía una mueca de pánico. Para luego tomar una respiración profunda, recuperándose.

-Lillie, amor mío -fue a besarle ambas mejillas a la chica, y está no se movió ni un milímetro-. ¿Cómo estás hoy? No te había visto.

-¿Qué es lo que casi pierdes? -preguntó sin rodeos.

-Preston, c-creo que el Profesor Collins n-nos llama -intentó mentir Sagge, nervioso, mientras miraba a Lillie con miedo.

El rubio reaccionó al instante.

-¡Ya vamos, profesor Collins! -gritó Preston como si en realidad los hubieran llamado y tomó a Sagge de la mano para rápidamente llevárselo en dirección contraria a la que estaba Lillie.

-Y ellos creen, ellos juran que los voy a dejar ir así -murmuró ella para sí misma y se fue tras de ellos.

Me quedé sola con Charlie.

-¿Por qué se lo ocultan a Lillie? -inquirí.

Él suspiró, viendo con lástima el lugar por el cual habían desaparecido los tres.

-Ese drive es de ella, y tiene cosas importantes ahí. Si se entera de que Preston lo perdió, no le va a ir precisamente lindo.

-Chica peligrosa -comenté.

-Ni te lo imaginas.

Sacudí la cabeza.

-¿Ibas a almorzar?

Me sonrió.

-Sí, me iba a sentar con Gallagher pero él y Sagge andan ya bastante ocupados huyéndole a la muerte ¿Vamos nosotros?

-Claro -acepté y comenzamos a caminar.

-¿Y cómo te ha ido? ¿Es tu primer año, no?

-Sí, es el primero -coincidí-. Y me ha ido bastante bien, digo, sacando el hecho de que varias personas me observan como si fuera un bicho raro, sí he hecho algunos amigos.

-Eso es sólo porque eres nueva, no te preocupes -me tranquilizó- ¿Cómo se llaman tus nuevos amigos? Puede que los conozca.

-En realidad, sólo recuerdo el nombre de dos -dije avergonzada-. Una se llama Maya y el otro es Oakley, el bajista de la banda que tocó anoche.

Él enarcó una ceja y me miró con una media sonrisa. Su expresión destilaba sospecha.

-¿Con que Oakley? Sí, lo conozco pero sólo de vista.

-Bueno, lo conocí hoy. Es muy amable.

-Muy amable -coincidió, intentando no reírse.

-¿Qué te da risa?

Él se aclaró la garganta, y puso cara seria.

Pero estaba intentando no sonreír.

-¿Eh? No, nada.

-Charlie.

-Eva.

Fue extraños que dijéramos así nuestros nombres, como si nos tuviéramos confianza.

-¿Qué te da risa? -insistí.

-Te dije que nada.

Yo me le planté en frente de él, cruzándome de brazos.

-Dime.

-No es nada del otro mundo, Pequeña Calabaza.

-¿Calabaza? ¿Pasamos de Zanahoria a Pequeña Calabaza? ¿Es en serio? -inquirí indignada.

-Sí, Calabaza también te va. Además, eres pequeñita -me apuntó con un dedo muy cerca del rostro y yo intenté darle un mordisco, pero lo quitó justo a tiempo.

-Me dejo morder, pero no me dejo arrancar los dedos, Calabaza. Son muy útiles.

-Pues cuídalos, porque como me sigas llamando así te quedarás sin ellos.

-¿Es eso una amenaza?

-Advertencia.

-Es lo mismo.

-No lo es -repliqué.

-En este caso sí. Estás amenazando mis dedos.

-Me importan una mierda tus dedos.

-Si supieras las maravillas que pueden hacer, no te importarían una mierda -dijo mientras agitaba sus pálidos y largos dedos frente a mí.

-Russo.

Ambos nos volvimos hacia esa tercera voz y frente a nosotros estaba un hombre de piernas delgadas pero estómago grande. Era el profesor Doorman e iba apoyado en su bastón.

Miró a Charlie a través de sus gafas.

-¿Qué demonios hicieron ahora? -se cruzó de brazos-. No llevamos ni dos días del nuevo trimestre y ya escuché en las oficinas que los van a llamar a tí y a Gallagher.

Él debía tener aproximadamente unos cincuenta años. Era moreno y tenía algunas canas en su cabellera negra.

Charlie tardó un momento en reaccionar.

-Demonios. Le dije que tuviera cuidado. Ese maldi...

-Russo.

-Lo siento Doorman.

-Profesor Doorman -lo corrigió.

-Sí, eso -le dijo restándole importancia. El profesor lo miró fijamente a través de sus gafas rectangulares-. Preston no ha sido muy cuidadoso que digamos.

El profesor Doorman se puso aún más serio, si es que eso era posible.

-¿A qué te refieres? -sonó interesado.

-Preston me matará por decirle esto, pero que se joda. Necesita que le metan dos cachetadas -habló para sí mismo, y luego se dirigió hacia el profesor-. Sólo le diré que dejó el USB en el auto de mi amiga, Eva -me señaló, y él reparó por primera vez en mí. Me saludó con un asentimiento de cabeza que le devolví. No me miraba bien-. Gracias al cielo, ella nos lo devolvió, ¿pero y si no hubiera sido así?

Doorman asintió en silencio.

-¿Pudieron conseguir lo que acordamos?

-Sí, los revisaremos y si encontramos algo le avisaremos.

-Está bien. Nos vemos luego -y se fue.

Hubo un momento de silencio entre nosotros, hasta que se escuchó una voz a lo dejos. La reconocí como la de Camil.

Ladeé la cabeza y ví venía en detrás de nosotros.

Caminaba por el pasillo junto con un pequeño grupo de personas. Ella no se había percatado de nuestra presencia.

Miré a Charlie y ví que estaba viendo en la misma dirección que yo. Al sentir mi mirada, giró su cabeza hacía a mí y me puso una mano en cada hombro, me hizo girar y me encaminó en dirección a la cafetería.

-¿Almorzamos? -propuso.

-Pensé que saludarías a Camil -comenté como quien no quiere la cosa.

-Ella está con sus amigos, tampoco quiero volverme un chicle. Además, las personas necesitan su espacio.

Yo asentí.

-Entonces vamos a almorzar de una vez -respondí-. Creo que sería capaz de comerme un vaca.

-Ojalá fuera yo una vaca -murmuró muy bajo.

-¿Cómo dices? -no estaba segura de si lo había escuchado bien.

-Nada -y entró a la cafetería.

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