Al llegar de nuevo al circo me doy cuenta que esquivé aquella explosión por muy poco, sin embargo estás seguían llegando, no fui tan rápida para esquivar las que vinieron y terminé muriendo nuevamente.
— ¡no puede ser! —exclame con enfado al volver con mi mejor amiga— hazlo de nuevo —le dije refiriéndome a romper mi cuello
— de acuerdo
Así fue como nuevamente fui asesinada para de inmediato regresar al desierto en una misión que parecía casi imposible el esquivar los explosivos.
Regrese a la habitación de mi mejor amiga, comenzaba a frustrarme y solté un quejido.
— ¡mátame! —le ordené
Obedeció.
— ¡deja de esquivarlos! —reclamo el rubio
— ¡y tu deja de lanzarme bombas! —le reproche de igual forma
Fallecí de nuevo.
Grite de rabia al despertar en ese cuarto que comenzaba a hartarme.
— ¡mátame! —grite desesperada
Estaba comenzando a alterarme, quería salir de ese bucle pero no sabía cómo hacerlo, cosa que se reflejaba en mis arrebatos de ira.
— ¡cállate que nos escuchan! —menciono cubriendo mi boca
— ¡me importa un carajo quien nos escuche! —exclame
— te estás pasando, ¿que carajo haces para morir tantas veces? —cuestiono
— da igual solo hazlo
— más te vale que sea la última vez
Eso era lo que más quería.
Regrese, tropecé y caí al suelo, mi tobillo se había torcido; —¡maldita sea!— pensé para mí misma pues al torcerse mi tobillo me costaría levantarme y por ende escapar, estaba segura de que moriría nuevamente…
No obstante, nunca llego una explosión, levanté la mirada y pude observar que le habían detenido las chicas abalanzandose sobre de el.
Me acosté sobre la arena exhausta, habían sido demasiadas muertes en un día. Cubrí mi rostro del sol con ambos brazos mientras tomaba aire y esperaba a que mi corazón se tranquilizara hasta regresar a su ritmo natural, —“eso fue agotador”—.
— ¿estás bien? —escuche la voz del peli-morado con un notorio tono alarmado
— si.., solo.., necesito descansar —respondí entre soplos
— ¿estás segura? —no se escuchaba muy convencido pero tan solo asentí sin más— traeré el botiquín
Apenas pude escucharle, más bien le ignore adrede, solamente tenía deseos de quedarme ahí acostada por un largo rato. Tan cansada estaba que comenzaba a quedarme dormida.
— volví —hablo el chico haciéndome dar un pequeño salto del susto, evitando que me cayera en los brazos de Morfeo
Me levanté sentándome sobre la arena. Fue ahí cuando me percate que tenía pequeñas quemaduras apenas marcadas en mi
— ¿puedo sanar tus heridas? —me dijo suavemente
— si por favor —le respondí
Así fue que limpio mis heridas con una toalla húmeda y fría, con mucho cuidado de no lastimarme; aplicó un ungüento para sucesivo cubrió con curitas, incluyendo mi tobillo en el cual aplicó un poco de hielo para desinflamar, aplicó el mismo ungüento y procedió a venderlo.
— ya está —dijo el lobezno de máscaras infinitas.
— muchas gracias Keda
— ¿puedes levantarte? —pregunto
Intenté incorporarme colocándome de pie poco a poco, sentía que me dolía todo el cuerpo, me costó un poco pero pude levantarme. Intenté caminar, sin embargo me costó aún más por lo que tuve que recibir ayuda de Kedamono para andar.
— aún me preguntó cómo llegaste —cuestiono— porque te encontramos tendida sobre el arena, y decidimos llevarte al circo —explico— pero, ¿cómo fue que llegaste hasta allí en primer lugar?
— la verdad es que ni yo lo sé, solo se que cuando desperté ya estaba en el circo
Fue lo único que respondí fingiendo demencia; —“¿debería la verdad?”—, no estaba segura, —“¿a caso hay reglas sobre esos viajes entre mundos?”—, seguía sin comprender cómo es que funcionaba.
Me sentía sumamente cansada, tanto que sentía que no podría seguir en pie por mucho más tiempo, aquel vaivén de muertes y cambios me mareo tanto que incluso me dió dolor de cabeza llevándose mis energías.
Con ayuda de Kedamono llegué hasta la carpa que compartía con las chicas. Me recosté sobre el futón para descansar sin saber en qué momento fue que caí en un sueño profundo…
Abrí mis ojos, se sintió como un parpadeó pues no había soñado nada en lo absoluto, sin embargo si que logré descansa pues me sentía con más energía y mucha hambre. Me levanté notando como aquellas chicas se encontraban reposando en sus respectivos futones, salí de la carpa notando un oscuro cielo estrellado acompañado de una enorme luna; —“¿por cuánto tiempo dormí?”— me pregunté extrañada, mire los alrededores, todo estaba vacío por lo que intuí que ahora Morfeo mandaba en el circo.
Mi estómago rugía exigiendo alimentos, por lo cuál, a pesar de mi tobillo aún hinchado, no me quedaba opción más que buscar algo para degustar.
Con un poco de esfuerzo a paso lento logré llegar a la cocina con éxito. Abrí el refrigerador en busca de algo para comer.
— veo que ya despertaste
Escuché una voz que me hizo saltar del susto por lo repentino que fue, me gire inmediatamente mirando al aprendiz de payaso parado detrás mío.
— Popee, que susto me diste —lleve mi mano a mi pecho sintiendo como mi corazón latía tan acelerado— ¿qué haces despierto tan tarde?
— solo vine por un bocadillo de media noche igual que tú
El camino hacia el refrigerador, mientras que yo me hacía a un lado. Seguía molesta por lo sucedido en la mañana o eso creía.
Le mire fijo, aún no podía creerme del todo que estuviese con el en su mundo; —“por favor que no sea un sueño”— suplique sin darme cuenta.
— toma —me dijo el rubio entregandome un pudín de chocolate y una cuchara
— gracias
Popee ignoro la mesa por completo para salir y sentarse sobre la arena a comer en el exterior. Sin pensarlo mucho le seguí sentándome a su lado en completo silencio tan solo observando el cielo mientras comíamos aquel pudín.
Me pareció curioso ver una luna tan enorme y que alumbraba tanto a diferencia de mi mundo en dónde era tan solo un punto blanco un poco más grande que las estrellas que iluminaba muy poco a comparación.
— ¿por qué llevás tantos curitas?, ¿y ese vendaje? —pregunto, regresandome a la tierra
— no estoy muy segura —dije sarcástica— ¿habrá sido porque alguien me arrojo bombas?!!
— de acuerdo, pero no pasó nada, ¿verdad? —reitero
— ¿estás preocupado por mi?
— no me preocupo por ti —recalco— me refería a la ropa, no la rompiste ¿cierto?
Mis iluciones se destrozaron en tan solo un instante, era obvio que diría algo como eso pensar que me trataría de forma especial no significaba que automáticamente sería así.
Intenté levantarme, sin embargo había olvidado el problema en mi tobillo, al moverme tan bruscamente hizo que me doliese aún más provocando en mi una mueca de dolor haciéndome casi caer al suelo.
— que débil eres —expreso
— pues claro —respondí enfadada— no soy de aquí, no puedo sanar mis heridas tan rápido como tú
Volví a sentarme molesta por mi fallido intento de alejarme de allí, no tuve opción más que comerme el pudín sin dirigirle la mirada ni la palabra al rubio el cual se levantó y retiro sin más; —“al menos el se fué”— me dije a mi misma tomando aire para relajarme un poco. ¿Por qué me sorprende si sabía perfectamente que el era así?, es altanero, presumido, ególatra, narcisista, también es berrinchudo y en ocasiones malhumorado, de un carácter explosivo, pero aún a pesar de ello, no podía evitar sentir las famosas "mariposas en el estómago"; —“¿qué debería hacer”—.
Mis pensamientos fueron interrumpidos al sentir la presencia de alguien más a mi lado, era ese payaso rubio de nuevo quien sin decir nada retiro las vendas de mi tobillo mientras decía:
— deberías aplicar más hielo para desinflamar
Bipolar.
No supe ni que responder por lo que opte por callar, tan solo mirando como aplicaba el hielo en mi lesión. Aún a pesar del frío, sentí una inexplicable calidez en mi pecho.
Después de aplicar el hielo, aplicó una pomada, la misma que había usado Kedamono hace unas horas atrás para volver a vendar con cuidado.
— gracias —tartamude al hablar
— no me hagas enfadar de nuevo
Menciono para retirarse, está vez en serio pues le ví caminar hasta que entró a su carpa.
Un sonrojo inexplicable se apoderó de mi, me sentía nerviosa y dichosa a la vez, acompañado de una sonrisa tonta que se dibujo en mi rostro.
— tengo que esforzarme
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Se que no tiene nada que ver pero quería contarles una anécdota que me sucedió
Bueno, les cuento que el otro día estaba dibujando a Popee manchado de sangre y un cuchillo (ya saben, lo normal xD), pero en eso llega mi abuela y se le queda mirando (lo confundió con una chica también), hasta aquí todo normal pero luego de un rato dijo: "tiene mucha maldad" y no supe ni que contestarle 😹