Inked Knockout

Door SandyDayDreamer

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Una noche con amigas, un desvío, un callejón solitario. Un plan genial, ¿no? Por si fuera poco con la desastr... Meer

1.- Cavernícolas y Soju.
2.- Reina de corazones
3.- Adivinanzas
4.- Un pasito atrás
5.- X
6.- Abierto hasta... ¿el amanecer?
7.- Switch Stance
8.- Tíos malos; encuentros peores
9.- De boca en boca y tiro porque me toca
10.- Proposiciones (in)decentes.
11.- Sparring
12.- Juicio y Sentencia
13.- El poder de Rosita
14.- Promesas de tinta roja.
15.- Side Control.
17.- Creciente menguante.
18.- Ensoñaciones.
19.- Jab
20.- Encuentros en la tercera clase.
21.- De treinta a cuatro mil ochenta.
22.- Rendición.
23.- Takedown.
24.- Dos a dos.
25.- Muros, paredes y grietas.
26.- Déjame entrar.
27.- Half guard.
28.- ¿Pasado o presente?

16.- Ley de Gravitación Universal.

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Door SandyDayDreamer

Cógete una semanita libre, Sonie. Estás muy estresada, Sonie. Te hace falta despejarte, Sonie.

Como buena persona que soy, le hice caso a mi jefe; no por ese tema de dejar de currar una semana (para nada), sino porque creía que esa semanita libre iba a ser un cambio agradable después de que el coloso me dejase tirada como una colilla sin dar explicación alguna a que tuviese que irse el día que iba a tatuarle, y que, encima de todo, no haya contestado al mensaje que le envié preguntando si todo estaba bien.

Estoy muy cabreada, no voy a engañar a nadie a estas alturas fingiendo que me siento estupendamente. Siete días viendo dramas me han hecho estar todavía más emocional que normalmente, que ya es decir, y pasarme el finde jugando a juegos de mesa con mis amigas y viendo todavía más dramas, pues no es que ayude a la estabilidad emocional de nadie. Es una de las razones, al menos la principal, de que esté que trino... La otra es por lo de siempre: mi queridísimo ex, que ha decidido volver a llamarme puntualmente cada día. De no ser por esa tiparraca que se le pegó cual superglue a la chepa estoy segura de que hubiera caído esa misma noche.

Le tengo que mandar flores y bombones a la tiparraca para agradecerle el detalle, que no se me olvide.

Gruño al encontrarme que la verja que da al jardincito de entrada al estudio está cerrada por primera vez en la vida, cosa que me obliga a sacar las llaves del bolsillo antes de lo que me esperaba tener que hacerlo. Tampoco es que sea el fin del mundo... pero casi. Abro la verja (con una patadita desdeñosa) y dejo que se cierre a mi espalda sin mirar atrás... Y de repente siento... una presencia.

Algo corta el aire a mi derecha en cuanto entro al terreno de la casa. Es como una premonición que me deja sin poder respirar.

¿Un fantasma? ¿Un espíritu? ¿Una entidad de otra dimensión?

Escucho unos pasos pesados por el césped y, congelada, giro la cabeza lentamente esperando encontrarme al muñeco diabólico o a la niña del exorcista corriendo hacia mí; lo que me encuentro, por otro lado, es algo mucho peor. Una criatura de pelo negro, gigante y de colmillos afilados corre... Y lo hace directamente en mi dirección. Me quiere matar; sus ojos oscuros y malvados me lo dicen... Es Cancerbero; es el guardián de las puertas del inframundo; es un jodido esbirro de Satanás.

No hay otra cosa que pueda hacer si es que quiero mantenerme con vida, por lo que me doy la vuelta a toda hostia para intentar abrir la verja, pero el seguro se ha echado solo cuando la he dejado cerrarse. Como si de una peli mala se tratase, las llaves se me escapan de las manos por culpa de los nervios y chocan contra el camino de baldosas del suelo... mientras el que será mi asesino se acerca más y más.

—¡¿QUÉ COÑO ERES TÚ?! —grito cagada de miedo, echando a correr cuando el esbirro de Satanás suelta un alarido violento.

Bordeo la casa sin dejar de chillar a todo volumen; ahora no consigo formar ni palabras completas, solo una vocal, en realidad: la a. Aunque la grito tan alto y agudo que suena más bien como una nota de violín.

El bicho me persigue, y a pesar de que corro con todas las fuerzas de las que dispone mi cuerpo, sé que me dará caza en un minuto como mucho. Por eso, nacido del puro instinto de supervivencia, a mi amada vocal predilecta se le unen dos consonantes más.

—¡NAAAAAAAAAM! —exclamo, casi lloriqueando, cuando llego a la parte trasera del jardín.

Ruego por mi vida en idiomas que ni se han inventado todavía, grito más alto de lo que lo he hecho jamás y creo que hasta rezo un poco en medio de mi carrera por salvar la vida.

Como un ángel, una visión etérea que me hace tener esperanzas de no acabar en las fauces de ese ser indescriptible, un chico alto, rubio y con gafas aparece por fin; lo hace seguido de más figuras, pero no me fijo más que en él: en mi salvador.

—¡NAAAAAAM! —repito desquiciada, corriendo en círculos para que la bestia no me mate.

—¡Para de correr de una vez, que no puedo engancharle! ¡Gom, quieto! ¡GOM!

Esa voz me hace bajar la guardia, y, desgraciadamente, me hace parar de correr también. El esbirro de Satanás se acercaba a mí peligrosamente, pero, en el último momento, el coloso le engancha del collar y evita que me arranque la cabeza de cuajo.

—¿Jungkook? —pregunto sin aliento.

El chico no contesta, pero debe ser él, ¿no? ¿O es que me he muerto y estoy en una dimensión paralela? ¿Esto es el cielo?

Sí, claro... como si te fueran a dejar pasar a ti al Paraíso. Deliras.

—¿Estás bien, Sonie? —Namjoon se coloca a mi lado y da un par de palmaditas en mi hombro que ni siquiera siento. No siento nada de nada, en realidad. Estoy muerta seguro.

—Solo estaba jugando contigo —murmura el coloso, que mantiene a la bestia agarrada con ambas manos—; si no quieres que te persiga, no eches a correr.

—¿Jungkook? —vuelvo a preguntar, sin creerme nada de lo que ven mis ojos.

—Qué sí, que soy yo —admite por fin.

—¿Nam? —Miro a mi jefe para pedirle una explicación acerca de por qué hay un bicho infernal en el jardín de la casa acompañando al coloso.

—Entramos, nos sentamos un poquito y te explico, ¿te parece?

Creo que digo que sí, aunque no soy muy consciente. ¿Siempre me han temblado tanto las manos? ¿Desde cuando sudo así de frío? Estoy un poquito mareada. ¿Cómo era que se respiraba?

Las manos de Namjoon se enganchan a mi codo, rodeando mi espalda, y las mantiene ahí pese a que llevo los brazos pegados al pecho y camino en el rumbo que me marca, sin entender nada, sin saber qué está pasando y sin llegar a procesar si todo esto es producto de una alucinación horriblemente vívida.

Entramos juntos a la casa, pero en recepción, sentado tras el escritorio en el que normalmente está Namjoon... no está Namjoon...

—Buenos días, preciosidad, ¿puedo ayudarte en algo? —pregunta un rubio que conozco bastante bien, equipado con una sonrisa seductora que no ayuda en nada a disipar mi confusión.

—N-no... Yo no... Nam: no entiendo —confieso, preocupada por haberme vuelto loca principalmente.

—Lo primero, tranquilízate que estás temblando —me pide con tono calmado. Jungkook vuelve a aparecer otra vez, pasando la puerta principal, y se queda unos pasos tras Namjoon. Obviamente no puedo calmarme en estas condiciones tan desfavorables—; segundo: respiiiira; hazlo a mi ritmo, venga —me incita, invitándome a imitarle.

Inspiro y espiro al ritmo que me marca Nam, pero sin dejar de mirar de reojo a esas dos personas ajenas a este sitio. ¿Cómo quiere que me calme si me mira todo el mundo?

—¿Q-qué pasa aquí, Nam?

—Jimin y Jungkook se han unido al estudio —explica, siguiendo con eso de sujetarme para que no me caiga de culo, cosa que agradezco mucho en este instante.

—Yo no soy aprendiz —señala Jimin como si alguien le hubiera preguntado—. No tengo ni paciencia ni talento para dibujar o tatuar. Jungookie sí que está aquí para eso, pero a mí me tienes de nuevo recepcionista, encanto.

No, no; sigo sin entenderlo.

—¿Estás mejor? —me pregunta el coloso, pegándose al lado que Nam no cubre—. Siento mucho lo de Gom. Es un perro muy juguetón y no sabe que asusta a la gente corriendo de esa manera...

—Gom —repito. Es lo único que he podido retener de su discurso.

—Mi perro, sí... ¿Estás bien?

Jungkook posa una mano sobre mi hombro, que zarandea levemente para hacerme volver en mí. Creo que algo lo consigue, porque le aparto de un manotazo suave antes de llevarme las manos a la cabeza. El sudor frío de mi frente se me pega a los dedos, que deslizo entre el flequillo para peinarlo, mientras trato de darle algún sentido a toda esta nueva información.

—No estoy bien, no —reitero aturdida—. Tu perro, si es que a esa bestia enorme y maligna se le puede considerar así, casi me mata; por si fuera poco, entro aquí y resulta que tú eres aprendiz y que tú eres recepcionista —remarco, recibiendo un asentimiento de Jimin; creo que intenta hacerme entender que nada de esto es una broma retorcida, por mucho que quiera pensar que lo es—. Solo me he ido una semana... ¡Tú me pediste que me fuera una semana! —acuso a Namjoon, señalándole con un dedo y apartándome un paso de él.

—Sonie, te dije que te fueras precisamente para que te relajases un poco y los dos chicos se pudieran acomodar mientras tanto.

—¡¿Me vas a echar para meter aquí al coloso?! —pregunto alterada.

—Noooo, no voy a echar a nadie... Ellos necesitan los trabajos, y yo necesito dejar de estar pendiente de la recepción para poder estudiar; todos ganamos.

—Y una mierda "todos ganamos" —masco enrabietada. Lo admito: no debería tomarme esto tan mal... ya, sí, bueno... Pero el coloso, el mismo que me ha ignorado completamente y me ha dejado tirada, acaba de pegarme una puñalada en toda la espalda cuando no estaba mirando al meterse aquí sin decirme nada.

—¿Por qué no hablamos de esto a solas mejor? —sugiere mi jefe, llevándome de la manita hacia el pasillo.

Como he perdido las llaves en la entrada, Taehyung se ofrece para ir a buscarlas y abrir mi habitación, en la que entro junto a Namjoon para quedarme sentada en el taburete a la espera de que mi pulso deje de hacerme sentir al borde del colapso.

—Muy bien, ya estamos a solas, ahora, ¿me puedes explicar a qué viene toda esta mierda? —Creo que sueno demasiado hostil por culpa de los nervios, pero Nam no se lo toma a mal; se esperaba que me pusiera hecha un basilisco, eso seguro. De ahí la semanita de vacaciones para "relajarme"; lo que pretendía el muy cabrón era que viniese en son de paz...

—La semana pasada, Jungkook vino buscándote para un tatuaje...

—Eso ya lo sé, me dijiste que había tenido que irse por no sé qué asunto urgente.

—Exacto, pues ese día vi un dibujo suyo y me pareció buena idea ofrecerle ser aprendiz aquí —explica sencillamente.

Ala, ya está, pues todo entendido...

—Yo tuve que hacer tres pruebas distintas —mastico ofendida—, me tuviste dos meses dibujando, haciendo tatuajes en pieles sintéticas, atendiendo clases sin dejarme tatuar... ¿y viene este tío y se mete aquí como si nada?

—Sonie, estos chicos se veían obligados a hacer cosas sucias para la gente que lleva la liga; solo quiero ayudarles a alejarse de eso y darles algo mejor con lo que poder vivir.

Qué frustrante es Namjoon, ¡¿cómo le discuto yo eso?! ¡¿Por qué tiene que ser tan buena gente?!

A ver, Sonje, perspectiva: no pasa nada en realidad porque estén aquí. Tú sigues teniendo tu trabajo, que alguien más se meta en el estudio no te supone nada.

Eso, en teoría, es verdad. No tengo nada que temer en ese aspecto, ¿entonces por qué sigo cabreada?

—Vale... lo acepto —cedo finalmente, dejando claro, gracias a mi tono de reproche, que lo hago a regañadientes.

—Muchas gracias, Sonie —bufa mi jefe—. No sabía qué iba a hacer si no aceptabas la decisión que he tomado.

En medio del silencio que deja Namjoon puedo escuchar a Tae parloteando con los otros dos, y cuando escucho lo que creo que es la voz del coloso, una nueva duda aparece en mi atribulada mente.

—¿No se supone que tenía que mantenerme alejada del chaval? —pregunto resabida—. Nada de juntarme con tíos que tengan cosas turbias detrás... ¿De quién fueron esas palabras, Namjoonie?

—Mmmmm, mi opinión respecto a eso sigue inamovible: no quiero que tengas nada que ver con tíos así —explica imperturbable—. En cuanto a lo de mantenerte alejada de Jungkook, ahora con más razón que nunca deberías hacerlo: es tu compañero de trabajo. Y por más turbios que sean... o hayan sido esos chicos, también merecen otra oportunidad de cambiar todo eso, ¿no crees?

¿Qué le digo? Si es que no puedo negárselo... pero tampoco me sale de las narices darle la razón, que me ha mandado de vacaciones para poder metérmela doblada por la espalda.

Namjoon me deja sola para que "reflexione", lo que en mi idioma quiere decir "rallarme hasta que me duela la cabeza".

Mientras me intento convencer de que esto no es nada malo, que no tiene porqué cambiar lo más mínimo lo que hago aquí, noto un escalofrío en la espalda muy perturbador, y cuando giro sobre mí misma, sentada en el taburete, me encuentro unos ojos diabólicos pegados a la pequeña ventanita que da al jardín. Ni que decir tiene que me caigo de la sillita del susto que me llevo.

—¡Fus, fus! —le grito a eso que dice Jungkook que es un perro, que me observa sin parpadear a través del cristal. Me mira como si quisiera arrancarme la piel a tiras para hacerse cecina de Sonje.

Le hago aspavientos con las manos, todavía tirada de culo en el suelo, para que se pire a aterrorizar a otra, pero el bichejo no se mueve un palmo de su obsesiva observación de lo que cree que es un chuletón parlante.

—Oye, Sonje, ¿podemos hablar? —me llama el coloso al otro lado de la puerta, tras dar unos pequeños golpes secos sobre la madera—. ¿Qué se supone que...?

—¡Que el voyeur de tu perro me está vigilando! ¡¿No lo ves?! —exclamo cabreada, señalando a la ventana por la que el esbirro de Satanás monitoriza cada movimiento que hago.

—¿Y estás en el suelo porque...?

Me levanto al momento para mantener mi dignidad lo más intacta que puedo mientras Jungkook me estudia con la misma fijación que su maldito perro.

—Dile a ese monstruo que se pire —exigo ceñuda.

—Para empezar: no es ningún monstruo, se llama Gom —corrige ofendido—, y para seguir: da igual lo que le diga, pasa de mí, va por libre...

—O sea que ahora convivo con un bicho de mil kilos que no obedece a nadie.

—Más o menos, sí —resume tranquilamente.

Me atrevo a volver a mirar a la ventana y ahí sigue ese tal Gom... A mí no me engaña: eso no es un perro, me niego a creer que lo sea. Un mamut, vale, un dientes de sable, todavía... pero un perro no.

—¿De qué querías hablar? —pregunto sin dejar de vigilar al monstruo.

—De todo esto... supongo que te habrá chocado un poco —murmura cohibido.

—Supones bien. —Vuelvo a mirarle, encontrándome con que parece avergonzado o algo así. Masajea su brazo opuesto con una mano y mantiene la cabeza baja; no es la primera vez que le veo ocupar un espacio mucho menor al de normalmente cuando está encogido y titubeante, y tampoco es la primera vez que verle así me divierte de una forma extraña y retorcida—. ¿Por qué coño has aceptado unirte aquí?

—Por probar no pierdo nada —explica con un alzamiento de hombros fugaz—. No puede ser peor de lo que hacía antes.

—¿Y qué hacías? —Aunque lo sepa gracias a Yoongi, no viene de más corroborarlo; no sería la primera vez que mi querido "ex" me miente.

—Lo mismo que te hacía a ti... y cosas peores que esa —confiesa decaído—. Nunca me ha gustado ese trabajo, y como Namjoon hyung me ha ofrecido esto... no quería desaprovechar la oportunidad. Puede que no se me dé bien, pero si no lo intento, nunca lo sabré.

A veces peco de egocéntrica, y creo que lo de mosquearme porque él o Jimin estén aquí ahora es una de esas veces en las que el egoísmo me ha cegado por un momento. Para mí no supone nada que curren aquí, pero para esos chicos puede significar el alejarse de una vida de delincuencia... Está claro que la balanza está de su parte.

—¿Y por qué no viniste a tatuarte conmigo la semana pasada? —inquiero con la boca pequeña. No es plan de que se dé cuenta de que me dejó jodida con eso, y quiero pensar que no estoy siendo muy evidente al preguntarlo mientras busco una piruleta tranquilamente en mi armarito.

—Lo siento mucho, es que... me surgió algo —suelta incómodo—. De todas formas, creo que es mejor dejar toda esa idea del tatuaje.

Me giro hacia él, con la piruleta en la mano y una mueca confusa más que evidente. Parece empequeñecerse ante mi mirada todavía más que antes, pero ahora no me da la sensación de que eso sea adorable.

—¿Hoy es el día de dejarme rallada todo el rato o qué? ¿A qué viene eso? Si fuiste tú el que sugirió lo de hacer ese diseño y...

—Sonje —me corta, tras soltar un suspiro fuerte—, creo que, a partir de ahora, es mejor que... guardemos las distancias, ya sabes...

—¿Que guardemos las...? —repito, parpadeando como si jamás hubiera visto la luz del sol.

—Que no nos acerquemos más de la cuenta el uno al otro —explica reticente.

Paso de mirar los ojos negros del coloso a fijarme en el suelo de parqué para ver si así puedo ordenar un poco la cabeza; no creo poder hacerlo en estas condiciones. Hay demasiadas cosas nuevas y extrañas a mi alrededor como para pillar de qué va todo esto.

Nunca hemos hablado de este tema (si es que existe el tema en sí) tan abiertamente. Nunca hemos mencionado esta especie de tensión rara que surge entre nosotros... y para una vez que aparece este asunto en medio de una conversación es, justamente, para joder lo que sea que pasa entre él y yo.

—O sea, me estás diciendo que no deberíamos estar... ¿juntos? —pregunto sin pararme a pensar mucho en la desastrosa palabra que he ido a elegir.

—Nada de estar juntos —remarca con mucho énfasis.

Puto imbécil, como si yo estuviera deseándolo o algo.

—¿Y para estar separadito de mí te metes donde trabajo? Buahh, qué buen plan, coloso —escupo dolida. Tampoco es que quiera casarme con él, solo quería tirármelo... Desde luego que eso era antes de saber la clase de creído prepotente que es en realidad.

—Que trabaje ahora aquí no tiene nada que ver contigo. Somos compañeros, punto. Nada más que eso.

Qué fuerte, Sonje... Lo que te ha dicho... Yo que tú le contestaba si no quieres quedar por debajo.

—¡Como si yo quisiera una mierda contigo! —exclamo ante la locura que sugiere —. Fíjate si vamos a estar alejaditos que te piras ahora mismo de mi estudio.

El ataque directo que ha mandado contra mi orgullo me hace dirigirme hacia él a toda prisa para empezar a echarle, pero el coloso no parece por la labor de irse ahora mismo, y sin que me deje mover su descomunal peso, mis fuerzas resultan completamente inútiles por más empujones que le dé a su espalda.

—No te pongas así... —musita con cara de pena—. Vamos a trabajar juntos, deberíamos llevarnos bien por lo menos.

—¡¿Por qué iba a llevarme bien con un imbécil que me dice que mantengamos las distancias como si yo quisiera tirarme a su cuello?! —chillo cabreada, porque no se mueva, porque me haya rechazado de esa manera y porque me mire con lástima... ¡Con lástima! Qué puta ofensa, de verdad, en mi vida me han rechazado de esta manera tan rastrera, ¿pero qué se cree este tío?

—Bueno... no sé si querrás, pero eso parece —razona en voz baja. Me deja tan helada con esa nueva intervención que paro inconscientemente de darle empujones para mirarle boquiabierta—. Venga: no me digas que miento... Además, me besaste en el juego ese...

—¡Fue un juego, tú mismo lo has dicho! —me defiendo encolerizada.

—En ninguna de las reglas ponía que me comieses la boca de esa forma.

—¡¿Pero cómo te lo puedes tener tan creído?! ¡Y perdona que te diga, pero creo que hubo dos pares de labios metidos en ese beso! ¿O es que le pediste a un doble tuyo que me intentara meter la lengua en la boca todo el rato?

—¡Yo no intenté...!

—¡Sí que lo intentaste! —contraataco sin dejarle acabar.

—¡Yo no había venido aquí para esto! —exclama alterado; ha perdido todo rastro de intimidación, ahora hincha mucho el pecho y vuelve a parecer tan imponente como siempre. Me la suda, se puede ir a la mierda con ese cuerpo duro y perfecto, que no me afecta ni un poquito—. ¿Puedes parar de sacar cosas que no tienen que ver en esto?

—¡Claro que tiene que ver! Tú mismo me has dicho lo de "es mejor que mantengamos las distancias, nena" —le imito, usando la misma voz de imbécil que él ha empleado antes.

—Yo no te he llamado nena —se excusa, frunciendo mucho el ceño.

—Me da igual, ¿puedes largarte ya de una puta vez?

—Solo quiero que nos llevemos bien mientras estamos aquí juntos. —Por la cara que pone noto a la perfección que está controlando el tono para no ponerse otra vez a gritos contra mí.

Lo malo: no me interesa llevarme bien con él después de lo que me ha dicho; lo peor: tiene una cara de cabreo que me está poniendo malísima.

—No puedo llevarme bien con un tío que un día me lleva a su gimnasio como si fuéramos amiguitos de toda la vida, me pide que le haga un tatuaje, me hace quedarme a un entrenamiento que no me importa una mierda y al día siguiente pasa de mi culo sin ninguna explicación —argumento, perdiendo los nervios otra vez.

—¡Claro que tiene una explicación! —repone con el mismo tono desquiciado que he usado yo—. ¡Tampoco es que pueda explicarte mucho si te pones así en cuanto me ves!

—¡Perdone usted! —exclamo con sarcasmo—. ¿Exactamente en qué momento has dicho que todo esto tiene una explicación? Porque te juro que me lo he perdido si lo has hecho.

—¡Si te lo acabo de decir!

—¡Lo has dicho media hora después de decirme que me aleje de ti porque eres irresistible! —escupo, volviendo a intentar moverle de delante de la puerta.

—¡¿Quién ha dicho eso?!

—¡Tú indirectamente! —le acuso con un dedo, cabreadísima. Si antes cuando el esbirro de Satanás me perseguía creía tener el pulso a mil es que no tenía ni idea de cómo era estar discutiendo de esta forma con el coloso—. ¡Y deja de mirarme con esa cara de cabreo!

Debo estar teniendo un flashback, porque la cara con la que me mira el coloso ahora me recuerda a la primera vez que le vi; cuando su capucha cayó hacia atrás a causa de la patada que le di en los huevos y sus ojos coléricos se clavaron en los míos. Esa mirada me acojonó, y la ha usado muchas veces conmigo, por lo que ya debería estar acostumbrada a ella... En realidad, creo que lo estoy, porque ahora no me hace sentir pánico ni nada por el estilo, lo que me hace sentir, por otra parte, es mucho más problemático.

—¡Es mi mirada normal, no puedo cambiarla! —se defiende, endureciendo todavía más sus rasgos.

—¡Si no dejas de mirarme así, por lo menos pírate ya!

—¡No me pienso mover de aquí hasta que dejes de estar cabreada!

Y no miente, porque no se mueve un palmo cuando le empujo, tampoco me hace caso cuando le pido que se vaya. Esta situación se me va a ir de las manos, lo noto, y este tío no pone nada de su parte para que no pase lo que estoy segura de que va a pasar...

—¡Para ya de mirarme así! —exclamo a un palmo de su cara enfurecida.

—¡¿Cómo quieres que pare de mirarte si no sé cómo te estoy mirando?! ¡¿Por qué coño no quieres que te mire así?! ¡¿Qué problema hay?!

No tenía intención de parar, ¿no? No entendía nada, ¿verdad? Pues espero que le quede claro ahora que me pongo de puntillas y llevo mis manos a ambos lados de su cara para apretar sus mejillas con fuerza mientra le pego la boca.

Me he dejado llevar por el momento, por el calor de la furia que este imbécil ha despertado en mí. Estoy siendo tan patéticamente controlada por mis impulsos que justo cuando el coloso me dice claramente que no quiere nada conmigo, voy yo y le doy un beso. ¿Puede algo de esto ir a peor?

Una vez separada de su boca, alejo la cara de la suya al relajar mi postura alzada, pero sin quitar las manos de su mandíbula. Parece como si se me hubieran quedado pegadas ahí...

—No deberías mirarme así por eso, ¿captado? —pregunto sin confianza alguna.

Los dos hemos dejado claro nuestro punto durante esta discusión. Él ha sido conciso en ese tema de que no me quiere cerca, que no le gusto, que lo del beso sería por una enajenación mental y que no quiere el más mínimo contacto conmigo más allá del trato cordial de compañeros de curro. Y yo... he dejado claro que me calienta como la acera al sol de agosto que me mire con esa cara de cabreo. Puntos opuestos, pero perfectamente claros, lo dicho.

Ahora es más fácil quitar las manos de su cara, porque su expresión de cabreo se ha evaporado. Sin embargo, se convierte en una tarea un poco más difícil de llevar a cabo cuando me encuentro con la espalda pegada a la pared que hay a un lado de mi puerta y con sus manos sujetando mis muñecas.

Trato cordial de compañeros de trabajo, ¿eh?

No siento esto como algo cordial ni educado. El áspero tacto de sus palmas se pega a la carne de mis muñecas para mantenerlas en su mandíbula, y sus labios, que son lo opuesto a ese rozar duro de sus manos sobre mi piel, se hunden en mi boca bruscamente.

¿No era él el que decía que nada de estar juntos? Naaaada de estar cerquita... Pues más cerca no podemos estar ahora.

Sus labios estaban un poco secos cuando me los ha pegado con demasiado ímpetu, sin embargo, se empapan a una velocidad vertiginosa de mi saliva, que los roza con unas ganas que me salen solas; las mismas ganas que le tengo... que le llevo teniendo desde que entró en este estudio por primera vez. Abro la boca gradualmente, empujada por la vehemencia que muestra al mover sus labios frenéticamente contra los míos. La piel se me pone de gallina ante el contacto... y creo que entro en erupción cuando, quizás guiado por mi reproche de antes, su lengua penetra como una cuchillada en mi boca.

Siseo, aún con su lengua enterrada en las profundidades de mi cavidad, y entiendo que la razón se ha ido para no volver cuando impongo mi control a la lucha que llevaba a cabo él solo. Empujo mi músculo contra el suyo, que se retrae levemente al encontrarse con el contacto que buscaba. Noto su sabor, la fuerza con la que se empuja contra mi lengua; noto la humedad de su boca y de la mía, que parece propagarse a... otro rincón de mi cuerpo de una forma salvaje y prematura.

Con los ojos cerrados y centrada en saborearle y sentirle, me deja descolocada por un momento cuando su boca se separa de la mía para coger aire en una bocanada apresurada y soltar una frase que suena ida y ronca:

—S-sí que besas bien, sí... Joder, Sonie...

No sé qué dice y no me interesa escuchar sinsentidos ahora mismo; no me interesa escuchar nada que no sean sus gemidos, sus gruñidos, sus siseos... lo que sea que haga cuando se excita (cosa por la que cada vez tengo más y más curiosidad). Y si no escucho nada de eso, solo quiero oírle admitiendo lo bien que estamos pegados, lo bien que se siente estar así de juntos. Lo increíble que sería estar todavía más y más y más... unidos.

Las manos de Jungkook liberan finalmente las mías, momento que aprovecho para enredar mis dedos en sus greñas y sisear con fuerza cuando las suyas reptan hacia mis caderas para pegarme contra su cuerpo endurecido. Paso la lengua por su labio inferior para sorber levemente la mullida carne que lo compone y dejarlo ir antes de sentir cómo la nariz de Jungkook choca contra mi mejilla en su incesante lucha por el poder de mi boca; Joder, si ya es suya, ¿no se entera?

Mentiría si dijera que esta es la primera vez que siento un beso así de intensamente, de esta forma tan placentera, tan salvaje, tan perfecta; ya lo he sentido antes, porque ya nos hemos besado antes... El el puto beso más increíble que he tenido jamás sin que haya sentimientos de por medio. Es obvio que cuando quieres a alguien los besos saben mejor, pero quitando eso de la ecuación, este beso es simplemente indescriptible.

El coloso empieza a exhalar de forma muy agitada y agresiva contra mi boca abierta, por la que intento recoger algo de aire antes de desmayarme; la cercanía que mantenemos, aún sin besarnos, sigue poniéndome demasiado. Solo el observar a través de mis párpados entornados lo rojos e hinchados que tiene los labios gracias a mí, me está martirizando. Necesito respirar un poco, pero también necesito volver a comerle la boca... esto me va a matar, no quiero tener que elegir.

—Mm-más... Más, más... —exhalo en bucle, completamente ida.

El coloso no tarda en hacerme caso, ni siquiera parece haber recuperado el aire, pero me besa tal y como le pido; se deja hacer cuando mi boca se muestra más dominante... y, jooooder, el gemido que suelta cuando le lamo los labios de la manera más guarra que haya usado en mi vida. Podría tener un orgasmo solo escuchando esos gemidos. Ya es hora de que me suelte otro...

—Son... nie... C-coño... No aguan...

Estamos tan metidos en este beso (que se ha convertido en algo mucho más turbio en cuestión de segundos) que me extraña por un momento la manera en que ambos reaccionamos instantáneamente cuando la puerta del estudio se abre; nos separamos y miramos hacia la abertura, por la que la cabeza de Taehyung asoma tras buscarnos con la mirada por el resto del cuartito sin éxito.

—Eh... Como los gritos han parado de repente, me daba miedo que os hubierais matado o algo, pero... ya veo que no es nada de eso —explica, pasando sus ojos muy abiertos de Jungkook a mí.

No hay que ser un genio para pillar lo que estábamos haciendo; si nuestra respiración extremadamente rápida e irregular no era pista suficiente, nuestros labios empapados en la saliva del contrario e hinchados como si nos hubieramos estado inyectando botox debería ser la prueba concluyente de que aquí... ha habido contacto carnal. No tanto como el que me hubiera gustado, pero lo suficiente como para notarme más mojada que en los últimos dos meses.

—Resulta que... no os estabais matando, ¿no? —inquiere, estudiando nuestra pose inocente.

—No...

—P-para nada —coincide el coloso.

—Emmm... N-namjoon hyung me ha dicho que vayas a su despacho para explicarte lo de las clases y eso, Jungkook, así que... mejor que se te pase un poco lo de... no estar matando a Sonje antes de ir a verle —sugiere preocupado.

—S-sí, va a ser lo mejor —murmura, llevándose las manos a la cabeza para revolverse el pelo—. Joder... Oye —me llama, y cuando me giro para mirarle... Nada, que no puedo controlarme; me tiraría a su boca hasta con Taehyung de público—, joder... —maldice, pasando de largo por delante mía.

Jungkook se va de la habitación, dejándome sola ante la mirada inquisitiva de Taehyung, que en cuando ve que el coloso se ha pirado, vuelve el cuello a mí y me sonríe con malicia. El pequeño tatuaje de las caritas que lleva en la mejilla se alza junto con las comisuras de su boca, y mientras que yo trago saliva con mucha fuerza para intentar templarme (porque de verdad que estoy ardiendo), a Picasso se le ocurre un plan perfecto para cortarme el rollo por completo:

—Me lo vas a contar todo, todito, o largo lo que acabo de ver...




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Heeeeeeello there, amores.

Me veo obligada a empezar el interrogatorio con un: ¿Qué os ha impresionado más, el encuentro de Sonje con un tal Cancerbero, o el encontronazo que han tenido ella y el coloso un poquito después en cierto rincón de su estudio? Las cosas se empiezan a poner un poquito... intensas en la historia, parece ser; ¿tenéis alguna teoría de lo que puede pasar ahora que el coloso también está en el estudio?

Vamos avanzando poquito a poco y con buena letra, y aunque todavía estemos prácticamente en el principio de la historia, espero que os esté gustando mucho.


Me despido hasta (espero) prontito, amores. Feliz San Valentín <3<3

Py!

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