Obsesiones

By solayalbion

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Dos hermanos que tenían una vida completamente normal como cualquier adolescente, cambiarán el rumbo de sus v... More

Nota
Presentación de los personajes
Prólogo
Capítulo 1: Amores a primera vista.
Capítulo 2: Emma, písame la cara.
Capítulo 3: La célula.
Capítulo 4: Negativos silenciosos.
Capítulo 5: ¡Hola, Latinoamerica!
Capítulo 6: Mentiras compulsivas.
Capítulo 7: Hogar, dulce hogar.
Capítulo 8: Barbie Bunny.
Capítulo 9: El beso de Judas.
Capítulo 10: Acusaciones infundadas.
Capítulo 12: La bola de pelo.
Capítulo 13: Detector asiático.
Capítulo 14: Juicio eterno.
Capítulo 15: ¿Dónde están los hermanos Martínez?
Capítulo 16: No me crees.
Capítulo 17: Superlolo.
Capítulo 18: Dos mujeres y un destino.
Capítulo 19: Perro a la plancha.
Capítulo 20: Cuentas pendientes.
Capítulo 21: La muerte nunca duerme.
Capítulo 22: ¡Hasta la vista, malagueños!
Epílogo

Capítulo 11: Pelirroja a la luz de la luna.

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By solayalbion

Francisca comenzó a reírse malvadamente.

—Lo verás en el juicio. Quiero ver tu cara de sorpresa junto a los otros de la sala —respondió Francisca a Barbie.

—Muy bien mamá, tengo la mejor madre del mundo —sacó sus dientes de conejo y comenzó a abrazarla.

—Cuando demostremos que es culpable, saldremos en todos los programas y seremos famosas —volvió a reír la madre malvadamente.

Álvaro

Nos despertamos y fuimos a recepción a preguntar si tenían algún puesto de trabajo para nosotros.

—Justo en el hotel necesitamos reponedores para el restaurante —contestó un empleado del hotel con cara de Calamardo.

—Pues nosotros nos ofrecemos —contesté.

—Sí, sí, prometemos trabajar duro —respondió Madelaine.

—Justamente ya ha llegado el camión, podéis empezar ahora mismo —nos señaló el camión y nos dimos cuenta que era de la empresa Poyota de Álvaro Salazar.

—Vaya, menuda casualidad, ¿eh? —dije mientras miraba a Mad.

—¿Eh? ¿No hay otro camión? —preguntó Mad mirando al empleado.

—Tenéis que reponer los que haya, yo no sé si son de las Poyotas o que —contestó el empleado de forma borde.

—¿Y ahora qué hacemos? —me susurró Mad.

—¿Va a pasar algo porque repongamos su camión? —le pregunté.

—No creo, pero es que estaríamos beneficiando a la empresa de los padres de Álvaro...

—Bueno, pero al final es para ganar dinero, ¿Qué más da? —me rasqué la cabeza.

—Bueno, vamos —dijo Mad suspirando.

Comenzamos a reponer las cajas que había en el camión. Tras pasar un par de horas le pregunté a Madelaine si estaba cansada.

—Estoy bien, gracias por preocuparte —me sonrió cálidamente.

Finalmente se hizo de noche y logramos terminar, aunque teníamos mucho cansancio físico.

—Por fin terminamos —respiró aliviada.

—Sí, ahora si quieres podemos salir a dar un paseo o algo, para descansar, si quieres, claro... —dije un poco inseguro.

—Sí, claro, quiero descansar —se secó las gotas de sudor que recorrían su frente—. Por dios, no puedo creer que tengamos que reponer poyotas... —desvió el tema de conversación.

—Ya, es que muy mala suerte, tío —empezamos a caminar por un paseo dirigiéndonos hacia la playa.

—Espero que no nos encuentren... No se de que sería capaz Álvaro si nos encuentra —noté como se le pusieron los ojos llorosos.

—Bueno, tranquila, no dejaré que eso pase —le dí la mano—. Si te vuelve a hacer algo le reviento la cara —le dije mirándola fijamente a los ojos.

—Todos me veían como una chica inalcanzable, la más popular, la más guapa... Nadie sabía el infierno que vivía, solo mi hermano —noté como su voz se iba quebrando poco a poco.

—Yo cuando me di cuenta, no podía creerlo... —la rodeé con mis brazos—. Te juro que me daba impotencia no poder hacer nada...

Al caminar unos minutos más llegamos a la playa y nos sentamos mirando al mar.

—¿Te cuento algo? Yo en primero de la E.S.O no era así... Antonella y sus amigas siempre me trataban horrible por ser pelirroja... una vez en el baño me pusieron frente a un espejo y dijeron que mirara lo fea y rara que era... —comenzó a sollozar.

—Antonella siempre ha sido una persona cruel y seguro era por envidia, porque tu pelo es precioso y todo en ti en general también lo es... Antonella tiene miedo de la gente que sabe que es mejor que ella —la abracé mientras secaba sus lágrimas.

—Gracias... —sonrió correspondiendo mi abrazo aunque aún le caían algunas lágrimas—. Josefina era mi amiga, pero un día comenzó a molestarme de la nada... pero aunque dejó de hacerlo, ya no somos amigas, nos distanciamos con el tiempo...

—¿Y eso por qué? —le pregunté, curioso.

—Se hizo amiga de Tamara y me fue olvidando... —dijo mientras se sorbía los mocos.

—Creo que nadie sabe valorar lo maravillosa persona que eres, tú te mereces mucho más —contesté mientras no paraba de poder mirar sus hermosos ojos.

—Bueno, basta de hablar de mí —se recompuso secando sus lágrimas—. ¿Tú y tu hermano sois gemelos? Porque sé que vais a la misma clase, y gracias Álvaro, tú también eres maravilloso... —se puso nerviosa.

—No, yo repetí un curso, yo soy mayor que él.

—Ah vale, igual no os parecéis en nada... Oye, oí que a tu hermano le gustaba alguien, ahora que estamos lejos y no hay nadie, ¿No me lo vas a decir? Por favor, me da mucha curiosidad... —insistió Madelaine.

—Creo que no estaría bien decirlo, solo diré que es una chica que conoces, pero no puedo decir nada, lo siento —contesté tajante.

Nos tumbamos en la arena continuando la conversación.

—Bueno, vale, pero la verdad conozco a mucha gente.

—Ya, pero bueno, tengo que ser fiel a mi hermano.

Me preguntó si era de la escuela, a lo cual yo asentí.

—Mmm... ya sé quién es —chasqueó sus dedos.

—¿En serio? —me quedé perplejo al ver que lo descubrió.

—Seguro es Solsito —me miró mostrando gran seguridad en su rostro.

—No —negué con la cabeza soltando una leve carcajada—. Venga, te lo voy a decir, pero por favor, no se lo digas a nadie.

—Soy una tumba —se hizo la muerta en la arena.

—Es Pía.

—¡¿Qué?! —gritó tanto que unos ancianos que habían cerca nuestra se marcharon maldiciéndonos—. Yo a Pía la verdad la veo muy fea, no me gusta juzgar así a la gente, pero lo siento.

—Ya, la verdad es que tu eres mucho más guapa que Pía, siempre se lo he dicho a Sebas...

—¿Hablabais de mí? —me miró muy sorprendida.

—Digamos que para mí siempre fuiste alguien especial, así que a veces le hablaba a Sebas de ti —le dije muy nervioso.

Sentía como si mi corazón se me fuera a salir del pecho de lo rápido que latía, creo que hasta Madelaine podía escucharlo.

—¿Por qué era especial para ti? —Madelaine me miraba fijamente.

—No sé, siempre sentí algo especial por ti... —dejé de mirarle a los ojos porque me estaba muriendo de vergüenza.

—¿Qué tipo de sentimiento especial? —preguntó, intentando que fuera directo de una vez.

—Pues que me gustas, básicamente —la miré durante unos segundos y no tardé en bajar la mirada—. Ay, no debí de haber dicho eso... Bueno, mejor olvídalo, ¿sí? —miré al lado contrario de donde se situaba Madelaine.

—Álvaro... no lo quiero olvidar porque te quiero, desde el día en el que chocamos en el pasillo no pude evitar fijarme en ti, nunca pude decírtelo porque si dejo a Álvaro Salazar sabes que algo malo pasaría, pero a veces no me podía contener las ganas de decirte que te quería, así que simplemente decía que hablaba sola, pero yo te quiero, si te tengo cerca no puedo negarlo me muero de amor... —dijo Madelaine mirándome profundamente a los ojos.

—No sé que decir... yo desde siempre estuve enamorado de ti, pero sé que estabas con Álvaro y no quería entrometerme, y después de ver lo que te hacía sólo me alejé de ti porque no quería que te hiciera daño... sólo quiero que seas feliz Madelaine, ya sea conmigo o sin mí —me quedé más paralizado que un cadáver en una tumba.

Nos quedamos unos segundos mirándonos fijamente a los ojos, podía ver como la poca luz que derrochaba la luna iluminaba el cabello rojo de Madelaine junto a su pálida piel. Madelaine no se pudo contener más y se lanzó a besarme. Tras unos segundos del beso la susodicha rompió el silencio.

—Ay... perdón, me estaba besando sola... osea me iba a besar la mano y he terminado ahí —dijo muy nerviosa.

—Creo que te puedo perdonar —la agarré de la nuca y comencé a besarla de nuevo.

Después de terminar de besarnos, Madelaine empezó a preocuparse por lo sucedido.

—Esto no se puede saber... si Álvaro se entera, estoy muerta...

—Tranquila, nadie sabrá nada, además aquí estamos solos —la abracé muy fuerte acariciando su cabello.

Sebastián

Por la tarde recibí un mensaje en Instagram de Pía desde la cuenta falsa de Caillou.

—¿Sebas, estás bien?

—No, estoy muy mal, Pía... Barbie me acusó de golpearla y solo Leandro y mi familia me apoyan...

—Yo sinceramente confío en ti, Sebas, porque hay algo en mí que no te cree capaz de algo así.

—Gracias... eres la única chica que me cree. Antonella me ha escupido y el director me ha echado...

—Barbie siempre me ha dado muy mala espina, seguro que se lo ha inventado... tú tienes pruebas de tu inocencia, ¿verdad?

—Se podría decir que sí, ya que tengo pruebas de que, cuando ocurrió la supuesta violación, yo estaba en KFC.

—Bueno, ya que tienes pruebas, estarás tranquilo, ¿no?

—Estoy muy tranquilo. Creo que lo hizo por venganza, le dije que me gustaba otra persona y ella contestó que se las pagaría.

—¡Ay, qué mala onda! pero bueno, las mentiras tienen las patas muy cortas.

—Menos mal que eres mi amiga, me iluminas los días...

—Y tú eres la luz que ilumina mis ojos, siento que contigo puedo ser yo misma...

—¿Enserio me lo dices?

—Sí, porque con Mario muchas veces no puedo serlo...

—Ojalá pudieras dejarlo... solo lo digo porque es muy controlador contigo, y eso me preocupa. Pero él tiene una vida muy difícil y no puede estar sin ti...

—Ya... si lo dejo, es probable que acabe con su propia vida...

—Por cierto, ¿me podrías contar al menos algo de él?

—Sus padres murieron en un accidente cuando él era pequeño, así que fue criado por sus abuelos, pero su abuelo siempre maltrata a su abuela... el pobre tiene muchos traumas...

—He oído que sabe mucho turco.

—Ya, eso se debe a que sus padres eran de Turquía y su abuelo le obliga a estudiar el idioma.

—Oye, ¿Y tú quieres a Mario?

—Le tengo cariño, pero ya no estoy enamorada de él. Aunque no puedo dejarle...

—Que malo debe ser no estar colgado por alguien y tener que estar con esa persona... El otro día me besé con Tamara, pero realmente ya no me gusta...

—¿En serio? ¿Y quién te gusta?

—Me da mucha vergüenza concretar... Igualmente, debo aclarar que no me gustan ni Tammy ni Barbie.

—Bueno, pero me matas de curiosidad, ¿Qué más da? Yo no se lo voy a contar a nadie.

—Ya lo sé, Pía, serías incapaz de hacerme mal alguno, pero...

—Dímelo, Sebastián, ¡yo te he contado casi todo!

—Piensa, te dije que era una divina, solo tienes que utilizar un poco el cerebro...

—¿Luciana?

—Eh... sí...

Creo que lo único que estaba pasando por mi cabeza en ese momento era: "Hay que decir cualquier mentira con tal de que no se de cuenta de que me gusta, incluso si eso implica perder mis pocas posibilidades de alguna vez estar con ella", porque respondí que me gustaba Luciana. Se iba a liar una...

—Uy, pues yo podría ayudarte con ella, podrías interesarle.

—Sí, muchísimas gracias...

Contacté con Coni para contarle lo sucedido, pero su respuesta fue:

—Siempre te lo dije, tarado, con tantas mentiras te va a crecer la nariz como Pinocho.

Por su parte, Lorenzo solo dijo joer, y Carlos me clavó el visto. Lo único que pude hacer fue autoconsolarme, pensando que lograría salir de esta solo.

—Bueno Sebas, me tengo que ir, adiós —Pía se despidió y procedió a desconectarse.

Pasaron los minutos y las horas, pero nada interesante sucedió hasta las seis. A dicha hora, alguien tocó el timbre y yo bajé las escaleras para descolgar el teléfono de la entrada.

—¿Quién es? —pregunté, tras descolgar el telefonillo.

—Soy Michele, la madre de Madelaine, ¿Podrías decirle a tu madre que salga?

—Vale, un momento —me giré y grité—. ¡Mamá, la madre de Madelaine dice que salgas!

Mi madre bajó y de mala gana salió a hablar con ella, con una bata adornada con estampado de perritos.

—Hola, soy Ana —le saludó con cierta cara de asco.

—Buenas, Ana, quería preguntarte si sería posible que pegue aquí un cartel con la cara de mi hija, lleva un día desaparecida y estoy muy preocupada...

—A mí me da igual, lo que tú quieras.

—Y una cosa —dijo, mientras pegaba el cartel—. ¿Ha pasado por tu caja o algo en el Mercadona?

—Yo no he visto a nadie, mi hijo mayor lleva un día desaparecido, también. Papá, por favor, que estén bien... —mi madre puso sus manos juntas, como si estuviera rezando—. Yo ya sé que están bien, mi padre dice que no me preocupe, que están bien. ¿A ti no te habla tu papá desde el cielo ni nada?

—¿Cómo que tu hijo también está desaparecido? —preguntó la madre de la pelirroja exaltada.

—Ayer se fue con el coche azul y aún no ha vuelto, pero ya te digo, mi padre dice que están bien.

—¿Nuestros hijos se conocían? Todo esto es muy extraño, la familia Salazar está buscando a Madelaine por todos lados...

—Pues alguna vez estos han dicho algo de la Madalina esa, pero yo en mi casa no la he visto nunca.

–Perdone —intervine—. No se le da bien pronunciar nombres ingleses, se refiere a Madelaine.

—Ah, pues no sé, ella tampoco me ha hablado nunca de Álvaro... —nos miraba con cierta confusión—. ¿Sebastián, tú sabes algo?

—¿Yo? Que va, solo entré a su habitación a buscarlo y se había llevado todo...

—Deberíamos contarle todo esto a la policía, Ana, ¿Me acompañas a comisaría?

—Sí, vamos porque así yo me quedo más tranquila. Por favor, papá, que no les pase nada —dijo, mirando al cielo.

Yo traté de detener a mi madre y a Michele, pero no sirvió de nada. Fueron a comisaría, le había fallado a Álvaro...

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Sólo disfrútenla, tanto como lo he hecho yo al escribirla... ❤️