Miénteme

By Ineskyblue

4.1K 804 993

Una identidad falsa, algunos secretos y muchas mentiras. Aitana llegó a la casa de los Ferraresi simplemente... More

Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18

Capítulo 8

179 40 60
By Ineskyblue

"Una buena chica conoce sus límites, una mujer inteligente sabe que no tiene ninguno."

Marylin Monroe

***

Acepté que me llevara en su motocicleta, aún tenía sueño, me dolían un poco las piernas, y andar esperando un Uber se me hizo tonto. Además, que Alek piense que yo podría doblegar mi orgullo por él, me pareció perfecto.

Si tenía que inventarme una historia de amor para llegar a él, entonces eso era exactamente lo que iba a hacer.

Me bajé al instante que se detuvo, iba a alejarme para entrar, pero él me lo impidió tomando mi mano con delicadeza.

Su toque se sintió muy suave, como si se estuviera esforzando por ser tierno.

—¿Qué? —Le quité mi mano de la suya y crucé los brazos.

—Mi padre siempre está pendiente de lo que pasa en la casa, tiene ojos en todas partes, lo sabe todo. Necesitas fingir incluso cuando crees que nadie te ve, porque si te descubre, Mirko tendrá problemas grandes.

—¿Hay cámaras? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

Los observé por esas cámaras un tiempo, hay en los espacios comunes pero no en las habitaciones, así que no sirvió de mucho, todo lo que vi allí era frivolidad y rutina.

—En algunos sitios, pero además todas las personas que trabajan en la casa, lo hacen para él. Si ven o escuchan algo, es exactamente lo mismo que si lo viera o lo escuchara él.

—¿Por qué tanto control? —cuestioné, curiosa por la naturalidad con la que lo dijo.

—Asesinaron a uno de sus hijos dentro de su propia casa, la paranoia se queda para siempre… —murmuró, no me quedó claro si me daba una excusa o intentaba justificarlo.

—¿Quién lo hizo? —pregunté directamente, consciente de que iba a mencionar a mi hermano, pero muy atenta a lo que su lenguaje corporal pudiera decirme.

—Uno de sus amigos, está en la cárcel ahora, no tienes que preocuparte.

—Pero, ¿por qué? ¿Qué pasó?

—No sabemos, pero él asumió la culpa así que… ¿por qué hablamos de esto? Ya vete a dormir.

¿Él asumió la culpa? ¿En qué puto momento? Eso definitivamente no estaba en su declaración. De hecho, él se negó a declarar y jamás quiso decirme por qué, solo me juró que no lo hizo y yo le creí.

—No sé, tú trajiste el tema —me encogí de hombros con desinterés—. Hasta mañana, Alek, trata de desayunar algo dulce así se suaviza tu cara de culo.

—¿Se suaviza? —arrugó la nariz sin comprender.

—Si vas a tener cara de culo, al menos que sea un culo bonito como el mío.

Sus ojos bajaron como por una milésima de segundo, obvio iban a hacerlo porque lo estaba condicionando, y eso pareció molestarle por algún motivo.

—Ajá, claro —murmuró con ironía—. Descansa, culo bonito.

De verdad quería dormir, entre la visita de Jean y la llegada de Mirko tal vez había alcanzado a dormir dos o tres horas en total, y ya eran las cinco de la mañana.

Por primera vez desde que el plan había comenzado, sentí que extrañaba mi fría y desordenada casa. La sensación de hogar, las visitas esporádicas de Gael cada vez que algo iba mal y necesitaba distracción, la libertad de ser yo misma, la imperiosa necesidad de meterme en problemas ridículos solo por diversión… Extrañaba mi vida de antes, pero no podía concebirla sin Joel.

Lo iba a lograr, iba a sacarlo de la cárcel y entonces todo iba a volver a ser como antes. El caos de nuestra vida libre, sin reglas, con problemas tan simples que eran divertidos… Tenía que recuperar eso, era la única vida que conocía, mi hermano era mi único hogar.

Iba completamente sumergida en mis pensamientos cuando una mano me tomó por la muñeca y me metió dentro del baño del pasillo con un movimiento rápido.

Segundos después tenía el rostro de Jean a centímetros del mío, a punto de robarme un beso que no le permití obtener.

Lo empujé lejos de mí, mostrándome molesta.

—Me dijiste que no se lo dirías, y ahora está enojado conmigo.

—Lo siento —susurró volviendo a acercarse—, me quedé dormido y él llegó, no me quedó otra que fingir que lo hice porque era lo que él quería.

—¿Cómo que era lo que él quería? —cuestioné, fingiendo indignación.

—Mi trabajo en esto es que tú no hables, en un principio me pidió que te enamore un poco, pero luego las cosas fueron escalando y… te juro que no lo hice por eso, lo hice porque me gustas.

—Como sea, ya no pasará. —Me aparté de nuevo— De verdad necesito estar aquí, y si tú vas de chismoso otra vez me va a despedir.

—No lo haré, no quería que lo supiera en primer lugar…

—Pero lo sabe, así que mejor mantener la distancia —me mostré firme, aunque sabía perfectamente a dónde nos iba a llevar todo esto.

—¿Qué tengo que hacer para que confíes en mí? —insistió, al parecer no estaba dispuesto a dejarme ir tan fácilmente.

Bastante fácil resultó, aunque reconozco que el sexo fue muy bueno y hubo mucha química entre los dos, la verdad en otras circunstancias me hubiera importado una mierda lo que pasara con él luego de terminar.

—Tu teléfono —pedí, enseñándole la palma de mi mano para que lo pusiera allí.

Una actitud extremadamente tóxica a la que él estaba más que acostumbrado, porque no lo dudó ni un segundo: buscó el teléfono en su bolsillo, lo desbloqueó con su huella y lo puso en mi mano.

Entré directamente a su conversación con Mirko, la última era de tan solo unos minutos antes y se estaba disculpando por empujarlo a esa situación. Jean se mostraba bastante reacio a perdonarlo, y le decía que había sido muy difícil lograr que yo accediera a eso.

Finalmente acordaron terminar con todo, Jean le aseguró que no volvería a pasar, y Mirko volvió a disculparse por dejarse llevar por el miedo de que yo dijera la verdad.

Se prometieron cuidarse mutuamente y ponerse como prioridad ante todo.

—Ya veo cuánto valen tus promesas —ironicé, volviendo a poner el teléfono en su mano.

—Que yo me sienta increíblemente atraído por ti, no significa que él no sea mi prioridad.

—Le prometiste que no volvería a pasar.

—No, solo se lo aseguré, no se lo prometí.

—El cambio en el discurso no vuelve válida tu falta de lealtad. Si eres capaz de traicionar a alguien que amas, ¿Por qué no lo harías conmigo, que solo te atraigo?

—Porque tú tienes nuestro secreto —susurró, demasiado cerca de mis labios—. Estamos en tus manos, si yo te traicionara… tienes la perfecta forma de vengarte.

—Necesito más garantías.

—¿Qué quieres? —aceptó, con un breve asentimiento.

Me acerqué a él cambiando un poco mi actitud, eliminé las barreras físicas, bajando la guardia para que nuestras bocas se rocen. Saqué mi lengua apenas y la pasé suavemente por sus labios, él los entreabrió ligeramente, apenas respirando.

—Dime un secreto —me acerqué a su oído para susurrar—, dime algo tan grande que si él lo supiera, terminaría contigo.

Bajé mi mano lentamente para tocarlo sobre sus pantalones, estaba duro, otra vez. Pasé la lengua por el lóbulo de su oreja y él respiró un poco fuerte.

—Una vez… —dijo con un poco de dificultad— Dormí con su hermano una vez.

—¿Alek? —cuestioné, intentando ocultar mi sorpresa para no cortar el clima sexual.

—No, Vlad.

—¿No estabas fuera del país cuando murió?

—Sí, pero fue antes… nos conocemos hace mucho… tiempo —Su respiración entrecortada se debía a la forma en la que lo estaba tocando sobre el pantalón, esto estaba funcionando mejor de lo que había pensado.

—¿Qué crees que hará Mirko si se entera?

—Hay límites… en nuestros errores —dejé que nuestros labios se toquen por algunos segundos y me aparté para que siga hablando—. Sus hermanos están fuera de esos límites, jamás me lo perdonaría, sería el fin de nuestra relación.

—Entonces —susurré, por fin metiendo la mano dentro del pantalón para tomar su erección—. Yo te tengo en mis manos, y tú me tienes en las tuyas… solo queda disfrutar del peligro.

—Por favor…

Quité mi mano y le di una sonrisa.

—Pero mañana —Me alejé, dejándolo un poco confundido—, ahora estoy cansada.

—¿Me vas a dejar así? —se quejó, con un leve puchero.

Ya había tenido lo mío por esa noche y no me apetecía más, no sé si él tenía la ilusión de que podía llegar a arrodillarme frente a él, pero eso no iba a pasar.

De rodillas jamás, frente a ningún hombre, prefería ponerlos de rodillas a ellos.

Había excepciones, claro, de quienes se habían arrodillado primero frente a mí, y de quienes habían conseguido la confianza suficiente como para verme vulnerable.

Un nombre solo en esa lista, y no planeaba extenderla.

—Hasta mañana —sonreí, le di un beso en la mejilla y abandoné el baño.

***

Al regresar a la habitación, Mirko estaba ocupando la cama con Mar. Ella ya estaba acostada, medio dormida y cubierta por las mantas, y él estaba sentado esperando por mí.

—¿Se siente mejor? —pregunté en tono amistoso.

—No, no deja de hablar sobre estupideces. 

—Oye… yo…

—Sí, ya lo sé, él me lo dijo —se anticipó, para no arriesgarse a que Mar pudiera recordar algo luego.

—Lo siento —murmuré con apenas un hilo de voz, haciendo que las lágrimas lleguen a mis ojos—. Yo no soy así, te lo juro, no sé qué pasó conmigo.

—La única razón por la que no te mando a la mierda, es porque te necesito.

—Yo… no… —solté el aire de manera abrupta y me senté a su lado— No sé cómo terminé diciendo que sí, soy una idiota.

—Sí, lo eres —asintió, y mi ego estaba luchando por no responderle.

Odiaba demasiado tener que rebajarme y fingir que no sabía que él estaba buscando exactamente esto. Ahora la que estaba en deuda con él era yo, y eso le daba una ventaja. Realmente no dudaba que lo hubiera hecho a propósito y exactamente con ese objetivo: superioridad moral.

—Realmente lo siento… —repetí mientras limpiaba mis ojos con el dorso de mis manos.

En realidad, la frase estaba incompleta, la mejor forma de decirlo sería:

"Realmente lo siento, pero pienso seguir cogiéndome a tu novio"

—Ajá, ahora cuida un rato de ella que necesito bañarme —me indicó, señalando a una muy inquieta Mar.

Se metió al baño sin dejarme responder, dejo en claro que iba a tener que esforzarme por recuperar su confianza, si es que en algún momento la había tenido.

Aparté el cabello del rostro de Mar, y ella se acomodó contra mí, usando mis piernas como almohada.

—¿Qué le hiciste? —murmuró, dejando claro que había escuchado todo.

Acaricié su rostro por un lado y hablé con voz calma.

—Solo tuvimos una pelea, pero se arreglará.

—Él está feliz desde que está contigo, no lo lastimes —pidió con un tierno puchero.

—No lo haré, ahora cierra los ojos y descansa.

—No puedo —Se afirmó aún más fuerte a mis piernas—. Si cierro los ojos, lo veo todo otra vez.

—¿Qué ves?

—Sus manos, llenas de la sangre de mi hermano…

—¿Las manos de quién? —Mi pulso se aceleró un poco, estaba esforzándome mucho por mantener la calma.

—No puedo decirlo —lloriqueó—, él me dijo que si mantenía la boca cerrada todo estaría bien… quiero que las cosas estén bien, necesito que estén bien.

—Puedes confiar en mí, no se lo diré a nadie.

—Yo tampoco —susurró, de una forma que apenas pude entender—. No es justo igual, yo lo amaba… aún lo amo… pero le dije muchas mentiras.

—¿A quién? —insistí.

—A él… —Sonrió levemente, aún sin darme un puto nombre— Él es el amor de mi vida, pero si supiera que yo tenía dieciséis… jamás me iba a perdonar, ya no iba a verme igual.

—¿Él era mayor que tú?

—Sí, aún más de lo que él creía.

—¿Dónde está ahora?

—Ya no está. Lo extraño… nadie es suficiente sin él.

—¿Murió?

—Básicamente —asintió, aunque se me hizo una respuesta extraña.

—¿La persona que mató a tu hermano está muerta? —intenté ordenar la historia, pero estaba siendo muy difícil conectar todas las cosas que ella estaba diciendo.

—No, pero ojalá lo estuviera, ojalá ya no tuviera que ver sus ojos fríos nunca más.

—¿Quién fue? —intenté una vez más— ¿Las manos de quién tenían su sangre?

—Ya se las lavó, con jabón, no pasa nada…

Definitivamente estaba desvariando, pero al mismo tiempo estaba segura de que todo lo que había dicho tenía su cuota de verdad. Sin embargo, no pude hacer preguntas porque Mirko salió del baño

—Háganse para allá —indicó poniéndose al otro lado de Mar, para luego dirigirse a mí—. Te diría que vayas a dormir a su habitación, pero no le gusta que le toquen las cosas así que tendrás que conformarte con esto.

No soy fan de la cercanía para dormir, así que asumí que descansar no iba a ser una posibilidad hasta que ellos se levantaran. De todos modos, lo intenté.

***

Algunos días pasaron, los aproveché para organizar la información que tenía y poner en marcha un pequeño plan para traer un poco de caos a la rutina de la casa.

Entonces, de un momento a otro tenía en marcha una novelita de amor prohibido con Jean, y otra de "te odio porque me gustas" con Alek. Había manejado muchas posibilidades antes de llegar a la casa, andar enamorando tanta gente no estaba en mis planes, pero así fue como sucedió y me encontraba cómoda en ese ambiente.

Ahora me faltaba conectar con Mirko, que además de estar enojado conmigo, no iba a querer una novelita de amor por obvias razones. Necesitaba que volviéramos a estar cómodos uno con el otro, y era lo único en lo que estaba pensando cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe.

Mirko entró muy rápido, arrojó una camiseta llena de su propia sangre al suelo con furia y de inmediato su nariz volvió a sangrar. Su rostro se veía golpeado, con varios cortes e hinchazones, mucha sangre, en su ropa, sus manos y su cuerpo.

—¿Qué pasó? —alcancé a preguntar justo cuando Jean entró.

Ambos lo seguimos al baño, unos pasos por detrás de él.

—Dime quién fue —exigió Jean, notoriamente preocupado.

Mirko estaba demasiado enojado, limpiaba la sangre de su cuerpo con violencia, igual que a las lágrimas de frustración que se formaban en sus ojos y no llegaban a caer.

—Déjame en paz —gruñó mientras abría el grifo para lavar sus manos.

Busqué entre sus cosas un botiquín de primeros auxilios, algo me decía que a pesar de que las heridas no se veían superficiales, no iba a querer ir al hospital.

—Mi amor, sé que estás molesto, pero…

—¿Pero? —lo interrumpió volteando hacia él— Eran cuatro, y yo solo uno.

—¿Quienes? —insistí, tomando sus manos para que se quede quieto— ¿Qué fue lo que pasó?

Él me quitó sus manos bruscamente y volvió a limpiar la sangre de su nariz.

—Me gustan los hombres, eso pasa, eso es suficiente para que cuatro imbéciles quieran golpearme así mientras me dicen de veinte formas distintas lo maricón que soy y el asco que les doy.

Jean resopló con frustración, recostándose en la pared y llevando su cabeza hacia atrás.

—¿Qué quieres que les hagamos? —respondí impulsivamente, la situación me causó muchísima impotencia, y aunque no debería importarme, sin dudas Zoe quería hacer su aparición en la escena.

—No los voy a denunciar, Aitana, no tendría sentido —se quejó, escupiendo más sangre dentro del lavamanos—. Es el hijo del director de la universidad, no le va a pasar nada y yo voy a tener más problemas si el rumor se esparce.

—Me voy a encargar yo —aseguró Jean, con la ira brillando en sus ojos.

—Tú cállate —negó Mirko—, porque esta es exactamente la vida que nos espera si seguimos el camino que tú quieres.

—Nosotros no tenemos que vivir ocultos porque existan idiotas a los que les incomoda nuestra libertad.

—¡No va a pasar! —exclamó con frustración— Todo el tiempo estás allí, esperando que un día quiera decirle al mundo que te amo, pero no va a pasar, nunca.

—No me parece justo —susurró Jean, bajando la mirada.

—Con que tú y yo lo sepamos debería ser suficiente —rebatió con vehemencia— ¿Cuál es el puto punto? ¿Que nos vuelvan mierda en cada sitio que pisemos? 

—No es momento de hablar de esto —desafió Jean, con la respiración entrecortada— Estás enojado, pero esto no es mi culpa.

De algún modo sentía que no tenía que estar presenciando esa conversación, solo necesitaba saber quiénes eran los responsables y hasta el momento solo podía averiguar sobre uno.

—¿Cómo lo supieron? —pregunté mientras remojaba un algodón en alcohol para limpiar su ceja.

—No importa… —dijo en voz baja y muy rápido.

—Eres un imbécil —lo acusó Jean de inmediato, captando el motivo de su silencio—, te descubrieron en algo con otro, ¿Y quieres que me sienta responsable?

—Ninguno de los dos tiene la culpa —me decidí a intervenir—, y me parece estúpido que peleen entre ustedes en un momento como este.

—Yo no quiero pelear, quiero que…

Jean intentó justificarse, pero lo interrumpí:

—Mejor vete, déjame que lo ayude a curarse, y cuando estén más tranquilos podrán hablar.

Siempre tuve la sensación de que ellos eran una pareja con demasiada energía masculina, les faltaba equilibrio, todo el tiempo estaban compitiendo por quién tenía el control y lo frágil de sus egos no ayudaba en nada.

Jean le lanzó una mirada a Mirko, esperando que le pida que se quede, pero obviamente eso no ocurrió, así que se fue sin más.

Tomé una toalla y la humedecí para ayudarlo a limpiar la sangre de su torso desnudo. Él se dejó ayudar, su pecho subía y bajaba con la respiración entrecortada, podía sentir la ira correr por sus venas, él quería desquitarse y yo lo sabía.

—Conozco a algunas personas —le conté con voz calma, mientras tomaba su mano para limpiar los nudillos heridos también—. Tú me dices quiénes son, yo me encargo de que algo malo les pase, y tú y yo no volvemos a hablar sobre esto.

Pensé que le daría vueltas al asunto, pero no, de inmediato soltó los nombres sin dubitaciones y no parecía para nada sorprendido de que le muestre mi otra cara.

—Aaron Villalba, Esteban Britos, Germán Iriarte y Víctor Martínez, todos están en mi universidad, en la carrera de Economía.

—Okay, tú solo olvídate de esto, ¿Sí? —murmuré tiernamente, limpiando la herida de su ceja una vez más antes de ponerle una tirita.

—Necesito que… tú…

—Que vaya allí, y sea tu novia frente a todos, ¿verdad? —completé por él en cuanto dejó el espacio.

—Sí —asumió, sonando muy abatido— ¿Terminaste la secundaria?

Solté una risa por su pregunta, estudiar nunca fue lo mío pero a duras penas había alcanzado a aprobar el último año, así que asentí.

—Te inscribiré en algo, aunque sea un curso corto.

—Está bien —acaricié el lado de su rostro en cuanto terminé de limpiarlo—. Leeré el programa y… algo encontraré que me guste.

La situación no era justa desde ningún punto de vista, Jean tenía toda la razón, ir con miedo de ser quien eres por la vida no tenía ningún sentido, pero a pesar de eso yo no podía permitirme olvidar por qué estaba en esa casa.

Joel iba primero, y ser aún más necesaria para él eran buenas noticias. De algún modo sentía que ocupándome de que los idiotas reciban su merecido iba a reparar un poco el daño emocional que estaba causando alentando su represión.

—Gracias —susurró, con una leve sonrisa que no llegó a sus ojos—. Pero ya no puedes dormir con mi novio.

—Te prometí que ya no lo haría —acepté por lo bajo—. Fue algo impulsivo, yo no soy así, me dejé… manipular.

—¿Tú? —Soltó una risita— Tú eres de las que mueven los hilos, solo te manipulan si quieres que lo hagan.

—Jean es muy persuasivo…

—Lo sé, y es hermoso, solo te mira y sientes la urgencia de decir que sí a todo. Pero es mío, y la próxima vez que pase algo como esto tú te irás y ya no volverás.

—Te hice una promesa y la voy a cumplir —afirmé, mostrándome lo más segura posible.

—Eso espero.

__________

Hola Pollitos 🌻

Solo quería decir que amo mucho a Zoe, tiene todo My love ;)

Los invito cordialmente a seguirme en Instagram, en estos días les voy a dar una noticia increíblemente increíble ❤️ (@ineskyblue)

Los quiero mucho

Continue Reading

You'll Also Like

357K 57K 28
Seokjin y Jungkook están a cargo de un caso de asesinato. El multimillonario Kim SonJoon ha sido asesinado y todos su herederos son sospechosos. -Él...
175K 12K 56
Él es esclavo de las más sanguinarias y pervertidas fantasías de un psicópata, estando allí entre abusos y maltratos inhumanos, descubrirá el límite...
18.1K 954 19
El tiempo pasa rápido cuando no esperas nada de nadie. "Mi padre me rompió el corazón, es por eso que me enamoro de todos los chicos que me demuestr...
82.9K 8.9K 83
Vanesa Ramírez Malasaña se enfrenta al peor caso de su corta carrera como inspectora de policía. Aparecerá el cuerpo de una joven que llevaba seis me...