Réquiem por Trujillo

By mildemonios

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Han pasado muchos años desde que los muertos regresaron a la vida para alimentarse de los vivos. Algunas com... More

1. Ángelo: Toque de queda
2. Stefanie: Debajo de la tierra
3. Cristian: Una noche tranquila
4. Todos: Los últimos días
5. Angelo: Presentaciones
6. Stephanie: Primera vez afuera
7. Cristian: Problemas en el camino
8. Teresa: Parada en el camino
9. Daniel: La vida en el centro comercial
10. Stephanie: Primera vez frente al mar
11. Cristian: Noche en altamar
13. Al agua patos
14. Stephanie: Arribo a la playa
15. Cristian: Un nuevo mundo

12. Negociaciones frente a Cao

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By mildemonios

Los sueños que Teresa tenía cuando se podía dar el lujo de soñar eran demasiado profundos para ser analizados. Otros soñaban con cosas que habían pasado o cosas que les gustarían que sucedan o con ellos mismos volando o tonterías como ésas. Los sueños de Teresa eran en serio. Eran expresiones surrealistas de algo que ella no comprendía y ni tenía ningún interés en desmenuzar. Estaba segura de que si algún día hablaba con un sicólogo o alguien especializado en subconscientes, podría descubrir algo interesante. No obstante, por el momento consideraba que no tenía las herramientas necesarias para poder llegar al fondo de nada, por lo que simplemente no lo intentaba. Lo consideraba una pérdida de tiempo.

Eso no quería decir que no soñara y que no estuviera confundida cuando era despertada abruptamente. Esa mañana en el bote fue ése el caso. Daniel la despertó poniéndole la mano en el hombro, lo que la llevó a instintivamente poner una mano en el mango de su pistola, pero no desenfundarla.

"Tenemos problemas", le dijo él.

Ella se intentó estirar, pero de inmediato recordó en dónde estaba. Se paró con cuidado sobre el bote, que se movía de un lado a otro y se estiró hacia arriba. Luego se mojó la cara con agua del mar -que de todas maneras había en abundancia a su alrededor- y se sentó nuevamente para mirar a sus acompañantes. Daniel estaba a su costado inexpresivo como de costumbre. Steph, Naomi y Cristian estaban al medio, con caras de preocupación. Eso no era nada nuevo tampoco. Leandro parecía estar algo preocupado también. Eso sí la alertó, porque las veces que había tratado con el pescador, éste siempre había mantenido la calma.

Entonces se volteó hacia la costa, que era lo que Daniel le estaba indicando. Entendió de inmediato el problema.

A lo lejos podía ver las olas del mar golpeando una playa, detrás de la cual podía verse una línea de casas rectangulares. Lamentablemente, a lo largo de la playa había una fuerte concentración de muertos vivientes, gruñendo y empujándose unos a otros.

"Hacía un buen tiempo que no veía tantos apestosos juntos", comentó Teresa mientras sacaba de su mochila sus binoculares. "Están ahí parados y no se mueven. Extraño"

"Los hemos estado observando desde que salió el sol", Daniel estaba sentado. "No se han movido. Están ahí ¿Qué hacemos?"

"No podemos esperar mucho", intervino Leandro. "No tenemos comida. Ni siquiera tenemos agua. Podría pescar un poco, pero eso no nos va a mantener mucho tiempo"

"Cada hora que pasa, tenemos menos probabilidad de sobrevivir", complementó Teresa. "Si vamos a hacer algo, necesitamos estar con fuerza y descansados. Éste es el momento de hacerlo"

"El asunto es qué es lo que vamos a hacer", Cristian dijo tímidamente desde su sitio. "¿Qué opciones tenemos? ¿Regresar? ¿Buscar otro muelle? ¿Quizás podamos ir a ese muelle en el que vivía esa gente? El de los niños"

"No, ellos son bien cerrados", respondió Leandro. "Ni siquiera a mí, que paso por ahí seguido y me saludan de lejos, me han dejado entrar a visitarlos o a comerciar"

"Y la corriente está en nuestra contra, si queremos regresar hacia el sur", añadió Daniel.

"¿Y más al norte?", preguntó Steph. "Si seguimos hacia el norte. ¿Hay algo?"

"Hm", Teresa bajó los binoculares y se volteó hacia Daniel. "Podríamos ir al Brujo. ¿Tú qué dices?"

Daniel hizo una mueca y negó con la cabeza.

"¿El Brujo?", preguntó Naomi aferrada a su madre. "¿Hay un brujo?"

"No, no hay ningún brujo", le respondió Daniel. "Es una colonia más al norte. Se llama El Brujo por unos restos arqueológicos. Pero están demasiado militarizados. Sería un lugar seguro al cual llegar, pero ustedes no van a querer vivir ahí. Tienen un caudillo al mando que no van a querer conocer por el momento. Sobre todo ustedes dos", señaló a Steph y a su hija. "No, Teresa. Tiene que ser Cao. Y tiene que ser pronto"

"De acuerdo", Teresa asintió y levantó los binoculares nuevamente. "Pensemos cómo"

Después de unos segundos de seguir analizando la situación con sus binoculares, Teresa se los entregó a Daniel.

"Mira la torre", le dijo y después se agachó a buscar algo en su mochila. Sacó un aparato pequeño y cilíndrico que emitía una luz roja. Era como una linterna pequeña, pero no lanzaba un haz de luz, sino un punto rojo.

Teresa empezó a prender y apagar el puntero rojo a un ritmo que no era constante. Lo prendía y lo apagaba rápidamente por momentos y después con mayores intervalos y a veces rápido y con intervalos. Daniel se quedó mirando con los binoculares hasta que comenzó a hablar con lentitud. Todos los demás lo escuchaban sin dejar de mirar a la torre, de la que Teresa había hablado.

"Piden confirmar", dijo Daniel. "Que somos nosotros dos, el pescador, dos adultos y un niño. Una pareja y un niño"

"¿Cómo se están comunicando?", preguntó Steph en voz baja. Cristian le respondió.

"Clave morse. Mira. En esa torre hay una luz roja que se prende y se apaga. Es clave morse. Y Teresa les está respondiendo usando también clave morse. Estamos salvados", el programador sonreía.

"Yo no estaría tan seguro", intervino Daniel sin dejar de mirar por los binoculares. "Vamos a tener que negociar un poco. Cristian está despertando mucho interés. Un programador les parece útil. Steph no tanto, aunque Naomi sí. Niños son el futuro. Aquí en Cao tienen incluso un colegio y una guardería. Invierten en su futuro. Les faltan niños. Teresa y yo también somos de su interés. Nos han visto en acción y saben que servimos. Steph es el problema"

"¿Yo?", preguntó ella levantando las cejas. "Pero... ¿Cuál es el problema?"

"Que no eres útil", respondió Daniel sin dorar la píldora. "Lo siento, pero administradores no son particularmente glamorosos estos días. Y cualquiera puede limpiar una cañería. No tienes habilidades ni talentos que les parezcan negociables. Así que vamos a tener que mover un poco las fichas"

Daniel bajó los binoculares y se paró junto a Teresa, quien seguía emitiendo mensajes con su puntero láser.

"Diles que son una familia", le dijo Daniel de manera casual. "Diles que Steph y Cristian están casados y que Naomi es hija de ambos"

Cristian y Steph se miraron entre ellos. Luego miraron a Naomi, que no parecía entender lo que estaba pasando, pero seguía sujeta a su madre.

"Eh... No entiendo", habló tímidamente Cristian. "¿Vamos a tener que fingir que somos esposos?"

"¿Tienes un problema con eso?", preguntó Daniel levantando los binoculares y poniéndoselos en los ojos otra vez. "¿Tienes una novia que se va a poner celosa, acaso?"

Cristian negó con la cabeza.

"Entonces no hay problema", comentó Daniel y luego se volteó hacia Teresa. "Diles que parte del trato es que nosotros dos nos quedaremos con ellos un mes, mientras nos reorganizamos. Durante ese mes podemos colaborar con ellos. Seguramente necesitan ayuda con sus defensas"

Teresa siguió transmitiendo con su puntero rojo.

"Un momento", dijo Steph de pronto. "¿Así nada más se ha decidido que mi hija tendrá un padre? ¿Sin consultarme?"

"¿No crees que es importante para todo niño tener ambos padre y madre?", le preguntó Daniel volviendo a mirar por los binoculares y sin prestarle realmente atención.

"Bueno, sí, pero..."

"Genial, entonces", le interrumpió Daniel. Ella no dijo nada más.

Leandro observaba todo con particular tranquilidad. Estaba echado en la proa de su bote, descansando. Tenía los ojos abiertos y miraba al cielo. Tenía una sonrisa en la cara que a Cristian le preocupaba. Era como si supiera más de lo que estuviese diciendo.

No obstante, estaba tranquilo y relajado. Eso debía ser buena señal, concluyó Cristian.

"Listo, han aceptado", dijo Daniel bajando los binoculares. "Podremos desembarcar"

Teresa guardó el puntero en un bolsillo de su chaleco. Daniel bajó los binoculares y suspiró. Se volteó hacia Leandro. Éste se estiró y luego se sentó. Se protegió los ojos para mirar a Teresa y a Daniel a contraluz. El sol ya estaba comenzando a brillar fuertemente.

"Pero, ¿cómo vamos a desembarcar en esa masa de zombis?", preguntó Steph.

"Qué suerte que somos apenas seis personas", dijo de pronto la pequeña Naomi. "Si fuéramos más, este bote estaría lleno de gente y se hundiría"

Steph frunció el ceño y se dirigió a Daniel.

"¿Es suerte que seamos seis personas?", preguntó. "Cuando nos acompañaba aun esa familia que abandonamos en la ciudad, ¿éramos demasiado para sus planes?"

Daniel levantó de nuevo los binoculares y miró por ellos a la playa.

"¿Estás sugiriendo que Teresa y yo decidimos que éramos demasiados y que cargando con tanta gente no teníamos posibilidades de llegar hasta aquí y que por eso buscamos cualquier excusa para deshacernos de Angelo y su hermana y sus dos sobrinos?", Daniel habló mientras miraba a lo lejos. "Eso implicaría que Teresa y yo somos bastante maquiavélicos, ¿no crees?"

"Además de insensibles", añadió Teresa mientras se sentaba y buscaba en su mochila.

"Fríos y calculadores", complementó Daniel. "¿Nos estás acusando de todo eso, Steph?"

Ella dudó y consideró que no era prudente insistir. Además, su mente aun estaba procesando el anuncio de que este programador que acababa de conocer el día anterior sería su esposo y el padre de su hija por lo que le quedaba de vida natural.

"Si ya superamos eso, quizás podamos discutir lo que tenemos que hacer a continuación para sobrevivir las próximas tres horas", dijo Teresa sacando artefactos y cosas que Steph no llegaba a reconocer. "Tenemos que pasar por esa masa de zombis hasta el refugio que la gente de Cao tiene ahí detrás. ¿Pueden ver esas casas que están justo detrás de la playa? Esa línea de casas. ¿La ven? Cada cuadra es una casa, dentro de la cual pueden vivir varias familias. Las casas son bien sólidas y están bien resguardadas. Sus paredes son gruesas y sus puertas y ventanas están reforzadas. Cualquiera de esas casas es segura. Lo que necesitamos es llegar a una de ellas y podremos descansar"

"Las casas de Cao están conectadas por el aire", continuó Daniel sentándose junto a Teresa. "Tienen unos puentes que pasan de casa a casa. Así se comunican y a la vez se mantienen a salvo de los apestosos. Los puentes son de madera y se pueden poner y sacar. Así, si en una casa alguien se infecta y contagia a todos, las demás casas la aíslan y listo, el mal no se propaga. Es un sistema ingenioso. A la vez, Cao es una comunidad muy unida. Tienen labores distribuidas que los mantienen vivos. En algunas de esas casas crían pollos, en otra lavan la ropa, en otra dictan clases a los pequeños. Es un sistema que funciona. Y han aceptado que ustedes tres se incorporen. Espero que entiendan la inmensa suerte que tienen de eso"

"Pero antes tenemos que pasar esa masa de apestosos que está en la playa", insistió Teresa.

"Leandro", Daniel se volteó hacia el pescador. "¿Quieres venir con nosotros?"

"Creo que no tengo otra opción, amigo", le respondió. "Voy a tener que ir a Cao y pedir que me tengan ahí por unos días, ¿no? Después regresaré a lo mío"

"Bien", Daniel se paró y buscó con los binoculares algo. "Este bote es muy grande para acercarse demasiado a la costa. Vamos a tener que dejarlo aquí anclado. También vamos a tener que dejar la mayoría de las cosas aquí. Ya luego podremos volver por ellas con mayor calma. Por el momento, solo iremos nosotros y lo que nos sirva para atravesar esa horda. Lleven solamente lo que pueda ser usado como arma. Llevan todas las que puedan, porque es bastante probable que necesiten más de una"

"Cao no tiene guerreros. Tiene unos cuantos civiles que nos van a intentar ayudar, pero no tienen entrenamiento. No van a ser muy útiles", siguió Teresa. "Así que no se confíen. Esto depende de nosotros seis"

"Pero... Nosotros tres no somos guerreros", dijo Cristian.

"Esperemos que nosotros dos seamos suficientes", comentó Teresa. "Ahora escuchen bien. Esto es lo que vamos a hacer"

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