Stupid Wife

By luimeliamoments

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¿Te has imaginado casada con alguien que nunca soportaste en la vida? Luisita también lo había imaginado, sin... More

Prólogo.
Capítulo 1. ¿Qué?
Capítulo 2. Volver a la vida.
Capítulo 3. Algunos vídeos.
Capítulo 4. Mi hijo.
Capítulo 5. ¿Un sueño o....?
Capítulo 6. Ella es mi problema.
Capítulo 7. Deseos.
Capítulo 8. Ella me dejará ir.
Capítulo 9. Aniversario.
Capítulo 10. Empezar de nuevo.
Capítulo 11. Siempre que quieras.
Capítulo 12. Ella es increíble.
Capítulo 13. Esposa.
Capítulo 14. Día de nieve.
Capítulo 15. Tentación.
Capítulo 16. Solo un poco de tu corazón.
Capítulo 17. Me gusta cuando me llamas cariño.
Capítulo 18. ¡Esta loca!
Capitulo 19. Clases de conducir.
Capítulo 20. Mi Ame...
Capítulo 21. Something.
Capítulo 22. No me dejes.
Capítulo 23. Todo va a estar bien.
Capítulo 24. Déjame abrazarte.
Capítulo 25. Feliz navidad.
Capítulo 27 - Better than a princess, more than a queen.
Capítulo 28 - Everything.
Capítulo 29 - En mi lugar.
Capítulo 30 - Una oportunidad.
Capítulo 31. Confianza y actitud.
Capítulo 32. ¿Dónde estoy?
Capítulo 33. Esta es mi realidad.
Capítulo 34. Nada supera.
Capítulo 35. Soy tu regalo.
Capítulo 36. Felicidad indefinida.
Capítulo 37. Pequeña estrella.
Capítulo 38. Recuerdos.
Capítulo 39. Destiny.
Epílogo I
Epílogo II
Especial Destiny

Capítulo 26. Todo lo que ella quiera.

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By luimeliamoments

No recuerdo haber tenido una noche de sueño tan maravilloso como esa noche. Amelia se aseguro de llevarnos a la cama después de hacerme el amor. Ella me vistió, dio besos por todo mi cuerpo y luego se acostó a mi lado. También me hizo cariños hasta que me quede dormida.

Con los ojos todavía cerrados, busco a Amelia en la cama, no siento su brazo envolviéndome o su calor. Abro los ojos para confirmar que ella ya no está aquí. Cierro los ojos y suspiro frustrada.

Sería agradable despertar con ella a mi lado, principalmente después de lo de ayer.

Ayer... Fue una mezcla de sentimientos, pero creo que lo que lo hizo perfecto en sí, fue ella. Su cuidado, la ternura al estarme mirando y los besos que me dio, la forma en la que me hizo sentir, tan especial.

Ella mejora cualquier cosa. Es ella, lo sé, siempre será ella.

Oigo la puerta ser abierta y volteo un poco mi cuerpo, veo a Amelia entrar a la habitación con una bandeja de plata en sus manos. Una enorme sonrisa aparece en mis labios, pero frunzo el ceño al verla toda vestida.

- ¿Fuiste a algún lado? - pregunto curiosa.

Ella empuja la puerta con su pie y levanta la cabeza al oír mi voz, Amelia sonríe y camina hacia la cama. Me siento y me recuesto en la cabecera de la cama.

- Fui a comprar una cosa. Dos en realidad - ella dice y pone la bandeja sobre mis piernas - Son para ti - coge un ramo de margaritas que estaba en la esquina de la bandeja y me lo extiende, mi sonrisa regresa a mi rostro, más amplia que antes.

Miro a Amelia sonreír un poco tímida.

- Gracias, son preciosas.

- Y son comestibles - junto mis cejas y me inclino para aspirar el olor de las margaritas. No hay olor de flores, tiene olor a vainilla - Son de vainilla, cariño. Conocí un lugar donde venden flores comestibles, pensé que te gustaría.

- ¿Comestibles? Qué bueno - tomo un poco y coloco en mi boca y cierro los ojos, respirando profundo - Hmmm, mi Dios - abro los ojos, Amelia me está mirando curiosa por saber si lo apruebo o no.

Es simplemente maravilloso. Es casi como tener un pedazo de cielo en mi boca. Simplemente maravilloso.

- ¿Y entonces?

- Es increíble. En serio, tienes que probarlo - tomo otro poco y Amelia abre la boca para que lo ponga, justo antes de que retire los dedos de su boca, ella muerde la punta de uno y chupa rápidamente. Saco mi mano hacia atrás, escuchando su risa - ¿Te gusta?

- Mucho. La pregunta es si a ti te gustan de verdad.

- Me encantan - muerdo otro pedazo. Es curioso estar comiendo flores.

- Toma tu desayuno, me lavare las manos y regreso.

Sólo asiento, Amelia se levanta de la cama y va hacia el baño. Dejo las margaritas a un lado y miro la bandeja. Todo parece delicioso. Bebo un poco de chocolate caliente, y tomo un pedazo de pan que está allí.

Unos minutos después Amelia sale del baño, ahora está sin pantalón y la chaqueta. Casi me asfixio con el pedazo de pan al ver sus piernas libres de cualquier ropa, ella está vestida con una blusa azul, los primeros botones están abiertos.

Joder, ¿qué clase de brujería me atrae hacia ella?

- ¿Qué pasa? - ella pregunta con curiosidad al notar mi mirada en ella. Balanceo la cabeza, mi rostro se calienta un poco.

- Nada, no es nada.

Amelia me mira desconfiada durante unos segundos, pero luego sonríe y se encoge de hombros. Suspiro, observándola discretamente, o no tan discretamente así. Ella tiene una hermosa sonrisa en sus labios, me siento bien al verla sonreír de esa manera otra vez después de esas semanas oscuras que pasaron. Es bueno tenerla de vuelta poco a poco.

Es bueno saber que tengo una parte de culpa por su felicidad.

//

El almuerzo fue aún más emocionante que ayer. Amelia parece cada vez mejor, incluso jugó con los niños. Tengo que decir, verla jugando con nuestros sobrinos y nuestro hijo, fue increíble.

Amelia es genial con los niños, además de ser una madre perfecta. No hace falta decir lo increíble que es como mi esposa, ¿verdad?

Después de todo, ¿cuántas personas soportarían y aceptarían estar al lado de alguien que no recuerda amarla?

Alguien que sólo sabía ser ruda y la maltrataba. Alguien que la lastimaba, y la hacía sentir como si fuera nada.

¿Cuántas personas renunciarían a su propia felicidad por la felicidad de otra persona?

¿Cuántas personas te colocarían primera independiente de todo?

¿Quién podría amarte hasta el punto de elegir sufrir un infierno a tu lado que vivir sin ti?

Incluso si eres una idiota completa. Una mala esposa. Una esposa estúpida.

¿Por qué ella no se dio por vencida?

- ¿Cariño? Vamos a empezar el intercambio de regalos, ¿no vienes?

Miro hacia atrás al oír su voz, Amelia está parada mirándome. Una sonrisa en su rostro, las manos en su cintura. ¿Será que existe alguna forma de no ser tan linda sin esfuerzo?

- Sí, sí... Es que... estaba pensando.

- ¿Algo importante? - se acerca a donde estoy, sus brazos se apoderan de mi cintura.

Me abraza con fuerza y pega nuestros cuerpos. Casi pierdo la línea de pensamiento al tenerla tan cerca de mí.

- Un poco. Estaba pensando en nuestras vidas - me encojo de hombros y coloco mis brazos alrededor de su cuello - En nosotras. Todo esto que ha sucedido, ¿sabes?

- ¿Tú estás feliz?

- Mucho - respondo sin vacilar y veo sus ojos brillar, Amelia parece contenta de oírme tan segura.

Sólo fui sincera, no recuerdo haber tenido otro momento tan feliz como el que estoy viviendo ahora.

- Entonces, eso es lo que importa.

Acercamos nuestros rostros y tomo sus labios con los míos, primero los muevo con delicadeza pero Amelia no parecía feliz y pronto encuentra una manera de meter su lengua dentro de mi boca. Suspiro, mis dedos apretando el cuello de su blusa con mangas largas que está usando. Sus manos presionan mi espalda, mi cadera choca con la suya de una manera agradable que me hace jadear cada vez que hago mayor presión. Amelia chupa mi labio superior con calma, después hace lo mismo con el inferior, solo que con más fuerza.

- Creo que me puse cachonda - confieso sin vergüenza alguna.

- Creo que me pasó lo mismo - nos alejamos rápidamente cuando oímos esa voz - Madre mía, eso fue caliente, ¿cierto, Natalia? - Marina, cuando no ella.

- Mucho. Deberíamos haberlas filmado y ponerlo en un sitio pornográfico.

- ¿Has visto como la tiene pegada? Creo que me volveré lesbiana.

- Me parece que te voy a acompañar en eso.

- ¡Ustedes dos, paren con esa mierda! - Amelia gruñe al notal lo avergonzada que estoy por la situación y los juegos de aquellas dos. Marina y Natalia ríen, mi esposa se voltea frente a ellas, como si pudiera protegerme de ese par - ¿Qué vinieron hacer aquí?

- Verlas casi comiéndose con certeza no era, eso te lo puedo garantizar - dice Marina.

- A pesar de que fue excitante ver eso, hasta tengo calor.

- ¡Natalia! - Amelia gruñe.

- Muy bien, Amelia. Vamos Marina, dejemos a estas dos tirando de las telas de sus arañas. Sólo por favor, disfruten rápido, ¿ok?

Suelto un gruñido de vergüenza y entierro la cara en la espalda de Amelia. Las risas de Marina y Natalia se escuchan por toda la habitación. Oigo a Amelia resoplar enojada, después se da la vuelta y me abraza. Un beso es depositado en mi frente, ella acaricia mi cabello con cariño. Me siento mejor en sus brazos, recibiendo caricias de ella.

- ¿Vamos a intercambiar nuestros regalos? - se aleja un poco de mí y me acaricia la cara con los pulgares - No hagas caso a lo que aquellas dos hablan, ¿de acuerdo? Y prepárate, ellas probablemente deben haberle contado diversas historias a nuestros amigos.

- Oh no.

Amelia sonríe y después toma mi mano, llevándome de vuelta a la sala.

Allá vamos.

//

Cuando llegamos a la sala donde están nuestras familias y amigos, notamos algunas miradas y oímos algunas risas y susurros. Amelia estaba en lo cierto, parecen hacer siempre lo mismo.

Como los sofás y sillones están ocupados, Amelia me ofrece su regazo para que me siente. Ella está sentada en el suelo junto a Louis y me tira para que me siente en su regazo, de lado.

Todos comienzan poco a poco a hacer pequeños discursos e intercambiar sus regalos, parece una especie de juego de amigo secreto. Es divertido, los niños son los que más están disfrutando, ya que ganaban más regalos hasta ahora.

Observo a Marina tomar una caja azul oscura debajo del árbol, una enorme sonrisa en su rostro. Ella camina hasta estar delante de Ian, él sonríe para ella y se levanta.

- No voy a alargarme mucho como la primera vez, sólo espero que te guste tu regalo, amor. Te quiero.

- Estoy curioso - dice brincando, causando risas de todos. Marina parece un tanto nerviosa y se mueve sin parar la cremallera del enorme abrigo que está vistiendo - Hay un sobre aquí... - el rompe el sobre y lo abre - "Falta poco, estamos en 80%" - lee en voz alta y mira a Marina sin comprender.

Ella se quita el abrigo, Ian la observa sin comprender, así como muchos. Excepto yo, ya sé lo que hará. Mi mejor amiga termina de quitarse el abrigo, toma la mano derecha de Ian y la pone sobre su vientre. La mandíbula de Ian cayó.

- Tu regalo está en camino, mi vida. Felicidades, papá.

- ¿Tú...? ¿En serio? - sus ojos se amplían, Marina asiente con la cabeza frenéticamente y él pone la caja en el sofá - ¡Oh, Dios! Te quiero, te quiero - dice emocionado, toma su rostro y la besa.

Pronto la sala estalla en gritos y aplausos, nuestros amigos y familiares celebran la noticia. Sonrío abiertamente mirando cómo los dos se susurran entre sí por un lado, sigo aplaudiendo.

Estoy orgullosa de la familia de mi mejor amiga. Los padres de Ian y Amelia se levantan para abrazar a Marina y felicitarla.

Amelia... Finalmente recuerdo su presencia por debajo de mí, la miro y la veo observar todo aquello emocionada.

- Hey, ¿todo bien? - ella respira profundo y desvía su atención a mí. Sus ojos tienen lágrimas - ¿Amelia?

- Está todo bien... Yo sólo... - engulle en seco y asiente con la cabeza, tiro de ella para poner su cabeza en mi pecho y acariciar sus rizos - Esos seríamos tú y yo también, ese sería tu regalo de Navidad. Lo tenía todo planeado.

- Amelia, no...

- Está todo bien - repite, la siento aspirar el olor de mi cuello y esconde su rostro entre el hueco del cuello y hombro - Estoy comenzando a acostumbrarme a eso.

- Amor, yo...

- Es tan bueno escucharte llamarme así de nuevo, especialmente con ese gesto afectuoso.

- ¿Sí?

Ella asiente con la cabeza y me inclino para besarla. Amelia pasa sus brazos por mi cintura y me tira más cerca. Agarro sus rizos, besándola con cariño acaricio su cuero cabelludo. Amelia suspira en mi boca, nuestras lenguas se tocan lentamente, acariciándose mutuamente. Nuestra respiración se funde, ambas un poco inestables.

- Hay niños en la sala, ¿lo saben? - la voz de Marisol me hace saltar en el regazo de Amelia. Suelto sus rizos, la miro con su cara un poco roja, sus ojos oscuros y labios muy rojos. A diferencia de mí, ella está sonriendo - No estoy agradecida a tener que ser testigo de este tipo de cosas.

Los demás en la sala comienzan a reírse de la indignación de mi hermana menor, incluso Amelia comienza a reír. Reviro los ojos, completamente avergonzada. Amelia evita que mire hacia atrás y me envuelve en sus brazos, como si me protegiera de las miradas que con seguridad estaban sobre nosotras.

- Déjenlas y regresemos a los regalos - oigo la voz de mi padre, aunque es notable saber que está sonriendo por su tono de voz.

Me ajusto mejor en el regazo de Amelia, ella besa mi cabeza y así nos quedamos, hasta que todos han recibido sus regalos.

Conforme pasan las horas, poco a poco nuestros amigos se despiden y la casa comienza a estar sola. Estoy con Marisol y María en la cocina, estamos hablando. Amelia desapareció con Marina y Natalia, ya que Ignacio, Carlos e Ian salieron con los niños a algún lugar. De acuerdo con ellos, irían a comer helado. Mis padres y los padres de Amelia están bebiendo vino y es posible oír sus risas.

Me alegro de que todos se lleven bien.

- Tú piel parece más bonita, y tu cabello parece más brilloso - miro a María, que me examina con curiosidad - ¿Qué estás haciendo? ¿Tú esposa te llevo a algún spa?

- Ciertamente debe haberla llevado, a un spa particular desde del cuarto - Marisol dice riendo y María la acompaña. Siento mis oídos calentarse - ¿Crees que no nos damos cuenta por la forma en como se miran? No sé como mi cuñada aguanto tanto para no follarte en la sala delante de todos.

- ¿Cómo es... ¿De qué están hablando? - pregunto tartamudeando.

- Hermanita, no trates de engañarnos - María apoya los codos sobre la mesa y se inclina hacia adelante - ¿Cuándo tuvieron sexo?

- No lo hicimos...

- Ay Luisi, Luisi, Luisi.. Tú subestimas a tus hermanas.

- Esperen las dos - las señalo con las manos - En primera, no debo hablarles de mi vida sexual con mi esposa - ellas presionan sus labios para no reírse, pongo los ojos - Segundo... ¿cómo fue que... cómo llegaron a esa conclusión?

- Luisita, por favor. No tengo cinco años - Marisol dice irónica y cruza los brazos, reclinándose en la silla - Además, sé lo que es el sexo desde los doce años.

Me quede boquiabierta. Ella tiene razón, no es ninguna niña. Pero ¿qué puedo hacer? Si tan sólo la recuerdo como una niña pequeña y linda. No es mi culpa que me perdí su pubertad.

- Bien, ahora dinos cuando tuvieron sexo. Hasta nuestros hijos notaron la tensión sexual entre las dos.

- Mery, no quiero hablar de eso.

- ¿Fue malo? ¿Amelia no logro hacerte gozar?

- ¡Marisol! - fusilo a mi hermana con la mirada. Ella se ríe y la tarada de María la acompaña - No estuvo mal, ¿de acuerdo? Ella me hizo correrme dos veces si te deja más feliz.

- Pasaron la noche de Navidad follando, pervertidas.

- Muy bien, me rindo de hablar con ustedes dos.

Empujo mi silla hacia atrás y me levanto de la mesa. Oigo a mis hermanas llamándome mientras se ríen. Taradas. ¿Por qué tienen que ser tan idiotas?

Paso por la sala y veo a mis padres y mis suegros riendo de algo, mamá me mira y sonríe, levantado su copa de vino. Asiento hacia ella y voy en dirección a las escaleras. Una vez que llego al segundo piso, escucho a Amelia reír, ella parece pedirle ayuda a Natalia mientras que no puede parar de reír.

- Cuenta, cuenta, cuenta pronto - abro la puerta y me encuentro con Marina sentada sobre las piernas de Amelia, haciéndole cosquillas a mi esposa, que trataba de soltarse. Su rostro está rojo, y esa risa de bebé resuena por toda la habitación - ¿No me vas a decir? Voy a seguir haciéndolo hasta que te hagas pis en los pantalones.

- ¡Natalia! - Amelia llama a su mejor amiga, veo a la pelirroja de pie a pocos metros de las dos, ella se ríe y graba aquello con su móvil - ¡Para c-con esto, Marina! Ayu-ayuda.

- Marina, suéltala - pido a mi amiga cuando me acerco a las dos, Marina niega con la cabeza y continua con las cosquillas - ¡Marina Crespo Ledesma, suelta a mi mujer!

- Eres una aburrida - ella murmura, detiene las cosquillas y se quita de encima de Amelia. Mi esposa busca aire, Marina le toma sus manos y la ayuda a levantarse - Salvada por la campana, culo blanco.

- Te odio - Amelia murmura todavía un poco sofocada, tiro de ella hacía mí y le arreglo un poco sus rizos desordenado.

- Tú no odias nada, me quieres y mucho - Marina dice convencida, Amelia pone los ojos y endereza su camisa - Si hubieras cooperado conmigo, nada de esto hubiera pasado.

- ¿Cooperar con qué?

- Marina y yo queremos saber cómo fue el sexo entre ustedes - dice Natalia.

Abro los ojos totalmente sorprendida.

- ¿Por qué todo el mundo decidió preguntar eso hoy?

- Tal vez porque la tensión sexual entre ustedes dos ha despertado curiosidades.

- Y no son nada discretas para mostrar que tuvieron sexo - Natalia completa lo que dice Marina y las dos sonríen. Miro a Amelia, que está tan o incluso más tímida que yo.

- Todos ustedes son unos sinvergüenzas - dice Amelia.

- Bien, no fuimos nosotras las que pasamos la noche de navidad follando. Inclusive, no saben lo celosa que estoy de las dos.

- ¡Marina! - Amelia y yo gritamos al mismo tiempo, mi mejor amiga se encoge de hombros y sonríe maliciosamente. Reviro los ojos y tiro de Amelia para salir de aquel cuarto.

No tengo que vivir con estas personas locas. ¿Por qué todo el mundo quiere saber sobre mi vida sexual con Amelia? Porque, nuestra vida sexual comenzó casi ahora.

Es decir... En mi cabeza sí.

//

Termino de vestirme con una blusa de Amelia, es de una banda. Una camisa negra con un The 1975 escrito en la parte de enfrente y atrás una foto estampada de la banda. Me tumbo en la cama y apago la lámpara del lado de mi cama. Sólo cuando me despedí de todos note lo cansada que estaba, tal vez por no haber dormido mucho durante la noche pasada.

Amelia está poniendo a Louis a dormir, cuando Ian lo trajo de vuelta, él estaba casi dormido en sus brazos. Me cubro y cierro los ojos, poco después escucho la puerta ser abierta.

- ¿Él se durmió? - pregunto al verla entrar.

- Tenía demasiado sueño - Amelia se arrodilla de mi lado de la cama, sonrío para ella y después siento sus labios sobre los míos - Voy a tomar una ducha y regreso.

Asiento con la cabeza, ella me da un beso en la punta de la nariz y después se levanta. Cierro los ojos y trato de dormir, cuando estoy casi dormida, siento el colchón hundirse un poco tras de mí. El olor del jabón invade el ambiente, la habitación está toda oscura. Su brazo envuelve mi cintura y Amelia me tira cerca de ella. La siento inhalar el olor de mi pelo y luego depositar un beso en mi hombro.

- ¿Estás dormida? - ella susurra suavemente, si su boca no estuviera tan cerca de mi oído probablemente no habría oído.

- Casi - susurro de vuelta, Amelia suspira y su brazo me sostiene con un poco más de fuerza.

- Sólo quería desearte buenas noches.

Giro la cabeza hacia atrás, consiguiendo estar a milímetros de su boca. Amelia sonríe en mis labios y los sella, comenzando un beso tranquilo.

- Buenas noches, Ame.

- Luisi, ¿puedo llevarte a una cita mañana? - pregunta de repente.

- ¿Quieres llevarme a una cita?

- Quiero.

- Está bien, iré a una cita contigo mañana - ni siquiera lo dudo.

- Genial - la emoción en su voz es casi infantil, sonrío al verla de esa manera - Buenas noches cariño.

Si es para verla feliz... Hare todo lo que quiera.

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