❝ Forbidden ❞ || Michaeng

De _xYoungOnce

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❝ Aveces las sensaciones prohibidas son las mejores ❞ ⚘ Aclaraciones en el primer capítulo ¡! ⚘ Mención de... Mais

𓏲 Prólogo
𓏲 Capítulo 1
𓏲 Capítulo 2
𓏲 Capítulo 3
𓏲 Capítulo 4
𓏲 Capítulo 5
𓏲 Capítulo 6
𓏲 Capítulo 8
𓏲 Capítulo 9
𓏲 Capítulo 10
𓏲 Capítulo 11
𓏲 Capítulo 12
𓏲 Capítulo 13
𓏲 Capítulo 14
𓏲 Capítulo 15
𓏲 Capítulo 16
𓏲 Capítulo 17
𓏲 Capítulo 18
𓏲 Capítulo 19
𓏲 Capítulo 20
𓏲 Capítulo 21
𓏲 Capítulo 22
𓏲 Capítulo 23
𓏲 Capítulo 24
𓏲 Capítulo 25
𓏲 Capítulo 26
𓏲 Capítulo 27
𓏲 Capítulo 28
𓏲 Capítulo 29
𓏲 Capítulo 30
𓏲 Capítulo 31
𓏲 Capítulo 32
𓏲 Capítulo Final
𓏲 Extra O1
𓏲 Extra O2
𓏲 Extra O3
𓏲 Extra O4
𓏲 Extra O5

𓏲 Capítulo 7

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De _xYoungOnce

Los labios de Chaeyoung se movían al compás de los de Mina, terriblemente nerviosa y emocionada de nuevo, no pudo evitar cerrar sus ojos, tratando de relajarse mientras Mina sobaba sus mejillas con sus pulgares. Otra vez estaba ilusionándose, pero ¿cómo no hacerlo? Que Mina la besara de esa manera debería ser ilegal, no podía besarla así y luego hacer como si nada, como si no hubiera pasado mientras ella se quedaba en una enorme nube de ilusiones.

— Chaeyoung, de verdad lo siento — la miró directamente a los ojos al separarse, aún demasiado cerca, creyendo que se estaba sobrepasando.

Mina volvió a besarla, pero con más fuerza. Evitó pensar en las consecuencias, dejándose llevar por ese momento que se sentía tan bien y en calma. La rubia por fin reaccionó y pasó sus brazos alrededor de su cuello, jugueteando con los mechones de cabello que caían en la parte trasera de su cabeza, acercándola a su cuerpo, soltando leves suspiros y jadeos casi inaudibles. Su corazón latía con fuerza contra su pecho, no quería que la soltara, quería permanecer de esa manera siempre, y Mina, muy en el fondo, también lo deseaba.

Segundos después, ambas rompieron el beso, aún con sus ojos cerrados, tratando de asimilar qué eran todas esas sensaciones que las hacía sentir tan nerviosas y apenadas, pero al mismo tiempo, tan cómodas.

— ¿Qué fue eso? — preguntó en un susurro la menor, abriendo sus ojos lentamente para encontrarse con el rostro sonrojado de su mejor amiga.

— M-Me gustó — confesó, sintiendo su respiración cortarse a cada instante.

La habitación se sumergió en otro abrumador silencio, las dos sin decir algo más. Mina agachó la mirada, poniendo atención a las manos de su mejor amiga que jugueteaban entre sí en su regazo. Sus mejillas volvieron a sonrojarse al notar los pezones de Chaeyoung perfectamente erectos por encima de su top deportivo; quiso apartar la mirada, pero no pudo. Chaeyoung se dió cuenta inmediatamente, tapándose con ambas manos, sorprendida por la poca vergüenza de la mayor. Cuando Mina levantó la mirada y se encontró con la de Chaeyoung, se sintió acorralada, no sabía ni cómo explicar todo lo que estaba sucediendo en ella en ese momento.

— Perdón — balbuceó, apartando la mirada, sonrojándose aún más, sintiéndose demasiado expuesta ante su no tan disimulada mirada.

No sabía como manejar esa situación, ni siquiera sabía cómo es que su excitación seguía ahí, haciendo presencia en su cuerpo por no ser atendido.

Chaeyoung estaba deseosa, deseosa de muchas cosas con su mejor amiga al verla así. Se debatió unos segundos sobre qué tan prudente sería saciar las ganas de ambas, ni siquiera quería pensar en lo que pasaría después, sabiendo que podría terminar por arruinar su larga y bonita amistad.

Al diablo las consecuencias, se decidió, sintiéndose egoísta al respecto, pero Mina estaba igual de necesitada que ella y no podía ignorarlo, no cuando podía hacer algo al respecto. Huir ya no estaba en sus opciones.

Sin previo aviso, tomó el rostro de Mina y empezó a besarla con urgencia, bajando sus manos hacia sus brazos con timidez, metiendo sus dedos bajo las mangas de su suéter. Escuchó un leve jadeo cuando mordió suavemente su labio inferior, dándole paso a su lengua sin aviso alguno, se encontró realmente sorprendida al ser correspondida con la misma pasión.

— Chaeyoung — susurró en un suave gemido al sentir la mano de la menor bajando hasta su intimidad, presionando con sutileza sobre la tela de su pantalón, su piel erizándose ante la suavidad del toque, soltando un jadeo involuntario.

La rubia quitó la mano, arrepintiéndose por el atrevimiento. Pero sus ojos se abrieron con gran sorpresa cuando Mina tomó su mano y la puso de nuevo en su intimidad, dándole permiso para seguir tocándola.

— Sigue — la miró con ojos brillantes, presionando los dedos de Chaeyoung en su centro, sintiendo su piel erizarse de nuevo ante el tacto de alguien más que no fuera ella misma — Sigue haciendo eso, Chaeng.

Chaeyoung asintió lentamente y se acercó a besarla de nuevo, sintiendo una oleada de excitación ante la sensación de tocar a Mina de esa manera tan íntima, sintiéndose todo tan personal entre ambas bajo la tenue luz de la habitación. Sin darse cuenta, la espalda de Mina tocó el colchón de su cama con Chaeyoung sobre ella, besándola con fuerza, mordiendo sus labios y chupando su lengua de vez en cuando.

Otro gemido se escapó de los labios de la mayor cuando Chaeyoung se sentó sobre su regazo, moviendo sus caderas en círculos con la intención de hacer fricción contra ella.

— Esto... Esto me gusta mucho — puso sus manos en la cintura de Chaeyoung y guio sus movimientos sobre ella mientras cerraba los ojos con fuerza y se dejaba llevar.

— ¿Quieres que te ayude a terminar? — preguntó sobre sus hinchados labios, dejando pequeñas lamidas sobre estos de manera juguetona y pícara. Sonrió al ver un asentimiento de su parte, demasiado ansiosa — Está bien, Minari, haré que te sientas muy bien.

Mina buscaba la manera de ser participativa, sin embargo, no sabía en donde poner sus manos, ni qué hacer o si solo debía quedarse a ver cómo se supone que llegaría a su orgasmo con la ayuda de Chaeyoung, pero sus pensamientos al respecto fueron interrumpidos al sentir la húmeda lengua de la menor juguetear en su cuello, dejando húmedos besos y sutiles mordidas; una corriente de placer recorrió su cuerpo, algo realmente nuevo, sin saber qué tan sensible podría ser en ese punto en específico, llegando a la conclusión de que le gustaba cómo se sentía esa estimulación ahí. En ese momento, se estaba deshaciendo en suaves gemidos con cada tacto en su piel, con cada roce.

— Chaengie...

Las manos de Chaeyoung viajaron hasta la orilla de su pantalón de dormir, bajándolo por completo hasta dejarla en ropa interior. Chaeyoung relamió sus labios al verla de esa forma; muchas veces imaginó cómo sería ver a su mejor amiga, fantaseando con algo así por mucho tiempo, y por fin podría verla como tanto quiso. Quizás sonaba un poco enfermizo y pervertido de su parte, pero no podía evitarlo, le gustaba tanto que no podía simplemente ignorarlo cuando se complacía a sí misma en la soledad de su habitación.

Besó su centro sobre la tela de sus bragas, humedeciéndola más de lo que ya estaba, dejando pequeñas lamidas que causaban que la piel de Mina se erizara.

— Oh... si, Chaeng — balbuceó con sus ojos cerrados, entregándose completamente al placer — ¿Qué haces? — se elevó sobre sus codos al sentir el contacto directo de los dedos de Chaeyoung sobre su clítoris, haciendo movimientos de arriba hacia abajo, masturbándola tan bien que no pudo evitar gemir un poco alto sin darse cuenta.

— Silencio, Mina, van a escucharte — dijo divertida, besando la punta de su clítoris, causando otro gemido que Mina logró amortiguar con su labio inferior — ¿Te gusta así?

Mina asintió frenéticamente, suplicando con la mirada que no se detuviera. La sensación era muy diferente a como cuando ella lo había hecho anteriormente, se sentía mucho mejor. Ni siquiera notó en qué momento su ropa interior ya no estaba, quiso esconderse y taparse por pura inercia, pero Chaeyoung no se lo permitió, ella quería admirarla, guardar muy bien esa imagen en su cabeza para no olvidarla nunca.

— Deja de verme así, me siento extraña — pidió la mayor, moviéndose incómoda.

La oscura y deseosa mirada de Chaeyoung hizo que guardara silencio y volviera a recostarse, de alguna manera entendiendo a la indirecta de que dejara de hablar, de cierta forma era intimidante, pero le gustaba mucho. Sintió los suaves labios de la menor besando sus piernas, pasando su lengua de manera descarada en el interior de sus muslos, haciéndola sentir tan necesitada.

Chaeyoung se estaba encargando de su propia humedad al ver como Mina mordía sus labios y ocasionalmente el dorso de su mano para silenciar sus gemidos. Sin esperar mucho más, rodeó la humedad de la mayor con su lengua, lamiendo hasta donde podía. Mina no paraba de gemir y balbucear cualquier cosa, sus ojos cerrados y su cuerpo ansioso, estaba a punto de correrse.

— Empuja mi cabeza y muévete hacia arriba — pidió la menor cuando dejó de hacerle el oral, dándole permiso para que literalmente, Mina embistiera su boca.

La pelinegra asintió apenas poniendo atención, estaba segura de que no aguantaría mucho más.

Chaeyoung volvió en lo que estaba, y Mina hizo lo que ésta le pidió, enredó sus dedos en el cabello de la menor y empezó un lento movimiento de caderas, logrando que la lengua de su amiga se colara en su interior, escuchando sus amortiguados gemidos. Y eso fue suficiente para que segundos después, llegara por fin a su orgasmo sin siquiera avisarle, estaba tan cegada en el placer que no pudo contenerse más. Chaeyoung recibió la esencia de Mina con mucho gusto, sintiendo como una de sus fantasías se había cumplido.

Siguió masturbándose antes de por fin llegar a su propio orgasmo, sintiendo sus piernas débiles y sus ojos lagrimear. No importaba que Mina no la haya tocado en lo absoluto, pero todo eso era más que suficiente para sentirse satisfecha.

— Espera, no vayas a levantarte, buscaré algo para limpiarnos.

Mina asintió con mucha timidez, impaciente por cubrir su cuerpo, porque de repente se sentía demasiado expuesta y avergonzada ante su desnudez.

Chaeyoung apareció con un par de toallas que encontró en el baño de la habitación, limpió su orgasmo del cuerpo de su amiga, y luego a ella misma. Terminó de ponerse su ropa, siendo seguida por la mayor, ambas en un agobiante y sofocante silencio.

— Mina...— habló la menor luego de un corto e incómodo silencio, ¿qué se supone que debía decirle? No quería que empezara a llorar de nuevo — ¿C-Cómo te sientes? — se sintió insegura al preguntar, pero necesitaba saber si su amistad estaba intacta o debía alejarse.

— Yo... mmm... no lo sé — divagó un poco sin mirarla, su corazón latiendo nervioso y sus mejillas muy sonrojadas de nuevo — De verdad no lo sé... Yo solo...— rascó su nuca con timidez, buscando algo coherente, algo que no la hiciera sentir tan cohibida.

Mina luchaba consigo misma, la culpa apareció de nuevo, pero no como la primera vez. No pudo ver a su mejor amiga a los ojos, ¿cómo iba a explicar lo que acababa de suceder? ¿qué significaba todo eso realmente?

— ¿Quieres que me vaya?— preguntó en voz baja, su pecho doliendo ante la obvia respuesta.

De cierta manera, sabía las consecuencias y aún así accedió, la incitó a llegar a más; entendería si Mina no quisiera verla de nuevo. El amargo pensamiento la hizo agachar la mirada, avergonzada y desanimada.

— No, quiero que te quedes conmigo — soltó, dándole una mirada amable, negándose a echarla como la última vez, permitiéndose seguir recibiendo la sensación de calidez que solo ella podía darle, aunque muy en el fondo se sentía extraña y muy apenada — ¿Quieres quedarte a pasar la noche? — se atrevió a preguntar, arriesgándose a obtener una respuesta negativa que pudiera hacerla sentir mal por el rechazo, pero sintió un inexplicable alivio al ver la expresión de la menor.

Chaeyoung levantó la mirada rápidamente, sintiéndose demasiado aliviada y feliz. Asintió con timidez y en silencio rodeó la cama en busca de su lugar habitual para dormir.

No te ilusiones más, se repitió, acomodándose en la cama de la mayor como acostumbraba a hacer, viéndola hacer lo mismo a su lado. Se estaba haciendo daño, estaba consciente de eso, pero quería aprovechar el tiempo que se le sea permitido para estar a su lado antes de que tome la decisión definitiva de alejarse de ella.

Todos esos besos y toqueteos parecían no significar nada más que simple curiosidad para Mina, pero estaba feliz de que fuera con ella y no con alguna de sus otras amigas, aunque estuviera mal, estaba feliz por ser el ''experimento'' de su mejor amiga, porque eso era lo más cerca que estaría de tener algo íntimo con la chica de la que estaba enamorada. Su corazón saldría lastimado, lo sabía.

— Chaeyoungie.

— Mh.

— ¿Quieres salir de nuevo algún día conmigo? Podemos ir al cine si quieres.

Chaeyoung se dio la vuelta hasta quedar frente a la mayor, frunciendo el ceño levemente.

— ¿Te dejan salir ya? — Mina negó, dejando escapar una suave risita

— Me voy a escapar de nuevo.

— No quiero que te metas en problemas.

— Tranquila, ya lo hice una vez y nada pasó, además, tengo muchas ganas de ir al cine. Si mis padres se dan cuenta, lo enfrentaré.

Chaeyoung no estaba muy segura de las palabras de la mayor, pero se veía un tanto emocionada, incluso la idea era demasiado tentadora para ella, salir con Mina estaba en su estúpida y cursi lista de cosas por hacer en la vida, porque sí, algo tan simple como ir al cine con amigas era casi imposible para la nipona, quedando ese plan como un lejano sueño que de repente, estaba más cercano que nunca.

— Está bien — asintió — Tú dime cuando.

Mina sonrió satisfecha, dudando de su propio plan, pero ya estaba decidida, sus padres no podían matarla, ¿cierto? Un castigo no sería tan malo si con eso lograba sentirse verdaderamente feliz.

Mina despertó como de costumbre gracias a su reloj biológico que la hacía levantarse minutos antes de que la alarma sonara. Suspiró frustrada, tratando de moverse fuera de su cama hasta que sintió el peso de Chaeyoung a su lado, recordando que se había quedado con ella la noche anterior. Sonrió para sí misma al verla dormir, adentrándose en los detalles de su rostro tan pacífico mientras se encontraba dormida.

Quería muchísimo a Chaeyoung, era lo mejor que tenía en su aburrida, religiosa y estricta vida, era como su pequeño escape de la realidad, su lugar seguro, su persona especial.

Pero sabía que lo estaba arruinando todo, todas esas situaciones en las que se veían envueltas debido a su propia inseguridad y confusión la hacía sentir que estaba llevando en picada su amistad, y no era culpa de Chaeyoung, era de ella misma, se conocía, sabía que debido a su propia culpa iba a alejarse como siempre hacía hasta que apareciera otra oportunidad en la que volvieran a juntarse como si nada.

Estaba actuando mal, pero a su alrededor estaban pasando tantas cosas que no sabía como sobrellevar sus propios problemas relacionados con la rubia. Quiso convencerse muchas veces que para apartar esos extraños sentimientos en ella debía alejarse por completo de Chaeyoung, sin embargo, solo esa idea la hacía sentir muy desanimada, aunque merecía que Chaeyoung no volviera a hablarle, ella no tenía la culpa de su inestabilidad y confusión.

Miró a su mejor amiga que aún dormía, apartó los mechones rubios que caían en su frente, notando sus labios abultados y sus expresiones muy relajadas.

El recuerdo de la noche anterior llegó sin avisar, preguntándose de nuevo cómo lidiar con eso. La sensación de querer llorar la invadió, sabía que nada de eso estaba bien en ningún sentido, estaba tan confundida, ¿y si solo era simple curiosidad? Toda esa mezcla de sensaciones inició desde que vio a su mejor amiga tocándose en su habitación, despertando cosas en ella que no sabía que estaban ahí a la espera de hacerse notar. Incluso ella misma se había atrevido a pedirle un beso, un beso que llegó demasiado lejos, un beso que pudo significar algo verdaderamente importante.

¿Qué estaba bien y qué estaba mal? ¿realmente había una clasificación para lo que estaba sintiendo? Esas ridículas etiquetas que no hacían nada más que afectarla; una mala hija, una pecadora, una desobediente, etiquetas que para su familia, ella llevaba como un enorme cartel luminoso, y todo por cosas que según ellos, eran castigadas por Dios. Ya no quería seguir esas reglas, ¿se supone que esa forma de vida debía hacerla feliz?

Porque si así era, no estaba segura de querer vivirla.

Sus amigas iban a mirarla mal, le darían la espalda, y eso la hacía replantearse de nuevo si realmente eran sus amigas, nunca querían escucharla, no querían tratar de entender aunque sea un poco que ella no estaba siendo feliz de esa manera, no se sentía bien con nada.

— ¡Mina, levántate! — gritó su madre desde el otro lado de la puerta, tocando de manera brusca, causando que Chaeyoung despertara de golpe y un poco asustada — ¡No voy a repetirlo!

— Ya voy — respondió en voz baja, sobando el cabello de Chaeyoung que se miraba agitada por la forma tan brusca de levantarse — Buenos días, lo siento por eso — sonrió apenada.

— Buenos días — sintió un dolor punzante en su cabeza, un poco mareada — Creo que debo irme ya antes de que tu madre entre sin avisarte y me encuentre aquí — miró la hora en el reloj de Mina, riendo por lo bajo.

Myoui apartó su mano de la cabellera de Chaeyoung y asintió, sintiéndose extrañamente triste porque no sabía hasta cuándo podría verla de nuevo, conociéndose, la empezaría a evitar de nuevo como la idiota que era.

Chaeyoung se despidió con la mano antes de salir por el balcón, temerosa de ser descubierta por los Myoui. Mina la vio entrar a su casa por la puerta principal como si nada, ojalá ella también pudiera hacer lo mismo.

Al menos había sido una noche inolvidable para ella.

Algunos días después sin volver a tener contacto con Chaeyoung — justo como supo que sería — Mina hizo su rutina normal, sintiéndose realmente mal por no tener el valor de enfrentar sus propias acciones, sabía que estaba muy mal dejar de lado a su mejor amiga cada vez que se sentía confundida o algo pasaba entre ellas, era totalmente su culpa; debía arreglar las cosas antes de perderla totalmente si es que no lo había hecho ya.

Tomó una ducha y se preparó para ir a la escuela. Bajó al comedor, sabiendo lo que le esperaba, todas las mañanas era igual, nadie saludaba, solo se limitaban a hacer una oración antes de comer y nadie decía nada más.

Que gran familia.

Se dirigió a la cocina en donde su madre servía los platos de comida, ayudándola con algunas cosas sin siquiera preguntarle. La señora Myoui soltó un suave suspiro de resignación, pero no dijo nada al respecto, ni siquiera agradeció, pero a Mina eso ya no le importaba, ni siquiera se dio cuenta en qué momento la situación con sus padres dejó de importarle.

— Ya que quieres adelantar tu rol de madre en esta casa, lavarás los platos luego del desayuno — habló con seriedad el señor Myoui cuando Mina tomó asiento en su puesto de siempre — ¿Entendido?

— Si, no hay problema — respondió tranquila, pero el señor Myoui estaba molesto, no le gustaba esa actitud en su hija.

— Niña insolente, nunca aprenderás — gruñó muy enojado, cerrando sus manos en puño, quedándose sin paciencia.

— Como digas, no me importa — susurró la pelinegra para ella misma, arrepintiéndose rápidamente al notar que había sido escuchada.

— ¿No te importa? — rió con sarcasmo — Al parecer tú ya no tienes respeto por nadie en esta casa y estoy cansado — se levantó de su silla, rodeando la mesa hasta quedar frente a la menor que también se había puesto de pie — He tratado de tenerte paciencia, ¡Pero haces todo demasiado difícil!

— Papá...

— ¡No te metas, Jihyo! — señaló a la mayor de sus hijas, dirigiendo su mirada de nuevo hacia la pelinegra — Me estoy cansando de ti, antes no eras así.

— Ya, pero ahora soy así... Ni siquiera he hecho algo malo — siguió hablando con seguridad, negándose a bajar la mirada una vez más sin importar lo asustada que estaba — Dime, ¿está mal para Dios que quiera ayudar a mamá en la casa? ¿Es eso lo que te molesta?

— Tú qué sabes.

— ¡Por eso mismo te estoy preguntando! — exclamó, sintiendo su labio inferior temblar por la impotencia, su pecho doliendo — ¡No sé a qué Dios están adorando, pero es una total mierda!

Lo dijo.

Realmente lo dijo, no se quedó en su mente como pensó que sería.

— ¡Myoui Mina! — gritó su madre con asombro, levantándose de su silla.

El señor Myoui estaba rojo de la furia, la tomó del cuello de la blusa de uniforme sin creer del todo que su hija soltara esas palabras, yendo en contra de todas las bases que le habían inculcado. Mina lo miró a los ojos, apartando el miedo de su sistema, porque si no, nunca tendría el valor para hacer algo al respecto.

— ¿Vas a golpearme? — preguntó desafiante la menor, viéndolo con el puño alzado, sin moverse, amanezando con golpearla — ¿Vas a golpearme como golpeabas a mamá? ¿en serio harás eso? — soltó sin miedo alguno, sacando a flote esa etapa que se supone que todos habían olvidado en el bendito nombre de Dios — Hazlo, no me importa — desafió, negándose a verse débil.

La señora Myoui no daba crédito a lo que estaba escuchando, sintiendo su pecho doler por la tristeza del recuerdo de esos sucesos del pasado. Jihyo estaba quieta, pensando en una solución que no fuera solo quedarse ahí sin hacer nada.

El señor Myoui dejó ir dos golpes seguidos justo en la mejilla de su hija, tan fuertes que hicieron que su cabeza girara hacia un lado y cayera al suelo. Un silencio sepulcral se instaló en el comedor. Mina empezó a llorar con impotencia, sintiendo su mejilla arder y su cabeza doler.

De verdad su padre la había golpeado sin dudarlo.

Jihyo se levantó, tomó el brazo de su hermana y la apartó de sus padres, sintiéndose impotente por la vida que les estaban dado, quería hacer algo, pero si se metía, su padre también iba a golpearla, debía seguir con esa fachada absurda de hija buena e inocente.

Cuando ambas estuvieron en el baño principal de la casa, Mina no dijo nada, simplemente esperó sentada sobre la tapa de inodoro en lo que su hermana mayor buscaba cosas en el botiquín. Su mejilla seguía doliendo, pero el dolor en su pecho era más grande, más fuerte que el dolor físico. Era la primera vez que su padre la golpeaba, normalmente su madre se encargaba de castigarla cuando hacía algo que no le parecía bien, pero luego de eso, sabía que ninguno de los dos dudaría en hacerle daño de nuevo.

El recuerdo de su madre llorando debido a los golpes de su padre aparecieron, fue la peor etapa de su familia, nadie estaría feliz con un padre alcohólico que no podía controlar su ira, pero vaya sorpresa, Dios llegó a sus vidas y todo mágicamente se borró. A veces le causaba risa, ¿cómo pueden pretender que eso nunca pasó? Su padre incluso le fue infiel a su madre años atrás cuando ella apenas tenía once, y ahora con sus diecisiete años, estaba más que segura que nunca debieron perdonarlo ni dejarse llenar la cabeza con cosas de que su padre iba a cambiar por milagro de Dios.

— No debiste decir lo de los golpes — habló Jihyo con seriedad, poniéndose de cuclillas frente Mina para alcanzar su rostro y aplicarle una pomada para el dolor — Sabes que fue difícil, era obvio que papá se pondría de esa manera.

— Se me salió — respondió apenada, es cierto que no debió decirlo, pero estaba tan enojada que sus pensamientos se juntaron con lo que quería decir.

— Sabes que enojarte así con nuestros padres es incorrecto, debemos respetarlos y amarlos, sobre todo.

— No he dicho que no los amo — mordió su labio inferior al sentir de nuevo ardor en la zona — Trato de hacer las cosas bien, pero nunca es suficiente para ellos, no sé en qué momento dejaron de verme como una buena hija — sus ojos empezaron a picar, no quería llorar, necesitaba ser fuerte hasta el final.

— De cierta forma siento que es mi culpa — dejó las cosas a un lado y se sentó en el suelo, levantando la mirada hasta su hermana —Siguen comparándote conmigo todo el tiempo.

— No es tu culpa, te has esforzado por ser la buena hija que eres.

Jihyo rió con amargura, sabiendo en sus adentros que toda esa imagen que sus padres tenían sobre ella era una gran mentira.

— Un día entenderás que no es necesario ser perfecto para agradarle a Dios, no es como ellos lo plantean, créeme.

— Y si... ¿Y si ya no quiero agradarle a Dios? — su voz salió demasiado baja, con miedo de estar hablando de más frente a su hermana — No soy feliz — se detuvo un momento, apartando la mirada — Ellos no me dejan hacer nada, ni siquiera hablarle a Chaeyoung — quiso llorar, recordando que hace unos días que no le dirigía la palabra — Quiero hablarle sin sentir que está mal hacerlo... Estar con ella me hace sentir bien, es mi única amiga real — una lágrima mojó su mejilla, incapaz de seguirlas reteniendo.

— Hey — la hizo mirarla, regalándole una sonrisa amable que, de cierta forma, logró calmarla — Según me has dicho, Chaeyoung es una gran chica, haz siempre lo que te haga sentir bien y no pienses tanto en nuestros padres ni en la religión, prometo ayudarte si te metes en problemas, solo te pediré que seas cuidadosa, el mundo allá afuera es muy malo, hay cosas que simplemente no puedes hacer.

— ¿De verdad no está mal hablarle o salir con ella?— Jihyo sonrió y negó con la cabeza, sintiéndose mal por las preocupaciones tan banales de su hermana menor por culpa de sus padres. Ella sabía que ellas se hablaban a escondidas, también sabía que Chaeyoung llegaba a su habitación o Mina iba a la de ella, las había visto un par de veces. Nunca pensó en que habían otras intenciones, sabía que Chaeyoung era lesbiana, sin embargo, no la juzgaba ni creía que estuviera siendo mala influencia para Mina, además, ella no era quien para juzgarla, no era ni cerca de ser alguien digno para juzgar — Entonces, ¿qué cosas son realmente malas?

— Mmm, matar gente — ambas rieron, era algo muy obvio, pero había algo muy específico que Mina no quería escuchar en la lista de cosas realmente malas — Las drogas son muy malas, te destruyen, al igual que el alcohol, aunque no si es solo un poco — le guiñó el ojo, haciéndola sonreír de nuevo.

Sentir atracción por una chica no es algo malo...

— Está bien, gracias por esto — se sintió un poco más tranquila, llegando a la conclusión de que debía hablar con Chaeyoung y arreglar todo con ella, ya no volvería a alejarse.

— Eres mi hermanita — revolvió su cabello con cariño — Pero nunca le digas a nuestros padres que yo te dije eso, sino, ambas estaremos en graves problemas.

Mina asintió, curiosa por la vida de su hermana, ¿cómo es que tenía un pensamiento diferente si demostraba ser tan perfecta?

Desde ese día, vio a su hermana de manera diferente, sintiéndose aliviada por tener alguien en quién confiar dentro de su familia.

Chaeyoung gimió contra los labios de la otra chica al sentir la mano de ésta meterse en su falda de uniforme, trató de ser lo más silenciosa posible porque si alguien al exterior escuchaba algo de lo que estaban haciendo, irían directo a la dirección y de seguro terminarían suspendidas. Tzuyu bajó sus besos hasta el cuello de la rubia, mordiendo levemente sin dejar marcas, Chaeyoung se lo había advertido antes.

— Dime, Chaeyoung, ¿te gusta cómo te toco?

Chaeyoung asintió mientras mordía su labio para silenciar sus gemidos. Al principio, quiso convencerse de que estaría esperando fiel y pacientemente a Mina porque creía que al menos algo había surgido desde la última vez en su habitación, pero ya habían pasado algunos días desde lo que pasó, y como siempre, Mina no le dirigió la palabra. Era un extraño juego en el que le hablaba cuando quería y ella debía estar ahí para cuando quisiera su presencia, de lo contrario, no sabía si estaba bien acercarse.

Estaba muy cansada emocionalmente como para seguir aguantándola.

— Tzu, no — balbuceó al sentir su ropa interior desaparecer de su cuerpo, se estaba dejando llevar tan rápido sin darse cuenta — No puedes... Van a escucharnos — suspiró ante el contacto de las manos de la extranjera en su piel expuesta.

— Nayeon y Momo nos avisarán si alguien viene, no te preocupes — le habló al oído antes de pegarla a la pared con sus manos extendidas hacia arriba y fuertemente agarradas por las de la más alta, dejando a la vista su cuerpo.

¿Por qué había accedido tan rápido? Simple, Tzuyu de cierta forma la volvía loca, verla tan inocente y amable con todos le recordaba que no era ni una pizca de eso, era una chica muy caliente y directa.

Volvió a pensar en Mina, seguro de que esa relación no llegaría a más que una amistad, y tal vez sus amigas tenían razón, tal vez Tzuyu la buscaría algún día de manera emocional, ellas se llevaban muy bien, era amable con ella y pasaban tiempo juntas, entonces, ¿por qué cerrarse a esa posibilidad? Sabía que no había amor de por medio, pero podría haberlo, y si realmente eso la ayudaría a olvidar a Mina, quizás era una buena opción.

No eres mía, Mina y nunca lo serás, pensó antes de sentir como Tzuyu entraba en ella sin previo aviso, olvidándose por completo de Myoui Mina, entregándose al placer que otra mujer podía darle.

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