Stupid Wife

By luimeliamoments

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¿Te has imaginado casada con alguien que nunca soportaste en la vida? Luisita también lo había imaginado, sin... More

Prólogo.
Capítulo 1. ¿Qué?
Capítulo 2. Volver a la vida.
Capítulo 3. Algunos vídeos.
Capítulo 4. Mi hijo.
Capítulo 5. ¿Un sueño o....?
Capítulo 6. Ella es mi problema.
Capítulo 7. Deseos.
Capítulo 8. Ella me dejará ir.
Capítulo 9. Aniversario.
Capítulo 10. Empezar de nuevo.
Capítulo 11. Siempre que quieras.
Capítulo 12. Ella es increíble.
Capítulo 13. Esposa.
Capítulo 14. Día de nieve.
Capítulo 15. Tentación.
Capítulo 16. Solo un poco de tu corazón.
Capítulo 17. Me gusta cuando me llamas cariño.
Capítulo 18. ¡Esta loca!
Capitulo 19. Clases de conducir.
Capítulo 20. Mi Ame...
Capítulo 21. Something.
Capítulo 22. No me dejes.
Capítulo 23. Todo va a estar bien.
Capítulo 24. Déjame abrazarte.
Capítulo 25. Feliz navidad.
Capítulo 26. Todo lo que ella quiera.
Capítulo 27 - Better than a princess, more than a queen.
Capítulo 28 - Everything.
Capítulo 29 - En mi lugar.
Capítulo 30 - Una oportunidad.
Capítulo 31. Confianza y actitud.
Capítulo 32. ¿Dónde estoy?
Capítulo 33. Esta es mi realidad.
Capítulo 34. Nada supera.
Capítulo 35. Soy tu regalo.
Capítulo 36. Felicidad indefinida.
Capítulo 37. Pequeña estrella.
Capítulo 38. Recuerdos.
Capítulo 39. Destiny.
Epílogo II
Especial Destiny

Epílogo I

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By luimeliamoments

Probablemente voy a tener que pagar algunas multas de transito después de esta noche, porque no me detuve en ningún alto, además no me moleste en ver si había estacionado en un lugar apropiado. Pero, obviamente no he venido manejando como una loca frenética. Después de todo, mis tres amores estaban conmigo, nunca haría algo para poner en peligro sus vidas.

Miro a mi alrededor una vez que entro al hospital, el aire gélido choca contra mi cuerpo, haciendo que me estremezca un poco y me abrazo a mi misma en busca de calor. No me había puesto un abrigo. Maldita sea, ¿y si mi esposa y mi hijo tienen frío? Debería haberme preparado mejor para este momento, soy una pésima madre y esposa.

- Por favor, necesito ayuda, mi esposa está entrando en trabajo de parto y me está esperando en el coche, necesito que alguien la vaya a buscar - comienzo a hablar sin parar al llegar a la recepcionista en el mostrador, se tarda unos pocos segundos en asimilar lo que he dicho.

Estoy tan nerviosa que ni siquiera consigo hablar bien, debo parece una psicópata. Miro por encima del hombro en dirección a la puerta, sintiendo ganas de correr y volver junto a Amelia. ¿Estará sintiendo dolor?

- Un enfermero le ayudará, señora. Le pido que mantenga la calma, su esposa la necesitara.

- Gracias - agradezco a la rubia, que ni siquiera tome el trabajo de preguntar su nombre, para luego acompañar con rapidez al asiático que se acerco a mí con una silla de ruedas.

- ¡Mami, mamá está llorando!

Escucho la voz de Louis y abro los ojos, acelero los pasos y voy al coche. Incluso desde la distancia veo a mi mujer curvada hacia adelante, con la cabeza apoyada en el tablero del coche. Mi corazón se dispara dentro de mi pecho, el hecho de saber que ella puede estar sufriendo con el dolor me deja mal. Quisiera poder sentir ese dolor en su lugar.

Abro la puerta del pasajero, el sonido despierta la atención de Amelia y ella me mira. Sus ojos llenos de lágrimas, las mejillas rojas y los labios torcidos, formando un pequeño puchero.

Esa escena seria adorable de admirar, si ella no estuviera a punto de dar a luz.

- ¿Sientes mucho dolor, amor? - ella asiente con la cabeza. El enfermero se acerca y le doy espacio para que pueda recoger a Amelia. Estoy nerviosa, lo admito - Voy a estar a tu lado, no voy a dejarte.

- Por favor, no me dejes.

- No lo haré - garantizo y aseguro sus manos, entrelazando nuestros dedos - Amor... - muerdo mi labio al sentirla apretar mis dedos, aumentando gradualmente la fuerza. Mi cara se contorsiona en una mueca de dolor - ...vas a romper mis dedos.

- Duele - ella susurra, lloriqueando. Miro al enfermero y asiento con la cabeza, dándole permiso para llevarla - ¿No vienes? No quiero estar sola. Por favor, Luna.

Sonrío para ella, descansando las manos en sus rodillas antes de inclinarme hacia adelante y sellar nuestros labios. Amelia agarra mi rostro y profundiza el beso, pareciendo desesperada.

- Voy a estar allí, tengo que cerrar el coche y avisarle a los demás - seco sus lágrimas con mis pulgares, depositando un beso en la punta de su nariz - No empieces sin mí.

- Tonta.

Me alejo de ella, observándola mientras el enfermero la lleva lejos de mí. Mi mirada se dirige a Louis, él está abrazando su propio cuerpo, sus ojos brillan confusos. Suspiro, acercándome a él. Me agacho frente a él, soltando sus brazos para poder sostener sus manos. Él rápidamente agarra mi cuello, me levanto del suelo, cargándolo en mis brazos y haciendo que envuelva sus piernas alrededor de mi cintura.

- Vamos a tomar las cosas de tu madre y luego avisarle a la familia. Tu hermana pronto nos conocerá.

- ¿Ella va a nacer ahora?

- Bueno... - cierro la puerta del coche, doy la vuelta a la parte posterior para tomar la llave del contacto y después activar la alarma, viendo las ventanas subir - Puede ser que demore algunas horas más, pero nace hoy. ¿Estás emocionado de conocer a tu hermana pequeña?

Lo dejo en el suelo para tomar las bolsas con las cosas de Amelia y luego sostengo su mano, guiándolo al hospital.

- Mucho, mucho. No puedo esperar. Mamá dijo que tengo que protegerla - empieza a hablar sin parar, gesticulando frenéticamente con la mano libre - Mami, ¿crees que le voy a gustar?

- Ella te va amar, hijo - digo sincera, sonriendo a mi pequeño. Nos detenemos en recepción para hacer la ficha de Amelia antes de entrar a la habitación dónde ella probablemente ya está siendo instalada - Es imposible que no le gustes.

//

Después de completar todo el proceso, llamé a mis padres y mis suegros. Le avise a Marina y ella ya estaba despertando a Ian para que pudieran venir aquí. No sé si sería buena idea, ya que tiene al pequeño Harry, pero estaba demasiado animada con el "Bebé Luimelia" como ella misma lo llamó. Tenía miedo de que fuera a secuestrar a mi hija tan pronto como naciera sólo para tomar fotos de todos los ángulos posibles.

Y créanme, Marina es capaz de hacer eso.

Después de haber conversado rápidamente con el médico, fui de nuevo a la sala de espera, no quería dejar a mi hijo solo, pero también quería estar con mi esposa. Por suerte Natalia fue la primera en llegar, venía acompañada de su novio, Carlos. Los dos me felicitaron varias veces, los salude y pedí casi con desesperación que cuidaran a Louis mientras estaba con Amelia en la habitación. Me despedí de los dos y de mi hijo, asegurándole que pronto volvería con su hermana.

En el camino converse rápidamente con nuestro obstetra sustituto, él me aseguro que los partos por lo general son demorados. Y exhaustivos, demora algunas horas para terminar. Así que estoy usando todo ese tiempo libre para mantenerme en calma. La Dra. Chelsea había ido a visitar a sus padres en Nueva York, no sé si conseguirá llegar en el momento que nazca mi hija.

Estoy muy ansiosa y desesperada, siento que puedo explotar en cualquier momento.

- ¡Luisita! ¿Por qué me dejaste aquí sola? - Amelia grita en cuanto entro a la habitación donde se encuentra instalada.

Aliso mi nuca, sonriendo torpemente y cierro la puerta, acercándome a su cama con miedo extremo. Tiene el rostro rojo, no puedo decir si por calor o el sentimiento de ira. Pues bien, la habitación tiene un clima agradable, entonces probablemente quiere matarme. Vacilante, llego lo suficientemente cerca de ella.

- Calma, amor - pido casi en desesperación, ella resopla y se cruza de brazos. Un enorme puchero en sus labios y sus fosas nasales infladas, soltando aire ruidosamente por ellas - No puedes estresarte tanto. ¿Recuerdas lo que dijo la doctora? Inhala y exhala.

- ¿Tu crees que estoy como para inhalar y exhalar con todo este dolor que siento? - no puedo evitar sonreír, se ve linda enojada - ¡Que no sonrías Luisita!

- Perdón amor, es que... tienes que estar tranquila ¿si? No te molestes.

- No estaría molesta si estuvieras a mi lado como prometiste - tan pronto como termina de hablar, su rostro se contorsiona de dolor y ella descruza los brazos, agarrando el colchón y gruñendo - Joder, joder.

- ¿Una contracción? - ella sólo asiente, mordiendo con extrema fuerza su labio inferior, tanto que comienza a perder color, poco a poco se torna pálido. Sostengo su mano, haciendo que me mire por unos instantes - Puedes apretar mi mano si quieres.

- Voy a terminar... - pausa para recuperar aire, engullendo saliva en su boca - ...lastimándote.

- No me importa.

Y realmente no me importaba. El dolor que probablemente sentiría, no sería nada comparado con el que Amelia debe estar sintiendo. Su rostro finalmente se suaviza, ella suelta un soplo de aire y se relaja, recostándose sobre la almohada debajo de su cabeza. Sin soltar su mano, llevo la otra a su frente, quitando algunos rizos pegados a su piel.

¿Será que nuestra bebé tardara nacer? Quiero ver su carita pronto. Miro los ojos de Amelia y veo el brillo de amor reflejado, siento mi pecho expandiéndose por ver cuán hermosa nuestra pequeña debe ser. Sólo quiero sostenerla en mis brazos y sentir aquel amor incondicional, protegerla del mundo, mimarla. Quiero mirar su rostro y susurrar "Hola bebé, soy mami"

- ¿Estás llorando? - la voz de Amelia me trae de vuelta a la realidad y sólo entonces noto mis ojos llorosos, una lágrima escurre por mi mejilla y rápidamente la seco. Le sonrío a mi esposa, ella me está mirando confundida y con preocupación en sus ojos.

- Sólo estaba imaginando algunas cosas - muerdo mi labio, tomando su mano en la mía, acariciándola - Estoy ansiosa de ver a nuestra bebé.

- Yo también - suena más nerviosa que yo. Amelia usa la otra mano para acariciar su vientre sobre la bata del hospital. Suelto una de mis manos y las llevo a su vientre, acariciándola - Es medio asustador pensar que tienes una personita aquí dentro.

Suelto una risita y ella me acompaña.

- ¿Crees que se parecerá a las dos?

- Espero que se parezca más a ti - me acerco más a la cama - Y que tenga preciosos ojos que a veces parezcan ser verdes, así como su madre.

Los ojos de Amelia se llenan de agua, sus labios se tuercen un poco, hasta tener un puchero. Lágrimas comienzan a escurrir por sus ojos, ella sigue siento muy emocional y creo que hoy aún más. Su ansiedad mezclada con la mía está afectado directamente su estado de humor. Le sonrío antes de llevar mis manos hasta su cara y secar sus lágrimas con mis pulgares.

- Eres increíble, ¿sabes? - ella sostiene mi mano, girándola para depositar un beso en la palma. Recarga su rostro sobre mi mano, cerrando los ojos mientras acaricia mi brazo - Nuestra hija tendrá bellos ojos marrones, como los tuyos.

Cuando comienzo a responderle, comienza otra contracción. Amelia suelta un gruñido de dolor y me aprieta el brazo, terminando por clavar las uñas en mi piel aunque no intencionalmente. Una mueca de dolor surge en mi rostro al sentir mi piel rasgada. Joder, no creía que fuera a doler tanto.

- Señoras... - miro casi con desesperación hacia la puerta al escuchar la voz del médico, él estaba mirando el portapapeles en su mano, pero al oír el gruñido de dolor de mi esposa, levanta la mirada, fijando sus gafas - ¿Las contracciones son frecuentes?

- Un poco - giro el brazo, finalmente haciendo que Amelia pare de clavar las uñas en mi piel - ¿Falta mucho para que nuestra pequeña nazca?

Él se acerca a la cama y verifica algo en la pantalla de la maquina que estaba monitoreando el latido del corazón de Amelia y otras cosas. El doctor lee algo en el papel, hace algunos sonidos, que no pude identificar sus significados. Mi esposa finalmente pudo respirar aliviada, igual que yo, no tendría más huesos casi rotos.

Esa mujer es fuerte.

- Es casi la hora, creo que unos 90 minutos ya podemos traer a su hija al mundo - él sonríe para las dos, miro a Amelia y ella hace lo mismo, sonriendo animada - Vuelvo en un momento para comprobar cómo están las cosas.

- Gracias, doctor - le agradezco y me acerco a mi esposa, llevando la mano a su rostro para acariciarla - Eres linda y valiente.

- Luna, debo parece una loca con el rostro arrugado y los rizos desordenado.

- Sigues siendo la mujer más bella del mundo - sonrío toda enamorada, es imposible no sentirme así cuando hablo sobre Amelia - Enamorarme de ti fue la mejor cosa que me ha pasado. Me gustaría recordar cómo llegamos hasta este punto, pero me alegro de que no te diste por vencida y ahora estamos aquí. Vamos a tener otro hijo, nuestra princesita. No existe mejor persona para construir una familia que tú.

- ¿Estás tratando de hacerme llorar más? - su voz es ahogada, sus labios temblando y sus ojos se llenan de agua - Tienes que dejar de hacer que me enamore más de ti.

- Soy demasiado apasionada, amor. Es mi encanto - Amelia termina riendo y poniendo los ojos en blanco, levanto mis manos hasta su rostro secando sus lágrimas - Pero es sólo porque tuve suerte de casarme con la mujer más espectacular de este mundo.

- No, la que tiene suerte soy yo, porque eres más de lo que merezco - ella envuelve mis manos con la suyas, acercándome más - Créeme. Existen varias maneras de salvar un ser humano, y tú me salvaste de todas cuando me dijiste que me querías por primera vez. Cuando me dejaste entrar a tu vida. Todo tuvo sentido cuando finalmente conseguir tenerte para mí. Y pasaría por todo aquello de nuevo sólo para verte sonreír y saber que eres mía, que me quieres y quieres pasar el resto de tu vida conmigo.

La beso. Después de sus hermosas palabras no podía hacer otra cosa.

Al separarnos y acariciar sus labios, un dolor en mi cabeza comienza, cierros los ojos mientras apoyo mi frente en la suya.

Estoy emocionada, mucho. Llegue a estar aterrorizada. Pero eso ya se torno común. Por supuesto, la culpa de todo tiene nombre, apellido, bellos ojos y una sonrisa encantadora.

Estoy tan enamorada de Amelia Ledesma. No puedo explicar el momento exacto en que sucedió. Tal vez sea porque me hace sentir segura, o su forma romántica y apasionada. Tal vez sea el cuidado que tiene conmigo, la forma en que me respeta, o el simple hecho de que es la novia perfecta. Siempre cuidándome, siento atenta y comprensiva. Descubrí que ella es completamente lo contrario de lo que pensaba.

Amelia resulto ser la persona con la que desearías casarte en el futuro, ¿saben?

Y... quiero eso. ¡Joder! Quiero ser capaz de en unos años decir: Tengo suerte de tener una esposa como Amelia. Soy la mujer más feliz del mundo.

¿Cómo fue que todo el odio que sentía por ella se convirtió en amor? Esa es una pregunta que creo soy incapaz de responder y nunca sabré como responderla.

Amelia tiene el don de cautivar, ella sabe cómo ganarse a las personas y no necesita esforzarse. Cuando te das una oportunidad de conocerla de verdad, y es un hecho, te enamora.

Y eso que lo que pasó conmigo.

Hace un año y ocho meses desde nuestro primer beso, doce meses desde el momento que le di mi voto de confianza para que pudiera conquistarme. Nueve meses desde que comencé a ceder y tres semanas desde que comenzamos a salir oficialmente.

Y durante todo ese tiempo, siempre estuve enamorada de ella.

No es tan sorprendente eso, pero créanme, me asusté un poco cuando finalmente me di cuenta de eso. En el fondo, todo el mundo siempre lo supo, incluso yo misma. Sólo Amelia no, ella dice que la única forma que conseguía hablar conmigo sin tartamudear era provocándome. Ella abusaba de su manera arrogante para acercarse a mí sin parecer patética. Algo inusual de hacer con la chica que supuestamente te gusta, pero creo que lo entiendo. Probablemente haría lo mismo si estuviera en su lugar.

Oh... Deben estarte preguntando el motivo de mi nerviosismo. Por lo general divago mucho cuando estoy nerviosa o ansiosa, que es lo más común que existe. Pero, como dije antes, el motivo es ella, siempre es ella. Amelia tiene el don de ponerme nerviosa incluso desde lejos.

Escucho el timbre, me levanto de la cama, donde ahora notó que estaba sentada. Mis padres no están en casa, fueron a visitar a mis abuelos. Marisol fue con ellos y María probablemente debe estar con Ignacio, agarrándose por allí. No sé cómo se las arreglan para permanecer adheridos.

Me miro en el espejo una vez más antes de finalmente tomar el valor y salir del cuarto. Mi corazón se acelera en mi pecho, lo escucho golpeando en mis odios.

¡Ufff! Finalmente voy a decirle que la quiero, no debería ser tan complicado. ¿O sí?

La sonrisa en mi rostro crece al verla hermosa y encantadora como siempre. Tiene el cabello recogido, a pesar de que me gusta suelto, también me gusta admirar su cuello, es tan hermosa. El día esta caloroso, por eso Amelia no trae su chaqueta negra habitual, opto por una blusa blanca de mangas corta. Mis ojos se detienen sobre el ramo de tamaño medio en sus manos, diversas flores coloridas lo componen. Sonrío a mi novia, sintiendo mi corazón latir más rápido.

Amelia me causara un ataque al corazón uno de estos días.

- Buenas tardes, guapa - ella desea, sonriendo. Suspiro, sintiéndome derretir por aquella chica. Estar enamorada nos deja bobas - Estaba de camino hacia aquí y encontré estas flores, también traje algunas semillas.

- ¿Semillas? - cuestiono, confusa. Ella me entrega las flores y rápidamente las tomo, abrazándola e inclinando la cabeza hacia un lado, con una sonrisa tímida en mis labios - ¿Vamos a plantar algo?

- - ella saca una caja rectangular blanca de su bolsillo trasero de sus shorts, mostrándomelo enseguida - Cuando esas flores mueran, podrás ver las plantas nuevas y siempre me recordaras cada vez que las riegues.

¡Uff! ¿Existe alguna manera de que ella pare de ser tan perfecta?

- No eres real, Amelia Ledesma - sostengo su barbilla y la jalo hacia mí, besando sus labios ligeramente. Ella sonríe, colocando las manos en mi cintura antes de presionar más nuestras bocas - Hmm... - separa los labios, comenzando a moverlos sobre los míos - No hagas eso - murmuro en medio del beso al sentirla rascar la parte de mi espalda descubierta por el vestido que estoy usando.

Amelia suelta una risita, vuelve a sostener mi cintura y sella nuestros labios diversas veces. Sé que ahora que estamos saliendo, y ya tenemos un poco más de intimidad. Pero, no estoy lista para el segundo paso. Sé que no tengo que preocuparme por Amelia porque ella me respeta. Además, a veces hacemos algunas cosas más íntimas. Aunque sé que eso pasará y probablemente será con ella con quien daré el próximo paso.

- ¿Estás sola? - pregunta acariciando mi mejilla.

Le doy espacio para que ella entre, cierro la puerta y después camino hacia la cocina para tomar un jarrón y poner las flores en agua. Amelia me acompaña, el aroma de su cabello invade el ambiente. Ella es siempre tan fragante, cuando se va deja su olor donde sea, especialmente en mi ropa y me encanta.

- Mis padres fueron a visitar a mis abuelos, como te dije antes, Marisol fue con ellos y María, bueno...

- Con Ignacio - completa riendo y yo asiento - Esos dos no se despegan, Marina e Ian son iguales. Entran a la habitación de mi hermano y no salen nunca más. Ni siquiera quiero pensar lo que los dos hacen allí.

- No es difícil de imaginar - me giro hacia Amelia, ella hace una mueca de disgusto y termino riendo de su expresión. Coloco las flores en el jarrón y camino hacia la mesa, para ponerlas en el centro de la misma - Aunque sé que Marina no ha perdido la virginidad con tu hermano.

- ¿Cómo sabes?

- Ella me lo habría dicho, duh - Amelia me tira a sus brazos, de espaldas a ella. Me recuesto en su pecho, inclinando la cabeza hacia atrás mientras caminamos hacia la sala - Marina no me oculta nada.

- Me lo imagino - Amelia pega su boca a mi mejilla, sonrío al instante. Ella pasa sus labios sobre mi piel - ¿Qué hacemos primero?

- No sé - paramos en medio de la sala, sin separarnos. Ella continúa con su boca pegada en mi mejilla, acariciando mi cintura. Sus manos calientes y suaves, hacen que me muerda el labio inferior y cierre los ojos - Podríamos plantar las semillas, ¿qué piensas?

- Es una gran idea - Amelia me suelta, alejándose de mí rápidamente.

Suspiro frustrada por la repentina falta de calor, me gustaría pasar el día pegada a ella. Es una necesidad, estar rodeada de ella todo el tiempo. Que irónico que quiera que viva pegada a mí y antes sólo deseaba que estuviera lo más alejada posible.

- Traje semilla de margaritas, ¿recuerdas?

- Fue la primera flor que me diste en nuestra primera cita - sonrío nostálgica, recordando la margarita que Amelia había tomado de algún lugar mientras íbamos al lago. Ella me dio la flor y la dejo en mi oreja. Me gusto ese día, terminamos empapadas, pero fue uno de los mejores hasta ahora a su lado - Todavía la tengo, ¿sabes?

- ¿Guardada en tu diario? - ella pregunta en cuanto abro la puerta de atrás, cediéndole el paso. Hago un sonido nasal concordando, la claridad de la luz exterior me hace abrir y cerrar los ojos un par de veces como reflejo - Ya debe estar seca.

- Así es - sostengo su mano que ella me tiende para ayudarme a medida que descendemos por las escaleras que nos llevan al patio trasero - Pero me gusta verla y recordarte.

- Ahora tendrás varias margaritas para recordar a tu novia maravillosa.

- ¡Uf! - doy un golpecito en su brazo, empujándola a un lado. Amelia se ríe, el sonido haciendo que mi corazón se vuelva a disparar - Eres una egocéntrica.

- Si no recuerdo mal, tú misma me llamaste una novia maravillosa, ¿recuerdas? La semana pasada en mi coche, cuando estaba tocando tus pechos.

- ¡Amelia! - exclamo incrédula, mi rostro comenzando a calentarse con su tono de malicia y recuerdo ese día. Estábamos intercambiando besos, calientes. Ella estaba excitada y tentó palpar mis pechos, no me negué, lo estaba adorando. Pero eso no significa que ella necesita estar recordando eso - Fue un momento de locura.

- Oh, me lo imagino - reviro los ojos, desviando la mirada de ella. Amelia se acerca a mí, siento su respiración chocar contra mi oído izquierdo y me encojo de forma automática - Causo ese efecto en la gente.

- Deja de hablar en plural, tonta - empujo sus hombros, completamente avergonzada.

- Perdón, pero no tienes que preocuparte, soy toda tuya.

- Lo sé.

- ¿Quién está siendo egocéntrica ahora, eh?

- Déjame - llegamos al único lugar en el patio que no tenía hierba, Amelia se agacha, manteniéndose así mientras abre la caja con las semillas - ¿Qué vamos a necesitar?

- Algo para cavar, no quiero ensuciarme con tierra. Y creo que algo de agua también.

- Está bien, ya vuelvo.

- No te demores - pide mirándome, sonrío para ella y me agacho para sellar nuestros labios rápidamente. Me giro para irme, pero la oigo llamarme. Hago una señal para que me diga lo que quiere - Me encanto tu vestido, cariño. Úsalo con más frecuencia.

- ... - la insinuación en su voz es clara, odio cuando hace eso - Pervertida.

- También te quiero.

Casi tropiezo con mis propios pies al escucharla decir eso. Incluso estando en un momento de broma, sé que está hablando en serio porque la oí confesar su amor varias veces durante el tiempo que estamos saliendo.

Es buena la sensación de amar y ser amada.

//

Estamos plantando las semillas, más bien, Amelia lo está haciendo. Yo sólo estoy agachada a su lado, mirándola. Veo sus labios moverse mientras tararea alguna canción que no me molesto en averiguar cual es. Debe ser alguna de Maroon 5, ella es simplemente adicta a ellos.

Rosados, tan carnosos y atractivos, la boca de mi novia es un pecado, debería estar prohibido que alguien tenga una boca así de hermosa. Ella balancea la cabeza de un lado a otro, la vena de su cuello se remarca, una parte de su clavícula mostrándose por como esta inclinada plantando las semillas. Ella arruga la nariz algunas veces, el pequeño piercing la hace aún más bella.

- ¿Luisi? - ella chasquea los dedos delante de mi rostro, haciéndome saltar del susto - ¿Has oído algo de lo que dije?

- ¡Sí! - respondo rápidamente, casi sin pensar. Todavía estoy atenta a su rostro, sus ojos tan claros debido al reflejo del sol.

- Entonces, ¿qué he dicho?

- Te quiero - digo sin pensar. La veo un poco confusa.

- Uh, no he dicho eso, en realidad...

- No, Amelia. Te quiero - ella abre y cierra la boca, parece completamente perdida. Sonrío con torpeza, acercándome a ella - Descubrí que siempre estuve enamorada de ti, y te quiero, cada día más. No soporto guardar eso sólo para mí. Te necesito, todos los días, de tu voz, tu cariño, tus cuidados, tus besos. Necesito de ti y de tu amor - sostengo su rostro, observando sus ojos llenarse de lágrimas. Está emocionada, la entiendo, ella estuvo esperando por esto durante tanto tiempo - Te quiero, Amelia Ledesma.

- ¿T-tú qué?

- Que te quiero, tonta - vuelvo a decirle sonriendo.

- Dilo de nuevo, repítelo. Si se trata de un sueño quiero por lo menos despertar y recordar tu voz - ella está nerviosa, gesticulando cómo cuando está desesperada. Dos lágrimas escurren de sus ojos, me inclino hacia adelante, besando sus mejillas para secarlas - Dilo de nuevo.

Acerco mi boca a su oído para susurra en voz baja:

- Te quiero.

Amelia agarra mi cintura con fuerza, presionándome contra su cuerpo. Ella coloca el rostro en el hueco de mi cuello y el hombro izquierdo, su cuerpo comienza a temblar con fuerza. El sonido de su llanto es bajo, pero la intensidad es inmensa.

- Me gustaría poder explicar cómo me haces bien y cuan feliz me siento a tu lado. Quiero eso, decirte todo, contar cualquier detalle, ¿sabes? - digo bajo en su oído mientras acaricio su espalda, tratando de calmarla - Hablar de cómo me gusta la forma en que mi corazón se acelera cuando me abrazas, como siempre me pongo ansiosa cuando nos vemos y como mi estomago parece crear un huracán cada vez que me besas. Mi mundo se cae en pedazos cada vez que peleamos, estoy aterrada de perderte por alguien mejor que yo - parpadeo varias veces para ahuyentar las lágrimas en mis ojos. Verla tan vulnerable y estar abriendo mi corazón a ella, me ha sacudido - Sé que mis celos son excesivos a veces, pero quiero decir que tienen explicación. Hay tantas cosas que quiero que entiendas, pero la única cosa que puedo decir para mostrar todo esto, es que te quiero, más que a nada.

- No-no sabes cuánto tiempo espere oír eso - ella levanta el rostro, sollozando algunas veces.

Una enorme sonrisa en sus labios, los ojos rojos y las mejillas marcadas por las lágrimas. Sé que su llanto fue de felicidad, en su lugar tendría la misma reacción. Sé reconocer lo mucho que luchó por mí, otras personas ya se hubieran rendido. Pero Amelia no, ella creyó, se mentalizo que era capaz de conquistarme. No podría agradecerle más por hacerlo.

- Te quiero tanto, Luna, tanto, tanto.

- Y yo a ti.

- ¿Luisi? ¿Cariño? ¿Qué pasa? - siento como sus pulgares acarician mis mejillas. Amelia tiene su ceño fruncido.

- Yo-yo.. nada. Solo que.. bueno que, tuve otro recuerdo.

- ¿Cuál fue esta vez? - su ceño fruncido cambio por una sonrisa.

- Cuando te dije que te quiero por primera vez.

- Oh cariño, justo ahora en este momento me vienes a decir eso cuando estoy más sensible que nunca. Fue el día más feliz de mi vida.

- Todos los días que paso contigo son mejores - dejo un pequeño beso en sus labios.

- Para eh, para Luisita que estoy sensible y lloro por cualquier cosa - ambas sonreímos para luego volver a besarnos.

//

- La Dra. Chelsea logró llegar a la ciudad a tiempo. Ella está en camino al hospital - aviso a mi esposa al regresar al cuarto.

Amelia estaba haciendo un ejercicio de respiración. Inhala y exhalando con rapidez. Su cara está roja, sudorosa incluso con la temperatura ambiente.

- Ella debe... - jadeó - Estar cansada.

- Probablemente sí - sostengo su mano y llevo mi mano libre hasta su rostro - Son más frecuentes, ¿verdad?

- Mucho... oh... mierda - ella maldice al sentir dolores de nuevo.

Estamos cada vez más cerca de ver a nuestra pequeña, estoy demasiado ansiosa.

Echo un vistazo al reloj de la pared y abro los ojos al ver que marca las 07:00 am. El tiempo paso volando, el médico no estaba bromeando con eso de que los partos pueden tardar.

- ¿Quieres un poco de agua? - Amelia sólo asiente. Su expresión muestra todo el cansancio acumulado presente en ella. Siento pena por ella por no poder conciliar el sueño ni un poco, probablemente despierte muriendo de dolor en cuestión de segundos - ¿Sientes algo? ¿Necesitas algo?

- Sólo a mi bella esposa - sonríe de lado, los hombros caídos, demostrando lo soñolienta que esta - No pensé que fuera tan agotador tener un bebé. Siempre creí en las películas y libros donde los niños nacen rápidos y los personajes sienten poco dolor.

- Estuviste presente en el nacimiento de Louis.

- Sí, fue allí donde pude ver que no era nada rápido. Pero tú no sentiste tanto dolor, pensé que sucedería lo mismo conmigo.

Ella apenas termina de hablar y alguien llama dos veces en la puerta antes de abrirla, miro por encima del hombro y sonrío enorme al ver a Chelsea entrar a la habitación. Ella siente con la cabeza para ambas, cerrando la puerta detrás de ella.

- Buenos días, señoras. ¿Están emocionadas por la llegada de la pequeña?

- Demasiado - Amelia y yo respondemos juntas, provocando una risa en nuestra doctora.

- Y tengo que decir que no son las únicas emocionadas, ella también está emocionada por conocerlas ya que esa pequeña decidió venir antes.

Y era cierto, el nacimiento de nuestra hija estaba previsto como máximo seis días. Parece que ella sintió nuestra ansiedad y decidió venir antes para alegrarnos con su presencia.

- Creo que ella tomó armas en el asunto - bromeo con Amelia, debido a que ella siempre está con prisa.

Mi esposa hace una falsa mueca de indignación. En ese momento la maquina a su lado comienza a sonar, mi corazón se acelera en mi pecho.

- ¿Qué está pasando? - pregunto casi en desesperación.

Amelia comienza a gritar de dolor, agarrándose al colchón a sus lados. Siento mis manos comenzar a temblar, no sé cómo actuar en este momento. Quiero correr, ayudarla a hacer cualquier cosa, pero todo lo que hago es estar quieta, asustada mirando aquella escena de mi mujer retorciéndose de dolor en la cama.

- Parece que su hija finalmente está lista para conocer a sus madres - Chelsea habla animada, y comienzo a jadear, una enorme sonrisa en mi rostro.

Incluso con dolores, Amelia también sonríe, me acerco a ella y tomo su mano. Dos enfermeros entran a la habitación con los objetos que puedan ser necesarios. Chelsea va al lavabo para desinfectar las manos y realizar el parto de Amelia.

- Lui-Luisi... - escucho a Amelia llamarme en medio de la respiración descompensada. Miro su rostro, ella parece estar a punto de llorar - Me-me...

- ¿Qué pasa, amor? ¿Sientes algo?

- Promete... - Amelia presiona los labios, gruñendo de dolor y torciendo el rostro en una mueca - Prométeme algo.

- Claro, claro, amor. Cualquier cosa.

- Prométeme que cuidaras a nuestra Destiny y Louis - frunzo el ceño al escuchar su pedido, a lo lejos escucho el movimiento dentro de la habitación y las voces de Chelsea y los enfermeros.

- ¿Pero que dices? Ambas vamos a cuidar de nuestros hijos, pero ahora necesitas concentrarte.

- Antes, prométeme que cuidaras a nuestros dos hijos, para siempre - su habla es sofocante, Chelsea ordena a Amelia que haga fuerza y mi esposa rápidamente obedece. Con un grito de dolor mientras hace fuerza para empujar a nuestra hija - ¡Prométemelo Luisita!

- Voy a cuidar de ellos y de ti. Lo prometo - mi voz es pura desesperación, no sé si estoy más nerviosa por toda esta situación o el hecho de que ella estaba hablado estas cosas.

¿Por qué Amelia está así?

- Fuerza, amor - la animo, sosteniendo su mano - Tú puedes.

No me importa que ella esté casi rompiendo mis dedos, sólo quiero que sea capaz de traer a nuestra hija al mundo. Amelia lanza su cabeza hacia atrás, gritando alto, haciendo que las venas de su cuello se marquen.

- ¡Ah! - ella corta su respiración, tomando rápidamente aire antes de pujar de nuevo - Te quiero, y siempre sera así Luna.

- ¡Deja de hablar así, no te atrevas a usar ese tono de despedida! - exijo, no preocupándome en mi tono de voz.

Mi visión está borrosa por las lágrimas. Amelia no tiene derecho de hacerme esto, no puede hacer ese tipo de cosas y dejarme aterrada.

- Nuestra pequeña nacerá y vamos a criarla juntas ¿me oiste?

- Te quiero - susurra antes de volver a pujar, apretando mi mano con más fuerza que antes.

Todo a mi alrededor parece suceder en cámara lenta, escucho las voces de fondo, los sonidos y los toques de Amelia, pero parezco estar saliendo de mi cuerpo. Por aquella situación dramática, de un futuro desconocido. Por lo que las palabras de Amelia significan, el motivo por el cual está diciendo eso. Demonios, ella no tiene derecho a dejarme así, al borde del colapso.

Ella no puede dejarme, no ahora. Ni nunca. Quiero envejecer con ella.

Parpadeo algunas veces para espantar las lágrimas, sacudo la cabeza y pido al cielo que todo salga bien. Necesito estar físicamente y emocionalmente bien para mi esposa y nuestros hijos.

Todo estaría bien.

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