Stupid Wife

By luimeliamoments

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¿Te has imaginado casada con alguien que nunca soportaste en la vida? Luisita también lo había imaginado, sin... More

Prólogo.
Capítulo 1. ¿Qué?
Capítulo 2. Volver a la vida.
Capítulo 3. Algunos vídeos.
Capítulo 4. Mi hijo.
Capítulo 5. ¿Un sueño o....?
Capítulo 6. Ella es mi problema.
Capítulo 7. Deseos.
Capítulo 8. Ella me dejará ir.
Capítulo 9. Aniversario.
Capítulo 10. Empezar de nuevo.
Capítulo 11. Siempre que quieras.
Capítulo 12. Ella es increíble.
Capítulo 13. Esposa.
Capítulo 14. Día de nieve.
Capítulo 15. Tentación.
Capítulo 16. Solo un poco de tu corazón.
Capítulo 17. Me gusta cuando me llamas cariño.
Capítulo 18. ¡Esta loca!
Capitulo 19. Clases de conducir.
Capítulo 20. Mi Ame...
Capítulo 21. Something.
Capítulo 22. No me dejes.
Capítulo 23. Todo va a estar bien.
Capítulo 24. Déjame abrazarte.
Capítulo 25. Feliz navidad.
Capítulo 26. Todo lo que ella quiera.
Capítulo 27 - Better than a princess, more than a queen.
Capítulo 28 - Everything.
Capítulo 29 - En mi lugar.
Capítulo 30 - Una oportunidad.
Capítulo 31. Confianza y actitud.
Capítulo 32. ¿Dónde estoy?
Capítulo 33. Esta es mi realidad.
Capítulo 34. Nada supera.
Capítulo 35. Soy tu regalo.
Capítulo 37. Pequeña estrella.
Capítulo 38. Recuerdos.
Capítulo 39. Destiny.
Epílogo I
Epílogo II
Especial Destiny

Capítulo 36. Felicidad indefinida.

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By luimeliamoments

- ¿Qué opinas de esto aquí?

Desvío la mirada a la ropa delante de mí y miro a mi mejor amiga parada a unos metros de mí con un vestido rojo en sus manos. Analizo y le hago una señal para que gire el vestido. Una sonrisa de aprobación aparece en mi rostro, esto es perfecto para ella.

- Es hermoso. ¿Te queda?

- ¡Voy a fingir que no me llamaste gorda! - Marina rebate enojada, suelto una risita nasal - Voy a probármelo.

Y simplemente sale en dirección a los vestidores. La sigo, buscando un lugar para sentarme, pero no encuentro nada. Entonces, decido recostarme en la pared al lado del probador que Marina está ocupando. Hoy ella prácticamente me arrastro a venir hacer las compras con ella, porque su ropa ya no le quedaba. Es uno de los efectos del embarazo, su barriga está aumentando como sus curvas.

Es bueno que ella no pueda leer mis pensamientos.

Miro a mi alrededor, hay muchas embarazadas en esta tienda. Durante algunos segundos imagino a Amelia con una enorme barriga. Probablemente estará más bella. Las mejillas más redondas, un poco ruborizadas, los brazos y las piernas rechonchas. No puedo esperar para poder contemplar esa imagen.

No existe nada más hermoso que una mujer embarazada. Más si es mi mujer.

Probablemente me enamorare más de ella.

Continuo creando imágenes de mi esposa embarazada hasta que siento mi móvil vibrar en el bolsillo trasero de mis pantalones, tomo el aparato y lo desbloqueo. No me sorprende ver "Mi Suerte" allí. Parece tener un sexto sentido para saber cuando estoy pensando en ella.

"Hola cariño, ya te echo de menos"

¿Existe alguna forma de ser más linda?

"Estaba pensando en ti ahora."

"¿En serio? ¿Pensando en qué?"

"Recordando el regalo."

"Oh... No consigo olvidarlo, ¿sabes? Todavía siento tus toques y tu sabor en mi boca."

Muerdo mi labio para no suspirar, miro brevemente alrededor sólo para asegurarme de que nadie está mirando.

"Mi culo extraña tus manos. Mi coño extraña tus dedos."

Sonrío con malicia, probablemente Amelia debe estar retorciéndose en este momento. Es bueno provocarla.

- ¿Puedes dejar de sonreírle al móvil como una tarada y darme tu opinión?

Me llevo un pequeño susto al oír la voz de Marina y casi tiro el móvil al suelo. Coloco una mano sobre mi pecho y levanto la cabeza, encontrándome con mi amiga parada frente a mí.

- ¿Quieres matarme?

- La verdad sí - abro la boca horrorizada por ella estar hablando tan seria - Llevo horas llamándote y pareces demasiado entretenida. ¿Qué tanto miras ahí?

- Uh, nada - bloqueo la pantalla rápidamente antes de que lea los mensajes. Marina levanta una ceja y me mira desconfiada - Eso se ve bonito.

- ¿Crees que me engañas tratando de cambiar de tema? - finjo confusión - Ni siquiera pongas esa cara de tonta. ¿Estabas intercambiando mensajes con tu esposa?  - presiono mis labios, siento como mis mejillas se ruborizan - Oh, Dios mío, son unas pervertidas.

- Sólo estábamos hablando.

- Sobre sexo.

- Habla bajo, Marina - la reprendo, mirando alrededor. Por suerte no hay nadie cerca - ¿Has decidido que te vas a llevar?

- En realidad sí, podemos ir a comer algo ahora si quieres - dice y casi suspiro aliviada. Casi, porque lo que dice después casi me hace querer estar muerta - O puedo dejarte en la galería para que puedas comer a tu esposa personalmente.

¿Por qué le gusta tanto avergonzarme?

//

Ya estaba anocheciendo cuando finalmente Marina decidió parar de andar por el centro comercial y decidió volver a casa. Según ella, sus pies la estaban matando. Si supiera que los míos también. Pero imagino que para ella debe ser peor, después de todo, tiene una persona creciendo en su vientre.

He tenido recuerdos de estar embarazada de Louis, varias veces. Conozco la sensación de tener un niño dentro de mí, pero gracias a Dios no recuerdo haber sufrido los dolores y la fatiga. Imagino que para Amelia debe haber sido una pequeña tortura verme quejando de dolor todo el tiempo.

Ahora me imagino cómo será cuando ella este embarazada de nuestro segundo hijo.

Voy a ser lo más cuidadosa posible, tratarla con todo el cariño y amor del mundo. No quiero verla sufrir por dolores o cosas así. También espero que sus vómitos no sean frecuentes. ¡Cielos! Ella no está embarazada y ya estoy fantaseando acerca de todo esto. Pero no puedo evitarlo.

No puedo esperar a verla llevando nuestro bebé.

Seré la madre y la esposa consentidora del mundo. Eso es un hecho.

- Tu esposa ya está en casa - Marina comenta y rápidamente miro hacia el garaje de mi casa, donde el coche de Amelia está aparcado detrás del mío.

Una sonrisa aparece en mis labios, la eche de menos. Es bueno volver a casa y encontrarla, no soportaría esperar a que llegara.

- Menos mal.

- ¿No puedes esperar a realizar las cosas que estaban hablando en los mensajes? - la miro aterrorizada. ¿Leyó algo? - Ni siquiera me mires de esa manera, te conozco bien, conozco a tu esposa. Ustedes dos son unas pervertidas.

- ¡Hey!

- Sabes que no miento - suelta el cinturón de seguridad, riendo. Reviro los ojos - Tal vez debería convertirme en lesbiana para saber que tan genial es tener una vida sexual activa de esa manera como ustedes dos.

¡Es maravilloso!

- ¿Por qué no lo intentas? - la miro picandola.

- Tal vez porque estoy embarazada - apunta su vientre -  Y porque amo mucho a mi marido. Pero si el sugiere que le gustaría verme con una mujer, tal vez lo haga. Por él.

- Por él, ¿verdad? Sí claro.

- Cállate - quita el seguro y abre la puerta - Quita esa sonrisa de tu cara.

- No hay ninguna sonrisa aquí - me defiendo rápidamente y salgo del coche. Cierro la puerta y ajusto mi ropa, miro a Marina que me ve con recelo - ¿Me vas a estar viendo ahora? Eres tú la que tiene curiosidad sobre el sexo lésbico.

- Son las hormonas del embarazo - rebate en defensa.

- Por supuesto que sí - murmuro y ella abre y cierra la boca, buscando que responder. Cuando no consigue decir anda, Marina revira los ojos y bufa, caminando hacia mi casa.

Pongo las manos en los bolsillos y observo a mi mejor amiga caminando a la puerta principal de mi casa.

Sí ella supiera que el sexo lésbico es maravilloso, no le gustaría otra cosa.

//

Retiro mis zapatos y el abrigo que llevo, lo cuelgo enseguida. Voy a la sala, pero paro en mi lugar al ver una Marina inclinada en el sofá. Me acerco intrigada, pero entonces puedo ver lo que está haciendo. Amelia duerme tranquila en el sofá, su boca está entreabierta y Marina empuja algo allí.

- Déjala - la reprendo, pero Marina me ignora.

- Espera... Ella despertara en tres, dos... Listo.

Salta lejos de Amelia cuando mi esposa abre los ojos y cae para un lado, sus manos están en su cuello mientras tose sin parar. Me duele cuando veo su rostro ponerse de un rojo fuerte. Marina se ríe viendo la reacción de Amelia, mientras yo sólo observo.

- ¿Qué... - Amelia simplemente no puede dejar de toser. Aprieto la boca, culpable - ¿Luisita? ¿Marina? ¿Qué mierda fue eso?

- No tuve nada que ver con eso - me justifico, haciendo una señal de rendición - Fue cosa de Marina.

- ¿Estabas tratando de matarme sofocada? - dramatiza, tosiendo menos que antes. Ella trata de levantarse del suelo y mira a Marina, la mirada amenazante - ¡Te voy a matar, idiota!

- Será divertido verte intentándolo - se burla y cruza los brazos.

- Amelia, no olvides que lleva un bebé en su vientre.

- Salvada por mi sobrino - se levanta del suelo, fusilando a mi mejor amiga con los ojos. Marina se limita a sonreír - Hola, cariño - viene hacía mí y sostiene mi rostro con sus manos, luego sella nuestros labios.

No satisfecha con eso, agarro su cuello y profundizo el beso. Amelia deja escapar una bocanada de aire y abre la boca, permitiendo que meta la lengua en su boca. Escucho un carraspeo, pero no me importa, sólo quiero matar el anhelo de la boca de mi esposa.

- ¿Pueden al menos esperar a que me vaya ahora para que realicen sus fantasías? - Amelia rompe el beso y sella nuestros labios una última vez - Mi Dios, parecen un par de conejos.

- Eso se llama envidia - Amelia implica, volviéndose a mirar a mi mejor amiga - ¿Quieres un poco también?

- ¡Amelia! - le pego en el brazo para reprenderla, ella sonríe y me tira a sus brazos. Está detrás de mí, abrazándome por detrás y su barbilla apoyada en mi hombro izquierdo.

- Gracias, pero no tengo la necesidad de descubrir a que sabe la vagina de tu mujer.

- Sabe como el paraíso.

- ¡Amelia Ledesma! - trato de salir de sus brazos. Mis mejillas calientes y estoy segura de que mi rostro parece un pimiento ahora - Ustedes dos son unas idiotas.

- Eres demasiado aburrida, Luisi.

- ¡Tía Marina!

Los pasos apresurados en la escalera solo informan que mi hijo está corriendo para saludar a Marina. Amelia gira el cuerpo a tiempo para ver a nuestro pequeño hijo correr hasta su tía.

- Mi amor - ella desordena su cabello, Louis sonríe a Marina, mientras que agarra sus piernas - Que guapo mi niño.

- Mamá, mira lo que encontré - dice y salta lejos de Marina, levanta la mano y muestra lo que parece ser una barra de labios o lápiz - Una barra de labios que vibra.

Si pudiera definir mi reacción al escuchar eso, sería "conmocionada." Abro y cierro la boca buscando que decir, Amelia parece tener la misma reacción que yo y me suelta.

- Epa, creo que esa es mi señal para que me vaya - Marina dice y le lanzo una mirada, impidiéndole salir de la sala - ¿Qué? Ustedes dos tienen que explicarle, sé bien qué tipo de lápiz labial que vibra es.

- Es tu culpa. ¡Tú compraste esas cosas!

- ¿Yo? - lleva una mano a su pecho y finge estar ofendida - No compre eso, créeme, recordaría si lo hubiera comprado.

- Eh... - Amelia balbucea y me libero de ella.

- ¿Eso es tuyo? - miro a mi mujer, ella presiona los labios sin saber que responder. Estoy incrédula - Me alegro que te pregunto a ti, porque tú le dirás que es esa barra de labios.

Su rostro se pone más pálido de lo normal, detrás de mí Marina suelta una carcajada. Miro a mi hijo, que inocentemente nos ve confuso.

- Ese niño va a crecer traumatizado. Necesitara años de tratamientos psicológicos - Marina dice riendo pasando a mi lado.

Niego con la cabeza, aunque sé que ella podría estar en lo cierto. Capaz mi hijo realmente crece traumatizado. Comenzando por el hecho de que ella le mostro un documental de orangutanes apareando.

Pobre Louis.

//

Estoy casi dormitando con las caricias que Amelia hace en mi cuero cabelludo. Después de que Marina se fue, con alguna excusa mi esposa consiguió desviar el tema de la "barra de labios" con Louis y lo llevo a su cuarto. Subí a tomar un baño y cambiarme de ropa, después fui a pasar tiempo con mi amor. Era bueno pasar momentos con ella, sin segundas intenciones, sólo nosotras abrazadas viendo televisión.

Ahora estoy aquí, encogida en su regazo. Amelia me sostiene como si fuera un bebé, su abrigo, que estoy usando subió, dejando mis muslos expuestos. Un hecho que parece animar a mi esposa, ya que cada cierto tiempo los acaricia. Pero estoy demasiado cansada para no resistirme a sus encantos, andar prácticamente por todo el centro comercial, acabo conmigo. Y Marina no es una buena compañía para ir de compras. Porque ya saben, ella adora gastar. Mucho.

- ¿Quieres subir? Te estás quedando dormida.

- No - rápidamente abro los ojos, parpadeando algunas veces para enfocar mi visión - Quiero terminar de ver la película contigo.

- Ya te perdiste gran parte de ella, mi vida - una sonrisa aparece en mis labios, tanto la forma en la que me llamo, y por el tono dulce de su voz - Podemos verla en el cuarto, o tratar. Si no te duermes.

Ella bromea y termino riendo. Amelia se estira para tomar el mando tendido en el suelo. Continúo con la cabeza apoyada en su regazo, agarrando su blusa. Mi esposa apaga la televisión y pasa un brazo bajo mis rodillas, toma impulso y se levanta del sofá conmigo.

- No necesitas cargarme, amor - murmuro soñolienta, lo que hace reír a mi esposa.

- Shh. Déjame mimarte mientras pueda - besa la parte superior de mi cabeza. Sonrío, ¿Cómo podría negarme a ella? - Me encanta cuando usas mis ropas, se ven maravillosos en ti.

- Sé que sí.

- Principalmente los del Alteti - sube por las escaleras con calma para no dejarme caer - Se me olvido apagar las luces de la cocina, ¿me esperas aquí? Ya vuelvo para terminar de llevarte al cuarto.

Pide y me coloca en el suelo, estamos en el pasillo del segundo piso. Amelia besa mi frente y se levanta.

- Voy a esperarte en nuestro cuarto.

- ¡No! - exclama y la miro con una ceja arqueada - Espera un minuto.

- Amelia, puedo ir andando.

- Que me esperes te digo.

- Está bien - concuerdo y finalmente me recuesto en la pared. Esperando a que regrese.

Cierro los ojos e inclino un poco la cabeza. Me concentro en permanecer despierta esperando a mi mujer. Estoy a punto de caer dormida cuando las luces del pasillo son apagadas, pasos ligeros pero audibles, cada vez más cerca. Sonrío sin darme el trabajo de abrir los ojos, sé que Amelia está ahí, y su perfume en el aire lo confirma.

- Sabías qué... eres hermosa incluso en la oscuridad.

- ¿Lo soy? Ni siquiera me estás viendo - abrazo su cuello, Amelia me tira un poco hacia adelante por la cintura.

- No necesito. Conozco cada detalle de ti - siento que mi corazón se acelera gradualmente. Me encanta cuando se pone de esa forma apasionada repentinamente - Tú piel está más suave.

- Fueron las sales nuevas que compre - suspiro al sentirla depositar besos en mi barbilla - Las compre pensando en ti. ¿Te gustan?

Me agarro de sus hombros y mantengo un gemido al sentirla chupar mi piel detrás de la oreja. Suspiro cuando ella raspa con sus dientes en esa parte.

¡Cielos!

- Me encanta - susurra en mi oído, su cadera presionando la mía - Hueles tan bien. Pon tu pierna en mi cadera.

- Vamos a la habitación - trato de soltarme de ella, pero Amelia presiona su cuerpo contra el mío, impidiéndome salir.

- Te quiero aquí - tira de mi pierna izquierda hacia arriba, la otra mano se desliza en mi vientre por debajo de la blusa - Hmm, creo que estás disfrutando de esto - murmura acariciándome por encima de mis bragas.

- Mi mujer es una tentación, imposible de resistir.

- Oh, te entiendo - sus hábiles dedos empujan mis bragas a un lado, dejándome expuesta para que ella pueda explorar la zona palpitante entre mis piernas. Aprieto los ojos al sentirla tocar, suavemente, simplemente acariciando mi clítoris con la punta del dedo - Voy hacer que te corras rápido. Después quiero tomar un baño contigo y probar dichas sales.

- E-está bien - es todo lo que puedo responder, sus dedos me hacen olvidar mi nombre.

Amelia desliza un dedo hacia arriba y hacia abajo, entre los labios menores, recogiendo mi lubricación. Ella gira el pulgar en mi clítoris mientras juega con un dedo en mi entrada.

- Me encanta la forma en cómo aprietas mis dedos - murmura entre dientes mientras me penetra lentamente.

Estoy de punta de pies, un escalofrío recorre mi espalda. Siento sus dedos tocar los puntos correctos, la mejor sensación del mundo. Me muerdo el labio para no gemir alto y despertar a nuestro hijo. Amelia gira los dedos y es casi imposible mantener el gemido. Repite el movimiento dos veces antes de hacer el dedo hacia atrás y comenzar a penetrar con una rapidez alarmante.

Estaba tan concentrada en el placer que me está dando y en no gemir alto, que casi doy un grito cuando escucho una puerta ser abierta. No es necesario ser un genio para saber que sólo se despertó. Abro los ojos, Amelia no parece haber escuchado y besa mi cuello mientras todavía me penetra.

- Ame-Amelia - susurro en su oído y trato de alejarla por los hombros, pero creo que ella pensó que estaba disfrutando porque siento su sonrisa sobre mi piel - Amor.. uff mierda... Nuestro hijo. Amelia, para.

- Voy a parar cuando termines.

- ¡No Amelia! ¡Para! - trato de alejarla de mí pero vuelvo a fallar. Reviro los ojos, casi dejándola terminar lo que comenzó. Pero cuando miro a un lado veo la sobra de Louis viniendo hacia nosotras, mi corazón parece que va a explotar - ¡Louis! ¡Amelia!

Ella finalmente parece escucharme y para de mover los dedos. Mira a un lado y parece estar tan tensa como yo, tanto que siento su cuerpo enrojecer. Trato de soltarme, pero contrario a su propia reacción Amelia presiona su cuerpo con el mío y vuelve a mover los dedos, lentamente, como si quisiera no hacer algún ruido.

- ¿Qué cojones estás haciendo? - susurro para ella, Amelia pega más su cuerpo al mío; casi impidiendo que mueva los dedos.

Marina tenía razón, Louis va a crecer traumatizado.

- ¡Shhh! Está durmiendo, no hagas ruido.

- Para con esa mierda, Amelia. ¿Es que no tienes... - su boca interrumpe mi discurso, ella saca la lengua sin esperar a que abra mi boca completamente.

Trato de apartarme, pero ella fuerza el beso, succionando mis labios con ganas. Alarmada miro a un lado, sólo para ver a Louis girar en dirección a mi cuarto y de Amelia, luego abre la puerta.

- Te dije que estaba dormido.

- Put- ¡Ah! - ella mete sus dedos más fuerte, cortando mi discurso - Haz que me corra antes de que despierte.

- Puedes estar segura de eso, cariño.

Se aleja de mí y retira los dedos de mi coño, estoy a punto de quejarme cuando ella se arrodilla delante de mí. Agarro sus rizos antes de que se posicione, Amelia coloca mi pierna en su hombro y tira de mis bragas a un lado.

- Joder, me mu-muero.
//

Después de correrme dos veces, sí, dos veces, porque mi querida esposa no sabe controlarse y parece ignorar el significado de la palabra "detente", ella me ayudo a mirarme presentable antes de regresar al cuarto.

- ¿Dónde está él? - pregunto a Amelia cuando ya estamos en la habitación, todo está medio oscuro y no hay señales de Louis.

- En la cama, cariño - ella responde y apunta el pequeño bulto en el borde de la cama - Lo llevare de vuelta a su habitación.

- No - sostengo su brazo y Amelia me mira sin entender - Deja que duerma con nosotros. Sólo acomódalo o vamos a aplastarlo. Voy a tomar una ducha y regreso.

- Yo quería entrar en la bañera contigo - se queja.

- La próxima, amor - sostengo su rostro y le doy un rápido beso antes de salir de allí.

Necesito un baño urgente.

//

Después de la ducha salgo del baño, ya vestida. Noto que dos lámparas están encendidas, y en la cama mi esposa y mi hijo parecen dormir profundamente. Los dos están abrazados, Amelia boca arriba y Louis sobre ella. Sonrío a la escena, tengo una hermosa familia.

Camino hasta la cama y retiro mis zapatos antes de subir al colchón. Entro debajo de las cubiertas, me arrastro hasta ellos y estiro la mano para apagar la luz. Después tiro del brazo de Amelia para abajo y pongo mi cabeza sobre el, ella automáticamente me envuelve y me estrecha contra ella.

Cierro los ojos sabiendo que no pasara mucho tiempo para que caiga dormida.

//

Es sábado por la mañana. Estoy sentada en el patio, más preciosamente en una hamaca que Amelia compro. Una manta calienta mi cuerpo y estoy viendo a mi esposa y mi hijo jugando con la nieve acumulada en el patio trasero. El día amaneció frio, pero ahora no está tan frio y los dos decidieron divertirse. Opte por sólo estar allí viéndolos divertirse.

En momentos como estos es imposible no pensar en cómo será mejor con nuestro segundo hijo, o hija. Pienso también si seré una buena madre. Hasta hace algunos meses atrás estaba segura de que estaba loca y soñando, no tengo idea de cómo cuidar de un bebé. Sé cuidar a Louis porque ya es grande, un chico inteligente y no da trabajo alguno. ¿Pero con un recién nacido? Eso es bastante asustador de pensar.

Está bien que cuide a Marisol cuando era un bebé, pero tenía la ayuda de María y mis padres, ahora con un hijo mío, no tendré la ayuda de nadie.

Bueno, por suerte estoy casada con una mujer ejemplar. Ella me guiara en todo.

Escucho la risa de mi hijo y vuelvo a centrar mi atención en los dos. Amelia lo tira hacia arriba, Louis parece adorar eso y le pide más. Me preocupa que uno de los dos pueda lastimarse, pero parecen estar divirtiéndose.

No recuerdo algún momento durante mi adolescencia donde me haya sentido tan feliz y completa como me he estado sintiendo últimamente.

- ¡Amelia! - me levanto de la hamaca de un salto por lo que aquella idiota está a punto de hacer. Al oír mi grito, ella se gira y me mira confundida - ¿Qué crees que estás haciendo?

El viento frío choca contra mi cuerpo caliente, pero lo ignoro, avanzando hacia ella. Louis y Amelia intercambian miradas confusas.

- Voy a patinar. ¿Por qué?

- ¿Estás loca? - coloco las manos en mi cintura, mirándola incrédula - Te puedes caer, el agua fría puede hacer que te enfermes. Si eso pasa no voy a cuidar de ti.

- Pero Luisi... Está firme, mira - gira en dirección a la piscina y coloca un pie sobre el agua congelada. Me muerdo el labio inferior, con miedo - No me voy a caer.

- Yo también, mami, yo también -Louis levanta los brazos y corre hacia Amelia, mi mujer se agacha en el suelo con los brazos abiertos para recibirlo.

Cierro los ojos durante algunos segundos, no queriendo ver si ellos caen a esa agua congelada. Pero en lugar de escuchar gritos, simplemente escucho la risa de los dos. Vuelvo a abrir los ojos, encontrándome con Amelia y Louis con las manos entrelazadas, girando sobre el agua congelada.

- Ven, cariño.

- Mami, ven a jugar con nosotros.

Los dos me llaman y rápidamente niego con la cabeza. No voy a arriesgarme a correr y terminar cayendo en esa agua fría. Prefiero quedarme mirando cómo se divierten, no necesito nada más que eso.

Amelia y Louis juegan a apostar una carrera o arriesgando maniobras, las sonrisas en sus caras hacen que valga la pena mi día.

//

- Hemos terminado aquí, chicas. Estoy adorando ver el buen desempeño de ustedes - miro a mis estudiantes y ellas sonríen animadas. Gran parte de esa clase en particular es de mujeres mayores de 30 años, casadas desde hace años dispuestas a innovar sus matrimonios. Por eso las clases de pole dance - Hasta la próxima... - una de ellas se aclara la garganta interrumpiendo mi habla, aprieto los labios y la miro sin entender. Dorothy, una de las alumnas apunta con la cabeza hacia la puerta. Miro a esa dirección sólo para sonreír al ver a mi bella esposa apoyada en la pared junto a la puerta, una caja plateada en sus manos - Están todas exentas, nos vemos el sábado.

- ¡Adiós, Luisita! - ellas se despiden al unísono. Me despido con las manos con algunas. Poco a poco la sala se vacía, guardo algunas cosas que estaban dispersas.

El sonido de los zapatos de Amelia resuenan en medio de la habitación, una sonrisa surge de nuevo en mi rostro. Siento sus manos en mi cintura y su cuerpo se adhiere al mío.

- ¿Cuánto cuesta una clase privada, Profesora Gómez Ledesma? - ella susurra en mi oído, agitándome.

¡Maldita sea!

- Profesora Gómez Ledesma ¿eh? - me giro hacia ella, paso mis brazos por su cuello, abrazándola - Me gusto eso - me pongo de puntillas para conseguir besarla. Amelia lleva tacones altos y no estoy usando zapatos, por lo tanto nuestra altura era bastante desproporcionada - Para ti las clases son gratis.

- Bueno saberlo - ella presiona sus brazos en mi espalda baja y me tira hacia arriba, capturando mis labios con los suyos. Cierro los ojos y agarro sus rizos, abro la boca para acompañarla mejor - Echaba de menos esa boca maravillosa.

- No tiene ni tres horas que nos dimos el último beso.

- Lo sé - ella me deja en el suelo - Pero podría besarte todo el tiempo - junta nuestros labios - Toma, son tus favoritos. Está vez acerté.

Me entrega la caja plateada, finalmente puedo ver que es una caja de bombones de chocolates. Sonrío para ella antes de prácticamente saltar a su cuello y atacar su boca. Amelia me tira a su regazo y envuelvo mis piernas en su cintura.

//

- ¡No puedo creerlo, Amelia! Deberías haberme dicho - reclamo indignada.

Estamos en el coche volviendo a casa y no estoy ni un poco feliz al saber lo que Amelia me acaba de contar.

- Cariño, no creí que fuera necesario - la miro indignada, ella está con los ojos fijos en la carretera, pero siente mi mirada - Sabía que te pondrías así.

- Es obvio. Además deberías consultarme antes de tomar decisiones como esas.

- Pero Luisita, es sólo una fiesta de pijamas - simplemente odio el hecho de que Amelia sea tan tranquila hasta el punto de casi no levantar la voz. Siempre que pierdo los estribos, ella continúa calmada como siempre - No es como si nunca hubiera ido a una antes.

- ¿Las otras fueron en casa de ella?

- No, pero...

- ¡Exactamente! - exclamo en tono evidente y ella ríe - Juro por Dios, Amelia, que voy a chocar tu cabeza contra el volante si continúas burlándote de mí.

- No me estoy burlando - reviro los ojos - Relájate, Luisita. Todos sus amigos de la escuela estarán allí también. Además del dato obvio.

- ¿Qué? - la miro con una ceja levantada.

- Son niños, cariño.

- No entiendes - refunfuño con los brazos cruzados y pongo los pies encima del asiento. Sé que parezco una niña mimada. Pero es tan difícil controlar ese lado posesivo y celoso en relación a Louis - Iba a ser nuestra noche de pizza y juegos.

- Todavía podemos hacerla. Tú y yo - Amelia desacelera el coche y entra al garage de la casa. Cuando ella se detiene, su mano viene a mi muslo, donde aprieta y acaricia - ¿Qué tal?

- No.

- ¿No? - escucho el ruido del cinturón de seguridad siendo destrabado. Amelia quita la mano de mi muslo, me reusó a mirarla. Sé que está tramando algún plan sexual para convencerme - ¿Ni siquiera si te hago un masaje? - siento su respiración chocar contra el lóbulo de mi oreja - Después puedo preparar un baño con aquellas sales especiales que compraste - deposita un beso en mi cuello, encojo mi cuerpo por reflejo - Entonces después de vestirnos, podemos ir a la sala. Te tumbare en el sofá, masajeare tus pies - ella va susurrando en mi oído, asegurándose de tocar mi piel con sus labios - Después voy a pedir nuestra pizza y mientras llega, voy a arrodillarme y chuparte sabroso. Lento y fuerte, de la manera que te gusta.

¡Maldita criatura del infierno! Eso es una tentación al libido de las personas. Debería ser pecado tener una mujer como ella hablando ese tipo de cosas en el oído con esa voz ronca, deliciosa...

¡Carajo! Que infierno de mujer.

- Para de tratar de seducirme. Pequeño diablo.

Amelia suelta una risita erótica cerca de mi oído, siento los vellos de mi cuerpo erizarse. Ella pasa los labios por mi cuello, cierro los ojos ya rindiéndome a ella. Pero de repente, no siento el calor de su cuerpo. Abro los ojos, confusa. Intrigada... Intrigada y caliente.

Húmeda, jodidamente húmeda.

- Tengo noticias.

- ¿En serio? - esa no fue una pregunta de alguien que está curiosa, si no de alguien que está confundida y excitada.

- Sí - me mira sonriendo - Me las arregle para dejar mi agenda libre durante todo el mes.

- Hmm... - desvío la mirada, no queriendo mostrar cuan frustrada estoy - ¿Y qué?

- ¿Cómo así "Y qué? - me encojo de hombros, sin entender - Cariño, el próximo mes. ¿Recuerdas el tema que conversamos?

Siento mi frente arrugarse de forma casi automática. Una vez más miro a Amelia sin entender de lo que está hablando. Comienzo a buscar en mi memoria sobre lo que planeamos o teníamos previsto el próximo mes. Pero no pienso en nada más que...

¡Oh, Dios!

- Espera... - suelto mi cinturón de seguridad, sin apartar la mirada de ella - ¿Es lo qué estoy pensando?

Amelia esboza una sonrisa enorme.

- Sí, cariño. Podemos comenzar el tratamiento el próximo mes.

- ¡Amelia! – salto de mi asiento a su regazo. Mi esposa se ríe y hace el asiento para atrás, dándonos más espacio - ¡Dios mío! No sé qué decir. Yo-yo... Mierda.

- Boca sucia - inclina la cabeza hacia adelante y muerde suavemente la punta de mi nariz - Vamos a aumentar nuestra familia. Siento que está vez todo saldrá bien.

- ¡Por supuesto que sí! ¡Por supuesto que sí! - sostengo su rostro en mis manos y lo lleno de besos - No puedo creer que vamos a tener otro hijo. Estoy tan feliz.

- Yo también, cariño. Yo también.

Llega un momento de tu vida, donde las palabras son incapaces de definir tus sentimientos, y es imposible expresar el tamaño de tu felicidad. Así es como me siento ahora.

Con una felicidad imposible de definir y un sentimiento más grande que yo. Como si fuera un amor incondicional por el futuro a su lado.

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