Stupid Wife

By luimeliamoments

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¿Te has imaginado casada con alguien que nunca soportaste en la vida? Luisita también lo había imaginado, sin... More

Prólogo.
Capítulo 1. ¿Qué?
Capítulo 2. Volver a la vida.
Capítulo 3. Algunos vídeos.
Capítulo 4. Mi hijo.
Capítulo 5. ¿Un sueño o....?
Capítulo 6. Ella es mi problema.
Capítulo 7. Deseos.
Capítulo 8. Ella me dejará ir.
Capítulo 9. Aniversario.
Capítulo 10. Empezar de nuevo.
Capítulo 11. Siempre que quieras.
Capítulo 12. Ella es increíble.
Capítulo 13. Esposa.
Capítulo 14. Día de nieve.
Capítulo 15. Tentación.
Capítulo 16. Solo un poco de tu corazón.
Capítulo 17. Me gusta cuando me llamas cariño.
Capítulo 18. ¡Esta loca!
Capitulo 19. Clases de conducir.
Capítulo 20. Mi Ame...
Capítulo 21. Something.
Capítulo 22. No me dejes.
Capítulo 23. Todo va a estar bien.
Capítulo 24. Déjame abrazarte.
Capítulo 25. Feliz navidad.
Capítulo 26. Todo lo que ella quiera.
Capítulo 27 - Better than a princess, more than a queen.
Capítulo 28 - Everything.
Capítulo 29 - En mi lugar.
Capítulo 30 - Una oportunidad.
Capítulo 32. ¿Dónde estoy?
Capítulo 33. Esta es mi realidad.
Capítulo 34. Nada supera.
Capítulo 35. Soy tu regalo.
Capítulo 36. Felicidad indefinida.
Capítulo 37. Pequeña estrella.
Capítulo 38. Recuerdos.
Capítulo 39. Destiny.
Epílogo I
Epílogo II
Especial Destiny

Capítulo 31. Confianza y actitud.

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By luimeliamoments

El viento frío golpea mi cuerpo, algunas hebras sueltas de mi pelo vuelan en frente de mi rostro, haciéndome un poco de cosquillas en mi piel. El silencio sólo me hace pensar más y más sobre todo. Pensar que tres meses atrás todavía no soportaba a Amelia, pensaba estar presa en un universo paralelo y que en cualquier momento volvería a mi casa, mi verdadera casa.

Estaba segura que era una adolescente terminando la secundaria, que todo aquello era un mal sueño.

¿Cómo la Luisita del pasado podría imaginar que trece años después de repudiar la idea de casarse con Amelia Ledesma se convertiría en algo real en el futuro? Si puedo volver y decirle eso a ella personalmente, probablemente vería un suicidio de mi misma.

Pasé años de mi vida odiando y repudiando la presencia constante de Amelia, al inicio mi odio era apenas sólo porque era una idiota. Pero después ella comenzó a mostrarse más idiota de lo que era, y eso hizo que mi odio creciera. Simplemente no podía oír que hablaran de ella, o su nombre. Su presencia en el mismo lugar que yo me hacía casi tener ataques de asma.

Todo en Amelia hacia que no me gustara, era como si fuera alérgica a ella. Técnicamente era yo.

Y entonces me pregunto... ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Sé que ella ya me conto sobre nuestro primer beso, pero no me conto el motivo por el cual quise alejarme después de eso, además del miedo que tuve que haber sentido, es obvio. Pues bien... ella era como mi enemiga, y no la soportaba. Bueno lógicamente estaba aterrada después de besarla, ¿cierto? Ella dijo que fui yo quien tomo la iniciativa del beso.

Tal vez sólo quería hacerla callar.

O tal vez la Luisita del pasado quería descubrir porque las chicas estaban tan enamorada de Amelia.

Puede que haya sido curiosidad.

O tal vez, sólo tal vez un poco de atracción.

- ¿No tienes frío? - oigo una voz detrás de mí, miro a un lado para ver a Amelia pasar por la puerta de cristal con dos tazas en sus manos.

Sé que es algo caliente, porque se puede ver el humo salir de la parte superior de las tazas. Le sonrío, me ajusto en el banco y le doy espacio para que pueda sentarse a mi lado.

- La verdad no.

- Toma, café con crema, como te gusta - extiende la taza blanca con diseño de patitos. Amelia pasa un brazo por encima de mis hombros y me tira cerca de ella, inclino la cabeza hacia atrás y me apoyo en su hombro - ¿Qué tanto piensas? Parecías bastante concentrada cuando llegue.

Llevo la taza a mis labios y tomo un poco de café, soltando un suspiro de satisfacción por el sabor maravilloso de la cafeína mezclado con la dulce crema de vainilla. Amelia sabe todo lo que me gusta, por eso es la esposa perfecta.

- Estaba tratando de recordar nuestros días de escuela. Quería entender un poco más sobre nosotras - bebo un gran trago de café, sintiendo sus dedos acariciar mi hombro izquierdo - Mi mente parece tener una gran burbuja de nada, sólo consigo recordar claramente algunas cosas. Pero nada importante.

- Pregúntame, tal vez pueda hacer que recuerdes.

Una sonrisa nace en mis labios, es eso. Esa mujer es una genio. Me giro de lado y coloco mis piernas sobre las de ella, Amelia apoya la mano en mi espalda baja para darme equilibrio. Aseguro la taza con las dos manos y la miro, pienso en lo que debo preguntar primero.

- Después de nuestro primer beso...

- Dónde me atacaste y saliste corriendo.

- Sí - sonrío con torpeza, ella toma de su café - Dijiste que empecé a evitarte, ¿es cierto? ¿Pero por qué? ¿Fue solamente por el beso?

- En teorías, si - mi frente se frunce en confusión - Quiero decir, no me podías ver parecía que estabas corriendo del diablo.

- Eras como el diablo.

- Siempre fui un angelito - sonríe tierna.

- Tonta - sonreímos - Te miraba con miedo.

- Sí, exactamente de esa forma. Recuerdo el día que Marina te amenazo con cortar tu cabello y viniste a hablar conmigo - ella mira hacia adelante, más precisamente hacia el cielo. Su mirada se torna nostálgica - Dijiste haber escuchado algo sobre un desafío. No recuerdo bien, alguna cosa así. Creo que fue una apuesta, ¡Sí! ¡Sí! Fue eso.

- ¿Una apuesta? - pregunto más para mí misma.

Cierro los ojos y respiro profundamente, aquella palabra resuena en mi mente. Trato de recordar de lo que está hablando, pero todo lo que consigo ver es gran falta de definición de nada.

Es frustrante, ¿saben? Querer recordar tu pasado y no poder por el simple hecho de que tu cerebro no quiere cooperar contigo.

- ¿Luna? ¿Estás bien? - escucho la voz de Amelia a la distancia, siento mi cuerpo un poco ligero. Es una sensación que sientes cuando estas borracha o fumaste marihuana. Es como flotar sin salir del suelo - ¿Cariño? Habla conmigo por favor, no me asustes.

Siento una presión en mis hombros, trato de abrir los ojos para mirar a mi esposa y pedir ayuda. Pero todo lo que siento es la oscuridad consumiendo todo y entonces simplemente no recuerdo nada más.

Corro por los pasillos desesperada. Mi mente es una eterna confusión, trato de encontrar un lugar para esconderme. Ella no puedo encontrarme, ¿por qué ella me está persiguiendo? Todo bien con que lo hacía antes, pero parece que ahora es mucho más que antes.

Es aterrador.

Miro a mi alrededor, algunas personas pasan por el pasillo, no parecen notarme. Menos mal, no quiero tener que ir explicando a alguien. Debo estar con apariencia de una loca que está huyendo de alguien más loco. ¿A dónde voy ahora? El cuarto de baño.. ¡Sí!

Corro por los pasillos, entro al baño de mujeres y voy a la última cabina. Mi corazón late más rápido en mis oídos.

- De acuerdo, Luisita, trata de tranquilizarte - respiro profundo varias veces para calmarme y ser capaz de pensar con claridad.

Dentro de poco sonara el timbre, puedo esperar a que todos salgan para irme también.

¿Dónde está Marina cuando necesito a esa idiota?

- Bien, Ledesma ahora cuéntanos. ¿Qué hiciste con Gómez?

- Ya les dije, nada.

Oh no. Esto sólo puede ser un castigo. ¿Corrí por toda la escuela y ella aparece justamente aquí?

- Vamos a suponer que te creemos.

Y siempre con su bando de estúpidas.

- Pueden no creerlo, pero realmente no hice nada con ella. No entiendo porque está huyendo de mí - Amelia parece frustrada, pero qué demonios.

Lo que pasó en el vestuario fue un error que no volveré a cometer en la vida jamás.

- Por supuesto, porque ella es una loca que no consigue estar cerca de ti. Oh espera... Eso es cierto.

¿Les dije que odio a estas perras?

- Mírame a los ojos y respóndeme. Amelia; ¿Tuvieron sexo? ¿Te comiste a la chica, a ella no le gusto y ahora te está evitando?

Todo se queda en silencio, sólo podía escuchar sus respiraciones. Si Amelia dice que sí, saldré de está cabina y arrastrare su cara en el suelo.

- Voy a decirlo lentamente, yo no hice nada con ella. Sólo nos besamos.

- ¿Se besaron? ¿Besas tan mal, Ledesma? - las tres idiotas comenzaron a reír.

- Sabes bien que yo no beso mal.

- Sí, lo sé.

Qué asco. ¿En serio tengo que estar oyendo acerca de sus aventuras con esas zorras?

- Apuesto cincuenta dólares a que en una semana logras follar con la inocente Gómez.

¿Cómo es eso? ¿Qué?

- Doblo la apuesta - dice otra zorra.

- Ustedes no pagaran - dice Amelia.

- ¿Y entonces Amelia? ¿Te atreves? Pensé que no eras una perdedora.

- Nunca, ¿has oído bien? Nunca en la vida vuelvas a llamarme perdedora.

- Esa sí es mi chica.

Oigo que abre la puerta y las voces desaparecen. Estoy incrédula, ¿entonces es eso? ¿Ella va intentar algo conmigo por una maldita apuesta?

Siempre supe que no debería haber involucrado con esa imbécil.

Abro los ojos asustada, estoy sin aliento. Coloco la mano en mi cuello, siento mi garganta seca. ¿Qué mierda fue eso?

- Madre mía, cariño - miro hacia un lado, encontrándome con una Amelia completamente roja y la mirada desesperada - Creí que te tenía que llevar al hospital. ¿Está todo bien?

- Yo... No lo sé - tomo el vaso de agua que me entrego, el líquido frío escurre por mi garganta, apagando poco a poco mi sed.

Mi mente está un poco confusa, estoy segura de que tuve un recuerdo. Y preferirá mil veces olvidarlo.

- Estaba desesperada - suelta una risita nerviosa. Termino de beber mi agua y le entrego el vaso - Estábamos hablando y de repente te apagaste.

- ¿Hiciste una apuesta con tus amigas sobre ser capaz de llevarme a la cama? - suelto sin más.

Amelia abre y cierra la boca varias veces, con el ceño fruncido y la mirada perdida. Confusa. Mantengo mi mirada seria. Estoy segura de que aquella había sido el motivo por el cual la evite más que antes.

No puedo creer que ella era así. Es decir, parecía serlo. Pero ahora que la conozco, no consigo verla como un patán.

- No.

- ¿No? Amelia, acabo de recordar una conversación tuya con Ashley y Rebecca en el baño, ¿recuerdas?

- Oh... - se sienta en la cama, su labio inferior atrapado entre sus dientes. Estudio todas sus reacciones, y no me gusta nada por el momento - Lo recuerdo.

- Pensé que te gustaba en esa época.

- Y me gustabas Luisi, lo juro - pasa una mano por sus rizos, tirándolos hacia atrás - No estuve de acuerdo con la apuesta.

- Pero no lo negaste.

- Pero no dije que lo haría, además te di tu espacio. Quería una oportunidad contigo, no forcé nada.

- Pero no dijiste que no lo harías, tus amigas se rieron y se burlaron de mí, como si fuera una cualquiera y no hiciste nada.

- Espera... ¿Estás peleando conmigo por una cosa estúpida que paso hace trece años? ¿En serio? - ella me mira con incredulidad, pero la única persona que puede estar así soy yo.

Siento que he vuelto atrás en el tiempo, debí haberme sentido sucia por haberla besado. De la misma manera que me estoy sintiendo ahora.

- ¿Cómo no defiendes el honor de una chica que "te gustaba"?

- Espera, detén esa ironía. Si la he cagado al no defenderte cuando dijeron aquello, pero te respete de todas las formas posibles. Y te defendí en otras ocasiones, ¿de acuerdo? Nunca deje que nadie te faltara al respeto, incluso cuando me ignorabas.

La miro desconfiada, pero veo la verdad en sus ojos. Es obvio que Amelia no era una canalla. ¿Cómo pude pensar eso de ella? Y tiene razón, sucedió hace trece años, no debería sentirme tan molesta. Pero traten de ponerse en mi lugar, no conozco la vida que tenía. Por supuesto que me siento decepcionada y triste por no haberme defendido en el pasado.

- Juro por mi vida que nunca te falte al respeto y te espere. Siempre supe tus límites y nunca forcé nada, y créelo. Es difícil permanecer casi dos años sin nada más que manoseos coquetos.

- ¿Casi dos años?

- Sí. Me tomo un año ganar tu confianza y conseguirte, luego tuvimos un año de relación hasta que finalmente tuvimos nuestra primera vez.

- Quiero recordar que sentí en nuestra primera vez - confieso un poco tímida.

¿Alguna vez voy a perder esa timidez con ella? Tal vez sólo tengo que acostumbrarme.

- Lo recordaras, Luna - se sienta a mi lado y entrelaza nuestras manos - Tengo que decirte que fue increíble. Y valió mucho la pena haber esperado dos años.

La tiro más cerca, Amelia separa mis piernas y se coloca sobre mí. Abrazo su cuello, mis dedos acariciando sus rizos. Ella me mira fijamente a los ojos antes de agacharse y tomar mis labios con los suyos. Abro un poco la boca para encajar con la de ella, empezamos un beso lento, sensual.

Sus manos tocan mi cintura, ella las coloca por debajo de mi blusa. Sus dedos congelados hacen contacto con mi piel caliente haciendo que sienta un escalofrío delicioso. Amelia toma mi labio inferior entre sus dientes y succiona, ese acto me hace sentir una punzada en mi coño.

La boca de esa mujer es un pecado.

- ¿Mamá?

Separamos nuestras bocas al escuchar la voz de nuestro hijo seguido de unos golpes en la puerta. Sonrío para ella, tiene un pequeño puchero en sus labios. La beso una última vez y la empujo a un lado.

- Entra, hijo.

La puerta se abre, por ella entra un Louis soñoliento vestido con un pijama de perritos. Incluso visiblemente frustrada, Amelia se levanta de la cama y toma al pequeño en sus brazos, gira y luego lo deposita en la cama. Él se ríe y pide más, termino riendo de sus bobadas.

El pasado no es tan importante, me gusta mi futuro. Estoy más que contenta con él.

POV Amelia Ledesma Gómez

Doy un beso en la frente de mi hijo, que ya duerme profundamente agarrado a su león de peluche. Apago las luces del cuarto, dejo sólo una pequeña luz prendida cerca de la puerta. Odia despertar en la oscuridad, y en caso de que él despierte temprano no quiero que se despierte asustado. Miro una última vez al pequeño ángel dormido.

Cierro la puerta lentamente, estiro los brazos y escucho los huesos de mi columna vertebral tronar. No fue nada confortable estar minutos en la misma posición con un niño pesado en mis brazos, pero vale la pena.

Entro a mi habitación y veo a Luisita distraída comiendo una manzana y leyendo un libro, sonrío a la imagen linda de ella tan entretenida en su lectura. La mueca en sus labios y el ceño fruncido, el modo en como murmura para sí misma. ¡Puf! Ella es perfecta, y estoy estúpidamente enamorada de ella. Completamente, de cada detalle.

Desde la primera vez que la vi en ese pasillo de la escuela, parecía una de aquellas chicas estudiosas, pero no llevaba gafas enormes. Cuando ella comenzó a gritarme por haber derrumbado sus libros, sólo conseguía pensar como me gustaría besar esos labios. Tan carnosos y atractivos, pensé que sería una delicia chuparlos mientras la tomo de su nuca.

Durante mucho tiempo desee poder hacer eso, ya que cuando tuve la primera vez no pude disfrutarlo. Pero gracias al destino, aquí estamos las dos. Ella es mi esposa ahora, la madre de mi hijo. Y la mujer de mi vida.

- Trata de no dejar las bragas colgando en el baño, o voy a comenzar a colgarlas en el patio.

Es imposible no reír con lo que dice. Luisita me lo ha dicho que no lo haga durante semanas, pero me da pereza llevarlas al bote de ropa sucia. A veces lo hago para molestarla, lo confieso.

Después de terminar mi ducha, salgo del baño envuelta en una toalla. Luisita continua leyendo aquel libro, ya se acabo la manzana. Parece bastante entretenida en la lectura, pero quiero que me preste atención.

Sólo necesito una idea.

¡Ya sé!

Vuelvo al cuarto del baño y tomo una botella de crema hidratante. Recuerdo bien que ella adoraba ese en partícular, lo compre de una chica que estaba en mi galería una vez. Es de fresa, muy fragante. Me mantuve en contacto con ella para conseguir más.

Y por supuesto, quería complacer a mi mujer.

Luisita continua distraída con su libro, sonrío maliciosa en cuanto camino a la dirección a la cama. Me siento en el borde de la misma, a espaldas de ella. Coloco un pie en el colchón y coloco un poco de crema en mi mano, la froto con la otra y después la paso por mi piel. El dulce aroma de fresa comienza a invadir en cuarto, es realmente riquisimo. Aliso mi tobillo, paso por los pies, después subo a mi muslo.

- Que buen olor - la escucho comentar e inspirar con fuerza, mantengo mi sonrisa de satisfacción y continúo pasando la crema - ¿Qué es? ¿Frutas rojas?

- Fresa - mantengo mi voz normal, coloco más crema en mi mano y repito el mismo proceso en la otra pierna - ¿Puedes ponerme en mi espalda? - miro por encima del hombro y balanceo el frasco de crema.

Luisita demora algunos segundos en responder, parece hipnotizada por algo. Sonrío de lado, ella cierra el libro y lo coloca sobre la mesita de noche. Suelto un poco la toalla y dejo que se deslice por mi cuerpo hasta que para en mi cadera.

El colchón se mueve detrás de mí, Luisita toma el bote de mi mano y se sienta detrás de mí.

- ¿Quieres un masaje también?

Mis vellos se erizan un poco al escuchar su voz baja en mi oreja. Cierro los ojos y respiro profundo, ¡Maldita sea! No puede simplemente girar el juego, y lo peor, sin darse cuenta.

Sólo asiento. Segundos después siento el contacto de sus manos calientes cubiertas por la crema helada en mi piel, suspiro. Imposible no gemir cuando ella comienza a apretar mis muslos y girar sus pulgares, tocando los lugares correctos. Luisita siempre fue buena con las manos y los dedos, lo sé bien.

- Oh, aprieta más ahí, cariño. Eso, bien ahí.

Ella hace un poco de presión en el lugar donde le pedí, estoy perdida en medio de aquellos toques tan experimentados. Quien lo diría, ¿eh? Comencé queriendo provocarla y ahora ella es la que me tiene en la mano. Irónico, ¿no?

Luisita coloca un poco más de crema en sus manos y vuelve a masajear mis hombros, descendiendo poco a poco. Sólo suspiro y la guio a los lugares más precisos. Ella cumple con todas mis peticiones, y supera mis expectativas. Como siempre, debo decir.

- ¿Te sientes más relajada?

- Mucho.

Y jodidamente mojada también.

Luisita termina el masaje y después deposita un suave beso en mi nuca. Me derrito con eso, incluso cuando estamos en un momento tan sexual como ese, consigue que me enamore más de ella. Además, ¿cómo no iba a hacerlo? Ella es increíble. Mucho más de lo que esperaba tener en mi vida, y más de lo que pensé merecer.

Ella se aleja de mí dándome espacio para levantarme. Pero todavía no quiero. Por lo tanto, sólo termino de quitarme la toalla y me acuesto en la cama. Me meto debajo de las sábanas, me suelto los rizos y me acuesto de espaldas a Luisita. Pero entonces decido girarme de frente hacia ella, sus ojos me miran con ese brillo tan conocido para mí.

Bueno, no fui la única que quedo excitada.

- Buenas noches, cariño - sonrío dulcemente para ella, Luisita parpadea algunas veces.

Mantengo una risa, parece que la he dejado muy sorprendida. Continuo mirando su rostro, su expresión parece cambiar lentamente. Celebro internamente por estar consiguiendo lo que quiero. Veo su mandíbula ser contraída, sus fosas nasales se inflan y de repente su mirada se convierte en algo como un depredador en busca de su presa. Trago saliva, mi coño palpita por ella de forma dolorosa.

Con un tirón, Luisita descubre mi cuerpo desnudo. La sábana esta por mis pies, arqueo una ceja en sorpresa. Ella sonríe, el brillo de deseo en sus ojos me deja más ansiosa de sentirla.

Sus ojos recorren todo mi cuerpo, nuestras lámparas están encendidas, por lo tanto ella puede tener una vista privilegiada de mí.

Estoy a punto de llamarla, pero sorprendiéndome una vez más, Luisita se cierne sobre mí, sus piernas aplastando las mías. Su mano derecha se desliza en mi abdomen, mis músculos se contraen. Enfoco mi mirada en su rostro, Luisita parece concentrada en tocarme.

Ella se muerde el labio inferior con fuerza, siento su mano apoderarse de mi pecho izquierdo, ella lo aprieta. Suspiro rendida, soy toda de ella.

Quiero que haga conmigo lo que quiera.

- Eres jodidamente tan caliente que no puedo contigo - es lo que sale de sus labios en forma de susurro antes de que se incline y toma mis labios con los suyos.

Suspiro sobre sus labios. Siento su lengua ser forzada dentro de mi boca, doy paso para ella. Luisita aprieta mi pecho otra vez, no puedo mantener mi gemido. Mi esposa deja escapar un pequeño gruñido, dice algo que no consigo entender. Chupa mi labio inferior y da inicio a un beso voraz.

Trato de acompañar su ritmo, su mano continua masajeando mi pecho con fuerza. Mi coño está aún más húmedo. Su otra mano toma mi otro pecho, también lo aprieta con fuerza.

Si hubiera sabido que mis provocaciones causan este efecto en ella, ya hubiera hecho algo mucho antes.

Con una última mordida en mis labios, Luisita distribuye besos húmedos por toda la extensión de mi mandíbula, de un lado a otro. Después desciende a mi cuello, toma mi piel entre sus dientes y chupa con fuerza. Mi cadera se eleva del colchón, un gemido agónico escapa de mi boca. Luisita sonríe sobre mi piel, sus dientes rozan mi yugular. Algo mojado toca esa parte, deduzco que es su lengua.

Miro hacia abajo sólo para casi morir cuando la veo tomar con su boca mi pezón con firmeza y enseguida lo succiona. Tiro la cabeza hacia atrás, mi mano se va automáticamente a su cabello, presiono su cabeza contra mi pecho.

Luisita comienza a chupar, su lengua toca suavemente mi pezón sensible. Me retuerzo sobre la cama, mis caderas se mueven solas.

Quiero aliviar la presión en mi coño, quiero gozar con ella.

Luisita tira la cabeza, haciendo un sonido de estallido resonar por el cuarto. Sus dedos aprietan mi pezón, ella lo retuerce entre sus dedos. Mi estómago se contrae, me muerdo los labios para no gemir muy alto su nombre. Ella vuelve a colocar la mitad de mi pecho en su boca, esta vez su lengua hace movimientos rápidos sobre el pezón maltratado por sus dedos.

¡Infierno de boca maravillosa!

Ella suelta mi pecho derecho y con pequeñas mordidas en mi piel se desplaza al izquierdo. Miro su rostro, y cuando ella levanta la mirada un escalofrío recorre mi espalda. Luisita sonríe antes de colocar la mitad de su lengua fuera, poco a poco ella toca mi pezón. Aguanta la respiración, ella comienza a girar su lengua alrededor de la punta sensible de forma lenta. Jalando despacio, mi excitación ya escurre a las sábanas.

Creo que pase tanto tiempo sin sus toques que ahora me siento sensible al mínimo toque.

Su boca se cierra en mi pezón, ella chupa suavemente. Sin desviar sus ojos de los míos. Estoy jadeando, mis pulmones arden de tanta fuerza que hago para buscar aire. Cierra los ojos y gime al apoderarse de gran parte de mi pecho, cuando comienza a soltarlo, sus dientes raspan mi piel.

Curvo la columna, mi cabeza está echada hacia atrás y un alto gemido seguido de su nombre resuena en la habitación. Mis dedos aprietan con extrema fuerza su pelo rubio, casi puedo sentir algunos siento arrancados. Pero parece que no le importa, continua maltratándome con esa maravillosa boca.

Luisita finalmente se da por satisfecha y retira la boca de mis pechos, comienza a repartir besos en dirección a mi estómago. Pasa la punta de la lengua debajo de mis pechos. Gimo al sentirla morder mi barriga, luego lame la piel mordida. No parece que hace poco estaba insegura con el sexo, nada parece haber cambiado.

Luisita continúa con esa confianza y actitud.

Me gusta.

Sus manos acarician por debajo de mis muslos, ella levanta un poco mis piernas y las separa, dejándome expuesta. Sus besos son depositados en mi pubis, donde hay una delgada línea de vellos. Luisita va hacia mi entrepierna, primero besa y chupa la izquierda con seguridad dejando una marca. Luego va a la derecha y hace lo mismo. Llevo mis manos hasta mis pechos y los aprieto, con la intención de aliviar mi tensión. Mis pezones están sensibles, tanto por sus toques como por el maltrato de antes.

- No juegues, para de torturarme. Por favor, cariño - estoy prácticamente implorando, una sonrisa surge en sus labios - Chúpame delicioso. Deja que me corra en tu boca.

Y no hace falta decir nada más para que haga lo que quiero. Sin ningún tipo de timidez, Luisita deposita un leve beso en mi clítoris y luego lame, desciende hasta mi entrada y vuelve al nervio ya duro.

Mis piernas tiemblan, Luisita vuelve a descender su boca y la siento chupar la excitación que escurre de mi coño. Ella cierra los ojos momentáneamente, parece apreciar mi sabor. Cuando los abre, veo más hambre y deseo que antes.

- Que delicia - susurra y da una lamida a mi clítoris, mi estómago y mis paredes internas se contraen - Eres una delicia, mi amor - y vuelve a lamer, de arriba abajo, de abajo hacia arriba.

Su lengua se mueve con extrema rapidez, de un lado a otro, en círculos. En ningún momento intenta penetrar, tal vez porque aun no puedo tener sexo. Y es una mierda, porque quiero tanto sentir sus dedos follándome de nuevo.

Luisita se concentra en mi clítoris, lo provoca con la punta de su lengua, después con sus labios como si estuviera mordiendo. Sus ojos vuelven a centrarse en mi rostro en el mismo instante que ella inicia un beso de lengua en mi coño, asegurándose de usar bastante lengua.

Empiezo a gemir su nombre sin parar. Le pido que me chupe más fuerte, que no pare. Muevo mi cadera sin parar, en movimientos circulares y a veces de forma irregular. Siento aquella conocida sensación comenzar a centrarse en la entrada de mi sexo. Aseguro con las dos manos el cabello de Luisita y comienzo a frotarme en su rostro.

Ella chupa y lame como si estuviera desesperada por hacer que me corra pronto. No demora mucho para que mi cuerpo comience a temblar y a derramar mi orgasmo en sus labios. Luisita chupa todo, no para de lamer incluso después de que mi cuerpo para de temblar.

- Déjame recuperar el movimiento de los brazos y piernas que te lo recompensare.

Ella termina riéndose de mi habla sin aliento. Sube encima de mí otra vez y me tira a un beso lento. Envuelvo su cuello con mis brazos y la presiono contra mí. Sus manos acarician los lados de mi cuerpo, continuando besándome. Sus labios parecen acariciar los míos, mi sabor en su boca hace el beso más caliente.

- Te voy a chupar siempre que pueda ahora. ¿Por qué demore tanto en hacer esto?

- Te gusto, ¿verdad?

- Me encanto, y quiero más.

//

Después de hacerme gozar con su boca otra vez, hice lo mismo con ella. Decidimos salir un poco del cuarto e ir a comer algo, el sexo siempre da bastante hambre. Íbamos abrazadas e intercambiando caricias y algunos besos mientras descendíamos las escaleras.

- ¿Qué quieres comer?

- A ti - responde de inmediato, la miro y niego con la cabeza - Pensándolo bien quiero queso caliente, sería maravilloso.

- ¿No quieres comer nada más? - entro en su juego, tomándola de la cintura y la presiono contra los bancos. Luisita sonríe con la lengua entre los dientes y niega con la cabeza - ¿Ah, sí? Entonces estás bien con solo comer eso.

- Es broma, te dejo para después. Ahora necesito alimentarme, parece que tengo un monstruo dentro de mi estomago.

- ¿Quién dijo que no lo tenías?

Ella me da una palmada en el hombro y me río. Aseguro su cintura y la impulso para que se siente en el mostrador. Le doy un rápido beso y me aparto para tomar las cosas y preparar queso a la plancha para las dos

- Cariño, ¿quieres jugo de naranja?

- Sí.

Tomo las cosas de la nevera y las coloco sobre la mesa. Mientras preparo los sándwiches, Luisita y yo hablamos de cosas triviales y también de las remodelaciones que pensamos hacer en nuestra casa.

Extrañaba tanto poder conversar con ella así, no tuvimos muchos momentos como estos hace algunos meses atrás. Cuando no estábamos discutiendo, estábamos sin hablarnos o follando en la casa. No es que el sexo fuera malo, pero eso no sirve para mantener una relación. Incluso un matrimonio de años como el nuestro.

Llegue a pesar que realmente no teníamos futuro, pensé que la perdería para siempre. Trataba de revertir la situación de todas las formas posibles, pero todo parecía una gran mierda. Cuando más tratábamos de poner todo en orden, más desastre parecía.

Tal vez esa pérdida de memoria tiene una razón, tal vez tuvo que pasar para que todo entre nosotras volviera a la normalidad. Mejoro, porque fue como si nos estuviéramos conociendo por primera vez. Como si el amor de la adolescencia estuviera volviendo.

Me gusta eso, me siento más enamorada de ella cada día que pasa.

Y yo pensé que ya no estaba enamorada de ella. Que tonta fui.

- Hmm, tenemos que retomar mis clases de conducir. No hay manera de que siempre estés a mi disposición para llevarme a algunos lugares. Y creo que puede ser bueno para mi memoria.

- Es verdad pero me gusta ser tu conductora - le digo, ella sonríe. Muerdo un pedazo de pan que ella me da en la boca y después bebo un poco de jugo. Las dos estamos en la cocina, ella sentada en el mostrador y yo entre sus piernas comiendo todo lo que me da en la boca - Podemos hacer eso en los días que no das clases de baile. Dentro de poco el pequeño volverá a la escuela, tendremos más tiempo libre.

- Es una gran idea.

Nos quedamos en silencio comiendo, de vez en cuando le robo un beso. Ella finge estar de malhumor y me empuja, alegando que está comiendo. Pero la sonrisa en su cara contradice sus actitudes.

Es tan bueno sentirse como una adolescente que ama por primera vez, es la sensación que me trasmite.

- Estoy realmente interesada en comprar ropa nueva, tengo la impresión de que las mías están cada vez más pequeñas.

- Estás engordando, amor - se encoge de hombros como si estuviera diciendo algo irrelevante.

La miro incrédula. Luisita sonríe, mordiendo un pedazo de pan en su mano y después bebe un poco de jugo. ¿Cómo se atreve?

- ¿Me estás llamando gorda? - me hago la ofendida, ella asiente con la cabeza.

- Pero no pongas esa cara, sigues siendo caliente - me guiña el ojo y antes de que pueda abrir la boca para replicar, ella mete un pedazo de pan en mi boca.

Mastico sin apartar mis ojos de ella. Luisita se está aguantando la risa, reviro los ojos.

- Eres una idiota.

- Lo sé. Pero quieres a está idiota.

- La quiero.

Sus ojos brillan, ella toma mi barbilla y me da un beso rápido. Después de terminar de comer, Luisita se encarga de lavar todo mientras guardo las cosas. La recojo y de esa forma subo las escaleras, a pesar de quejarse que estaba pesada o que se iba a caer.

- Se me olvidó preguntarte algo - oigo a Luisita decir después de encender el aire acondicionado.

Arreglo mi camiseta del Atleti que estoy usando y vuelvo a la cama. Subo de rodillas y me arrastro hasta estar sobre ella, más precisamente entre sus piernas.

- ¿Preguntar qué?

- Es que, estaba cambiándome de ropa el otro día y vi algo en el closet.

Junto las cejas, curiosa por su timidez repentina. Es posible ver sus mejillas coloradas.

- ¿Qué cosa?

- Una caja - susurra y desvía su mirada de la mía.

- ¿Qué caja? - susurro de vuelta.

- Con algunas cosas dentro.

- Luisita, ve directo al punto.

- ¿Acostumbrábamos a usar juguetes durante el sexo?

Oh... eso es sorprendente. Y no tengo idea de lo que está hablando.

- ¿Cómo?

- Has oído, no me hagas repetirlo - murmura con torpeza. Estudio su expresión, no parece ser una broma.

- No tengo idea de lo que estás hablando, cariño. Lo juro.

- ¿Qué?

- Lo digo de verdad - ella me mira desconfiada, pero al ver que estoy siendo sincera, su rostro se torna confuso - ¿Dónde está esa caja?

- En el estante superior de mi parte.

Me levanto de la cama de un salto. Estoy más curiosa que nunca, porque nunca hemos usado algo más que un pequeño látigo y esposas una vez que estábamos celebrando nuestro aniversario de bodas. Abro el closet y enciendo la luz, de puntillas encuentro una caja tal como Luisita dice, y no demoro mucho en encontrarla.

Vuelvo a la habitación con la caja en las manos, voy hacia la cama y me siento cerca de Luisita. Abro la caja misteriosa y cuando veo las cosas dentro, mi mandíbula cae incrédula. ¡Oh Dios!

- ¿Qué... - tomo el látigo y la analizo, termino riendo - ¿Quién coloco eso allí? ¡Ay! Eso duele - reclamo cuando doy un golpe en la palma de mi mano, esa mierda realmente duele. Luisita se ríe de mí, entonces en venganza le doy un azote en sus piernas.

- ¡Hija de puta! - toma el látigo de mi mano y me devuelve el azote, es mi turno de gemir de dolor - Esta mierda arde.

- Realmente. Tiene que gustarte mucho como para usar eso allí - ella deja el látigo al lado de la cama. Vuelvo a mirar dentro de la caja - Uh, mira que genial - tiro de las bolas de silicona dentro de la caja - Esferas anales.

- ¿Qué?

- Esferas anales, cariño. Sirve para estar dentro de tu cu-

- Lo entiendo, lo entiendo - coloca las manos sobre mi boca - Y yo inocente pensando que era algún tipo de collar.

- ¿Tú, inocente? - echo la cabeza hacia atrás y río - No parecías inocente cuando estabas chupándome hace unos minutos.

- Cállate - mira a la caja y saca algo de allí - Esto de aquí es gracioso, parece un hongo.

- Sabes lo que es eso, ¿verdad? - ella niega con la cabeza, jugando con el objeto - Un tapón anal.

Su boca se abre y deja caer el tapón plateado en el colchón.

- ¿Sólo son cosas para el sexo anal dentro de esa caja?

- No sé - me encojo de hombro y continuó mirando, veo algunas cremas y geles eróticos. Hasta que al fin algo llama mi atención - Éste es interesante.

- Tenía curiosidad por saber cómo se usa - ella comenta mientras analizamos el consolador en mis manos. Desvío la mirada hacia ella y una sonrisa maliciosa surge en mis labios.

- Es simple. Una parte está dentro de mí y la otra dentro de ti, es como si fuera un strap on, solo que sin cinta - ella hace una cara divertida que me hace reír - ¿Quieres experimentar, cariño?

- No, tal vez otro día.

- Ya te la cobraré - ella me muestra la lengua - Pero, ¿de dónde salieron estas cosas? Que yo sepa no compre nada de esto, o tal vez fuiste a una sex shop y no me dijiste nada.

- Ni siquiera voy a darme la tarea de responder eso.

Miro dentro de la caja para ver si hay algún sobre o número que pueda decirme. Pero no encuentro nada, hasta que miro la tapa de la caja tiene algo escrito. Curiosa, lo tomo de cerca para leer.

- Creo que ya sé de donde vino esto - Luisita me mira y se inclina para poder leer - "Disfruten mucho de este regalo, MC".

- No entendí.

- MC, cariño. ¿Marina Crespo, conoces alguna?

- ¿Por qué no estoy sorprendida?

Guardo las cosas en la caja y la coloco en el suelo junto a la cama. Vuelto de nuevo bajo las sábanas y abrazo a Luisita por detrás. Intercambiamos un "buena noches" y empujo mi rostro en medio de sus cabellos para dormir con su olor.

Estaba segura de dos cosas: Luisita pelearía con Marina por su regalo, y definitivamente voy a usar todo lo de la caja con mi esposa.

No se rechaza un regalo, ¿cierto?

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