Autora: Espero que disfruten tanto de esta historia como yo lo hice al escribirla.
Caminaba apresuradamente por los pasillos de la Universidad a la que acababa de ingresar por lo que tenía que simplemente usar un maldito mapa para poder guiarse en el lugar, y no es que fuera completamente negativo, era simplemente que aquel primer día no había sido como esos que planteaban los libros donde los protagonistas entraban como si fueran los dueños del mundo aún sin ser conocidos en el lugar.
Su día había empezado con el maldito pie izquierdo; los gritos de su sobrina de seis meses habían resonado por toda la casa como si fuera una alarma contra incendios y había logrado despertar a todos en el lugar a las cuatro de la madrugada y no se había quedado en silencio ni bebiendo leche… era como si hubiera estado poseída por alrededor de una hora, todo simplemente porque no tenía su peluche favorito a un lado, cosa que su gloriosa hermana había descubierto demasiado tarde. Había tenido que quedarse despierto porque sabía que si volvía a la cama no se despertaría a tiempo para la escuela, y en el proceso de preparar su desayuno, se topó con que la tostadora no servía y que habían sustituido la gran mayoría de los alimentos de la nevera por papillas para bebé, el agua de la ducha no había calentado así que había tenido un helado baño mañanero y cuando creía que nada podía empeorar, tiró las hojas que le habían dado en la escuela con sus horarios y temarios de las materias que llevaría en un charco que no tenía idea de cómo había salido de repente en la calle cuando no era temporada de lluvias.
No era negativo, simplemente aquel no era su día más brillante…
La primera hora de clases había sido una tortura para su pequeño cuerpo cargado de sueño y en verdad luchaba por mantener los ojos completamente abiertos, pero era como si sus parpados estuvieran cargados de plomo e insistieran en mantenerse abajo.
Pensaba que en las universidades todo era diversión y amigos que pretendían ser completamente interesantes, presumiendo cosas que no tenían y hablando de chicas que simplemente habían creado en sus grandes imaginaciones, pero se dio cuenta de que era todo lo contrario; las personas en ese lugar parecían completamente concentradas en lo que tenían que hacer, como si fueran un completo nivel lejano al que él algún día sería.
Sus ojos azules se pasearon por el aula mientras su maestro hablaba lenta y pausadamente, explicando el proceso administrativo que era lo que estudiarían por ese periodo escolar. Parecía que sus palabras eran una insoportable canción de cuna, ya que Louis pudo notar al rubio que estaba sentado en la fila de enfrente dormido sobre sus apuntes, que más bien tenían forma de un dragón drogado.
Los niveles de aburrimiento, sueño y cansancio estaban a un 100% en su cuerpo y cuando estuvo a punto de soltar un cansado bostezo, simplemente saltó en su asiento al escuchar el sonido insistente de su móvil que logró despertar al rubio durmiente y que había llamado la atención de todos y cada uno de sus nuevos compañeros que no conocía, como si estuvieran esperando a que contestara y tuviera una conversación frente a ellos que fuera más divertida que esa clase.
- Puede contestar fuera – anunció el maestro, sacándolo de sus pensamientos.
Asintió rápidamente y como si fuera la puerta al paraíso, atravesó la puerta del salón para aparecer en el desierto pasillo.
Miró la pantalla de su móvil que extrañamente seguía insistiendo en que lo contestara y no pudo distinguir aquel número ya que no se encontraba en su registro.
- ¿Sí? – contestó con el entrecejo fruncido.
- ¿Joven Tomlinson? – preguntó una voz masculina y extraña al otro lado de la línea.
- Soy yo – dijo, inseguro.
- Soy el comandante Stan Jackson – soltó. – Esta mañana hubo un terrible accidente y… lamento ser yo quien le diga esto, pero su hermana y el esposo de su hermana han tenido un accidente esta mañana.
El mundo se detuvo, estaba seguro de que la tierra había parado de girar al igual que las manecillas del reloj. Quería decir algo, pero su corazón latía tan fuertemente que podía sentir sus latidos hasta en sus oídos y garganta.
- ¿Ellos están bien? – logró soltar al fin.
- Todo fue muy rápido y… en verdad lo lamento, pero no pudimos hacer nada al respecto.
¡Mierda!...
Eso realmente tenía que ser una pesadilla, estaba seguro de que no existían días tan malos como aquel, siempre había algo que los mejoraba cuando algo iba mal y eso a él no le había sucedido, por lo que esperaba que pudiera despertar en ese momento por los gritos desesperados de su pequeña sobrina…
¡Su sobrina!
- ¿Iba… iba una pequeña con ellos? – tragó con dificultad.
- No – escuchó como el aliento del hombre golpeaba con la bocina – acababan de dejarla en la guardería según algunos testigos.
>> Señor Tomlinson, sé que está preocupado, pero no le puedo decir nada. Le esperamos aquí para que reconozca los cuerpos y haga lo pertinente.
El hombre soltó los datos del lugar al que se tenía que dirigir y él asintió débilmente olvidando por un momento que se encontraba completamente solo en un pasillo de la enorme Universidad de Londres.
Cuando la llamada terminó, miró el teléfono por un momento mientras unas pequeñas lágrimas escapaban por sus ojos, permitiéndose ser un poco débil antes de que tuviera que hacer frente a lo que se le estaba presentando en ese momento. Era su primer día de clases y el último a lado de su hermana mayor, Charlotte.
Después de tomar sus cosas y excusándose por tener que retirarse de la clase, se dirigió a el lugar que el comandante había dicho encontrándose con él de frente al llegar. Ahí mismo se encontraba la madre del maldito que se había casado con su hermana y ella no dejó pasar ni un minuto para acercarse y dejarle claro que ella únicamente se haría cargo de los gastos de su hijo.
El proceso de retirar la herencia que sus padres les habían dejado antes de morir -de la maldita misma manera que su hermana como si fuera el destino o una broma de la vida – había sido más rápido de lo que había pensado, por lo que organizar el entierro de su hermana había resultado un poco más sencillo.
Luego de dejar las cosas en orden, se dirigió a la guardería donde le entregaron rápidamente a Lux – su sobrina – y se encaminó con ella a casa para prepararla para el terrible momento aunque internamente daba gracias a que ella a sus seis meses no podía analizar del tono lo que había sucedido.
El entierro de su hermana había sido simplemente con él, su sobrina y ocho amigos que eran cercanos a ella cuando estudiaba la Universidad. Todos se habían acercado a darle sus condolencias, pero eso no era lo que él necesitaba, porque a pesar de que todos y cada uno de ellos habían dicho que todo estaría bien, era consciente de que no sería así. Ellos ni siquiera podían imaginar lo que pasaría ni como se sentía porque no estaban en sus zapatos; simplemente se creaban ideas de lo que podría llegar a ser.
Decir que todo había sido demasiado triste, era poco para la manera en que había pasado.
Cuando el oficial se había acercado a él para narrarle los hechos, sintió que si el esposo de su hermana hubiera quedado vivo, ese oficial no estaría ahí para explicarle los sucesos sino para llevárselo a la cárcel por asesinato.
Matt había intentado golpearla mientras conducía y tenían una discusión… ella se había defendido dándole un golpe en el rostro y él había acelerado sin darse cuenta y de un momento a otro terminaron estrellados en un gran poste con el auto inservible.
Lux se encontraba sentada en la alfombra de la sala de estar de la silenciosa casa jugando con sus llaves como si eso fuera lo más interesante que hubiera visto en su vida, mientras él la observaba desde uno de los sofás con atención.
- Ahora sólo somos tú y yo – le dijo a la pequeña cuando ésta levantó la vista.
Cuando su pequeña sobrina rió, él supo que tenía que trabajar el doble para construirle una vida llena de felicidad a pesar de la enorme ausencia de familia que iba a tener… ahora tenía que ser su padre y madre al mismo tiempo…