Dark Sides | Min Yoongi [EDIT...

By Cariitofv

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A Chloe jamás le había llamado la atención algún muchacho de Wells. Pero algo extraño sucedía dentro de sí mi... More

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FINAL
Segunda temporada.

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By Cariitofv


Era jueves, el día era completamente terrorífico. Las gotas de lluvias caían insaciablemente sobre el asfalto y el techo de la casa. Incluso aunque nuestro hogar fuera sólido era imposible no escuchar el ruido de las gotas cayendo con fuerza. Los relámpagos sonaban peor aún, el viento estaba empujando con fuerza las hojas de los empinados y los membrillos, estaba sorprendida de que no hubiera habido una tormenta. El cielo era grisáceo y las nubes estaban adheridas la una a la otra haciendo que ni si quiera un pedazo de cielo quedase al descubierto. Las luces de las calles estaban perdiendo su brillo y titubeaban como si algún cable electrónico fuese a salpicar. Estaba segura de que si cualquier pájaro se colocara en los cables quedarían como un pavo listo para hornear.
Eran alrededor de las seis de la tarde y pareciera como si fuesen las dos de la madrugada. Mamá estaba en el sofá tronándose los dedos con preocupación.

-Dios Chloe, ¿Qué pasa si le ha ocurrido algo?

Ella hablaba de papá. Había salido hace más de dos horas en su coche para ver si no había ninguna persona en peligro o algún vagabundo votado por la calle pasando frío o exponiéndose a ser atacado por un relámpago.

El trabajo de papá era mantener seguros a todos los inmigrantes a salvo. Era su deber como el jefe oficial de la policía.

-No te preocupes, mamá. Él estará seguro. Es su trabajo proteger a todos. -me enorgullecía enormemente de él, puesto que siempre veía por todos los demás. No era individualista, él prefería proteger primero la vida de un completo extraño que la suya propia. Y eso era realmente preocupante.
-¡Ya lo sé! Y lo odio. -ella dejó caer sus hombros y se encorvó-, Odio el hecho de que algún día a él le pueda ocurrir algo por ver la seguridad de los otros en vez de a él mismo.

Seguramente le hubiera dicho que lo llamara pero era obvio que no había señal por ningún lado. Debido a que los relámpagos estaban comenzando a dar corte circuito por todo el barrio.

-Papá pronto estará acá, mamá. No te preocupes. -apoyé una mano en el cabello caoba de mi madre y lo acaricié, ella se relajó y entonces cerró los ojos-. Estás muy tensa, deberías ir a la clínica.
-O a un spa. -concedió conmigo.
-Probablemente. Pero enserio tienes que ir a verte, te puede dar una crisis de pánico en cualquier momento y tendrás eso que le sucedió al Señor Cole.
-¿Paraplejía?
-Eso.
-Cielo, eso es bastante melodramático. -se rió ligeramente pero sabía que aún estaba inquieta-. Dios espero que ahora mismo...

Antes de que pudiera seguir hablando papá ya estaba de regreso cubierto en agua y estaba tan sucio como si se hubiera revolcado en un charco de lodo. Se quitó el sombrero y la chaqueta y antes de avanzar a la alfombra azafrán se quitó los zapatos estropeados en barro. Mamá salió corriendo a sus brazos y lo besó por todos lados.

Papá se rió al igual que yo.

-Tranquila amor. Solo fueron unas horas. Y te estoy ensuciando por completo. -mamá le dio un último beso en la boca antes de alejarse y verse manchada en lodo. Hizo un sonido con la boca, suponía que haría eso ya que ella era una snob.

Papá carcajeó.

-Te lo dije. -se encogió de hombros inocente, mamá lo asesinó con la mirada pero volvió a besarlo.
-No vuelvas a salir de aquí. No hasta que acaben los relámpagos y el viento. -se limpió la camiseta con una servilleta que reposaba en la mesa de centro.
-No lo haré. Está todo bajo orden. He desconectado los cables inalámbricos para que nadie se plantee a hacer electrocutado, por lo tanto todo se mantendrá oscuro hasta que todo esto acabe. Y presiento que será a la medianoche.

-¡Eso es mucho! ¡Debo hacer mi tarea de Álgebra! -mediogrité.
-Puedes encender una vela. -propuso encogiéndose de hombros. Suspiré.
-¿Y bien? ¿Nadie estaba muriéndose allá afuera?-mamá soltó un comentario sarcástico. Papá entreabrió la boca mirándome.
-Sí. Ahora que lo recuerdo. ¿Recuerdas ese chico que tú me hablaste la semana pasada? -yo me sonrojé furtivamente, pero asentí con la cabeza.
-Claro, Min Yoongi.
-Sí, él.
-¿Qué ocurre? -pregunté con el corazón latiendo fuertemente. Un presentimiento extrañó se apoderó de mi pecho-. ¿Sucedió algo malo?
-No, no. Tranquila. Sólo que lo encontré caminando bajo la lluvia solo. No se veía para nada con miedo de que un rayo pudiera caerle en la cabeza y matarlo. Él caminaba como si estuviese haciéndolo en un pulcro pasto lleno de orquídeas. Le ofrecí llevarlo a casa pero se negó. Le volví a insistir hasta que él me gritó insolentemente un ''¡No!'' con prepotencia y se desapareció más rápido que un rayo. Lo seguí y pues estuvo a salvo en su casa.

Yo me quedé incrédula.

-¿Enserio?

¿Qué clase de humano estaría paseándose tranquilamente por el bosque exponiéndose a morir de tres maneras? De hipotermia, de un rayo partiéndole la cabeza en dos o que una tormenta o un animal hambriento lo atacaran.

¡Él definitivamente estaba loco! ¡Loco, pero loco!

-No quiero que te involucres con él, Chloe. Es demasiado extraño y subnormal como para ser real. Estuve buscando en sus expedientes hoy por la mañana y tiene dos registros policiales. Una por portar armas homicidas y porque casi mata a un chico a golpes. Él no es precisamente un chico aristócrata con influencias tan buenas... y mira lo que encontré en el periódico de Daegu. Que es realmente de donde ellos vienen.

Me arrojó un montón de revistas en mi regazo y yo las leí anciosamente.

''Min George es acusado y denunciado por maltrato intrafamiliar''

Inmediatamente seguí observando la otra columna donde las cosas entraban con más detalles.

''La mañana 12 de Julio del 2009 Jannet denunció a su marido por maltrato familiar hacia sus tres hijos y hacia ella. Donde puede revelar que estuvo a punto de casi demolerla a golpes por unos pequeños celos. Se ha dictado una orden de restricción a Min George donde tiene que mantener cien metros de distancia con la millonaria aristócrata de Corea Jannet''

Palidecí de pronto, ¿Yoongi había pasado maltrato por su padre? ¿Y qué hay con eso de ''Tres hermanos''? Papá me había dicho que sólo había dos hermanos. ¿Qué hay con el otro?

Definitivamente Min Yoongi era todo un misterio.

Un misterio que nadie podría resolver, al menos que el se dejara a exposición.

-¿Quién es ese muchacho? -preguntó mamá con el ceño fruncido. Papá le besó la mejilla mientras negaba con la cabeza.
-Nadie importante. ¿Vamos a darnos una ducha juntos?

No tuve tiempo para repudiar las palabras de papá porque estaba lo bastante obstruida como para pensar en ello. En lo único que merodeaba mi mente era Min Yoongi.

¿Sería por eso que él fuera tan frío?

Me quedé sola en el sofá de cuero siendo iluminada sólo por las velas que alumbraban el hogar y me quedé abrazando a mis propias piernas pensando qué era lo que él estaba haciendo en estos instantes.
A la mañana siguiente hacía un tremendo frío y lluvia caía, por lo que opté por colocarme un impermeable celestial y unos vaqueros desgastados con botas militares color negro. Sólo esperaba a que esto del clima glacial se acabara porque realmente era un total infierno.
Antes de irme desayuné con mis padres y me despedí de ambos con un abrazo y un beso. Y les dije que les amaba y me marché para montarme a mi auto y marcharme al instituto. Al menos había hecho la tarea de Álgebra y el maestro Briggman no me pondría una anotación en el libro de clases.

Cuando llegué me encontré con una muchedumbre que exclamaban incoherencias.
Me dirigí hacia allí y vi que estaban los letreros para los paseos de fin de año. Todos estaban saltando eufóricamente, en especial las chicas.

-Permiso... -pedí caminando hacia los avisos que se recargaban en la pared y en donde salía a dónde iríamos. Sierra de Guadalupe. ¿Debía ser una broma, verdad? Allí era tan sofocante como estar encerrada en un frasco con fuego dentro de él.

Me disgusté completamente.

Odiaba ese lugar porque realmente me traía recuerdos malos. Yo nací en Houston y me había transferido a Alba donde la gente era muy discriminadora por ser un ciudadano, a penas había una escuela y dos semáforos y para nuestro paseo habíamos ido a Sierra de Guadalupe, recuerdo cuando me había perdido en el bosque porque había estado jugando con mis compañeras
y ellas me tendieron una trampa haciendo que me perdiera en el parque nacional de las cavernas de Carlsbad.
Había estado perdida por más de cinco horas sola, una pequeña niña de diez años desorbitada. Eso hizo que me quedara un pequeño trauma con aquél pueblo y los bosques donde se podían perder fácilmente sin conocer.
Finalmente me encontraron porque Elizabeth 'O Connor había confesado por el remordimiento de conciencia y me llevaron de vuelta a Alba.
Donde nos mudamos cuando tenía dieciséis años a Fort Worth porque a papá se le había presentado la oportunidad de ser el ayudante del jeque. Y finalmente luego de tres años el jefe Leonard murió dejándole el puesto a papá que -actualmente- era el Sheriff de nuestro pueblo.

En clase de Química, Sky me codeó y yo la miré.

-¿Cómo estás? -me preguntó sigilosa a que nadie nos escuche. Yo reí.
-Bien, ¿Y tú?
-Bien también. ¿Viste que el Chico Hielo no vino a clases?

Como siempre yo miraba al casillero de Min Yoongi por las mañanas que estaba como a cinco más del mío y siempre lo observaba psicóticamente cada paso que él daba, y no estaba por la madrugada. No me sorprendería de que le hubiera agarrado un resfriado, ¿y cómo no? ¿Qué clase de persona normal estaría por las calles a esa hora?

Cuando había salido de la escuela había dejado de llover pero seguía el clima siendo tan gélido como Yoongi.
Opté por quitarme el impermeable ya que era bastante horrible y me monté en mi Volkswagen primero para pasar a la librería que estaba cerca la farmacia en la calle Piscut. Estacioné mi coche en el asfalto y me aproximé dentro de la librería a recoger algunos libros
de Stephen King.

Sí, yo era una aficionada en el rey del terror.

Como también era una completa obsesiva convulsiva por crónicas vampíricas, fantasmales y historias terroríficas urbanas o todo lo que sea misterio (esa era una de las razones porque me llamaba la atención Min Yoongi). Los guardé en mi mochila firmando la autorización de la bibliotecaria y la abuela me sonrió haciendo que las arrugas superiores se estiraran como si estuvieran haciéndolo con una goma de mascar.
Sonreí ante el inútil pensamiento y me dirigí hacia el estacionamiento aparcando mi auto y dejando reposar mi mochila en el asiento copiloto y me marché a casa. Cuando estuve por dejar mi auto en su lugar, algo me atrajo la atención. Una chica de cabellos dorados estaba en la puerta de mi casa meciendo su píe nerviosamente en la alfombra de entrada.

-¿Disculpa? -pregunté guardando las llaves en la mochila sujetándola en mi hombro. La chica me miró con un par de ojos que se me hacía tan familiar...
-Yo... uhm... perdón, estuve tocando el timbre pero nadie me abrió la puerta.
-Mis padres están trabajando, pero... ¿Puedo ayudarte en algo? -ofrecí dando zancadas hacia ella. La chica tragó saliva como si estuviera nerviosa.
-Me dijeron que por aquí vivía el jefe Gilbert.
-Sí. Es mi padre pero ahora está trabajando. ¿Puedo ayudarte?-le volví a preguntar pero la chica estaba retrocediendo como si me temiera.
-¿Sabes donde puedo buscarlo? -sus ojos eran melancólicos y su cabello dorado estaba vibrando por el frío.
-A unas seis cuadras lejos de aquí, en FollsO1 en la calle derecha hay una pequeña comisaria cerca de una cafetería. Pero si quieres puedo llamarlo ahora mismo si es tan urgente... -volví a ofrecer mi ayuda, la chica salió corriendo como alma que lleva el diablo y me dejó a mí petrificada.

No entendía a la chica y el miedo que me tenía, ni porque sus ojos se me hacían tan familiares.

Recordé que eran iguales que los de Yoongi.

Entonces me quedé sorprendida ¿Ella era la hermana de Suga? ¿Y por qué buscaba a mi padre? ¿En busca de qué?
¿Algo habría ocurrido? Rogué para que nada hubiese pasado, abrí la puerta del porche y me adentré en la casa dejando los libros encima del estante lista para leerlos. Antes de terminar la última tarea que tenía en Contabilidad con indecisión en mi interior.

Luego de llevar como unas cien páginas leyendo terminé durmiéndome. Eso apestaba. Los días eran tan aburridos y tan desdeñosos que me molestaba. No quería volverme anémica por dormir tanto. Pero no tenía nada más que hacer que leer un libro o pasar el rato en mi laptop viendo reseñas nuevas que me recomendaban a diario sobre L.J Smith.

Desperté cuando papá me besó la frente y entonces me di cuenta de que eran como las nueve de la noche. Me quedé unos quince minutos mirando el techo perdidamente y no se escuchaba ningún ruido en la casa, ni el de la televisión encendida ni gotas de lluvias lo que significaba que esta noche no iba a llover. O al menos así lo presentía.
Me levanté de la cama colocándome las pantuflas, sentía mucho frío y me dirigí hacia el armario para sacar un suéter y me pregunté si habían desactivado la calefacción. Fui hacia la habitación de mis padres y ellos dos dormían plácidamente abrazado el uno al otro.
Sonreí por inercia, apoyé la cabeza en el umbral de la puerta observándolos. Mi sueño siempre había sido tener a alguien igual a papá, tierno, consentidor y valiente. Alguien que se preocupara por mí como lo hacía por mamá y aquella muestra de afecto tan descomunalmente tierna. La vez anterior cuando había habido un asesinato en Fort Worth y papá nos mantuvo en casa por más de una semana antes de que pillaran al responsable y colocarlo detrás de las rejas lejos de Texas. Gracias a él todo en el pueblo se mantenía parsimonioso y sereno, ninguna cosa mala sucedía y todos eran súbditos de papá.

Y es que yo conocía a la perfección a papá y estaba segura de que él podría darlo todo por mí y por mi mamá. Si lo hacía por extraños obviamente lo haría por su familia. Yo amaba a mis padres, eran algo esencial en mi vida y sin ellos yo no podría estar acá de píe viendo su amor mutuo y vigoroso.

Eran las diez cuando no paraba de dar vueltas en la cama y supe que no podría dormirme. La idea de salir de casa era atrayente, aparte de que no creía que nada malo fuera a ocurrirme después de todo. Iría al bosque y quedaba cerca de mi casa. Quizás podría explorar lugares nuevos y no tendría el miedo de perderme ya que yo conocía mi bosque como si fuera una calle que pisaba a diario. ¿Y cómo no? Si había vivido en ésta casa por más de un año y todo el bosque había sido explorado por Chloe Gilbert. Me coloqué un suéter mucho más abrigado de felpa que me cubría hasta el cuello y unas botas de algodón.
Tomé la linterna y salí por la ventana cautelosamente a que mis padres no escucharan el cerrar del balcón o se dieran cuenta de que yo no estaba en mi habitación.

Alumbré con la linterna cada paso que daba y quité algunas ramas que se ponían en mi camino. Me incliné para que éstas no picaran en mi cara y quedara con marcas en el rostro.
Vi como los árboles se iban alejando cada vez más y estaba esquivando los arbustos puntiagudos que más parecían ser un cactus.

Divisé la luz de la luna brillando como el rayo de un sol, sabía dónde esa luna se posaba en la noche. En la playa desierta que se encontraba en el extremo del sur. Caminé haciendo que las ramas crujieran bajo mis pies y a medida que daba más pasos más me acercaba a la resplandeciente luna que me guiaba. El miedo no estaba sucumbiendo en mí y realmente me pareció extraño ya que yo solía ser la persona más paranoica y miedosa del mundo. Dejándome encandilar unos minutos por la luna, y me di cuenta de lo lejos que estaba de casa. Apagué la linterna ya que la luz de la noche era probablemente más luminosa que cualquier foco. La marea del océano era baja pero mojaba la arena con moderación y lentitud. El sonido de las olas en lo profundo era probablemente el sonido más relajante y mesurado del universo. El viento volaba brevemente las hojas de los árboles y sauces y la arena se mantenía fría por el clima glacial. Y de pronto me di cuenta de otra cosa más en la playa.

Yo no estaba sola allí.

Me quedé estática observando cómo Min Yoongi miraba con perseverancia a la brillante luna como si su vida dependiera de ello.

Estaba encandilado como si hubiera visto a la misma sirena cantar, sus ojos eran brillantes y cándidos. Probablemente fue la primera vez que me recordaría atesorar en mi memoria aquellos ojos admirables y resplandeciendo en éxtasis. Estuve tan hipnotizada como él por su rostro tan perfecto. Envidié a un satélite del sistema solar por unos momentos.
Le miré como dos minutos enteros antes de que mi peso balanceara a la sólida rama en la que estaba apoyada y se cayera a la arena al igual que yo.

Gemí en cuando mi píe se enredó con el otro y al impacto de mi cara con la arena. Comencé a toser toda la arena que había tragado y me la saqué asqueada de mi boca con el dorso de la mano.

-¿Es una broma? ¿Me estuviste siguiendo pequeña psicópata?

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