Obsesiones

By solayalbion

11.2K 4.9K 6.8K

Dos hermanos que tenían una vida completamente normal como cualquier adolescente, cambiarán el rumbo de sus v... More

Nota
Presentación de los personajes
Prólogo
Capítulo 1: Amores a primera vista.
Capítulo 2: Emma, písame la cara.
Capítulo 3: La célula.
Capítulo 5: ¡Hola, Latinoamerica!
Capítulo 6: Mentiras compulsivas.
Capítulo 7: Hogar, dulce hogar.
Capítulo 8: Barbie Bunny.
Capítulo 9: El beso de Judas.
Capítulo 10: Acusaciones infundadas.
Capítulo 11: Pelirroja a la luz de la luna.
Capítulo 12: La bola de pelo.
Capítulo 13: Detector asiático.
Capítulo 14: Juicio eterno.
Capítulo 15: ¿Dónde están los hermanos Martínez?
Capítulo 16: No me crees.
Capítulo 17: Superlolo.
Capítulo 18: Dos mujeres y un destino.
Capítulo 19: Perro a la plancha.
Capítulo 20: Cuentas pendientes.
Capítulo 21: La muerte nunca duerme.
Capítulo 22: ¡Hasta la vista, malagueños!
Epílogo

Capítulo 4: Negativos silenciosos.

562 269 452
By solayalbion

Tragué saliva y me armé de valor para hacerle frente.

—Cálmate, estamos haciendo un trabajo —le expliqué, tratando de que mantuviera la calma.

Sin embargo, eso no hizo que se calmara, al contrario, se enfadó más y me empujó al suelo.

—¡Cállate, gilipollas! ¡Vete de aquí, date bulla! —gritó Mario, agarrándome de la camiseta.

—Ya basta, Mario —Intervino Pía—. Él no ha hecho nada...

—¡Eh, calmaros! —exclamó Lolo—. No tiene sentido actuar de esta manera...

Madelaine, Alireza y Álvaro acudieron a la habitación tras oír los gritos.

—¿Qué está pasando? —preguntó mi hermano, viéndome tirado en el suelo.

Yo empecé a llorar debido al agobio que estaba sintiendo, todos me estaban mirando y habían visto lo débil que era, que vergonzoso...

—Mario, ¿Qué pasa contigo? —volvió a preguntar Álvaro, mientras me levantaba del suelo.

—Podéis hacer el trabajo perfectamente sin juntaros —respondió.

—Yeah, pero así es más fácil organizarse —le explicó Alireza—. Nos podemos preguntar dudas y ayudarnos entre nosotros.

—¡Y tampoco es necesario que tú estés aquí! —le grité—. ¿Para qué tienes que venir?

Mis palabras provocaron que estallara y comenzara a golpearme repetidamente.

—¡Eh, parar! —exclamó mi hermano, intentando separarnos con ayuda de Lolo y Alireza.

—¿¡Qué te pasa!? —pregunté, viendo que había dejado mi ojo morado y había reventado mi nariz.

—Mario, vete de aquí —le amenazó mi hermano—. O llamaremos a la policía.

—No, no —contestó—. Esta es la casa de mi novia, yo no me voy a ir.

—¡Tú ganas, Mario! —exclamó Pía, entre lágrimas—. ¡Pero para de comportarte así!

Instintivamente la abracé, pero recordé la presencia de Mario y me aparté inmediatamente. Estuvo a punto de volver a golpearme, pero los demás presentes lo detuvieron.

—Bueno, ya vale —dijo Alireza, cansado de la situación—. Que Mario y Pía se queden en esta habitación y los demás terminamos nuestras partes en otra habitación.

Ellos se quedaron en dicho cuarto, mientras, un grupo se bajó al salón y, nosotros, fuimos al despacho.

—Madre mía... —dijo Lolo—. ¿Sebastián, estás bien?

—Yo ni me he atrevido a hablar —susurró Cecilio.

—Sí —respondí—. No entiendo qué le pasa conmigo, parece que no puedo ni respirar...

—No sé, es raro —me contestó—. Parece que te tiene manía.

—Yo estaría más celoso por mi hermano que por tí —murmuró su hermano.

—Ya lo sé —dije y, luego, miré a Lolo—. Lolo, ¿Te puedo hacer una pregunta?

Él asintió con la cabeza.

—¿Te gusta Pía? Y me puedes ser sincero, es que tengo curiosidad...

—Que va —contestó, riéndose—. Mucha gente lo piensa, solo somos amigos. Además, va a mi clase y hablo mucho con ella, pero a mi me gusta otra persona.

—Ah, vale... —suspiré, aliviado—. Yo también lo pensaba, pero parece ser que no.

—Es más maricón que un condón —susurró Cecilio.

—No, no me gusta, tranquilo —me confirmó—. ¿A ti te gusta Pía?

—Seguro dice que no —murmuró su hermano.

—¿A mí? —le pregunté, nervioso—.. No, no, no, no... bueno, un poco...

—Uy, pues lástima que tenga pareja —me dijo, poniendo una cara de pena un tanto forzada.

—Ya, es una lástima que tenga pareja y que sea Mario —comenté.

—A mi me cae bien Mario —dijo Cecilio, tan bajo que casi era inaudible.

—Pues yo no le caigo bien —le dije—. ¿Te ha dicho algo de mí o de mi hermano?

—Pues yo creo que es muy controlador —comentó Lolo.

—Sí, pero solo un poco —respondió a Lolo y luego me respondió a mí—. No es mucho de hablar sobre sus sentimientos, solo dijo que os odia.

—Ay, Mario... —dije, mientras negaba con la cabeza.

—Chicos —nos dijo Lolo—. No quiero aguar la fiesta, pero será mejor que continuemos buscando información.

Álvaro
—Venga —dijo Alireza—. Que Álvaro haga la célula animal, yo haré la eucariota y que Madelaine haga la vegetal.

Mad tenía cara de preocupación, así que me acerqué a ella y le pregunté por su estado.

—¿Estás bien, Madelaine? —pregunté.

Alireza agarró la mano de la chica y formuló la misma pregunta.

—Sí... solo que lo que ha pasado... me ha hecho sentirme mal... —explicó.

—Es normal, pero todo ha pasado, que es lo importante, ¿sí? —le dije, con una sonrisa.

Alireza abrazó a Mad.

—Tengo que ir al baño —dijo, mientras se incorporaba—. Ahora vuelvo, zorros.

—Madelaine, no quiero que estés mal —le dije—. ¿Hay algo que pueda hacer para animarte?

—No es nada, en serio —contestó—. No tienes que hacer nada, Álvaro...

—No te creo, Mad, se que estás mal... —contesté, acercándome a ella.

Se escuchó como alguien entraba a la habitación. Era Mario, el cual al vernos, dijo:

—Vaya, Madelaine, no deberías estar tan cerca de Álvaro, quizá deba llamar a tu novio para que te rompa otra vez la cara...

—No, no, Mario, solo estamos haciendo el trabajo —le dijo Mad, nerviosa—. Déjanos en paz, por favor...

—Solo le estoy ayudando a pintar —pronuncié esas palabras mientras le miraba con odio—. ¿Qué problema tienes?

—Cállate —me respondió y, tras eso, me tiró de la silla y le pegó a Madelaine—. Tienes suerte de que no llame a Álvaro Salazar.

Me levanté y rápidamente le di un puñetazo, rompiéndole la nariz.

—¡Suerte tienes tú de que no te rompa la cara! —exclamé—. ¡Lárgate de aquí!

Afortunadamente, se asustó y se fue a otra habitación.

—Gracias, Álvaro —me agradeció—. No sé qué hubiera hecho sin ti...

—No se dan, daría lo que fuera por ayudarte... —respondí.

—¿Qué? —preguntó Madelaine, confundida.

Sin embargo, justo en ese momento, Alireza volvió del baño.

—¡Madelaine! —exclamó, corriendo hacia ella y abrazándola—. ¿Estás bien?

—Sí, sí... —dijo, un poco exhausta—. Por favor, daros prisa y terminar los dibujos...

Todos nos pusimos a terminar nuestros dibujos y, cuando lo hicimos, comparamos los tres. Los dibujos de Madelaine y Alireza eran hermosos, mientras que no se mostraron muy satisfechos con mi célula.

—¿Seguro que dibujas bien, zorro? —preguntó Alireza, decepcionado.

Asentí con la cabeza.

—Sí, solo que después de lo ocurrido me encuentro un poco nervioso —expliqué—. Lo siento...

—Bueno, da igual —dijo Madelaine—. ¿Vamos a ver si ya recogieron la información los demás?

Asentimos y fuimos en dirección al despacho.

Sebastián
—Hola, chicos —nos saludó mi hermano—. Ya hemos terminado, ¿qué hay de vosotros?

—Sí, nosotros también —le contesté.

—Solo falta agregar la parte de Pía —añadió Lolo.

—Me ha quedado perfecta la información de la célula vegetal —susurró Cecilio.

Nos dirigimos a la habitación en la que se encontraban Pía y Mario, pero Lolo me impidió pasar.

—Será mejor que no entres —me dijo—. Por si te hace algo Mario...

—Gordos, aquí tenéis —dijo Pía, entregando su parte a Lolo.

Volvimos al despacho y pegamos en una cartulina todo.

—Hala, listo para exponer —comenté.

—Bueno —dijo mi hermano—. Deberíamos irnos antes de que la cosa vaya a peor...

—Asentí, nos despedimos de todos y regresamos a casa.

—¿Menudo día, no? —me dijo al llegar a casa.

—Pues sí —contesté—. ¿Sabes qué ha pasado?

—¿El qué? —preguntó, mientras me miraba fijamente.

—Que Pía no paraba de pasar de mí —le conté—. No paraba de hablar con Lolo.

—¿En serio? —respondió—. Es que Lolo siempre ha sido muy atractivo, pero creo que le gusta Abel.

—Yo también —dije, con cierta inseguridad.

—Pues entonces no te preocupes —me dio una palmadita en la espalda—. Peor yo con Madelaine, que no paraba de coquetear con Alireza.

—Pues menos mal que Álvaro no se enteró —comenté.

—Pero Mario sí se ha enterado, y ha amenazado con contarle todo a Álvaro. Así que yo no estaría tan seguro...

—A saber, ese está loco. Bueno, vayámonos a dormir, hoy han sucedido muchas cosas —dije mientras bostezaba.

Mi hermano asintió y procedimos a irnos cada uno a su habitación a dormir. Dos horas más tarde me desperté debido a los gruñidos sin razón aparente de Coco.

—Joder con el perrito de los huevos —me levanté medio dormido dirigiendome hasta Coco.

Tenía en posesión un hueso, el cual en perspectiva de Coco, era codiciado por todos los miembros del hogar. Tras ver la razón de los gruñidos, me dispuse a volver a irme a dormir tras levantarme por un sin sentido. Al día siguiente me desperté y comencé a vestirme.

Mi hermano entró a mi habitación y me preguntó:

—¿Te sabes algo de la presentación?

—Me se mi parte, pero la de los demás no sé ni una mísera palabra —contesté medio dormido aún.

—Yo igual, si falta alguien a la presentación estamos jodidos —respondió, agitado.

Me llegó de repente un mensaje de Alireza que decía:

—Zorros no puedo ir, lo siento, tengo fiebre yeah.

—No te preocupes, mejórate zorro —respondí.

—Don't worry, si necesitas algo me lo dices —contestó Madelaine con un emoticono de corazón al final.

Al leer ese mensaje se lo enseñé a mi hermano y con cierto tono burlón le dije:

—Parece ser que a Madelaine no le gustas nada en absoluto, ella parece haberse fijado más en Alireza.

—Pues igual que tú no le gustas a Pía —me contestó con rencor.

—Si le gusto hermano, lo presiento —dije con ciertas esperanzas.

—No lo creo, pero bueno si quieres hacerte ilusiones tú solo...

—En verdad se que me odia, pero déjame que crea que le gusto —suspiré.

—Si quieres vivir en un mundo de falsas ilusiones, yo te dejo, tranquilo.

—Entonces, ¿quién va a decir la parte de Alireza? —cambié de tema de conversación.

—Lolo es un empollón, quizás se sepa su parte.

—Tal vez. Bueno, llegamos tarde, así que será mejor que nos dirijamos al instituto.

Llegamos a la escuela y nos reunimos con Madelaine, Pía y Lolo.

—¿Qué vamos a hacer, gordos? —preguntó Pía.

Me puse tan nervioso que empecé a soltar frases sin sentido.

—Emm... Uh... Tal vez... Quizás... No sé...

—¿Qué dices, Sebastián?, deja de decir tonterías, esto es serio —respondió mi hermano, de forma cortante.

—No sé qué digo. A lo mejor hay alguien que sepa la parte de Alireza —comenté, intentando arreglar la situación.

—Yo me lo sé, tranquilos, me encargaré de decir su parte —contestó Lolo.

—Ojalá fuera igual de inteligente que tu Lolo —dijo Pía con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro.

—Gracias —respondió Lolo devolviéndole la sonrisa y, acto seguido, me miró—. ¿Pasa algo Sebas?

—No, solo estoy nervioso por la presentación —dije, en forma de excusa.

—Ah, bueno, tranquilo, nos saldrá bien —contestó Lolo con tono inocente.

En ese mismo instante el profesor se nos acercó y nos ordenó tomar asiento, así que nos dispusimos a hacer lo que nos comentó sin rechistar. Me puse a temblar tanto que se escuchaban los temblores de la mesa. Instantáneamente el profesor se dispuso a mirarme y comentó delante de toda la clase:

—Para quitar los nervios es mejor ser de los primeros, así que Sebastián, como estás temblando, tú y tu grupo seréis los primeros.

Nada más finalizó la frase el profesor, todos los integrantes de mi grupo comenzaron a mirarme mal mientras nos dirigíamos a exponer en la pizarra.

—¿Dónde está Alireza? —preguntó mientras abría los ojos como platos.

—Está enfermo —respondí rápidamente.

—Lo siento, pero os tengo que poner un negativo —volvió a abrir los ojos como platos y se puso de puntillas.

—¿Nene, pero qué culpa tenemos de que esté enfermo? —intervino Pía.

—¡No es justo, profesor! —exclamó Madelaine, apoyando a Pía.

—Profesor, Lolo sabe hacer la parte de Alireza —argumentó mi hermano.

—Sí, por favor, profesor, quítanos el negativo —dijo Lolo, con tono de preocupación.

El profesor se puso a mirarnos fijamente a todos con los ojos abiertos como un útero a punto de parir.

—Está bien, os daré una oportunidad. ¿Quién empieza?

El silencio reinó en el aula, debido a que nadie quería comenzar esa absurda presentación sobre tales microscópicos seres.

—Yo, profesor —dijo Lolo, rompiendo el silencio incómodo.

—Pues venga —el profesor agarró su libreta para tomar nota.

—La célula procariota es la célula más sencilla, carece de núcleo y presenta una pared celular que la protege —señaló el dibujo de la célula procariota.

—¿Por qué hay un núcleo dibujado si no tiene núcleo? —miró el dibujo confuso.

Mi hermano se puso nervioso y respondió:

—Mmm... Es una mancha de chocolate.

—Lo siento, pero os tengo que poner un negativo.

—Espera, no, profesor, yo realicé ese dibujo, los demás no tienen nada que ver —Álvaro intentó recibir toda la penalización.

—Bueno, pues Álvaro, ya posees un negativo, más dos silenciosos por no parar de hablar con Sol.

Después de esa situación, era mi turno para exponer y sentí como los nervios se apoderaban de mí, quedando bloqueado sin poder hablar.

—Las células...

—¿Sebastián, estás bien? ¿O te tengo que poner un negativo?

—¡Ánimo, nene! —Pía puso su mano en mi espalda.

Con ese gesto, Pía logró que me viniera arriba y comenzara a hablar sin trabarme en ninguna parte. Posteriormente, Madelaine, Pía y mi hermano expusieron sus partes.

—Bien, os voy a poner un negativo por decir demasiada información en la presentación. Ya podéis sentaros —abrió los ojos como de costumbre.

Nos sentamos, pensando que el profesor tenía menos neuronas que un pie y me puse a hablar y reír sin parar con mi hermano.

—Chicos —se puso de puntillas—. Os voy a tener que separar, ya lleváis cinco negativos silenciosos.

—¿Pero qué dices? Si no estamos hablando —intentó disimular mi hermano.

—Sebastián, ve a sentarte con Tamara que está sola —me ordenó.

Obedecí sus órdenes y me acomodé en el asiento observando a Tamara.

—Hola —dijo Tamara, mientras absorbía su labio.

—Hola, Tamara —le sonreí incómodamente.

—Menos mal que te cambió, me aburría sola —intentó romper el hielo.

—Bueno, al menos me han puesto contigo —me sentí algo más cómodo con ella.

—Sebastián, te he cambiado para que estés en silencio, si sigues así te llevarás otro negativo —dijo el profesor mirándome con desprecio.

—Vale, perdón —le contesté.

Tamara comenzó a escribirme una nota donde me preguntó:

—¿Estás en las Divinas?

La miré y asentí. Ella, al ver mi respuesta, se dispuso a escribir otra nota.

—¿Y no preferirías estar en las populares? Nos falta un chico.

Le respondí con otra nota.

—Bueno, no sé, en verdad estoy en las divinas por una cosa privada, no porque quiera...

Continue Reading

You'll Also Like

¿Esa Soy Yo? By LLT

Science Fiction

137K 10.7K 40
Ella era una chica normal, incapaz de manejar su furia. La buscan, pero ella se esconde. Le hablan, pero ella calla. La encuentran, pero ella escapa...
277K 27.3K 44
Vanessa nunca fue creyente del amor. Elliot jamás creyó que alguien lo pudiera amar. El amor es Gris a los ojos de ambos, gris ante los dos de difere...
36.6K 2.4K 57
[Segunda parte de la trilogía Instituto de vampiros.] Esta historia trata sobre tres clases de vampiros: estrigois,mongol, ucranianos y una nueva tri...
43.7K 4.3K 39
"Se caracteriza por síntomas psicóticos, que incluyen delirios, alucinaciones, pensamiento y lenguaje desorganizados y comportamiento extraño e ..." ...