ARDER EN LIBERTAD

By miliavz

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Serkan Bolat es un reconocido arquitecto, fundador y socio mayoritario del reconocido estudio de arquitectura... More

NOTA PRELIMINAR - ACLARACIONES
PRÓLOGO
CAPÍTULO 01: SERKAN BOLAT.
CAPÍTULO 02: ROBOT.
CAPÍTULO 03: JUGANDO CON FUEGO.
CAPÍTULO 04: PERI KIZI.
CAPÍTULO 05: ANTALYA.
CAPÍTULO 07: CELOS.
CAPÍTULO 08: NO LA PRESIONES.
CAPÍTULO 09: MIEDOS Y CULPAS.
CAPÍTULO 10: DOS INVESTIGACIONES Y UN ATRASO.
CAPÍTULO 11: ENTRE SENSACIONES Y ESTRELLAS.
CAPÍTULO 12: LA CENA.
CAPÍTULO 13: EDA YILDIRIM.
CAPÍTULO 14: CUMPLIENDO PROMESAS ROTAS.
CAPÍTULO 15: BAJANDO LA GUARDIA.
CAPÍTULO 16: VOLVER A EMPEZAR.
CAPÍTULO 17: REENCUENTROS.
CAPÍTULO 18: NO ES TAN TARDE.
CAPÍTULO 19: HACER LAS COSAS BIEN.
CAPÍTULO 20: LAS ESTRELLAS EN SUS OJOS.
EPÍLOGO.
CARTA NO ENVIADA DE EDA A SERKAN.
AGRADECIMIENTOS + NUEVA HISTORIA EDSER.

CAPÍTULO 06: CONFESIONES.

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By miliavz

Canción que acompaña el capítulo: Naked - James Arthur.

Omnisciente

El SUV negro se detuvo frente al edificio donde Eda vivía. Ella se giró con una sonrisa hacia Serkan y dejó un beso en sus labios.

—¿Te veo en Art-Life? —Él asintió, con una media sonrisa mirando cómo se bajaba.

Si bien Serkan le había ofrecido tomarse el día por haber llegado de viaje, Eda consideró que estaba lo suficientemente descansada como para trabajar hoy.

Ella agradeció al chófer que la ayudó con su equipaje e ingresó al edificio para subir hasta su departamento.

Había pasado unos increíbles tres días en Antalya y sentía que la relación con Serkan estaba avanzando y mejorando. Aquello la tenía sonriendo desde que se levantó esta mañana y se dio cuenta al verse reflejada en el espejo del ascensor.

Al llegar a su departamento, dejó la maleta a un lado de la puerta y caminó directamente a darse una ducha que relajara los músculos entumecidos por el viaje.

Una vez salió, se secó el cuerpo y se peinó, se colocó una camiseta grande hasta por debajo de sus muslos y caminó a la cocina donde hizo algo rápido para almorzar. Tomó su teléfono y abrió el chat con Serkan. Apenas lo había usado porque durante el viaje no se había separado de su lado. Se mordió el labio pensando si debía hablarle, pero decidió que lo haría directamente cuando lo viera en la empresa.

Por otro lado, Serkan estaba sentado en la cama mirando un punto en la nada pensando demasiado, como siempre. Ya se había duchado para aclarar sus pensamientos pero no fue suficiente. Estaba intentando entender.

Entender qué sentía, por qué no recordaba haberse sentido así nunca, por qué estaba seguro que los últimos tres días fueron los mejores de su vida. Entender por qué estaba tan asustado y negador ante ello.

Se pasó la mano por el rostro y se levantó para cambiarse. Se colocó unos pantalones azul oscuro y una camiseta tipo polo morada. Se miró en el espejo, volviendo a buscar las respuestas a todos los por qué pero cada vez se sentía más abrumado. Y eso no le gustaba para nada.

Eda ingresó a Art-Life vistiendo unos jeans largos hasta la rodilla, con un top morado y una camisa de flores también morada. Saludó animadamente a Leyla y a Erdem, luego a los demás empleados que estaban en el área común.

Cuando estaba caminando hacia su escritorio se encontró con Pırıl.

—Eda, qué bueno que has venido, necesito pedirte un favor.

—Claro, dime. —Eda se quitó los lentes de sol para mirarla.

—Necesito que revises unos archivos sobre un campo de golf y separes los planos paisajismo para poder reutilizarlos en un proyecto similar.

—No te preocupes, voy a revisarlos y ver si podemos hacerle algunos cambios, si te parece bien. —le dedicó una sonrisa.

—Eso sería ideal, muchas gracias. —la pelirroja asintió sonriendo y se giró para caminar a su despacho.

Eda se acercó y le pidió ayuda para encontrar las cosas y luego le pidió ayuda para llevar unas carpetas mientras ella llevaba la caja.

Con cuidado apoyaron las cosas sobre su escritorio y le agradeció a la pelinegra que le sonrió despreocupada.

Acomodo las carpetas pero antes de poder centrar la atención en cualquier otra cosa, Serkan pasó por su lado ingresando a la sala de reuniones ignorándola por completo, seguido por Engin quien la saludó con la mano.

Confundida por ello, se sentó y lo miró, esperando coincidir con su mirada pero no fue así. Tomó una carpeta y la abrió para revisar el plano, pero sus ojos no dejaban de ver al hombre a través de las puertas metálicas.

Cuando Engin finalmente salió, ella se levantó y tocó una de las puertas antes de ingresar. Caminó hasta él con una ¿tímida? sonrisa.

—Hey, ¿almorzaste hoy? —pregunta ella, él mantuvo la mirada en su computadora.

—Sí, ¿tu? —ella asintió, pero al ver que no se preocupaba por mirarla, ladeó a penas la cabeza.

—¿Estás bien? —volvió a preguntar, ya sabiendo la respuesta.

—Sí, ¿por qué no iba a estarlo? —mencionó, sin romper aquella posición.

—Me parece que estás distante. —comentó ella alzando ambas cejas por la actitud deél.

—Te parece mal. —aquel tono hizo que Eda tuviera un pequeño escalofrío.

—Algo te pasa, Serkan. No me estás mirando. —suspiró algo desorientada por su actitud.

—Estoy trabajando, Eda. —contestó él, como si estuviera exasperado.

—Serkan. —Eda frunció su ceño, no iba a irse sin una respuesta.

—¿Qué? —ahora la miró, levantándose de la silla.

—¿Qué te pasa? —Dio un paso hacia él, tratando de tomar su mano pero él la esquivó.

—Nada me pasa, Eda, ¿no tienes trabajo? —Eda se quedó estática ante la frialdad de su respuesta, mientras él salía a la terraza.

Lo siguió unos segundos después y lo miró.

—¿Puedes hablar conmigo? Llegaste y me ignoraste completamente pero aun cuando te estoy hablando a la cara me esquivas y no me miras. —señaló tratando de mantener la calma.

—¿Qué quieres que te diga? —él apoyó las manos en sus propias caderas, mirándola. Eda no habló durante unos pocos segundos.

—¡Sólo quiero saber qué te pasa, quiero ayudarte! —explicó haciendo un ademán con sus manos, quizás con algo de exasperación en su voz por no obtener una respuesta rápida, y quizás eso presionó el botón equivocado en él.

—¡Estoy harto! ¡Eso me pasa! ¡Necesito mi espacio! —Serkan levantó un poco la voz al responder.

—¿Tu espacio? —Eda lo miró intentando comprender.

—Sí. —mantuvo la mirada en la castaña.

—No te entiendo. —niega con clara confusión en su rostro.

—Necesito mí espacio, Eda. Necesito enfocarme en el trabajo y últimamente no puedo hacerlo. —dijo con cansancio.

—¿Y qué tengo que ver yo? —murmuró ella, buscando los ojos que nuevamente la evitaban.

—¡Todo! ¿No entiendes? ¡Necesito mí espacio! —Eda se quedó en silencio, ahora sí la miraba a los ojos. Intentar descifrar lo que aquellos ojos verdes expresaban era una batalla pérdida casi siempre, pero algo andaba mal hoy en ellos, algo ocultaban pero él no la dejaba ver.

Ella cerró los ojos y tomó una respiración profunda, dando un paso hacia atrás y dándose media vuelta.

—Tamam, cuando se te pase lo robot y quieras hablar como una persona, me llamas. —mencionó con pocas ganas de seguir peleando, si quería espacio, ella le daría espacio.

—¿A dónde vas? —la miró confundido.

—¡A mí casa! Me voy a tomar el día tal como me ofreciste hoy.

Eda salió de la sala enojada. No entendía por qué se empecinaba en ser ese robot frío, cerrado al mundo. ¿Por qué no podía ser el mismo que durante Antalya?

Tomó su bolso y caminó para irse del edificio bajo la mirada apenada de Engin y Pırıl que aparentemente ya sabían lo que sucedía.

Mientras tanto, Serkan observó la figura de Eda salir de la sala y él ingresó a la misma. Al verla irse tal como había dicho, se maldijo a sí bajando la tapa de la computadora y se sentó, cerrando los ojos sabiendo muy bien que no iba a poder enfocarse en el trabajo después de haber hecho que Eda se fuera así, menos sabiendo que si levantaba la cabeza ella no estaría en su sitio.

Se levantó, tomó la computadora y su teléfono y salió dispuesto a ir a su oficina en la planta superior, pero obviamente, como si fuera un mal chiste Erdem chocó con él haciendo que su ropa quedara llena del café que tenía en sus manos.

—¡Erdem! —se quejó en un grito y se pasó la yema de los dedos por la frente.

—Lo siento Serkan Bey, lo siento. —intentó limpiarlo con una servilleta.

—Fuera de mí vista. —tratando de no matar al asistente de Engin, siguió su camino.

Agradecía mentalmente tener su baño privado y algunas mudas de ropa para poder cambiarse, lo cual hizo, colocándose unos pantalones negros y una camisa clara tras limpiarse el café.

Se sentó en el escritorio para comenzar a trabajar. Abrió unos informes y archivos mientras encendía nuevamente la computadora. La necesidad de ir a asomarse a ver el área común le carcomía por dentro, aunque no sabía por qué. Eda no estaba y por mucho que mirara su silla, no iba a aparecer.

Una hora después, cerró el dossier con fuerza, golpeando en el acto el escritorio. Se tiró hacia atrás en su silla y se masajeó las sienes, parecía una broma: cuando más quería sacar a Eda de su cabeza, más la pensaba. Cuando más quería alejar su imagen, más la extrañaba.

Suspiro y se incorporó. No iba a poder concentrarse, quizás desde su casa podría relajarse un poco más.

Engin vio salir a su amigo sin despedirse y miró a Pırıl quien le dio un asentimiento de cabeza, como entendiendo su plan y estando de acuerdo con él.

A un par de kilómetros de Art-Life, luego de una larga caminata por el Bósforo que no le ayudó mucho, Eda estaba en la floristería dónde trabajaba antes de ingresar a la empresa, junto con Melo y Ceren, quejándose por la actitud de Serkan.

—¡Es que no lo entiendo! —gruñó mientras removía con cuidado la tierra de una maceta. — Durante Antalya fue encantador, atento y... —se frenó antes de dar demasiados detalles que la expusieran. — ¡Pero hoy es el mismo robot que me hizo llorar en mí primer día de trabajo!

—Edacim... —murmuró Ceren tratando de ocultar la diversión en su rostro.— Quizás no está seguro de sus sentimientos. —señaló la rubia.

—¡Pero entonces que me lo diga! —clavó la pala pequeña que estaba usando en la tierra y se dejó caer en el respaldo de la silla.

—Tú misma dijiste que es un robot, quizás le cuesta expresarse, Eda. —ahora Melo habló, y Eda la miró.

—Pero... —suspira con clara frustración.— Pero lo que hace tampoco está bien, ¿por qué me aleja?

—Porque está asustado, porque no encuentra otra manera. —vuelve a decir Ceren.

—Además, cariño, ¿tú le hablaste de cómo te sientes? —inquirió Melo tomando la mano de su amiga.

—No... —Eda frunció sus labios y bajó la mirada. — ¡Pero si es imposible hablarle! —volvió a quejarse haciendo reír a sus amigas. — Además yo tampoco sé lo que siento...

—Yo tengo la solución a eso. —dijo la rubia de las tres, con una sonrisa. — Es un test casero al que me sometió mi madre cuando me gustaba mí vecino pero yo no me daba cuenta.

—Esto será muy divertido. —dice Melo entre risas, Ceren asintió.

—Y por eso vamos a ir a tu departamento, vamos a cocinar algo y vamos a hacerlo con una copa de vino en la mano. —Ceren sugirió y Eda asintió.

—Tamam, vamos. Pero hasta entonces nada de hablar de cierto robot. —nuevamente, riendo, sus amigas asintieron.

Las tres se fueron tras saludar a la mamá de Melo en el auto de Ceren hacia el edificio donde Eda vivía. Colocaron algo de música alegre que le gustaba a las tres y comenzaron a cantar las canciones que conocían.

Al llegar a su destino, las tres bajaron del auto, ingresaron al edificio y subieron hasta el departamento de Eda. Como si fuera una rutina cada vez que se reunían, caminaron hacia la habitación para colocarse ropa más cómoda y después fueron hacia la cocina mientras peleaban por qué cocinarían en aquella ocasión.

Eda estaba muy agradecida por sus amigas, ellas eran su familia, su sostén y quiénes le ponían los pies en la tierra cuando volaba demás. Pero también la abrazaban sin juzgarla cuando lo necesitaba.

Finalmente se decidieron por pizza, así que dividiéndose las tareas, cocinaron entre risas y música de fondo.

Se sentaron alrededor de la mesita de la sala de estar, en el suelo, con una copa de vino cada una y la pizza en el centro.

—Muy bien, Eda, ¿estás lista? —preguntó Melo con algo de emoción en su voz.

—No, pero hagámoslo. —las tres rieron.

—Bien, primero, ¿cuánto piensas en él? —comenzó a preguntar Ceren.

—Todo el tiempo. —asintió Eda sin dudarlo.

—¿Qué sientes cuánto te mira? —la rubia alzó una ceja.

—Me hace temblar... Pero bien. —inconscientemente, sonrió ante el recuerdo de aquellas sensaciones que le producía su mirada.

—¿Y cuando te habla? —continuó su amiga.

—Depende. —dijo tras un par de segundos de pensar.

—¿De qué? —Nuevamente, Ceren interrogó.

—Cuando me dice cosas lindas solo quiero besarlo, pero cuando me explica algo o habla de algún tema que yo no sé... Podría escucharlo hablar por horas y no cansarme. —vuelve a asentir con su cabeza.

—¿Qué sientes cuando te abraza? —Eda se quedó pensativa unos segundos antes de responder, sorprendiéndose incluso a sí misma.

—Que sus brazos son el lugar más seguro en el que estuve nunca. —su voz salió en un murmuro. Melo y Ceren se miraron entre sí.

—¿Qué sientes cada vez que piensas en Serkan, Eda? —preguntó Melo, ahora, ambas volviendo la vista a la castaña.

—Todo. —suspira y mira a sus amigas.— Quiero estar todo el tiempo a su lado, quiero que me susurre cosas lindas en el oído todo el tiempo, que me quiera besar todo el tiempo, que busque excusas tontas para tocarme en la oficina, incluso que rompa mis diseños para sacar lo mejor de mí; quiero tomarle la mano y dar un paseo con él, quiero enseñarle mis lugares favoritos, quiero dormir abrazada con él y despertarme entre sus brazos... Quiero todo, chicas, todo.

—Eda... —Ceren y Melo unen sus manos con las de ella, mientras la pelirroja habla. — Estás enamorada.

Eda las mira con lágrimas en los ojos y asiente sin poder decir nada, sabiendo que así era. Sin esfuerzo, sin buscarlo, sin certezas más que su corazón latiendo fuerte en su pecho cada vez que pensaba en él: se había enamorado de Serkan Bolat.

◊◊◊◊◊

Engin ingresó por el jardín para encontrarse con su amigo trabajando en el sofá exterior a la luz de las estrellas. Serkan "huía" a la casa que estaba junto a la de sus padres cada vez que necesitaba concentrarse para trabajar pero no podía.

Era la tercera vez en todos sus años de amistad que lo hacía.

Tomó asiento a su lado, Serkan lo miró y cerró la computadora tirándose hacia atrás.

—¿Whisky? —ofreció mientras Engin se sentaba a su lado.

—Con hielo.

Serkan se levantó y caminó a la cocina para poder servir dos vasos de aquel whisky escocés y volvió después entregándole a su amigo uno de ellos. Bebieron algunos sorbos en silencio.

—¿Qué sucede con Eda, hermano? Creo que merezco que me cuentes la historia completa. —menciona Engin algo divertido y Serkan asiente, soltando un suspiro, sabiendo que le debía esa conversación.

Así que eso hizo, le contó todo: desde que se la cruzó por casualidad en aquel bar hasta la discusión de esta mañana. Al finalizar soltó un suspiro y pasó la mano por su cabello desordenando un poco el mismo.

—Ahora entiendo. —señala Engin.

—¿Qué cosa? —Serkan lo mira algo expectante.

—Desde que estuviste con Eda la primera vez has estado más relajado, sonriendo, ya hasta me olvidé lo que era verte de mal humor, abi. —explica su amigo con una sonrisa.

—Es el poder de Eda Yıldız. —murmuró con una media sonrisa, dándole el último sorbo a su vaso de whisky.

—¿Qué te sucede con Eda? —Serkan tomó una profunda respiración antes de responder.

—No entiendo qué me pasa. Cuando estoy con ella siento que todo está bien, me relaja, me hace sentir... vivo. —murmura en un suspiro.

—¿Y qué tiene eso de malo? —inquiere Engin tras algunos segundos de procesar las palabras de su amigo.

—Que no creo poder hacerle sentir lo mismo a ella. —dice casi rendido, bajando la cabeza. Engin apoya una mano en su espalda.

—¿Sabes cómo le llamamos a lo que sientes? —él negó con la cabeza.— amor. Abi, te estás enamorando, si no es que ya estás enamorado. No tienes que alejarla, tienes que ser sincero. La única manera de que sepas si eres correspondido es hablando, no gritándole que necesitas tu espacio.

Serkan presionó los labios sin levantar la cabeza y apoyó la misma entre sus manos. Su amigo tenía razón, sobre que no tenía nada de malo sentirse así con ella, que debía serle sincero pero, sobre todo, en que se había enamorado de Eda Yıldız.

◊◊◊◊◊

Eda terminó de guardar el último plato que había secado mientras Ceren se secaba las manos. Melo se había ido hacía un rato ya porque trabajaba temprano al día siguiente.

—¿Qué pasa? —cuestionó la rubia mientras se apoyaba en la mesada.

—Nunca me sentí tan pérdida, no sé cómo empezar. —contestó Eda, apoyándose frente a ella.

—Tienes que hablarlo, ser honesta con él.

—¿Y si no siente lo mismo? —la inseguridad en los ojos de ella y en su tono de voz no pasó desapercibida por Ceren.

—¿Y por qué no sentiría lo mismo? Eres hermosa, inteligente y la persona más buena sobre este planeta. —una sonrisa se va formando en Ceren mientras hablaba.

—Me pidió espacio... Quizás sí lo estoy invadiendo, debería alejarme. —la rubia negó con efusividad.

—No digas eso, tu traes luz a la vida de las personas. ¿Dónde está mi amiga, la que puede con todo, incluso con Serkan Bolat? —mencionó mirando a su amiga. — No cierres tus sentimientos, Eda. Más si es algo tan bonito.

Eda hizo un puchero, asintió y recibió el abrazo de Ceren con cariño.

—Voy a aclarar mis sentimientos y luego hablaré con él, quiera o no. —dice la castaña decidida, sosteniendo las manos de la rubia que asentía sonriendo.

Media hora después, Eda se encontraba ya sola en su casa. Se tiró en la cama mirando el techo y cerró los ojos suspirando. Lo extrañaba, quería verlo, abofetearlo y besarlo en partes iguales.

Se incorporó en la cama y tomó su teléfono decidida a llamarlo, pero se arrepintió enseguida al recordarle la condición que le puso antes de irse de Art-Life esa tarde: no le hablaría si no se le pasaba lo robot.

Las inseguridades la volvieron a invadir y se colocó una almohada sobre el rostro, aguantando las ganas de llorar.

El sonido del teléfono la hizo saltar levemente por el susto, levantó la cabeza y miró la pantalla sorprendiéndose enseguida por el nombre que aparecía.

Serkan Bolat.

Se mordió el labio mirando un par de segundos su teléfono, y luego de una respiración profunda atendió.

—Hola. —dijo con voz calma, mirando el techo.

—Hola. —respondió él.— ¿Estás ocupada?

—No, ¿por qué? —ella frunció levemente su ceño.

—¿Quieres dar un paseo? Estoy abajo. —Eda parpadeó por la sorpresa.

—Depende. —contestó, incorporándose y caminando al armario a buscar su ropa.

—¿De qué? —Eda podía sentir el ceño fruncido del pelirrojo incluso a la distancia.

—De si sigues en tu modo robot o no.

—Creo que ya no estoy en modo robot. —ella sonríe alzando una ceja.

—¿Crees? —Serkan podía imaginar su ceja alzada y suspiró.

—Eda...

—En cinco minutos bajo.

Se cambió de ropa por algo más cómodo. Se colocó un short de jean y una camiseta rayada sin mangas, arriba se colocó su campera de jean también y se puso sus zapatillas.

Cinco minutos después cerraba la puerta del edificio y se estaba acercando a Serkan, quien la esperaba parado a un lado de su auto.

—Hey. —llamó la atención del pelirrojo que parecía sumido en sus pensamientos. Al verla, una sonrisa apareció en su rostro.

—Hey, ¿vamos? Hay un parque aquí cerca. —ella asintió y comenzó a caminar a su lado.

El camino fue en silencio, ambos intentando pensar antes de hablar pero sin decirse nada por miedo a volver a pelear. Serkan había ido a buscarla por impulsividad pura, no tenía idea qué le diría, ni cómo justificaría su actitud sin exponer todos sus sentimientos.

Por su lado, Eda buscaba la manera de iniciar la conversación sin hablar de lo ocurrido porque eso implicaría hablar sobre sus sentimientos y estaba asustada de que no fuera correspondida. Suspiró, audible y miró al cielo mientras él llevaba la mirada a ella.

—No sé qué decir. —murmuró Serkan mientras metía las manos en el bolsillo de su pantalón.

—Una disculpa podría ser un buen inicio. —murmuró también Eda.

Pero él no dijo nada, solo se quedó mirando al frente. ¿Era realmente tan sencillo? Desde luego, no para él.

Y Eda lo sabía, negando con la cabeza frenó sus movimientos y se dio media vuelta para volver sobre sus pasos. Estaba agotada, física y mentalmente y no tenía ganas de volver a discutir. Serkan frunció el ceño y la siguió.

—¿Eda? ¿Qué pasa? —trató de acercarse para detenerla.

—Nada Serkan, ve a tu casa, es tarde. —murmuró ella, por suerte no se habían alejado tanto de su edificio y en un corto tiempo ya estaba ahí, sin prestarle atención a Serkan que la seguía confundido.

Él tomó su brazo haciéndola girar antes de que llegue a la puerta.

—Lo siento, ¿si? por todo, por gritarte hoy, por decirte que necesitaba mí espacio, por alejarte, por no saber qué decir, por todo, Eda. Lo siento.

Las facciones de su rostro se suavizaron ante sus palabras. Miró los ojos verdes que tanto le gustaban y suspiró al ver sinceridad en ellos y poder leerlos de una vez por todas. Estiró la mano a su mejilla y acarició la misma.

—¿Quieres entrar? Está haciendo frío. —murmuró sacando las llaves para abrir la puerta. Él no dudó en seguirla dentro.

Subieron en silencio, una vez dentro del departamento él observó todo. No era minimalista pero no estaba sobrecargado. Era acogedor y cálido, era muy Eda.

Se sentó en el sofá mientras Eda caminaba hacia la cocina, dónde preparó dos vasos con agua con limón que dejó en la mesita delante de ellos una vez se sentó a su lado.

—Eda... —comenzó él. — Lo siento de verdad.

—Lo sé. —ella asiente.

—Estoy asustado. — Confesó, tomando por sorpresa a la castaña.— Nunca me sentí así con nadie.

—Serkan... —intentó detenerlo, no quería presionarlo a hablar.

—Hablé con Engin y él me ayudó a ver lo que estaba negando, quizás creerás que estoy loco o siquiera te sientas igual, pero... —tomó una gran respiración. — me estoy enamorando de ti, Eda Yıldız.

Eda lo miró sintiendo como las lágrimas volvían a acumularse en sus ojos. Quería gritarle que ella también, que lo quería pero no podía. Las palabras habían desaparecido de su cerebro.

Dejando escapar algunas lágrimas se acercó a él y se sentó en su regazo para luego besar sus labios suavemente. Serkan no tardó en responder el beso casi que abrazándola, apoyando las manos en su espalda.

—Yo también me estoy enamorando de ti, Serkan Bolat. Te has metido en todos mis pensamientos, en mí piel y en mí corazón. —murmura mirando sus ojos. Él le limpia las mejillas con sus dedos pulgares.

—Es un alivio saberlo. —murmuró también él y unió su frente con la de ella.

—También me asusta, no quiero hacerte daño, Serkan. Tengo miedo de hacer algo mal y lastimarte.

—Eso debería decirlo yo, que soy el robot aquí. —ambos ríen levemente. — Pero te prometo que podremos con eso, con el miedo, con lo que sea, siempre que estemos así, juntos. —algunas lágrimas se escaparon de aquellos ojos marrones nuevamente.

—Juntos. —dice ella asintiendo.

Eda vuelve a besar a Serkan, acomodándose a horcajadas. Las manos de él bajan a sus piernas acariciando estas suavemente, subiendo hasta su trasero y bajando hasta sus rodillas.

Eda soltó sus labios. — no hagas eso si no vas a follarme.

—¿Y por qué das por sentado que no lo voy a hacer? — Eda quería borrarle la sonrisa de arrogancia que tenía en ese momento de una cachetada, pero optó por besarlo despacio y lento.

Serkan se levantó sosteniéndola por los muslos para ir a la habitación, dónde la depositó en la cama.

Si el sexo ya era increíble entre ellos, no existían palabras que describieran lo que se sintió tras confesarse sus sentimientos minutos antes.

Los miedos y las inseguridades quedaron atrás, ninguno podía pensar más que en el otro y en el placer de sus cuerpos juntos, encajando como si fueran el uno para el otro.

Tras haber perdido la batalla con Eda sobre si debería quedarse a dormir o no, ganando el sí, y mientras ella estaba en el baño, él se colocó sus bóxers y se sentó en el borde de la cama. Sus ojos viajaron al portarretratos que estaba en la mesita de noche.

La foto que protegía el marco plateado era de una mujer y una niña. La mujer tenía una sonrisa enorme y preciosa con unos hoyuelos marcados notoriamente, sus ojos marrones y grandes brillaban mientras la niña también sonreía en grande, también con sus hoyuelos y ojos marrones brillantes.

—Era mi mamá. —la voz de Eda lo sacó de su trance. Él se giró a ella, que estaba arrodillada en la cama.

—¿Era? —Cuestionó con cuidado y ella asintió.— Era preciosa, igual que tú.

La sonrisa que apareció en el rostro de Eda era una sonrisa que nunca había visto. Podía ver que estaba cargada de nostalgia, amor y ¿miedo? ¿Podría ser?

Sin querer profundizar sus pensamientos, dejó la foto con cuidado en su lugar y se acomodó para acostarse con Eda entre sus brazos. Dejó un beso en su cabeza, acomodando las sábanas sobre el cuerpo de ambos.

—Algún día tendrás que contarme sobre ella. Quiero decir, dio a luz a un hada, así que supongo que ella era una también. —dijo bajo, casi en un susurro mientras jugaba con su cabello.

—Lo era. —asintió con la mejilla pegada en el pecho de él.

Ninguno dijo más nada. Eda no tardó en quedarse dormida entre los brazos donde se sentía segura y él no tardó en conciliar el sueño sabiendo que tenía a Eda entre sus brazos.

Al día siguiente, el primero en despertar fue él. Sonrió al sentir el calor del cuerpo de ella contra él, lo que lo hizo querer esconder el rostro en su cuello. Eda se removió un poco y se aferró al cuerpo de Serkan, entrelazando sus piernas con las de él.

—Günaydın. —dijo ella sin romper la posición.

—Günaydın, hermosa. —murmuró él dejando un suave beso en su cuello.

—¿Qué quieres desayunar? —las manos de Eda se hunden en el cabello de él, haciéndolo estremecer.

—Cualquier cosa. —Mantiene el tono de voz, sus caricias lo relajaban.

—¿Ah sí? ¿Incluso si tienen fresas y diez mil calorías? —desafió la castaña aún adormilada.

—Si lo cocinas tú, lo comeré sin dudarlo. —Ella ríe bajito, haciendo que él levante su cabeza y plantando un beso en sus labios.

Mientras Eda cocinaba algunos pancakes y cortaba algo de fruta, Serkan se dio una ducha y se colocó la ropa de la noche anterior.

Fue hacia la cocina, dónde Eda estaba terminando de hacer el café y se acomodó para abrazarla por detrás.

—¿Desayunas pancakes todos los días? —inquirió Serkan con una ceja levantada.

—En mí defensa yo no desayuno, pero como no quiero que me regañes... —se giró y pasó los brazos por su cuello, mientras él acariciaba su cintura.

—Debes desayunar más variado, voy a pasarte un listado con recetas. —ella rodó los ojos riendo, recibiendo gustosa el beso que el pelirrojo dejó en sus labios.

—Cállate, vamos a comer. —lo empujó un poco y ambos se acomodaron en la mesa para poder comer.

La conversación y el desayuno fueron interrumpidos por la mitad por el teléfono de Serkan. Atendió colocando el altavoz mientras Eda dejaba una cereza entre sus labios.

—Efendim, Engin.

—Siento molestarte, abi, pero tenemos un problema. —la voz de su amigo le hizo fruncir el ceño.

—¿Qué es? —Tomó la taza de café para terminar el último sorbo.

—Kaan. —El cuerpo de Serkan se tensó. Eda lo notó y apoyó la mano sobre la suya.

—¿Qué hizo? —preguntó intentando sonar calmado.

—Está aquí, quiere verte, no sé qué quiere pero dijo que no se iría sin hablar contigo.

—No me tardo. —Se levantó tras terminar la llamada y Eda imitó sus movimientos.

—Voy contigo, me ducharé rápido.

No más de media hora después, Eda y Serán ingresaban a Art-Life juntos. Serkan estaba que explotaría en cualquier momento y Eda estaba intentando calmarlo mientras sostenía su mano, cosa que no pasó desapercibida por nadie pero la tensión en el ambiente no dejaba lugar a otro tema de conversación. Ingresaron de la misma manera a la sala de reuniones dónde Kaan Karadağ estaba observando algunos premios que descansaban en algunas repisas de la biblioteca.

—¿Qué haces aquí? —fue lo primero que dijo Serkan al verlo.

—¿Esa es la manera de recibir a un viejo amigo. Serkan? —Kaan giró para poder hacerle frente al pelirrojo.

—Ya sabes la historia, ¿qué quieres? —Serkan estaba perdiendo la paciencia.

—Eda Yıldız. —Eda, quien intentaba mantener a Serkan calmado, se tensó al escuchar su nombre. — ¿No tenías una entrevista con mí empresa?

—Sí. —respondió dudando.

—Siquiera me diste la oportunidad de demostrarte lo mejor que podrías estar trabajando conmigo. —la mirada de Kaan fue directo a las manos unidas de las dos personas que tenía delante.

—Lo siento, Señor Kaan. Art-Life fue siempre mí primera opción y fui lo suficientemente buena como para quedar seleccionada. —una breve sonrisa apareció en el rostro de Serkan ante la respuesta de Eda.

—No dudo que tengas talento, pero meterte en los pantalones de tu jefe para quedar no es algo que yo hubiera permitido. —Serkan se nubló al escuchar aquellas palabras dirigidas a Eda, quien puso una mano en su pecho para frenarlo en cuanto dio un paso a él.

—Contrario a lo que piensa, Señor Kaan, no necesité meterme en los pantalones de nadie. —dio un paso hacia adelante, colocándose frente a Serkan, pero de espaldas al mismo.— Yo quedé por mí talento, sino fuera así, ¿cómo sabe usted mí nombre? —Cuestionó alzando una ceja. — Si entre Serkan y yo pasa algo por fuera de este edificio, eso nos incumbe a nosotros, que sí sabemos separar el trabajo de nuestra vida privada.

Kaan suelta una risa antes de contestar. — Has cometido un error, Eda, Art-Life se hundirá muy pronto.

—Lo dudo, señor Kaan. Aunque le parezca mentira, Art-Life apenas está empezando. —la mano de Serkan tomó la suya en cuanto ella volvió a tensarse por sus palabras.

—Todavía puedes venir a mi empresa, si quieres crecer. —Kaan parecía ignorar todos los comentarios de rechazo que Eda mencionaba.

—Eso es imposible, ¿realmente usted cree que está a la altura de Art-Life, o siquiera de Serkan Bolat? —una sonrisa incrédula apareció en el rostro de la castaña.— Bueno, no lo culpo, soñar es gratis.

Serkan ni nadie que estuviera escuchando la conversación, o sea, toda la oficina, podía creer lo que estaban viendo y oyendo.

Y Kaan había ido con el objetivo de convencer a la castaña de que su propia empresa podía ser una opción, hacerla dudar ante los ojos de Serkan, que sabía de antemano sobre sus problemas de confianza. Nada mejor que derrumbar un imperio que hacerlo desde adentro, ¿no? Pero no se esperaba que Eda Yıldız lo humillara así.

—Vas a venir arrastrándote a pedirme una oportunidad, Yıldız, y ahí me reiré en tu cara.

—Vete, Kaan. —mencionó Serkan dando un suave apretón a la mano de Eda.

—Ni aunque dependiera mí vida iría a buscarte para nada, Karadağ. Vete. —sabiendo que Serkan estaba sonriendo detrás de ella, se encogió de hombros.

—Nos volveremos a ver las caras. —Kaan mencionó furioso.

—Dios no quiera. —como si no hubiera sido suficiente, Eda remató mientras el hombre que les había interrumpido el desayuno se iba.

Engin soltó una carcajada rompiendo el silencio tras unos segundos y se acercó para abrazar a Eda.

—Eres mí favorita de ahora en más. —mencionó haciéndola reír.

—Siempre lo fui. —picó ella rodando los ojos y correspondiendo el abrazo.

—Bueno, vamos a trabajar. —intervino Serkan, quien una vez sacó a Engin de la sala cerró las puertas metálicas para tener algo de privacidad.

Tiró de la mano de Eda y la apoyó contra la mesa de la sala de reuniones, sin tardar un segundo en besar sus labios de manera intensa, sosteniendo su nuca y su cintura por igual.

Eda jadeo ante la intensidad del beso pero correspondió de igual forma.

—Gracias. —murmuró tras varios segundos, una vez que habían separado sus labios por falta de aire.

—Nadie se mete con mi novio y sale ileso para contarlo. —dice en el mismo tono, con una sonrisa y uniendo sus frentes.

—¿Tu novio? —una tonta sonrisa se forma en los labios de Serkan

—Sí, mi novio. —Eda vuelve a besar sus labios, menos intenso esta vez.

Al separarse nuevamente, Serkan acunó una de sus mejillas y miró sus ojos. —Creo que nada en esta vida me va a gustar tanto como ser tu novio, Eda Yıldız.

✧✧✧✧✧

Hello! Nos leemos más pronto de lo que pensaba.

Nuevamente, como siempre, muchísimas gracias por sus votos y comentarios en esta historia, me motivan y me inspiran a seguir siempre. <3

Pueden encontrarme en twitter como: hankerbestie. A veces subo spoilers de los capítulos antes de publicarlos.

Nos vemos en el próximo.

-M.

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