Réquiem por Trujillo

mildemonios

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Han pasado muchos años desde que los muertos regresaron a la vida para alimentarse de los vivos. Algunas com... Еще

1. Ángelo: Toque de queda
2. Stefanie: Debajo de la tierra
3. Cristian: Una noche tranquila
4. Todos: Los últimos días
5. Angelo: Presentaciones
6. Stephanie: Primera vez afuera
7. Cristian: Problemas en el camino
8. Teresa: Parada en el camino
9. Daniel: La vida en el centro comercial
10. Stephanie: Primera vez frente al mar
11. Cristian: Noche en altamar
12. Negociaciones frente a Cao
14. Stephanie: Arribo a la playa
15. Cristian: Un nuevo mundo

13. Al agua patos

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mildemonios

Daniel bajó los binoculares y suspiró. Miró a sus compañeros y pensó lo que iba a decir.

"Esto es lo que vamos a hacer", dijo Daniel después de un silencio. "Tenemos que actuar pronto. Ya les hemos dicho por qué. Ellos van a activar unas sirenas que tienen instaladas alrededor de su pueblo. Eso va a dispersar un poco los apestosos que están en la playa. Pero es una medida que tiene sus ventajas y sus desventajas. Si bien va a atraer a los apestosos que están en la playa para que se vayan hacia el borde del pueblo, también va a atraer a zombis que estaban fuera hacia el pueblo. Así que espero que aprecien el sacrificio que están haciendo por nosotros. En cuanto estemos dentro y seguros, va a haber un periodo de un par de días en el que vamos a estar rodeados de una horda de la que nos vamos a tener que cuidar"

Cristian miró a la playa. Ahí estaban los zombis paseando y agradeció en silencio que no tendría que enfrentarse a ellos.

"Aquí viene el segundo problema", continuó hablando Daniel. Mientras tanto, Teresa estaba sacando cosas de su mochila y se las metía a los bolsillos de su chaleco. "Este truco funciona por poco tiempo. No tendremos más de unos minutos para poner los pies en la arena, correr a la casa que nos va a recibir, que es ésa azul que ven ahí delante"

Todos subieron la mirada. Efectivamente, una de las casas que pertenecían a la primera hilera tenía la pared pintada de azul. No tenía puerta.

"Cuando estemos cerca, dejarán caer una escalera de mano, por la que vamos a tener que subir", dijo Daniel. Teresa ahora estaba metiendo cosas a la mochila: Sus botines, sus medias, etc. "Nosotros tenemos que comenzar a nadar hacia la orilla cuanto antes. Cuando estemos por llegar a la playa, ellos activarán la sirena. En cuanto la escuchemos deberemos apresurarnos. Tenemos que mantenernos juntos. Si no, esto no va a funcionar"

Steph abrazó a su hija fuertemente.

"Así que no podemos llevar nada de más. Dejaremos todo lo demás aquí, flotando en este bote. Sujeto y amarrado, por si hay una tormenta. El bote se va a quedar anclado. Lo vendremos a recoger todo en cuanto podamos, en un par de días, quizás. Lleven solamente armas. Nada de recuerdos, Steph. Deja todo lo que tengas de valor sentimental aquí. Luego lo recogeremos. Y tú, Cristian. Deja aquí todos tus aparatos. Mételo en bolsas y sujétalo bien. No lleves absolutamente nada que no nos sirva para avanzar esos metros que hay del mar a esa casa azul"

Cristian asintió. Entendía la necesidad de dejar todo atrás. No le gustaba la idea, pero la entendía.

"Hay una cosa más. Teresa y yo estamos entrenados. Podríamos sobrevivir en el medio de esa horda sin problema. Leandro sabe defenderse. Lo hemos visto peleando con apestosos. Él no nos preocupa. Ustedes tres son el problema. No están en forma, no tienen entrenamiento, no saben usar armas. Así que ustedes tres son el principal riesgo"

Steph abrazó con más fuerza a su hija. Cristian no sabía cómo reaccionar.

"Así que esto es lo que vamos a hacer. Leandro, tú vas a ir primero. Tú vas a avanzar por delante de nosotros hacia la casa y esperamos que subas la escalera. No esperes por nosotros, ¿me entiendes? En cuanto llegues a la escalera, arroja lo que tengas en la mano y la subes. Olvídate de las armas que tengas en ese momento contigo. Las dejas caer y subes. Olvídate de nosotros. Necesitamos que te salves y que no seas un obstáculo para nosotros"

Leandro asintió. Después sacó de debajo de uno de los asientos, un arma de madera. Cristian la miró y no entendió cómo eso le serviría, pero decidió no pensar en ello. Daniel había dicho que Leandro sabía lo que hacía.

"Teresa y yo tenemos que abrir el camino en cuanto los apestosos comiencen a regresar. Eso quiere decir que nosotros no vamos a poder cargar a nadie. ¿Entienden eso? Ustedes dos, Cristian y Steph, van a tener que encargarse de la niña. Ustedes la tienen que hacer llegar a la orilla y luego llevarla, cargándola si es que hace falta, hasta la casa azul. Escucha bien, Cristian. Teresa y yo no vamos a poder hacerlo, así que es tu responsabilidad. Steph no ha comido bien por meses y está cansada. No va a ser de mucha ayuda. Pero tú. Tú has tenido una buena vida en las Siete Torres. No estás en buena condición física, pero por lo menos no estás débil. ¿Entiendes?"

Cristian asintió. Entendía lo que Daniel le estaba comunicando. La vida de Naomi iba a estar en sus manos por unos minutos. Tendría que hacer lo imposible por ella.

Steph lo miró fijamente.

"¿Has escuchado lo que te ha dicho?", le preguntó ella. "Mi hija va a depender de ti. No siento que estés entendiendo la gravedad del asunto"

Cristian respiró profundo una vez.

"Disculpa, Stephanie querida esposa, pero creo que has querido decir que la vida de nuestra hija estará en mis manos", Cristian le sonrió. A ella no le pareció gracioso.

"Nada de armas de fuego", dijo Teresa desde la proa. "No queremos hacer más ruido y atraer más apestosos"

"¿Algo más?", preguntó Steph abrazada de Naomi.

"Apúrense en prepararse. Tenemos poco tiempo", respondió Teresa. Daniel se arrodilló frente a Naomi.

"Niña, ¿entiendes lo que va a pasar?", preguntó. Ella negó con la cabeza. Daniel suspiró, miró a Steph, luego a Teresa y después a la niña otra vez. "No podemos quedarnos en este bote por más tiempo. Tenemos que bajar. Tenemos que llegar a esa casa azul que está allá. Para eso, vamos a tener que nadar hasta la orilla y correr a la escalera que nos van a poner para subir a su techo. Pero tenemos que hacerlo muy rápido. Lo más rápido que puedas. ¿Está bien? ¿Podrás hacer eso para nosotros?"

"Leandro, ¿tienes algo que podamos usar como flotador?", preguntó Teresa.

El pescador se paró con pesadez. En el medio del bote y con ambas manos sujetó la tabla que estaba clavada a modo de banca, en la que habían venido sentados Steph y Naomi. Después de jalar con fuerza, ésta cedió y se soltó.

"Esto flota", dijo. Luego hizo lo mismo con otras dos tablas. Puso las tres a un lado del bote, una encima de la otra. "Eso es todo lo que puedo ofrecer. No voy a arrancar nada más"

"Gracias, Leandro. Es más que suficiente", Daniel le puso una mano en el hombro. "Cuando lleguen a la orilla, dejen tiradas las tablas. Ya luego le conseguiremos a Leandro un reemplazo. No se preocupen por eso"

"Saltamos al agua en cinco minutos", anunció Teresa.

Leandro dejó amarrado en la proa en un bolso de tela con todas sus cosas. Apenas quedó vestido con un pantalón que le llegaba a las rodillas. En la mano solamente llevaba su arma de madera. Cristian se había sacado todo de encima y tenía frío. Tenía puesto su pantalón, su polo y un pequeño maletín que se había colgado de un hombro y cuya correa iba cruzada. Ahí había puesto uno de los aparatos dentro de una bolsa plástica. Por lo menos uno pequeño llevaría consigo, por si acaso. De esa correa colgó también el cuchillo largo y delgado que había traído consigo. Todo lo demás lo dejó dentro de su mochila amarrada al piso del bote. Los aparatos tecnológicos se quedaron dentro de bolsas de plástico para que no se mojaran.

Steph, por su parte, lo dejó todo. Se quedó con un pantalón corto y una blusa que se remangó. Dejó todo lo demás en su mochila y la sujetó, al igual que la de su hija. A Naomi la dejó en falda y en un polo que le quedaba pequeño. La abrazó una vez más y luego tomó el cuchillo de caza que había cargado desde las Siete Torres.

"No puede ir así", le dijo Teresa señalando a la niña.

"¿A qué te refieres?", le preguntó. Teresa se estiró y tomó la falda de Naomi y la jaló de un lado a otro.

"Los apestosos se sujetan de esta clase de prendas que quedan sueltas. Ir en falda es un riesgo"

"Pero... No tenemos otra cosa...", comenzó a explicar Steph buscando el maletín que había traído con un par de prendas de la niña. Teresa no espero más. Jaló fuertemente de la falda y la rompió, dejando a Naomi en ropa interior.

"Cuando lleguemos a Cao le darán ropa", ofreció Teresa y luego se volteó hacia la orilla. "Ha llegado el momento, muchachos. Leandro, tú vas adelante. Apresúrate en llegar a la casa y en subir. Recuerda: No nos esperes"

Leandro asintió y sonrió.

"No planeaba hacerlo"

"Daniel irá después. Y detrás de él irán Cristian, Steph y Naomi. Estén lo más pegados los tres como puedan. Protéganse entre ustedes lo mejor que puedan. Pero por encima de eso, avancen a la casa azul. Escuchen a lo que les indicamos Daniel y yo. ¿Estamos listos?"

Cristian sintió un vacío dentro. De pronto le faltó el aire. Miró a la orilla, a la turba de muertos vivientes mirando en todas direcciones. Luego a la casa que estaba detrás. ¿Es que acaso tenían opción? Más le parecía como que estaban dirigiéndose a una muerte segura. De pronto, sintió la mano de Daniel en su hombro.

"No pienses en la inmensidad de la tarea", le dijo. "Enfócate en la siguiente acción. En lo siguiente que tienes que hacer y haz eso bien. Si piensas en todo el panorama al mismo tiempo, por supuesto que te vas a abrumar. No hagas eso. Concéntrate en lo siguiente que tienes que hacer. Por el momento eso es tirarte al agua, sujetarte de esa tabla y llegar a la orilla. Eso es todo lo que debes pensar por el momento. ¿Crees que puedas hacer esa simple tarea?"

"Sí, pero después..."

"No pienses en eso. De eso te concentrarás después. Por ahora, concéntrate en la tabla y en llegar a la orilla", Daniel se volteó hacia Naomi. "Tú necesitas sujetarte a la tabla y a él. Tú dependes de él ahora"

"Y ahora, al agua. En orden. Tú primero, Leandro", le ordenó Teresa. Éste obedeció tirándose al agua de un salto. Le salpicó agua a todos. La niña incluso se rio.

Después saltaron al agua Cristian, Naomi, Steph y Daniel. Al final Teresa miró por los binoculares una última vez. Ahí a lo lejos vio las luces que le confirmaba el plan. Recién entonces colocó los binoculares dentro de la mochila, la cerró y saltó detrás de los demás.

Leandro no se apoyó en ningún tronco. Nadó recio de espaldas con brazadas largas y precisas. Parecía concentrado. A Cristian le pareció incluso que estaba disfrutando el desafío.

"¿Por qué se han aglomerado en la playa?", preguntó Cristian, sujeto a una de las tablas. A ésta también estaban sujetos Daniel y Naomi. Los tres pataleaban con ritmo.

"El ruido del mar los atrae. A veces un pequeño grupo se acerca a la playa por eso y gruñen y hacen ruido y eso a su vez atrae a más apestosos", respondió Daniel. "Pero no te preocupes. En cuanto estemos más cerca, encenderán sus bocinas"

Patalearon un poco más antes de que Cristian tuviera su siguiente duda.

"¿No tienen soldados o guardias que nos puedan ayudar?"

"Ésta es gente bien tradicional, Cristian", respondió Daniel. "Por naturaleza no son violentos. Son pescadores y agricultores y ganaderos. Han tenido que evolucionar debido a los apestosos, pero no son violentos. Por eso tienen esas bocinas instaladas. Por eso los evitan dentro de sus cuadras. Fue una suerte que desde antes sus casas tuvieran paredes gruesas y sus puertas fuesen macizas. Ahora viven tranquilos y las demás colonias cercanas los dejan en paz. Pero eso no va a durar mucho. Son buenas personas y necesitan toda la ayuda que puedan conseguir. Así que más te vale poner tus talentos a su servicio"

Siguieron pataleando unos minutos. Si seguían a ese ritmo, llegarían a la parte de las olas dentro de poco. Y después de eso, los muertos vivientes.

"Si es que sobrevives los próximos minutos", añadió Daniel. Naomi se rio.

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