El Miedo De Ámbar #1

By LuAnto321

14.9K 3.6K 2.2K

Un simple apodo puede desestabilizarla. Un nombre tan común puede enloquecerla. Una mínima coincidencia se r... More

Prólogo.
Capítulo 1: Dia anormal.
Capítulo 2: El casi beso.
Capítulo 3: Ethan y Cassie.
Capítulo 4: Ya no está.
Capítulo 5: La foto.
Capítulo 6: Cuando sea el momento.
Capítulo 7: Caso cerrado (+18)
Capítulo 8: El pasado y la visita inesperada.
Capítulo 9: El deseo.
Capítulo 10: Espiando.
Capítulo 11: Despejando la mente.
Capítulo 12: ¡¡¡Aaaaah!!!
Capítulo 13: Su cara...
Capítulo 14: Necesito tiempo.
Capítulo 15: Cansada (+18)
Capítulo 16: La historia falsa.
Capítulo 17: Regalo adelantado.
Capítulo 18: Palabras inesperadas.
Capítulo 19: Recordando algunas cosas.
Capítulo 20: Confesando algunas cosas.
Capítulo 21: Dos amando a una.
Capítulo 22: ¡Felíz cumpleaños Ámbar!
Capítulo 23: Planeando.
Capítulo 24: El secreto de Cass.
Capítulo 25: Otro sueño.
Capítulo 26: Confirmación.
Capítulo 27: Mallacan 18 años triple cask.
Capítulo 28: Rompiendo la regla №2
Capitulo 29: ¿Un error? (+18)
Capítulo 30: En otra mente.
Capítulo 31: La Fräulein Sevedo.
Capitulo 32: El alcohol.
Capítulo 33: El primer "Te amo" (+18) [Parte 1]
Capítulo 34: El primer "Te amo" [Parte 2]
Capítulo 35: Tregua.
Capítulo 36: Dudas.
Capítulo 37: Borracheras olvidables.
Capítulo 38: Lauralei Weiβ.
Capítulo 39: Sentimientos agridulces.
Capítulo 40: Tres meses.
Capítulo 41: Etapas difíciles.
Capítulo 42: Terapia.
Capítulo 44: Vodka (+18)

Capítulo 43: El comienzo.

63 5 27
By LuAnto321

Hace 2 años (2020)

Septiembre.

—En garde chicos— sonreímos antes de ponernos las máscaras y asentirnos mutuamente en un saludo con el arma frente a nosotros. Luego las desplazamos hacia un lado.

Típico saludo de cortesía en el esgrima.

—Pret— avisa Tom. Nos ponemos en posición con Erick enfrentándonos. Lo miro fijamente aunque no sé que expresión pueda tener en su rostro por el traje. Seguramente una sonrisa arrogante y retorcida en su cara.

—¡Allez!— comenzamos el duelo. Me muevo esquivando la espada de Erick al mismo tiempo que intento tocarlo con el mío.

Él se mueve, nos separamos y rápidamente viene hacia mi. Pero paso por debajo de su brazo extendido y lo toco en la espalda.

Vuelvo a mi posición inicial ganando por ahora.

—Pret... Allez.

Esta ronda voy yo hacía su cuerpo esquivando todos sus ataques. Mi espada va directo a su pecho un milisegundo antes de que él también me toque.

—Touch— repite Tom señalandome. Festejo para adentro.

Entre toques y touch para ambos, vamos por el último asalto, y el marcador eléctrico dice que estamos 15-15. Quedamos en fase de eliminación directa. Debemos desempatar con el minuto extra que agrega Tom.

—Prett— nuestras espaldas se yerguen rápidamente. Se escuchan la respiración agitada de ambos en todo el silencio que hay en el salón.

Exhalo preparándome. Voy a ganarle, soy la mejor en el esgrima.

—¡Allez!— Erick es el primero en acercarse. Hago maniobras para que no me gane mientras intento tocarlo. Me muevo para todos lados. Es muy veloz.

No logro hacer un contraataque a tiempo, porque más rápido que Flash, siento la espada en mi tobillo. ¡¿En mi tobillo?!. Giro la cabeza apretando los labios. Está de espaldas con la espada estirada hacia abajo tocándome. Hasta se ve muy casual y hermoso el idiota.

—Touch. Erick gana— anuncia mi profesor. Bajo mi arma.

—Maldito...— susurro. Nos damos vuelta y nos saludamos con un apretón de manos.

—Sevedo... La boca— me saco la máscara del traje.

—Eh dicho peores cosas. Ya me conoces— rodeo los ojos.

—Alguien está enojada...

—Necesito bañarme ahora porque estoy a punto de asesinar a alguien— me saco el chaleco de arriba quedándome con mi top deportivo. En el baño me voy a sacar la parte de abajo.

Choco puños con Tom despidiéndome.

—Te sigo.

—Erick no...

—Nos vemos después Tom— escucho que se dicen. Yo ya sali del salón de esgrima.

»¡Lizz!— rodeo los ojos. Sigo mi camino hasta que entro al vestidor. Me saco la parte de abajo del traje enojada. Casi me tropiezo en proceso.

—¡Mierda, traje de porquería!— cuando termino y quedo en un mini short me dirijo a las duchas.

No hay nadie. Ya es de noche y el curso cerró hace veinte minutos. Tom se quedó un rato más porque no se podía ir hasta que terminemos de completar los asaltos.

Abro la ducha que compartimos con Erick. Mientras se calienta el agua me saco el resto de ropa y suelto mi rodete.

—Lizz...— susurra abriendo la puerta.

—¿Qué?— espeto. Agarro shampoo y me lo aplico en el pelo.

—¿Por qué estás enojada? Sabes que es solo un deporte.

—Ya lo sé. Pero nunca me habías ganado. Todas las veces que lo practicamos yo gano. Siempre gano Erick.

—Hay que saber perder...— sonríe.

—Jódete.

—Por tí estoy jodido— lo veo sacarse la remera y la parte baja del traje.

Me sonrojo.

No. Estás enojada Elizabeth, enfócate.

Pero no puedo al ver como se está desnudando frente a mi. Como sus músculos se contraen cuando se deshace del bóxer.

Mojo mis labios. Es demasiada tentación frente a mis ojos.

Cierro mis ojos y me doy vuelta ignorándolo.

—Te odio...

—Sabes que no es cierto— siento su cuerpo pegado al mío. Despeja besos por mi oreja y cuello, masajeando mis caderas.

»Dilo Lizz...— me estremezco —di lo que en verdad sientes por mi...

—Ahora solo siento odio por ti. Idiota— la mano de Erick se desliza por mi abdomen —no quiero coger contigo así que aléjate que me estoy bañando.

—Pero estás estresada y yo también...

—Te aguantas igual que yo.

—Solo si me decís lo que quiero oír.

—No— termino de bañarme. Salgo con la toalla en mi cuerpo. Me miro al espejo, agarro el cepillo peinándome.

—Dulce Lizzie...— él dejó la puerta abierta y observo por el espejo como se está bañando.

Es perfecto el hijo de puta.

—No. Te odio. Ese era mi asalto, yo tenía que ganarlo.

—Te dije desde que llegué aquí que en ciertas cosas yo iba a ser el número uno.

—Cállate.

—¡Hey! Que aún eres la mejor en todo lo que hacemos. De verdad necesito ganarte por knockout en UFC.

—Eso nunca. Entre los dos, yo soy más ágil a la hora de hacer llaves. Tú eres veloz y preciso en el esgrima. Calculas todo a la perfección.

—Es mi especialidad— encoje sus hombros.

—Si claro... Lunático.

—Pero amas a este lunático.

—No. Lo detesto.

Niega entre risas sonoras.

—¿Lo vas a decir? ¿O tendré que sacártelo a la fuerza?— suspiro rendida.

—Depende qué tipo de fuerza— sonrío. Erick envuelve una toalla en su cintura.

—De mis besos tal vez— toca mis hombros desnudos despacio con su aliento chocando en mi piel.

—¿Y qué más?— inquiero.

—Sexo... Mucho sexo— me río cuando me empieza a hacer movimientos en mi cadera rápidamente —o también con cosquillas, ya que no quieres follar.

—Basta... Por favor Erick...— mi cuerpo se retuerce en sus brazos. Se ríe. Es el sonido más lindo que amo de él. Me voy vuelta agarrando sus manos para detenerlo.

—¿Y?

—Bien, bien. Te amo...— me mira satisfecho y besa mis labios con lentitud.

Wao... Es el beso más pausado y delicado que me a dado desde que nos conocimos. Se siente... Muy bien. Indaga y explora en toda mi boca usando su lengua con la mía y finaliza el beso con una mordida suave en mi labio inferior. Suspiro sin querer.

—¿Si sabes que eres importante para mí, cierto?— asiento. Él toca mi labio con su pulgar despacio.

—Lo sé. Y tú lo eres para mí— le doy un pico y me zafo de su agarre.

Me sigue hacia los vestidores. En mi locker tengo ropa extra, además de la que tengo en la casa de Kev.

—Salgamos.

—¿Dónde?— el pijama que me pongo lo hace reír.

Es de Stich. Hermoso, suavecito y calentito.

—Vamos a cenar a algún restaurante. Conozco uno en el centro. Luego comemos helado en un parque, volvemos a mi casa y de ahí... Nuestros cuerpos dirán...— levanta sus cejas repetidamente.

—Pero ya es tarde y tengo sueño... Otro día Erick— lo abrazo descansando mi cabeza en su torso desnudo. Ya es media noche y mi cuerpo no da basto.

Antes del esgrima, estuvimos en el curso desde las 2 de la tarde. Llegamos y le enseñamos por una horas a boxear a los chicos que habían ingresado estos últimos días. Luego le demostramos 5 rings de UFC, disparos con arco y flecha, tiros con dagas, oídos sordos y por nuestra cuenta acabamos con esgrima porque llevábamos cada práctica con puntos y necesitábamos desempatar con un último deporte.

Estoy muerta...

—Dulce Lizzie... Lo que trataba de decirte indirectamente es que reservé solamente para nosotros dos una noche en un restaurante donde el dueño es amigo de mi papá, como mi otro tío para mí, y por ende no me costó tanto que cierre el lugar para todos, menos para nosotros.

Levanto la vista. Él está sonriente.

—¿Tú hiciste eso?— lo miro con incredulidad.

—No es nada romántico porque al estar solos tengo la oportunidad de tocarte. Y créeme que lo haré.

—Erick.

—Shhh... Te espero en diez minutos para que te cambies. Supongo que tienes más ropa en tu habitación.

—Si. Ya mismo voy— le doy un beso y nos sepamos.

—Yo me cambio en mi cuarto y salimos.

—Bien. Te amo, te amo amor— me tira un beso el cual le devuelvo y corro hacia la casa de Kev. Erick se va por otra puerta que queda más cerca de su pieza.

No sé que ponerme. ¿Algo elegante? Tal vez un vestido ajustado... Pero Erick quería tocarme. Así que sería un vestido suelto. ¿De verdad me iba a tocar?

Ya estoy delirando.

Opto por un vestido blanco con dos tiras, un escote de corazón que envuelve una parte mínima de mis brazos, y de forma acampanada cuando llega a la cadera. Las cosas que dice Erick pueden ser falsas o verdaderas.

—Que perra estás hoy Elizabeth...— me halago a mi misma viéndome en el espejo. Aprovecho y me saco una foto como recuerdo. Erick entra sin tocar la puerta.

—¿Lista? Wao... Señorita Sevedo...— muerdo mí mejilla por dentro mirando como está vestido.

Erick fue simple en todos los aspectos. Tiene una camisa azul marino con un jean negro y unos zapatos de vestir. Su pelo alborotado y húmedo completa al dios Griego que tengo en frente mío. Si esto fuera una caricatura tendría corazones en los ojos y la boca hasta el suelo con baba.

Estoy hasta las chanclas de amor por este ser humano. Amo todo de este chico. Cada defecto, cada virtud, todo me enamora más y más de él. Lo amo. Es ese amor del que solo sientes una vez y ya. Te atrae, te seduce, te atrapa, y te ama para siempre sin importar las dudas o consecuencias que hayan de por medio. Estoy atada a él y así será toda la vida.

Tengo 16 años y muchos me dirán que necesito conocer y experimentar con más personas. Pero me rehuso porque estoy segura de lo que quiero y deseo.

Y eso está justo en frente de mi.

—Wao... Señor Stelle...— lo imito sin ocultar mi vista acosadora.

—¿Le parece que estoy a su altura con mi vestimenta?

—Yo diría más que a mí altura— acomodo los pliegues de su camisa. Su perfume es tan delicioso, ese aroma que no puedes olvidar nunca debido a su fragancia especial y limitada que se impregna en la ropa y piel por días...

—¿Ah sí?— entrelazamos manos y nos observamos unos segundos.

—Ajá— me pierdo en sus ojos miel claros. A diferencia que los míos son más oscuros.

—Pues gracias dulce Lizzie.

—Te amo Erick...— mis pulgares acarician su mejilla.

—Y tú eres hermosa...— sonrío negando.

"Solo es cuestión de tiempo que me diga las dos palabras que tanto anhelo escuchar"

—¿Nos vamos?— agarro mi bolso pequeño con dinero, celular y un poco de maquillaje.

—Vamos.

Nos tomamos de las manos y salimos de mi cuarto.

—¿Adónde van ustedes tan elegantes? ¿La fiesta de Harry Styles?— me río cuando nos lo cruzamos por el camino.

—Algo mucho mejor Kev. Vendremos un poco más tarde mañana porque estaremos cansados tío.

—Lo que se resume en terminar la noche con sexo.

—Exacto. Bay bay— Erick lo saluda y yo también.

—Te quiero Kevincito.

—Parece que quieres más horas de entrenamiento Sevedo. Tus cursilerías derrochan arcoiris por tus poros— rodea los ojos. Solo le digo ese apodo para molestarlo.

—¿No te basta matarme con 3 horas de entrenamiento funcional? Más horas de tiro con arco, chuchillos, pistolas, boxeo y UFC.

—Te voy a dar más si sigues jodiendo. Váyanse que quiero dormir— señor cascarrabias pega la vuelta yéndose.

—Y solo tiene 34 años y parece viejo de 60— me río ante las palabras de Erick.

—Si hubiera tenido hijos seguro tendrían su maldita bipolaridad.

—Por suerte no los tuvo— finje escalofríos.

Salimos de la casa de Kev y subimos a mi nuevo auto. Mi bebé hermoso. Mi Ferrari negro como la mismísima noche. Ya tiene 4 meses y lo amo desde el primer día.

—¿Ya recalqué que es mi auto favorito?

—Si... Ya me lo has dicho.

—Entonces lo voy a repetir. Sobretodo por la conductora sexy que lo maneja.

—Deja de flirtear conmigo Stelle.

—Tú lo provocas Lizz. Me hiciste caso al ponerte un vestido suelto. Estás de acuerdo en la que dije entonces. Muy astuta— acaricia mi muslo tensando mi pierna.

—Solo me puse lo primero que ví.

—Mentirosa. Nunca me vas a poder mentir a mi— sonríe. Me da su teléfono con la ubicación del lugar.

—Ya lo sé...— le devuelvo la sonrisa.

Sigo conduciendo unos quince minutos hasta que vemos el restaurant que a simple vista está cerrado por las cortinas tapando el establecimiento y su puerta tiene el letrero de cerrado. Dejo mi auto en el estacionamiento y nos encaminamos tomados de la mano.

—En serio es bonito el lugar.

—Te mereces esto y más... Mucho más...

—Tú eres más...— beso su mejilla.

Un hombre mayor nos recibe haciéndonos caminar a una de las mesas alejadas y más privadas del establecimiento.

—Gracias tío— ya está preparada con velas, vino, rosas, platos, cubiertos y vasos.

—Me saludas a tus papás después— chocan puños y él se va.

Me siento agarrando la carta. Un muchacho casi de nuestra edad, un poco más, se nos acerca.

—¿Qué se le ofrece esta noche?

—La especialidad de la casa— le guiño un ojo al chico. Parece nuevo por como su mano tiembla al servirme el vino. Se le cae un poco en el mantel.

—Di-disculpe.

—No hay problema— sonrío.

—Que inútil eres. ¿No hay otra persona?— la protesta de Erick me hace palidecer de la vergüenza.

—Cierra la boca E-Erick. Lo siento... Tommy— veo su nombre en su ropa.

—Descuide. Es mi tercer día aquí.

—Tranquilo. Ya aprenderás. Solo es fuerza de voluntad.

—Gracias señorita...

—Elizabeth. Un gusto.

—Tambien el mío.

Mi acompañante rodea los ojos.

—Sisi, supongamos que el mío también. ¿Ya te puedes ir y dejarnos solos?

—Si. Lo siento. La cena estará lista en veinte minutos— se va corriendo.

—Erick...

—¿Qué? Quiero privacidad y ese pelele no se iba más.

—No tienes que ser agresivo. Es nuevo.

—No me interesa. Casi mancha tu vestido y dejó el mantel sucio. ¡Le guiñaste un ojo!— suelto una carcajada.

—¿Estás celoso?

—Claro que si.

—Awww... Erick Stelle está celoso. Hay que grabar esto— agarra mis mejillas y planta un beso en mi boca.

—Tú eres solo mía Lizzie. Solo mía. Soy un maldito celoso, si, porque me perteneces y yo te pertenezco. Y siempre será así.

—Siempre— lo beso completamente enamorada.

Agarra mi cintura y me acerca a su cuerpo.

—Te dije que te pongas algo suelto y por algo fue. Buena nena— la piel se me tensa cuando siento sus dedos fríos pasando por mis muslos. Se detiene a jugar con el encaje de mi ropa interior provocando suspiros de mi parte.

—Van a traer la cena... Ah...— muerdo mis labios para no jadear.

—¿Y? Ambos estamos disfrutando hacer esto.

—Erick...— digo en su oído.

—Me encanta que gimas mi nombre.

—Te amo...

—Te necesito Lizz...— muerdo su cuello al mismo tiempo que él mete sus dedos en mi intimidad —joder. Estás toda mojadita. ¿Te das cuenta de la facilidad de mis dedos cómo entran y salen de tí?

—Si...— toco el bulto de su pantalón —¿Y tú te das cuenta de que estás a nada de estallar sino te la toco o la chupo?

—Mierda, si— mis caderas se mueven por instinto adelante y atrás porque necesito más de él.

—Estoy desesperado. Deberíamos salir de aquí y te juro que voy a cogerte en el auto te guste o no.

—Me gusta... Mucho.

—Yo sé que si.

—Uhm...— me tapo la boca. Es demasiado. El sudor baja por mi cuello donde lo siento a Erick chupar, lamer la piel salada y aunque se oye asqueroso para mí es súper excitante. Y supongo que para él también.

—No te vengas...— lo quedo mirando confundida.

—¿Qué?

No lo hagas y ni pienses ir al baño a tocarte porque me daré cuenta Lizz— escucho los pasos de lejos y esa es la señal de Erick para sacar sus dedos de mi, los chupa antes de limpiar mis restos con una servilleta. Saca mi mano de su pantalón incorporándose cuando los meseros llegan con la comida.

—Imbecil— musito en su oído.

—Ya verás el resultado de esto. No te enojes porque mira como me dejaste tú. Estamos iguales— me hace ver su pantalón. Está a punto de explotar.

—Espero lo disfruten— me incorporo rápidamente cruzando mis piernas. Ahora estoy súper cachonda. Joder.

—Gracias Tommy...— acomoda los dos platos en la mesa y nos sirve la bebida. Luego de terminar, se queda con las manos detrás de su espalda sin hablar. Sus mejillas se sonrojan cuando le sonrío.

—¿Puedo de-decirle algo? Sin incomodarla.

—Claro.

—Es muy bonita y me encantan sus ojos color ámbar— le sonrío aún más. No solo para darle celos a Erick, sino porque amo que digan que les gustan mis ojos. Son normales pero a la vez no. Son diferentes del resto, porque cuando se dilatan o yo estoy feliz, cambian rápidamente a un color casi dorado y es hermoso.

Erick aprieta mi muslo fuertemente sin lastimarme. Sigo sonriendo.

—Eres muy amable. Tienes una muy buena energía contagiosa. Cualquier persona estaría detrás de ti.

—Todo lo contrario. Creo que yo estoy detrás de alguien ahora— me desconcierto ver como Erick saca su mano de mi y se va en dirección al baño.

—¿Erick?

No me responde. Rodeo los ojos.

—¿Es su novio?

—No tengo idea, pero que me tiene en la palma de su mano, me tiene en la palma de su mano.

—No quise incomodarlo a él. Lo lamento.

—Es muy celoso. Y muy impulsivo e impredecible. Te salvas que se fue al baño y no saltó sobre la mesa para matarte. No me esperaba que se fuera.

—De verdad lo siento. Solo quise decirle que es muy hermosa.

—Lo sé y no está mal recibir un cumplido y más el tuyo siendo con educación. Yo hablaré con él. Es desconfiado con la vida misma y no tiene idea de lo mucho que lo amo. Lo siento yo porque tendrás que ir detrás de otras, ya que mi corazón está ocupado y tomado— pruebo la comida —esto es el maldito paraíso.

Se ríe un poco.

—Se lo diré al chef.

—Por favor. Gracias, por el cumplido y por traernos la cena.

—Me retiro— gira sobre su eje alejándose de mí.

Limpio mi boca suspirando antes de levantarme y caminar hacia el baño de hombres.

—La comida se enfría Stelle.

—Oh, no tenía idea. Quería darte privacidad con el mesero para que conversaran sobre tus bellísimos ojos. ¿Ya acabaron? Porque puedo quedarme aquí sin problema o irme para mí casa directamente— niego convirtiendo mi risa en una carcajada —¿Te parece gracioso?

—Si— agarro sus manos dejándolas en mi cintura —¿Acaso piensas que por recibir un cumplido de ese chico me voy a enamorar de él y te voy a dejar?

—No exageres— me pongo seria.

—No, tú no exageres Erick. Mi amor por ti es incomparable. No puedes ir por la vida poniéndote celoso y actuando como un inmaduro porque dicen que mis ojos son lindos o soy bonita. ¿Qué te asusta? ¿Por qué actúas así? Recurriendo a la violencia o al silencio.

—Porque no quiero perderte...— esconde su cabeza en mi cuello evitando que lo mire —eres lo único más valioso que tengo en mi vida Lizz. E imaginar que me dejes o me cambies por otro es como arrancar brutalmente una parte de mi.

Lo abrazo con un nudo atravesado en mi garganta y el corazón a mil.

—Erick...

—¿Me prometes que jamás te vas a ir? Que si nos pasa algo ¿Nunca me olvidarás? Que si nos separamos ¿Volveremos a juntarnos? Pase lo que pase— dejo un beso en su boca.

—Nunca nos vamos a separar Erick.

—Promételo. Por favor.

—Lo prometo. Yo jamás me iré. Siempre volveremos el uno al otro porque así tiene que ser— jadea un poco y me abraza nuevamente con mucha más fuerza —te amo Erick.

—Lo siento... Ya cagué mi plan de que tengas tu noche hermosa con mis celos de mierda.

—Que estés conmigo hace que todas mis noches y días sean perfectos...

—Eres la persona más linda que me dió la vida. No sé que hice para tenerme a mi lado.

—Conquistarme. Enamorarme cada día con tus defectos y virtudes sin proponertelo. Eso hizo que estemos aquí y ahora.

—Dios. Hasta con las palabras eres perfecta— sonrío sonrojada.

—Lo sé— juntamos nuestras frentes unos segundos —la comida debe estar super fría.

—Nos la llevamos y la calentamos en mi casa. Quiero irme.

—También yo.

—¿Quieres tomar un helado primero?

—Quiero ir a tu casa... Descansar. Si es que no te molesta.

—Lo que tú quieras Lizz.

—Bien. Entonces vamos...

—De acuerdo.

—Hey— lo detengo antes de que salgamos.

—¿Si?

—Nunca lo olvides.

—¿Qué cosa?

—Te amo. Y eso jamás, pero jamás va a cambiar.

El semblante de seriedad desaparece mostrando una mirada de relajación absoluta.

Le pedimos a uno de los meseros que nos pongan la comida en una bandeja para llevárnosla a casa.

Erick me deja pagar la cena a regañadientes (ya que él fue el que me invitó) y nos vamos. Mientras yo pongo las 2 bandejitas en mis piernas para que no se me caigan, dejo que él conduzca hasta casa.

Una vez que entramos recalentamos la cena y comemos tranquilos en la cocina.

—De verdad lo siento... Fue una noche de mierda.

—Basta Erick. Por favor... No empieces.

—La pasaste mal Dulce Lizzie. Con los estúpidos celos que tengo. El miedo de imaginarme que alguien más te tenga...— en su cuello resaltan las venas y su mandíbula tensa.

—Ya pasó. Lo importante es que estamos aquí. Juntos. Y estamos bien— tomo su mano sobre la isla. Me sonríe.

—¿Vemos una película?— asiento. Dejamos los platos en el lavavajillas y subimos a su cuarto para ver algo.

—¿Qué quieres ver?

—A ti— me acuesto en el medio de su cama. Él se queda parado a un costado.

—¿A mí?

—Um hum. Desnudo. Solo para mí....

—¿Necesitas calmarte allí abajo por lo del restaurante no?— gesticulo un "si" —Bien... ¿Y yo que obtengo a cambio?

—A mi. Solo para ti.

—¿También desnuda?

—Solo si tú te desnudas primero.

—Acepto— se saca la camisa a una velocidad increíble. En segundos el pantalón y los zapatos desaparecen. Y por último, la ropa interior.

»¿Así está bien?

—¿Cómo haces para estar tan bueno?

—Las personas que me crearon eran atractivas a pesar de todo. Así que algo bueno heredé.

—Que perfecto es mi chico...

—¿Tu chico?

—Mi chico. Mío.

—¿Así que ahora soy de tu propiedad?

—Ajá...

—Wao... Que exigentes estamos hoy.— se me sube arriba mío jugueteando con mi vestido —Ahora te toca a ti desnudarte para mí.

—Hazlo tú.

—¿Eh?

—Quítame todo...

—¿Todo?

—Todo...

—Joder... Que privilegio— me río —quieta.

—Erick mandón. Me gusta...

—Shhh, calladita— siento sus dedos en mi boca. Lo meto a mi boca invitándolo a más. Maldice... En alemán. Maldito jodido sexy.

»Ven— hace que me pare con él.

—Pensé que serías rudo.

—Hoy no...

—¿Hoy no?— sonrío.

—Si empezó horrible la noche, va a terminar con calma, de la forma más dulce posible. Como tú, Dulce Lizzie.

—Eres... Tan impredecible— guiña su ojo derecho y asiente dándome la razón.

Primeramente, sus manos tocan mi pelo, mi cara, tocando mis mejillas y labios, memorizando cada uno de los gestos que hago en el proceso.

Mi cuerpo tiembla cuando me saca el vestido despacio. Es una tortura que desconozco hasta ahora.

—No te pongas nerviosa. Vamos a hacerlo lento... Al principio.

Se arrodilla, me baja las bragas y me quita los zapatos.

—Abre...

—Erick...

—Tranquila...

Con sus manos separa mis muslos. Besa mi piel, deja chupones en el interior de mi muslo, muerde y yo ya estoy con la respiración como si corrí una maratón.

—Puedo escuchar tu respiración Lizz.

—Me estás enloqueciendo... ¿Por qué no solo me coges?

—Porque hoy... Será diferente. Inolvidable— dice desde abajo.

Exhala a escasos centímetros de mi intimidad haciéndome flaquear.

Se incorpora. Y me besa. Es el mismo beso lento que me dió en el curso. Lleno de sentimientos que en erizan toda. Su lengua se junta con la mía dejandome a la deriva. Muerde mi labio y me hace chocar contra la cama, donde caigo despacio con él sobre mi sin dejar los besos y las manos quietas.

Su miembro roza con mi intimidad. Lo necesito.

—Erick.

—Amo como se dilatan tus ojos Lizz. Como pronuncias mi nombre. Y como muerdes tus labios para no gemir tan alto...— y al terminar de hablar, me penetra.

—Joder...

—Que mojada estás dulce Lizzie.

Las estocadas son lentas pero fuertes. No se olvida de besarme ni de entrelazar sus manos con las mías mientras me hace...

El amor. Porque es eso lo que me está haciendo. Me hace suya tan diferente de las otras veces. Me siento más unida a él como nunca antes.

—Erick...

—No me dejes...— repite otra vez entrelazando nuestras manos y chocando nuestras frentes.

—Nunca lo haría...

Asiente besándome de nuevo y me embiste de tal forma que solo él me hace sentir tan bien.

La lentitud y paciencia nos pasa factura porque nos hago cambiar de posición, esta vez yo arriba suyo y ahí lo follo a mi manera. Rápido y desenfrenado, justo como lo hicimos la primera vez.

Me toma del trasero guiando mis movimientos y luego se sienta para chuparme los pechos. Joder, estamos al borde de acabar.

—¿Me amas?— dice mirándome con esos ojos llenos de malicia y lujuria.

—Te-te amo... Ah...— gimo yendo más rápido.

—Yo sé que si...— su mano toca mi clítoris y un suave "cariño" que susurra en mi oído hace que me venga agitada y al segundo termine él maldiciendo en alemán.

Nos abrazamos unos minutos sin decir nada. Solo siento besos en mi cuello y luego nos separamos para acostarnos.

—¿Quieres agua? Debes estar sedienta.

—Por favor...

—Ya vengo.

Me río xq se va sin ponerse nada de ropa al piso de abajo.

Huelo su almohada. Que rico perfume...

Miro al techo un rato.
Estoy tan bien así. Estoy contenta, plena y llena de vida, de felicidad.
Él me vuelve una persona distinta. Más cariñosa, más observadora y buena.

Y yo lo convertí en una persona más confiada a pesar de que sea un camino largo a recorrer. Pero vale la pena. Yo sé que si.

Todavía recuerdo como si pasó ayer nuestro primer encuentro. Casi le doy un flechazo en la cara si no se movía. Esa arrogancia sigue intacta desde que nació. Al igual que el autoestima que se tiene por ser tan perfecto.

Solo tiene mucha inseguridad conmigo y sus padres adoptivos. Tuvo varias pesadillas en donde tuve que despertarlo asustada porque gritaba y después me decía que Ivy y Cal lo abandonaban cuando era solo un niño. O tenía pesadillas en las que me contaba que yo lo dejaba y me iba con alguien más.

Tiene un trauma respecto al abandono. Un apego inseguro. No soporta estar solo. Y nunca está 100% seguro cuando sus padres y yo le decimos siempre que jamás lo vamos a abandonar o cambiar por alguien que no sea él.

Erick vuelve con el vaso.

—Gracias...— literalmente tomo toda el agua.

Apoyo mi cabeza en la almohada. Él hace lo mismo y nos quedamos cuerpo con cuerpo.

—Erick...

—Dime..

—Estaba pensando que mañana después salir de mi instituto, vayamos a mi casa...— hace una mueca.

—Lizz...

—Quiero que conozcas a mis papás Erick.

—¿Y qué les dirás? ¿Que soy tu "algo" con derechos?— levanta un poco la voz sarcásticamente.

—Erick...

—No Lizzie. No sabemos ni que somos y no puedo ir a tu casa como un amigo porque definitivamente no lo soy— mi pecho se encoge.

—¿Y por qué no somos algo más?— le suelto.

No dice nada.

»Costéstame. Por favor...

—No puedo...

—¿No puedes o no quieres Erick?

—No lo sé... Lizzie...

—Yo te amo... ¿Tú... me amas?— vuelve el silencio. Uno que definitivamente rompe mi corazón.

Mis ojos se humedecen y mis labios tiemblan un poco. Un poco... Mucho.

Pero de repente comienzan a pesarme. Y me cuesta abrir la boca.

»Me-me duele la cabeza...— digo con un fuerte dolor.

Empiezo a decir incoherencias que no entiendo ni yo misma.

Mi cuerpo pesa miles de kilos y no puedo moverme.

—Estás cansada. Duerme...

—¿Qué... Me hiciste...?

—Lo siento...

—Er...— me duermo.

***

Narra Erick.

No la merezco.

Joder, no la merezco.

Ella es perfecta.

Yo soy un desastre.

No puede arreglarme sabiendo que estoy roto.

Es imposible.

Me levanto veloz de la cama poniéndome la ropa. Abro el armario y saco mi bolso donde pongo ropa y varias pertenencias que voy a llevarme conmigo.

Meto algunas cosas que faltan... Y agarro el anillo de Lizz...

"—Es para tí. Feliz cumpleaños..."

Recuerdo como abría el envoltorio y ensanchó su sonrisa al ver el anillo que mandé a hacer exclusivamente para ella meses antes de su cumpleaños.
Era un anillo de plata el cual tenía una mariposa echa de zafiro real.

Era perfecto, como ella.

Pero yo jamás fui capaz de sentirme suficiente para merecerla porque la dulce Lizzie es inalcanzable.

Yo estoy lleno de malditos problemas. Y no quiero contaminarla. Eso no lo puedo permitir.

La ataría a una relación tan extraña y tóxica que se va a terminar enfermando.

Necesita a alguien que la proteja.
Porque yo puedo protegerla matando a cualquiera que se le cruce o ella quiera incluso. Mataría sin pensarlo dos veces por mi Lizzie.

¿Pero como podría protegerla si yo mismo soy el que le rompe el corazón?

Necesita amor sano. No uno tóxico y dañino.

Necesita que le correspondan el "yo también te amo" y no que le digan "eres hermosa".

Joder. Necesita tantas cosas que yo no puedo darle básicamente.

Me convenzo que poco a poco se va a enterar de la clase de persona que soy. Se va a cansar de mi, se va a aburrir y va a abandonarme. Se dará cuenta que no soy el chico perfecto que ella cree.

Jamás me crei capaz de tener que drogarla para que se duerma y yo poder huir sin que me viera.

Me detengo unos segundos y la miro.

—Dios... Yo sé que es lo correcto. Nunca prometí que me alejaría de ti. Pero tu sí Lizzie... Por favor, no me olvides, no me cambies...

Suena tan masoquista lo que digo porque mi idea es que consiga a su príncipe azul y yo literalmente me estoy yendo y quiero que siga atada a mi.

Termino de empacar. Mi teléfono anuncia una llamada.

—Kev.

—¿Tienes todo listo?

—Si...

—¿Te despediste?

—Algo así.

—Bien, llego en cinco.

Corto.

Si Lizz se entera que su papá me está ayudando a huir, se muere y lo mata.

Con todas mis cosas terminadas salgo de mi casa. Antes le doy un beso a Lizzie. Y cuando cierro la puerta delantera, mi tío me está esperando en su camioneta.

Pongo el bolso en mis piernas cuando subo y me siento.

—¿Por qué no dices nada? Tú querías esto— dice serio. No le gustó nada la idea, pero al fin y al cabo soy sobrino y si lo que le dije es para proteger a su hija, me va ayudar sin arrepentirse.

—Me siento una mierda...

Los ojos arden pero no lloro.

—Tiene sentido— encoge sus hombros manejando.

No digo nada. Ella merece más. Yo no soy nada. Solo la voy a contagiar de puros problemas y mierda.

Kev me deja en la terminal. No sin antes darme un abrazo.

—Te cuidas mucho por favor Erick...

—Lo haré.

—Deja de matar porque si. Enfócate en tus estudios. Recíbete y vé a una universidad buena. Yo voy a costear todo.

—Pero mis padres...

—No. Tus padres no van a saber donde estarás. Nada de llamadas, nada de mensajes, nada de nada, porque al primer indicio Ámbar te buscará por cielo y mar. Y la idea es que desaparezcas de la nada.

—Bien...

—¿No te arrepentirás no?

—No lo sé...

—No hay vuelta atrás. Y lo sabes. Si vuelves la vas destrozar y no quiero eso para mí hija.

—Okey...— siento el palpito en mis oídos.

—¿La amas...?

—No.

—Entonces vete. Porque ella sí te ama.

Salgo de la camioneta para que no me vea al borde del quiebre.

Se va y ahí me derrumbo. La sensación de vacío me inunda al instante. Saber que no estaré con Lizz nunca más me mata...

Pero tengo que pensar en ella. En su bien. En su futuro. Es tan chica aún que no tiene idea de nada.

La furgoneta estaciona. Me subo. Voy a tener que cruzar la frontera de esta forma y luego tomar un avión para que Lizzie no me rastree.

Me acuesto en el asiento y duermo un rato. Veo la hora y suspiro.

Ya se levantó.

***

Narra Ámbar.

Abro los ojos de a poco. Necesito orinar. La vejiga me está matando.

¿En qué momento me quedé dormida?

Salgo somnolienta de las sábanas directo al baño. Suspiro aliviada cuando termino. Lavo mis manos y mojo mi cara para despertarme más.

No sé porque siento mucho cansancio, más de lo normal.

La cabeza... Me duele un poco. Bebo un vaso de agua y vuelvo a mojarme la cara.

Salgo del baño buscando mi teléfono. 2:46 de la mañana. Erick se habrá ido a tomar agua. Me acuesto de nuevo esperando que llegue. No vuelve en varios minutos.

Intento dormir pero no puedo. Cada segundo me preocupa más que no aparece.

—¿Erick?— no escucho nada. Sus papás se fueron a un cumpleaños así que la casa quedó para nosotros dos.

Decido levantarme. Noto en la mesita de noche que... Mi anillo no está. Frunzo el ceño.

El armario está entreabierto. Lo abro y no hay nada. Literalmente está vacío.

¿Estoy dormida?

Me coloco una bata de dormir y bajo las escaleras.

—¿Erick?— las luces están apagadas. No hay sonido alguno.

Intento recordar cómo es que me quedé dormida.

"Lo siento..."

Siento una punzada en mi pecho. Un mal presentimiento. Que me dice...

Que no está.

Él... ¿Acaso me drogó?

La ropa, el anillo. Esa ausencia horrible...

—¡Erick!— corro hacia el patio trasero. No hay nadie. Abro las puertas de toda su casa y solo escucho el silencio absoluto.

Salgo a la calle. Solo veo mi auto en la acera.

»¡Erick!— su número va directo al contestador casa vez que intento llamarlo. Diciéndome que su dispositivo está apagado.

Lloro sin pensarlo.

Porque algo me dice que no va a volver.

Tal vez... Si no le hubiera dicho lo de mis padres, él estaría aquí.

¿Se enojó y se fue?

¿Él sería capaz de eso?

¿Cuando quiso que jamás no a separemos?

Me siento en el pórtico sollozando.

Llamo a Kev. Tampoco me atiende. Le dejo un mensaje de voz.

Tal vez... Tal vez está en el curso...

¿Pero por qué no voy? Mi cuerpo no lo permite.

Me aferro a la columna llorando.

Y así pasó. Esperé durante dos semanas en su casa que abra la puerta. Pero nunca lo hizo... Y tampoco lo hará.

Me abandonó. Me dejó. Se fue...

Así comienza mi dolor.

Así comienza mi recaída.

La depresión.

Los ataques de ansiedad y pánico.

Los pensamientos suicidas.

La razón de no vivir más.

Las drogas.

El alcohol.

Así comienza.

Perdiendo al amor de mi vida por siempre. Destruyendo mi corazón hasta hacerlo cenizas. Matándome lentamente.

Así comienza mi miedo...

***
Narra Erick.

Presente...

—Debato si vuelvo o no.

—No lo harás Erick. Lo juraste.

—La amo tío. Estoy muy jodido porque la amo demasiado y la echo de menos. Quiero verla...— trago saliva porque mi voz sale débil.

—¿Y entonces por qué lo debates si quieres volver?

—Porque sé que si vuelvo la voy a lastimar el doble de lo que le hice la última vez. Saber que le puedo causar mucho daño me duele hasta a mí...

Corto. No puedo decirle la verdad. Que estoy aquí. Me asesinaría.

Mierda. ¿Qué estaba pensando al abandonarla?

Y después volver como si nada.

Los dos me matan.

El teléfono suena nuevamente.

—Erick...

—¿Qué quieres Ethan?— suspiro harto.

—Necesito que nos veamos.

—Estoy bastante ocupado ahora.

—Es urgente...

—¿Acaso no puede ser en otro maldito momento?

—Ryan quiere que seamos una pareja de tres con Ámbar... Yo no sé que hacer. Ambos la amamos y ella sino decide por uno de los dos, estaremos juntos los 3.

La sangre me hierve.

—Luego hablamos...— corto y tiro el estúpido teléfono a la pared haciéndolo añicos.

»¡¡Carajo!! Estúpidos de mierda.

Ambos me tienen podrido y estoy a nada de cortarles la puta cabeza.

Quiero mantener la calma pero me sacan de quicio.

"Respira, son tus títeres. Son extras de los cuales te vas a deshacer"

Es verdad...

Lizzie no los ama. Está confundida. Ella es mia. Está atada a mi...

Y la voy a recuperar como sea.

------------------------------------------------------
Buenas noches gente hermosa!!!!

Cómo están?

Extrañaba tanto escribir El Miedo De Ámbar.

Narrar a estos dos de mis personajes favoritos.

Espero que le haya gustado mucho. Después de este capítulo se viene lo bueno.

Tendremos a una Ámbar totalmente diferente a la de ahora. O no tanto. Pero si.

Comenten y voten.

Lxs quiero y nos leemos luego ❤️

Continue Reading

You'll Also Like

184K 10.6K 42
Dipper y Mabel vivieron en Gravity Falls el verano más increíble de sus vidas, un tiempo lleno de magia y aventuras. Pero, como todo lo bello, aquel...
30.9K 5.1K 53
Lin An, aquejado de una severa ansiedad social y una limpieza obsesiva, rara vez se aventuraba a salir y prefería pasar los días en casa, comprando a...
573K 44.1K 77
La experiencia me enseñó que las vidas perfectas no existen, pero la mía con Laura me hacía feliz. Sin embargo, nuestra vida de ensueño se convirtió...
19.7K 2.7K 20
Papá tiene un nuevo amigo. Es muy alto y no sabe hablar español, su nombre es Max (Chequito conoce a un amigo que tiene un amigo que tiene un perro c...